Relato: Mi hermana Juliana





Relato: Mi hermana Juliana

La siguiente historia que contaré es totalmente verídica, pero para guardar el anonimato
completo preferí cambiar los nombres verdaderos. Sucedió en el mes
de febrero del año 1998 en la Ciudad de México.

Nunca
había contado esta historia hasta que un día encontré este
lugar muy bien estructurado y me di cuenta que pueden ser dadas a conocer
historias prohibidas( historias de incesto), lo que me excitó muchísimo
y me hizo decidirme a compartir este suceso verdadero. Nuestros alias serán:
Raymundo y Juliana.

Juliana contaba
en ese año(1999) con 44 años de edad y yo(Raymundo) con 27 años;
Juliana es mi hermana, madre de 3 hijas mayores de edad y abuela de una pequeñita
de 3 años; vivía sola ya que su matrimonio había fracasado
poco más de 2 años atrás. Juliana trabajaba como mesera
de un pequeño restaurante cerca de su domicilio y, al vivir sola, su
sueldo le permitía solventar los gastos habituales de casa.

Algunas
veces yo visitaba a mi hermana y siempre que lo hacía le miraba discretamente
sus grandes senos; para ser honesto lo que me impulsaba a visitarla era solo
el morbo de ver sus pechos, aunque únicamente se le vieran por encima
de su blusa.

Un buen día,
alrededor de las 7:00 p.m., cuando recién había llegado de trabajar
de la oficina., recibí una llamada telefónica, era mi hermana que
me pedía que platicáramos de un asunto muy importante; nos quedamos
de ver cerca de su domicilio ya que una de sus hijas(Emma) había discutido
con ella y se encontraba en su casa.

Me
encontré con mi hermana 20 minutos después, estacioné el
automóvil Volks-Wagen y subió a el; llorando me contó
que su hija Emma quería adueñarse de la casa ya que Aarón(el
ex marido de Juliana que residía en los Estados Unidos) le había
dado autorización de sacarla por la fuerza si fuese necesario; también,
entre sollozos me dijo que había tomado la decisión de irse
a trabajar a los Estados Unidos, pero que no tenía dinero en efectivo en
ese momento ya que éste se encontraba en su casa y que Emma no la dejaría
entrar. Juliana un poco más calmada me comentó que pediría
dinero prestado entre sus amistades para realizar el viaje, también
me pidió que la ayudará prestándole cinco mil pesos y
que en cuanto ella estuviera en los Estados Unidos me mandaría un giro
postal; yo le comenté que respetaba la decisión que había
tomado pero que la cantidad que me solicitaba necesitaba una garantía,
que ella me tendría que dejarme algo empeñado. En ese momento se
me ocurrió una idea, ésta era la de aprovecharme de la situación
y ¿porqué no?; pero, ¿cómo atreverme a pedirle
a mi hermana que solo me dejara ver sus pechos desnudos?.

Juliana
me sacó de mis pensamientos cuando me dió su respuesta a lo que
le había pedido; me dijo que todas sus pertenencias se encontraban
en su domicilio y, que por obvias razones no podía ir, pero que con
una de sus amigas tenía guardado un televisor y algunos libros los
cuales me los daba como garantía del préstamo. Tomé una
bocanada de aire tratando de calmar los nervios y le dije que ese no era el
tipo de garantía que yo necesitaba, que lo que le solicitaba era otra
cosa; mi hermana me miró confundida y dijo que no me entendía,
a lo cual inspiré aire por la boca y esta vez fui más osado, coloqué
la palma de mi mano sobre su rodilla izquierda a la vez que le decía con
voz grave que ella era la garantía del préstamo.

Juliana
enseguida y sin decir palabra empujó bruscamente mi mano con su brazo,
retiró su pierna a la vez que evadía mi mirada; este acto me molestó
bastante así que en tono enérgico le empecé a preguntar
que si quería el dinero porque ahora el precio sería más
caro. Mi hermana seguía callada y con la vista clavada al frente; en
un momento en que guardé silencio tratando de calmarme, Juliana rompió
el silencio con la siguiente frase que nunca podré olvidar: estoy dispuesta
a pagar el precio por alto que pueda ser... Desconcertado, y a la vez emocionado
fui en busca de sus labios, pero mi hermana evadió el contacto girando
su cabeza varias veces, yo insistí hasta que lo conseguí, mis
labios se juntaron con los de ella pero como Juliana los mantenía cerrados
empujé mi lengua hacía adelante hasta que ésta se introdujo
en su boca.

