Relato: Todo en familia (08)





Relato: Todo en familia (08)

Despu�s de la bestial orgia del viernes, que supuso mi
iniciaci�n y la de Stephan, Ludmilla y Akiko en el especial grupo de pervertidos
del que formaban parte mis padres, la actividad en la casa no se reinici� hasta
bien entrada la ma�ana del s�bado. Poco a poco se fue levantando la gente y tras
asearnos todos bajamos al sal�n a desayunar. Durante el desayuno las cosas no se
desbocaron demasiado, dentro de lo que era posible en un ambiente como aquel, de
manera que pude ver como varias amas orde�aban a diversos esclavos para obtener
su semen y usarlo para aderezar su desayuno, y tambi�n a algunos amos eyacular
sobre el desayuno de las esclavas, las cuales devoraron su desayuno una vez as�
dispuesto. Yo tambi�n cog� a un esclavo para obtener su semen y usarlo en mis
tostadas, cosa que verdaderamente me encanta.


Lo mas espectacular fue ver como orde�aban a tres esclavas,
dos de ellas estaban reci�n paridas, y la tercera ten�a una barriga espectacular
pues estaba embarazada de gemelos. Como a tres vacas las orde�aron hasta
vaciarles las ubres, y luego su leche sirvi� para a�adirla al caf� de varios
amos y amas, y tambi�n para que yo me tomase un buen vaso de leche.


Tambi�n pude ver a varias esclavas y esclavos disfrutar de
tostadas con una buena raci�n de caviar humano reci�n salido del recto de una
chavala de unos 16 a�os, aunque no fueron los �nicos en degustar tan
escatol�gica vianda, pues varios amos y amas tambi�n lo saborearon. En
definitiva, aquel desayuno era un fest�n de lo mas depravado que nadie pueda
imaginar, pero lo cierto es que a mi aquello me gustaba, incluso cosas que en
principio hubiese desechado sin haberlas siquiera visto.


Tras el desayuno abandonamos el sal�n para que los esclavos y
esclavas encargados de la limpieza adecentasen la estancia. La mayor�a del grupo
opt� por salir fuera de la casa, para disfrutar las delicias de una ma�ana
veraniega. Evidentemente en el exterior continu� la delirante actividad sexual
que nos embargaba. La gente se desperdig� por todo el enorme jard�n formando
grupos seg�n las practicas que quisiesen realizar. Yo me tumb� en una hamaca en
un lugar estrat�gico para poder observar a la mayor parte de los invitados. Lo
primero que me llam� la atenci�n fue ver como una pareja de unos 45 a�os paseaba
acompa�ados por una chica de unos 18 a�os, un tanto rellenita y con unas enormes
tetas que colgaban bamboleantes, tres grandes daneses de unas dimensiones
descomunales incluso para esta raza de perros. El marido y la mujer iban
caminando pausadamente aguantando el continuo tironear de los perros, que
trataban marchar mas r�pido, mientras la chica, que resultaba que era su hija
iba detr�s marchando de rodillas como si fuese un perro mas, y de hecho llevaba
tambi�n un collar y una correa que no eran dif�ciles de advertir.


De repente los perros se detuvieron y agacharon sus cuartos
traseros separando las patas. Al verlos de esa manera tuve claro que era lo que
iban a hacer y pens� que mi padrastro se cabrear�a sobre manera, pues es muy
puntilloso con el cuidado del c�sped. Los perros dejaron caer unos excrementos
enormemente gruesos y largos, que era f�cil ver en la distancia. La chica se
acerc� a los perros mientras estos terminaban su descarga. Agach� la cabeza y
comenz� a olisquear las heces caninas. Tras hacer esto se acerc� aun mas y
comenz� a lamer la mierda de los perros.


