Relato: Los viajeros del tiempo (II)





Relato: Los viajeros del tiempo (II)

El sol comenzaba a ocultase en el horizonte, sus rayos rojizos teñían
las aguas del Nilo dándole el aspecto de corriente de sangre sobre la
cual flotaba los barcos cargados de mercancías, grandes bloques de piedra
y esclavos. A lo lejos la inmortal esfinge contemplaba el ocaso con su rostro
impasible. A su lado el cuerpo de una pirámide comenzaba a tomar forma
gracias al trabajo de miles de esclavos que a esa hora volvían a sus
aldeas para descansar. Más allá las arenas del desierto eran barridas
por el viento levantando pequeños remolinos que jugueteaban a su antojo.


Tal era el paisaje que Sue Richards podía ver desde su habitación
en el gran palacio del déspota Rama-Tut. A su lado la fiel esclava etiope
la miraba en silencio. Sue había conseguido averiguar el nombre de su
sirvienta, Muwa, y eso le hacia sentir menos sola. En ese momento unos fuertes
toquidos en la puerta la sacaron de su contemplación. Sin esperar respuesta
un hombre viejo, mas tarde Sue se enteraría de que era Logos el gran
visir de Tut, entro en la estancia seguido por varias doncellas. El anciano
se inclino respetuoso ante Sue y torpemente repitió las ordenes que su
señor le había dado en esa extraña lengua que solo él
conocía.


-Rama-tut "Faraón de los siete soles", te ordena arreglarte
y acudir a su lado esta noche.-Sin decir más el viejo Visir dio paso
a las doncellas que llevaban varios vestidos de seda y tocados para vestir a
la mujer del futuro. Sue hubiera querido negarse, pero sabía que era
inútil, el efecto del rayo Ultra-diodo la hacían obedecer las
ordenes de Tut, aunque fuera transmitidas a través de otra persona. Dócilmente
dejo que las doncellas la condujeran al cuarto de baño donde la bañaron
con todo cuidado, luego la vistieron con un blanco vestido de fino lino blanco
y colocaron sobre sus hombros una gran capa de seda roja, peinaron su cabello
y le colocaron un tocado en forma de Ibis hecho de oro. Sus pies fueron adornados
con finas sandalias. Finalmente le colocaron grandes brazaletes de oro incrustados
de joyas y un gran collar de perlas. Muwa le trajo a su señora un gran
espejo de oro donde pudo ver su imagen. En verdad era la imagen de una reina
pero Sue se sentía más como una esclava enjoyada. Ya vestida fue
conducida por Logos y su escolta por los grandes pasillos y salones del palacio.
Admiro los frescos jeroglíficos ya fuera pintados o labrados en los muros.
La luz de las antorchas y lámparas de aceite le daban al lugar una aire
misterioso. Finalmente llegaron ante unas grandes puertas de roble, labradas
con motivos sagrados, que se abrieron en perfecta sincronía para dejarlos
pasar. En el interior Sue pudo ver a gran cantidad de gente reunida, la corte
de Tut, algunos comían recostados en grandes taburetes, mientras otros
contemplaban a las desnudas bailarinas que se deslizaban a lo largo del salón.
Al fondo, en el lugar de honor se encontraba Tut, recostado sobre un regio taburete
de finas maderas y suaves cojines. A su lado se encontraba Nefri y junto a ella
su hermano, el cruel general Ozmandias.


Unas grandes trompetas dejaron escuchar su ronco sonido anunciando así
la llegada de Sue. Por un momento, mientras ella y su comitiva atravesaban el
salón, la música se detuvo y los sirvientes y bailarines bajaron
la cabeza ante la prometida de su señor. Los nobles murmuraban entre
sí sobre la belleza de la mujer extranjera, pero también había
miradas de rechazo, sobre todo entre los viejos sacerdotes quienes desconfiaban
de los bárbaros. Cuando Sue llego ante el Faraón este admiro su
belleza de forma tan obvia que en otro momento y lugar merecería una
bofetada. Pero Sue no podía siquiera pensar en algo así. -Ven
a mi querida.- ordeno Tut en voz baja para que nadie oyera el idioma que hablaba
con Sue. La mujer invisible obedeció mansamente y tomo un lugar junto
al viajero del tiempo. -Luces hermosa.- comento Tut admirando el cuerpo de Sue,
bien dibujado bajo el blanco vestido.


