Relato: El templo de la venganza



Relato: El templo de la venganza

Jhon recorri� r�pidamente en bicicleta el breve trayecto que
separaba su casa del instituto. Solo que aquella tarde no hab�a pasado mucho
tiempo en �l... Jhon tenia 16 a�os, y sol�a saltarse una media de 5 clases por
semana. Nadie se hab�a dado cuenta todav�a, en su casa; cuando la direcci�n del
centro mandaba alguna nota a sus padres, �l la interceptaba siempre a tiempo de
hacerla desaparecer. Hasta ahora funcionaba. Y en el tiempo que ganaba
ahorr�ndose clases, se dedicaba a recorrer las calles con sus amigos, fumando y
insultando a los transe�ntes. A veces, si encontraban el proyectil adecuado,
incluso romp�an alguna ventana. Las notas eran cada vez mas bajas, pero a quien
le preocupaba?





Jhon!





Jhon mir� a su espalda, y vio al director.





Jhon, has vuelto a hacer campana!



Y que va a hacerme? Va a darme unos azotes en el culo??
Ha ha ha ha ha v�yase a la mierda, viejo idiota!





Y prosigui� con el pedaleo, hasta llegar a su casa.



Al entrar en su cuarto, tir� de cualquier forma la chaqueta,
y puso la m�sica al m�ximo. Quien le tocaba aquella semana? Repas� la agenda;
Noelia. Si, saldr�an el d�a siguiente. Con ella ya llevaba 16 en dos meses; casi
hab�a atrapado su amigo Neal. Bien. Ech� una breve mirada al espejo; presentaba
el buen aspecto acostumbrado, con su pelo largo y rubio, sus ojos tan azules, su
rostro pr�cticamente imberbe. El piercing en la ceja izquierda. El de la oreja
derecha. Llamaron al tel�fono; era Neal. Hablaron durante media hora mas o
menos... la factura, al fin y al cabo, no la pagaban ellos. Poco despu�s, se
estir� en la cama, baj�ndose los t�janos hasta las rodillas, y se sac� la polla
del slip, acarici�ndose lentamente arriba y abajo... un buen tama�o, tal vez
unos 18 cm. Las revistas de debajo la cama le ayudaron a levantarla... jade� un
poco mientras se pajeaba, para que no le oyeran des del piso de abajo. Claro que
con la m�sica era casi imposible... Se imaginaba a Noelia, con su boquita
entreabierta alrededor de su polla erecta, masaje�ndole los huevos lentamente...
una previsi�n de lo que pensaba hacer ma�ana con ella cuando quedaran. Quiz�s
intentara darle por el culo, no lo hab�a probado nunca. Le gustaba la sensaci�n
de dominarlas, de someterlas. Y esta posici�n era perfecta para ello.



Le llamaron a cenar a la misma hora de siempre, y mientras su
hermana contaba las experiencias del d�a, �l miraba aburrido la TV donde no
daban nada interesante, para variar, por lo que para una vez se fue a la cama
relativamente temprano. Siempre dorm�a solo en slip, le gustaba el contacto de
las sabanas con su cuerpo casi desnudo. Lentamente, fue cayendo en la
inconsciencia mientras el sue�o se apoderaba de �l.



Y despert� bruscamente. Sorprendido constat� que se
encontraba tendido sobre un fr�o suelo de losas; el ambiente era igualmente fr�o
y enseguida empez� a temblar. A su lado, su amigo; Neal. En su misma situaci�n.
Neal era muy violento cuando quer�a, y sol�a presumir de su car�cter fuerte, que
tantos chicos de cursos inferiores hab�an probado en propia piel. Ahora, sin
embargo, su cara mostraba una expresi�n de desconcierto absoluto.





Donde co�o estamos??



Y yo que s�?! Como hemos llegado hasta aqu�??





El lugar era dif�cil de describir. A simple vista, parec�a
una gran sala encolumnada, como un templo griego. El techo parec�a oculto tras
una capa de nubes iluminadas tenuemente, la �nica luz disponible. Y ellos solo
vestidos con el slip, all�, sin saber como ni porqu�. Sencillamente, era
imposible. Pero a la vez, sab�an que no lo era, puesto que la realidad era
tangible. De pronto, una voz les sobresalt�. Proven�a de un extremo del recinto.





Venid ante mi presencia!





Puesto que no hab�a nada mas que hacer, le obedecieron. Y
despu�s de andar bastante rato, vieron un estrado de madera en el que se sentaba
un viejo encorvado, vistiendo una t�nica negra, con peluca de juez como las que
utilizan en Inglaterra. Se detuvieron instintivamente a pocos metros del
estrado.





