Relato: Luis mi primer gran amor

A Luis, mi amor


Alli estaba yo, recostada boca abajo, inmersa en la oscuridad de mis ojos cerrados y con la cabeza sumergida contra la voluptuosa suavidad del lecho, abandonada totalmente a los ajenos deseos de mi posesor, y que yo en secreto declarado a gritos compartia haciendolos tambien los mios. Prisionera, en un lecho con almohadas y sabanas destendidas por el loco frenes� de dos cuerpos encontrados y dispuestos al placer; prisionera bajo la humanidad inmensa, pesante y sometedora de mi amante, quien haciendo gala de una vieja habilidad apenas adquirida, permanecia distendido encima mio, como queriendo con un abrazo salvaje y procaz, desaparecer mi cuerpo para unirlo al suyo, envolviendome toda, poseyendome toda, impidiendome cualquier posibilidad de fuga o huida que yo no anhelaba.

Alli estaba yo, soportando las arremetidas de este macho que me hundia su ritmica lujuria con afan desesperado, como intentando inundar mis entra�as con su ser, llenandome hasta el alma y trasportandome a un mundo donde los pensamientos no tienen inicio ni fin, donde todo sucede y yo dejo suceder, donde no existo sino mas bien me hacen existir, donde recibio dolor y doy placer y me place sentir dolor y me duele dar placer. Este mundo donde el tiempo no tiene fin, mundo tan imposible como real, donde habitan todas nuestras fantasias y deseos mas ocultos, y que con efimera eternidad se nos escapa de las manos cuando finalmente piensas que los puedes tocar.

Como es que llegue a esta situaci�n, no lo s�.

Conoc� a Luis no hace mucho; es un caballero, no se puede negar, algo mayor, cuarenton; siempre elegante, con detalles muy bien cuidados, meticuloso con su persona sin llegar a la exageraci�n pero que te deja intuir su perfeccionismo. Sus manos grandes y dedos gruesos, me excitaron desde el primer momento (siempre me han excitado no se porque estas cosas), su tono de voz c�lido y autoritario hicieron estragos en mi y no pude dejar de verlo como a un angel enviado a mi, como la revelaci�n que el cielo existe y que �l hab�a venido con la misi�n de portarme all�.

Solo que hab�a un problema, un detalle realmente insignificante, pero que me hab�a impedido siempre lograr mis anhelos: no soy lo que soy.

No soy mujer, pero me siento como una. No soy hombre pero vivo en el cuerpo de uno.
Hace ya un tiempo tuve que afrontar la disyuntiva: hab�a nacido con el cuerpo equivocado o hab�a nacido con la cabeza equivocada?.

Intente innumerables veces cambiar mi cabeza para hacerla coincidir con mi cuerpo, pero siempre fracas�. Finalmente me convenc� que el cuerpo no era el que me correspond�a, asi que empez� a moldearlo y transformarlo como mi cabeza quer�a.

Como a todas, las prendas femeninas me fascinaban; como todas, me las provaba furtivamente y me sent�a en la gloria.
En el colegio, la proximidad de los hombres me derretia, sus formas y modos y olores me atraian; y yo fiel a mi cabeza quer�a sentir que los atraia, sentirme querida y deseada, queria ver en sus ojos la pasi�n encendida por mi, queria que todos me trataran como una reina y ser al mismo tiempo la esclava de todos. Por ello, cada dia me convertia mas en mujer y cada dia lograba ocultar un poco mas mi disminuida hombr�a. Nunca fui una reina, pero si encend� pasiones. Rafagas fulminantes de placer veloz en los ba�os fueron mi iniciaci�n, algunos amores fugaces como estrellas me ilusionaron el alma y me destrozaron el coraz�n, pero hab�a decidido ser mujer y segu� adelante.


Un poco de hormonas y un gran poco de cremas y afeites me ayudaron a obtener una apariencia mas femenina, me crecieron un poco los senos, perd� todos los bellos del cuerpo y los que no, los afeit�; perd� peso e hice ejercicios para acentuar mi cintura y mis caderas, me deje crecer el cabello y hasta me ejercit� para modular mi voz y hacerla mas sensual. Nunca fui una belleza ni una modelo, pero si logr� seguir encendiendo pasiones siempre furtivas y fugaces.

Consegui un buen empleo, en una peque�a sociedad de dise�o grafico, donde me comporto recatadamente masculino y donde me he ganado el respeto de mis jefes gracias a mi dedicaci�n, a mi responsabilidad y a mi trabajo. Sin embargo, mi verdadero yo se hace siempre evidente a pesar de mis ligeros esfuerzos por ocultarlo.

