Relato: Diario de una colegiala



Relato: Diario de una colegiala

Diario de una colegiala

Lunes

En alg�n momento apoy� mi cabeza contra la carpeta, como durmiendo. Y mi parte trasera se ha pegado bien atr�s, pegadita al respaldo del asiento. Mi compa�ero de la carpeta de atr�s ha puesto su rodilla justo en una rendija por donde puede alcanzar mi trasero. Lo ha hecho despacio para no sobresaltarme, primero un leve roce, como una caricia. Mis pensamientos han volado lejos con ese contacto. Me hago la dormida como autoriz�ndolo a seguir, y sue�o despierta que estoy en una tienda de ropa para mujeres. Estoy all� sola, con toda la ropa a mi disposici�n.

�l sigue rozando su rodilla contra mi trasero. Y por esas caricias alucino que de pronto aparece alguien que parece ser un empleado de la tienda, uniformado, guap�simo y fornido. Me dice que est� all� para servirme, que estamos solos, que una amiga ha pagado el servicio para realizar mi sue�o de ser una mujer esa noche. Mientras me habla, me toma de la mano y me conduce por la tienda. Yo paseo por all� escogiendo la ropa, tomo primero un vestido verde, y un juego completo de lencer�a negra. Luego zapatos de tacos.

Una vez en el probador, �l se retira y me deja vestirme sola. Me despojo de la ropa que llevo puesta y la arrojo lejos, decidida a ser una completa mujer. Salgo completamente vestida. Mi acompa�ante me recibe tomandome de la cintura y llevando mi femenino cuerpecito hacia el suyo, duro, contundente y muy masculino. Ese hombre me tiene tomada de una forma que me hace sentir entregada a su fuerza, que me somete y despierta mi qu�mica m�s femenina. Siento su olor de macho y de mi peque�o pene brota un leve chorro que me lubrica. Por primera vez en mi vida no lo siento como un �rgano masculino, sino como si esa peque�a tripita m�a fuese tambi�n una mujercita, un cl�toris tambi�n sometido a la grandeza del pene de mi acompa�ante, cuya dureza ya hab�a empezado a sentir en mi muslo, al cual mi macho hab�a colocado entre sus piernas.

De pronto me quedo sin ideas. Se acaba mi sue�o y yo estoy con mi culito levantado tratando de que la rodilla de mi compa�ero coincida con mi agujero.

Mis pensamientos de mujer me hab�an hecho confundir la fantas�a con la realidad. Ese compa�ero era como mi acompa�ante de la tienda de ropa. Y yo empec� mover mi culito para contribuir a ese baile delicioso que nuestros cuerpos realizaban.

Hab�a empezado a gemir discretamente, cuando el profesor golpe� mi carpeta con una regla y me hizo saltar. Todo el sal�n se ri� y yo no sab�a qu� cara poner. Al parecer, nadie se hab�a dado cuenta de lo que estaba pasando debajo de las carpetas y me tomaban s�lo por una dormilona.

Por supuesto, mi compa�ero retir� inmediatamente su rodilla. Yo lament� eso m�s que el susto que me dio el profesor, porque al final de cuentas esa sorpresa me sirvi� para excitarme pensando que en verdad me hab�an descubierto en toda mi femenidad. Yo so�aba con anunciarme ante todo el sal�n como la mujer que me siento. Anhelaba ser tratada como una dama y vestirme como tal en el sal�n. Deseaba entrar al ba�o, levantarme el vestido para sentarme y hacer pip� como una se�orita.

Martes

La experiencia de ayer me ha dado fuerzas para ponerme un calz�n de mi hermana y dirigirme al colegio escondiendo alli mi secreto pero tambi�n arriesg�ndome a ser descubierta. Por supuesto que en el fondo me mor�a de ganas que me descubran. No s� por qu� raz�n yo estaba segura que Freddy, mi compa�ero de atr�s, no le contar�a a nadie de esa silenciosa relaci�n que hab�a comenzado a surgir entre nosotros.

