Juan es un hombre de 40 a�os. Con 1,88 mts. de estatura, su
presencia se nota donde quiera que est� pues adem�s, tiene el cabello rubio y
rizado, y sus ojos de un color marr�n claro, casi miel, resaltan a pesar de su
espesa barba. Es m�s bien delgado pero camina siempre bien erguido y su voz es
varonil, fuerte y segura. Sus manos son grandes y fuertes y, al igual que sus
brazos y su pecho, est�n cubiertas de vellos rubios tambi�n. Quien lo conoce
queda generalmente bien impresionado por su afabilidad y simpat�a y tiene, por
consiguiente, much�simos amigos.
Es un Agente de Seguros. Es un hombre de �xito porque, a la
descripci�n que hemos hecho, hay que agregarle un profundo conocimiento de su
producto y un af�n incansable por aprender siempre m�s, lo que lo ha llevado a
tomar varios cursos t�cnicos relacionados con su profesi�n y su rubro. Es un
especialista.
El pero en la vida de Juan es, sin embargo, el terrible
car�cter de su mujer. El nombre de ella es Elisa y cuando uno la ve de cerca, es
dif�cil creer que tenga ya treinta y dos a�os y tres hijos. Nada de eso parece
haberla afectado.
Elisa tiene la tez morena, y por supuesto su pelo es negro,
como sus ojos, que son grandes y hermosos. Su rostro pasa cualquier prueba, ya
que es muy lindo, y adem�s, es alta para el promedio femenino, pues llega a 1,75
mts. Tiene piernas largas y muy bien formadas, y camina siempre con gran
soltura. Sus nalgas son muy lindas. Hablando sin eufemismos, Elisa tiene en
realidad un culo imponente, una cintura muy pronunciada y aunque no son su mejor
atributo, sus tetas se notan firmes y de buen tama�o. Es la mujer que cualquier
var�n quisiera poder coger tantas veces como fuera posible� el s�lo verla
despierta los instintos...
Pero es una verdadera pesadilla, pues aunque trabaja en una
oficina de ingenier�a � ella es secretaria � se da el tiempo para llamar al
celular de Juan cualquier cantidad de veces durante el d�a: vive con la certeza
de que su marido pasa el d�a buscando aventuras sexuales m�s que vendiendo
seguros.
- Hola mi amor,
donde estas?
- Estoy en una entrevista con una persona, te llamo luego
- Es hombre o mujer?
- Te llamo luego, amor. Chao
- En qu� mierda andas que no me puedes hablar?
Ese es un ejemplo de di�logo de los veinte del d�a� todos m�s
o menos iguales, pero hacia el fin de la jornada, se ponen as�:
- Crees poder recogerme a las siete, o tienes "algo
importante" con alguien?
- Sin sarcasmos amor, si no estoy con clientes, claro que te
recojo.
- ah! Se llaman "clientes" ahora?
- Por favor, no sigas
- Claro, yo tengo que creer que eres un santo, no?
A veces hay una variable:
- Hoy no vengas a recogerme, porque tengo que preparar un
informe y no s� hasta qu� hora me quede.
- Est� bien...
- Seguramente ir�s a buscar a tu amiga, no? Claro, es
cliente. Casi lo olvido...
Y as�, de lunes a viernes, todos los %/&$%&" d�as, Juan y
Elisa conversan por tel�fono, todo el d�a� pero inexplicablemente, cuando est�n
juntos y con los ni�os en casa, es un caramelo, todo dulce. De esta manera, la
vida sexual en el matrimonio de Juan es lo estrictamente normal: ni tanto que
hast�e, ni tan poco que descontente�
Aquella tarde Juan estaba puntual, como era su costumbre, en
la oficina de Administraci�n de una importante empresa industrial, y la
secretaria lo hizo pasar a la oficina de la Gerencia Administrativa.
Cuando Juan entr�, se encontr� con que no era un se�or
gerente si no una se�orita Gerente, quien lo invit� a sentarse. Antes de ello,
Juan salud� y se present�, hizo el correspondiente intercambio de tarjetas
personales y luego inici� una conversaci�n que sirva para relajar un tanto el
ambiente.
Por la tarjeta supo que ella se llamaba Sof�a Godoy y a
trav�s de la conversaci�n se enter� de que ten�a veinte y tres a�os, hab�a
terminado la carrera de Administraci�n Empresarial y estaba ya trabajando de
fijo en esta compa��a de la cual su pap� era socio. Sof�a era adem�s soltera,
amante de la m�sica de cualquier tipo "que sirva para alegrarse y mejor para
bailar", llena de entusiasmo y con grandes proyectos, vaci� su alma con Juan, a
quien le pidi� su ayuda para crear un programa de seguros que contemple todas
las contingencias posibles, de modo que su empresa no sufriera p�rdidas por
ning�n tipo de riesgo.