Tu nos has tra�do aqu�??



Pues mas te vale, capullo, que no...



Silencio! Est�is aqu� para ser juzgados.





De pronto, fue como si les sellaran la boca; por mas que lo
intentaran, no les sal�a ni una palabra.





Y vuestros delitos son evidentes. Falt�is a vuestras
obligaciones en todos los niveles; al instituto, al saltaros clases. En
vuestras casas, al negarse a colaborar en las tareas diarias. Insult�is a
todos los que son diferentes, les golpe�is, destru�s propiedades publicas.
En resumen, vuestra conducta es inaceptable. Los sujetos como vosotros
siempre pens�is que est�is por encima de todo, que nadie puede con vosotros.
Hoy descubrir�is que no sois mas que un par de mocosos insufribles, lacras
para la sociedad. Por lo que os condeno al segundo nivel. Que se ejecute la
sentencia. Ac�litos, llevadles a la castigadora.





De pronto, detr�s de los chicos aparecieron dos hombres
encapuchados, incre�blemente musculosos, vestidos por completo de negro, quienes
les sujetaron las manos tras la espalda con una presa irrompible. En aquel
momento, recuperaron el habla, mientras los arrastraban hacia donde fuera.
Mientras maldec�an y insultaban, se retorc�an intentando liberarse, pero era
como luchar contra la marea, que se los llevaba irremisiblemente hac�a un
extenso oc�ano de dolor... aunque todav�a no eran conscientes. Dejaron al viejo
juez atr�s, que se re�a con ganas de sus esfuerzos. En alg�n momento debieron
cruzar alguna puerta, porque de pronto ya no estaban en la sala encolumnada.
Ahora se encontraban en una sala igualmente grande, dividida en varias
secciones, oscura, de paredes p�treas. Y en la segunda de las secciones los
matones vestidos de negro les encadenaron por las mu�ecas de unos grilletes
colgantes del techo, uno al lado del otro, y se fueron dej�ndoles solos en la
oscuridad. Jhon y Neal no reaccionaron hasta mucho despu�s. El surrealismo de la
situaci�n, todo lo incomprensible era demasiado pesado como para permitirles
tomar verdadera conciencia de su estado, y durante largos minutos colgaron de
los grilletes como t�teres sin hilos. Pero al final, una vez mas, el instinto
les oblig� a reaccionar, y la reacci�n fue el intento de liberarse de lo que les
apresaba. Sacudieron los brazos, pero las ligaduras no cedieron ni un mil�metro.





Estas putas cadenas no se rompen...



Que... que crees que nos van a hacer?



Enseguida os lo mostrar�, no se�is impacientes.





Una nueva figura hizo acto de presencia en aquel extra�o
drama; de quien sabe donde apareci� una mujer vestida de apretado cuero negro,
enmascarada con el mismo material. Su belleza era exuberante; en cualquier otra
situaci�n, los dos habr�an intentado lig�rsela solo con verla. Muy bien dotada.
Y su pelo rojizo, que ca�a en desorden por su espalda, parec�a de fuego. Sonri�
con labios carmes�es, mostrando unos dientes afilados. Extendi� sus manos
enguantadas, y empez� a acariciarles lentamente, muy lentamente. El pecho
lampi�o. El cuello... mordisquearles el l�bulo de las orejas y bajar lenta,
lentamente hacia los genitales... uno a uno les palp� la polla por encima del
slip, acarici�ndosela como si quisiera pajearles, mientras que con la otra mano
les acariciaba el trasero, amold�ndolo bajo su mano... pronto, los tenia
jadeando, olvidadas sus reivindicaciones de libertad, erectos, sudando... fue
cuando les baj� de un tir�n el slip, a los dos a la vez. Las j�venes pollas
saltaron como por un resorte, ansiosas, en sus nubes de pelo rizado, negro y
rubio respectivamente. Ten�an un tama�o respetable, sin ser fantasiosamente
grandes. Unos 18 y 17 cm mas o menos. Excitados, le pidieron una mamada, y ella
envolvi� sus miembros con su cuero c�lido, masaje�ndolos.


Pero el gozo termin�. Con un salto, ella se apart�, y con una
patada bien dirigida a los test�culos los devolvi� a la realidad. Mientras se
retorc�an de dolor y le gritaban, ella se limit� a re�rse con grandes
carcajadas.





Estabais a punto de correros, no, peque�os cabrones?
Todos sois iguales, animales. Est�is aqu� para ser castigados, a ver si os
enter�is. Cre�is que me impresiona lo que os cuelga entre las piernas? No me
hag�is re�r, sois pat�ticos. Me han dicho que sois unos gamberros de poca
monta... merec�is un buen castigo. No os pens�is que aqu� nos interesen
temas tan est�pidos como la reinserci�n; hab�is sido unos chicos realmente
malos y vais a pagar por ello. Lo que hag�is al salir no me importa una
mierda. Y ahora... empecemos.