-Usted sabe que no me arregle por mi voluntad.- replico Sue.


-Aún así luces hermosa.- dijo el Faraón sonriente. A sus
espaldas Sue pudo escuchar las voces de los comensales, pero no lograba entender
una sola palabra.


-Dicen que eres bella.-comento Tut como si adivinara la curiosidad femenina
por saber lo que los demás decían sobre ella.- Aunque también
hay algunos que te llaman bruja y usurpadora.- dijo como al descuido.


-Es lógico.-dijo Sue.-Ellos esperaban que se casara con una verdadera
egipcia.-

-Es cierto querida.-respondió Tut.-Pero pronto sabrán que el poder
da derecho a hacer lo que se desea. Lo que uno más desea.-mientras hablaba
el Faraón acaricio la mejilla de Sue con el dorso de su mano, ella retiró
el rostro en señal de rebeldía. El semblante de Tut se oscureció
al tiempo que desviaba la mirada hacia uno de los esclavos que permanecía
a su lado. Fríamente le dio una orden y él a su vez hizo una señal
a otro que permanecía de pie junto a un gran gong de oro. De inmediato
el esclavo hizo sonar el gran gong golpeándolo con un mazo del mismo
material. El recio sonido hizo callar la música, los danzantes abandonaron
el salón y toda la corte fijo su atención en las puertas del recinto.
Estas se abrieron dejando pasar a un grupo de saltimbanquis que realizaban toda
clase de piruetas y cabriolas. Pero lo que hizo que Sue se levantara de un salto
fue la figura de un joven de tez blanca como la suya, vestido con un manto púrpura
y un taparrabo de lino, su cuerpo estaba cubierto de líneas pintadas
con hollín, y su rostro pintado con extrañas marcas que despertaba
la hilaridad de los presentes.


-¡Johnny!.- exclamo al verlo en tan vergonzosa situación. El joven
reconoció la voz de su hermana y la busco con la mirada, pero no la reconoció
debido al maquillaje y la ropa que traía puesta. En todo caso no pudo
pensar mucho en ello. Un corpulento saltimbanqui lo empujó haciéndolo
caer de rodillas en el centro del salón. Una ola de risas se dejo escuchar
en el recinto. Sue quiso ir a su lado pero Tut la sujeto por la muñeca
y la hizo recostarse de nuevo.


-Será mejor que te quedes quieta querida.-dijo amenazante.-Tú
hermano es ahora el bufón de mi corte y su vida depende de lo mucho que
me divierta.-Sue sintió un escalofrío al comprender la veracidad
de las palabras del Faraón, en verdad la vida de su hermano de Reed y
de Ben estaban en manos de aquel loco venido del futuro. Tut se incorporo y
le hablo a Johnny en egipcio para luego repetir la orden en inglés.-
¡Hazme reír bufón!-

Johnny apretó los puños con rabia, pero nada podía hacer
contra los deseos de aquel demente. Un grito de asombro se dejo escuchar cuando
el joven invocó su poder, a pesar de que apenas fueron unas pequeñas
brasas las que surgieron de sus manos. Johnny comenzó por hacer malabares
son bolas de fuego, luego formó grandes aros para que los saltimbanquis
los cruzaran con elegantes saltos. Después otros personajes, pintados
como él, le arrojaron agua ante la mofa del público. Johnny los
persiguió torpemente, cayendo a causa de las cadenas que le unían
los pies. Gruesas lagrimas corrían por la cara de Sue al ver a su hermano
padeciendo aquella burla grotesca. A su lado Nefri y su hermano Ozmandias reían
divertidos. Pero lo que más la angustió fue ver el semblante sombrío
de Tut, él no reía. Entonces Sue comprendió la amenaza
que se cernía sobre su hermano. El acto termino y los integrantes se
quedaron quietos esperando la respuesta del Faraón. Un helado silencio
se hizo en el salón. Los minutos se volvieron eternos, los saltimbanquis
comenzaron a ponerse nerviosos, Johnny se sentía tan humillado que hasta
la muerte le parecía aceptable en ese momento. La blanca mano de Sue
se poso en el antebrazo de Tut, quien la miro con desprecio, como a un perro
que pide perdón a su amo.