Quiero que la implementaci�n del plan se seguros para la
Compa��a se convierta en un suceso. Es mi primer acto de gesti�n independiente y
quiero que me ayude a impresionar definitivamente a la Junta de Accionistas
� declar� Sof�a con una firmeza muy notoria en su voz, pero con una sonrisa muy
amable.
Claro que s�, va a ser un verdadero gusto. Pero, por favor
facil�teme alguna documentaci�n para que yo pueda trabajar con ella
- dec�a Juan mientras se perd�a en los verdes ojos de esa mujer de tez bronceada
por el sol y cabellos de color casta�o claro, casi rubios, que sonre�a mostrando
los dientes m�s lindos que �l recordaba haber visto� qu� ganas de besar esa
boca!!!
Claro, an�teme todo lo que va a necesitar, y yo lo har�
alistar en el menor tiempo posible � Y
diciendo esto, Sof�a se levant� de su sill�n y se dirigi� a un estante cercano,
de donde tom� un cuadernillo de papel amarillo, y se lo alcanz�.
Juan tuvo entonces la mejor oportunidad para observar a esa
mujer completamente: de la misma estatura que Elisa, o un poco m�s, la falda que
apretaba sus nalgas marcaba excitantemente las braguitas, de modo que se pod�a
afirmar que a Sof�a le gustaba la lencer�a de verdad� y luego se percat� de que
las piernas de esta mujer eran realmente bien formadas, no tan largas como las
de Elisa "MIERDA!!! Otra vez comparando a Elisa" pens� Juan�
Pero volviendo a esta mujer, la blusa era ce�ida, lo que
permit�a apreciar que ten�a una muy bien formada cintura y lamentablemente sin
escote, de modo que aprisionaba unos senos que, eso s�, eran notoriamente m�s
grandes que los de.... ( "W$&/�$& no otra vez!!!" ). Para entonces Juan
ya estaba excitado, y su pene en ebullici�n crec�a all� adentro provocando
grandes molestias, as� que como pod�a, Juan se mov�a para permitirle alguna
libertad...
- Creo que est� sonando su celular, se�or�
- La voz de Sof�a, alcanz�ndole el cuadernillo lo devolvi� a la realidad
- Hola amor, estoy ocupado ahora, te hablo en unos minutos
� Juan estaba muy nervioso pues hab�a sido inequ�vocamente sorprendido por su
cliente "escane�ndola", y la simple acci�n simult�nea de atender el celular y
recibir el cuadernillo se le hizo tan complicada....
- No, no� por favor estoy ocup�.
� Tambi�n se not� que le hab�an colgado el tel�fono.
- Lo siento � dijo Sof�a �
tal vez he sido muy extensa en esta
entrevista, creo que le he creado problemas�
Hab�a una extra�a y ligera sonrisa en la expresi�n de Sof�a,
y un tono que Juan no pod�a describir. Estaba pensando con todas sus energ�as en
una respuesta que lo sacara de apuros, y el celular son� de nuevo
Antes que Juan diga nada, Elisa le grit� que deb�a quedarse a
concluir un par de documentos, que estuviese atento porque ser�a muy tarde y �l
tendr�a que recogerla, y sin esperar respuesta alguna le colg� de nuevo.
Y Juan, que sent�a c�mo se le hab�a subido la sangre a la
cara, le cont� toda esta conversaci�n a Sof�a.
As� que por favor no se preocupe se�orita
- concluy� Juan que se sent�a ruborizado a�n, lo que s�lo ayudaba a incrementar
el rubor - pero mi esposa se pasa el
d�a en esto... no, usted no me ha creado ning�n problema. Lo tengo desde que me
cas�... � e intent� su mejor sonrisa
- Quedemos claros. Yo soy Sof�a. Entonces, como parece que ya
no tienes ning�n apuro, y si no te molesta, Juan� puedo llamarte Juan, no?
cuando termines de escribir la lista que te he pedido, y mientras mi secretaria
prepara esos documentos, te puedo invitar a tomar un caf�?
� Sof�a sonre�a como desafi�ndolo a aceptar la invitaci�n, arqueando las cejas y
resaltando a�n m�s sus ojos verdes, y exhibiendo esos dientes blancos y h�medos
que Juan deseaba morder, lamer� se sent�a excitado con s�lo estar cerca de ella.
