No habia camino que permitiera seguir
bordeando la pared en el carruaje pero Blanche comprendio que la finca
debia ser un amplio embudo cuya parte mas estrecha daba a la plaza, era
donde estaba situada la casa.
Blanche dio orden de regresar y
bordear la finca por el otro lado quedando tan satisfecha de sus observaciones
que estaba convencida que aquella y solo aquella casa, con su finca era
la que la interesaba.
Blanche dio orden a Drum de seguir
por el camino alejandose cada vez mas de las ultimas edificaciones de Nueva
Orleans adentrandose rapidamente en el campo.
Poco despues ordeno a Morceb entrar
en el carruaje y satisfizo con el esclavo sus deseos contenidos desde la
noche anterior.
Solo entonces Blanche dio a Drum
la orden de regresar al hotel donde la estaba ya esperando el se�or
Rednes.
- Buenos dias se�ora Benson.
Dijo el hombre haciendo una ligera reverencia al verla.
- Buenos dias, se�or Rednes.
Como pasa el tiempo, no suponia que estuviera ya esperando.
- Parece usted muy madrugadora ?.
- Estoy acostumbrada a madrugar,
la vida en el campo comienza casi al amanecer.
- Me gustaria acompa�arla
a ver una casa que creo que podria interesarla, conozco a la due�a
y creo que podria obtener un precio ventajoso.
- Yo vengo de ver una casa y no
creo que se encuentre en Nueva Orleans otra mas bonita y apropiada para
mi negocio.
- Donde ha encontrado usted esa
joya?.
- Junto a la plaza del mercado de
esclavos. Es una edificacion alta, la mas alta de la plaza.
- Las Cuatro Rosas... Dijo el se�or
Rednes, quedando largamente pensativo.
- Tiene algo de particular esa casa,
se�or Rednes ?.
- Es una vieja leyenda, se�ora
Benson, pero yo en su lugar optaria por cualquier otra en lugar de esa.
- Que dice la leyenda, se�or
Rednes?
- Se dice que en esa casa, en un
tiempo prospera, ocurrieron una serie de desgracias hace muchos a�os,
extra�as desapariciones. Nunca nadie ha conseguido averiguar la
verdad, pero todos los que han vivido posteriormente en ella dicen que
la casa esta habitada por fantasmas que la recorren ululando y gritando
como condenados.
Claro que si es esa casa la que
usted quiere comprar la podria obtener a un precio realmente bajo, su actual
propietario hace ya mas de un a�o que la abandono poniendola en
venta sin que hasta ahora haya encontrado comprador.
De todas maneras, yo seria lo ultimo
que compraria en Nueva Orleans, y menos para un negocio como el suyo, donde
las creencias juegan un papel importante.
- Me gustaria que hiciera lo necesario
para que pudieramos entrar en contacto con su actual propietario. Contesto
Blanche con decision.
- Esta segura que es eso lo que
quiere, se�ora Benson?.
- Justamente eso es lo que quiero.
- Ni siquiera quiere ver la casa
que tenia prevista para hoy?.
- Naturalmente que si, contesto
con un estremecimiento al sentir que parte de los cremosos liquidos con
que Morceb la habia obsequiado, abandonaban su sexo antes de ser recogidos
por la braga.
Recordaba perfectamente lo molesto
que era antes sentir como el semen de sus clientes resbalaba por sus muslos.
Ajeno a lo que Blanche sentia en
esos momentos, el se�or Rednes la pidio que subiera a su carruaje
y dio orden al cochero de partir.
- Perdone se�ora Benson,
aunque ya se a lo que piensa dedicarse, la agradezco su sinceridad de ayer,
no se a que escala desea hacerlo. En esas condiciones mis servicios pueden
resultar totalmente inutiles.
- No le entiendo se�or Rednes
?.
- Vera se�ora Benson, no
interprete mis palabras como un intento de inmiscuirme en su vida, pero
es completamente distinto si desea hacerlo en solitario o de una forma
organizada, si desea dedicarse, digamos al reducido sector economicamente
fuerte de la poblacion o por el contrario, desea dedicarse a un sector
mas amplio.
- Se�or Rednes, pienso dedicarme
a ello de una forma organizada, digamos como negocio, no descarto ninguno
de los niveles que usted ha mencionado.
- Es dificil congeniar ambos grupos
sin que surjan dificultades.
