Relato: Astor Hotel





Relato: Astor Hotel

Mi avi�n hab�a salido de Buenos Aires hac�a poco m�s de dos
horas, y me encontraba en el coche que me llevaba desde Neuquen hasta la
localidad de Gral. Roca en la Provincia de R�o Negro, al norte de la Patagonia
argentina.


En mi desgano, empec� a pensar de que manera podr�a hacer m�s
placenteros aquellos cuatro d�as en aquel pueblo tan peque�o, sin cines, ni
teatros, sin siquiera esos peque�os saunas, como los que hay en algunas
capitales del interior del pa�s. Mis viajes atenuaban aquella rutina de la gran
ciudad, pero no siempre la pasaba bien. El �ltimo viaje, hab�a sido impuesto por
mi empresa hac�a apenas tres semanas, y en esa ocasi�n, me hab�a aburrido
considerablemente. Una cosa era cierta: el grado de entretenimiento que lograba
tener en esos viajes, era inversamente proporcional a la calidad de mis
trabajos, por lo que pens� equitativamente: "Tal vez sea mejor as�, si no tengo
con qu� distraerme, har� un informe muy bueno", y con ese consuelo me hac�a a la
idea de que estos cuatro d�as pasar�an muy r�pido, y mi imagen profesional
quedar�a nuevamente intacta ante mis jefes. Esta vez se trataba de un informe
sobre el producto por excelencia de la zona: "manzanas". Su cultivo, los
intermediarios, su exportaci�n, etc. Para eso tendr�a varias entrevistas y
consultas con agricultores y productores de la regi�n.


Cuando el aburrido chofer me dej� en la puerta del hotel,
suspir� con resignaci�n.


"ASTOR HOTEL", rezaba el cartel.


Era de solo tres plantas, modesto y deslucido, estaba en la
zona c�ntrica, y sus dudosas tres estrellas eran m�s pretenciosas que reales. Al
entrar, nadie vino a ayudarme con mi maleta. Entr� al hall y me dirig� al
peque�o mostrador. Casi todas las llaves del hotel se encontraban en sus
casilleros. La sensaci�n de soledad me invadi� a�n m�s. Finalmente, de una
puerta contigua apareci� un joven de unos 25 a�os de edad que me mir� con los
ojos agrandados. Se apresur� a recibirme, en el colmo de la amabilidad y el
respeto, salud�ndome como si fuera un maharaj�. Me re� para mis adentros, e
intentando tambi�n ser amable me present� y le dije que mi empresa hab�a hecho
una reserva a mi nombre.


-S�, se�or, d�jeme revisar la lista.


La lista era un trozo de papel arrugado donde el chico no
encontr� ni rastros de mi nombre. Estuvo as� buscando por todos lados, rojo de
verg�enza y temblando casi.


-Qu� barbaridad, debe haber un error, pues no se me avis� que
Ud. iba a venir.... perd�neme, pero yo le aseguro.... que...


-No te preocupes � le dije con tono calmo y un poco divertido
por la situaci�n � despu�s arreglaremos eso. Mientras....�no podr�as darme una
habitaci�n?, estoy un poco cansado y me esperan para almorzar.


-Desde luego, se�or, disc�lpeme, pase por aqu�, y perm�tame
la maleta.


Lo segu� por una estrecha escalera, pues el ascensor no
funcionaba, y despu�s de subir dos pisos, llegamos a mi cuarto.


El joven, pulcramente vestido con un pantal�n negro, camisa
blanca y corbata azul, deposit� mi maleta en una c�moda y abri� las cortinas. Le
di una buena propina, lo cual produjo un torrente de agradecimientos. Me indic�
que el desayuno se serv�a hasta las 10hs., y que si necesitaba cualquier cosa,
no dudara en llamarlo.


Vaya con el Astor Hotel. Pero era comprensible que en ese
lugar, era lo m�ximo a lo que se pod�a aspirar. Mi cama era estrecha. La ventana
daba a la desierta y angosta calle lateral. Una vista de ensue�o, pens�. Respir�
profundo, empec� a acomodar mis cosas y decid� darme una ducha. Me desvest� y me
dirig� en calzoncillos al ba�o. Y fue entonces que comprob� que el grifo de agua
caliente ni siquiera giraba sobre s� mismo. Echando pestes llam� de inmediato a
recepci�n para quejarme por lo ocurrido.


�Pobre chico!, su voz aterrada apenas pudo contestar: "�Voy
para all�, se�or!". Debe haber subido los escalones de a tres, porque a los
pocos segundos estaba tocando a mi puerta. Sin reparar que estaba a�n en slip,
abr� la puerta. El muchacho abri� a�n m�s los ojos quedando mudo ante mi cuerpo
semidesnudo.


-A ver si pod�s hacer algo. Quiero darme un ba�o y no pienso
hacerlo con agua fr�a.


-Por supuesto, se�or, con su permiso � dijo t�midamente,
pasando al ba�o. Examin� el grifo, intent� varios movimientos, pero fue in�til.


-Caramba, se�or, no s� como pedirle disculpas por esto.
Tendr�n que venir de mantenimiento para repararlo.


-S�, �c�mo no?, - dije muy alterado - �pero yo tengo que
salir en media hora...!


-S�, se�or, claro, comprendo.


-�Entonces!


-Bueno... yo...


-�Est� el gerente del hotel?


-�El gerente, se�or?, no, no.... a esta hora no hay nadie...


En un momento, me di cuenta de que la situaci�n era rid�cula
y que yo no estaba precisamente en el Hilton. Evidentemente mis exigencias
deb�an adaptarse a cuestiones m�s simples. Y el pobre muchacho me miraba con
ojos desorbitados sin saber que decir por ese percance tan desgraciado. Cuando
not� su estado, me enterneci� sobremanera y baj� los decibeles de mi enfado.


-Bueno, bueno. No te preocupes. �C�mo te llam�s?


-�Yo? � contesto el chico, mir�ndome asustado.


-Bueno, no hay nadie m�s aqu�...


-S�, claro, se�or, tiene raz�n. Me llamo Garc�a, se�or.


Sonre� nuevamente y lo mir� con las manos en mi cintura. No
me hab�a fijado mucho en �l, claro, pero este Garc�a no estaba nada mal. Era
moreno, con el pelo corto y prolijamente peinado con gel. Rasurado a la
perfecci�n, con un sombreado suave que denotaba una barba tupida, sus facciones
eran amables y sobrias. Sin ser un hombre hermoso, pose�a bastante atractivo
despu�s de todo. A pesar de ser muy t�mido, su mirada, enmarcada en unos grandes
ojos casta�os, era sincera y hasta indagadora. Era delgado, alto y de brazos y
piernas largas. Solo atin� a secar sus grandes manos, cubiertas de un fin�simo
vello, con una de las toallas, mientras me miraba inquieto.


-Veamos, Garc�a. �Qu� podemos hacer? � dije finalmente, con
voz mucho m�s amigable.


-�Quiere que le d� otra habitaci�n, se�or?


-Pues eso ser�a una estupenda soluci�n.


-Muy bien, se�or, d�jeme ayudarlo con sus cosas.


Garc�a tom� mi ropa, y mi maleta, y me dijo que lo siguiera.
Yo estaba casi en pelotas, por lo que quise tomar al menos una toalla para
cubrirme, pero el muchacho me dijo enseguida:


-No se preocupe, se�or, el hotel est� vac�o.