Yo me quede realmente alucinada, hacia apenas nada que hab�a
empezado a ver a gente practicando la coprofilia y la coprofagia pero siempre
entre humanos, no se me hab�a ocurrido que podr�a existir gente que le gustase
la coprofilia o la coprofagia con animales. Ahora acababa de descubrir que si
hab�a gente con tan extra�o gusto. La gordita continu� lamiendo la mierda canina
hasta que empez� a comerse directamente del suelo una de las enormes
deposiciones que los perros hab�an arrojado. Sin parar ni un momento devor�
totalmente una de las bo�igas, y a continuaci�n cogi� otra con las manos y se
puso en pie. Su madre se acerc� y directamente de las manos de su hija comenz�
tambi�n a degustar la mierda del perro. Todo aquello era repugnante pero por
otro lado me estaba poniendo supercachonda y la verdad es que aunque yo no
estuviese dispuesta a hacer aquello, verlo me estaba gustando. La cosa no
termin� ah� pues apenas hab�a terminado la madre de comerse aquella mierda que
le rebosaba por la comisura de los labios, cuando se acerc� su marido y la bes�
en la boca metiendo bien adentro su lengua y recibiendo de la lengua de su
propia esposa la mierda de los perros. La hija termin� de limpiar las
deposiciones de los perros cogiendo otros dos grandes mojones y untandose de
arriba abajo con ellos. Tras semejante espect�culo la extra�a familia continu�
su paseo, con la hija acompa�ando a los perros como un animal m�s. Quien iba a
decir que a aquel conocido y poderoso empresario, a su mujer, reputada profesora
universitaria y a su hija les gustaba hacer semejante tipo de cosas.


Despu�s de aquel espect�culo centr� mi observaci�n en otra
zona del jard�n. Cerca de la casa, bajo a una sombrilla hab�a un grupito que
llam� mi atenci�n. Se trataba de un tipo negro de unos 30 a�os, una mujer de
unos 40, un chico de unos 18 y un pastor alem�n de gran tama�o. El negro era un
tipo descomunal, sumamente musculoso, alto con cara de pocos amigos, cr�neo
rasurado y polla enorme, que en la vida p�blica se dedicaba a jugar al
baloncesto y a ejercer como pilar de la comunidad. La mujer por su parte era
blanca, un tanto entrada en carnes, con unas tetas, culo y muslos muy generosos
en su tama�o y rebosante de vicio y lujuria por todos los poros de su cuerpo y
todas las facciones de su cara. El chico de 20 a�os por su parte tambi�n era
blanco, sumamente p�lido, con el pelo rubio largo y un cuerpo que recordaba al
David de Miguel �ngel, incluyendo la polla peque�a. El chico estaba puesto a 4
patas atado de pies y manos a 4 piquetas clavadas en el suelo.


El tipo negro ten�a su polla ante la boca del efebo, quien
lamia parsimoniosamente la polla de �bano que ten�a ante si. El negro estaba
disfrutando de la lamida del chico quien no paraba de juguetear con su lengua en
el sensible agujero de la uretra del negrata. Por su parte la mujer estaba
masturbando al perro con ambas manos tratando que la polla del can llegase a su
m�xima expresi�n, lo cual estaba logrando. Tan pronto logr� que la polla canina
hubiese logrado su m�xima expresi�n comenz� a lamerla con fruici�n, recorriendo
con su lengua y sus labios la roja y venosa polla del perro. La mujer no estuvo
mucho tiempo chupando la polla del perro pues el chico hab�a dejado de chupar la
polla al negro y mientras masturbaba el m�stil del hombre no paraba de pedir a
la mujer que el perro le montase. A esas alturas no me sorprendi� que el joven
llamase a la mujer, madre. Esta no se hizo rogar demasiado y en breves momentos
ayudo al perro a sodomizar a su propio hijo. El perro conoc�a bien su labor y
comenz� a dar profundos empellones al ano del jovencito con su descomunal polla,
la cual en seguida despleg� su bola, que se aloj� sin problemas en el interior
del recto del chaval.


El peculiar grupo continu� la jodienda con un cambio de
papeles. Tras haberse corrido, el m�stil del negro necesitaba un periodo de
recuperaci�n, as� que el hombre pas� a controlar al perro en su fornicaci�n
porque los embates de este sobre el culo abierto del chaval estaban siendo
demoledores, y aunque el chico recib�a aquellos pollazos con gemidos de placer,
corr�a el peligro de acabar cayendo de la tumbona donde estaba situado debido a
la fuerza con que el perro se afanaba en su labor de arrasarle el ano. Por su
parte la madre se coloc� a 4 patas delante de su degenerado hijo, con el culo
bien abierto.