Pocos segundos después
la mujer respondía a mis besos jugueteando también con su lengua
dentro de mi boca y , a los pocos segundos después estábamos en
un juego desinhibido de abrazos, besos y caricias como un par de amantes; el
calor de ese juego estaba subiendo de tono y las caricias de ambos se hacían
cada vez más atrevidas, Juliana empezó a acariciar por encima del
pantalón mi pene que estaba erecto y yo le acariciaba sus senos por
encima de su blusa. El automóvil lo había estacionado en un
lugar poco transitado, aprovechando la noche para fajarnos. No sé cuantos
minutos pasaron cuando mi hermana me susurró que quería tener
sexo, que fuéramos a otro lugar; puse en marcha el automóvil
y nos dirigimos al hotel Aragón Plaza, ubicado cerca de mi domicilio
y no muy lejos de donde nos encontrábamos, al norte de la Ciudad.En
el estacionamiento del hotel le pregunté a mi hermana que porque había
estado callada durante todo el camino, a lo cual me respondió que se
encontraba un poco inquieta porque yo no había parado en alguna farmacia
para comprar condones, me explicó que ella no lo necesitaba porque
aunque todavía menstruaba no corría el riesgo de un embarazo,
ya que se había hecho la operación para ya no tener hijos, pero
que estaba preocupada por mí ya que me confesó que después
de su separación con Aarón ella había tenido dos aventuras
con hombres y que en estas relaciones no había utilizado condón,
además que ella seguía teniendo encuentros sexuales con un amigo
y que tampoco usaba condón; le respondí que no se preocupara,
que no me pasaría nada desagradable. Bajamos del auto, alquilamos un
cuarto y subimos; apenas al cerrar la puerta del cuarto y encender la luz
comenzamos a besarnos tiernamente, sin prisas; ambos nos acariciábamos
con suavidad, las caricias eran atrevidas pero suaves.

Poco
a poco nos fuimos desnudando hasta quedar solo en ropa interior a la vez que
nos acercábamos a la cama, pero al comenzar a acostarnos Juliana me pidió
que esperara unos momentos, me apartó de su lado y se puso de pie, a continuación
y ante mi asombro frente a mí y sin ningún pudor comenzó
a despojarse de su sostén de color rojo dejando al descubierto sus
enormes chiches que se colgaron hacía abajo por el enorme peso, éstas
eran coronadas con grandes y gruesos pezones que me apuntaban como si fueran
pistolas amenazantes, las areolas eran amplias de un color café oscuro;
después se despojó de su pantaleta blanca exponiendo una abundante
mata de vellos púbicos de color negro azabache que no permitían
ver sus labios vaginales; me di cuenta también de la ligera cicatríz
de una cesárea que se le había practicado, así como de
un vientre ligeramente prominente(producto tal vez de sus embarazos), también
se dejaban ver unas caderas anchas y firmes; Juliana a pesar de su ligera
obesidad mostraba un cuerpo suculento, su cabello corto pero con volumen,
teñido de castaño oscuro y con su ondulado no natural le daban
un extraño sentido de perversidad.

Yo
me encontraba sentado en la cama viendo el espectáculo excitado, absorto
e impresionado, no podía creer que mi propia hermana sin ningún
pudor estuviera desnudándose frente a mí a escasos 2 metros.
Juliana vino hasta mí y enseguida la tumbé boca arriba en la
cama, me puse de pie, aprisa me quité el calzón y emergió
mi verga palpitante y erecta; a partir de esos momentos se terminaron las
ternuras, mi hermana había logrado volverme loco de lujuria; me situé
de pié a un lado de la cama, con la mano izquierda tomé la cabeza
de mi hermana y la giré con cierta firmeza hacia mi bajo vientre y, con
la diestra sostuve mi verga la cual se la acerqué a su boca. Juliana retrocedió
y giró rápidamente su cabeza evadiendo la acción, a lo cual
volví a obligarla con mayor fuerza tomándola de su cabello y
haciendo girar su cabeza a la vez que le decía que lo hiciera; coloqué
la punta de mi pene en sus labios los cuales los mantenía cerrados
y en un tono más enérgico le insistí que lo hiciera;
a continuación me miró a los ojos, esbozó una ligera sonrisa,
mojó sus labios con su lengua y de un bocado engulló la mitad de
mi pene, obligándome a quitar mi mano que sostenía el miembro,
la mujer comenzó a hacerme el sexo oral con violencia, tan solo se
escuchaban los grandes jadeos arrítmicos que los dos hacíamos
y el ruido producido por su boca y mi verga parecido a cuando se está
batiendo algo; las mamadas eran desesperadas las cuales estaban haciendo efecto
ya que a los pocos segundos el momento cumbre se presentaba, empecé
a gemir ahogadamente, cerré mis puños como un acto reflejo de
mis piernas que les faltaba fuerza para mantenerme de pie, mi cabeza la impulsé
hacia arriba como invocando al creador, cerré los ojos y apreté
los dientes pues estaba eyaculando.