Dio unas palmadas, y los hombres encapuchados volvieron; esta
vez para desatar a los adolescentes vociferantes y colocarlos en dos cepos,
aprision�ndoles de este modo por el cuello y los brazos. Jhon y Neal se mor�an
de verg�enza; completamente desnudos frente a una mujer y varios desconocidos,
colocados en una posici�n medio inclinada, presentando el culo para lo que
quisieran hacerles, completamente indefensos. A las manos de sus captores. Fue
esta sensaci�n la que les llen� de un desasosiego cada vez mayor. Ah� estaban,
desnudos, con la polla a�n tiesa, y pod�an hacer lo que quisieran con ellos. Y
hablaban de castigarles... a ellos? A ellos, que tantas veces hab�an sido
verdugos de los indefensos que se encontraban? Ahora estaban al otro extremo.
Indefensos. Su voluntad no ten�a la menor importancia, por mas que se debatieran
y suplicaran nadie les escuchar�a. Ten�an miedo de lo que pudiera sucederles,
algo que nunca antes hab�an sentido. Ellos, que lo ten�an todo, eran j�venes,
muy atractivos, populares, con una buena familia que les suministraba lo que
necesitaban... nunca pensaron en las consecuencias de sus actos. De pronto Jhon
not� que algo le acariciaba el trasero, se le met�a insolente entre las nalgas,
le recorr�a la piel de arriba a bajo. �l no pod�a verlo, pero era una paleta de
madera, y la empu�aba con seguridad la chica vestida de cuero. Ahora era ella la
que jadeaba con excitaci�n ante la perspectiva de lo que iba a suceder. Le
encantaba su ocupaci�n. Tener aquellos adolescentes sometidos, ofreci�ndole el
trasero blanco y liso para que ella lo trabajara como le gustaba hacer era
maravilloso. Y con su sonrisa bien expandida, levant� el brazo con la paleta
bien arriba... y con fuerza la descarg� en el trasero de Jhon.



Spank! � el sonido de la carne al entrar en contacto con la
madera reson� por toda la mazmorra, y el chillido del chico tambi�n. Un chillido
breve, mas fruto de la sorpresa que del dolor, pese a que este tambi�n era
intenso. Una vez mas, Jhon sacudi� los brazos apresados en el cepo, intentando
liberarse; ahora sab�a que le esperaba. Y no quer�a mas, el miedo ahora era como
una llama que le envolv�a. Y Neal le imit�, al darse cuenta de que �l seria el
siguiente. Y as� fue; la chica levant� de nuevo la paleta, y la descarg� con
fuerza esta vez sobre �l. � Spank!! � reson� con fuerza. La ejecutora se
toquete� los labios carnosos con el instrumento de tortura mientras contemplaba
embelesada las marcas rosadas que hab�a dejado sobre aquella parte de los
j�venes. Conoc�a bien su forma de pensar. Ahora que hab�an experimentado una
primera prueba del dolor que les esperaba, hab�an decidido hacerse los machitos.
Aguantar como hombres sin un solo quejido lo que fuera que les esperara. Oh,
como disfrutar�a vi�ndoles derrumbarse. Como disfrutar�a cuando quedaran
reducidos a una masa sollozante a sus manos. Deseaba, estaba impaciente para o�r
sus suplicas... Y con ansia, empez� a descargar un azote tras otro sobre el
trasero de los chicos. Ahora a Jhon, ahora a Neal. En una mejilla, en la otra,
en medio, en la blanda carne de la base del trasero, donde �ste se une con las
piernas... � Spank! Spank! Spank! Spank! Spank! Spank! Spank! Spank! Spank!
Spank! Spank! Spank! Spank! Spank! Spank! Spank! Spank! Spank! Spank! Spank!
Spank! Spank! Spank! Spank!





Yaaaaahhha ahaaaa aaaahhh por favor para por favor para
para!!!



Basta!! Basta! Por favor! Har� lo que digas!!





Se hab�an derrumbado mas o menos a la vez. Ahora que su culo
era una burbuja roja, palpitante masa de carne ardiente. A cada golpe que les
sacud�a, se revolv�an como serpientes intentando huir. La cara congestionada,
los ojos medio cerrados, las mand�bulas apretadas para resistir mejor el dolor,
abri�ndolas cada vez que llegaba el temido azote, para gritar sin control.





