Relato: trio de fantasia



Relato: trio de fantasia

Somos matrimonio cuarent�n, cuya fantas�a es realizar un tr�o encuentra a un conocido transexual en una playa solitaria y reciben su bautismo.

CRISTINA y yo viv�amos en un pueblo pr�ximo a la costa catalana. Ella a�n no hab�a cumplido los cuarenta, med�a poco m�s 1.65 cm., pelo rubio o rojizo, seg�n la inspiraci�n de la peluquera, 85 de pecho y un culo fant�stico: redondo, abultado y firme.
Nuestra vida sexual, aunque convencional, siempre hab�a sido satisfactoria. Hasta el d�a en que tuvo lugar la historia que os voy a relatar, nuestras fantas�as nunca hab�an pasado de ser un juego m�s. En numeras ocasiones, tumbados en la cama, despu�s de hacer el amor, nos masturb�bamos mutuamente imaginando diferentes situaciones en las que, en ocasiones, interven�an otras personas.

Desde el verano anterior hab�amos empezado a frecuentar playas nudistas, porque a los dos nos gustaba la sensaci�n de libertad que proporciona estar desnudos al aire libre y a ambos, aunque sobre todo a ella, nos excitaba mirar y que nos mirasen, especialmente cuando est�bamos disfrutando del sexo. Ella gozaba exhibi�ndose, hab�a recato y un punto de picard�a en todos sus movimientos que hac�a que todos los ojos la siguiesen cuando andaba por la calle con su andar ingenuo y malicioso, insinuante y huidizo.

Un s�bado de finales de verano, cuando ya hac�a bastante calor, decidimos dejar a nuestra ni�a con mis suegros, ir a alguna cala donde estuvi�ramos pr�cticamente solos para poder desnudarnos y acariciarnos, con la esperanza que alguien nos viera, para despu�s, en casa, hacer el amor y masturbarnos recordando la situaci�n.

Despu�s de atravesar la cadena costera, llegamos a una playa cerca de SITGES que tiene un acceso penoso, empinado, protegido por espesos pinos y matorrales que ocultan la vista de la playa desde la carretera. Al llegar abajo vimos algunas parejas dispersas, muy distantes entre s�, desnudas y todas ellas muy tranquilas. Nosotros seguimos caminando hasta el final de la playa, saltamos unas rocas y encontramos una peque�a cala, a�n m�s cerrada, protegida por un roquedal en la que no hab�a absolutamente nadie, solo el sol de mediod�a brillando en el cielo despejado y un mar tranquilo de un intenso color azul. Decidimos quedarnos all�. Tendimos nuestras toallas en la misma orilla, de tal forma que cuando llegaba una ola algo m�s potente que las dem�s nos refrescaba los pies.

Yo me desnud� inmediatamente y me lanc� de cabeza al agua, ya que despu�s de la excursi�n con la bolsa de playa y la nevera a cuestas ten�a un calor insufrible. El agua estaba caliente pero era lo que yo deseaba en aquel momento, nad� un poco hacia el fondo, me volv� para llamar a CRIS y pude admirar como se quitaba la ropa lentamente: top blancoy minifalta muy corta y bikini, dejando al aire sus impresionantes pechos y su pubis adorable. Se acerc� a la orilla con paso decidido, se puso de rodillas, se abri� de piernas, tom� un poco de agua con sus manos y empez� a masajearse sensualmente los pechos buscando con la mirada a alguien que la pudiera estar viendo.

Me sent� orgulloso de mi mujer, cualquiera que la viese la desear�a. Yo flotaba en el agua, dej�ndome balancear por las olas, manoseando el pene r�gido por la soberbia visi�n de mi mujer acarici�ndose er�ticamente el cuerpo. Sus manos mec�an l�nguidamente las esferas inmensas de sus senos, sus dedos retozaban voluptuosamente con los pezones duros y en la distancia pod�a adivinar como su cuerpo temblaba de ansiedad ante la perspectiva de que alguien la estuviera viendo.