Con un gesto de sorpresa tom� el resto de las cosas que hab�a
sacado de mi maleta, y lo segu� saliendo de la habitaci�n. La situaci�n no pod�a
ser m�s c�mica.


-Le dar� la mejor habitaci�n del piso.


-Pues �qu� bien!. � dije con un tono algo ir�nico.


Cuando entramos a la nueva habitaci�n, �l me ayud� con mis
cosas y luego comprob� que todo estuviera en orden.


-Se�or, los grifos funcionan perfectamente. Ya puede ba�arse.


-Muchas gracias � dije sonriendo. En efecto, la habitaci�n
era mucho mejor, ten�a una cama de dos plazas y era mucho m�s amplia e
iluminada. Garc�a atin� a irse, pero de pronto me pregunt�:


-Se�or, �desea que desempaque sus cosas?


Sorprendido por esa propuesta, mi mente viaj� por un momento
a mis m�s bajas zonas, aquellas en las que imagino todo tipo de er�ticas
fantas�as. Pens� por un momento toda la situaci�n: Yo estaba casi en bolas, a
punto de ba�arme, con otro hombre en mi habitaci�n.... pues....


-�Pues s�!. Te lo agradezco mucho � dije, mientras
resueltamente entraba en el ba�o. Antes de cerrar la puerta, me quit� el slip.
Lo hab�a hecho calculadoramente, para testear la reacci�n del chico. Entonces,
por el espejo que hab�a en la puerta, not� que Garc�a me miraba atentamente el
culo mientras me desnudaba. �Esa mirada...!. �Ahora el at�nito era yo!. Y como
un colegial, solo atin� a cerrar la puerta y meterme en la ducha caliente,
observando que mi pija se empezaba a levantar por tanta emoci�n. Me qued�
pensando en Garc�a. Pero despu�s deduje que todo era producto de mi imaginaci�n
y que estaba viendo insinuaciones donde solo hab�a una fr�a amabilidad de
empleado de hotel. Pero yo ya estaba excitado y mi verga hab�a subido y subido
hasta ponerse totalmente tiesa. �Joder, qu� caliente estaba!. No pod�a dejar de
imaginar a ese muchacho totalmente desnudo. Enjabon� mi cuerpo, haciendo una
gran espuma entre mis pelos del pecho. Acarici� mis pezones una y otra vez,
limpiando suavemente la zona. Despu�s, llev� mi mano a mi trasero y me frot� las
nalgas, abri�ndome el ano con la redondez del jab�n. Imaginaba que era el
miembro de Garc�a. Ve�a mi pija dura, grande y bambole�ndose gracias a mis leves
movimientos p�lvicos. Me met� un dedo en el agujero y no pude contenerme al
gemir de placer. Y �Justo en ese momento!, escuch� que golpeaban a la puerta del
ba�o.


-�Se�or, tengo sus toallas, �quiere que se las alcance?


Garc�a estaba todav�a all�... y... �quer�a entrar!. No, no...
era solo mi imaginaci�n, no estaba ocurriendo nada m�s. Qu� ocurrencia... Pero,
yo estaba con una erecci�n de campeonato y con un dedo en mi culo, no pod�a
hacer pasar a Garc�a. Aunque pens�ndolo bien �Porqu� no?, de todos modos estaba
cubierto por la cortina de la ducha.


-S�, Garc�a, pas� nom�s, dej�melas sobre el banquito.


-Muy bien, se�or, con su permiso � dijo mientras entraba en
el ba�o. Yo me qued� inm�vil, sosteniendo mi miembro duro sin poder ver nada m�s
que una borrosa sombra detr�s de la cortina pl�stica. Todav�a segu�a all�. Hab�a
dejado las toallas... �porqu� no se iba?... Me pareci� que pasaba una eternidad
hasta que o� que la puerta se cerraba tras de �l.


�Ah!, asom� la cabeza como para cerciorarme de que estaba
solo. S�. As� era. A todo esto ser�a tard�simo, pens�. Dej� la masturbaci�n para
despu�s y sal� r�pidamente de la ducha. Me sequ� y me vest� a los tumbos, y sal�
de all� rumbo a mi almuerzo de trabajo.


Eran las tres de la tarde cuando regres� al hotel. Al entrar,
Garc�a sali� enseguida a recibirme, como si me estuviera esperando, con su
sobria sonrisa y sus reverenciados saludos. Me dio la llave y sub� a mi cuarto.
Hab�a intentado alejar de mi mente al empleado del hotel. No lo consegu�a, pues
dudaba constantemente sobre si �l se hab�a fijado en m�, o todo era producto de
mi imaginaci�n.


Me quit� la corbata, los zapatos, y me abr� la camisa,
mientras me sentaba a trabajar en mi ordenador. Al poco tiempo sent� que
golpeaban a mi puerta.


-�S�?


-Disculpe, se�or, �todo est� en orden en la habitaci�n?
�Necesita alguna cosa?


Sent� un sacud�n en mi pecho al escuchar la voz del chico.
"Qu� tonto", pens�, me comportaba como un jovencito adolescente. Mir� entorno
m�o, como buscando alguna raz�n para necesitar algo, pero no, todo estaba bien.
As� y todo, fui hasta la puerta y la abr�.


-Buenas tardes, se�or.


-�C�mo est�s, Garc�a?


-Bien, se�or � contest� sonriendo y mirando mi pecho que
emerg�a de la camisa abierta � �Necesita que le acomode el cuarto?


No lo pens� dos veces. El cuarto estaba en orden, pero con un
gesto nervioso, le dije:


-S�, s�... claro... s� � y volv� a mi ordenador. Tecleaba
cualquier cosa, lejos de concentrarme y atento a todos sus movimientos.


-Ya est�, se�or. �Algo m�s?


-Eh... s�, s�...


-D�game, se�or.


-Por favor, �podr�as traerme un jugo de naranja?


-Claro, se�or, enseguida.


Cuando cerr� la puerta me levant� como accionado por un
resorte. �Qu� iba a pasar entonces?. Pod�a pasar cualquier cosa, incluso que no
pasara nada. Pero ten�a que salir de dudas. As� que decididamente me quit� la
ropa y me qued� solo con mi slip blanco. Me recost� en la cama, encend� la
televisi�n y as� me dediqu� a esperar a Garc�a. No s� si era mi impaciencia, o
si el muchacho hab�a tenido que ir a la fruter�a a comprar naranjas, la cosa es
que esa espera me pareci� interminable. Para cuando sent� tocar a la puerta, mi
pija hab�a crecido bastante, y la tirantez del bulto hac�a que varios pelos
p�bicos asomaran fuera de la prenda. Me pareci� una escenograf�a propicia para
recibir a mi amigo y ech� los brazos hacia atr�s, anudando mis manos por debajo
de mi cabeza para intensificar el efecto.


-Adelante.


-Permiso, se�or


-Si, Garc�a, dejalo sobre la mesa de luz, por favor.


-Muy bien, se�or.


Garc�a se acerc� a la cama mientras yo fing�a estar muy
interesado en el programa de televisi�n. �Notar�a como mi verga crec�a con cada
latido?. Yo no lo miraba directamente, pero sent� como sus ojos recorrieron mi
cuerpo extendido en la cama. Sent� como era observado desde mi cuello hasta mis
pies, y como sus ojos se hab�an detenido un momento sobre mi bulto. Entonces,
como �l no se retiraba, me volv� hacia �l.


-�Podr�a firmar aqu�, se�or?


-Claro.