Que har�s lo que yo diga? Spank! Claro que lo vas a
hacer, perro! Crees Spank! Spank! Que tienes otra opci�n? Llorad tanto como
quer�is, que no os va a servir de nada! Os pondr� un culo como un tomate.
Spank! Spank! Spank! Spank! no sab�is la que os espera!



Nooooo!! Por qu�??





Ahora lloraban abiertamente, las lagrimas baj�ndoles por sus
mejillas, casi ahog�ndose en sus propios sollozos y convulsiones. Nunca
imaginaron que se pudiera sentir tanto dolor. Mientras la paleta les azotaba,
solo deseaban que parara. Habr�an hecho cualquier cosa para lograrlo. Cada azote
que sent�an, esperaban que fuera el �ltimo. Pero nunca lo era... y el ardor
crec�a cada vez mas. Bramaban como animales. No supieron cuantos les hab�an
dado, puesto que para ellos la noci�n del tiempo ya no exist�a. Y, en un momento
dado, la lluvia de dolor ces�. La ejecutora re�a a mand�bula batiente, y el
sonido de su risa se mezcl� con el de sus llantos. Distra�damente, tendi� la
mano hacia las esferas escarlatas que ella hab�a creado, y los acarici�
largamente, d�ndoles alg�n cachete eventual. Acto seguido indic� a los ac�litos,
que aguardaban en las sombras, que ya pod�an hacer otra vez su trabajo. Y lo
hicieron con la eficiencia que les caracterizaba. Libraron a los chicos del
cepo, y les ataron otra vez a los grilletes. Y se fueron con la ejecutora,
dej�ndoles solos en la oscuridad; no sin antes amordazarlos para que no
escandalizaran. Y pasaron varias horas. Durante ellas, los dos se recuperaron un
poco. El dolor segu�a all�, pero no era tan intenso. Se tranquilizaron en parte.
En parte, puesto que sab�an que si estaban a�n atados era porque a�n les
esperaban otras torturas. Y el miedo hacia ellas era terrible. Como una bola de
hielo en el estomago. El roce de sus cuerpos desnudos, el uno contra el otro,
lleg� a excitarles. Quiz�s tambi�n les excitaba el temor a lo que pod�a venir.
Entonces, como de milagro, los grilletes se abrieron. Pero el suelo a sus pies
tambi�n, y cayeron en un agujero de paredes met�licas, de reducidas dimensiones.
All� dentro pasaron mucho rato mas. Al poco tiempo se quitaron las mordazas, y
comenzaron a planificar su huida, aunque ninguno cre�a realmente que fuera
posible. Para rebajar la tensi�n, comenzaron a frotarse la polla el uno al otro.
Si les hubiera sugerido alguien que eran gays, le habr�an matado a patadas. Y
puede que no lo fueran... pero ahora solo quer�an un poco de placer. Y de este
modo siguieron hasta correrse. Cuando volvieron los ac�litos, tuvieron que
arrastrarles por la fuerza, puesto que sus piernas casi no respond�an, presas
del terror. Les sacaron del agujero, y los llevaron hasta dos mesas, una al lado
de la otra, provistas de correas en los extremos. Y all� los ataron, mirando
hac�a el techo � que de hecho no se ve�a -, hasta que vino la ejecutora, con su
melena meci�ndose con sus pasos.





Bueno bueno, que hacen mis perros favoritos? Sab�is que
os tengo que castigar, verdad?





Con un salto muy �gil trep� encima de la mesa donde hab�a
Jhon atado. Llevaba botas de cuero negro, y con ellas comenz� a acariciarle de
arriba abajo, deteni�ndose a jugar con su polla erecta. Prosigui� largo rato con
aquel juego, pate�ndoles un poco incluso. Ellos solo la miraban sin decir nada,
conscientes de que hablar solo pod�a empeorar su situaci�n.





Ohhh que monos que est�is, con estos ojitos de cordero
degollado, ba�ados en lagrimas, suplicantes. Si os vierais, aqu� desnuditos,
a vuestros diecis�is a�os, a mi merced... cuantas chicas os hab�is follado
ya? Jugabais a una especie de competici�n, a ver cual se tiraba mas, no? Que
se siente, al ser vosotros los manipulados? Bueno... sab�is que debo
castigaros. Y voy a hacerlo ahora mismo.





