Relato: Inconfesables Confidencias (01)



Relato: Inconfesables Confidencias (01)


Inconfesables confidencias (1)




Por Incestuosa



POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO




Cap. I


Las dos amigas tomaron asiento en una mesa de la cafeter�a.
Aquella ma�ana se ve�a poca gente en la calle y eso las tranquiliz�. Por alguna
raz�n desconocida ambas prefer�an disfrutar siempre de la charla en soledad,
sobre todo esta vez que dispondr�an de varias horas para hacerlo. Alejandra, una
linda chica de 20 a�os y Sabrina, su compa�era de escuela, casi de la misma
edad, se hab�an citado para tomar el caf� juntas. Como buenas amigas, cada vez
que ten�an alg�n tiempo libre lo hac�an, y en realidad lo hac�an con gusto,
disfrutando cordialmente de su charla. Pero en esta ocasi�n hab�a algo m�s. Era
una cita especial. Alejandra, repentinamente, hab�a llamado por tel�fono a su
amiga. Con seguridad ten�a algo importante qu� decirle. Las dos ordenaron caf�
caliente y se arrellanaron en sus asientos. Despu�s que las bebidas les fueron
servidas, Sabrina coment�:


-Oh Ale, disculpa...pens� que no llegar�a a tiempo...esos
pinches camiones de mierda son tan tardados.


-Lo s�. No te preocupes, Sabrina... yo tambi�n acabo de
llegar.


-Y bien Ale... �De qu� se trata, amiga?


-La verdad Sabri, es algo que me ha venido afectando
�ltimamente.... y ni siquiera s� por qu�.... es una cosa que traigo metida en la
cabeza tiene d�as...no s� c�mo explic�rtelo...


-Vamos Ale... si no me lo dices no te descargar�s.


-Si, lo s�...lo s�, amiga.... y tambi�n s� que s�lo a ti te
tengo la suficiente confianza para dec�rtelo. Pero debo confesarte que creo que
ser� una cuesti�n demasiado pesada para t�...no quisiera cargarte con mis
cosas....


-Ah vaya...as� que consideras que no estoy preparada para
escucharte... �No es as�?


-No, no es eso, amiga...no es eso... ay, Sabri, c�mo
explicarte... lo que ocurre es que se trata de mi vida personal...de cosas de mi
infancia...supongo que no tan edificantes...comprendes?


-Mmmm, si...creo que s�... pero...y por qu� no te animas a
dec�rmelo?


-No s� ni c�mo empezar, amiga.....sabes?...siempre pens� que
esto jam�s se lo confiar�a a nadie....que lo guardar�a para siempre...


-Mira Ale, s� que conf�as en m�. Y sabes que yo tambi�n
conf�o en t�. As� que por qu� no te armas de valor y empiezas por el principio?


Alejandra levant� su taza de caf� y la bebi� de un sorbo
mientras miraba a los ojos a Sabrina. Luego coment�:


-Primero necesito hacerte una pregunta,
Sabri.....perd�name...pero es necesario que lo haga...


-Claro amiga.... adelante.


Alejandra le solt� la pregunta repentinamente:


-Dime, Sabri....�Viviste cuando eras ni�a alg�n tipo de
experiencia sexual?...


Sabrina se puso colorada. La pregunta tan directa de su amiga
la desconcert�. Pens� un momento mientras intentaba controlarse y respondi�:


-�Mierda! Mira amiga, quien diga lo contrario o est� tarado o
es un mentiroso. Lo que quiero decir es que todos, de una u otra forma, hemos
vivido experiencias sexuales a esa edad. Eso te lo puedo asegurar....aunque s�
que hay gente que lo niega.


-Qu� bien que me lo dices porque de eso justamente quiero
hablarte. Mi carga proviene precisamente de esa etapa de mi vida, Sabri....�Me
vas entendiendo ahora?...


-Ay Ale, claro que s�.... si supieras todo lo que yo viv� de
ni�a no me lo creer�as. Pero hagamos una cosa. Si t� me conf�as lo tuyo yo
tambi�n te confesar� lo m�o. As� nos sentiremos correspondidas y m�s decididas a
decirnos todo lo que cargamos. �Qu� opinas? -coment� Sabrina en tono
tranquilizador-


-Si....est� bien, amiguita...me parece muy bien �respondi�
Ale m�s animada- Y quiero darte las gracias por tu comprensi�n, Sabrina..


-Muy Bien.... pues entonces... adelante.


-De acuerdo.... s�lo te pido que no me interrumpas.


-No lo har�.


La linda Alejandra jal� aire, hizo acopio de valor y comenz�
a revelarle a su amiga las vivencias de su infancia:




"....Todo empez� cuando ten�a m�s o menos 7 u 8 a�os. Puedo
recordarlo todo tan n�tidamente como si apenas hubiese sucedido ayer. Viv�a con
mi familia en un pueblito costero del mediterr�neo, cerca de C�diz. Mi padre era
capit�n de barco y casi siempre estaba viajando. El hombre era en realidad un
trotamundos y por eso viv�a su propia vida. As� que tuvimos que crecer
practicamente solas al lado de nuestra madre, aunque eso s�lo fuera en
apariencia. De tres hijas yo era la menor de todas y cada una nos llev�bamos dos
a�os, de modo que Brenda, la mayor, deb�a andar por los 12, y Margot deb�a tener
no menos de 10. Nos quer�amos mucho y �ramos bastante unidas e independientes,
aunque suene fuera de tono. S�lo que mam� abusaba demasiado de su independencia
quiz�s aprovech�ndose de los largos y prolongados viajes de mi padre, pues
siendo una mujer tan joven, seguramente encontraba en alg�n lado quien la
consolara mientras nosotras ten�amos que quedarnos al cuidado de Sonia, una
chica que trabajaba en casa y que supl�a con creces sus prolongadas ausencias.
Tal vez por esa causa Sonia siempre ten�a que quedarse a dormir en casa. Mi
madre ya le hab�a destinado un cuartito para que pr�cticamente viviera con
nosotras. Esta linda y agradable jovencita, que tendr�a a lo sumo unos 17 � 18
a�os era muy trabajadora y dedicada, pero tambi�n muy atractiva y bella. Sus
facciones eran finas y delicadas, de una hermosura casi oriental realmente
exquisita. Aparte de su inquietante belleza f�sica pose�a un atractivo
especialmente singular: era demasiado cari�osa y atenta con nosotras. La verdad
es que puedo asegurarte, Sabrina, que era ella realmente quien se hac�a cargo de
toda la casa, e incluso hasta de cuidarnos. Como es l�gico nosotras tres
sent�amos mucho cari�o por la linda mucama y la consider�bamos como nuestra
hermana mayor. Cualquier situaci�n que nos sucediera, fuera lo que fuera, y al
no estar presente nuestra madre, siempre acud�amos a Soni, que as� le dec�amos,
ya fuera en busca de consejo o del consuelo necesario."



"....La cuesti�n es que Sonia, no obstante su juventud, ven�a
a ser en la praxis nuestra segunda madre adem�s de nuestra mejor amiga y
confidente. Como es l�gico cuando mis dos hermanas, Brenda y Margot, se iban a
la escuela primaria, yo ten�a que quedarme con ella, pues no me inscribieron en
la clase hasta que cumpl� los 9. La bella Sonia se encargaba de ba�arme y
cambiarme de ropa cada d�a antes de ponerse a hacer la comida. Cierta ma�ana en
que nos encontr�bamos solas en casa y mientras me divert�a jugando con mi mu�eca
en la parte trasera, ella se acerc� a m� y me dijo:


-Ale, ven. Quiero que te metas en el cuarto y no salgas
porque tengo que ir un momentito a comprar.


Yo le dije que s�, pues estaba acostumbrada a obedecerla en
todo. Me condujo hasta la rec�mara que yo compart�a con mis dos hermanas y cerr�
la puerta y me sent� en el piso a jugar con mi mu�eca. Minutos despu�s escuch�
ciertos ruidos en la habitaci�n contigua, que era de mis padres. Yo sab�a que mi
mami, como siempre, en esos momentos andar�a de juerga con alg�n amigo fuera de
casa y casi siempre demoraba hasta dos o tres d�as sin llegar. Y desde luego que
Sonia tambi�n lo sab�a. Como a esa edad una es demasiado curiosa, quise
investigar a que obedec�an los quejidos y gemidos que escuchaba. Abr� la puerta
despacio y me sal�. Vi que la puerta del cuarto de mam� estaba trancada. Busqu�
la forma de ver qu� estaba sucediendo adentro, pues recordaba que Sonia hab�a
salido de compras. Como nuestra casa era de tablas, como la mayor�a de las de la
costa, pronto descubr� un resquicio por donde mirar. Lo que vi me caus� una
enorme impresi�n. Era la primera vez que observaba una cosa parecida. Nuestra
linda y querida mucama estaba de rodillas en el piso completamente desnuda.
Ten�a una mano puesta sobre el suelo y con la otra agarraba una larga vela de
cera que se met�a una y otra vez en su rajita. Yo ve�a c�mo el blanco objeto
entraba y sal�a de su entrepierna con gran velocidad, escuchando gemir a Sonia
con leves susurros, como si quisiera apagar los sonidos que su boca emit�a para
no ser escuchada. Ella continuaba autosatisfaci�ndose con aquella cosa que por
lo visto le proporcionaba mucho placer, pues manten�a los ojos cerrados y las
piernas abiertas, con la cara enrojecida de deseo, moviendo la vela hacia los
lados para despu�s volverla a introducir con fuerza en su hendidura. Para m� fue
m�s que suficiente. Agitada me alej� de donde estaba y fui a esconderme en mi
habitaci�n. No quer�a por supuesto que Sonia supiese que la hab�a visto hacer
todo aquello. Pero no pude evitar seguir oyendo los gemidos y grititos que
continuaban escapando de su boca y que traspasaban el muro de tablas. Esa visi�n
me alter� por completo pregunt�ndome a m� misma por qu� har�a ella todo eso. Al
cabo de una media hora los ruidos cesaron. Permanec� sentadita en el piso de mi
dormitorio esperando a ver qu� ocurr�a. Por eso ya no quise salir del cuarto.
Estaba toda temblorosa, pero no sab�a bien el por qu�. Luego de algunos minutos
se abri� la puerta de mi habitaci�n y v� a Sonia que entraba. Se me qued�
mirando con una sonrisa en los labios y me dijo como si nada hubiese sucedido:


-Ya regres� de comprar Ale..... Anda,ven.... ya puedes salir
a jugar si quieres.