En seguida el chico se lanz� a lamer el ano maternal, as�
como a penetrarlo con su lengua. La mujer no cesaba de gemir y proferir
obscenidades mientras la lengua de su hijo se dedicaba a explorar las
interioridades de su recto. El perro continu� bombeando su m�stil en el interior
del ano veintea�ero hasta que con un aullido de placer el perro se corri�. Fue
impresionante ver como el semen rebosaba del culo del chaval, aun cuando la
polla canina segu�a en su interior. Tan pronto el can eyacul� en el interior del
chaval, su madre se apart� de la boca de este y se dirigi� a su culo. Apart� al
perro sin contemplaciones y el can sac� su polla, con el bulbo aun en pleno
apogeo, del ano masculino dejando ver un enorme cr�ter rojizo que rezumaba semen
canino. La madre empez� a lamer el ano de su hijo saboreando la lefa perruna con
total deleite, mientras el negro se colocaba delante del chaval y le enchuf� su
polla de �bano hasta los cojones. El negrata no aguant� mucho m�s y de golpe un
vendaval de semen explot� en la boquita del muchacho quien afanosamente se
tragaba la semilla del negro. La madre, con la boca llena del semen canino, se
lanz� como una posesa a besar y morrear con su hijo compartiendo los dos
golosamente el semen de los dos sementales.


Me fije en una zona del amplio jard�n que llevaba bastante
tiempo sin que el c�sped fuese cortado, donde hab�an puesto tres cepos
semejantes a los que eran usados en la Edad Med�a para someter al escarnio
p�blico a los delincuentes. En aquella porci�n de jard�n estaban las tres
mujeres que hab�an sido orde�adas esta ma�ana y haciendo honor a su papel de
vacas lecheras estaban pastando, arrancando con sus dientes el c�sped y
comiendoselo como una verdadera vacada. Las tres deambulaban de aqu� para alla
comiendo la hierba bajo la atenta mirada de un hombre y una mujer provistos
ambos de sendas varas de madera que continuamente azotaban el culo, los muslos y
las ubres de las tres esclavas para que no detuviesen su alimentaci�n. En los
tres cepos hab�a colocadas tres mujeres con las piernas abiertas y estaban
totalmente desnudas, dos de ellas de unos 30 a�os y la tercera de 19. Ten�an a
su lado un cartel en el que estaba escrito lo siguiente: "Insemina a las vacas".
Estaba claro que eran las siguientes en ser pre�adas para que aportasen su
leche, y por la cola que hab�a tras ellas estaba claro que los hombres se
tomaban en serio la petici�n del cartel.


Unos veinte hombres hac�an cola tras ellas meneandosela,
alguno de ellos mutuamente, esperando pacientemente que les llegase el turno de
metersela a alguna de las tres mujeres y poder correrse dentro. Para evitar que
los hombres tardasen demasiado los maridos de las dos treinta�eras se dedicaban
a chuparsela a los que estaban a punto para metersela a sus respectivas esposas,
de manera que cuando les tocaba clavarsela no tardaban mas que un par de minutos
en correrse dentro de las futuras madres. En el caso de la chica de 19 a�os era
su madre la que preparaba a los futuros sementales de su hija, mientras que su
padre se dedicaba a follarla la boca a su descendiente. La cantidad de pollas
que se hab�a albergado en esos co�os y hab�an eyaculado dentro era muy notoria,
porque el semen les chorreaba por las piernas a las tres, formando tres grandes
charcos en el suelo, lo cual pod�a parecer un desperdicio sino fuese porque
otros tres esclavos masculinos se dedicaban a recoger con su lengua tan preciado
liquido y se lo beb�an, pues al fin y al cabo era su �nica fuente de
alimentaci�n durante aquel d�a.


