Soy profesora de enseñanza
secundaria, de la asignatura de Cultura clásica. Tenía por
aquel entonces 36 años, no soy fina más bien llenita, con
unas anchas caderas y un culote redondito, mis pechos son bastante llamativos
y despiertan pasiones por los que he podido comprobar.
Soy viuda, mi marido murió
a los 3 años de casados en un accidente de tráfico cuando
iba en viaje de negocios. En mi casa había tenido malas experiencias
con el sexo. Digo esto porque estaba ya de mayorcita un poco traumatizada
con el tema del sexo. Gracias a que mi marido, cuando éramos novios
me respetó siempre, fue comprensivo y fuimos descubriendo las mieles
del sexo juntos y pausadamente. Al final llegué a disfrutar mucho
con el sexo pero de un modo más bien conservador. Lo hacíamos
del modo habitual y sólo los fines de semana. No siempre disfruté
de orgasmos, para que él se contentara fingía que me lo pasaba
bien.
Yo ya era profesora cuando me casé.
Los primeros años todos los compañeros notaron mi alegría
y simpatía, pero con la muerte de mi marido quedé bastante
triste por él y porque me faltaba el sexo. Me masturbaba a menudo
pero no era suficiente, necesitaba un hombre, sentirme deseada y querida.
Como dije estaba bien físicamente así que notaba las miradas
de compañeros y hombres por la calle, aunque yo soy recatada en
el vestir. Sin embargo para satisfacerme siempre me compré ropa
interior sexy, ligas, medias negras y bragas y sujetadores provocativos.
Me miraba al espejo y me desnudaba, mientras me tocaba la vagina y los
pechos. Era todo lo que podía hacer.
Yo daba clase a chicos y chicas
de 4º de la ESO de 17 años. Más de un chico me miraba
y sentía deseos por mí. Hasta había notado a alguna
chica miradas pasionales pero no le di importancia. Hasta que un día
Jorge, un chico estudioso, se me acercó a consultar sobre un problema.
Yo ese día tenía prisa y no sé cómo se me ocurrió
decirle que si podía venir a mi casa que no estaba lejos del instituto.
Dijo que le parecía bien, que iría a las 6 de la tarde. Estuve
todo el día pensando en el asunto, era un chico atractivo pero había
mucha diferencia de edad y aunque era uno de los que me miraban al pasar
no sabía si se sentía atraído por mí. Me puse
mi vestido más provocador, de seda, casi transparente, falda ceñida
negra, medias y zapato de aguja. Me mojaba solo de pensar lo que iba a
pasar en unos minutos. Fue puntual, abrí sonriente y noté
que se quedó helado solo de ver lo atractiva que estaba. Pasó
y comencé a explicarle sus dudas, me acercaba cada vez más
a él y le puse mi mano sobre la suya, nos miramos a los ojos. Le
dije que para aprobar la asignatura no era necesario que supiese mucho
de Cultura clásica, había otro camino más corto. Le
puse mi mano sobre su pierna. Estaba muy nervioso y me dijo que estaba
dispuesto a hacer lo que fuese. Acerqué mis labios a los suyos y
nos besamos suavemente. Nos sentamos en el sofá, a esas alturas
mi falda estaba subida de modo que se me veían las braguitas negras-
Me acariciaba las piernas y puso su mano sobre mi pecho por encima de la
blusa. Nos seguíamos acariciando y besando como desesperados. Estábamos
muy calientes. Noté un bulto en su pantalón, su pene rozaba
con mis bragas, me empezó a tocar las nalgas y todo el cuerpo con
sus manos, los senos por encima del sujetador que aprisionaba mis grandes
pechos deseosos de explotar.
Manoseaba sobre mi sujetador negro,
me acariciaba con timidez, le ayudé con mi mano para darle confianza,
mientras uníamos nuestras bocas en una beso húmedo.
Mis pechos son grandes pero nada
caídos, su aureola es rosa rojiza y cubre gran parte de mis senos...
con unos pezones que en reposo son de medio centímetro, grandes
y deseables. Pensé que se le salían los ojos, Mi vagina era
realmente peluda, hacía más de un mes que no me la había
afeitado y mis vellos púbicos estaban todos desordenados... mis
culo es más bien grande y blanco.
Yo estaba en sujetador braguitas
que no cubrían mi vello y medias negras con liguero. Le dije que
esperara que íbamos a mi habitación, estaríamos más
cómodos. Le quité los pantalones y la camisa, mientras besaba
su cuerpo con cariño, como una caricia. Me tumbé en la cama,
subí las piernas despacio, las flexionó, mi vagina, quedaba
perfectamente a la vista. la vio y se le salían los ojos de pasión,
se mordía los labios, babeaba, miró detenidamente aquella
vagina, sus labios eran grandes, muy grandes, rosados, húmedos.
Se acercó a oler porque el olor que de ella emanaba se podía
percibir perfectamente en el ambiente. Mis jugos empezaban a escurrirse
por mi entre pierna, puso su lengua allí, la movía despacio,
me iba a matar de placer, cerré los ojos y acerque su cabeza más
a mi vagina húmeda, le crucé las piernas detrás de
su cabeza, no se podía escapar, quería más, más
placer. Mi clítoris se podía ver a simple vista, siempre
lo he tenido muy prominente en plena excitación. Creo que se sorprendió
de su tamaño, lo tocaba con la lengua, lo succionaba, no pude más,
tuve un fuerte orgasmo, me pude a gritar como una loca, se asustó
un poco, pero seguía chupando, lamiendo, mamando.
De repente se incorporó,
se arrodilló en la cama, levantó bien mi culo. Le dije que
me acariciara y si quería era todo suyo. La vista era impresionante,
aquel culo marrón y grande latía, los labios de la vagina
le colgaban, y ya su color era púrpura. Le pedía que me la
metiese por ahí. Y así fue, puse mi glande apoyado en aquel
culazo y de un empujón me penetró. Estuvimos al menos 10
minutos con arremetidas y vaivenes. Fue muy excitante. Finalmente eyaculó
en mi trasero, noté el escozor de la leche caliente en mi interior.
Quedamos exhaustos, satisfechos, nos dormimos unos minutos.
Me levanté, fui al baño
y le dije que si quería podía venir a verme a esa hora los
martes. Me dijo que no pensaba faltar ni un solo día. Espero que
sea así, es mi alumno preferido.
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