Relato: Sometido por mi vecina Mi vecina
Nunca me he caracterizado por la diplomacia, y cuando cort�
mi relaci�n con Raquel no fue una excepci�n. Yo ten�a 23 a�os y ella 18, era una
cr�a para mi. Ten�a un cuerpo impresionante, digno de una modelo que cualquier
mujer entre 20 y 30 a�os hubiera deseado tener (por no decir de mayor edad),
pero en la cama no daba la talla. No era virgen, evidentemente, pero a pesar de
eso no me segu�a el juego er�tico y por ah� no pasaba.
Raquel media 1,70, era rubia y con unos ojos verdes muy
bonitos. Era de complexi�n fuerte, ya que practicaba la nataci�n desde hacia
a�os, afici�n que le ven�a de su madre, campeona de Espa�a de nataci�n
sincronizada hac�a algo m�s de dos d�cadas. Ten�a un pecho considerable, una
cintura m�s o menos normal y unas caderas de v�rtigo. Realmente apetec�a mucho
foll�rsela, pero cuando le ped�a algo m�s, siempre respond�a con un no y me
dejaba a medias.
Por suerte ten�a alguna amiga que calmaba mis apretones, pero
comenzaba a cansarme porque mi dinero me costaba y mis amigos notaban que no
tragaba con mis apetencias sexuales y el respeto que sent�an hacia m�a se ve�a
mermado, y eso no lo pod�a consentir. El problema ven�a porque �ltimamente me
hab�a interesado mucho por todo lo relacionado con la dominaci�n y la sumisi�n
femenina. Me encantaba atarla y foll�rmela en esa situaci�n, pero me costaba
horrores que se dejara, porque la muy guarra nunca quer�a. Tengo que reconocer
que eso ten�a su morbo, pero cuando se pon�a muy borde la cosa acaba mal, de mal
rollo y yo m�s caliente que el perro de un ciego, y estaba harto. Quiera tenerla
a mis pies, a mi total servicio y pendiente de mis necesidades sexuales, pero
Raquel lo evitaba y, por el contrario, me reprochaba mi poco romanticismo y mis
casi nulas muestras de cari�o� manda huevos, la t�a, encima pretend�a que le
hiciera arrumacos a cambio de nada, �Y una mierda!
El d�a que le dije que la dejaba fue dif�cil, pero me quit�
un peso de encima. Se puso a llorar como una ni�a (evidentemente), y se fue a
cont�rselo a su mam�. Sus padres estaban separados, as� que no ten�a que temer
por un suegro cabreado que me viniera con rollos morales y dem�s. A su madre
apenas la conoc�a, la hab�a visto un par de veces, y casi de refil�n. Paso de
relaciones familiares, yo voy a lo que voy y lo dem�s son tonter�as. Tengo que
reconocer que lo poco que hab�a visto no estaba mal, ya que era una mujer de
unos 40 a�os que aparentaba menos, alta, morena, con los ojos verdes como su
hija y con un cuerpo que ten�a toda la pinta de estar de muerte, pero yo paso de
las viejas, me van las ni�as que son f�cilmente moldeables, por lo que no hab�a
merecido mi atenci�n.
Ese mismo d�a qued� con Susana, una guarrilla del barrio que
siempre est� dispuesta; me la llev� en mi super buga maqueado a un descampado y
mat� mis penas (si es que ten�a alguna) con ella. Ella pensaba que echar�amos un
polvo de lo m�s normal, pero como he comentado antes, yo necesitaba algo m�s. La
estuve calentando un buen rato y cuando la t�a se me abri� de patas para que me
la follara, saqu� un par de pa�uelos de la guantera y me lanc� sobre ella. La
sent� en el asiento trasero del coche, le at� las mu�ecas a las abrazaderas de
las puertas de atr�s y la amordac� con sus propias bragas. La t�a alucinaba pero
como estaba pilladita por mi, no opuso mucha resistencia. Estaba medio en
pelotas y yo acab� de arrancarle la ropa que ten�a con cierta violencia. En
cuanto se vio desnuda frente a mi, con los brazos completamente en cruz y
sentada de cara a la luna trasera del coche, empez� a tener miedo por lo que
podr�a venirle encima. Yo estaba cabreado con Raquel, por haberme hecho perder
el tiempo con tantas tonter�as, y ahora mi amiguita Susana iba a pagar los
platos rotos. Me sent� en el asiento trasero, entre sus piernas. Respiraba con
dificultad por culpa de las bragas, pero se la ve�a excitada; estoy seguro que
lo estaba. Hac�a calor en ese jodido coche, pero eso a�n a�ad�a m�s morbo a la
situaci�n. Yo me hab�a quedado en pelotas tambi�n, y mi pija estaba bien
empalmada, apuntando al co�o de Susana. Ella me miraba a los ojos asustada,
miraba mi polla, me volv�a a mirar, y abr�a los ojos cada vez m�s.