�l estaba visiblemente nervioso, con sus grandes ojos, con su
timidez temblorosa, mirando mi cuerpo apenas cubierto con ese slip blanco.
Entonces, le dije que esperara. Me estir� hacia la otra mesa de luz, para
alcanzarle unas cuantas monedas. Al hacerlo gir� casi hasta ponerme boca abajo,
brind�ndole todo el espect�culo de mi trasero y mis muslos abiertos.


-Tom�, y muchas gracias.


Garc�a tom� las monedas con una peque�a reverencia, pero
estaba tan tembloroso que se les cayeron al suelo. Enseguida se agach� a
recogerlas, pero varias hab�an ido a parar debajo de la cama.


-Esper� � dije incorpor�ndome. Me agach� para buscar las
monedas. Pens� maliciosamente que si hubiese planeado aquella jugada, nunca me
habr�a salido tan bien. Me arrodill� y met� la parte superior de mi cuerpo
debajo de la cama, para alcanzar las monedas.


-Se�or, no se preocupe, d�jelas, por favor.


Pero yo aprovechaba para apuntar mi culo a su cara de manera
casi escandalosa. Abr�a bien las piernas y me estiraba debajo de la cama. As�
estuve unos minutos, pretextando no ver mucho ah� abajo. Cuando sal�, Garc�a
respiraba pesadamente. A duras penas yo conservaba mi pija dentro del slip, pues
ya estaba duro a m�s no poder. El chico, totalmente colorado, tom� las monedas y
sali� r�pidamente, agradeciendo y volviendo a agradecer con los ojos en el
suelo.


�Joder!, me atra�a mucho ese chico, �cada vez m�s!. Pero lo
peor era no saber qu� le pasaba a �l conmigo. Es que uno no termina de discernir
el deseo en las personas t�midas. Me dej� caer en la alfombra y acariciando mi
dura verga por encima de mi slip, me fui calmando. Ten�a que retomar mi trabajo
y hacer varios llamados. Eso intent�, pero mi mente estaba ausente. Me tir� en
la cama y poco a poco el cansancio me rindi� y dorm� profundamente.


Cuando despert� eran cerca de las 21. Me vest� con una camisa
suelta y un jean, y sal� a caminar. Cuando dej� la llave en recepci�n no hab�a
nadie all�. Supuse que el horario de Garc�a hab�a terminado.


Camin� por el tranquilo y escueto centro de la ciudad por
unos minutos, sin rumbo alguno y mirando los escaparates desva�dos y anticuados.
Al poco rato me dio hambre y busqu� un sitio para comer algo. Entr� por fin en
una especie de pub que me pareci� agradable. Era el �nico lugar en la zona que
estaba lleno gente. Me sent� en una mesa, sin mirar mucho a mi alrededor, y al
ordenar mi cena vi que Garc�a estaba en una mesa a pocos metros de la m�a. Me
sobresalt� al cruzar nuestras miradas. �l me salud� con una nerviosa sonrisa.
Estaba con una mujer que no pod�a verme porque estaba de espaldas a m�. Durante
toda la cena, miraba cada tanto al muchacho. Iba vestido mucho m�s informal. La
camisa abierta me dej� ver el comienzo de sus hermosos pectorales. Ten�a escaso
vello solo en el centro, pero yo adivin� la hilera de esa vellosidad
ensanch�ndose hacia zonas que no pod�a ver. Era evidente que estaba con su
novia, pues se tomaban de la mano por sobre la mesa y ella le dedicaba toda su
atenci�n. �l, por el contrario, parec�a distante e inquieto. Todo me hac�a ver
que era por mi presencia. O eso cre� en ese momento. Al rato, ellos se
levantaron y se fueron.


Volv� al hotel despu�s de caminar y buscar en vano un �ltimo
lugar para tomar un trago. Todo estaba cerrado y no hab�a nadie en la calle. Esa
noche me qued� mirando TV hasta muy tarde, y finalmente me dorm�.


Me despert� a las 8, con una erecci�n de caballo. Pensando en
Garc�a, fui hasta el tel�fono y llam� a recepci�n. Cuando escuch� su voz, sent�
un alivio inexplicable, pues hab�a temido no encontrarlo.


-Buen d�a, Garc�a.


-Buen d�a, se�or


-�C�mo te va?


-�Perd�n, se�or?


-S�. �C�mo lo pasaste anoche?


-Bien, se�or, gracias. �Desea algo, se�or?


Suspir�, pensando que hab�a dicho algo fuera de lugar.
Enseguida endurec� mi voz un poco.


-S�, quisiera desayunar en mi cuarto, por favor.


-Por supuesto, se�or.


Colgu�, lleno de excitaci�n. Mir� mi paquete. Me desnud�, y
mi verga qued� enhiesta apuntando al techo como una estaca. Abr� la ducha y me
met� en ella, intentando calmar mi ansiedad y mi excitaci�n. Estaba a�n debajo
del agua cuando o� golpear.


-�Un momento, por favor! � grit� desde el ba�o. R�pidamente
sal� y me envolv� en una toalla anud�ndola en mi cintura, mientras que con otra
sobre los hombros me apresur� a abrir la puerta.


Garc�a estaba ah� con su hermosa sonrisa t�mida y sus grandes
ojos tan expresivos. Llevaba sus mangas levantadas, dejando libres unos
magn�ficos brazos velludos. Record� la visi�n fugitiva de sus pectorales con
aquellos pelos entre ellos, como si quisiera ir armando un rompecabezas con las
pocas im�genes que hab�a visto de su cuerpo.


-Buen d�a. Le traigo su desayuno, se�or.


-S�, buen d�a, pas� por favor.


Garc�a fue a dejar la bandeja sobre el escritorio. Cada vez
me parec�a m�s atractivo. Enseguida su trasero atrap� mi atenci�n por competo.
Era de una redondez y formas perfectas. Abultado, firme, armonioso con respecto
a sus largas piernas. Me sent� en el borde de la cama con las piernas abiertas,
mientras me secaba suavemente la cabeza con la toalla que tra�a a los hombros.


-Decime, Garc�a...


-S�, se�or.


-�Hay alg�n lugar agradable cerca de aqu� donde pueda ir a
tomar unos tragos despu�s de cenar?


-S�, claro, se�or, pero no est� muy cerca. Hay que caminar
algunas cuadras.


-Me gustar�a que me indicaras donde... � empec� a decir,
mientras continuaba secando mi cabeza, mi cara y mi cuello. Mi pecho estaba
lleno de gotas que ca�an sobre el espeso vello de mis pectorales. Lentamente
abr�a las piernas, sabiendo que pronto mis genitales estar�an ante su vista.
Garc�a me hablaba de ese bar, de c�mo llegar, mientras cada tanto sus ojos no
pod�an evitar bajar a mi entrepierna. Yo sab�a que mi pija estaba por lo menos
en parte ante su vista, lo que me excit� tremendamente y comenc� a sentir una
erecci�n incontenible. Entonces �l me pregunt�:


-�Algo m�s, se�or?


Me puse de pie, dejando a prop�sito que mi dureza fuera
notoria. Un elevado m�stil elevaba la toalla y descorr�a su abertura por
delante. Yo segu�a sec�ndome la cabeza como si nada, con los brazos alzados,
mostr�ndole mis peludas axilas y mir�ndolo de manera inequ�voca.