Apenas me sent�, volv� a poner mi culito bien atr�s, pero �l no hizo nada. Me qued� as� durante toda la clase, y me qued� frustrada pues Freddy parec�a haberse arrepentido.

Al salir al recreo, se form� un tumulto en la puerta, y en medio de tanto delicioso olor a hombre, sent� una mano que me tomaba del culo. Era Freddy. Yo trat� de relajarme para que �l sienta que su iniciativa maravillosa contaba con mi plena aprobaci�n. Pronto se disip� el gent�o, y me qued� nuevamente vac�a, apenas con mi calz�n como �nico s�mbolo de la mujer oculta.

Tan fuerte fue mi deseo de sentir otra vez sus caricias, que se me ocurri� una gran idea: buscar otro tumulto. Sab�a que en el kiosko lo encontrar�a. As� que all� me dirig� luego de lanzarle una mirada coqueta a Freddy para que me siga. Y hasta alli me sigui� Freddy, s�lo que no fue su mano lo que sent� esta vez, sino su miembro viril balance�ndose contra mi trasero. No dur� mucho, pero ha sido muy delicioso para m� sentirme zamaqueada por primera vez. He comprobado que la realidad es mucho mas rica que todas mis fantasias.

El mismo Martes por la noche

Aunque pensaba en en Freddy y en la femenina vivencia de haber tenido un caz�n puesto y un pene frotandome por atras, no sospech� que fuese �l el que estaba tocando a mi puerta. Mi hermana lo hizo pasar a la sala y luego me llam� para que bajara de mi dormitorio. Adopt� el paso de una princesa mientras descend�a por las escaleras, lo mir� coquetamente y sonre�. En ese momento me sent� enamorada. Luego de verificar que nadie nos miraba, me acerqu� a �l y le di un beso en la mejilla, y me retir� hacia el sill�n frente a �l algo sonrojada. All� agach� la cabeza y lo mir� de reojo. No sab�a qu� decir, y se me ocurri� tomar un papel y un l�piz. Escrib� algo y le entregu� el papel:

"Freddy, piensa que tienes frente a ti a una mujer que te ama"

�l extendi� su mano para que le alcance el l�piz, y escribi�:

"Desde ya consid�rame tu marido. Esto ser� siempre un secreto entre los dos. Me voy. Nos vemos ma�ana"

Mi�rcoles

Sin darnos cuenta, los dos habiamos definido el juego que ibamos a seguir en el colegio. Yo le pas� un papel que dec�a: "Pon tu rodilla", y �l respondi�: "Quiero que tu culito se coloque primero y mu�velo para que yo me excite. Quiero ver tu trasero sufriendo por m�, dese�ndome, mientras yo te castigo neg�ndote mi rodilla"

Al leer esas palabras, algo me remeci�. Me estaba gustando sentir que me humillaba. Fue una experiencia nueva y muy agradable que se prolong� toda la clase, entre s�plicas hacia quien empezaba a considerar como mi hombre. Luego de varios ruegos de mi parte, �l pon�a su rodilla en el sitio exacto donde me daba m�s placer y la retiraba poco despu�s dej�ndome deseosa. Los ruegos prosegu�an a trav�s de papelitos y �l me premiaba con una nueva caricia. Y as�, varias veces. Cuando su rodilla no estaba all�, me parec�a que mi cuerpo estaba incompleto, que faltaba algo de �l toc�ndome, pero al mismo tiempo me excitaba saberme sometida a �l y depender de su voluntad. Sufr�a y gozaba al mismo tiempo.

Jueves

Por momentos me provocaba llegar vestida de mujer al sal�n de clases y otras veces me daba mucha verguenza. Cuando me sent�a mujercita, era bien mujer ante todo el mundo. Cuando la verguenza me cohib�a, era una mujer fiel a Freddy, y me complac�a mucho sentirme su esclava. Las otras veces, en cambio, so�aba con ser la mujer de todo el sal�n. Creo que gozaba al ser castigada por �l, sent�a como que merec�a ese castigo por mis malos pensamientos.