Uno tras otro iban pasando los hombres y corriendose en el
interior de las mujeres, pero la cola no se acababa nunca pues siempre se
incorporaba alguien mas a la cola, bien fuese a inseminarla por primera vez o
bien repitiese en su labor seminal. Las mujeres ten�an el co�o al rojo vivo,
pues por mas que aquella masa de semen que albergaban en sus entra�as les
lubricaba bastante la vagina, el hecho de que las estuviesen follando sin
descanso durante horas y a base de acometidas bien salvajes aseguraba la
irritaci�n de tan sensible parte de la anatom�a femenina.


Una extra�a escena irrumpi� por detr�s de las futuras madres
al aparecer una chica de unos quince o diecis�is a�os haciendo de ponygirl. La
chica ten�a una figura morbosamente grotesca. Media aproximadamente un metro
cincuenta, y f�sicamente era bastante delgada, pero como contrapunto ten�a nada
menos que 125 de pecho, evidentemente debido a la silicona, con dos enormes
pezones que tampoco eran de origen natural, rematados por dos gruesos aros de
los que colgaban sendos pesos que estiraban aun mas los gigantescos pezones. La
cabeza la ten�a parcialmente afeitada, tan s�lo la zona central tenia pelo, el
cual lo llevaba peinado como si se tratase de las crines de un caballo. La
barriga la ten�a prominentemente hinchada, proyectandose hacia el suelo como si
estuviese pre�ada, mientras que en el ano llevaba insertado un descomunal plug
anal rematado con una cola de caballo para rematar su caracterizaci�n de equino.
Su jinete era una mujer de unos cuarenta a�os, que mas tarde descubrir�a que era
su madre, la cual azotaba con fuerza a su montura con una fusta en los costados
fuera de la zona cubierta por la silla de montar que su hija llevaba, haciendo
que progresivamente la piel de la adolescentes se fuese volviendose morada.
Ademas de este castigo la madre calzaba unas botas de montar con espuelas, pero
unas espuelas como las que se pueden ver en los westerns, terminadas en sendas
estrellas puntiagudas que se clavaban en los muslos de la chica, haciendo
sangrar cada vez mas profusamente a su descendiente.


La raz�n de tan duro castigo se encontraba tras ellas, y era
otra pareja de la misma guisa salvo que en este caso el jinete era un chico de
unos 18 a�os y la yegua una mujer de unos 35. El chico era el hermano de la otra
yegua, mientras que su montura era su t�a, la hermana de su madre. Los jinetes
espoleaban a sus respectivas cabalgaduras golpeandolas con sa�a, sin temor a que
sus fustas desgarrasen la piel y la carne de sus familiares o les rompiesen
alguna costilla, mientras que no cejaban en aguijonear a sus bestias con sus
espuelas, clavandoselas cada vez mas y haciendo cada vez mayor y mas
sanguinolenta cada una de las heridas. Las dos yeguas ten�an ademas las rodillas
en unas condiciones lastimosas pues no llevaban ning�n tipo de protecci�n en
ellas, y aunque ahora avanzaban sobre una superficie cubierta de c�sped, antes
hab�an mantenido su disputa sobre su terreno de gravilla que les hab�a causado
heridas en las rodillas, por las cuales tambi�n sangraban.


La carrera continu� durante otras decenas de metros, mientras
a las yeguas les costaba cada vez mas mantener no solo la velocidad, sino
tambi�n el equilibrio. Solo cuando la mas joven de las monturas llego bajo un
�rbol, donde sus jinetes hab�an dejado sus sucintas vestimentas, termin� la
carrera con la victoria de la madre. Esta se levant� de la espalda de su hija y
le dio unos golpecitos amistosos en el lomo, para a continuaci�n propinarle un
brutal fustazo en una de las heridas producidas por las espuelas, mientras le
recriminaba su lentitud. A continuaci�n lleg� la otra cabalgadura la cual fue
golpeada en las tetas por su jinete con la fusta, antes de que le diese una
patada en el pecho que la coloc� junto a su hermana. Las dos yeguas fueron
colocadas lado a lado y sus respectivos cabalgadores se colocaron a su lado.


