LA CLASE DE YOGA
Me hab�a separado desilusionada
de mi matrimonio, y me propuse cambiar el rumbo de mi vida. A pesar de mis
cincuenta y tres a�os me sent�a muy bien y con ganas de aprovechar los tiempos
por venir. En realidad pens� que todos los hombres eran iguales y no
comprend�an a las mujeres, por lo que me encerr� en mi profesi�n apart�ndome
de mis amistades por un largo tiempo. Estaba deprimida y no hallaba la forma
de superarla, hasta que una paciente me sugiri� tomar clases de yoga. Ella
misma me recomend� a una profesora que daba clases cerca de mi domicilio
adonde concurr�a dos veces a la semana.
Finalmente me decid�, y tom� el compromiso de dedicarle a la gimnasia el
tiempo necesario para combatir el hast�o, tratando de cambiar la rutina
diaria.
Vaya si lo fue. Apenas la conoc� a Elsa, me entusiasm� con el yoga. Era una
mujer de mi edad muy cuidada e inteligente. De cabello corto color caoba,
facciones atractivas y cuerpo m�s bien delgado, impresionaba con su voz
sensual y sus palabras medidas. Daba las �rdenes para realizar los ejercicios
que correg�a personalmente. El grupo de alumnas, era heterog�neo pero
enseguida me integr�. Luego de algunas clases dos de nosotras decidimos ir al
teatro y compartir con la profesora, una salida diferente. Luego de ver la
obra, nos sentamos a tomar un t� en una confiter�a y nos sinceramos contando
nuestras cuitas. As� me enter� que �ramos divorciadas, excepto Elsa que hab�a
permanecido soltera hasta la actualidad, ya que jam�s hab�a confiado en los
hombres, confesando que hab�a sido violada en su adolescencia dej�ndole
huellas que nunca pudo superar. Esto despert� en m� una ternura infinita y sin
medir las consecuencias la abrac�, y bes� sus mejillas al advertir una l�grima
que rodaba por sus mejillas. Luego nos distendimos y re�mos recordando nuestro
fracaso matrimonial, del que no renegamos pues ya lo hab�amos superado
totalmente.
Las clases continuaron y cada una que pasaba descubr�a los valores de Elsa.
Inteligente discreta, su figura atractiva y sensual me atra�a sobremanera.
Quer�a apartar de mis pensamientos su imagen pero me resultaba imposible.
Deseaba encontrarme a solas con ella fantaseando con situaciones er�ticas.
No pas� mucho tiempo en que todo se aclar�. Me invit�
a tomar clase en su casa con otras alumnas y cuando las dem�s se retiraron me
propuso salir a cenar. Acept� inmediatamente, pero le ped� pasar al ba�o para
ducharme y acicalarme. Accedi� y cuando frente al espejo ten�a colocadas las
medias los zapatos y el corpi�o como �nica prenda me mir�. No estaba mal. Mi
cuerpo con alg�n kilo de m�s, para mi gusto, a�n conservaba su lozan�a. El
busto era generoso pero firme. La vulva depilada de labios gruesos escond�a la
cueva durante mucho tiempo desatendida. No me di cuenta que Elsa hab�a
entrado. Me tom� por detr�s, acariciando con delicadeza mis senos. Y me gir�.
Decidida bes� mis labios, y yo sin hesitar le respond� Fue un beso t�mido al
principio, pero luego dimos rienda suelta a nuestros instintos y las bocas y
las lenguas se buscaron con pasi�n. Me tom� de la mano y me condujo al sill�n
de la sala. Elsa estaba solo cubierta con la bombacha y un sost�n blanco. Un
par de zapatos de tacos altos completaban su atuendo. Nuestras manos
acariciaron las zonas er�genas, explor�ndolas. En un susurro se excus� un
momento y se dirigi� al dormitorio. Acalorada y ansiosa me acomod� en el
div�n, separando las piernas y acariciando mi vulva h�meda. Retorn� con un
consolador enorme en su mano. Me mir� y me dijo que iba a ser suya, que me
deseaba desde el primer d�a que nos presentaron. Se hab�a dado cuenta que la
corresponder�a cuando la abrac� y la bes� en la confiter�a, y por fin el d�a
hab�a llegado. Mientras le explicaba que jam�s lo hab�a hecho con una mujer,
me tranquiliz�, con la delicadeza de su voz y la suavidad de sus caricias. Me
abri� los muslos y separ� con sus dedos los labios mayores de la vulva,
descubriendo el cl�toris.
Su boca y el movimiento de su lengua sobre el mismo me
encantaron. Comenc� a jadear y gozar como nunca antes. Introdujo la lengua
h�meda preparando la entrada a la vagina y desliz� el consolador sin forzarlo
que a pesar de su tama�o fue desapareciendo en la profundidad. Sent� como se
dilataban las paredes de la vagina hasta llegar al fondo y goc�. Fue una
experiencia maravillosa y gratificante, no como con mi marido, que con una
torpeza agresiva sent�a en cada relaci�n sexual como si me violara, no
preocup�ndose por lo que yo sintiese ni desease.
Luego fue su turno. Imit� sus caricias y luego de lamer el consolador que
pose�a el olor y el jugo impregnado de mi orgasmo lo introduje en su vagina
complaciente que lo recibi� en su totalidad. Jadeando y gimiendo de placer me
pidi� que acelerara el vaiv�n hasta que gimoteando nos besamos apasionadamente
y experimentamos un orgasmo conjunto prometi�ndonos amor y fidelidad.