- Dejeme intentarlo.
- Naturalmente, y la deseo la mejor
de las suertes.
- Gracias.
Poco despues el carruaje se detenia
en una estrecha calle de construcciones viejas y destartaladas. El inmueble
ante el que se detuvo no parecia tan viejo como los que le rodeaban pero
tampoco presentaba muy buen aspecto.
Una anciana mujer de aspecto digno,
con la decision aun reflejada en los ojos salio a recibirlos.
- Bien venida hija, Maurice me ha
dicho que quiza pudiera estar interesada en la compra de mi casa.
- Evelin es la propietaria de esta
casa que ha regentado durante a�os, y de la que ha obtenido unos
muy buenos beneficios. Aclaro el se�or Rednes.
- Nadie mejor que Maurice para saberlo,
le conozco desde que apenas tenia edad para que se le levantara la cosa,
durante unos a�os fue un cliente habitual de esta casa, muchas de
mis muchachas recordaran los fogosos embates a que las sometia.
Blanche se sentia divertida ante
los intimos detalles de la vida del banquero que la anciana Evelin revelaba,
este tampoco parecia sentirse especialmente molesto por las revelaciones.
Despues, continuo la anciana, comenzo
hacer negocios y dejo de frecuentar esta casa, pero yo siempre guardo un
grato recuerdo de aquel mocete de pantalones cortos que venia de vez en
cuando.
Cuando se hizo mayor y se dedico
al banco pense que en justa correspondencia yo debia dejar que fuera el
quien guardara mis ahorros.
- Evelin, creo que la se�ora
Benson esta mas interesada en ver la casa que en conocer antiguas historias.
Dijo el banquero en tono casi cari�oso.
- Es verdad, pero cuando una envejece
a veces se olvida de lo importante. Pase se�ora Benson.
Se�ora Benson ... Se�ora
Benson, repito la anciana mientras se dirigian al interior del inmueble.
Es usted viuda o su marido tambien
participara en el negocio?.
- Soy viuda desde hace poco tiempo.
Contesto alarmada ante la idea de que aquella anciana pudiera relacionar
la memoria de Richard con aquel tipo de negocio.
- Ya, su marido no tendria algo
que ver con los Benson de Montana ?
- No, estoy segura que no.
La anciana fue mostrando a Blanche
las distintas dependencias de la casa. La mayoria de ellas no pasaban de
ser miseros cuartuchos con desvencijados catres similares al que ella habia
usado en Natchez, en la taberna de Moises, recintos quiza adecuados para
que en ellos se aparearan negros y negras pero no para lo que ella deseaba.
El resto de las instalaciones de
la casa no mostraba mejor aspecto que lo que la vieja la habia ense�ado.
Ni siquiera habia en la casa una pieza digna en la que ella pudiera establecer
su propia habitacion.
Tuvieron que dejar de ver algunas
de las habitaciones porque en esos momentos estaban siendo usadas por algun
cliente.
- Bien Evelin, Maurice te comunicara
mi decision tan pronto como la haya tomado. Dijo Blanche como despedida
sintiendose decepcionada por lo que habia visto.
- No es eso lo que queria, verdad
se�ora Benson?. Pregunto Maurice tan pronto como hubieron subido
de nuevo en el carruaje.
- No, se�or Rednes, lo que
he visto me ha recordado demasiado una epoca de mi vida que preferiria
olvidar.
- Comprendo ... Usted preferiria
una casa digamos, mas digna, no es eso?.
- Eso es Maurice. Dijo Blanche permitiendose
por primera vez llamarle por su nombre de pila.
- Quiza la interesara mas una antigua
fortificacion que hay cerca de la ciudad.
- Como una fortificacion ?.
- Si se�ora Benson.
- Blanche, por favor, mi nombre
de pila es Blanche.
- Bien Blanche, decia que es una
antigua instalacion militar construida en piedra y de una solidez asombrosa.
- La vende el ejercito ?.
- No, la vendio hace a�os
pero ahora es de propiedad particular.
- Por que no esa casa de la que
le he hablado?. Pregunto Blanche volviendo a suscitar el tema en el que
estaba interesada.
- Ya te he dicho el porque, esa
casa parece estar encantada y nadie en su sano juicio se atreveria a entrar
en ella.
- Crees en los fantasmas?. Pregunto
esbozando una ligera sonrisa.
