Era carnaval, Fernando y yo habíamos
decidido disfrazarnos aquel año. Él iba a ponerse un traje
de época emulando al Drácula de la película y yo todavía
indeciso decidí disfrazarme de chica. Habían quedado con
nuestros amigos ellos no se atrevían a disfrazarse con lo cual íbamos
a dar la nota, pero nos daba igual.
Como a mí me daba corte ir
a comprar ropa de chica, Fernando me dijo que como su hermana no estaría,
podía utilizar algo de su ropa. Total para un disfraz mejor que
me quedara grotesca.
Llego el día en cuestión
y fui a casa de Fernando, sus padres y su hermana se habían ido
a esquiar como todos los fines de semana así que teníamos
vía libre. Fernando me dijo que fuera a la habitación de
su hermana y eligiera, que no había ningún problema. Él
mientras se fue a cambiar. Estaba un poco cortado y no sabía bien
qué elegir, miré en su armario y vi un vestido corto plateado,
lo cogí me lo puse por delante y... algo pasó por mi mente,
me empalmé sólo de pensar en llevar aquello puesto. Me quité
la ropa y con el slip puesto me puse el vestido. ¡Me quedaba bien!,
¿Qué estaba pasando?, Siempre había sido un tanto
lampiño, no tenía casi vello, pero aquello superaba mi imaginación,
me estaba gustando. Decidí hacerlo bien.
Fui al baño excusándome
en que me quería afeitar, allí encontré crema depilatoria
y empecé a dármelo en las piernas, aquello olía a
muerto pero bueno. Dejé que actuara y me lo fui quitando. Mis piernas
quedaban suaves aunque me escocían un poco. Me estaba quedando anonadado
de verme las piernas así. Tan suaves, tan femeninas sin vello. Volví
a ponerme el chándal para salir del baño sin que Fernando
notara nada y entré en la habitación de nuevo.
Busque una braga y un sujetador,
me quité el chándal y me los puse despacio disfrutando de
la situación. Fue complicado abrochar el sujetador pero lo conseguí,
lo coloqué en su sitio y después cogí aquellas braguitas.
Las introduje por mis piernas notando su roce en mis muslos hasta que llegaron
a mi cintura. Me coloqué mi pene de forma que no se notara y disfruté
del momento que el espejo me ofrecía. Estaba poniéndome a
tope. Estaba buscando unas medias cuando me encontré con dos senos
artificiales de silicona ( ahora entiendo por qué le crecieron las
tetas tan rápido a Elena), me los puse. Notaba aquella presión
en mi pecho y no pude remediar acariciar aquellas tetas que eran mías.
Me estaba poniendo a tope y noté que estaba mojando las bragas con
los jugos que mi pene empezaba a expulsar. Encontré los pantys,
decidí disfrutar de aquello a tope así que me senté
en una silla y me los fui poniendo despacio recorriendo lentamente mis
piernas con la lycra de aquella prenda tan sexy. Me levanté y los
acomodé en mi cintura. Mis piernas adoptaron un aspecto más
estilizado y me estaba volviendo loco. Me volví a enfundar el vestido.
Era mi cara en un cuerpo de mujer. Estaba a alucinando. Me volví
a sentar para ponerme aquellas botas altas de tacón de plataforma.
Cuando me levanté tuve que mantener el equilibrio pero lo conseguí
enseguida.
De repente me llamó Fernando.
Le dije que esperara que a las mujeres nos cuesta mucho cambiarnos. Él
se rió y yo pensé, me parece que poco te vas a reír
luego.
Elena tenía maquillaje a
raudales, en aquella cómoda había de todo así que
con tiento fui convirtiendo mi cara en la de una mujer. Siempre tuve cara
de niña así que no me costó mucho, sólo esperaba
que no me reconocieran. Quizás este maquillaje y la peluca que he
comprado, sean suficiente. Me puse la peluca el peine y cambiando la voz
grité, Fernando voy a salir.
Cuando abrí la puerta me
encontré a Fernando con la cámara de fotos preparada. Me
sorprendió el flash pero él se sorprendió más
cuando bajó la cámara.