-Si, Soni. �le respond� a�n con un temblor en la voz- "



"....Por la tarde no quise decirle nada a mis hermanas por
temor a que me rega�aran, de modo que ese primer secreto de una serie de
vivencias escondidas qued� guardado y oculto en mi memoria. Pasaron dos d�as y
casi a la misma hora Sonia volvi� a decirme:


-Ale, linda....quiero que te encierres en tu cuarto porque
saldr� a comprar algunas cosas para preparar la comida...ah, y no salgas para
nada hasta que yo regrese, si?


-Si. �le respond�-


Con mi mu�eca abrazada sent�a mi coraz�n latir con fuerza.
Recordaba las escenas vistas anteriormente en oculto y eso me produc�a cierta
inquietud que no sab�a describir ni tampoco pod�a comprender del todo. No
pasaron ni diez minutos cuando escuch� de nuevo aquellos mismos ruiditos y
jadeos en el cuarto de junto. Esta vez yo no quer�a salir, pues ver a Sonia
haciendo eso me causaba cierta sensaci�n de temor al pensar que fuera a
descubrirme. Mas �sta vez los gritos de la chica aumentaron de tono, lo que me
hizo pensar que quiz�s hasta se estuviese sintiendo mal. Con ese pensamiento en
la cabeza me decid� a salir volviendo a pegar mis ojos a la juntura de tablas
desde donde pod�a ver hacia adentro. Contempl� de nueva cuenta el bello cuerpo
sin ropa de Sonia, ahora tendida sobre el piso y con las piernas completamente
abiertas. Estaba jugando con la vela de cera pero en una posici�n distinta, ya
que con una mano se la met�a y se la sacaba de la colorada raja coronada por una
negrura de pelos, y con la otra apretaba sus senos alternadamente. Vi que su
mano iba con acuciosidad de un pez�n al otro toc�ndolos con suavidad,
pellizcando las puntitas con deleite. Despu�s de varios minutos de estar en esa
posici�n ella comenz� a gemir m�s fuerte, al parecer sin importarle que yo
estuviese en casa, meti�ndose la vela con mayor velocidad en tanto mov�a su
grupa de un lado para otro apretando los dientes con fuerza, hasta que se detuvo
laxa sobre el suelo y se qued� as� por largos instantes. Esta vez ya no quise
abandonar mi precioso observatorio, pues mi curiosidad me incitaba a ver lo que
hac�a hasta el final. Contempl� cuando ella se levant�, se sac� la vela de
adentro y la puso en una silla. Recogi� su vestido del piso y se visti� con
rapidez. Se alis� los cabellos y se mir� en el espejo. Luego cogi� la vela entre
sus manos y mir� hacia la puerta cerrada. Pensando que pronto saldr�a de all�
volv� a mi cuatro y cerr� la puerta silenciosamente."



"....Esa segunda visi�n que la mucama hizo en oculto vino a
ser el segundo secreto que nunca quise revelarle a nadie. Por alguna raz�n que
ignoraba me guard� para mi sola las locuras onan�sticas de Sonia, a quien desde
ese d�a se me hizo una costumbre espiar casi a diario cuando se retiraba al
cuarto de mam� para masturbarse con la vela. Deb� haberla visto much�simas veces
hacer lo mismo en la soledad de la habitaci�n, seguramente alentada por mi
inocencia, crey�ndome desde luego incapaz de verla hacer todo aquello. Pero en
cierta ocasi�n en que me volvi� a pedir que me quedara encerradita en mi cuarto
mientras ella iba de compras, las cosas cambiaron y aprend� otra clase de
visiones secretas. Y es que esta vez la bella y caliente Sonia, de seguro ya no
tan satisfecha con la velita, su acostumbrada compa�erita de juegos, se olvid�
de su fiel objeto de cera y opt� por meter a un hombre en la casa. Este se�or,
conocido de nosotras, era en realidad el tendero de la esquina. Se trataba de un
hombre mayor, como de unos 45 o m�s y medio calvo, a quien por lo visto la
mucama no le hac�a el feo, pues cuando escuch� los gemidos tan intensos que ella
emit�a al otro lado de la pared fui a ubicarme en el lugar de costumbre,
encontr�ndome con la sorpresa de que la ten�a recostada sobre la cama, con las
piernas totalmente abiertas hacia los lados mientras le empujaba con ardor su
pito dentro de su rajita almidonada. Te confieso, Sabrina, que era aquella la
primera vez que yo ve�a a una pareja en pleno acoplamiento sexual, por lo que no
quise alejarme de all� hasta no ser testiga de la culminaci�n de aquel acto tan
novedoso que por otra parte marcar�a mi vida para siempre. Escuchaba a Sonia que
gritaba y gritaba con furia en tanto el macho la penetraba hundiendo su daga en
la anhelante vulva peluda. V� que �l le chupaba los sonrosados y endurecidos
pechos, mordisque�ndoselos con golosa pasi�n en tanto ella se mov�a con
violencia debajo de aquel cuerpo velludo y sudoroso. Por varios minutos
estuvieron movi�ndose los dos de ese modo hasta que ella volvi� a gritar, ahora
con mucho mayor fuerza, profiriendo una serie de gemidos altisonantes que yo o�a
con toda claridad sin comprender por qu� lo hac�a. Despu�s de un largo rato y
cuando el ayuntamiento acab�, ambos se bajaron de la cama y comenzaron a
vestirse presurosos. Aprovech� aquel instante para volver a mi habitaci�n y
quedarme all� hasta que Sonia lleg� para decirme que ya pod�a salir."