- No, no creo en fantasmas, y estoy
seguro de que todo tiene una explicacion logica, pero no creo ser mas listo
que todos los due�os que la casa ha tenido durante los ultimos sesenta
o setenta a�os, si ellos no han descubierto la verdad por que iba
a descubrirla yo?.
De todas maneras por que empezar
un negocio con tan malos augurios?.
Vasta con que la gente crea que
la casa esta embrujada para que no entre en ella ningun cliente.
- Quiero esa casa y puedo permitirme
el lujo de comprarla y dejarla cerrada despues, si no consigo desentra�ar
su misterio.
- Admiro tu valor Blanche. Economicamente
puedes comprar cientos de casas como esa, por eso no entiendo que quieras
esa precisamente.
- Haras las gestiones necesarias
para adquirirla?. Dijo dando por finalizada la controversia.
- Las hare. Pero te advierto una
cosa, el propietario pide cincuenta mil dolares por ella, no le des mas
de treinta, estoy seguro que se sentira contento de deshacerse de ella
por ese precio.
Habian regresado de nuevo al Hotel
Excelsior y alli se despidieron, Maurice debia volver a sus ocupaciones.
Acompa�ada de Morceb se encamino
hacia la plaza del mercado de esclavos. Todavia no tenia intencion de comprar
ningun negro, pero si de ir enterandose de los precios de los animales
y distraerse un poco con el espectaculo que siempre ofrecia la compra venta
de esclavos.
Antes compro una sombrilla que entrego
al negro para que la protegiera de los ya calidos rayos del sol.
Inevitablemente sus ojos se encaminaron
a la casa de las cuatro rosas apenas desemboco en la plaza del mercado.
Cada vez la parecia mas bella y mas retadora. Aquella casa tenia que ser
suya, ella desentra�aria el misterio que la rodeaba.
Despues de un rato de contemplacion
su vista volvio hacia los estrados donde se subastaban los negros y hacia
las gentes que rodeaban los estrados.
La mayoria eran hombres solitarios,
pero tambien habia mujeres acompa�adas por sus doncellas o por sus
negras, e incluso aventureras que buscaban entablar una relacion efimera
o permanente con alguno de aquellos caballeros.
Otras, prostitutas buscaban encontrar
un cliente entre los hombres a los que se les notaba su procedencia forastera.
Habia tambien negras que buscaban
un negro de los que acompa�aban a los caballeros para sacarles unos
pocos dolares por un efimero placer.
Pero lo que llamo la atencion a
Blanche fue ver que en todos los corrales donde se guardaban los negros
que iban a ser vendidos habia unas peque�as casetas donde las mujeres
podian reconocer y palpar a los negros que estaban en venta.
Los hombres por el contrario reconocian
tanto a los machos como a las hembras a plena luz del sol sin importarles
lo mas minimo ser vistos. Tambien es cierto que nadie hacia caso a sus
manipulaciones.
Vio varias mujeres que despues de
reconocer a un negro en las casetas salian, comunicaban a su acompa�ante
el resultado de su inspeccion y este pujaba por el negro hasta hacerlo
suyo cuando salia a subasta. Estaba segura que mas tarde, el caballero
terminaria por regalar el negro a la mujer.
Se asombro de ver la cantidad de
negros y negras que se anunciaban con conocimientos especificos en alguna
especialidad domestica.
Los habia que se anunciaban como
expertos conocedores de caballos y en su correcta atencion, cocineras,
costureras, carpinteros, herreros, guarnicioneros, constructores de carros
y carruajes, jovenes hembras a las que las anunciaba como expertas en los
placeres de la cama, hembras pre�adas o con un mamon entre los brazos
como muestra de su fertilidad, peluqueros y peluqueras, castrados y una
larga lista de profesiones que Blanche jamas habia oido ni imaginado que
existieran.
Logicamente los animales asi catalogados
alcanzaban unos precios mayores que los demas.
Si un negro vulgar alcanzaba entre
los doscientos y los doscientos cincuenta dolares los otros podian llegar
a alcanzar hasta cien dolares mas dependiendo de su juventud y de su estado
fisico.
Pero los que destacaban por encima
de todos eran los castrados, su precio oscilaba entre los mil y los mil
doscientos dolares.