-Espera un momento � le dije, y sabiendo que �l me segu�a con
mirada, fui hasta mi billetera, separ� un billete y se lo alcanc� en la puerta.
Me acerqu� mucho a �l. Pero esta vez sus ojos fueron directamente a la abertura
de mi toalla. Mi verga, dur�sima, sosten�a la toalla como una carpa de circo, y
�l pod�a ver parte de mis pelotas y el matorral de mis pelos. Ahora s�, ahora
sab�a que Garc�a estaba mirando mi paquete con ganas de tomarlo entre sus manos.
Nos quedamos un instante as�, quietos, respirando agitadamente, en silencio.
Entonces, �l tom� el billete, y me mir� a los ojos.


-Gracias, se�or. Muchas gracias. � dijo lentamente, muy
serio, y sin el menor atisbo de timidez en su voz.


Cuando cerr� la puerta, cre� desmayar. Mi pecho lat�a a mil,
y mi pija se mov�a espasm�dicamente. Me quit� la toalla y ah� mismo, roc� apenas
mi miembro, que a ese m�nimo contacto larg�, ante mi asombro, tres espesos
chorros de semen, haci�ndome flaquear de placer.


Ese d�a estuve muy ocupado y regres� al hotel despu�s de las
20 hs. Garc�a se hab�a retirado. Sal� a cenar y fui al mismo sitio, pero �l no
estaba all�. Despu�s, casi con prisa, me tom� un taxi hasta el bar que me hab�a
recomendado Garc�a. Alguien cantaba un tonada folkl�rica en el extremo del
sal�n, y hab�a mucha gente. Me sent� en la barra y ped� algo fuerte. Hab�a
hombres y mujeres. Casi todos me miraban, era el forastero all�. Yo tambi�n los
mir�, sobre todo a algunos hombres. Algunos sosten�an la mirada, y otros la
bajaban. En vano busqu� a Garc�a all�. Abrigu� la esperanza de encontrarlo, pero
finalmente pagu� mi consumici�n porque quer�a regresar al hotel.


Antes de salir entr� en el ba�o, me mor�a de ganas de orinar.
Entonces, casi detr�s de m�, entr� un hombre de mediana edad. Nos miramos por un
segundo, y se situ� en el �nico orinal que quedaba, justo a mi lado. Yo estaba
todav�a orinando generosamente cuando me di cuenta de que el hombre me miraba el
pene disimuladamente. Termin� de orinar, pero no me retir�, notando que algo iba
a suceder.


El hombre no estaba orinando, por lo que sin hacerme notar
demasiado, mir� en direcci�n a lo que ten�a entre las manos. Estaba masajeando
suavemente una notable verga que a�n estaba en estado de flacidez. Era gorda,
larga y con un prepucio que sub�a y bajaba recorriendo el oscuro glande, que con
cada movimiento iba cobrando mayor volumen. Sin casi tocarme, mi pija respondi�
al est�mulo visual. Mir� un poco m�s al tipo. Era uno de los hombres que hab�a
visto afuera y que ante mi fijeza hab�a bajado la mirada. Algo muy fuerte me
llam� la atenci�n, y era que algo en sus rasgos me recordaban a Garc�a. Pero
atribu� eso al alcohol que hab�a ingerido, o m�s bien a que no me pod�a sacar la
imagen del chico de mi cabeza. Tendr�a 45 a�os, con una espesa barba muy bien
cuidada y un perfil fuerte y viril. Los tres primeros botones de su camisa
estaban desabrochados, y por all� asomaban largos pelos grises. Con su mano
izquierda comenz� a desabotonar los siguientes. Vi que su dedo anular ostentaba
una alianza de matrimonio. En unos segundos, se hab�a abierto la camisa por
completo y un pecho velludo me sorprendi� gratamente. Me dej� guiar por el surco
descendente de sus pelos hasta llegar a su pubis, intensamente tapizado de una
mata negra; y all� observ� como su verga sobresal�a descaradamente, endurecida
por completo. Era majestuosa. Cuando la dejaba libre, sin toc�rsela, quedaba
levantada curv�ndose hacia arriba, con el glande brillante y totalmente
descubierto. Rodeada de una mata oscura, la dura lanza corcoveaba sobre sus
pesados huevos.


Bueno � pens�, mirando aquel magn�fico esp�cimen de hombre �
la noche no vendr�a tan mal, despu�s de todo.


Mir� sus endurecidos pezones. Redondos, oscuros y grandes. Su
pecho sub�a y bajaba, agit�ndose cuando el bombeo se hac�a m�s intenso. �l me
miraba la pija y comprend� que quer�a ver m�s. Entonces me abr� del todo el
pantal�n y lo descorr� hasta un poco m�s abajo de mis pelotas. Sub� los faldones
de mi camisa hasta m�s all� de mi ombligo, mostr�ndole lo que quer�a ver. Mi
verga, dur�sima, sub�a recta y h�meda ante su vista �vida. El hombre, ganado por
el inmenso placer que �l mismo se daba, entrecerr� los ojos aprobando mis
diecinueve cent�metros de erecci�n. Seguimos masturb�ndonos lentamente por un
rato, hasta que lentamente estir� una mano para sentir uno de sus pezones entre
mis dedos. Ante ese gesto �el hombre retrocedi� como si hubiera visto al mismo
diablo!. Sin poder creerlo, vi como se pon�a cada vez m�s nervioso, y acomodando
r�pidamente su ropa, se apresuraba a salir del ba�o. Desapareci� en unos
segundos, dej�ndome con la pija en la mano y con los ojos abiertos por la
sorpresa.


�Incre�ble!, sin entender demasiado, me arregl� y sal� pocos
minutos despu�s. Tal vez me estuviera esperando afuera, pens�, pero cuando pas�
por el sal�n en direcci�n a la salida, el hombre estaba en una mesa, en compa��a
de quien ser�a seguramente su mujer y otra pareja de amigos. Nerviosamente mir�
hacia otro lado cuando pas� a pocos metros, poniendo una mano en su frente.


Mi frustraci�n era total esa noche y regres� caminando al
hotel.


Dorm� mal, por lo que a las 7 ya estaba despierto. Me qued�
en la cama hasta las 8 repasando algunos apuntes. Entonces llam� a recepci�n
para pedirle el desayuno a Garc�a. Me extra�� mucho que me respondiera otra
persona. Cuando golpearon a la puerta, me levant� para abrir enseguida,
esperando ver a mi amigo. Pero no, no era Garc�a.


Entr� un hombre alto que me salud� en voz muy baja. Fueron
tan r�pidos sus movimientos que no pude verle el rostro. Dej� la bandeja en el
escritorio, y gir� sobre s� mismo siempre con la vista en el suelo, apresurado
por salir. Entonces, lo observ� mejor.... �Era el hombre de barba que se hab�a
masturbado conmigo en el ba�o del bar! �No pod�a dar cr�dito a lo que ve�a!.
Cre� enga�arme, pero �l tuvo que pasar delante de m�, as� que no tuve dudas al
verlo tan cerca como lo hab�a estado en ese ba�o p�blico. Me atrev� a
preguntarle:


-�Perdone, pero no est� Garc�a?


-�Garc�a?, Usted se refiere a.... no, no...�l no est�. Hoy es
su d�a de franco � dijo sin levantar la vista, saliendo lo m�s r�pido posible.


Qued� mudo y pensativo. Entonces ese hombre tambi�n trabajaba
en el hotel. Adem�s de sorprendido, ca� en una profunda decepci�n porque ese d�a
no ver�a a Garc�a.


Tom� mi desayuno mientras pon�a en orden mis pensamientos.
Entonces decid� centrarme en mi trabajo, y terminar de una vez por todas con ese
informe. Me ten�a que sacar de la cabeza a Garc�a y regresar a Buenos Aires,
pues empezaba a sentirme realmente fastidiado en esa ciudad.