- Gracias Sof�a, s� claro�claro, encantado
� contest� Juan, y se puso fren�ticamente a elaborar la lista.
- Claro, claro� claro de que? te puedo llamar Juan o tomas un
caf� conmigo? -dijo Sof�a, mir�ndolo a los
ojos fijamente y sin dejar de sonre�r, y sigui� �
o ambas cosas? Ya s�! Tomar� por aceptadas
ambas, si?
- S�, por supuesto� ambas preguntas tienen respuestas
positivas� A ver. El �ltimo inventario realizado, los estados financieros de las
tres �ltimas gestiones, la planilla de personal con los montos ganados, los
aval�os de edificios, maquinarias� -y as�, una
vez elaborada la lista y despu�s de revisarla, se la entreg� a Sof�a quien, a
pesar de tener un moderno aparato telef�nico a su alcance, opt� por caminar
hacia el escritorio de su secretaria.
Ahora s�, Juan pod�a asegurar que ella lo estaba provocando:
la lentitud y armon�a de su caminar, como leyendo la lista, el contoneo de su
cadera, la forma en que se pasaba la mano por las nalgas, como para acomodar la
falda... c�mo sacud�a su cabello abundante y d�cil, suelto y brillante.
La excitaci�n de Juan crec�a mientras contemplaba a Sof�a y
se imaginaba c�mo se ver�a ella sin ropa, ayudado por la bella marca del
diminuto slip en la falda, que �l esperaba que fuera rojo y se preguntaba cu�n
atrevida podr�a ser esta joven ejecutiva.
Cuando caminaba de regreso, Sof�a se detuvo, como si hubiera
olvidado algo, hizo un medio giro a la derecha, mostrando el perfil perfecto de
sus nalgas y sus senos, se acomod� los cabellos y la blusa, y sigui� caminando
lenta, estudiadamente, ahora sin quitar la vista de los ojos de Juan, que le
sosten�a la mirada con mucho nerviosismo, pero finalmente, en una muestra de
coraje y decisi�n, �ste le gui�� un ojo, esbozando una sonrisa que pretend�a ser
muy segura. Para entonces, Juan ten�a una erecci�n completa porque su cerebro,
acelerado por el instinto, ya hab�a desvestido a esa mujer y se la estaba
cogiendo seg�n todas las posiciones del Kamasutra.
- Es un tic nervioso, o debo sentirme halagada?-
pregunt� Sof�a mientras soltaba una carcajada contagios�sima.
Juan ya hab�a echado los dados y por lo visto, Sof�a estaba
aceptando el juego.
- No tengo ning�n tic nervioso
� dijo Juan � de modo que debes�
- Gracias. Pero vamos a tomar el caf� que te he ofrecido
� respondi� Sof�a y luego, gui��ndole ella un ojo a Juan, continu�, con una
ir�nica sonrisa � porque cuando vuelva
a sonar tu m�vil vas a palidecer nuevamente...
Y lo condujo, un piso m�s arriba, a un ambiente notoriamente
dedicado al descanso de los ejecutivos. Era un sal�n muy amplio, en el que,
adem�s de cuatro o cinco mesas cuadradas, apenas para cuatro personas, con
manteles largos, hab�a una mesa de billar y una de tenis de mesa, y al fondo un
bar muy bien decorado, con taburetes altos, botellas, copas y todo lo que debe
tener un bar, y estaba atendido por dos personas. El barman, que hac�a de
administrador, y una camarera. Al otro lado de la habitaci�n hab�a una puerta
con un letrero que dec�a "Ba�os"
Sof�a se sent� en una mesa cerca y de espaldas a la ventana,
de modo que su vista dominaba todo el interior del caf�, e invit� a Juan a
sentarse frente a ella. Una vez instalados, la mesera trajo la carta, pero Sof�a
se la devolvi� y orden� por ambos
- Dos caf�s irlandeses por favor, el m�o muy cargado,
bueno?... pero de licor, no?- y esa hermosa
carcajada reson� de nuevo, y Juan pod�a apreciar el tama�o de esa boca, esa
forma perfecta y esos dientes hermosos, y se la imaginaba trag�ndose su pene�
Y luego se puso a conversar con Juan. Ninguno se percat� del
momento en que la camarera trajo el pedido, ni de que se lo tomaron y pidieron
otra ronda� En pocas palabras establecieron una buena amistad, sin protocolos, y
la conversaci�n pas� por todos los temas posibles. Sof�a dedic� alg�n tiempo a
preguntar detalles sobre el matrimonio de Juan y el temperamento de Elisa.
- Y en la cama, Juan, ella te satisface completamente?