Justamente con estos pensamientos entr� al sal�n. Freddy es bien macho y fuerte, pero Enrique es mucho m�s guapo. As� que toda la clase la pas� mir�ndolo. Freedy no se dio cuenta, pero mientras me pon�a su rodilla como de costumbre y yo estaba con mi cabeza recostada sobre mi carpeta, mis pensamientos estaban puestos en Enrique.

Al salir al recreo, me he colocado delante de �l y me detenido bruscamente para que �l se choque conmigo, precisamente para que me tome por detr�s y me empuje. Yo he sentido su cuerpo arremetiendo contra mi trasero y he simulado perder el equilibrio y caerme. Enrique me ayuda a levantarme. Siento esos brazos tomando los m�os y me incorporo so�ando que mi pr�ncipe azul me levanta y me carga para llevarme a la cama.

Luego me dirijo al kiosko y lo espero. Enrique de pronto est� detr�s m�o y me toca el trasero con su mano. Yo muevo mi culito lateralmente en se�al de aprobaci�n y �l va m�s all� haci�ndome sentir la inmensidad de su miembro. Es mucho m�s grande que el Freddy, a quien en ese momento veo a mi costado mir�ndome con cara de molesto. Lo siento deslizar su mano hacia mis nalgas e interponi�ndose entre Enrique y yo. Me toma de la cintura y me balancea. Sin aviso, Freddy empieza a golpear a Enrique y se arma un l�o de los mil demonios. Yo huyo despavorida y me hago la enferma para que me env�en a mi casa.

Ya en la tranquilidad de mi dormitorio, recuerdo los momentos y pienso que todos se han dado cuenta. Por un lado me sent�a temerosa, pero por el otro... �qu� inmesa alegr�a! Mi identidad femenina avanzaba a grandes pasos. De la emoci�n, me puse el vestido que le hab�a robado a mi hermana. Y fue en ese momento en que Freddy llamaba a la puerta de mi casa y escuch� que mi mam� le indicaba que yo estaba en mi cuarto y que subiera no m�s.

Todas las casualidades se juntaron para que mi feminidad avance. Cuando Freddy entr� a mi cuarto, encontr� a una jovencita, a una adolescente excitada que corri� a sus brazos y le dio un beso.

--Ya todos lo saben, Sandra --me dijo.

--No me importa. Yo quiero ser una mujer.

--Todos en el sal�n quieren que ma�ana vayas como chica.

Me di media vuelta y puse mi trasero a su disposici�n.

--Pues hazme sentir mujer, mi amor, para estar preparada.

Freedy me abraz�, luego me tom� de la cabeza y me fue bajando hasta que mi boca lleg� a su miembro viril.

--Ve aprendiendo, nena, s�calo y ch�palo, que ma�ana te presento como mi mujer. A Enrique le he sacado la mierda.

No m�s termin� de decir eso y yo estaba desesperada abriendo el camino hacia su miembro. Fue la primera vez que mis labios sintieron la humedad, la dureza y hasta los latidos de esa torre vigorosa que se me met�a en la boca y me dejaba todos sus jugos calientes y deliciosamente pegajosos.

Estrenada con una abundante eyaculaci�n sobre mi cara, con su leche chorreando por mi nariz y mis mejillas, con mi boca lamiendo con fuerza y sac�ndole hasta la �ltima gota: as� he sido feliz esta noche. He vivido la maravillosa experiencia de una sumisi�n total. Con el recuerdo de mi vestido sobre mi cuerpo, con mi cuerpo de rodillas ante Freddy y mi boca brind�ndole placer, con esas escenas de mi feminidad con una verga dentro de mi boca empiezo a pensar en el d�a de ma�ana, cuando ingrese vestida de mujer al sal�n de clases.