Sin embargo pas� todo el d�a pensando en ese alto y t�mido
recepcionista del cual ni siquiera sab�a el nombre de pila. Me quedaba un solo
d�a antes de partir, y nada indicaba que lo volver�a a ver. Esa noche ped� que
me despertaran a las nueve. Reconoc� la voz del hombre de barba. �Y si volv�a a
intentar algo con �l? �C�mo? Pero enseguida desech� esa idea, era evidente que
el tipo hab�a entrado en p�nico al intentar tocarlo, por lo que calcul� que algo
similar en su lugar de trabajo, ser�a diez veces peor. No. Descartado.


Amaneci� lluvioso y gris, y yo ya estaba despierto cuando
son� el tel�fono a las nueve de la ma�ana. Atend� con desgano, como para
responder un amable "gracias", pero mi sorpresa fue inmensa al escuchar la voz
de Garc�a.


-Buenos d�as, se�or, son las nueve.


-�Muchas gracias, Garc�a! � dije alegremente, con la
esperanza de que mi felicidad se notara en el tono de mi voz. Escuch� lo que mi
mente entendi� como el suspiro de su sonrisa, y de inmediato me contest�:


-De nada, se�or. �Desea el desayuno en su habitaci�n?


-S�, claro. �Me lo vas a traer vos?


-S�, se�or, como Ud. quiera.


-Me encantar�a � dije, sorprendido de mis propias palabras.
Se hizo un silencio del otro lado.


-Como no. Enseguida subo, se�or � respondi� Garc�a despu�s de
unos segundos.


Al colgar el tubo, salt� como un resorte. Fui hasta el ba�o y
arregl� un poco mi aspecto. Lav� mis dientes, me roci� con un poco de colonia y
me moj� un poco el pelo. Quer�a recibirlo de una manera especial. Me pregunt� si
ser�a muy obvio hacerlo sin ropa alguna. No lo pens� dos veces, mi ansiedad me
indic� quitarme el pijama, mi slip y quedarme como Dios me hab�a tra�do al
mundo. Estaba impaciente y mi coraz�n se me sal�a del pecho.


Al o�r los golpes a la puerta me paralic� y de pronto me dio
mucha verg�enza encontrarme desnudo. Pero la suerte estaba echada, as� que cre�
que lo mejor ser�a sentarme al escritorio frente a mi ordenador, simulando estar
trabajando. Y as�, en pelotas, grit� desde mi sitio:


-�Adelante!


Garc�a entr� con la bandeja. Yo no lo mir�, pero sab�a que
hab�a quedado inm�vil al ver que estaba en bolas.


-Se�or... permiso...


-S�, s�... pas� nom�s, Garc�a. �C�mo est�s? � dije intentando
mantener cierta naturalidad, como concentrado en mis apuntes.


-Bien... se�or, muy bien. Su... su desayuno... � balbuce�,
sin animarse a dar un paso.


-S�, claro. �Podr�as tra�rmelo a la mesa?


No escuch� respuesta alguna. Lo imagin� nervioso y colorado
como las manzanas de su provincia natal, y re� para mi interior, enternecido y
excitado a la vez. Vino lentamente y se me acerc� por la derecha. Lo ten�a de
pi� junto a m�, intuyendo sus ojos sobre mi cuerpo.


-Se�or... �D�nde le dejo la bandeja?


-Ah, s�, disculpame... � dije apartando algunas cosas para
que pudiera apoyar la bandeja � Aqu� est� bien.


Tem� que desapareciera nuevamente. Algo ten�a que inventar y
mejor que se me ocurr�a era charlar de alguna cosa, pero �de qu�?.


-Ayer tuviste tu d�a de franco, �verdad?


-S�, se�or.


Abr� un poco mis muslos, sabiendo que mi miembro quedar�a
perfectamente bajo su vista.


-La verdad, es que te extra�� un poco � dije sonriendo
tontamente � es que el se�or que vino en tu lugar, es bastante seco. Es ese
hombre de barba, alto...


-Es mi padre, se�or.


-��Tu padre?!, perd�n, no sab�a... � dije qued�ndome de una
pieza. �El hombre del ba�o p�blico era su padre!


-Descuide. Ud. tiene raz�n. No es muy simp�tico a pesar de
ser el due�o del hotel, todos lo dicen.


-��l es el due�o? �Vaya! � exclam�, yendo de asombro en
asombro. - No lo sab�a. O sea que vos no sos un simple empleado aqu�, sino el
hijo del patr�n.


-Bueno s�, no tenemos empleados, la familia se encarga de
todo aqu�, se�or.


-Fui al bar que me recomendaste el otro d�a � dije cambiando
de tema.


-Ah, �s�?, �Y c�mo la pas�, se�or?


-Nada bien. Se dir�a que en esta ciudad tan peque�a, todo el
mundo tiene miedo de mostrarse tal cual es � dije pensando todo el tiempo en el
padre de Garc�a y de c�mo me hab�a rechazado.


Garc�a me miraba. De pronto me sent� observado y deseado, sin
saber si esto era real o no. Eso hizo que empezara a excitarme, aunque no me
preocupaba ya en absoluto si mi verga se levantaba ante mi atractivo amigo.


-S� � dijo �l despu�s quedar pensativo por unos segundos �
Ud. ya sabe, se�or, "pueblo chico: infierno grande". Todos nos conocemos aqu�,
eso tiene sus ventajas, pero tambi�n, como sabemos que todo lo que hagamos ser�
notorio por esa misma raz�n, no somos libres de movernos como realmente
queremos.


La charla se pon�a interesante.


-S�, eso pens�. �Y a vos te pasa eso?


-�Qu� cosa, se�or? � me pregunt�, mientras miraba fijamente
mi creciente pija.


-Que no te sintieras libre, que tuvieras que ocultar ante los
dem�s.


Garc�a se qued� en silencio. Yo me acariciaba el pecho, como
por descuido, aunque cada movimiento era maquinalmente estudiado.


-S�, se�or. No s� si Ud. comprender� eso, porque obviamente
usted es una persona segura de s� misma, un hombre de mundo, alguien sin
prejuicios... alguien...


-Lo dices porque no me importa mostrarme sin ropas.


Garc�a trag� en seco. Abr� un poco m�s mis piernas, como
liberando mi verga para que pudiera levantarse m�s. Mis manos recorr�an mi
cuello, se deten�an entre mis pelos, o rozaban mis muslos. Estaba realmente
excitado, y le ofrec�a a Garc�a toda la sensualidad de mi desnudez. Sin dejar de
devorarme con los ojos, �l prosigui�, respirando m�s hondamente.


-Aqu� uno debe seguir el camino que se le ha trazado. Las
rutinas, lo preestablecido. Y todo lo que no se ajuste a eso, no tiene
aceptaci�n, se�or. �Me entiende?.


-Creo que s� � le dije mir�ndolo a los ojos. Pero mi vista no
pudo evitar descender hasta su entrepierna. �Cielos!, �Era posible lo que estaba
viendo?. Un considerable bulto hinchaba su bragueta, y no era mi imaginaci�n
esta vez.


-Si usted me entiende, sabr� lo que intento explicarle.


-No te preocupes, Garc�a, me parece que te entiendo �
exclam�, mientras mis dedos jugueteaban con mis pezones, y mi vista apuntaba
directamente a ese bulto que cada vez se hac�a m�s grande.