"....Despu�s de esa ocasi�n la caliente mucama sol�a repetir
las experiencias sexuales con el viejo tendero con una frecuencia que me
asombraba, ya que al menos cada tercer d�a los observaba encerrados mientras
disfrutaban del acoplamiento con sus enardecidos cuerpos. Por supuesto que a esa
edad yo no pod�a saber que Sonia era en realidad una ninf�mana sin llenadera,
pues cuando no estaba cogiendo con el hombre aqu�l, aprovechaba para encerrarse
a solas con la vela de cera de sus amores que tanto prefer�a. Pero lo que vino a
romper por completo la poca inocencia que me quedaba fue lo que ahora te
confesar�: Como te he dicho, Sabrina, mi madre se ausentaba por largos per�odos,
y cuando regresaba a casa s�lo permanec�a uno o dos d�as; le dejaba dinero
suficiente a Sonia y despu�s volv�a a desaparecer con la misma rapidez con la
que hab�a llegado. Claro que cuando mam� estaba en casa la mucama se absten�a de
invadir su rec�mara, acudiendo con seguridad a la suya para masturbarse con esa
pasi�n tan incontrolable que me hab�a dejado ver a escondidas. Como te habr�s
dado cuenta nuestra madre era una mujer demasiado irresponsable y disoluta, y ya
se ve�a que nosotras en el fondo no le import�bamos mucho. De manera que las
circunstancias se presentaban perfectas para que yo aprendiese r�pidamente y sin
contratiempos todos esos juegos sexuales que Sonia hac�a a escondidas y de los
que pronto tambi�n ser�a part�cipe. Y como lo que te cuento es la pura verdad,
te relatar� lo que sucedi� cierto d�a en forma inesperada."




-Oh, Ale....me creer�as si te dijera que comparto totalmente
tus sentimientos?....no s�, amiguita...tu vida se parece tanto a la m�a....


-De verdad, Sabri?....pues qu� bien...pero d�jame seguirte
contando...despu�s tendr�s tu oportunidad...de acuerdo?


-De acuerdo...pero con una condici�n.


-Si, amiga...dime cual..


-Que no me confieses todo de un jal�n...sino que hagas una
pausa para que yo tambi�n pueda relatarte algo de lo m�o....te parece?


-Si, claro, Sabrina...as� ser�.


-Bueno pues....adelante...sigue...




"...Te dec�a, amiga, que algo sucedi� de pronto,
inesperadamente, En realidad fue algo que jam�s me hubiera imaginado que pudiese
pasar. M�s sin embargo debo ser totalmente sincera contigo porque en verdad
ocurri�. As� que te lo contar� tal como fue. Una de esas noches en que est�bamos
solas con Sonia, mientras dorm�a en la habitaci�n que compart�a con mis hermanas
me desperte bruscamente. En medio de la oscuridad que reinaba en nuestro
dormitorio no pod�a ver bien lo que estaba sucediendo. No obstante, mis ojos
pronto se acostumbraron a la oscuridad y volv� la cara hacia las camas de Brenda
y Margot, que se encontraban junto a la m�a. Lo que v� me dej� sorprendida. Para
empezar, me di cuenta que la cama de Margot estaba vac�a. Volt�e y observ� que
mis dos hermanas estaban en el lecho de Brenda, en una posici�n no tan ortodoxa
por cierto, bes�ndose ambas sus chochitos haciendo el famoso 69, que desde luego
en ese entonces yo desconoc�a. Margot le mamaba su cosita a Brenda y �sta hac�a
lo mismo con la hendidura de la otra, sin poder evitar que los suaves quejidos
de placer que ambas emit�an interrumpiesen por completo mi sue�o. Quiz�s me
consideraban tan peque�a que con seguridad no sospecharon que pod�a despertarme.
Yo no quise dejar de ver el salvaje intercambio, no s� si por temor o por gusto,
pues la verdad es que deseaba ver lo que ellas hac�an crey�ndome dormida. Estaba
casi segura de que mis hermanitas, ajenas a mis descubrimientos sexuales con
Sonia, pensaban que esas cosas ni siquiera pasaban por mi cabeza. E
indudablemente que ten�an raz�n al estar tan confiadas, ya que las dos ignoraban
los secretos que mi mente guardaba y que hasta ahora no les hab�a dado a conocer
en lo absoluto. As� que aprovech�ndome de esa circunstancia tan ventajosa para
mi, me acomod� sobre mi cama lo mejor que pude para contemplar absorta aquel
espect�culo l�sbico que mis hermanas protagonizaban, sin que por ello sintiera
yo, te lo confieso, alg�n remordimiento o rechazo. Y aunque no puedo negar que
aquello fue algo que no esperaba, lo cierto es que a la edad que ten�a a�n no
pod�a entender el por qu� de todas esas cosas. Mientras Brendita le mamaba su
conchita a Margot, �sta se manten�a con su boca pegada al chochito de mi
hermana. Las dos gem�an quedito para no ser escuchadas por m�, ajenas por
completo de que eran observadas. Se mantuvieron siempre en la misma posici�n,
enfrascadas por completo en aquella lucha mamatoria sin dar ni pedir cuartel.
Las escuchaba proferir grititos de brama que la verdad me hicieron sentir una
emoci�n desconocida. Mis pulsaciones se aceleraron y mi respiraci�n se agitaba
en mi pecho infantil. Al experimentar aquella serie de sensaciones ignoradas
pero agradables, me pegu� con fuerza al colch�n de mi cama presionando mi pubis
sobre �l. Y aunque no sab�a a�n por qu� hac�a eso, la gratificante caricia me
encant� como nunca antes hab�a sentido. Despu�s de un buen rato de ardorosos
juegos interlinguales, mis hermanas acabaron en una intensiva suerte de grititos
ahogados hasta que se quedaron inm�viles por algunos instantes. Vi cuando poco
despu�s Margot regres� a su propia cama dejando a Brenda en la suya, no sin
antes detenerse frente a la m�a para comprobar mi estado de sue�o."