Viernes

Freddy pas� muy temprano por mi casa y me ayud� a escoger entre los cuatro vestidos que le rob� a mi hermana. Uno por uno me los fui poniendo y desfilando ante �l como una modelo de pasarela. Mientras caminaba coquetamente, �l me levantaba el vestido o me agarraba las nalgas. Yo me hac�a la ruborizada, la inocente, y not� que a Freedy le gustaba esa conducta m�a.

El decidi� por el vestido negro y la lencer�a del mismo color. En un malet�n metimos las medias negras, el calz�n, el portaligas... Y partimos hacia el colegio.

Pasamos por el ba�o, que por suerte estaba cerca del sal�n, y de all� sal� convertida en una colegiala rumbo a un aula con 30 hombres excitados.

Freddy me tom� de la mano y me llev� hacia el sal�n. Yo esperaba encontrar un alboroto, pero me di con la sorpresa que todos estaban callados. Despu�s de unos segundos de estar con la cabeza agachada, avergonzada, levant� la vista y me encontr� con la mirada penetrante de todos, examin�ndome de pies a cabeza, con cara de asombro.

La quietud del sal�n se quebr� con los primeros susurros. Enrique quiso levantarse, pero Freddy le orden� que se quedara en su lugar. Todos empezaron a reclamar. Yo no sab�a qu� quer�an. Empezaron a discutir con Freddy hasta que �l no pudo contener a los dem�s, y me dijo que ten�a que chup�rsela a todo el sal�n.

A esas alturas, la idea no me resultaba nada desgradable, pero me hice la ofendida, actitud que no dur� m�s que unos segundos, pues inmediatamente Enrique se acerc� a m�, me tom� por atr�s, y me dijo: "No quisieras tener en la boca eso que sientes en tu culo". En realidad, lo que sent�a no era mucho. La verga de Enrique era muy peque�a, pero me pareci� simp�tico comenzar por la m�s chiquita y sentir cada vez una verga m�s grande.

Se sent� en la silla del profesor. Yo me puse de rodillas inmediatamente, le abr� el pantal�n y baj� la cremallera hasta que emergi� su peque�o pene, que creci� algo al contacto de mis labios y los movimientos de mi lengua.

Levant� la vista y vi el guapo su guapo rostro. Se la chup� mientras lo miraba. Su belleza f�sica me estimulaba a embestir contra su pene sinti�ndome una mujer muy afortunada al hacerle eso a alguien tan apuesto.

Enrique eyacul� r�pida y sorpresivamente. El tama�o de su pene no iba de acuerdo con la potencia de su eyaculaci�n ni tampoco con la cantidad de leche. Me moj� el cabello y todav�a le alcanz� para mojarme buena parte de la cara.

El siguiente era Javier. Cuando pas� mi mano por su sexo, me sent� una delicada mujercita con a la enormidad de carne que estaba palpando. La ten�a apretada contra su pantal�n y de costado. Empezaba a tomarla y recorr�a toda su longitud, que parec�a no acabar nunca. Cuando la sac�, todo el sal�n aplaudi� y se re�a. Javier me sent� en la silla. Me dijo que cruzara las piernas. Yo obedec� r�pidamente, posando de la manera m�s femenina posible, mientras segu�a con la vista la enorme pinga de �l, que se mov�a de un lado a otro. Me p�di� que pusiera las manos atr�s, y que mirara hacia los dem�s, hacia adelante. La mirada de todos se dirig�a a mis piernas cruzadas y a mi vestido algo levantado, que dejaba ver parte de mi liguero.

De pronto sent� algo h�medo y caliente en mi mejilla derecha. Yo gir� la cabeza para alcanzarla con mi boca, pero �l se retir� grit�ndome que siga mirando hacia adelante. No bien gir� sumisamente, ya ten�a en mi otra mejilla esa misma humedad que anunciaba la presencia de unos 25 cms. de masculinidad potente y amenazante. "No te muevas", me dijo. Y fue acerc�ndose hasta casi llegar a mis labios. Me mor�a de ganas de tener eso en mi boca, pero �l no me dejaba.