-Y es que uno quisiera decir lo que siente. Gritar ese
sentimiento, sacarlo afuera � continu� diciendo visiblemente emocionado � pero
es como si cientos de personas lo amordazaran a uno. �Alguna vez nad� contra la
corriente, se�or?.


-S�.


-Lo supon�a, se�or. Bueno. As� se siente. Vivir aqu� es como
nadar contra la corriente.


-Te entiendo � dije mirando su agitado pecho. En su
entrepierna se marcaba ahora la forma inequ�voca de su pene erecto, ladeado
hacia la izquierda. �l me miraba sin poder moverse.


-Gracias por entenderme.


-Sab�s, Garc�a, conmigo no ten�s porqu� sentirte amordazado.
Yo s� que ni siquiera me conoc�s, pero si te sirve de algo, no hay nada que me
emocione m�s en este mundo que la libertad.


�l dio un corto paso hacia m�, contenido siempre, pero a
punto de desarmarse.


-Se�or, no sabe cuanto quisiera saber yo lo que es sentirse
libre, sin ataduras, sin ning�n tapujo para hacer o decir lo que uno necesite...


Entonces me puse de pi� y lo mir� seriamente a los ojos.
Estaba tan duro, que mi verga estaba a punto de rozar su abultado paquete. Not�
que se sonrojaba, entonces le dije tiernamente:


-Yo no soy un letrado en el asunto, ni mucho menos, pero tal
vez te pueda ayudar un poco.


-Me gustar�a mucho, se�or, si no es molestia para usted.


-Ninguna. Te dir� lo que haremos. En primer lugar... �c�mo te
llam�s?


-Garc�a...


-No, no... �C�mo te llam�s?


-Detesto mi nombre...


-Te aseguro que a m� va a gustarme. Animate...


-Me llamo An�bal.


-Si, sab�a que me iba a gustar... �ves qu� f�cil?. Ahora,
escuchame bien. �Quisieras decirme o hacer algo que desees mucho en este
momento?


An�bal se estremeci� y baj� por un segundo su vista hacia mi
pija que estaba como una roca.


-No me animar�a a decirlo...


-�Entonces Hazlo, An�bal!


Y �l me mir�, quedando inm�vil por un instante. Entonces se
acerc� a m�, y me bes� en la boca apasionadamente. Sin poder creerlo, baj� mis
brazos experimentando uno de los momentos m�s er�ticos de mi vida.


-Esto es lo que quer�a hacer, se�or, desde que lo vi entrar
al hotel.


-An�bal, An�bal..... �puedo desnudarte?


-S�, se�or.


Tom� el nudo de su corbata azul y empec� a aflojarlo. La
corbata cay� al suelo mientras yo desabrochaba los botones de su impecable
camisa. �l me ayud� con los pu�os y entre ambos la dejamos caer junto a la
corbata. Mis manos no daban abasto al recorrer su pecho. Tom� sus tetillas
sintiendo como �l suspiraba y gem�a dentro de mi boca. Not� enseguida los
pelillos que custodiaban cada pez�n. Los compar� con el vello sobrio que crec�a
en medio de su terso pecho y jugu� con detenimiento sobre ellos. M�s abajo, una
leve hilera de pelos se arremolinaba entorno a su ombligo y descend�a hacia el
interior del pantal�n. Le desabroch� el cintur�n, y fui abriendo su bragueta
sintiendo el roce de su dureza contra mis dedos. Dej� que sus pantalones
resbalaran hasta sus tobillos y me agach� hasta que mi cara qued� justo enfrente
de su pelvis. Ten�a un boxer de algod�n blanco, y por entre su abertura
delantera, pod�a ver la zona oscura de su pubis y asomar un trozo de su pene
duro. Tomando el boxer por debajo, jal� de �l hasta que fui descubriendo por
completo su sexo, que salt� hacia arriba totalmente liberado. Se alz� pegando en
el est�mago y qued� enhiesto y bello frente a m�. Ten�a el glande hinchado y de
un tama�o considerable. Su miembro no estaba nada mal. Era largo y algo curvado
hacia abajo, y chorreaba l�quido preseminal. La suavidad de sus vellos invitaba
a recorrer esa delicia con el tacto y los labios. Las bolas, discretas y
tenuemente velludas, se adivinaban muy apetecibles. Con mi boca decid� probarlas
y me acerqu� a ellas. An�bal gimi� cuando sinti� mis labios jugando all�.
Despu�s se las lam� y las recorr� meti�ndomelas a la boca una por una y despu�s
ambas. Su verga se mov�a por encima de mi cara, moj�ndome las mejillas y rozando
mis cejas y mis ojos. �l me tomaba por la cabeza y no dejaba de suspirar. Abr�
m�s la boca y atrap� su duro m�stil. Era delicioso, por lo que me qued� un rato
largo probando su dulzura.


-Estoy hambriento de vos, An�bal.


-Yo tambi�n tengo hambre � y me alz� entre sus manos. De sus
axilas peludas sal�a un exquisito perfume. Se acerc� a m� y me tom� por la
cintura, dirigiendo su boca directamente a mis pezones. Los lami� de una manera
incre�ble. Con la mano apartaba un poco los pelos, para pasar su lengua
repetidas veces por su roja circunferencia. Yo bramaba extasiado, sintiendo como
las puntas estaban duras al m�ximo entre sus calientes labios y su serpenteante
lengua. Sus manos bajaron y empezaron a explorar mi trasero. Me lo abri�
descaradamente y me acarici� el ano, hasta que sent� que se me distend�a
involuntariamente. Estaba tan relajado que pronto �l me meti� un dedo, luego
dos, y hasta tres, mientras yo le suplicaba que no se detuviera. Con la otra
mano me agarr� la verga y la masturb� con pasi�n. Despu�s se inclin� y se la
meti� en la boca, chupando y limpiando con su saliva cada uno de los pliegues de
mi prepucio. Luego altern� sus lamidas entre mi pija y mis pelotas. Yo ca� sobre
la cama levantando mis piernas hacia el techo, entonces An�bal me chup�
�vidamente el culo. Evidentemente era un muchacho con amplia experiencia, pues
pocas veces me hab�an practicado tan intenso y perfecto trabajo oral.


�l se puso a horcajadas sobre m�, y formamos un 69
estremecedor. Su verga se clavaba en mi garganta, a punto de cortarme la
respiraci�n, mientras sus pelos me acariciaban la cara y sus bolas pegaban sobre
mi nariz. �l no solo se engull�a todo mi falo, sino que aprovechaba para
saborear parte de mis muslos, mi entrepierna, y esa zona tan especial entre las
bolas y el agujero del culo. Perdimos la noci�n del tiempo, y a duras penas
est�bamos aguantando no descargar nuestras leches. Entonces se sent� sobre mi
cara y con cada una de sus manos en las nalgas me ofreci� su ano bien abierto.
Lo chup� y lo lam� en el colmo de mi excitaci�n. Lo penetr� con la lengua y
lubriqu� todo con mi saliva. �l fue desliz�ndose hasta quedar apoyado en mi zona
p�lvica y tomando mi duro pene, lo apunt� a su ojete que lat�a y se abr�a para
m�. Se sent� en mi verga y �l fue manejando los tiempos Cuando sinti� que
finalmente se relajaba por completo, descarg� todo su peso sobre m� y mi pija se
enterr� dentro de su hermoso culo.


Los dos lanzamos un ronco gemido mientras yo lo tomaba por su
cintura, ayud�ndolo a moverse sobre m�. Extend� una mano y comprob� que segu�a
tan duro como al principio, y tom�ndole el miembro lo masturb� con toda mi
atenci�n.