Es all� donde conoc� a Luis, me lo present� mi jefe por que era un cliente especial, meticuloso y perfeccionista como ya mencion�, que buscaba algunos dise�os para un nuevo producto y a quien deb�a complacer totalmente ( y vaya si lo hice). Conversamos un rato, me habl� de su producto y me explic� sus ideas; yo lo escuchaba absorta, hipnotizada por su voz y sus modales y sus manos, hac�a esfuerzos por mantenerme recatada y moral, estaba trabajando y deb�a ser profesional, escuchaba sus explicaciones y con cada palabra vertida mi coraz�n se derret�a y mis ojos gozaban con su imagen varonil y segura. Absorta en mis fantasias, y luego de algunos apuntes hechos al vuelo de mi parte, quedamos en encontrarnos despues para que le muestre algunos avances de lo realizado para �l.

Esa dia trabaje hasta tarde y en mi casa en la noche continue con el trabajo por que queria complacer a mi cliente, estaba prendada de �l como se enamora una colegiala de su primer novio. Amor a primera vista? No lo s�, seguramente si, por que estaba enamorada sin remedio. Queria complacerlo e hice mil dise�os y mil veces los rehice y as� continu� hasta que al final no pude mas y me masturb� pensando en �l.

Cuando tuve algunos dise�os listos, lo llam� para concertar una reuni�n y quedamos en encontrarnos en su oficina en la tarde. Me fui a casa con mis dise�os para cambiarme de ropa y presentarme bien arreaglada a la reuni�n cuando recib� la llamada de su secretaria para posponer la cita por un imprevisto que hab�a surgido y yo me qued� con los crespos hechos. Ahora con la tarde libre, aprovech� para acicalarme, peinarme, depilarme, maquillarme, perfumarme y vestirme. Llame una amiga para salir juntas y quedamos en encontrarnos mas tarde.

No tengo un cuerpo de maravilla pero mis piernas redondeadas y esbeltas merecen ser mostradas asi que me decid� por una minifalda no muy alta pero si entallada. Con medias y tacos me veia siempre bien, no soy muy alta, mido apenas 1,66 asi que los tacos me van bien, ademas por que con ellos se me forma un lindo derrier.

Me puse brassiere y una blusa blanca de lycra que se te pega al cuerpo y con un par de botones desabrochados se realzan mis senos todav�a incipientes pero sin duda visibles. Y finalmente un abrigo largo para cubrirme por que algo de recato me asoma eventualmente.

Me encontr� con mi amiga a eso de las 9 pm y decidimos ir a una disco de ambiente cuando recibo la llamada de Luis quien me pide le muestre mis dise�os:

-No puedo ahora, no estoy trabajando -ledije.
-Hoy no pude tomar el vuelo y todo se ha retrasado, me va a ser muy dificil ver tus dise�os despues, asi que te ruego me los muestres ahora. Estoy camino a tu oficina-
-Pero los dise�os los tengo en mi casa- contest�
-Bueno, nos encontramos en tu casa entonces. Dame tu direcci�n-

No me pude resistir a sus deseos ordenes y le di mi direcci�n, y solo despues me di cuenta del error que hab�a cometido. Estaba vestida de mujer, y no se como reaccionaria Luis si me viera as�. Tuve miedo y me precipit� a mi carro para llegar antes que �l a mi casa. Cuando llegu� no vi su carro en la calle asi que supuse que no hab�a llegado, suerte mia pens�, sub� a mi departamento y al salir del ascensor, lo vi parado delante de mi puerta fumando un cigarrillo con esa actitud que me fascina tanto de �l, erguido y dominante como el caballero que es.

El se volteo y me observ�, yo estaba turbada y avergonzada, no sab�a que hacer, no atinaba a pensar, un interminable momento de indecisi�n y pavor invad�a mi cabeza hasta que sus palabaras me trajeron de vuelta a la tierra:

-Gracias por venir tan pronto, podemos pasar a ver tus dise�os?-

Me hab�a reconocido inmediatamente, fing�a perfectamente no importunarse por mi apariencia, se dirig�a a mi por primera vez, a mi verdadero yo, y not� o quise notar cierta calidez en sus palabras.
No dije nada, abr� mi bolso, tom� las llaves, abr� la puerta y con un ademan lo invit� a pasar.

-Mira,- le dije con mi voz mas femenina
-aqui estan los dise�os. Puedes revisarlos mientras me cambio-

Se sento en el sof� dela sala, miro el primer dise�o y me dijo:
-Por favor no lo hagas, me refiero a cambiarte-

No supe que decir, le ofrec� algo de beber, aproveche para ir al ba�o y arreglarme un poco y so�ar.
Revis� los dise�os, escogi� el par que mas lo impresion� y me felicit� por mi trabajo, estaba satisfecho.

-Veo que has captado bien mis ideas y ahora entiendo de donde te viene esa sensibilidad- me dijo en clara alusi�n a mi imagen
-Lo importante es que estes contento y me he esforzado por eso- le dije
-Te ruego me disculpes por haberte hecho regresar a casa asi, espero no haber interrumpido nada importante-
-No, solo estaba con una amiga con quien sali a pasear- respond�
-Dejame decirte que estas muy atractiva-

Me hab�a echado un cumplido, lo sent� como un rayo en mi nuca, veia estrellas y me encontraba en las nubes, no lo pod�a creer.

