Este relato est� basado en una confidencia que me realiz� una
buena amiga. A ella va dedicado.
Despertares ( Por Mano Negra )
Existen en la vida momentos que guardamos en la
memoria como preciados tesoros. Son momentos de los que nos valemos cuando
necesitamos reconfortarnos ante la dura y fr�a realidad.
Uno de mis m�s preciados recuerdos ( y al que suelo
recurrir ) sucedi� en el verano del 94.
Por aquel tiempo, mi familia sol�a pasar las
vacaciones de verano en casa de mis t�os. Una visita al pueblo de mi padre que
serv�a de excusa para pasar unos d�as de playa.
Por las tardes sal�an las dos familias a tomar algo
por los chiringuitos. As� que me ve�a arrastrada por mis padres a acompa�arlos
(a diferencia de mis primos y hermanos mayores).
Sin embargo, cierta tarde, cuando mis padres y mis
t�os se dispon�an a salir a su acostumbrado paseo, comenc� a encontrarme mal. Un
repentino malestar que me oblig� a permanecer en cama. De modo que me qued� sola
en la casa.
Me encontraba medio adormilada en mi cuarto, cuando
de repente o� un ruido que me sobresalt�. Todos hab�an salido, estaba indefensa
ante cualquier extra�o. Sin embargo me tranquilice al momento, pues reconoc� la
voz de mi primo Marcos hablando con su pandilla de amigos.
Daban muchos gritos y hac�an ruido. Empec� a
enfadarme por su falta de consideraci�n hacia mi estado, y entonces ca� en la
cuenta. Cre�an estar solos, no sab�an que a �ltima hora yo no hab�a acompa�ado a
los padres.
Me levant� de la cama para poder o�rles mejor a
trav�s de la puerta ( lo reconozco, soy algo cotilla ). Al parecer se dispon�an
a ver una pel�cula que hab�an tra�do.
Pero lo �nico que escuchaba eran jadeos y gemidos
mezclados con toda clase de guarrer�as y bravuconadas por parte de los amigos de
mi primo. �Estaban viendo una peli porno! El coraz�n se me dispar�.
Lentamente gir� el picaporte de la puerta. La
entreabr� sin apenas hacer ruido ( aunque no creo que hubieran sentido nada en
aquellos momentos ).
Al fin, me atrev� a echar un vistazo. Estaban
sentados en el sof�, de modo que me daban la espalda. Pr�cticamente s�lo ve�a
sus cabezas y media pantalla del televisor ( recuerdo que proyectaba un primer
plano de una felaci�n - que cosas tiene la memoria - ). Se estaban masturbando,
no me lo pod�a creer.
De pronto, mi primo se levant� para ir al cuarto de
ba�o a descargar a gusto, seg�n me pareci� o�rle decir. El resto de la pandilla
le met�a prisa. As� se fueron turnando hasta pasar varias veces cada uno por el
servicio.
Por fin el miedo a ser descubierta pudo m�s que la
curiosidad, de modo que sigilosamente volv� a mi cuarto. Desde all�, escuch�
como terminaban de visionar el video y se marchaban a dar una vuelta por la
playa.
No hab�a logrado ver casi nada, sin embargo estaba
agitada. Volv� a la cama para intentar dormir, pero al cerrar los ojos iban
apareciendo en mi mente de forma muy clara los nabos de todos ellos. Me sent�a
excitada y caliente.
Era un calor que no hab�a experimentado antes. Me
qued� desnuda entre las s�banas, era una sensaci�n indescriptible como si cada
cent�metro de mi piel hubiera despertado de repente. Empec� a imaginarme
recibiendo a los amigos de mi primo, que en vez de al servicio acud�an a mi
cuarto con sus hinchadas pollas en mano, agit�ndolas fren�ticamente.
De repente me sorprend� acarici�ndome el interior de
los muslos, y esto me choc�. Me detuve al instante, no estaba segura si quer�a
experimentar esas sensaciones.
Pero era in�til, no lograba conciliar el sue�o y mi
imaginaci�n no se daba por vencida.
Ahora era Marcos quien pon�a su tieso miembro a mi
disposici�n. Su mano sub�a y bajaba a lo largo de su verga. Casi pod�a ver como
su sexo se ergu�a orgullosamente entre sus muslos.
Aunque intentaba controlarme, mis manos volv�an una y
otra vez al mismo sitio. Al tiempo que acariciaba mis muslos desnudos, me
manoseaba las tetas. Dibuj� con la punta de los dedos su suave aureola. Roc� los
pezones y los despert�. Se endurecieron al instante.
Me sent�a h�meda. Mis incipientes pechos sub�an y
bajaban al ritmo de mi turbada y entrecortada respiraci�n. Pellizcaba sus
peque�as puntas, estir�ndolas hasta dar una longitud inhabitual a mis senos.
Irrefrenablemente continu� acariciando mi
entrepierna. Tras rozar los pelitos cortos del pubis, entreabr� los labios
grandes y sedosos de mi vulva. Entonces lanc� un peque�o gemido. Mis dedos se
deslizaban suavemente entre los labios abiertos de mi rosada y ardiente gruta.
Finalmente introduje el dedo �ndice en mi hendidura, aunque s�lo hasta la
primera falange.
Mis piernas empezaron a agitarse y mi espalda se
arque� incorpor�ndome del colch�n. Aunque nunca hab�a tenido hasta entonces la
necesidad o ca�do en la tentaci�n de tocarme, cre�a que pod�a dominar mis
impulsos. Pero ahora hab�a llegado demasiado lejos, y no pod�a, no quer�a parar
de explorar mi cuerpo. Me aproximaba al �xtasis sin remedio.
Ech� la cabeza hacia atr�s, doble las rodillas y
recog� los talones bajo el trasero. Y entonces hund� m�s profundamente el dedo
en mi interior. Ahora, con las piernas bien separadas, mis inquietos dedos
actuaban con mayor libertad sobre mi h�meda rajita.
Si al principio mi pulgar presionaba suavemente el
cl�toris, ahora su movimiento se acentuaba, masajeando m�s fuerte.
Y ya eran dos los febriles dedos ( �ndice y coraz�n )
que se introduc�an en mi sexo.
Sacud�a la cabeza a derecha e izquierda. Mi cuerpo se
ve�a agitado por las contracciones. Y entonces, mi pelvis se proyect� hacia
adelante y lanc� un largo gemido de placer, ... me abandon� al orgasmo. Los ojos
casi se me salieron de las �rbitas. En esos momentos me hab�a quedado muda. Fue
tan intenso que incluso despu�s de los espasmos me continuaban temblado las
piernas y jadeaba exhausta.
Tambi�n empec� a experimentar un ligero sentimiento
de culpabilidad, pero estaba tan relajada que me dorm� enseguida.
A la ma�ana siguiente me vino mi primera regla.
Estaba claro que las hormonas iban a transformar no s�lo mi cuerpo, sino todo mi
comportamiento ( como ya hab�a comprobado ). Mi madre, que ya sospechaba algo
por mis s�ntomas, se alegr� mucho. Me dijo que ya era una mujercita. �Y tanto!
Lo vivido aquella tarde me hab�a cambiado para siempre. Para empezar despert� mi
inter�s por ver de cerca un pene, pero eso es otra historia que tal vez cuente
alg�n d�a.
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Relato: Despertares
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