-No doy m�s, creo que voy a acabar... � me dijo
entrecortadamente.


-No.... no.... todav�a no, hermoso... quiero sentirte adentro
de m�.


Nos detuvimos por un momento, y cambiamos de posici�n. Me
tumb� boca abajo, separando bien las piernas. �l se sent� sobre m� y me masaje�
los gl�teos. Mi ano no necesitaba demasiada estimulaci�n para relajarse, sin
embargo, �l no pudo aguantar agacharse y volver a chup�rmelo, lentamente,
largamente, haciendo que yo enloqueciera de placer y anhelara cada vez m�s su
pija dura entrando all�. Finalmente apoy� la punta de su aparato exactamente en
el centro del agujero y lo fue abriendo con embestidas amorosas y cuidadas.
Mientras, me besaba el cuello y con sus manos me abrazaba por el pecho. Me
ofrec� como un esclavo y goc� hasta el delirio cuando toda su polla se introdujo
hasta los huevos dentro de mi trasero.


Cuando supimos que ambos est�bamos listos para el orgasmo, �l
se retir� de mi culo muy suavemente y me gir� hacia �l. Sobre m�, me bes�
lentamente dejando que nuestras pijas se frotaran entre s�. Era un combate de
falos enardecidos que se entrecruzaban y tocaban mutuamente sinti�ndose en la
plenitud de su erecci�n. Es incre�ble cuando dos machos se gozan de sea manera,
pues la sensaci�n de uni�n es fuerte e insuperable. An�bal me mir� profundamente
con un gesto de �xtasis total, con sus cejas levantadas y la boca entreabierta.
Acelerando m�s y m�s nuestros movimientos, nos abandonamos a nuestro placer y
simplemente dejamos que el semen fluyera. Fue maravilloso, porque los l�quidos
no paraban de salir como si se tratara de vertientes calientes.


Nos volvimos a besar y nos quedamos acostados uno en brazos
del otro, sintiendo que las erecciones, tardaban en calmarse. Y cuando esto
sucedi�, al cabo de largos minutos, An�bal se levant�, se limpi� con una toalla
y comenz� a vestirse.


-S� que su avi�n sale ma�ana, se�or. Y quiero decirle que
cuando vuelva Roca, no dude en hospedarse nuevamente en este hotel. Lo estar�
esperando.


-S�, An�bal. Quedate tranquilo, te puedo asegurar que as� lo
har� � le dije sonriendo, mientras lo miraba arreglarse el nudo de la corbata.


Se acerc� para besarme nuevamente, y sali� silenciosamente.


El d�a termin� entre algunas llamadas y una visita a un
centro de distribuci�n cercano, con lo que consider� tener el material
suficiente para terminar mi informe. As� que al final de la tarde, regres� al
hotel para ducharme y pasar mis apuntes al ordenador.


Eran las siete cuando entr� al hall del hotel, y antes de
subir a mi habitaci�n, me sent� en una de las mesas del peque�o bar para tomar
algo. Una chica me atendi� y le ped� un caf�. Al poco rato, alc� la vista y vi
que en la recepci�n estaba el padre de An�bal. No lo mir� demasiado, pero al
poco tiempo not� que �l me observaba insistentemente. �l pensar�a que yo no lo
notaba. Por un momento alc� la vista y nuestros ojos se encontraron. Fue
extra�o, ahora era �l que sosten�a la mirada, haciendo que yo la bajara. A�n
as�, me levant� y fui hasta el mostrador.


-Buenas tardes � me dijo muy serio.


-Buenas tardes. Ma�ana dejo el hotel, por lo que quisiera que
me despertara a las siete y preparara mi cuenta, por favor.


-Por supuesto, se�or � dijo con un tono algo m�s amable que
el d�a anterior.


-Gracias � le dije dirigi�ndome a la escalera.


-Se�or... �tendr�a unos minutos?, yo quisiera decirle algo.


-S�, claro, con todo gusto � exclam�, volviendo sobre mis
pasos.


-No � me contest�, mirando hacia los costados � si no le es
molestia, preferir�a dec�rselo en su habitaci�n.


Me asombr� un poco eso. Lo mir� atentamente. Era un hombre
muy apuesto, y m�s en ese uniforme de pantal�n oscuro, camisa blanca y corbata
azul. An�bal ten�a a quien salir.


-No hay inconveniente, cuando usted quiera.


-Gracias, se�or, en un minuto subo.


Sub� a mi cuarto pregunt�ndome el porqu� de tanto misterio y
me qued� esperando unos minutos mientras preparaba mis cosas para trabajar en mi
informe. Pero como el hombre no ven�a, al rato me olvid� del asunto y me puse a
acomodar algunas de mis cosas en la maleta. Necesitaba una ducha. Ten�a la ropa
pegada al cuerpo y despu�s de ir de aqu� para all�, ol�a a pestes. As� que me
desnud� y me met� debajo del agua caliente. Cuando sal� del ba�o, record� al
due�o del hotel. Y fue en ese mismo momento que o� sus golpes en mi puerta. Me
anud� la toalla a la cintura, chorreando agua, y abr�. Era el Sr. Garc�a,
mir�ndome atontado.


-Ah, perd�neme si soy inoportuno. Volver� m�s tarde... � me
dijo, a pesar de que sus pies no se mov�an y �l no se iba de mi puerta.


-No hay problema. Pens� que iba a venir antes. D�game.


-�Puedo pasar?


Me hice a un lado y �l entr�. Cuando cerr� la puerta, me
recost� sobre ella, esperando que hablara.


Estaba especialmente atractivo, y tambi�n visiblemente
inquieto por alguna raz�n. Me mir� de soslayo, y yo no hice nada para aliviarle
la incomodidad, pues ah� estaba a pocos cent�metros de �l, casi en pelotas, con
una breve toalla en mi cintura.


-Yo... � comenz� a balbucear � bueno... yo....no s� como
empezar. Lo que quer�a decirte.... es que.... en fin.... me quiero disculpar por
lo del otro d�a en el bar.


-�Eso era todo?


-Bueno... es que, no sab�a como ibas a tomar el p�nico que me
hab�a dado de que me reconocieras... yo te hab�a visto en el hotel... y
pens�....


-�Qu� pensaste? � le dije con un tono m�s suave, llevando mi
mano al nudo de la toalla.


-Yo... ya sab�s... con mi situaci�n de hombre de familia...
pens�... que si estabas con bronca por haberte dejado as�, podr�as cont�rselo a
mi hijo... o...


-Pero...�por qui�n me tomaste?


-Ten�s raz�n, s�, perdoname, pero... yo....


Entonces, vi�ndolo tan nervioso y avergonzado, le dije:


-Quedate tranquilo. Que eso quedar� entre nosotros. Jam�s
usar�a una cosa as� para hacerle da�o a alguien.


Me acerqu� hacia �l, mir�ndolo bien de frente. Nuestras bocas
estaban casi juntas.


-Decime una cosa: si no te hubieras asustado �Te hubieras
quedado conmigo?


No me dio ninguna respuesta, pero en su lugar, extendi� una
mano, mir�ndome con sus encantadores ojos marrones, como los de su hijo, y me
quit� la toalla. Con ella comenz� a secarme el cuello, y sigui� pas�ndola por mi
pecho, por mis axilas, mis brazos hasta bajar a mi trasero, observando
cuidadosamente todo el ritual. Entonces baj� la mirada y fijando toda su
atenci�n en mi verga dormida, murmur�:


-Quiero quedarme contigo ahora.