Madre e hijo se agacharon al un�sono y agarraron las colas de
caballos que remataban los enormes plugs que hija y hermana ten�an insertados en
el culo. A una se�al de la madre los dos sacaron de golpe los dos dildos y casi
de manera inmediata dos surtidores surgieron de las entra�as de las dos yeguas.
Unos inmensos chorros de liquido marr�n con gruesos trozos de excrementos
surg�an a presi�n de los dos culos. Madre e hijo fueron hasta el punto en que
hab�a llegado los chorros de mierda y liquido de sus respectivas bestias y la
madre sonri�. Su montura hab�a vuelto a ganar. Esto molesto al chico que cogi�
de las crines a su yegua la alz� y con una cuerda que pas� por una de las ramas
del �rbol la dej� con los brazos alzados y de puntillas. Luego cogi� un l�tigo
rematado en una plomada met�lica y comenz� a azotar a su montura. La mujer no
dejaba escapar un sonido de dolor o queja a pesar de estar recibiendo sin cesar
latigazos en su espalda y gluteos, siendo golpeada brutalmente con aquel trozo
de metal al final del l�tigo. Recibi� no menos de 25 latigazos que terminaron
por rasgar la piel de la mujer y provocarle una nueva hemorragia, ademas de
perder el sentido. El chico no estaba dispuesto a terminar tan r�pido con su
tortura y cogi� del sitio donde tenia el material de castigo una botella con
vinagre, el cual esparci� por las heridas de su t�a. Esta volvi� en si en
seguida, para poder apreciar con todos sus sentidos el nuevo castigo que le iba
a propinar su sobrino. Este cogi� una barra met�lica de un metro de longitud con
grilletes en los extremos, donde inmoviliz� los tobillos de la mujer dejandola
con las piernas bien abiertas. En el centro de la barra hab�a una argolla donde
at� otra cuerda, la cual hizo pasar por la rama donde estaba colgada la cuerda
que alzaba los brazos de la mujer. El chico tir� de la cuerda alzando las
piernas de su t�a, hasta que lleg� a poner las piernas paralelas al suelo, la
posici�n era extremadamente incomoda para la mujer, la cual en su cara mostraba
que el repetido castigo comenzaba a causarle mella.


Esto no amilan� a su pariente el cual de golpe tir�
nuevamente de la cuerda alzando aun m�s la cuerda, doblando por la cintura a su
t�a hasta el punto en que las piernas de la mujer casi tocaban su pecho. Ahora
la cuarentona colgaba con su culo perfectamente en pompa apuntando al suelo. El
chico trajo una botella de Coca-Cola de dos litros, que brillaba por la escarcha
que recubr�a la superficie de pl�stico del envase. Hizo bajo el trasero de la
cuarentona un peque�o hoyo donde enterr� la base de la botella de modo que no se
pudiese caer y luego baj� un poco a la mujer hasta que su ojete estuvo
minimamente penetrado por la punta del tap�n de la botella. La mujer empez� a
implorar que la perdonase, que no hiciese aquello, y una sarta de suplicas que
no hicieron la menor mella en el sobrino. Este cogi� de entre sus b�rtulos un
afilado pu�al y paso la acerada hoja entre las tetas de la mujer y luego por su
cuello, presionando cada vez mas hasta que le hizo una m�nima herida que dej�
escapar una gota de sangre. En ese momento y con un s�bito movimiento cort� las
cuerdas de donde colgaba su antigua yegua y esta cay� a plomo con su culo en
pompa apuntando al suelo. La botella penetr� abruptamente en el ano de la mujer
hasta la mitad de su longitud, haciendo que esta profiriese un impresionante
alarido mientras ca�a al suelo sobre su costado, con el culo abierto de modo
brutal ocupado por tan inmenso invasor, que hab�a salido del hoyo donde hab�a
estado. Cre� que reventar�a al sufrir tan brutal penetraci�n, pero no, la
esclava segu�a con vida, aunque el culo le sangraba profusamente a pesar de
tenerlo ocupado con la botella.