Continu� dibujando mi cara con su verga, y a su paso me dejaba el rastro de sus jugos.

Cuando la puso sobre mis labios, yo abr� mi boca lentamente dejando pasar la punta hacia mi interior. Fue una penetraci�n oral, porque mi boca alcanzaba con las justas para el di�metro descomunal de su pinga.

Con mi boca toda abierta, �l se fue balanceando meti�ndola y sac�ndola, moj�ndome toda la boca y lubric�ndomela. Luego se qued� quieto. Fui yo entonces quien empez� a moverse, pero �l me dijo que no lo hiciera, que a�n no quer�a eyacular, pues quer�a met�rmela por el culo.

No med� bien las consecuencias (y por supuesto, tampoco las dimensiones de su miembro), porque acept� gustosa de inmediato.

Su primer avance fue una prueba de fuego. No era virgen, pues en mis noches de mujer solitaria en mi casa, ya me hab�a metido varias cosas por el culo. Sin embargo, esa primera embestida me hizo gritar. Tomada de las caderas, como a una perra, Javier empez� su paseo por mi conducto anal con un intento breve, pero violento. Sent� nuevamente dolor, y sent� alivio cuando desliz� su pene por la puertita de mis entra�as, lubric�ndolo. Me sent� bien mojada y me anim� a pedirle que ingresara ya a mi mundo interior, que estaba lista, apta, preparada para cualquier cosa.

La primera barrera ya hab�a sido vencida. Su cabeza estaba ya dentro de m�, con comodidad. La puerta de mi culo estaba mojad�sima, alojando a un hu�sped muy querido y deseado.

El segundo avance fue muy dif�cil. A pesar de que yo sent�a adentro c�mo sus juguitos brotaban para ayudarme a soportar mejor sus embestidas, el dolor era bien fuerte, aunque tambi�n era delicioso. Comenc� a gritar que me dol�a mucho.

--Me duele!, me duele!... pero me gusta!!!!

--No me digas eso que me alocas -- me dijo Javier.

Y acompa�� a sus palabras con una embestida brutal que quebr� cualquier final resistencia.

�l era ya poseedor de mis entra�as. Entraba y sal�a como en su casa. Mi culito, dilatado, lat�a cuando �l retiraba toda su interminable longitud. Debo confesar que esa parte de la penetraci�n anal tiene un gustito especial. Todo �l se va retirando y una siente la fricci�n de otra manera, como cuando nos sentamos a defecar (disculpen la vulgaridad), pero con la diferencia que nosotras no controlamos esa retirada. Es como si �l decidiera por nosotras.

Yo la ten�a toda adentro destroz�ndome cada cent�metro conquistado, cuando entr� el profesor y...

..reclam� su parte!!.

Javier me la met�a por el culo y el profe me penetraba por la boca. Los dos estaban tan sincronizados, que sus movimientos resultaban elegantes y el sentirme pose�da me estaba siendo muy c�modo. Javier eyacul� primero dej�ndome m�s h�meda por dentro. Pero eso no impidi� que yo siguiera con toda su torre adentro. La dej� all�, r�gida y quieta, en toda su extensi�n, explorando serenamente mi interior.

Yo estaba sentada sobre Javier, y ten�a que agacharme para alcanzar la verga del profe. Cuando eyacul�, lo hizo con la verga adentro, y lanz� un chorro que me hizo atorar y toser hasta escupir toda su leche hacia su miembro, el cual mam� hasta dejarlo seco, fl�cido y exhausto.

S�bado

Me despierto boca abajo. Mi pene, perd�n, mi cl�toris se frota con la cama. Levanto luego mi culito. Soy una mujer.
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