� la pregunta sali� como disparada con fusil, porque mientras esperaba la
respuesta, Sof�a le dirigi� una sugestiva mirada, y su sonrisa adquiri� una
forma que �l no hab�a visto a�n -
vamos, eres un hombre satisfecho, o vas por m�s...?
- Eso creo � respondi� Juan
� aunque la verdad es que tengo muchas
ideas que ella no me permite� o sea, t� me entiendes.
- Claro que te entiendo �
dijo Sof�a, y luego pregunt� � te es
dif�cil sacarte los zapatos?
- C�mo? � Juan no entend�a
la relaci�n entre sus zapatos y su vida sexual
- Puedes sacarte los zapatos ahora mismo sin que sea un
problema?
- Claro, son del tipo mocas�n
- S�cate un zapato, cualquiera, y posa tu pie en mi silla
- orden� ella mirando al fondo de su taza vac�a, y pas�ndose la lengua por los
labios
Juan obedeci� sin hacer m�s preguntas, aunque no se imaginaba
lo que ven�a. Cuando su pie lleg� hasta la silla de Sof�a, �sta lo tom� con sus
dos manos y h�bilmente le sac� el calcet�n, y se puso a acariciarle el pie
mientras se acomodaba.
Cuando Juan sinti� que ella mov�a su pie acarici�ndose con el
los muslos, sinti� que su excitaci�n trepaba a una velocidad impresionante.
Estir� un poco m�s la pierna, y sinti� c�mo llegaban sus dedos hasta hacer
contacto con el calz�n de Sof�a, quien segu�a acariciando el pie de Juan con las
dos manos, y lo mov�a frot�ndose con �l
A trav�s del slip, Juan pod�a sentir c�mo sus dedos se
empapaban en los jugos de ella, y sin pensarlo, pregunt�
- Sof�a, esto es delicioso pero, no es un riesgo en este
lugar?
- Y qu�? � fue su respuesta
� no eres acaso el especialista en
riesgos? Y en todo caso es a m� a quien joder�n, no te preocupes� o no te gusto?
Y lo miraba llena de lujuria, de excitaci�n. Se notaba la
calentura de Sof�a en la humedad de su vagina y en la forma de mirar a Juan,
jadeando, con la boca semiabierta, pas�ndose la lengua por los labios de rato en
rato.
- Es grande tu pie, es as� tu verga tambi�n? Me muero de
ganas. Ah! Que rico� - y gem�a quedamente,
como para no ser escuchada m�s que por Juan.
Juan comenz� a mover los dedos de su pie. Nunca antes hab�a
pasado por esto, pero su instinto lo guiaba� �l sent�a claramente los detalles
de la vagina de Sof�a, a trav�s del calz�n, que por supuesto estaba ya
completamente empapado.
- Nunca se me ocurri� medirlos, pero es probable que quedes
contenta � dijo Juan jadeante y ansioso,
sorprendido por lo que le estaba pasando, pero rogando para que no se detenga.
- C�mo me va a gustar comprobarlo
- Sof�a empez� a mover su cadera, notoriamente, se estaba masturbando con el pie
de Juan, que sent�a que su pene le dol�a ya por la excitaci�n, y sin m�s, baj�
su mano derecha y empez� �l tambi�n a satisfacerse, sintiendo la humedad en su
pie. De pronto, Sof�a hizo a un lado el slip, y ped�a:
- Por favor, amor, trae tu pie m�s ac�, d�melo todo
� gimiendo� y Juan tuvo que estirar m�s la pierna, estaba sentado ya casi sobre
su espalda, y Sof�a sobre su pie, pues se introduc�a todo lo que pod�a abarcar
su vulva empapada ya del todo, lo que facilitaba grandemente que dos o tres
dedos del pie de Juan se introduzcan en su vagina.
Y Sof�a quer�a m�s� y empujaba para meter m�s, ella quer�a
todo el pie� y se mov�a suavemente mientras Juan se frotaba el pene�
Y el tel�fono son� de nuevo. Pero la excitaci�n y todo el
movimiento generado ten�an a Juan muy agitado, y lo dej� sonar. Sof�a se movi�
hacia atr�s liberando el pie que ten�a introducido y sin mayor dificultad le
puso nuevamente el calcet�n a Juan� as� empapado como estaba su pie.
- Si no puedes poner en su lugar a tu hembra, d�melo ahora y
deja el juego - la voz de Sof�a sonaba �spera
por la excitaci�n y el jadeo, pero parec�a definitiva �
estoy yendo al ba�o� si quieres seguirme, dame
tu m�vil.