Volv� a nado hasta donde estaba ella. Cuando me vio salir del agua, con el miembro empalmado, amoratado por el fr�o y temblando, me acerc� una toalla y me envolvi�, sonri�, se meti� conmigo bajo la toalla y me abraz�. Su cuerpo parec�a arder sobre mi piel helada. Sus pezones se clavaban cruelmente contra mi abdomen. Empez� a besarme, sent�a su lengua c�lida recogiendo las gotas de agua de mar que se deslizaban por mi pecho y sus manos desliz�ndose, primero sobre mis nalgas, luego sobre mi cintura para, finalmente, atrapar mi polla contra su vientre. Ella levant� la cabeza y nos besamos, despu�s acerc� su boca a mi o�do y susurr�: "�te ha gustado lo que has visto?", mientras sus manos sub�an y bajaban sobre mi m�stil congelado. Le respond� que s� y ella dijo: "entonces, demu�stralo, dame ahora y aqu� lo que llevas ah� dentro" Era una situaci�n algo inc�moda, est�bamos de pie, en medio de una cala vac�a, abrazados y envueltos por la toalla, pero cualquiera que apareciese podr�a vernos. Sin embargo, sab�a que eso era lo que CRIS estaba buscando.

Ella levant� una pierna, la pas� por detr�s de mi cintura y pude sentir sobre mi pene el tacto untuoso y t�rrido de su sexo abierto. Aquella era una de sus posturas favoritas, la sujet� con fuerza por las nalgas. Se cogi� de mi cuello y se empal� lentamente sobre mi nabo. Sent� su humedad interior abrazando la fr�a rigidez de mi miembro. Cerr� los ojos y apoy� la cabeza contra mi pecho. Su cintura comenz� una danza er�tica, contone�ndose con lascivia, agarr�ndose a m�. Yo solo pod�a estar quieto, con los pies clavados en la arena h�meda ser la columna en la que ella se apoyaba. Mar�a Teresa era la directora, haciendo cabriolear su cintura en un pausado vaiv�n, con la finura y la gracia de unas alegr�as, con movimientos breves, ondulados y r�tmicos, que se rizaban y desrizaban en el aire con el garbo de una revolera.

Su balanceo, al cabo de un rato, cambio de cadencia, se transform� en un batir r�tmico. Su respiraci�n entrecortada iba acompa�ada de gemidos pr�cticamente inaudibles. Su cabello se sacud�a al comp�s, centelleando bajo el sol de la ma�ana. Su cara estaba congestionada, las mejillas de un escarlata encendido, la frente perlada de sudor, los ojos cerrados con nervio, la boca entreabierta dejaba ver la punta de la lengua atrapada entre los dientes. Era una imagen que no por conocida dejaba de enternecerme. De vez en cuando, yo levantaba la vista con intranquilidad, por si hab�a alguien que se hubiese decidido a llegar hasta aquella cala escondida. CRIS no se preocupaba de ello, concentrada en su baile, sus caderas hab�an cobrado vida y volaban, danzando en el aire, sujeta apenas por mis manos que patinaban intentando aprehender los globos pulidos de sus nalgas ba�adas de sudor. El batir de su sexo contra el m�o, de su vientre contra el m�o, produc�a un chapoteo sonoro, un palmoteo sensual y vivo, un comp�s de buler�as. Con este ritmo aflamencado percib�a mi inmersi�n en el interior l�quido de su cuerpo, convulsionado por tenues espasmos y estremecimientos de placer. Hasta que, finalmente, venci�ndose contra mi cuerpo, se hundi� mi estilete hasta la empu�adura, y con un largo y hondo quejido dej� caer su cabeza hacia atr�s. Las venas de cuello y sienes, completamente hinchadas, parec�an a punto de estallar. Lanz� una serie de sollozos irregulares, al tiempo que su vagina se crispaba en una larga cadencia de contracciones.

Yo no pod�a m�s, ten�a calambres en los brazos de aguantarla en aquella posici�n y me dol�an los ri�ones de mantener el equilibrio de los dos cuerpos. Ella permaneci� quieta unos segundos y despu�s me pregunt�: "�y t�? ... �quieres que me baje?". No hizo falta ninguna respuesta, me mir� a la cara y se puso a re�r. Levant� en el aire la pierna que ten�a cruzada por detr�s de mi cintura y poni�ndose de puntillas, se desclav� de mi miembro. Luego me tom� de la mano y me condujo nuevamente al agua. Sentir mi cuerpo flotando otra vez y el frescor despu�s del ejercicio fueron un alivio. Mar�a Teresa se abraz� nuevamente a m� y, mientras sus senos formidables flotaban delante de mi cara, tom� mi miembro con su mano y me masturb� con delicadeza.

A lo largo del resto de la ma�ana estuvimos totalmente solos, solo muy de vez en cuando, saltando las rocas, cruzaban la cala algunas personas desnudas buscando un lugar a�n m�s apartado. No hab�a ninguna nube en el cielo y protegidos del viento por las rocas, el sol calentaba de lo lindo. Para apagar la sed �bamos bebiendo alguna de las cervezas frescas de la nevera. De vez en cuando mi esposa me ped�a que esparciera crema de protecci�n solar sobre sus deliciosos pechos, abdomen y piernas, lo que yo aprovechaba para tocarla y acariciarla, dejando pasar mi dedo por su rajita cuyo interior notaba cada vez m�s empapado, y no precisamente de agua de mar.