-¿Cómo me ves? Fernando,
reacciona
-Estás, joder estás...
-¿Qué? Pero de dónde sales, quién eres. Quien
voy a ser, pues tu amigo de toda la vida. Bueno ¿cómo me
queda? Joder, estás mejor que muchas tías. Me acabas de dejar
flipado. Empezamos a beber y a preparar el encuentro con nuestra pandilla.
Decidimos qué íbamos a decir que yo me había ido de
viaje y que mi nuevo yo, Victoria, había venido del pueblo de Fernando
a pasar el fin de semana.
Como era aún un poco pronto
decidimos tomarnos algo en casa antes de acudir al lugar donde habíamos
quedado con nuestros amigos. Fernando seguía echándome piropos,
de una manera chistosa. Yo decidí practicar dando paseos a lo largo
del salón para adoptar posturas femeninas y que no se descubriera
mi verdadera identidad. También practiqué tonos de voz que
no me delataran hasta que decidí hablar de forma que no se pareciera
en nada a mi tono normal de voz.
Fueron pasando los minutos y los
cubatas caían poco a poco. El ambiente se empezó a calentar
y Fernando empezó a perder el control. La verdad es que yo tampoco
iba ya muy bien. Puso un disco y empezamos a bailar, otra faceta que debía
practicar. De pronto apareció una canción lenta y Fernando
me cogió por la cintura. Empezamos a bailar juntos. De repente noté
que Fernando empezaba a excitarse pues notaba cómo su pene se ponía
en erección y se apretaba mas a mí. Como yo lo tenía
apartado lo notaba en mi vientre perfectamente.
Al momento dijo que no podía
más y me cogió del cuello y empezó a besarme. Yo me
quedé un poco cortada pero me dejé. Es más, me gustó
y empecé a excitarme y a besarle también con pasión.
Estábamos robándonos
como dos fieras. Nunca me había sentido así. Era especial,
como si siempre hubiese deseado besar a Fernando. Como por un resorte bajé
mi mano a su entrepierna y empecé a sobarle la polla por encima
del pantalón. Él acariciaba mis falsos pechos como si fueran
de verdad. Estábamos a cien.
Desabroché la cremallera,
aflojé el cinturón y le bajé los pantalones. Ante
mí tenía ese pene que siempre había visto en las duchas
del equipo de fútbol pero ahora se me presentaba en todo su esplendor
y me atraía de forma especial. Me puse de rodillas frente a él
y comencé a chupar. Fue todo intuición, nunca hubiera imaginado
aquello, pero me gustaba. Fernando gemía y susurraba mi nuevo nombre.
Mientras yo tragaba con pasión su miembro hasta que gritó
para, no sigas que me voy a correr. Yo me aparté y me quedé
un poco asustada de su reacción entonces me cogió de la mano
y me dio la vuelta.
Me cogió de la cintura como
si me fuera a escapar. Metió la mano por debajo de falda y acaricio
mi polla debajo de las bragas y el panty. Yo estaba a mil por hora. Bruscamente
bajó mi ropa interior. Mi pene salto erecto hasta que se encontró
con la falda.
Fernando se agachó y comenzó
a pasar la lengua por mi ano. Yo me derretí completamente y empecé
a suplicar que me desvirgara. Apuntó hacia mi nuevo coño
y lentamente para evitar dolores me fue penetrando.
Nunca olvidaré aquella primera
sensación de dolor y placer infinito. Cuando mi ano se acostumbró
al tamaño de su polla comenzó a moverse. Yo para entonces
estaba a cuatro patas ofreciendo todo mi culo y apoyada en la mesita del
salón. El movimiento era cada vez más rápido y entonces
comenzó a masturbarme a la vez que me follaba. Nos corrimos los
dos a la vez, él llenó mi culo con su leche y yo descargué
encima de la mesa. Nunca había visto salir tanto esperma de mi polla.
Fue la mejor experiencia de mi vida.
Acabamos tirados en la alfombra
besándonos y abrazándonos hasta que sonó el teléfono
móvil de Fernando. Eran nuestros amigos...