-Por favor.-murmuro la mujer del futuro con los ojos llorosos.-Por favor...
Mí señor.- Tut la miro complacido y comenzó a convulsionarse
hasta que estallo en una violenta carcajada que al momento fue secundada por
los demás miembros de la corte.


.-¡Hahahahahahahahahaha!.-

Los saltimbanquis agradecieron con rápidas caravanas y se marcharon del
salón llevando con ellos a Jonny.-Nunca lo olvides mujer.-dijo Tut mientras
veían salir a la comitiva.-Todo en este palacio me pertenece.- Sue movió
la cabeza en señal de asentimiento.


La fiesta duro algunas horas más. Hasta que finalmente Tut hizo sonar
de nuevo el gran gong indicando el fin de la celebración. Los cortesanos
se retiraron, ya fuera por su propio pie o cargados por sus esclavos a causa
de su borrachera. Los esclavos comenzaron a limpiar el salón y Tut despidió
personalmente a algunos invitados que eran a todas luces Fenicios ó Micenos.
Por su parte Sue fue conducida por Logos de vuelta a su habitación. Ahí
las esclavas la desvistieron y la bañaron, ella se dejaba hacer vencida
por el cansancio, físico y emocional, que le había causado aquella
noche.


Mas cuando aún estaba en la gran tinaja de aguas perfumadas escucho el
barullo de alguien entrando a sus aposentos. La gallarda figura de Rama-Tut
apareció ante ella, aún vestido con su elegante traje de fiesta.
Sue tomo un paño de lino y trato de cubrir los encantos de su cuerpo.


-Hermosa.-dijo Tut acercándose a la tinaja. Sus ojos verdes recorrían
las bellas formas de los senos y las piernas de la mujer invisible. Esta solo
acertó a recogerse sobre si misma para ocultar sus encantos de las lujuriosas
miradas del Faraón. Tut la miro indiferente y le dijo sereno.- Te espero
querida. No lo olvides. Todo en este palacio me pertenece.- sin más el
poderoso usurpador salió de la habitación. Sue dejo que las esclavas
terminaran su labor, cuando terminaron le pusieron un delgado camisón
de lino y se marcharon. Al quedarse sola la mujer invisible fue presa del pánico,
era como esperar la llegada del verdugo. Pero sacando fuerzas de flaqueza camino
hacia la habitación principal. Ahí la esperaba el hombre del futuro,
también llevando un blanco camisón de lino. Sue pudo ver que Tut
era un hombre de complexión fuerte, musculoso pero no demasiado, de piel
tostada por el ardiente sol del desierto. Su cabeza afeitada le daba un aspecto
terrible y resaltaba sus rasgos, varoniles y bien definidos.


Sue sacudió la cabeza para alejar de su mente el encanto que ese hombre
parecía estar ganando sobre ella. Tut se acercó a ella y le paso
el brazo por los hombros. -No te asustes querida.- dijo apretándola contra
su cuerpo.-No soy ningún pervertido. Aunque tú en verdad me excitas.-

-¿Por qué yo?.- interrogo Sue apartándose un poco del Faraón.


-Porque necesito un igual.- respondió Tut.- Alguien que pueda entender
la grandeza de mis actos y compartir mi gloria. No me sirven de nada estas salvajes
con su visión de un mundo guiado por dioses con cabezas de animal.- las
palabras de Tut estaban cargadas de desprecio. -Pero yo cambiare todo eso muy
pronto.- sentenció antes de tomar a su compañera con mayor fuerza.