En aquel momento apareci� el marido de la esclava, el cual
tambi�n era esclavo y ven�a gateando tras el padre del chico que acababa de
destrozar el culo de su t�a. De la cara del esclavo colgaban profusos chorreones
de semen procedente de las numerosas pollas que hab�a mamado desde el alba. Tan
pronto lleg� al lado de su mujer esta le lamio la cara tragandose los chorros de
esperma, pero no pudo terminar su labor porque padre e hijo la cogieron, la
pusieron con las piernas levantadas y el culo apuntando al cielo, con el ojete
reventado totalmente abierto. El chaval cogi� la botella de Coca-Cola y vaci� su
contenido en el interior del recto, cabiendo todo su contenido en el interior de
las entra�as de la esclava. A continuaci�n la hermana de la esclava cogi� sendas
gomas y las introdujo en el enorme cr�ter anal de la esclava por un extremo,
mientras que el otro fue a parar a las bocas del sometido matrimonio. Los dos
comenzaron a beber la extra�a mezcla del culo de la mujer, compuesta de
Coca-Cola, sangre y excrementos licuados gracias al extra�o enema realizado,
hasta que se lo bebieron todo.


Despu�s de ver tan delirante acto sexual me fui de vuelta a
la casa porque ya iba siendo hora de comer, y la verdad es que ten�a hambre. La
comida se desarrollo sin especialidades ninguna salvo porque los comensales
est�bamos todos desnudos y porque los amos comimos en un sal�n y los esclavos en
otro, cenando estos �ltimos las sobras de nuestros platos, donde alguno de los
amos, antes de que los retirasen para llevarlos a los comensales que los
terminar�an, escup�an, se corr�an u orinaban para que los esclavos tuviesen un
nuevo aderezo en sus viandas.


El resto de la tarde transcurri� sin mayor novedad, de hecho
la actividad sexual se redujo casi totalmente para tomar fuerzas para la noche,
cuando se esperaba una nueva explosi�n de sexo, durante la celebraci�n de una
boda muy especial.


Se trataba de la boda de dos esclavos de una familia muy
importante, nada menos que el hijo y la hija del mayor constructor de la regi�n,
y los iban a casar entre ellos. Al ser el tercer y cuarto hijo la tradici�n
familiar los condenaba a ser esclavos de los padres y de los hermanos mayores,
que serian quienes recibir�an todo al morir los padres. La boda se celebr� tan
pronto comenz� a anochecer.


Los amos nos sentamos sobre los esclavos y esclavas, quienes
puestos a 4 patas hac�an de asientos para nosotros. Los novios llegaron ante el
oficiante, nada menos que el Presidente del Tribunal Provincial, casi totalmente
desnudos, salvo por los zapatos de tac�n de aguja negros y el cintur�n de
castidad de ella y el aro met�lico que constre��a la base del pene de el. Los
hermanos eran muy guapos, ademas de casi id�nticos pues eran mellizos, la �nica
diferencia entre los dos eran las enormes tetas de ella, evidentemente producto
de la cirug�a, aunque por su tama�o casi eran mas la obra de un arquitecto que
de un cirujano, y que el tenia la cabeza totalmente afeitada, mientras que la
chica ten�a una coleta rubia en la parte de atr�s de la cabeza, que contrastaba
con el resto de su cr�neo afeitado.


Los dos estaban de rodillas ante el oficiante, quien procedi�
a utilizar la formula legal para celebrar un matrimonio civil y cuando termin�
los declar� unidos en matrimonio. La �nica diferencia con una ceremonia normal
fue que en lugar de invitar al novio a besar a la novia, invito a los reci�n
casados a chuparle la polla, cosa que hicieron a d�o con gran fruici�n, hasta
lograr una copiosa corrida que ambos degustaron.


Terminada la breve ceremonia, los padres de los reci�n
casados cogieron a sus hijos y los colocaron en sendos cepos con sus orificios
expuestos al p�blico. La madre de los reci�n casados coloc� un enorme plug anal
en el culo de su hija, y despu�s lubric� el co�o de la esclava con una generosa
cantidad de aceite. A continuaci�n los esclavos fueron colocados en fila ante la
cara del esposo, quien los mamaba el tiempo suficiente para que alcanzasen la
erecci�n, pasando luego a meter la polla en el co�o de la esposa, hasta que
eyaculaban en su interior. La maniobra se repiti� casi cincuenta veces, hasta
que todos y cada uno de los esclavos se corri� en el interior de la reci�n
casada.


