Hola, heme aqu� despu�s de un largo descanso. Soy El Negro o
Vagazo.
Si bien llevo meses sin publicar un nuevo relato, no he
dejado de tener situaciones de enredos con maduras (mi debilidad). Pido las
disculpas del caso por todos aquellos relatos que con segunda y terceras partes,
jam�s he completado. Es dif�cil organizar una continuaci�n cuando puedo leer que
casi todas rondan por situaciones similares y son criticadas por la falta
aparente de emotividad, pero cr�anme que son muy jugosas.
Lo que hoy he de contar no tiene segunda parte, pues solo se
ha tratado de una acci�n furtiva y no dio para m�s.
La v�ctima, Mabel, es rubia, cincuentona, mal atendida y por
lo demostrado despu�s muy formal, pero para nada fr�a.
Mabel dista notablemente de ser una sex-symbol. Para su
altura (1,68 m), guarda varios kilitos derramados por su figura. De escasos
pechos, dej� caer gran parte del excedente a su cola, blanda, blanca y muy
pronunciada.
Presentada la dama, vamos a la acci�n.
Desde hace unos cinco a�os, trabajamos juntos y me ha hecho
blanco de numerosas chanzas, pues es evidente que me ten�a muchas ganas y he
logrado evitarla con esquives t�picos de un torero.
En el mes de marzo, por las cl�sicas reglas del juego de la
docencia en mi bendito pa�s(Argentina), perd� el 50% de mi trabajo con todo el
trastorno que ello genera. Las deudas, los requerimientos de la tarjeta de
cr�ditos y otros detalles me hab�an puesto en una situaci�n para nada agradable.
Los intentos infructuosos de conseguir nuevas horas de
trabajo me estaban agobiando pues las respuestas eran negativas una y otra vez,
hasta que un martes sobre las 14 horas son� el tel�fono de mi casa.
"�Negro? Soy yo, Mabel si ten�s un curr�culo, ac�rcamelo ya a
mi casa que quiz� ma�ana tengas novedades" dijo a m�xima velocidad. At�nito,
respond� de manera afirmativa y me dirig� a mi PC para imprimir el documento y
media hora despu�s me dirig� a su casa.
Al llegar, me plant� frente a la puerta de su casa y pude ver
que todas las ventanas estaban cerradas, sin que un mil�metro pudiese ver de su
interior y un silencio digno de cementerio la rodeaba.
Creyendo que no habr�a nadie, presion� el timbre y aguard�
unos instantes. "Ya va" se escuch� desde el interior. Segundos despu�s y por una
peque�a abertura asomaba la cara de Mabel, con los cabellos revueltos y los ojos
apenas abiertos.
"No quiero cortar tu descanso, aqu� ten�s el curr�culo, pero
�para donde es?" dije mientras pasaba las hojas por la abertura de la puerta.
"Para el colegio privado donde trabajo. Echaron al profesor
que hab�a y est�n busc�ndole reemplazante. Si todo va bien, el jueves ser�s
compa�ero m�o all�. Cruz� los dedos y and� pensando que me vas a regalar cuando
cobres tu primer sueldo" dijo antes de cerrar la puerta.
A�n desconcertado, me volv� a mi casa. Los siguientes tres
d�as fueron de mucha agitaci�n y casi me olvid� de aquella situaci�n.
Eran las 10 de la ma�ana del jueves cuando el tel�fono
comenz� a sonar. Atend� y una voz de mujer me informaba que deb�a presentarme a
las 16 para una entrevista con la representante legal del colegio Mirasol. En
aquel momento volv� a recordar los dichos de Mabel y sinceramente me puse muy
nervioso.
La entrevista dur� unos 25 minutos, tras los que me
transform� en nuevo integrante del plantel de aquel colegio.
Los primeros quince d�as transcurrieron en calma, adapt�ndome
a los nuevos horarios y los alumnos (�Qu� alumnas! Est�n fuert�simas y para
colmo nadan en plata!!)
Lleg� el d�a 4 de abril y con ello el sueldo. Mis finanzas
estaban agradecidas, pero alguien m�s quer�a tener una cuota de gratitud. Mabel,
llam� nuevamente y me record� sus palabras de aquella tarde de Marzo.
"Tr�ete unas masas, que yo te preparo un buen caf�, �ok?"
fueron sus palabras.
Sin negarme, pas� por una confiter�a donde compr� el pedido y
me dirig� a su casa.
Al llegar, la misma imagen que aquel d�a, ventanas bajas y
silencio total. Parec�a una copia de aquella tarde; nuevamente el timbre, el
grito "Ya va" y la puerta que se abri� apenas, ella con el cabello revuelto con
cara de dormida, pero esta vez la apertura fue mayor, como para dejarme
ingresar.
Traspuse la puerta, y reci�n all� volv� mis ojos para verla.
Ten�a una amplia remera que apenas llegaba unos diez cent�metros por debajo de
su cola y dejaba ver claramente que no ten�a corpi�o, dada la posici�n de sus
pechos y la marca que dejaban los pezones.
Estaba descalza, y se me adelant� camino a la cocina.
"Seguime, en la cocina est� la cafetera en marcha para hacer uso de esas masas",
dec�a mientras mov�a notablemente su cola de lado a lado.
Esa imagen me hizo recordar que los inconvenientes de dinero
me hab�an llevado a una abstinencia sexual de casi 3 meses, y a esa altura
cualquier plato es caviar.
Encendi� una luz de bajo voltaje en la cocina y se dirigi� a
la alacena que estaba sobre la mesada para sacar dos tazas peque�as y una
bandeja donde colocar las masas. Ese movimiento puso en evidencia la escasez de
dimensiones de su tanga negra, que se perd�a en la inmensidad de sus nalgas.