-Yo nunca le amare.-dijo Sue sintiendo el calor que emanaba del cuerpo del Tut.
Este solo sonrió. -Eso es irrelevante.- Tut se coloco detrás de
Sue y la abrazo con deseo, sus manos se posaron sobre los erguidos y firmes
pechos de la mujer invisible quien no pudo evitar que su cuerpo entero se estremeciera
bajo aquellas caricias desconocidas. Los labios del Faraón comenzaron
a recorrer la nuca y el cuello de su presa con verdadero deleite. Mientras una
de sus manos abandonaba los delicados montes para ir en pos del valle de Venus.
Lentamente se fue acercando hasta la entrepierna de Sue para acariciar el delicado
promontorio y delinear sus limites pasando sus dedos por encima de la tela.
Sue se percato alarmada de que las caricias del Faraón tenían
la facultad de despertar su propio deseo; turbada por ese pensamiento sujeto
la mano del monarca y trato de apartarse de él.


-¡Noo!... ¡Por favor!... No quiero hacerlo... no aquí...
no con usted...- Sue luchaba con todas sus fuerzas contra el efecto del rayo
Ultra-diodo. Pera ella el sexo era algo mágico, algo que solo podía
dar con amor. ¡No podía ser verdad que Tut lo tomaría de
ella así nada más!...


El dolor en su cabeza se hizo tan intenso que se dejo caer de rodillas con las
manos sujetándole la cabeza. Tut la miraba en silencio mientras se despojaba
de su camisón, su cuerpo desnudo apareció en todo su esplendor
y lentamente se acerco a la mujer caída para tomarla en sus brazos y
cargarla hasta el lecho. Al llegar la deposito sobre los grandes cojines y tomando
en sus manos los pliegues del camisón desgarró la prenda de un
firme tirón. De inmediato el bello cuerpo de Sue quedo al descubierto,
sus pechos erguidos apuntaban al techo de la habitación como retando
al mundo entero, su respiración era agitada dando testimonio del conflicto
que se libraba dentro de su ser; mientras sentía las ardientes manos
de Tut acariciando sus muslos desnudos. El hombre del futuro contemplaba extasiado
aquel cuerpo tendido a su disposición, contemplando su perfecta simetría
desde la punta de sus pies hasta las rodillas y los muslos bien torneados, para
luego mirar el delicado valle cubierto de una fina capa de vello rubio, el firme
abdomen que subía y bajaba por la acelerada respiración lo mismo
que los hermosos pechos blancos coronados por pezones rozados; finalmente estaba
el bello rostro de facciones finas y delicadas, con esos labios rojos y esos
ojos azules, cerrados en ese momento.


Finalmente Tut pareció perder la paciencia y empezó a besar con
furia los bellos senos de Sue que se inflamaron totalmente al contacto de los
labios masculinos. Sue sintió que todo su cuerpo se llenaba de calor
al tiempo que dolorosos calambres parecían desgarrar sus entrañas.
Su cerebro latía con fuerza dentro de su cabeza y sus sentidos parecieron
salirse de control enviándole señales imposibles de comprender.
Solo las manos de Tut recorriendo su cuerpo tenían sentido, solo sus
labios besando los suyos ó mordiendo alguna parte de su cuerpo la mantenían
en contacto con la realidad, mientras una salvaje excitación se iba apoderando
de ella. Sue estaba conciente de que todo era producto del rayo Ultra-diodo,
pero aún así no dejaba de reprocharse por aquellos sentimientos.
De pronto sintió que Tut hundía su calva cabeza entre sus muslos
y pegaba su boca a los labios palpitantes de su vulva enviando una corriente
de placer que la recorrió de arriba abajo. Deseaba maldecir, deseaba
morder, arañar pero de sus labios temblorosos solo escucho un gemido
de placer.