Por la cabeza de Juan pasaron r�pidamente escenas de lo m�s
dram�ticas� Elisa llamando y Sof�a contestando� qu� le dir�a Sof�a a su mujer?
Qu� podr�a pasar?
Sof�a se puso de pie y al pasar por detr�s de Juan, le meti�
dos dedos en la boca. Este sinti� por primera vez el sabor del sexo de esa
hermosa mujer, y ya no hubo m�s dudas, tom� la mano de Sof�a mientras chupaba
sus dedos hasta dejarlos limpios, y puso en ella el celular. Ella se dirigi� al
ba�o, con el celular en la mano, y �l hizo lo propio.
Juan lleg� a la puerta que conduc�a a los ba�os poco despu�s
de Sof�a, de manera que en cuanto la atraves�, ella literalmente se le fue
encima y lo empuj� hasta el ba�o de damas, y asegur� la puerta tras de ellos.
Inmediatamente, ella se desabroch� la falda y la dej� caer al
suelo, y �l presurosamente, le sujet� las manos para impedir que se sacara el
calz�n, y se apart� lo suficiente para contemplar el poderoso culo de Sof�a
tapado apenas por ese hermoso y sensual calz�n blanco de encaje, que s�lo
ocultaba una peque�a porci�n de sus bellas nalgas y contrastaba excitantemente
con su bronceada piel, y le dio una vuelta alrededor contempl�ndola extasiado
mientras sent�a su pene endurecido y desesperado por penetrarla, y deteni�ndose
detr�s de ella, se arrodill� y comenz� a morder suavemente los muslos, uno y
otro alternadamente, e iba subiendo lentamente, mordiendo, lamiendo, chupando,
mientras que abrazando a Sof�a, con sus manos la acariciaba por encima del
calz�n, masajeando suavemente el pubis, la vagina, la parte superior de los
muslos y la parte baja del vientre.
Entre tanto, Sof�a se sac� la blusa y el cors�, y empez� a
masajearse las hermosas y duras tetas, estimul�ndose los pezones que de
inmediato se pusieron duros� se los llevaba a la boca, los lam�a y los chupaba�
el izquierdo primero, luego el derecho, y de nuevo�. Y se masajeaba el abdomen,
retorci�ndose y gimiendo�
Cuando la boca de Juan lleg� a las nalgas de ella, �ste la
abri� tan grande como pudo y mientras mord�a, chupaba� primero una y luego la
otra, mordiendo y chupando cada vez m�s firme y largamente, y mientras chupaba,
su lengua se prend�a a la piel de Sof�a. Entonces, los dientes de Juan se
concentraron en el calz�n de Sof�a, y empez� a tironearlo de un lado y del otro,
ayud�ndose con las manos por adelante, hasta que pudo liberar completamente las
nalgas y la vagina de Sof�a de la sensual prisi�n blanca de encaje.
- Ay mierda� - gimi� Sof�a
� te advierto que has cruzado el
l�mite� si no tengo todo de ti lo vas a lamentar el resto de tus d�as
� y como pod�a, aferraba a Juan de los cabellos y le empujaba la cabeza hasta su
entrepierna: lo que m�s quer�a esa hembra en ebullici�n, era tener la lengua de
Juan en su vagina.
Pero Juan ten�a otros planes: ya sab�a que estaba ante una
mujer decidida y por sobre todo, caliente, muy, muy arrecha, y no pensaba dejar
pasar esta oportunidad de tomar de esta hembra todo lo que su mujer le negaba.
As� que Juan se resisti� a ser conducido por Sof�a y, a pesar
del dolor que le causaban los estirones que ella le daba, volvi� a concentrarse
en su culo, y se puso a lamer con gran dedicaci�n las nalgas, y las fue
separando lentamente, de a poco, y fue meti�ndose m�s y m�s adentro, lamiendo en
la raya, al justo medio, cada vez m�s adentro, hasta que pudo sentir el acre
sabor del ano de Sof�a� estaba empezando a cumplir una de sus m�s caras
fantas�as er�ticas, ya que su mujer jam�s se lo hab�a permitido y not� que el
sabor no era desagradable, y m�s a�n, el olor tan caracter�stico se le antoj�
altamente erotizante, y clav� su lengua intentado penetrarlo con ella, y lam�a y
chupaba como pod�a, con la intenci�n definida de saciarse del sabor y el olor
del ano de Sof�a� no dejaba perderse nada, tanto como mojaba ese ano, lo
chupaba� y luego se mov�a para llegar a lamer la vulva y entonces, luchaba por
introducir su nariz en ese delicioso ano, y se grababa el olor� y otra vez,
volv�a con la lengua, para grabar el sabor� y una y otra vez.