Después
de algunos segundos y jadeando tratando de recuperarme, abrí los ojos
y bajé la cabeza para llevarme una gran decepción; creí que
había eyaculado dentro de la boca de la mujer, pero estaba equivocado;
Juliana astutamente tenía su cabeza girada a su derecha y con su mano
derecha tenía tomada mi verga, ésta se encontraba a la altura
de sus pechos los cuales aparecían salpicados con el líquido
gomoso y blanquecino. Juliana giró su cabeza y buscó mi mirada
para preguntarme en un tono un tanto irónico: ¿te gustó?...¡ahora
ya sabes lo que puede hacer tu hermanita! Yo me dejé caer en la cama
boca arriba a un lado de ella tratando de recuperarme y diciéndole que
era lo máximo, que lo había gozado muchísimo; Juliana tomó
su sostén del suelo y comenzó a limpiar el semen de sus bien
desarrolladas tetas, cuando hubo terminado se puso de pie y se acercó
a mi cara, tomó mis manos y sin el menor pudor las llevó a su
velluda vagina para que la palpara a placer; sentí como mis dedos tocaban
sus labios vaginales entre toda esa abundante mata negra de vellos púbicos
y, todavía acostado recuperándome de la mamada que me había
regalado, tomé a la mujer de los brazos y la tiré en la cama violentamente
quedando ella boca arriba.

Juliana
me había dado a entender con las acciones anteriores que le gustaban los
juegos eróticos violentos, juegos en que tendría que ser sometida.
Mi hermana fingió una ligera y tímida lucha hasta que supuestamente
cedió cuando introduje en forma grosera mi mano derecha a su vagina;
yo no me anduve con rodeos pues bajé directa y rápidamente a
su sexo, le separé violentamente sus piernas, tomé sus tobillos
y los empujé hacia ella también en forma violenta hasta que
Juliana quedó en una posición como si fuera a parir y, sin dar
tregua sumergí en forma agresiva mi cabeza entre sus piernas buscando
esa rajada, con ambas manos separé sus vellos y encontré su hucha
con unos labios vaginales húmedos y abiertos(esto último seguramente
era por los embarazos y por las muchísimas relaciones sexuales que
había practicado); apenas me había acercado cuando percibí
el característico aroma de la vagina y empecé a lamer sus labios
vaginales. Juliana apenas sentir el contacto de mi lengua en su rajada comenzó
a jadear y gemir levemente; yo no solo lamía superficialmente, sino
que metía la lengua lo más adentro posible de su hucha y la
movía dentro como una víbora. Sus jugos y el olor de su vagina
empezaron a excitarme nuevamente porque sentía que mi pene se ponía
duro otra vez; Juliana tomó mi mano izquierda que estaba ocupada separando
los vellos púbicos y trató de llevarla a sus pechos pero ella
en esos momentos apretó sus piernas para aumentar la sensación
haciéndome olvidar por completo su par de enormes chiches para concentrarme
solo en su vagina. Ahora yo le estaba haciendo el sexo oral a Juliana devolviéndole
el favor que ella me había hecho con su boca; escuchaba como la mujer
aumentaba sus gemidos y los prolongaba indicándome que le estaba haciendo
bien el trabajo; sin dejar de lamer y chupar introduje dos dedos de mi mano
izquierda(índice y medio) a su vagina y los empecé a mover adentro
y afuera agresivamente haciendo que la mujer arqueara su espalda varias veces,
yo estaba también súper excitado.

Entonces
dejé de hacerle el sexo oral y me liberé de sus piernas empujándolas
hacia fuera, jadeando le dije que la iba a coger muy rico, que se lo iba a
meter por atrás; Juliana sabía perfectamente a que me refería
porque me dijo que no quería sexo anal, entonces la tomé violentamente
y traté de darle vuelta a lo cual ella respondió con una lucha
que no era teatral, era un forcejeo real a tal grado que mi cara y pecho alcanzaron
algunos rasguños, lo anterior me encolerizó como cuando alguien
se enfrenta en una riña callejera ve la sangre y esto hace que se prendan
aún más los ánimos.