Era evidente que lo que se esperaba era pre�arla para as�
aumentar la prole de los esclavos de la sociedad. Una vez lleno de semen el co�o
de la zorra, su padre le coloc� un nuevo tap�n, esta vez en el co�o y de un
tama�o descomunal, nada menos que del grosor de una botella de Coca Cola de 2
litros, aunque con la mitad de su grosor. A continuaci�n le ataron sendas
cuerdas a sus tobillos y la colgaron cabeza abajo para asegurar que la lefa
cumplir�a su cometido. De todos modos, aun seria inseminada del mismo modo
varias veces mas antes de que terminase el fin de semana.


Ahora pas� a ser el turno del esclavo. Tras �l se fueron
colocando las amas dotadas todas ellas de vibradores con arn�s, de unos tama�os
descomunales. Una a una fueron introduciendo sus juguetes en el culo del reci�n
casado. El chico era sodomizado con fuerza por cada una de las amas, las cuales
parec�an haberse tomado muy en serio la labor de reventarle el culo al esclavo,
pues los empellones de ellas a la hora de introducir el vibrador eran
impresionantes, lo que hacia que el esclavo, aunque acostumbrado a que le
follasen el culo con pollas y consoladores de todos los tama�os, dejase escapar
gemidos de placer y dolor lo que aumentaba la fuerza de las acometidas de sus
folladoras. A la misma vez un pu�ado de amos se colocaron ante el marido y
pusieron sus pollas ante su boca.


El chico no daba a basto para atender a tanta polla que se
ergu�a ante �l. Solo pod�a usar la boca para atenderlas y as� resultaba que dos
y hasta tres pollas se abr�an camino en su cavidad bucal, buscando atenci�n. Los
dem�s golpeaban con sus enormes carajos la cara del esclavo. Poco a poco fueron
fluyendo los chorros de semen sobre la cara y la boca del sumiso, quien tragaba
todo el semen que pod�a, degustandolo con deleite. A buen ritmo fue descargando
las pelotas de los amos puestos ante su boca, mientras que las dominas
continuaban follandole el culo. En un momento determinado dos de ellas
decidieron abreviar su paso por el culo del chico. Para ir mas deprisa las dos
encularon a la vez al esclavo, arrancandole un grito de dolor al notar como su
esf�nter se desgarraba ante el paso a su interior de los dos enormes dildos. La
sangre y el dolor del esclavo no amilanaron a las mujeres que continuaron
follandole al un�sono el culo al marido cornudo. Las amas restantes imitaron a
estas dos y se dedicaron a encularle de igual modo hasta que todas terminaron
satisfechas, estando yo entre las que reventamos mas a conciencia el recto del
esclavo.


En aquel momento la acci�n pas� a centrarse nuevamente en la
esclava reci�n casada. Su madre la descolg� de su incomoda posici�n y la coloc�
sobre un sill�n de ginec�logo, con las piernas bien abiertas y todas la
extremidades atadas para evitar que se moviese y pudiese poner trabas a lo
pr�ximo que se le avecinaba. La madre comenz� a decir que era una buena
costumbre el que el novio desvirgase a la novia en la noche de bodas, y que era
una lastima que en este caso no pudiese ser posible. Yo no entend� a que ven�a
aquel pronunciamiento, pero enseguida qued� la cosa clara cuando de un
recept�culo del sill�n la madre sac� una aguja de coser e hilo.