Y Sof�a, por otro lado, en cuanto sinti� el primer leng�etazo
en su ano, sinti� un estremecimiento que hizo que se le erizaran hasta los
vellos�. Se sinti� transportada a otra dimensi�n, y soltando los cabellos de
Juan, se agach� lo suficiente como para poder sacarse el calz�n y luego se
concentr� en separarse las nalgas y acomodarse para facilitar el trabajo de esa
lengua deliciosa, y empujaba su culo para hacer m�s presi�n... y sent�a c�mo la
saliva de Juan le empapaba el ano, y se estremec�a entera cuando lo sent�a
chup�ndoselo, y ella se abr�a m�s y m�s... sent�a que quer�a partirse en dos
para que esa lengua pueda entrar hasta lo m�s rec�ndito de su recto, y cuando
ten�a esa lengua en su vulva y sent�a la presi�n de la nariz introduci�ndose
apenas en la parte externa de su ano... le faltaba el aire... s�lo quer�a que
Juan logre penetrar con cualquier cosa... y se separaba las nalgas hasta
causarse dolor.
Y Juan ten�a su cara entera metida entre las nalgas de esa
hembra, y disfrutaba el sabor, el olor, el calor y la textura de ese ano en la
lengua, y como ahora era ella quien separaba sus propias nalgas, �l empez� a
buscar la mejor manera de desvestirse sin separarse para nada del manjar que la
vida le estaba sirviendo esta tarde, empapado en los fluidos vaginales de Sof�a,
disfrutando los olores y los sabores, memoriz�ndolos y excit�ndose m�s cada vez.
- Qu� haces, Juan� estoy a punto de explotar� es lo m�ximo
� la voz de Sof�a era un susurro� esa
dominante mujer que lo hab�a desafiado en la mesa estaba ahora temblorosa,
separ�ndose las nalgas para recibir la lengua de su hombre tan profundo como sea
posible, movi�ndose hacia arriba y hacia abajo, presionando siempre contra la
cara y la lengua de Juan.
Y entonces �ste, que adem�s masajeaba el pubis y la vulva de
Sof�a, introdujo un dedo en su vagina, sac�ndole un gemido m�s profundo, m�s
prolongado, y pudo sentir, en el temblor de las piernas y el estremecimiento de
todo el cuerpo de su hembra, la inevitable llegada del orgasmo� y r�pidamente,
mientras retiraba su dedo, se meti� como mejor pudo para succionar los l�quidos
que esa vagina segregaba, chupando y lamiendo hasta la �ltima gota, al menos ese
era su deseo ferviente, tragando constantemente para no perder nada.... y sus
manos segu�an acariciando, ahora apretaban las nalgas, y Juan quer�a hundirse en
ese delicioso culo, y suavemente, junto con su lengua, llev� su dedo �ndice
hasta el empapado ano de Sof�a, y con una leve presi�n, lo introdujo entero... y
Sof�a gimi� m�s profunda y largamente a�n mientras Juan se estremec�a sintiendo
esa deliciosa presi�n del esf�nter apretando su dedo.
- No, por favor, mi culo no�
- gem�a Sof�a, pero Juan no escuchaba, y lentamente inici� el mete y saca del
dedo dentro de su ano, sintiendo en detalle el calor, la suavidad y la estrechez
del recto, y entonces, girando el dedo y su mano en una ligera contorsi�n, le
introdujo el dedo pulgar en la vagina y empez� a masajear dentro de los dos
orificios en un movimiento como si frotara sus dedos... y Sof�a ya no pudo
tenerse m�s en pie, as� que se inclinaba m�s y m�s mientras doblaba las
rodillas, extendiendo los brazos hasta alcanzar el suelo con las manos, y
cayendo de rodillas.
Juan desesperadamente trataba de permanecer pegado al culo de
Sof�a, pero por la posici�n en que estaba, tuvo que resignarse a relamerse todo
lo que quedaba de las secreciones de Sof�a en sus labios, y para no tener que
sacar los dedos que ten�a metidos en los orificios de esa mujer que temblaba y
se estremec�a, tuvo que ir ech�ndose de a poco en el fr�o piso de cer�mica de
ese ba�o de mujeres� y para cuando termin� de acomodarse, se percat� de que s�lo
ten�a que levantar la cabeza para alcanzar nuevamente con la boca las delicias
de Sof�a.