Caímos
de la cama y seguimos forcejeando pero con la rabia que sentía pude dominar
finalmente a Juliana llevándola a la orilla de la cama, la arrodillé
en el piso y la obligué a que su torso quedara encima de la cama, quedó
en la posición que se le llama vulgarmente de a perrito; es decir,
en cuatro patas; yo la tenía tomada del cabello con ambas manos pero al
arrodillarme detrás de ella y separarle sus piernas con las mías
trató de zafarse nuevamente, a lo que con mayor fuerza la sometí
jalando su cabello hacía atrás haciendo que su levantara con
fuerza su cabeza y arqueara ligeramente hacia atrás su espalda a la
vez que se quejaba con varios ¡ahys!, la sostuve unos segundos así
y le dije entre jadeos entrecortados por la tremenda excitación que
tenía: ¡quédate quieta perra!, ¡ahora vas a saber
lo que puede hacer tu hermanito!, a continuación aventé salvajemente
hacia delante su cabeza estrellándose en la cama, inmediatamente la
solté y antes de que Juliana pudiera reaccionar le abrí sus
nalgotas con mi mano izquierda y con la diestra tomé mi verga que la
guié hasta el orificio fruncido pulsante y de color café oscuro,
al apoyar el glande en el ano de mi hermana, escuché que entre sollozos
de súplica me decía: ¡no!..¡no!..¡no!

Ataqué
sin misericordia con un empujón violento haciendo que la cabecita de mi
verga entrara al ojete de mi propia hermana, fue tal el grado del empujón
que me dolió la verga, pero a cambio de eso valió la pena porque
Juliana emitió un grito intenso; seguí empujando con fuerza
hasta que con mucha dificultad por la estrechura de su ano, logré sentir
que la verga había entrado toda; Juliana solo se limitaba a gemir prolongadamente
y a estrujar las sábanas de la cama; a continuación con firmeza
la tomé de la cintura y arremetí con furia al ano el cual sentía
que era súper apretadísimo por el intenso dolor que experimentaba
en mi verga, a la vez que entre gemidos de placer le gritaba insultos tales
como que era una puta, una pinche perra, que le sacaría toda la mierda
y cosas así. Era un espectáculo hermoso el que yo miraba como
las nalgas carnosas de Juliana vibraban pareciendo una enorme gelatina, ya
que su trasero chocaba violentamente contra mi vientre haciendo que esas nalgotas
fueran hacia adelante y al tratar de recuperar su forma chocaban nuevamente
contra mi vientre produciéndose una impresionante sucesión de
olas de carne, así como el ruido producido por los chasquidos cuando
chocaba salvajemente mi vientre contra sus nalgas. No pude aguantar mucho
tiempo dentro del ojete ya que en menos de un minuto estaba viniéndome
y no era para menos, ese ano era muy estrecho, pero a la vez, muy sedoso.

Recuerdo
que me aferré aún más a Juliana y que yo tuve una sucesión
de espasmos y gemidos ahogados cada que mi verga escupía semen, el
ano de mi propia hermana que era súper apretadísimo me había
llevado al paraíso, fue una sensación tan chingona venirme dentro
del ano de Juliana que podría jurar que había llegado a tocar
el mismísimo cielo;(Dios, es la verdad.) Cuando pude abrir los ojos
e incorporarme de sus lomos me di cuenta que yo estaba sudando a chorros y
aún tratando de recuperarme entre jadeos saqué mi verga aún
erecta de ese culo y me tiré en el piso alfombrado. Juliana quedó
en esa posición durante algunos minutos gimiendo, me puse de pie y
traté de consolarla pero ella me empujó violentamente, entonces
me di cuenta que estaba llorando y entre sollozos me pidió que la dejara
sola, que no quería saber nada de mí. Me vestí y de la
cartera saqué la chequera para firmar el cheque por la cantidad pactada
y se lo dejé en la cama diciéndole que podía cambiar
el cheque en el banco que se encontraba a un lado del hotel, por último
y antes de retirarme volteé a verla, seguía sollozando y en la misma
posición.

No supe más
de mi hermana, tampoco supe si realmente había sido un juego el de
no dejarse penetrar por el ano, tan solo supe que había cobrado el cheque
al siguiente día de nuestra relación. Yo tuve que recuperarme
en una par de días de las ligeras pero dolorosas excoriaciones que
en mi pene habían quedado producto de la violenta verguiza que le había
propinado a mi propia hermana. Después de un año(1999) Juliana
me llamó por teléfono diciéndome que si podía
ir por ella a recibirla porque acababa de llegar de los Estados Unidos, que
se encontraba en la Central Camionera del Norte y que le daría mucho
gusto verme. Fui por ella y ninguno de los dos mencionamos ni una palabra
de lo que habíamos hecho, era como si se hubiera olvidado. Actualmente
ninguno de los dos nos atrevemos a hablar de lo que sucedió esa noche,
nos tratamos como hermanos sin insinuar siquiera el tema, creo que para ambos
el olvido sería la mejor opción, aunque... debo de confesar que
para mí despertó nuevamente el deseo de cometer incesto con
Juliana al haber leído los relatos de este sitio en Internet y, creo
que lo voy a intentar, estoy dispuesto a llegar hasta donde sea necesario
con tal de cogerme nuevamente a la puta de mi hermana.

Si
llegamos a cometer otro encuentro sexual se los comunicaré por este medio.

RaymundoAgosto
11, 2001

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