Con suma parsimonia la madre enhebr� la aguja ante su hija,
quien miraba con total tranquilidad a su madre, a sabiendas de lo que iba a
pasar. Una vez preparada la aguja y el hilo la madre ensart� uno de los labios
mayores de la joven hasta perforarlo totalmente y luego hizo lo mismo en el otro
labio. De las perforaciones en la vulva comenz� a salir un sensible flujo de
sangre, pero eso no arredr� a la madre quien continu� cosiendo los labios
vaginales de su hija. A cada puntada apretaba bien el hilo para asegurarse de
que el co�o de su hija quedaba bien cerrado, y as� hasta que toda la apertura
vaginal de la esclava qued� clausurada con aquella costura. Una vez cosido el
co�o de la esclava, la mujer se dirigi� a su hijo, esclavo y reci�n casado y le
dijo que deb�a desvirgar a su mujer en el plazo de 10 minutos o ser�a castrado
all� mismo y deb�a hacerlo penetrando a su mujer y hermana con su polla y sin
cortar previamente los hilos de la costura.


El joven no dudo un momento de la seriedad de la orden y la
amenaza para caso de no cumplirla y al momento se dirigi� hacia su hermana con
la polla enhiesta. Se coloc� frente a ella y con su pene apunt� a la clausurada
vagina de la joven. El esclavo intentaba abrirse camino a trav�s de los labios
vaginales de su hermana y esposa pero por el momento sus esfuerzos eran
infructuosos. Su polla no consegu�a abrir brecha en el co�o, mientras que por
otro lado se estaba llenando de heridas debidas al roce con el hilo. La esclava
por el momento no daba muestras de notar nada mas alla de las molestias l�gicas
de tener cosido el co�o, pero de repente dej� escapar un grito de su boca, al
cual siguieron otros alaridos mayores cuando la polla fraternal comenz� a
abrirse paso hacia su vagina. Los hilos que cerraban su co�o no se hab�an roto,
pero uno de los empellones propinados por su hermano hab�a conseguido que el
hilo desgarrase el labio vaginal aflojando as� la costura y permitiendo un
avance de la polla hacia su objetivo. Los sucesivos empujones propinados por el
esclavo, sin ning�n miramiento por su esposa, permitieron que la brecha se fuese
haciendo mayor, pero tambi�n por el mismo m�todo, los labios del co�o de la
esclava estaban siendo rasgados por los mismos hilos que hab�an cerrado la
abertura vaginal de la zorra.


Con mucho esfuerzo el esclavo se iba abriendo camino,
provocando una profusa hemorragia a su esposa, y tambi�n provocandosela a si
mismo lo que hacia que poco a poco el joven perdiese su erecci�n. El padre vio
la declinante situaci�n de la polla de su hijo y esclavo, y apiadandose cogi� un
grueso vibrador que de golpe introdujo en el ano del joven y encendi� a m�xima
potencia. La estimulaci�n recibida reanim� la polla del joven que recuper� su
dureza, permitiendo que este continuase con su salvaje labor sobre el co�o de la
esclava. Antes del plazo de tiempo establecido logr� terminar de rasgar los
labios vaginales de su mujer y hermana, y meter su polla hasta el final. La
joven sangraba abundantemente por el co�o, pues ten�a los labios vaginales
totalmente rasgados, ahora no eran mas que colgajos de carne que jalonaban la
entrada de la vagina de la joven. Su marido continu� jodiendola con ganas y
pronto se corri� en su interior, uniendo su semilla a la de todos los esclavos
que antes hab�an follado a la joven. Tras la salvaje jodienda un medico se llevo
a los dos esclavos para arreglar los estropicios que hab�an sufrido, aunque los
padres ya hab�an manifestado su intenci�n de que los labios del co�o de su
esclava quedasen como estaban.


Una vez terminado el espect�culo, el resto de los asistentes
volvimos a nuestra sesi�n de jodienda sin limites, la cual no terminar�a ya
hasta la tarde del domingo. A lo largo de la misma no hubo practica que no
probase con alguno de los muchos esclavos o esclavas all� disponible, hab�a
llegado ya al punto de que nada me parec�a desagradable o extra�o, unirme a tan
particular club hab�a hecho desaparecer cualquier tab� que pudiese tener. A
partir de ahora el sexo podr�a disfrutarlo en cualquiera de sus m�ltiples y
geniales variantes.


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Relato: Todo en familia (08)
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