-Perdóname.-fue su último pensamiento antes de caer en estado
similar al letargo, ya no intento oponerse a los deseos del Faraón, concentrándose
solamente en esa lengua que recorría el canal de sus labios íntimos
provocando que sus muslos se estremecieran sin control. Los pechos de Sue se
agitaban espasmódicamente denotando el grado de excitación a que
estaba siendo sometida. La lengua de Tut raspaba incansable el abultado clítoris
de su amante, mientras su dedo se hundía profundamente en las entrañas
de . Las manos de la mujer invisible se aferraron a la calva cabeza del Faraón
sin poder decidir si luchar por retirarlo o empujarlo más hacía
sus carnes. En ese momento el dedo del usurpador hallo su objetivo y presiono
el punto secreto de su amante. De inmediato Use se alzo de la cintura para arriba,
con la mirada afiebrada, abriendo las piernas al máximo para que Tut
pudiera seguir con su labor libremente acicateando más y más sus
deseos. Al final la mujer del futuro se dejo caer de nuevo sobre el mullido
lecho y llevándose ambas manos a la cabeza dejo escapar un gemido, más
parecido a un aullido, al tiempo que un chorro de líquidos seminales
brotaban incontenibles de lo más profundo de su ser con tal violencia
que incluso le resultaba doloroso.


-¡YA!.. ... ... no puedo más... ¡¡No puedo mas!!- Use
se soltó a llorar mientras su cuerpo se convulsionaba sin control como
si sufriera un ataque epiléptico. Tut sonrió satisfecho y se dispuso
a seguir adelante con su conquista. Suavemente tomo una de las manos de su amante
y la coloco sobre su miembro semi erecto, Sue reacciono de inmediato al sentir
en su palma la caliente piel del Faraón y trato de apartarse de ella.
Pero Tut mantuvo su mano en su lugar y comenzó a moverse lentamente a
fin de que su verga fuera ganando vigor en la mano de su amante forzada. Nuevamente
Sue noto que su cuerpo reaccionaba independiente de su voluntad y que el contacto
con el falo del usurpador le estaba excitando rápidamente. Pronto se
dio cuenta de que su mano sujetaba con firmeza la carne del Faraón masturbándolo
con movimientos febriles.


-Que grande...- dijo asombrada por el tamaño y el grosor del instrumento
de Tut.


-No me quejo.-dijo burlonamente el monarca egipcio.-Los hombres de mi tiempo
somos seleccionados cuidadosamente. Tenemos todos los atributos físicos
que una mujer pudiera desear... todos.-Tut coloco sus manos en los hombros de
Sue y con firmeza la hizo deslizarse sobre los mullidos cojines hasta que su
pene quedo a la altura del bello rostro de la mujer.-Enséñame
lo que saben hacer las mujeres del siglo XX.-dijo tomándola de los cabellos
y guiándola hacia su destino.


-No creo poder...- fue lo único que Sue pudo decir antes de que la hinchada
cabeza se posara sobre sus carnosos labios, lentamente su boca tomo la forma
de una "O" y rindiéndose una vez más dejo que Tut introdujera
su pene en su boca. Tut sintió como la delicada lengua de Sue acariciaba
la piel de su miembro, como le succionaba con fuerza la punta de su falo, mientras
sus manos toqueteaban sus testículos enviándole corrientes de
placer. Pero no era el único ya que contra su voluntad Sue también
estaba muy excitada y en consecuencia dejo que sus dedos se hundieran en su
coño para provocarse su propio deleite. Tut supo que había llegado
el momento de tomar totalmente a la mujer invisible, sin perder tiempo la tomo
por los brazos y la hizo deslizar de nuevo hasta que sus rostros quedaron frente
a frente, entonces la besó de nuevo con pasión, sintiendo en sus
labios el sabor salado de su propia verga, pero eso no le molesto. Por su parte
Sue sintió que el hombre se acomodaba entre sus piernas y al poco sintió
como la gran cabeza roja se abría paso dentro de su vulva, la penetración
fue lenta permitiendo que Sue se adaptara al tamaño y grosor del hombre
del futuro.