"....Sobra decir que aquella noche la pas� en vela pensando
en todo lo que las hab�a visto hacer. Y esa nueva visi�n, por lo visto, estaba
destinada a marcar tambi�n mi vida para siempre, aunque en ese momento yo no lo
sab�a. Los d�as pasaban sin sentir entre las largas ausencias de mi madre y las
peripecias sexuales de Sonia por su lado, y mis hermanitas por el otro; cada
cual gozando en oculto y a su manera de su propia sexualidad. Y debo decir en su
descargo que esa vida tan activa entre todas ellas era hasta cierto punto muy
entendible, ya que como las cosas se presentaban tan ad hoc ven�an a ser una
especie de caldo de cultivo para que se aprovechasen de la situaci�n a su
antojo. Y claro est� que debido a las facilidades circunstanciales que me
rodeaban y a la lujuria desbordante de que ellas hac�an gala iba a provocar
irremediablemente que pronto yo tambi�n me iniciase en el conocimiento de las
exquisiteces del sexo en oculto. Cierta ma�ana en que me hallaba solita con
Sonia y mientras jugaba frente a ella, como casi siempre sol�a hacerlo, me di
cuenta de que �sta no apartaba sus ojos de m�. La mucama estaba limpiando la
cocina y ten�a puesto un vestidito demasiado corto que dejaba ver sus hermosas
piernas que marear�an a cualquiera. Mas era evidente que a mi sus preciosas
extremidades al descubierto no me llamaban tanto la atenci�n, a no ser por la
extraordinaria tersura de su piel, que no puedo negar que s� admiraba. Sabido es
que cuando una es peque�a suele jugar sin preocuparse en lo m�s m�nimo por la
posici�n de su cuerpo y mucho menos de sus piernas. Pero para Sonia aquello no
pasaba de ninguna manera desapercibido. As� que en cierto momento y al volver a
sentir su insistente mirada sobre mi cuerpo, pude darme cuenta de que sus
felinos ojos orientales se clavaban con extra�a lascivia especialmente en el
interior de mi entrepierna, abierta totalmente a causa de los inocentes juegos
que hac�a con mi mu�eca. No puedo decir con certeza qu� fue lo que cautiv� tanto
a la mucama, si la visi�n de mis braguitas expuestas o la ninfoman�a que ya me
hab�a demostrado con creces. Mas fuere por una cosa o por otra, ella se acerc�
de pronto y agach�ndose frente a m� me dijo:


-Qu� haces, Ale?


-Estoy jugando con mi mu�eca.


-S�, ya veo. �Quieres que juegue contigo?


-Si t� quieres, s�.


En seguida comenz� a imitar mi forma de jugar, pero yo ve�a
c�mo ella no dejaba de admirar mis piernitas abiertas. Descubr� un intenso rubor
en sus mejillas que s�lo hab�a observado cuando se masturbaba a solas con la
vela, o cuando el viejo tendero se encerraba con ella en el cuarto de mis
padres. Pronto Sonia se lanz� en su estrategia para seducirme, pues sent�ndose
enfrente me empez� a hacer pl�tica. Cuando estuvo sobre el piso not� que abr�a
sus piernas por completo ofreci�ndome de cerca el hermoso panorama de sus muslos
al descubierto. Vi que hasta el fondo de sus aterciopeladas extremidades
inferiores, ahora expuestas ante mis ojos, se hallaba escondido su tesoro s�lo
cubierto por la telita de su braga deliciosa. Me le qued� mirando a esa parte
abultada de su gruta que ahora aparec�a protegida por el calz�n, pero donde
pod�a ver con claridad el montecillo de venus de su tri�ngulo secreto de donde
sobresal�an por los lados algunos mechones de negro vello p�bico. A pesar de lo
corto de mi edad no puedo negar que comenc� a sentirme nerviosa y hasta not� que
ciertos temblores se apoderaban de mi. Era indudable que la mucama se daba
cuenta de todo, pues no vari� para nada su t�ctica sutil; y por el contrario,
comenz� a cerrar y a abrir las piernas una y otra vez ante mis propios ojos con
la intenci�n de que yo me regodeara con la genial visi�n de sus intrincados
recovecos secretos. En tanto Sonia continuaba en ese tenor no apartaba ni un
momento sus ojos del interior de mis piernitas, viendo hacia adentro con ojos
lujuriosos. Sinceramente, Sabriba, debo confesarte que lo que vi dentro de ella
me cautiv�. Y me cautiv� tanto que no deseaba que Sonia abandonara esa posici�n
tan deliciosa. Despu�s de que pasaron varios minutos ella me insinu�:


-Ale, quieres que hagamos un jueguito?.....es un juego que s�
que te gustar�....


