El joven Ptolomeo se ba�aba asistido por dos bellas esclavas
en una ba�era de bronce. Desprovisto de todos los adornos imperiales,
desprovisto de todos los adornos que le confer�an el aspecto de respetado rey de
lso mortales, Ptolomeo era un joven barbilampi�o en el que empezaba asomar la
virilidad.

El agua templada cubre su cuerpo. Las esclavas nubias le
restriegan su cuerpo bajo la mirada atenta de los guardias. Ptolomeo espera
impaciente cuando se abren unas cortinas de la mas suave tela y aparece una
mujer, una chica algunos a�os mayor que �l. La m�s bella dama de Egipto y de la
tierra. Viene vestida con la dignidad de una diosa y avanza hacia la ba�era,
quedandose a unos pasos de ella.

-Querido hermano y se�or. �Me hs mandado llamar?.-

-�Ah si! Hermana m�a.- El joven Ptolomeo hizo una se�a y las
esclavas se apartaron de �l y se fueron de la habitaci�n sin volver la espalda
al chico. Luego, tras otro gesto, los guardias hicieron lo mismo.

-Querida hermana, te he llamado para decirte que hace a�os
que nos casamos y a�n no hemos consumado nuestra uni�n.- Ptolomeo se acariciaba
el mismo el vientre mientras pensaba lo que dec�a..- �Sabes? Es una pena que los
descendientes de los dioses muestren tan poco ardor, m�xime cuando entre
nosotros debe correr tambi�n sangre de aquella del Olimpo.-

-Oh mi se�or. Sabes que si no hemos consumado el matrimonio
al que nos obliga nuestra noble estirpe no es por falta de amor sino por que
hasta ahora no os he cre�do preparado y no me lo habeis pedido.-

Ptolomeo dio un pu�etazo al agua.- �Pues ahora te lo pido!.-
Luego mas calmado dijo.- �Sabes? Me han contado que te han visto coquetear con
un oficial de la guardia. Supongo que querr�s para �l lo mejor. No quiero ser
duro pero si cumples con tu deber de esposa esta noche, el futuro de tu oficial
podr�a ser fulminante.. Ahora bien, tu querido oficial tambi�n podr�a
ser....�Fulminado!.-

Cleopatra miraba a su hermano con rencor pero le dejaba
hablar. Lo escuchaba e intentaba reflexionar.

-Por otra parte, mi querida esposa y hermana, me han dicho
que cuando te ba�as, tu esclavas te prodigan ciertos masajes que van m�s all� de
lo que podr�a considerarse el simple aseo y se convierte en placer..y que t�
misma proporcionas a tus esclavas ese placer...-

- Cierto es lo primero y lo segundo. No tel o voy a negar.-

- �Te das cuenta que podr�a matarte por traicionarme? No por
lo de las esclavas, eso da igual, sino por lo del oficial.-

Cleopatra mir� hacia abajo, humillada y avergonzada -Te pido
perd�n mi hermano y mi se�or.-

-Y yo te perdono, pero a condici�n de que seas una esposa
...m�s sol�cita. �Venga, ven y limpia mi espalda.-

Cleopatra se acerc� lentamente a la espalda de Ptolomeo.
Comenz� a fortar la espalda pueril de su hermano cuando �ste la cogi� de la
mu�eca y la hundi� en el barre�o con sus pesadas pulseras de oro. La chica
comprob� que el miembro de su hermano estaba er�rctil. -Venga.- Le dijo.- Hazlo
como me lo hac�as antes.-

Cleopatra cogi� el miembro sumergido bajo el agua y comenz� a
acariciarlo con suavidad. Lo sinti� crecer y ponerse terso. El chico le baj� el
tirante de su vestido y pronto sinti� la boca del muchacho en sus pezones,
mientras su mano le agarraba el pecho, para que no se le escapara.

Su hermano le resultaba pat�tico. Lo aborrec�a, y m�xime
cuando por su condici�n de rey, hermano y esposo , la obligaba a hacer ese tipo
de cosas. La boca de Ptolomeo le ard�a en los pezones y a pesar de todo, por
sentirse tan torpemente utilizada, aquello no le excitaba en absoluto, per
conoc�a la t�cnica perfectamente y no tard� en conseguir que el mequetrefe se
ruborizada y se estremeciera de placer . Sac� su mano del agua, el semen se le
hab�a pegado al brazo, tomando una textura extra�a, pegajosa.