Este por su parte arqueaba la espalda para poder tomar en su boca los carnosos
pechos de Sue devorándolos a su antojo. Al fin las caderas del hombre
hicieron contacto con los muslos de la mujer, toda la verga del Faraón
estaba dentro de Sue, la cual se sentía llena como nunca antes, la respiración
se le dificultaba y tuvo que hacer un esfuerzo para no desmayarse. Poco a poco
aquella pieza de carne comenzó a moverse provocándole espasmos
de gozo. Como resultado pronto su vulva se encontró lubricada por sus
propios jugos facilitando así las arremetidas, cada vez más rápidas,
del monarca. La mente de Sue estaba totalmente nublada, nunca supo en que momento
sus piernas se cerraron en torno al cuerpo de Tut para impulsarlo más
contra sus entrañas.


-¡Aaaaahhhh!.... ¡Aaaaaahhhhhhh!.- era el único sonido que
se escuchaba en las penumbras de la habitación. Tut sentía que
los músculos íntimos de Sue le oprimían el glande cada
vez que se hundía hasta el fondo de su presa. Provocándole un
placer casi insoportable. Finalmente ambos estallaron en un crisol de éxtasis
bestial.


-¡NO PUEDO MÁS!... ¡NO PUEDO!...- grito Sue al sentir la
fuerzas del torrente seminal de Tut estrellándose contra su matriz, a
lo que ella respondió con un caudal de iguales proporciones. Por un momento
ambos quedaron inmóviles, unidos por sus sexos como un solo ser recién
formado. Cuando Tut recobro la conciencia los primeros rayos del sol empezaban
a iluminar las penumbras de su recinto. A su lado Sue dormía profundamente,
agotada por aquel noche de temor y placer. Alegre, el hombre del siglo XXX se
levanto y camino hacia la ventana, bajo su vista se extendía su reino,
pero no era suficiente.


Horas después, casi al alba, Sue despertó se sentía adolorida
y muy confundida. Por un momento no reconoció la habitación donde
se encontraba, pero de pronto los recuerdo llegaron a su mente y de un salto
de puso de pie.-Al fin despiertas querida.-fueron las palabras que sonaron a
su espalda haciéndola voltear de inmediato. Ahí estaba Tut saboreando
una pieza de pan y un vaso de leche de burra. Al verlo Sue rompió a llorar
como una niña.


-¡Dios mío!... entonces es verdad... ¡no fue un sueño!...-

-No. Pero fue divino.-dijo burlonamente Tut contemplando con sádica alegría
el pesar de su bella víctima.


Mientras tanto, en otra lujosa habitación del palacio de Tut otras dos
figuras miraban el nuevo amanecer.-La extrajera debe morir.-sentenció
fríamente el engreído general Ozmandias.


-¿Cómo?.-interrogo su bella hermana Nefri .-Tut sospecharía
de inmediato de nosotros si algo le ocurre.-

-¿Sugieres que nos resignemos a perder el trono? ¡Eso nunca!.-rugió
Ozmandias haciendo a su hermana a un lado para salir furioso de aquel lugar.
Nefri lo miro marcharse con una gran tristeza en su mirada.-Desde que Tut tomo
el poder todo Egipto se ha corrompido.- -pensó mientras caminaba hacia
la terraza de su habitación para mirar el amanecer.-Mi hermano aún
no comprende que Rama-Tut es mucho más que un hombre. Pero tal vez esa
extranjera pueda ayudarme a descubrir su debilidad. Y entonces podremos echarlo
de nuestras tierras..- Nefri camino hasta una de las paredes de su cuarto, decorada
con innumerables jeroglíficos y presiono con firmeza uno de ellos. Al
instante se abrió una puerta secreta y la princesa egipcia desapareció
en su interior



CONTINUARA...




AUTOR: "EL MONJE"


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Relato: Los viajeros del tiempo (II)
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