-Si....cual es, Soni?


-Se trata de esto. As� como estamos sentadas, veamos quien
abre m�s las piernas....


Y diciendo y haciendo me dijo:


-Mira, linda.... se hace as�....


Vi cuando ella se abri� como una tijera dej�ndome ver ahora
s� completamente la blanca pantaleta matizada de suave vellosidad que le
sobresal�a a�n m�s por los costados. Aquella visi�n tan atrayente y cercana me
cautiv�, y quiz�s fue esa la raz�n por la que le pregunt� con inocultable
inter�s que ella supo captar en seguida:


-Soni..te puedo preguntar algo?


-Ay pero claro, linda....dime qu� quieres saber...


-�Por qu� tienes tan negrito all� debajo?


-D�nde linda...aqu�? �me indic�, meti�ndose la mano y jalando
m�s hacia los lados la tela de su pantaleta-


-Si...all�...


-Humm...pues porque ya soy grande.


-�Es por eso? Entonces quiere decir que cuando yo sea como t�
tambi�n tendr� pelitos all�?


-Claro que s�, Ale....eso ni lo dudes. Pero dime... quieres
ver bien como son?


-Pues....no s�...


-�Quieres o no quieres? �me insisti�, siguiendo con su
t�ctica- Mira, si lo deseas puedes acercarte para que lo puedas ver
bien...anda...ven aqu�, linda...


Pero en vez de ser yo fue ella quien se acerc� a�n m�s a m�,
con la clara intenci�n de convencerme. Te confieso, amiga, que yo no pod�a
apartar los ojos de su hermoso chochito que me dejaba ver parcialmente la
negrura que guardaba escondida. Sonia volvi� a la carga:


-Mira Ale...ac�rcate m�s....quiero que los veas bien.


Su mano hab�a recorrido la telita de su braga por completo
exhibiendo ante mis ansiosos ojos la sonrosada rajita de su vulva adornada por
la oscura vellosidad semi rizada. Ante semejante cuadro ya no pude decirle que
no.


-Si...quiero verte bien. �asent� temblorosa-


Tal parece que eso era lo que Sonia estaba esperando, pues
enseguida me dijo:


-Est� bien...pero aqu� no...mejor vamos a mi cuarto.


-�Por qu�? �le pregunt� inocente-


-Porque no...aqu� no...no quiero que nadie nos vea...


-Bueno. �le respond�-


Ella se puso de pie y me tom� de la mano. Yo la segu�
r�pidamente hasta el peque�o cuartito que le serv�a de dormitorio. Llegadas all�
Sonia cerr� la puerta y me dijo que me sentara en la cama. Ella se qued� parada
frente a m� y se levant� el vestido hasta arriba de su cintura. Pude sentir el
flujo agitado de su respiraci�n en tanto se acomodaba la prenda con las manos
para dejar al descubierto su exquisito y adornado pubis. Casi al instante y con
manos ansiosas hizo a un lado su pantaleta mostr�ndome esta vez la totalidad de
su exquisito monte de venus donde florec�a aquella mata oscura y sedosa que le
daba un toque divino. Todo aquello me provoc� intensos temblores en las piernas
y en los brazos que no sab�a en realidad qu� hacer. Pero ser�a Sonia quien se
encargar�a de dirigir mi accionar sin ning�n problema. Poni�ndome su bollito
abierto frente a la cara me dijo dulcemente:


-Anda, Ale...t�calos....t�calos si quieres...


-No. �le contest� temerosa, con los �ltimos resabios de pudor
que me quedaban-


-Tienes miedo, linda?....anda, dime por qu�.


-No....no es eso...es que...


-No tengas temor, linda.... �Crees que Brenda y Margot lo
sabr�n?


-Si...tengo miedo de que ellas lo sepan....


-Pues no lo sabr�n, te lo aseguro.... mira, Ale, este secreto
podemos guardarlo para nosotras dos, si t� quieres.


-Si....es que no quiero que ellas sepan �respond�-


-Est� bien, no lo sabr�n. �De acuerdo?


-Si, de acuerdo. �le contest� completamente derrotada y
dispuesta a entregarme al conocimiento de sus jueguitos secretos-


-Ahora Ale, dame tu manita....anda...


Yo le tend� mi brazo y ella lo agarr� llev�ndolo enseguida al
centro de su vulva que hab�a mantenido abierta con la otra mano. Deposit� mi
manita justamente debajo del calz�n y solt� la tela, quedando mis dedos
aprisionados debajo. Luego me dijo con evidente urgencia:


-Anda Ale.... ahora mueve tu manita all� abajo.


Obedeciendo su petici�n inici� un leve movimiento sin saber
realmente c�mo hacerlo. Pero Sonia, d�ndose cuenta de mi candidez e ignorancia
puso de inmediato su mano sobre la m�a y comenz� a apretarla contra su propio
co�ito, movi�ndola suavemente de un lado hacia otro. Yo sent�a su humedad all�
adentro. Mi manita se deslizaba ahora en la cavidad caliente provocando en m�
sentimientos encontrados que no pod�a definir. All� me mantuvo agarrada por
largos e intensos minutos hasta que se arque� echando su cuerpo hacia atr�s,
mientras la escuchaba gemir de placer. Al cabo de unos minutos ella me dijo.