La ejecutora baj� de la mesa del mismo modo que hab�a subido.
Manipul� unas cadenas que colgaban del techo, y al tirar de ellas, dos vasijas
de plata en forma de rostro demon�aco se desplazaron hasta quedar situadas sobre
los cuerpos yacentes. Despu�s sac� de quien sabe donde un peque�o mango del que
pend�an varias tiras de cuero, y con �l azot� ligeramente � lo justo para causar
un cierto dolor � todo el cuerpo de los chicos, des del cuello hasta los pies.
Pero aquella no era la tortura que les esperaba; solo un ameno prologo. Y as� se
lo demostr� al accionar una peque�a palanca pr�xima. De las vasijas cay� una
gotita de cera fundida y caliente sobre los cuerpos desnudos de debajo. Se
produjo un jadeo cuando sintieron el contacto de aquella sustancia ardiente;
causaba un dolor considerable. Y mas cuando las vasijas fueron desplaz�ndose
para dejar caer gotitas sobre varias partes del cuerpo... sobre el pecho...
sobre el estomago... sobre la polla y los huevos... sobre las piernas... pronto
estaban cubiertos de multitud de babas cerosas sec�ndose r�pidamente. Chillaban
y lloraban quedamente, con cierta resignaci�n, hasta que el castigo termin�.
Entonces fueron de nuevo desatados, y los ac�litos los llevaron hasta dos potros
similares a los que se utilizaban en la clase de gimnasia. Sobre ellos fueron
atados de nuevo, mientras su imaginaci�n intentaba deducir que nuevo infortunio
les esperaba. La castigadora se lo resolvi� al ense�arles un ap�ndice horrible,
un consolador de pl�stico negro que a sus ojos parec�a enorme. Amenazador. De
pronto, tomaron conciencia de lo que aquello significaba.





Noooo eso no por favor! Eso no!



Az�tanos de nuevo, pero no nos lo metas...!



Como dec�s? No os comprendo... hace poco deseabais
probarlo con vuestras chicas. No os importaba si pod�ais causar da�o...



Pero eso es diferente! Nosotros somos chicos! No puedes
darnos por el culo!



No somos maricas!



Eso me da igual. En cuanto a que no lo sois... no os
hab�is pajeado el uno al otro, hace un rato? No os mirabais con inter�s los
cuerpos desnudos de los otros chicos, bajo las duchas, despu�s de gimnasia?
No mostrabais el vuestro, de cuerpo desnudo, con orgullo, en las mismas
duchas? Os gustaban las miradas de los otros repas�ndoos de arriba abajo,
con cierta envidia. Que se�is o no gays me da igual. No tiene nada que ver.
Pues ahora vais a probar lo que planeabais para ellas. Quiz�s incluso os
guste...





Ignorando sus suplicas, dio la vuelta al potro hasta tener de
nuevo de frente sus traseros enrojecidos e hinchados. Con mano experta, se situ�
delante del de Jhon y le separ� las mejillas... y con una sonrisa s�dica, le
meti� el consolador. El grito fue desgarrador. Y ella le dio por el culo un buen
rato de aquel modo. Neal ya lloraba cuando se dirigi� hacia �l; no le salv� del
mismo destino.



Cuando termin�, orden� a los ac�litos que los desataran.
Inmediatamente se lanzaron a los pies de su captora para besarlos y suplicar
clemencia. Ella los rehus� de un puntapi�, tumb�ndoles de espaldas.





No hace falta que me supliqu�is clemencia. Vuestra
estancia en el templo de la venganza ha terminado. Hab�is pasado por el
segundo nivel de la casa del dolor. Ahora ser�is devueltos a vuestro mundo,
a vuestras casas... en vuestro mundo solo habr�n pasado unas horas y nadie
os ha echado en falta. Cambiad de comportamiento si quer�is, o no lo hag�is,
me da igual. Solo se puede visitar una vez el templo. No intent�is hablar de
lo que os ha pasado con nadie... no os creer�an. Y no os quedara ninguna
marca... solo el dolor, que pasara tras unos d�as. No podr�is sentaros con
comodidad durante por lo menos una semana. Y ahora... fuera.





Y al decir aquella ultima palabra, los dos se encontraron de
nuevo en sus dormitorios respectivos. Jhon se levant� de la cama. El dolor que
sent�a en el trasero y por todo el cuerpo le aseguraba que no se hab�a tratado
de ning�n sue�o. Abri� la luz r�pidamente, y delante del espejo se baj� el slip.
Su culo segu�a tan blanco y terso como siempre hab�a sido. Pero le ard�a, le
dol�a terriblemente. Y tambi�n la polla, al toc�rsela. A�n pod�a sentir la cera
cay�ndole encima... o la "caricia" de la paleta. Resignado, se meti� otra vez en
la cama. Solo que esta vez durmi� bocabajo.



FIN



Si gustara, podr�a haber otras partes, continuaciones, con
otros personajes. Opiniones a
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Relato: El templo de la venganza
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