-No se que decirte, gracias por tu cumplido. Espero no te moleste esta parte de mi que no te hab�a mostrado antes-
-No, no me molesta y no fu� un cumplido, realmente creo que estas muy hermoza. Has estado una hermoza sorpresa-

Que podia hacer yo? Yo que fu� flechada desde el primer momento que lo vi, ahora lo escuchaba darme cunplidos; �que hago� pens�, le ofrec� otro trago, tome su vaso, lo llen� de licor y se lo devolv�. El tom� el vaso entre sus manos y tomo las mias tambi�n, sent� la descarga electrica en todo mi cuerpo, me sent� derretir, me jal� hacia �l y ca� de rodillas, rendida, traicionada por mis deseos, entregada por mi pasi�n. El sentado me tomo con ambas manos de la nuca y me dio un beso tierno y prolongado, el cual yo saborie hasta el ultimo aliento de su boca, como oxigeno vital que mantuviera viva mi ilusi�n.
No sab�a que hacer, me sent�a como una ni�a que recibe su primer beso, como una doncella a punto de entregar su virginidad tantas veces perdida, como una novia lista a sacrificarse en el altar del amor con un novio desconocido, como una prostituta enamorada de su primer cliente.
El continuo a besarme y esta vez me abraz� y me jalo hac�a �l, tambien yo lo abrac� por horas y horas, so�ando y a punto de estallar en lagrimas de felicidad.
Entre caricias empezamos a despojamos de nuestras ropas. Me desabrocho la blusa y me acarici� mis pechos y los bes� con pasi�n. Con mis manos jugaba con sus cabellos incentivandolo a continuar con sus caricias. Alz� la mirada y la clav� en mis ojos. Entend�. Baj� el cierre de su pantalon y busqu� con mi mano y libere de su prisi�n aquel mastil de carne que insolente se elevaba y me somet�a. Lo bes� y me lo comi, como si fuera el �nico, como si no existiera nada m�s en el mundo, como si de aquel apendice dependiera mi vida, me lo com�a y observaba mi Luis con los ojos cerrados sintiendo mi lengua y mis labios en su hombr�a, sintiendo el placer que yo como mujer puedo dar, que como femina puedo provocar.

Hicimos de todo aquella inolvidable noche, me penetr� inumerables veces, en todas las posiciones que conoc�a y en las que no conoc�a tambien. Nos trasladamos a mi cama y all� lo cabalgu�, con la ternura de una amazona que ama su caballo, lo hice con todo el amor que soy capaz de amar.
Mi Luis gozaba y yo con cada suspiro que daba me sent�a mas realizada, tambi�n yo suspiraba poseida por el extasis de sus arremetidas varoniles, suspiraba por el amor cumplido, por esta historia semejante a una novela que hasta ahora tenia un final feliz, por este momento de dicha que hab�a sido capaz de arrancarle a mi vida. Por esto suspiraba y por la proeza de mi amante que puntual y cadenziosamente me introducia.

Cambiamos de posici�n y me hecho boca bajo en la cama y se ech� encima mio.
Me penetr� una vez m�s. Yo intentava levantar mis caderas para que as� pudiese llegar a lo mas profundo de mi. El presionaba sus caderas contra las mias, me ten�a ensartada con ese falo procaz y resbaladizo, lubricado con sus propios jugos. Me penetraba con su pecho en mi espalda, no dandome espacio para respirar, me penetraba con sus brazos entre mis brazos, apretujandolos contra mi en su afan de poseer toda parte de mi cuerpo. Me penetraba como un hombre penetra una mujer, por que �l era un hombre y yo por su grazia me hab�a convertido en mujer. Me penetraba con sus palabras rudas y groseras pronunciadas entre susurros en mis oidos y que a mi me sabian a gloria. Entregada totalmente a mi amado, me dejaba penetrar. No pod�a hacer otra cosa, no sab�a hacer otra cosa. Como si esta fuera mi misi�n en la vida, ser penetrada por Luis, hoy y ma�ana y todos los dias siguientes, por este mi Luis y por todos los Luises que vendran.
Entregada al amor, al verdadero amor, que dura el tiempo de un orgasmo y a veces un poco mas.

As� lleg� el momento de Luis, me presion� con mas fuerza a�n y me inund� con su esperma, que yo disfrut� como un ni�o disfruta un dulce en la boca, con el paladar de mis entra�as. Me inund� y no fue sufiente, quer�a mas. Lo incit� a seguir inundandome con sus jugos, moviendome como perra en celo, presionando su musculoso pingajo con todas las fuerzas que mi esfinter podia dar, queriendo prolongar este sublime momento de extasis hasta el infinito, como queriendo arrancar segundos valiosos de gloria a esta batalla a punto de terminar.

Por fin, Luis se deslizo en la cama y me alivi� de su peso, me sent� libre de moverme y empez� a extra�ar su presi�n, mo volv� hacia el y lo abraz�.

Estaba destrozada y feliz. Y enamorada................

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