-Ya, Ale...ya debemos salir de aqu�.


Ella sac� mi manita de debajo de su calz�n y se acomod� la
pantaleta y el vestido. Luego, tom�ndome de la mano regresamos a la cocina.
Mientras caminabamos ella me recomendaba:


-Ale, ya lo sabes, linda.... ni una palabra a nadie de esto.


-Si, Soni...lo s�...


-Si no dices nada, ma�ana lo haremos otra vez. �Quieres que
te ense�e a hacer m�s cositas?


-Si.... si quiero, Soni...


-Pues entonces guarda el secreto....est� bien?


-Si...lo har�."



"....El siguiente d�a, aprovechando que mis hermanas fueron a
la escuela, la ardiente mucama prosigui� sus aplicadas sesiones did�cticas
conmigo. Y si he de serte sincera, Sabrina, tengo que admitir con honestidad que
yo deseaba ardientemente la llegada del momento en que nos qued�semos solitas.
Apenas se hubieron ido Brenda y Margot y ya sin pedir mi consentimiento, Sonia
me hizo una se�al que yo entend� a la perfecci�n. As� que con rapidez nos
dirigimos a su cuarto. S�lo que esta vez la mucama estaba decidida a llevar m�s
all� sus calientes ense�anzas, pues apenas hubo cerrado la puerta comenz� a
quitarse la ropa con patente ansiedad. Cuando estuvo completamente desnuda me
dijo con voz ardorosa:


-Ven Ale...ac�rcate a m�...


D� unos pasitos hasta quedar frente a ella. Contemplaba su
lindo cuerpo moreno de hermosura incomparable temblando como una novata. Ya ve�a
que aquel tipo de cuestiones la enardec�an hasta el delirio. Al principio no
sab�a qu� hacer sino que �nicamente la miraba con los ojos abiertos de arriba a
abajo, paladeando en mi interior la exquisita belleza de sus carnes. Adoptando
muy bien su papel de maestra, Sonia me tom� en sus brazos y me apret� contra
ella. Yo jadeaba debido a la intensidad del momento. Ella entonces me dijo:


-Anda, Ale...no tengas miedo. Lo que hoy te ense�ar� es s�lo
parte de todo lo que vas a aprender conmigo...quieres que te ense�e m�s cositas?


-Si.


-De verdad quieres aprender m�s cositas, linda?


-Si...si quiero...


-Bueno, entonces rel�jate. Para esto que hoy haremos necesito
quitarte tu ropita....dime.. �Quieres que te la quite?


-Si t� quieres, si. �le respond� con la boca seca-


-Muy bien, Ale...entonces, te quitar� tu vestidito.


La mucama comenz� a despojarme de mis breves vestiduras,
incluyendo mi breve pantaletita estampada, quedando finalmente igual que ella.
Cuando las dos nos encontr�bamos como Ad�n y Eva en el para�so, Sonia inici� la
segunda clase l�sbica que yo recib�a en mi corta vida. Me recost� sobre su cama
y me abri� las piernitas. En seguida se mont� sobre la cama y se acomod� presta
en medio de mis extremidades inferiores, las cuales me abri� por completo. All�
se dio a abrevar en mi virginal pubis metiendo primero su lengua con mucha
suavidad en mi resquicio de ni�a, como si se tratase de una fr�gil pluma de pavo
real que revoloteara lentamente sobre la piel de mis intimidades. Debo decirte,
amiga, que jam�s me hab�an tocado all� desde que ten�a uso de memoria, pero la
sutileza de la caricia me encant�. Era tal su habilidad para gozar de esa forma
que me cautiv�, y me cautiv� tanto que yo me abandon� por completo a la delicada
tibieza de sus exploraciones bucales cerrando mis ojitos y deleit�ndome con
aquellas intrusiones de su lengua en los escondidos recovecos de mi cuquita.
Ella se mantuvo introduciendo la puntita, entrando y saliendo con lentitud, con
maestr�a; lo que sin duda era algo que le agradaba en demas�a. Ante el placer
desconocido que mi oculta zona registraba s�lo pod�a mantenerme pasiva
recibiendo las intensos lengueteos y lamidas de la boca de Sonia. Seguramente
como parte de su plan ella no quer�a que utiliz�ramos demasiado tiempo
encerradas quiz�s previendo alguna visita inesperada, por lo que una vez que se
goz� ampliamente con la ricura de mi inviolado chochito me pregunt�:


-Ale.... quieres besarme t�?


-Pues...no s�...no s� c�mo hacerlo, Soni...


-Y si yo te ense�o?....�Lo har�as?


-Si me dices c�mo.... pues s�.


-�Te gustar�a hac�rmelo?


-Si....s�...


-Bien...entonces, yo te dir� c�mo.


Ella se tendi� sobre el colch�n con las piernas abiertas
indic�ndome que me incorporase. Luego me dijo:


-Anda, Ale...col�cate en medio de mis piernas...as� como yo
lo hice.


-Si.