Blanche no se explicaba muy bien
porque, pero debia haber alguna razon ya que nadie se escandalizaba de
semejantes precios.
Tras una ultima mirada hacia la
que ya consideraba su casa, regreso al hotel para comer y reparar fuerzas.
Por la tarde la actividad de la
plaza del mercado de esclavos habia decrecido y Blanche aprovecho la ocasion
para hacerse llevar de nuevo en el carruaje, esta vez decidida a dar la
vuelta completa a las tapias que rodeaban las Cuatro Rosas.
Conocia ya tres de las cuatro paredes
y se sentia intrigada por saber como seria de larga la pared que le faltaba.
A juzgar por la direccion en embudo
que tomaban las otras dos debia ser muy larga pero estaba decidida a comprobarlo.
El rapido trote de los caballos
y la conduccion, cada vez mas experta de Drum, la llevaron pronto hasta
el confin de la tapia de donde partia la que queria inspeccionar.
Blanche se hizo acompa�ar
por Morceb, queria revivir aquella experiencia que tuvo en Viento del Norte
cuando se torcio el tobillo.
Drum se quedo aguardandolos en el
carruaje mientras ellos se adentraban entre las altas hierbas que nacian
junto a la pared.
No tardaron en perder de vista el
camino y Blanche monto sobre la espalda del fornido negro sintiendo contra
sus pechos y su vientre el calido contacto de la espalda del macho.
A la vez las manos del negro se
cruzaron por detras para ofrecerla un mas comodo asiento.
Blanche se movio de forma que las
zonas mas intimas de su cuerpo quedaran justamente sobre las manos del
esclavo hasta notar el abultamiento de sus manos contra el sexo.
A partir de ese momento cada paso
se convertia en un roce que excitaba mas y mas la libido de Blanche.
Durante mas de una hora la joven
lucho contra el deseo de hacer detener su montura y retozar con el negro
hasta quedar exhausta pero se contuvo cuanto pudo para prolongar lo mas
posible el deseo y el placer de aquellos excitantes y continuos roces.
Bajo su peso, y con el calor que
hacia, Morceb sudaba como un condenado aumentando su excitante olor animal,
que algunos consideraban desagradable, pero no daba muestras de fatiga,
respiraba todavia con la boca cerrada a pesar del esfuerzo.
Estaba a punto de ordenarle detenerse
para gozar de el cuando sus ojos descubrieron una linea de intenso verdor
que se destacaba de la vegetacion que la rodeaba. Intuyo, mas que vio,
que por alli debia discurrir un arroyo.
Una vez llegada al lugar, pudo comprobar
que no se habia equivocado en su suposicion, una potente vena de agua salia
de la finca atravesando una herrumbrada y gran reja que en otros tiempos
debio impedir el acceso a la propiedad.
Ahora los barrotes oxidados y desaparecidos
en algunos puntos solo servian para detener los palos, ramas y hojas que
poco a poco habian ido formando un embalse al otro lado de la reja haciendo
que la pared saltara en algunos puntos por la presion del agua almacenada
tras ella.
Hizo entrar a Morceb por uno de
los agujeros y cuando este la aviso de que no habia ningun peligro entro
tambien gozando de un espectaculo que nunca podia haberse imaginado.
La extension de agua embalsada era
mucha y en sus orillas nacia una exuberante vegetacion salvaje que alegraba
la vista.
Tardaron casi una hora mas en bordear
la laguna y Blanche pudo descubrir que el arroyo de aguas cristalinas y
frescas que la alimentaba procedia de la direccion de la casa, Blanche
se maravillo de que la finca gozara de un peque�o arroyo particular.
En la lejania pudo ver dos o tres
peque�as construcciones cuyo estado de conservacion se la antojo
lamentable pero desde donde estaba no se podia ver la casa principal.
Todo ofrecia un aspecto de abandono
y soledad impresionante, parecia que nadie hubiera puesto el pie en aquellos
lugares desde hacia muchos, muchos a�os.
Tampoco desde el interior de la
finca pudo ver el final de la pared que se habia propuesto inspeccionar.
Antes de salir de la finca hizo
que el esclavo se tumbara en el suelo y situandose sobre el dio rienda
suelta a sus necesidades y fantasias eroticas hasta quedar exhausta y satisfecha,
antes de volver a salir y reiniciar el viaje a lomos de la cabalgadura
de multiples usos.
Continuara.
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