A media tarde, cuando el sol ya hab�a empezado a descender en el horizonte, brincando desde las mismas rocas por las que hab�amos llegado nosotros, apreci� una escultural "chica" de color totalmente desnuda con una enorme bolsa de playa colgada del hombro. Y he escrito "chica" entre comillas, porque ten�a un de los miembros m�s impresionantes en reposo que nunca hubiera visto. Mientras ella caminaba, buscando un lugar donde colocarse, su pene, colgaba balance�ndose como la trompa de un elefante. Percib� como mi esposa se quedaba embobada contemplando aquella manga, monumental y larga como ella siempre hab�a so�ado. Observ� como los pezones de CRIS se ergu�an erectos y de forma inconsciente abr�a un poco las piernas mostrando su flor a la reci�n llegada.

La "mujer" se quit� las gafas de sol, nos mir�, nos salud� con una sonrisa y coloc� su toalla un par de metros por encima de nuestra posici�n, tumb�ndose boca arriba para tomar el sol. Esto hizo que mi esposa se diera la vuelta hacia arriba para poder seguir observando a esta "mulata" con apariencia de CUBANA .Yo segu�a a su lado, tomando el sol, disimulando, pero mi pene empez� a engordar por la excitaci�n del momento. Ni corta ni perezosa CRIS me bes�, meti�ndome la lengua hasta la garganta, sent� el frescor de sus labios y un sabor a cerveza que me estimulaba profundamente. Met� la mano debajo de mi mujer alcanzando directamente el cl�toris como mi dedo �ndice para lo cual ella tuvo que levantar ligeramente el cuerpo. Empec� a acariciarlo ligeramente notando como de su conejito manaba un flujo delicioso, a la vez ella no dejaba de mirar al transexual y de besarme.

Al mismo tiempo que la acariciaba, ella me contaba al o�do con voz quebrada que nuestra vecina se parec�a medio empalmada y que no paraba de mirarnos el extremo de su pene. Esta escena, que se prolong� unos breves minutos, termin� con un orgasmo de mi esposa, que no pudo evitar lanzar un peque�o quejido. Despu�s me orden� que la acompa�ase al agua, y yo lo hice encantado, ya que no era para menos despu�s del recalent�n.

Cuando volvimos a la arena, nos tumbamos en nuestras toallas y continuamos tomando el sol. La "chica" se acerc� para pedirnos fuego y ofrecernos un cigarro, que aceptamos y por nuestra parte le ofrecimos compartir una de nuestras cervezas. Se situ� justo al lado de mi esposa, que se acerc� m�s a m� para dejarle sitio en la toalla, quedando de esta forma CRIS entre los dos. Comenzamos a charlar y a beber y nuestra vecina nos coment� que, efectivamente, era brasile�a, se llamaba MARIA y trabajaba en una conocida sala de fiestas de Barcelona, tambi�n nos ofreci� compartir unos porros entre los tres. No pudimos negarnos, una vez hab�amos terminado los nuestros, adem�s a mi esposa fumarlos siempre le ha excitado. MARIA hablaba perfectamente castellano, llevaba a�os en Catalu�a, e incluso en ocasiones apuntaba alguna broma en catal�n. No s� si por efecto de los canutos, de las cervezas o de la paz que se respiraba en aquella playa, nos sent�amos absolutamente relajados.

Tras un rato de charla, CRIS se tumb� entre los dos con sus pezones, duros como balas apuntando al cielo y empez� a untarse la crema de cera de abejas que prepara la madre de un conocido. Nuestra nueva amiga se ofreci� a ayudarle, cosa que a m� me excit� y consent� encantado. Pude ver la cara de placer de mi esposa cada vez que la otra "chica" pasaba su mano por el ombligo y poco a poco sub�a hasta los pezones. Mi mujer disimuladamente comenz� a rozar aquel pene oscuro que la estaba obsesionando y �ste, agradecido, no tard� en crecer y engordar. Ninguno de nosotros dos hab�a visto nunca una maravilla igual: un enorme ob�s color azabache, palpitando bajo el sol.