Por su parte, Sof�a qued� ahora arrodillada, con la cabeza de
Juan entre sus piernas, y agradeci� al instinto de ambos porque por supuesto,
ella ten�a ante s� la dura y palpitante verga� qu� bien que se sent�a ella
pensando en que era el tama�o ideal, ros�cea� notoriamente limpia y sin perder
tiempo, la tom� con una mano y empez� a masajearla, acariciando desde la base
hasta la punta, y pasaba un dedo por el orificio, distribuyendo la secreci�n
lubricante por toda la cabeza� palpando el grosor� el largo� y luego de unos
instantes de este juego, apoy�ndose en un codo, y ayud�ndose con la otra mano,
se fue metiendo la pija de Juan en la boca, suavemente, pegando su lengua a la
punta de ese tronco suave y caliente, sintiendo un ligero saborcillo apenas
salado que le dejaba el l�quido que sal�a por el orificio, y le gust� y empez�
a chupar para sacarlo todo�
Y de a poco, se la fue metiendo m�s y m�s, y la quer�a toda
entera dentro, pero ella no estaba acostumbrada y sinti� algo como arcadas, y se
la sac�, pero s�lo por un instante, porque volvi� a empezar con esa rutina
nuevamente, y as� una y otra vez, hasta que de a poco, tal vez porque su glotis
cedi�, o porque su excitaci�n volvi� a surgir con fuerzas renovadas, pudo
tragarse entera esa polla y disfrutaba tanto empujando hasta sentir c�mo sus
labios tocaban el pubis de Juan - era la se�al de que la ten�a toda adentro - y
la sacaba y la contemplaba, le fascinaban el tama�o, el color y el sabor de esa
verga, y se la met�a nuevamente, con suavidad pero hasta el fondo, y usaba su
lengua para masajearla mientras la ten�a atragantada, y empez� a delirar con la
idea de que le llenase la boca de esperma... y sinti� nuevamente que le faltaba
el aire, porque Juan no hab�a dejado de trabajar all� abajo...
Este mov�a sus dedos dentro de la vagina y el ano de Sof�a,
haciendo el mete y saca de ambos dedos simult�neamente, pero sin dejar de
moverlos como si los frotara� por dentro. Y levant� la cabeza, e hizo a un lado
la mano para poder alcanzar sus dedos, y especialmente lam�a el dedo que entraba
y sal�a del ano... cada que sal�a lo limpiaba bien, procurando sentir el sabor
con todos sus sentidos.
Cuando Sof�a empez� a ocuparse de su pija, Juan se estremeci�
entero� sent�a esa suave y h�meda lengua lamiendo su glande, y sent�a tambi�n
c�mo esa hermosa boca de dientes perfectos succionaba, y lo m�ximo� inenarrable
sensaci�n la que sinti� cuando le pareci� que, dentro de esa boca, su pene
chocaba con algo en el fondo� muy en el fondo� Juan estaba seguro de que esa era
la garganta de Sof�a, Nada de lo que se hab�a imaginado en su oficina, cuando
reci�n la conoc�a, se acercaba a esto� y no pudo evitar dedicar unos
pensamientos a Elisa, que jam�s hab�a intentado ir m�s all� de medio chuparle la
cabeza de su verga.
Y como si fuese telepat�a, tras ese pensamiento de Juan, son�
el tel�fono y antes de que �ste intentase nada, Sof�a lo alcanz� y exagerando
sus jadeos y la sensualidad de su voz, contest�:
- Eres Elisa?... s�? Qu� bien. Mira, tu marido est� ahora
gozando de mi culo, Ah!!! sabes? Es encantador, un experto lameculo mmmmmm y me
tiene arrech�sima, cachoooooondaaaaa - y
despu�s de cortar, lo apag�.
Juan intent� moverse para alcanzar el tel�fono, sac� sus
dedos de donde estaban y trat� de incorporarse, estirando su brazo para ver de
alcanzar el celular, pero Sof�a se dej� caer encima de �l, tap�ndole la cara con
su vulva. El sinti� el sabor nuevamente, y el exquisito calor que emanaba esa
mujer "A la mierda... ya est� hecho"
se dijo y se frot� empapando esta vez toda su cara con los jugos que sal�an de
la vagina , y con todos esos fluidos lubricantes, Juan ten�a la esperanza de
poder meter su nariz en el ano de Sof�a� estaba alucinado por ese culo, el
primero de su vida, pero necesitaba su nariz para respirar, pues ella no se
movi� para nada que no fuera ayudar a su cl�toris a hacer contacto con los
labios de Juan, que sent�a la dureza del piso en su cabeza.