H�bil como era para moverme me coloqu� entre sus lindas
piernas, en espera del siguiente paso. Ella me orden�:


-Ahora, baja tu cabecita hasta mi cosita...anda...m�tete en
medio...


-�As�?...


-Si, linda as�....muy bien.... ahora t�came los
pelitos...mete tus dedos entre los rizos.


Yo me di a navegar con mis dedos por la jungla de vellos
negros y brillantes de su lindo pubis deleitando mi sentido del tacto con las
suavidades exquisitas de sus negros mechones. Pero Sonia no deseaba tan s�lo
eso, pues enseguida me dijo a�orante:


-Ahora, �breme la rajita de en medio...r�pido, linda...


Deseando quedar bien con ella para que me siguiera ense�ando,
coloqu� mis manos justamente sobre los labios vulvares superiores de su bollito.
Los tom� como pude y jal� hacia los lados. Una roja boca salpicada de tibias
humedades apareci� frente a mis ojos. Ella me urgi�.


-Anda, Ale...m�teme dos deditos adentro....anda...hazlo...


-�Cu�les?...


-Los m�s largos...los que t� quieras... pero m�temelos ya.


Viendo que la linda mucama estaba tan colorada de la cara
como cuando le ve�a masturbarse a solas, comprend� que ard�a en deseos de sentir
algo dentro de su conejito peludo. As� que lo m�s r�pido que pude dirig� mis dos
dedos centrales hacia el lascivo conducto abierto y los introduje con suavidad.
Sent� cuando Sonia se peg� por completo a mi mano buscando indudablemente una
penetraci�n m�s efectiva. Casi en seguida comenz� a mover con lentitud su grupa,
como lo hace un barco anclado a la en la bah�a o a la orilla del mar. En esa
sublime posici�n ella comenz� a gozar y despu�s a gemir de lo lindo, en tanto yo
la observaba aprendiendo lo m�s que pod�a de su extra�a forma de conducirse. No
pas� mucho tiempo para que los estertores de su cuerpo le anunciaran el orgasmo,
que lleg� como una explosi�n de dinamita acompa�ada de gritos de lujuria. El
lenguaje soez que utilizaba era tambi�n parte de la ense�anza y sus obscenidades
se me quedaron grabadas por igual. Al t�rmino de aquel delicioso acto �ntimo
Sonia me areng�:


-Ya Ale...tenemos que vestirnos...puede venir alguien.


-Si....


Casi de inmediato se dio a la gentil tarea de ponerme mi
vestidito y mis bragas, para despu�s ser ella quien procediera a cubrir su
hermoso y esbelto cuerpo. Salimos de su dormitorio y adoptamos una actitud de
ignorancia, como si nada hubiese ocurrido entre nosotras. Era obvio que Sonia
estaba logrando su prop�sito conmigo poco a poco, muy sutilmente, pues al inicio
s�lo me hac�a esas cosas sin desbocamientos ni precipitaci�n, y todo ello era
parte de su plan. Ten�a primero que generar confianza, mucha confianza, para
avanzar despu�s con m�s soltura en sus libidinosas como excitantes pr�cticas. Y
pronto tendr�a yo la oportunidad de comprobar todo eso."



"....Cierta noche en que est�bamos durmiendo, y por una
afortunada casualidad, not� que mi hermanita mayor se baj� de su cama y sali�
del cuarto sigilosamente, cerrando tras ella la puerta. Su actitud temerosa y
expectante despert� ciertas sospechas en m�, pues normalmente cuando nos
levant�bamos al ba�o lo hac�amos con toda normalidad, sin tanta aprehensi�n como
ahora lo hac�a ella. Pero hab�a algo en su accionar que me dec�a que estuviese
atenta y hasta que la siguiera si fuere necesario, pues ten�a el presentimiento
de que algo nuevo para m� estaba por ocurrir. Sin saber en realidad la causa,
esper� a que Brenda se alejara. Poco despu�s yo hice lo mismo y sal� tambi�n del
dormitorio. Mi sorpresa no tuvo l�mites cuando v� la figura de mi hermanita
introducirse en la rec�mara de la mucama. Por algunos instantes me qued�
escondida tras un mueble. Cuando transcurrieron unos minutos me dirig� hacia la
puerta del cuartito de Sonia. Quer�a ver qu� era lo que estaba sucediendo.
Busqu� ansiosamente la anhelada rendija. El haz de luz que sal�a de una juntura
de tablas me indic� que era por all�. Pegu� los ojos y mir� al interior. Sonia y
Brenda se encontraban extasiadas y perdidas en un intenso beso en la boca que
debi� durar varios minutos. Sus cabezas se mov�an sin cesar paladeando
rec�procamente el ardor de aquella lingual caricia. Las manos de una recorr�an
las nalgas de la otra, apretando la tela y subiendo hasta la cintura para volver
a bajar por las protuberancias esf�ricas de sus propios culos. Ambas se hallaban
en bata de dormir lo que facilitaba de alguna forma la maniobra, pues v� c�mo
las dos introdujeron sus manos debajo de la prenda buscando anhelosamente sus
intimidades secretas. All� se dieron a gozar del precioso deleite de los ricos
tocamientos de sus pubis, demorando en esa posici�n lo suficiente para que
Sonia, caliente como estaba, fuera llevando a Brenda sin soltarla ni un momento
hasta la cama. "




CONTINUAR�.



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Relato: Inconfesables Confidencias (01)
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