Relato: JOHANA JOHANA
Antes que nada no quisiera que me juzguen sin ponerse en mis zapatos, solo vi la oportunidad y la tom�, no me enorgullece lo que hice, pero tampoco me arrepiento.
La vida nunca se port� bien conmigo, somos siete hermanos, yo soy el menor, por lo que ellos cuentan mi madre muri� cuando nac�, estuvo mal esterilizada y una infecci�n r�pidamente invadi� su organismo y cuando los m�dicos advirtieron lo que pasaba era tarde, no se pudo hacer mucho.
Mi padre carg� con todo el peso, y la carga fue muy pesada para sus hombros, a mis tres a�os se quitaba la vida colg�ndose en una viga del dormitorio.
Todos fuimos repartidos entre los familiares, a m� me toc� con una t�a, hermana de mi padre, mis primeros recuerdos me llevan a una mujer regordeta y bonachona, que me trataba y quer�a como el hijo que nunca tuvo, cuando ten�a unos diez a�os se casar�a por primera vez y encontrar�a en este t�o el afecto de un padre.
Pero bueno, mis padres no estaban, a mis hermanos los ve�a poco y nada y para colmo viv�amos en una pobreza terrible, �ramos muy humildes, muchas veces me iba a dormir con un pedazo de pan duro en el est�mago y los fines de semana el mejor men� era un buen guiso.
Mis juguetes eran latas oxidadas y autitos improvisados en ramitas talladas, se me agrandaban los ojos cuando ve�a las cosas que ten�an otros ni�os de mi edad, recuerdo que pena y que bronca me daba cuando los romp�an solo por diversi�n, por el hecho de tener otros disponibles.
No estudi�, no pude, con mi padre postizo aprend� el oficio de zapatero y cuando otros estudiaban yo deb�a ayudarlo en el taller, apenas termin� la primaria.
En mi adolescencia llegar�a mi despertar sexual, empezar�a a ver a las chicas como mujeres y descubrir�a lo que tal vez fuera el �nico regalo de la naturaleza, mi pene era enorme, cabez�n y colgaba entre mis piernas en forma llamativa.
Tuve mis primeras experiencias sexuales, descubrir�a que para la mayor�a de las mujeres el deseo de un pene enorme era m�s parte de su morbo que una necesidad, no se sent�an c�modas con tanta pija.
Mi t�o hab�a fallecido y yo segu� por un tiempo con el oficio de zapatero, pero los vaivenes econ�micos de mi pa�s subdesarrollado me hicieron vivir a�os de una importaci�n asesina, a la gente le sal�a m�s caro reparar zapatos que comprar nuevos. Para m� fue devastador, no pude subsistir y la �nica salida fue empezar a trabar bajo relaci�n de dependencia.
Estaba llegando a mis treinta a�os cuando entr� a trabajar en una peque�a fundici�n familiar, nada que ver con mi oficio, pero si algo me sobraba eran ganas de aprender.
Patricio, nuestro capataz era el hijo del due�o, un joven de piel blanca y de flojo car�cter, parec�a m�s uno de nosotros que alguien que fuera a tomar las riendas a futuro, su padre lo trataba con rudeza y generalmente lo ninguneaba ante nuestros ojos, por lo errores que comet�a. Era triste, porque si su padre no lo respetaba que respeto pod�amos tenerle nosotros? Faltaba disciplina y las cosas as� no funcionaban.
Como dije, el parec�a identificarse m�s con nosotros los obreros que con la patronal, de hecho al terminar la jornada �l ven�a a ducharse con nosotros, como uno m�s del grupo.
Hab�a rumores de que �l era un tanto afeminado, ten�a algunos gestos medios sospechosos, y m�s de una vez lo sorprend�a bajo la ducha con su mirada perdida en mi verga, eso me pon�a un tanto inc�modo, m�s cuando mis compa�eros lo notaban y empezaban los silbidos y gestos humillantes, en esos momentos su piel blanca se pon�a roja de verg�enza.
En esos d�as yo estaba por dem�s apretado econ�micamente, ten�a un cr�dito hipotecario que me estaba haciendo a�icos, no ten�a a quien recurrir, desesperado jugu� mi �ltima carta y ped� una reuni�n en privado con Patricio.
Pas� a su peque�o despacho, cerr� la puerta tras mis pasos, nos sentamos, uno a cada lado del escritorio, le cont� mis pesares y le supliqu� por un peque�o aumento, por un pr�stamo interno por unos meses, como adelanto de mi sueldo, lo que fuera para sacarme la soga del cuello�
El me escuchaba atentamente mordisqueando el extremo de su birome, me explic� que todo lo que se refer�a a dinero en la empresa lo manejaba su padre, que �l no pod�a hacer nada sin su consentimiento y adem�s que con la situaci�n del pa�s la empresa apenas subsist�a y hac�a malabares para no despedir personal.
Me incorpor� y le agradec� de todas maneras, gir� para retirarme, cuando dijo:
- Sin embargo� tal vez yo podr�a ayudarte� claro, si t� quieres�
Gir� nuevamente, hab�a ahora demasiados billetes sobre el escritorio y la mirada de Patricio se perd�a en mi bulto, como en el vestuario bajo la ducha.
Entend� el pedido, el fue hacia las ventanas y cerr� los cortinados, volvi� a m�, frente a frente y pregunt�:
- Y? cerramos trato?
No respond�, solo abr� mi bragueta para bajar los pantalones�
Patricio se arrodill� ante m�, comenz� a acariciarla admirado por su tama�o, yo solo miraba el dinero sobre la mesa mientras sent�a que sus caricias surt�an efecto, m�s de veinte cent�metros de carne comenzaban a elevarse, mi verga se rigidiz� como una barra, el me masturb� con firmeza, lo notaba caliente y excitado a mis pies, me la pelaba toda dejando mi glande colorado desnudo ante �l, sus labios comenzaron a besarlo, su h�meda lengua lo abordaba y lo circulaba, sus blancas manos apretaban mi carne y su respiraci�n se entrecortaba.