-�Me puedo ir ya?.-

-�Vete! �Pero no e te olvide venir esta noche!

Ptolomeo esperaba tras la cena en su aposento. S�lo con
pensar en los pechos de Cleopatra provocaba que su pene volviera a crecer. La
noche era c�lida y clara. Unos golpecitos anunciaban la llegada de su hermosa
hermana, que vino vestida con un camis�n de color transparente, solamente
justificable en que la dignidad de la princesa imped�a que los soldados la
miraran tan siquiera por unos instantes y que la oscuridad de los pasillos hac�a
el resto.

Ptolomeo estaba acompa�ado de una bella esclava et�ope,
delgada y joven. AL ver entrar a Cleopatra no pudo dejar de exclamar una
admiraci�n. Se levant� y la arrastr� hacia dentro de la estancia e
impetuosamente la bes�.

Cleopatra mostr� cara de desaprobaci�n e hizo un gesto a la
esclava para que se marchara.

-�No!.- Dijo Ptolomeo, mientras con un gesto autoritario
bajaba el tirante del vestido de Cleopatra y dejaba al descubierto de nuevo uno
de us senos.- �Quiero ver como te solazas con ella igual que te solazas en lel
ba�o con tus esclavas.-

Cleopatra le mir� con asco mientras Ptolomeo cog�a a us
esclava y la llevaba hasta su hermana que permanec�a de pi� en el centro de la
estancia. Potolomeo cogi� a la esclava del cuello y la oblig� a poner su boca
sobre el pecho blanquecino de Cleopatra.. Ptolomeo la animaba a lamer sin miedo.
AL principio , la joven esclava sent�a un respeto que le imped�a obedecer a su
amo, pero luego, obedeci� y se puso a repetir aquello que hab�a aprendido a
hacer en los m�s selectos prost�bulos de Menfis y Tebas y para lo que hab�a sido
adquirida por el emperador esa misma tarde.

Cleopatra sent�a maravillas mientras miraba a los ojazos
negros que miraban su pecho y a sus ojos y ve�a esa lengua rosa aparecer y
desaparecer alrededor de su pecho, entre los labios carnosos. Ptolomeo baj� el
otro tirante y los dos pechos quedaron liberados. La esclava negra no perdi� la
oportunidad de alternar uno y otro y coger entre los dedos la punta de los rosas
pezones y tirar de ellos y rozarlos con la llema de los dedos

El vestido de Cleopatra call� al suelo y dej� que la brisa
fresca le rozara el vientre y las nalgas. Pronto sinti� a su hermano que
poniendo se detr�s le cog�a los senos para que la esclava lamiera sus pezones
mejor. Sinti� el miembro erecto detr�s de las ropas de Ptolomeo.

Ptolomeo empuj� a Cleopatra hacia la cama y se sent� en una
banca frente a ella.-�Missa! �Hazla tuya!.-

La esclava se desnud� en un segundo. Sus pechos eran
diminutos y su sexo era de color del azabache. SU pelo era corto y rizado y los
dedos de Cleopatra se perdieron en ellos cuando la esclava prosigui� lamiendo de
sus pezones, succionado y jugando con su pecho como nadie lo hab�a hecho antes.
La mano de la esclava se desliz� bajo el vientre de Cleopatra y pronto, el
cl�toris aparec�a enrojecido y excitado entre los largos dedos de la Et�ope.

La et�ope comenz� a descender. Sus labios probaron la
suavidad de la piel del vientre de Cleopatra y la suave sensaci�n de seda de los
bellos de su pubis. Finamente, Cleopatra sinti� como la negra tomaba su
cl�toris, que asomaba entre sus dedos y lo apretaba con aquellos labios carnosos
y lo mov�a a un lado a otro mientras sent�a como los dedos, las yemas de los
dedos de sus manos se hincaba en su sexo e incluso se le introduc�an levemente.

La esclava negra le cogi� un pi�, soltando su cl�toris y
comenz� a pasar su lengua �spera por la planta y luego se puso a meter la lengua
entre cada uno de sus dedos. Ptolomeo la observaba entusiasmado y ensimismado.
Con un gesto �gil, la esclava pas� una pierna por encima de Cleopatra. La
princesa sent�a el calor y la suavidad del vientre de la negra sobre sus pezones
y los diminutos pezones de su amante en su propio vientre. Delante de ella ten�a
una mara�a de pelos negr�simos y en medio, la raja del sexo.