Me inclin� sobre CRIS y empec� a lamer un pecho. MARIA se inclin� sobre el otro e hizo lo mismo. Mi esposa no pudo mas abri� completamente sus piernas, tom� nuestras pollas con las manos a�n embadurnadas de crema solar y empez� a agitarlas al un�sono, dejando resbalar sus dedos sobre los dos m�stiles enhiestos, subiendo y bajando sus manos, agarr�ndose a los dos mangos como si temiese caerse.

MARIA y yo, al tiempo que le chup�bamos ambos pechos, cruz�bamos las manos sobre su concha. Advert� como nuestra amiga introduc�a uno de sus largos dedos y me esposa se doblaba de placer. MARIA, sin dudarlo, se arrodill� entre las piernas de CRIS , tom�ndola por los tobillos, las levant� y las separ�, y, a continuaci�n, enterr� con lentitud su enorme tranca dentro de la vagina de CRIS Yo estaba incre�blemente excitado, tambi�n me arrodill� y puse mi polla en la boca de mi mujer. Situados el uno frente al otro, mir� a MARIA a los ojos, ella acerc� sus labios a los m�os y nos besamos apasionadamente, cerrando un tri�ngulo glorioso.

La situaci�n era muy morbosa: mi esposa por primera vez era follada por dos "t�os". Yo escuchaba como los formidables test�culos de MARIA bat�an sonoramente contra sus nalgas empapadas de sudor y flujo, y pod�a ver como cada vez que se retiraba, el cicl�peo miembro oscuro emerg�a resplandeciente, barnizado por la marea de l�quido femenino, arrastrando en su retirada los labios vaginales rojos de excitaci�n. Su golpear vibraba agotador, fren�tico y encendido. Gruesas gotas de sudor corr�an por la frente de MARIA, resbalaban por sus pechos y ca�an sobre el cuerpo de mi mujer donde se juntaban con las que ca�an de mi pecho y con la transpiraci�n de ella.

Con mi pene enterrado en la boca de MARIA, sent�a en mi piel como ella no cesaba de gemir y resoplar de placer. Mientras tanto, con mi boca fundida con la de MARIA , percib�a en el ritmo entrecortado de su aliento c�lido que se estaba aproximando el cl�max. Finalmente, mi mujer sac� mi polla de su boca para besar furiosamente los labios gruesos, oscuros y sensuales de la otra "chica", un tipo de beso que yo sab�a que significaba que estaba teniendo un orgasmo. MARIA sin poder contenerse, se corri� dentro del co�o de mi mujer liberando un g�iser de esperma.

R�pidamente me incorpor� par contemplar la situaci�n con una mejor perspectiva: el cuerpo oscuro de la mulata resplandec�a, perlado de sudor, refulgiendo con el brillo anaranjado del sol del atardecer, las piernas de mi esposa asomaban, muy abiertas bajo aquel cuerpo y su cara, como de ni�a dormida, irradiaba una sensaci�n de beatitud y paz infinitas. Cuando nuestra amiga se retir�, CRIS se dio la vuelta, quedando boca abajo. Yo no pude resistirlo, tom� sus caderas, le hice ponerse de rodillas y le hund� mi polla hasta el fondo. Nunca hab�a sentido nada igual: su conchita chorreaba con semen de otro "hombre". Esta nueva sensaci�n me excit� sobremanera. Sent� como mi miembro ard�a y se endurec�a a�n m�s. Bombe� furiosamente una y otra vez, percibiendo a cada embestida como, al tiempo que mis caderas se estrellaban contra sus nalgas, mi vello p�bico se empapaba de la leche de la brasile�a que rezumaba del interior de CRIS,MARIA pasando una pierna sobre el cuerpo de mi esposa, se situ� de pie frente a m�. Su manguera descomunal, ba�ada por el flujo de CRIS qued� delante de mi cara. No lo dud� ni un instante, la tom� con una mano y le puse en la boca. La mezcla de aromas que me invadi� era irresistible. Se mezclaba el conocido y familiar flujo de mi mujer con el perfume masculino del sexo de la mulata. Era una combinaci�n tan excitante que me hizo perder el mundo de vista, hasta el punto que despu�s de varias envestidas me corr� en las convulsiones org�smicas que sacud�an nuevamente la vagina de CRIS.

Despu�s de ba�arnos en el mar, Y quedamos con MARIA para otro dia , y fuimos a recoger a nuestra hijita a casa de mis suegros sin comentar lo sucedido, pero, aquella noche, despu�s de ba�ar y acostar la ni�a, CRIS yo volvimos ha hacer el amor de una manera sobreexcitada, tras lo cual, nos prometimos que un d�a ir�amos a ver el espect�culo de MARIA



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