Y se arrodill� ante m� y apoyando sus manos en mis muslos me
los acarici� frot�ndolos con esmero. Su boca, enmarcada en esa barba tan
cuidada, se abri� para acoger a mi pija, que empezaba a levantarse dando
latidos. Sent� un placer inmenso al entrar en su boca, �l chupaba con total
dedicaci�n, haciendo crecer mi pija entre sus labios. Por fin estuvo
completamente dura, entonces �l se la sac� de la boca para contemplarla.


-�Ah!, �Qu� hermosa pija!... cuando la vi tan dura la otra
noche, no pude dejar de desearla en mi boca. Ten�s una verga impresionante. � me
dijo con toda la barba humedecida. Se la volvi� a tragar por completo. Hab�a
tenido al hijo ese d�a, y ahora comprobaba que el padre no ten�a nada que
envidiarle. Estuvo comiendo mi polla durante bastante tiempo, y luego me tom� de
la mano y me invit� a recostarme en la cama. Lo mir� mientras se desnudaba. Lo
hizo r�pidamente, pero sin apresurarse, como queriendo mostrarme cada uno de los
detalles de su cuerpo. Lo primero que me llam� la atenci�n fueron sus musculosas
piernas. Eran como dos pilares enormes que se met�an en si sacro, redondos y
definidos, tapizados de una vellosidad oscura y abundante. Cuando se baj� los
calzoncillos qued� completamente desnudo ante mi vista y volv� a ver su
desafiante pija. Era un cuerpazo masculino y bien formado. De amplios pectorales
muy peludos y apenas un abdomen algo prominente. Vino hacia m� con toda la
intenci�n de gozar cada minuto, como un felino sobre su presa indefensa. Toda su
corpulencia qued� sobre m�. Me mir� por un momento, excitad�simo, como sin saber
por donde comenzar.


-Hace mucho tiempo que no estoy con un hombre. Me gust�s
mucho y te deseo tanto... � me susurr� mir�ndome a los ojos. Y luego me dijo:


-Voy a lamerte todo. Voy a pasar mi lengua por cada parte de
tu precioso cuerpo.


Entonces, ante mi sorpresa, comenz� a pasar su lengua sobre
m�. Empez� por el cuello, pero pronto me dedic� eternas e innumerables lamidas
por todo mi torso, peinando mis largos pelos negros. Pas� por mi abdomen, por
los costados de mis caderas, por mis muslos... era incre�ble la sensaci�n de ser
lamido por un macho tan varonil como el Sr. Garc�a. El ruido de su enorme lengua
contra mi piel me pon�a loco, a la vez que la humedad que dejaba a su paso, me
erizaba completamente. Se detuvo en mis pies, lo que hizo que me contorsionara
de placer. Minuciosamente, dedic� especial atenci�n a cada uno de los dedos,
separ�ndolos y meti�ndoselos en la boca como si fueran peque�os penes, mientras
me acariciaba los tobillos con sus grandes manos. Me abri� bien las piernas y me
llev� un poco hac�a arriba, de manera que mi culo quedara bien expuesto.
Entonces se dedic� largos minutos a chuparlo bien. Cuando estuvo bien abierto,
me atrajo hacia �l con toda ternura, y acerc� mi hoyo a la punta de su altivo
falo. Me entregu� a �l, sabiendo que iba a tenerlo dentro de m� y que el gozo
iba a ser supremo. Me acomod� entre sus muslos y �l, con infinito cuidado, me
agarr� de la cintura para ensartarme con su palo como su fuera una fruta madura.
Su gran verga entr� lentamente desliz�ndose sin ninguna traba. Y abr� la boca
para exhalar un aullido incontenible. Entonces tom� mi verga, a punto de
explotar por su erecci�n, y fue palp�ndola con tenues roces, haci�ndola latir y
corcovear involuntariamente. Luego la tom� con sus dos manos a la vez que me
empalaba en su verga y se mov�a cada vez m�s r�pido. Me estaba masturbando
divinamente aprovechando la lubricaci�n de mi l�quido preseminal, y yo me
sosten�a de los barrotes de la cama, intentando no morir de tanta satisfacci�n.
Estuvo cogi�ndome como un macho enardecido, creciendo en su fragor y gimiendo
agitadamente. Cada tanto se inclinaba hacia m� y me estampaba en ardiente beso
en la boca, que yo recib�a con mis labios abiertos y mi lengua anhelante. Sentir
su barba en mi cara era incre�ble.


Yo no pod�a aguantar m�s. Y �l lo intuy� perfectamente.
Acelerando los movimientos, me bombe� la verga mientras me sobaba los huevos. Mi
semen sali� disparado en cuatro chorros que fueron a estrellarse contra su barba
y el vello de su pecho. Me asombr� que luego de mi sesi�n con An�bal, hubiera
recuperado tanto l�quido. �l lo recogi� con su mano y lo trag� como un manjar de
dioses, relami�ndose y saboreando cada gota. Entonces, como �l tambi�n estaba
por acabar, sali� de mi culo suavemente y se puso a horcajadas sobre mi cara.
Ten�a sus huevos casi golpe�ndome la barbilla y la vista de su verga llenaba
toda mi cara. Entre quejidos y espasmos me avis� que iba a derramar toda su
leche sobre m�. Entonces abr� la boca y su surtidor me invadi�. El espeso
l�quido, bien caliente, inund� mi boca, y toda mi cara. Yo recog�a �vidamente
todo lo que pod�a con la lengua, pero �l tom� su miembro y me lo meti� entre mis
labios. Me lo tragu� hasta las pelotas, para no desperdiciar nada de su ardiente
semen.


Cay� exhausto sobre m�, y yo lo abrac� acariciando su cabeza.
Est�bamos agitados y plenos. Nos dimos nuevos y m�s calmos besos, terminando por
probar nuestros propios jugos en un dulce intercambio. Se incorpor� un poco y me
atrajo sin dejarme de abrazar.


-Creo que voy a extra�arte mucho � me dijo abraz�ndome
firmemente.


-Y yo.


-Y quiero pedirte disculpas por creer que vos ibas a
delatarme. Es que, en esta ciudad tan chica... ya sab�s... todo se descubre
siempre.


-S�, lo s� � dije pasando mis manos por su cuello y por sus
hombros - A�n no s� tu nombre...


-An�bal.


-An�bal "padre" � dije yo, sonriendo.


-S�. �C�mo sab�as que mi hijo se llama tambi�n An�bal?


-Bueno... en una ciudad tan chica, todo se descubre siempre �
dije con un gui�o.


-Estoy preocupado por mi hijo � me dijo acarici�ndome los
pezones � pues no quiero que siga mis pasos. Quiero algo mejor para �l.


-Entonces dej� que siga su propio camino, An�bal.


-�Te ver� otra vez?


-Estoy seguro de que volver�. Vos y tu hijo me ver�n
nuevamente.


Me mir� con un gesto de sorpresa.


Le hice un gesto que dec�a sutilmente muchas cosas, como
queriendo comunicarle lo que para mis adentros deseaba con toda mi alma. Tanto
el hijo como el padre me hab�an dejado agotado, y la hab�a pasado tan bien, que
me imagin� hacer el amor con los dos al mismo tiempo. Seguramente ten�a que ser
algo sublime.


Pero bueno,.... todo a su tiempo, pens�... tal vez en mi
pr�xima visita.




Franco




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