Cleopatra sinti� a la negra deslizarse hacia ella y su
barbilla se clv� en el sexo de la esclava. De nuevo sinti� la sensaci�n
gratificante, esta vez de la lengua �spera y a la vez, de uno de los dedos que
profanaban su sexo como los ladrones profanaban las tumbas de los faraones y
antepasados. Aquella negra la trataba con muy poco respeto y mov�a en su
interior su dedo delgado y larg�simo, que pronto sinti� acompa�ado de otro.
Ella, lo �nico que pod�a hacer es mover su lengua y lamer el sexo de la et�ope,
con m�s gana en tanto en cuanto su propia excitaci�n la traicionaba y la iba
haciendo perder el sentido del rid�culo y su dignidad de princesa.

Ptolomeo vi� como bajo su esclava, su hermana se retorc�a,
mov�a sus caderas y se entregaba a la satisfacci�n de su propio placer. Gem�a,
lanzaba suspiros profundos de placer y prolongaba el contacto de la lengua de la
esclava con el sexo, hasta que poco a poco, su rabia se fue extinguiendo.
Ptolomeo dio un palmada y la esclava se incorpor� r�pidamente y cogiendo el
trapo que era su vestido, se fue.

- Veo que te gustan todo los tipos de frutas.- Le dijo
Ptolomeo a Cleopatra mientras se acercaba quit�ndose el cintur�n y deshaciendose
del vestido, y se acercaba a la cama donde yac�a su hermana

- La que mi se�or me da no puede ser mala.-

- Veremos a ver si mi propia fruta os satisface.-

Ptolomeo cogi� a us hermana del pelo y la sac� de la cama, no
sin arrancarle un grito de dolor. -�Venga! �Ponte de rodillas frente a la
cama!.-

Al saber lo que su hermano deseaba, Cleopatra, sumisa,
obedeci�. Potolomeo se coloc� detr�s de ella de rodillas y le agarr� las nalgas
desnudas. Ptolomeo no cubr�a la cabeza de Cleopatra, AL rev�s, era de menor
tama�o que ella. Sus labios se clavaron en la nuca de Cleopatra y separ� sus
nalgas. Empuj� con su cuerpo al de Cleopatra, que se apoy� con los brazos sobre
la cama

Ptolomeo cogi� su pene y lo puso sin miramientos bajo las
nalgas de Cleopatra, que sent�a el ariete en su raja, intentando penetrarla. EL
chico empuj� de nuevo y las puertas de la fortaleza empezaron a abrirse,
recibiendo uno, la h�meda sensaci�n de la vagina de a chica, y la otra, la
fuerza del macho abrisse camino dentro de ella.

Ptolomeo sent�a como su miembro se introduc�a y cuando sinti�
las nalgas de la princesa en su vientre, se dio cuenta de que todo el camino
hab�a sido recorrido ya. Cleopatra se sent�a ensartada. Las manos de su hermano
le manoseban los pechos y a veces se deslizaban po el vientre y hasta su sexo,
jugando son su cl�toris

Ptolomeo decidi� que ea el momento de conportarse como el
buey Apis y cogiendo a su hermana por las caderas empez� a moverse contra ella,
a empujarla y menearse con furia, con pasi�n, sintiendo en su piel el h�medo
tacto y la estrechez de la vagina de Cleopatra.

Cleopatra se sent�a tratada con rudeza, como nunca la hab�an
tratado, como el respeto que sent�an hacia ella le hab�a impedido sentirse. Su
hermano era un borde engre�do, pero sab�a tratarla, no le cab�a duda..

Esper� a que su hermano le avisara. Se contuvo hasta que
sinti� c�mo el semen imperial brotaba en su interior y salpicaban las paredes de
su vagina. Finalmente, ella volvi� a correrse, repitiendo los mismos gemidos de
placer y susurros profundos mientras en su mente aparec�an impresos su nombre y
el de Ptolomeo con caracteres gerogl�ficos.

Esa noche, Ptolomeo y Cleopatra la pasaron juntos y Egipto
tuvo a los nueve meses t un nuevo pr�ncipe, hijo del rey o tal vez, quien sabe,
de alg�n oficial de la guardia.

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