Ya no prestaba atenci�n al dinero, ahora miraba como mi jefe me chupaba la verga, se golpeaba el rostro con el trozo de carne, una y otra vez.
Me pegaba una succi�n maravillosa, abr�a la boca y la devoraba cent�metro por cent�metro, hasta atragantarse para luego aspirarla a medida que se retiraba, volv�a a abrir grande para devorarla nuevamente, para volver a succionarla, me estaba matando�
A todo esto, a mis pies �l hab�a desnudado su propia verga y se masturbaba a medida que saboreaba la m�a, su lengua volv�a a deslizarse por mi glande, sent�a deseos de acabar, le advert� que no demorar�a mucho si segu�a haciendo eso�
El ten�a media verga en su boca cuando comenc� a escupir leche, el gimoteaba y frunc�a el rostro pero no dejaba de mantener el ritmo, por el contrario aumentaba su frenes� buscando sacar hasta la �ltima gota.
Al mismo tiempo el tambi�n se acababa expulsando un gran chorro entre mis piernas.
Patricio se hab�a tragado toda mi leche, me acomod� la ropa mientras el limpiaba el piso y pon�a todo en orden, cuando terminamos me mir� y dijo:
- Qu� hermosa verga que ten�s! Y ya sab�s, si necesitas dinero podemos hablar�
Voy confesar una cosa, muchas mujeres me chuparon la verga, antes y despu�s de Patricio, pero tengo que admitir que nadie me lo hizo tan bien como el�
Como era previsible, al poco tiempo la soga estaba nuevamente en mi cuello y ya sab�a donde conseguir dinero, f�cil y r�pidamente�
La segunda vez, Patricio me cit� en el galp�n, para no levantar sospechas, galp�n llam�bamos a un dep�sito donde estaban todas las cosas abandonadas, chatarra que nadie usaba y que el viejo se negaba a tirar, ah� nadie iba, adem�s Patricio siempre ten�a las llaves en su poder�
Al encontrarnos me dijo:
- Hoy hay paga doble, pero quiero un poco m�s� adem�s me gustar�a que me llames Johana�
El se desnud� y se tir� sobre una vieja colchoneta que hab�a por ah�, se puso en cuatro patas y lubric� su esf�nter con gel que hab�a llevado premeditadamente, entend� de inmediato que es lo que deseaba�
Tom� unos instantes acariciando mi verga para que se parara y fui sobre �l, Patricio abri� sus nalgas con sus manos, apoy� y empec� a empujar, su culito parec�a no querer ceder, pero yo ten�a que ganarme esos pesos
Mi verga comenzaba a penetrarlo, entonces sent� a patricio lloriquear como un chiquillo a medida que sacud�a sus talones�
- Par�! Par�! Ay! me duele! Me duele!
El suplicaba y por primera vez me sent�a poderoso, no cesaba en el empuje y le respond�a
- Aguantate Johana, quer�as pija? ahora agu�ntate�
Me resultaba raro llamarlo as�, pero si era su gusto� Al fin su blanco culo cedi�, mi verga lo atravesaba, la mitad quedaba afuera y el empezaba a gemir mientras met�a y sacaba, una y otra vez, rompi�ndole ese orto afeminado.
Patricio gozaba con mi verga, le gustaba que lo rompa todo y yo hac�a mi mejor esfuerzo por complacerlo, el me pidi� cambiar de posici�n, se recost� boca arriba levantando sus piernas por sobre mis hombros, lo penetr� bien profundo, su verga estaba dura, hinchada y el empezaba a masturbarse a medida que lo penetraba.
Le di un golpe en su mano y le orden�:
- Johana! dej� de tocarte! te proh�bo masturbarte!
El me mir� con los ojos grandes mientras yo continuaba d�ndosela por el culo, comenz� a suplicarme que lo dejara hacer, que su verga no aguantaba m�s, pero yo no lo dejaba tocarse, alcanc� a divisar un leve l�quido transparente goteando de la punta de su miembro, estaba a punto caramelo, era hora, me concentr� y en unos segundos le llen� todo el culo con leche caliente, bien profundo mientras �l se retorc�a de placer.
Cuando termin�, dej� su culo agrandado y chorreando leche fui sobre su boca y le orden�:
- Ahora s�, mientras limpias bien mi verga pod�s masturbarte�
Patricio obedeci�, lamiendo mi verga que ya hab�a perdido erecci�n, unos segundos despu�s su leche salt� con tanta fuerza que lleg� hasta mi pierna, lo hab�a dejado bien caliente�
Por unos meses m�s siguieron estos encuentros clandestinos donde Patricio y yo intercambi�bamos sexo por dinero, hasta que varias cosas cambiaron, el padre del joven tuvo que despedir a varios empleados, entre los cuales estaba yo, tambi�n, casi al mismo tiempo hab�a conocido a una chica con la que hab�a empezado una relaci�n, con el dinero que recib� de la indemnizaci�n y otra parte que puso ella abrimos un local, una zapater�a.
No supe mucho m�s de la vida de Patricio, llegaron rumores a mis o�dos que se hab�a alejado del padre, que era otra persona, que su cuerpo hab�a cambiado de manera considerable, ahora ten�a cabello rubio y largo, ahora el cobraba por sexo y hasta se hab�a puesto implantes de silicona, incluso su nombre hab�a cambiado, ahora era Johana.
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Relato: JOHANA
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