Sof�a por su lado se sent�a dichosa, pues al pr�cticamente
echarse sobre la cara de Juan, la pija del macho se le clav� bien adentro, al
fondo de la garganta, y so�aba con recibir all� mismo el chorro de leche�
Cuando Juan sinti� que Sof�a le meti� ambas manos por debajo
de sus nalgas, comprendi� que ella no soltar�a su verga hasta recibir la carga
de semen que se ven�a, as� que moj� sus dedos para introducirlos nuevamente, y
le insert� juntos el �ndice y el medio en el ano, arranc�ndole gemidos de placer
y dolor... y dedic� su mejor esfuerzo a chupar y lamer el cl�toris, apret�ndolo
suavemente entre sus labios y lamiendo la punta, as� como hac�a ella con su
verga�.
Sof�a pens� que se ahogar�a cuando lleg� el chorro de leche,
pero se limit� a tragar todo, todo� meti�ndose la verga m�s adentro a�n�
presionando con su lengua a lo largo de esa deliciosa y dura pija, chupando todo
lo que sal�a� un chorro, y otro, y el tercero�. y ella apretaba las nalgas de
Juan, para poder as� meterla m�s adentro y sac�ndola lo suficiente para poder
tragar lo que se iba depositando, sin perder ni una sola gota, chup�ndola y
lami�ndola hasta dejarla completamente limpia�. entretanto, resoplaba por la
nariz con el gozo indescriptible que sent�a cuando lleg� a su segundo orgasmo,
que fue la respuesta al primer chorro de semen� y contra�a todo lo que pod�a sus
m�sculos�. sintiendo el gran trabajo que hac�a Juan con su cl�toris, y extasiada
con el incre�ble placer que le causaba sentir esos dos gruesos dedos de hombre
profanando su recto y sometiendo su ano a una dilataci�n que ella no crey� que
pudiera lograr.
As� que Juan, en cuanto ya no pudo aguantar m�s y empez� a
vaciarse en esa bella y deliciosa boca de dientes blancos y perfectos, sinti� la
inmediata respuesta de su hembra, en la cantidad de secreci�n que empez� a
soltar, y en los clar�simos apretones que sent�a en sus dedos, cuando ella
contra�a su ano�. y se dedic� a chuparle la concha, enfocado en no perder ni una
sola gota, y cuando le pareci� que ya lo hab�a tragado todo, le sac� suavemente
los dedos del ano, y se los chup� met�dicamente, uno por uno, enteros, para
poder tragarse cuanto sabor y olor pueda, entonces Sof�a hizo el adem�n de
levantarse, pero �l se lo impidi� y s�lo se lo permiti� cuando hubo chupado y
lamido ese delicioso culo por completo.
Sof�a se puso de pie y empez� a vestirse lentamente, mirando
a Juan a los ojos. Este no pod�a mirarla de frente� una vez pasada la
excitaci�n, entr� le lleno la pregunta en su cerebro:
"y ahora que?"
y se le ven�a la imagen de Elisa.
Empezando a su vez a vestirse, Juan dej� escapar un suspiro:
- Me puedes alcanzar mi tel�fono?
� pregunt� Juan bajando la voz lo m�s que pod�a, cuid�ndose de no ser escuchado
por nadie.
- Toma � dijo ella
d�ndoselo en la mano � est�s asustado,
verdad?
Y se ri� mostrando sus bellos dientes:
- No conoces a las mujeres, Juan. Ve a casa tranquilo y
h�blame cuando tengas el proyecto.
Se le acerc� y le dio un largo y delicioso beso, se sacudi�
la cabellera y sali�. Juan se lav� un poco y sali� detr�s de ella y sin mirar a
nadie se dirigi� hasta la oficina de Sof�a donde la secretaria le entreg� un
sobre con la documentaci�n que hab�a pedido�. agradeci� y se fue a casa.
Durante todo el trayecto pensaba en una excusa y de pronto
record� "Mierda!!!! No encend� el
�&(&%�!"�% celular". Lo encendi� y revis� que
no hab�a ning�n mensaje en su casilla... y el aparato no son� hasta que lleg� a
su casa, donde ya estaba Elisa esper�ndolo... Juan trataba de encontrar algo
para decirle y estaba por empezar a balbucear cuando ella lo interrumpi�:
- No s� cual de las pendejas de tu oficina contest� tu
celular, y se ha gastado una broma muy pesada conmigo. Por favor, no vuelvas a
dejarlo por ah� y ya no hagas ni digas nada m�s, que quede as� cabronas�
Juan no pod�a creer� se acerc� a su mujer y le dio un beso,
que ella correspondi� dulcemente� "No
Sof�a� de verdad no las conozco�"