Solo pod�a verse un peque��simo tri�ngulo que surg�a de la parte superior del
canal que divid�a su cola, con bordes de encajes.
Me qued� petrificado, con la mirada clavada en esa prenda.
Sin dudas, lo hab�a hecho de manera intencional ya que segu�a hablando y se
estiraba cuanto pod�a para dejar m�s visible su figura, hasta el inicio del
el�stico negro que bordeaba su cintura. Era evidente que quer�a mostrarme todo
su culo y esperar tal vez una reacci�n de mi parte.
Pasaron unos tres o cuatro minutos y no not� avance de mi
parte hacia su cuerpo, entonces cerr� la puerta de la alacena y se gir� sobre
sus talones para colocarse frente a mi.
"Nene, ten�s nervios de acero o sos medio corto. �No te gust�
lo que te mostr�?" dijo mientras me enfrentaba, pero grande fue su sorpresa
cuando me hall� a un metro de ella y avanzando.
Fueron sus �ltimas palabras antes de recibir un beso que la
dej� muda y una lengua que le recorri� toda su cavidad bucal. Mis manos burlaron
la tela de su casaca y se instalaron en sus nalgas. La atraje a mi cuerpo, la
apret� y le dej� sentir la calentura que manifestaba mi herramienta muy tiesa,
presa del pantal�n de jeans.
Forcejeamos unos instantes, ella tratando de separarse de mi
y yo intentando arrancar ese hilo que se incrustaba en su cola. Obviamente mi
fuerza f�sica se impuso y sus deseos la favorecieron.
Instantes despu�s estaba sentada sobre la mesada, con las
piernas rodeando mi cintura, bes�ndonos de manera fren�tica. Como pude, liber�
mi miembro de su prisi�n y lo afirm� frente a su conchita cubierta de vellos
h�medos. Rozaba el tri�ngulo de tela que separaba nuestros sexos.
Tanto frot� sus labios con mi miembro que empap� totalmente
la tela de su tanga, y aunque segu�a prendida a mis labios, gem�a y hac�a
movimientos fren�ticos para que aquel separador se desplazara y dejase nuestros
sexos unidos piel a piel.
Se levant� unos cent�metros, apoy�ndose en sus manos y dej�
el espacio suficiente para que mi mano derecha corriese la tela. Liberada de
ella, se desplaz� apenas hacia adelante y su vagina qued� lista para ser
penetrada. Segundos despu�s, estaba empalada.
Cada embestida la levantaba y volv�a a caer sobre la mesada
cuando mi herramienta se retiraba hasta el mismo borde de sus labios mayores.
Cinco minutos de vehemencia e incomodidad para aquella posici�n nos dejaron en
claro que no podr�amos gozar de aquel modo.
La levant� en vilo y la llev� rumbo a la mesa. Corr� con mis
brazos las cosas que hab�a sobre la madera lustrada y la recost�, dejando sus
piernas colgando del borde de la mesa.
Le cort� con un cuchillo los el�sticos del tanga, que se
desprendieron y dejaron liberado su sexo fragante y muy mojado.
Solo desprend� mis jeans, que cayeron hasta los tobillos y
bajando apenas el b�xer, acomod� mi verga en la puerta de su sexo. Con dos
movimientos, estaba dentro de ella y comenc� a bombear en su cuerpo. Movimientos
bruscos y profundos, que fueron arrancando gemidos de placer de sus labios.
Recuerdo que murmuraba palabras entrecortadas y repet�a "ahh,
aaahhggg" mientras recib�a toda mi potencia en su interior. Diez minutos de
actividad fren�tica, hasta la explosi�n. Sus piernas se aflojaron y mi cuerpo
rendido no pudo mantenerme en pie, hasta caer sobre ella.
"Vamos a la cama, quiero que me hagas todo lo que sepas.
Necesito m�s que esto. Llevame a la cama" me murmur� al o�do.
"Guiame. No se donde esta tu pieza" dije mientras trataba de
levantarla.
Los pantalones en los tobillos no me dejaban caminar, me los
quit� ah� mismo y los dej� en el suelo. Baj� de la mesa con un saltito y not�
como mi semen corr�a por sus piernas.
"Vamos a darnos una ducha, enjab�name la espalda y ay�dame a
rasurar mi co�ito. Si lo hac�s bien, te la dejo tan limpia que va a brillar"
dijo mientras me tomaba de la mano.
La segu� y aproveche que ella iba delante para mandar mi mano
libre entre sus piernas. La masturbaba al caminar, cosa que la calent� hasta el
punto de detenerse y aferrarse del marco de la puerta del ba�o, inclinar su
torso y dejar su raja bien abierta apuntando hacia atr�s. "Ponela ahora, que
estoy acabando, ponelaaaa" grit� y as� como ven�a la clav� por segunda vez.
Quiz� embest� tres o cuatro veces, y sent� como apretaba sus m�sculos vaginales
para exprimirme una vez m�s, aunque no logr� extraer nada. Tuvo un orgasmo
violento que le afloj� las piernas hasta casi caer. La detuve y la llev� a la
ducha, donde pareci� revivir.
Contar lo que sucedi� a continuaci�n ser�a abundar en
detalles que marcar�an su habilidad de mamar y ser mamada, ser penetrada por
cuanto orificio deja el cuerpo , basta con decir que reci�n volv� a mi
departamento a las 11 de la noche, tras 7 horas de sexo y m�s sexo.
Mabel sigue siendo compa�era de trabajo pero solamente ha
sido compa�era de cama tres o cuatro veces m�s. Hoy, tres meses despu�s alterna
entre m� y el nuevo profesor de Educaci�n F�sica, m�s joven, atl�tico y potente,
por lo que me ha dicho.