De un golpe seco la obligu� a sentarse sobre mi aparato, que
todo hay que decirlo cumple con la normativa europea de pollas de largo alcance,
con 20 cm de carne lista para ser "devorada". Solt� un grito que apenas pude o�r
a trav�s de sus bragas. Cerr� los ojos un instante y los empez� a abrir cuando
inici� un movimiento suave de vaiv�n de mis caderas para arrancar la penetraci�n
r�tmicamente. Su grito se convirti� en gemidos que se escapaban de su boca como
pod�an. El pelo rubio te�ido se le pegaba a la cara debido al sudor. Sus grandes
tetas estaban al alcance de mi boca; comenc� a com�rmelas con pasi�n,
lami�ndolas, bes�ndolas y, principalmente, mordi�ndolas. Notaba como daba
peque�os saltos cada vez que mis mordiscos iban m�s all� de suaves pellizcos,
pero no era m�s que un aperitivo de lo que le ven�a encima.
Despu�s de un buen rato foll�ndomela, la saqu� de su interior
y la rode� hasta ponerme justo detr�s de ella. No pod�a verme, no sab�a que
estaba haciendo, pero notaba que estaba muy caliente. Mientras buscaba mis
calcetines, con una mano le sobaba el co�o que estaba caliente a m�s no poder,
completamente mojado de los l�quidos que soltaba la muy puta. Si no llego a
parar a tiempo la guarra habr�a llegado al orgasmo, y eso no se lo pod�a
permitir. Cuando tuve localizados los calcetines, ces� el magreo de su co�o y me
dispuse a at�rselos a los tobillos. Le separ� bien las piernas y las at� a los
hierros que hay justo debajo del asiento. Ella miraba por encima del hombro o
por debajo del brazo como pod�a, intentando ver que co�o estaba haciendo con sus
pies. En ese momento ya not� cierta resistencia que me indicaba que no le
gustaba lo qu� estaba haciendo, pero esta vez no iba a pararme como con Raquel,
esta vez iba a llegar hasta el final con esa guarra. La at� bien fuerte,
dej�ndola en una posici�n inc�moda. Ten�a los muslos apoyados en el borde del
asiento, y su cuerpo ca�a hacia delante. Hab�a apoyado la cabeza en la parte
superior del asiento, para poder hacer fuerza y que no le dolieran m�s de lo que
ya lo hac�an sus mu�ecas atadas a las abrazaderas. Tambi�n observ� que consigui�
apoyar la punta de las plantas del pies en el suelo, para aminorar la tensi�n
que sent�a en las piernas. Era evidente que no pod�a moverse� era toda m�a, y
esta vez iba a disfrutar con ese cuerpo.
Me coloque justo detr�s de ella, me acarici� la polla, la
cog� del pelo con una mano a modo de rienda y se la met� hasta el fondo, con
toda la rabia del mundo; evidentemente no fue su co�o el receptor de mi
palpitante polla, ya que lo hab�a catado hac�a un rato; esta vez mi miembro se
introdujo en su culo sin piedad. Esta vez si que se oy� un grito ahogado de
dolor que sal�a de su interior con rabia. Su cuerpo se tens�, su espalda se
arque� al m�ximo y finalmente su cabeza cay� derrotada sobre el respaldo del
asiento, totalmente sumisa y entregada a mi miembro. Se lo romp� durante horas,
hasta que acab� agotado de tanto foll�rmela y despu�s de un par de orgasmos. Las
mujeres hab�an sido creadas para ser folladas por el hombre, y yo lo pensaba
hacer a mi manera.
Raquel lleg� a su casa destrozada. Estaba realmente enamorada
de eso chico, aunque era algo rudo con ella, poco cari�oso y a veces le ped�a
cosas en la cama que ella no estaba dispuesta a hacer, le quer�a, y le hab�a
hecho mucho da�o que �l la dejara.
Cuando su madre abri� la puerta se sorprendi� de ver a su
hija envuelta en un mar de l�grimas. La abraz� y se la llev� al sof�. Laura era
la t�pica mujer cuarentona que aparentaba treinta y pocos, que cuidaba su cuerpo
al m�ximo, yendo al gimnasio y siguiendo una dieta sana. Med�a 1,80, tenia una
110 de pecho, no ten�a una cintura fina que digamos, sus caderas eran anchas y
sus piernas muy musculadas, debido a los a�os de nataci�n sincronizada y su
posterior ingreso en el equipo femenino de waterpolo del barrio. La bata de
estar por casa y las braguitas blancas que asomaban por ella eran la �nica
prenda que vest�a Laura. Su pelo negro azabache m�s all� de sus hombros le
confinaba un aire de amazona salvaje que quitaba el hipo. Sus gemelos bien
marcados contrastaban con unos tobillos finos que acababan en unos precios pies�
de la talla 42, todo hay que decirlo.
Abraz� a su hija y �sta le cont� lo pasado. Laura no le hab�a
explicado a Raquel que corr�an rumores de que su novio se la pegaba con otras
chicas del barrio, ya que pensaba que eran habladur�as sin fundamento. Cuando su
hija le cont� el motivo por el cual hab�an roto su relaci�n, ella entendi�
muchas cosas. Ver a su hija as� la desesperaba, ya que lo hab�a pasado mal con
la ruptura de su matrimonio y ahora deb�a afrontar un desenga�o amoroso. Laura
pens� que esto no pod�a quedar as�, por lo que empez� a pensar en c�mo
devolverle la pelota a ese chico para darle una lecci�n que jam�s olvidara. Por
unos instantes su rostro de preocupaci�n cambio por una sonrisa p�cara que dar�a
miedo hasta al mism�simo diablo.
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Relato: Sometido por mi vecina
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