Relato: Diario





Relato: Diario

Miraba al horizonte sin verlo. Tras la ventanilla de aquel
tren que se acercaba al destino, estaba el mundo. Ella pon�a el inter�s fuera de
aquel escenario. Era f�cil reconocer que poco la importaba el conjunto de
im�genes que se suced�an fuera. Ensimismada en su mundo interior, sin
representar una clara emoci�n, dejaba pasar el tiempo...


Aquella mujer, j�ven, volvi� en s�. Busc� su bolso con la
mirada, y, encontrado, lo abri� y extrajo un bol�grafo y una libreta. Busc� la
primera p�gina vac�a, se prepar� con el boligrafo y tras un instante de
meditaci�n, comenz� a escribir...



Lentamente, avanzaba el taxi hacia la que hab�a sido mi casa
durante aquellos maravillosos a�os de mi ni�ez y adolescencia. Despu�s de casi
tres meses de ausencia, esperaba encontrarme con mis padres tras la temporada de
estudios inicial del curso. Recuerdo el d�a perfectamente, como si lo volviera a
vivir. Gris. Cansado. Como si quisiera llorar. Era una sensaci�n fr�a y a la
vez, recuerdo esa sensaci�n en el estomago de cierta impaciencia por
reencontrarme con los m�os.


Todo me parec�a vivido, pero aun as�, quer�a asegurarme que
no hab�a nada nuevo. La casa de la se�ora Francisca, su corral, luego la
iglesia, en la que, como siempre, estaba la puerta abierta, la taberna, y
depu�s, el huerto del cura y mi casa. Al final del trayecto la pod�a ver. No
hab�a cambiado. Todo segu�a como el d�a que me marche para perderme en el mar de
libros y apuntes que mis estudios universitarios requieren.


Hab�a sido un peri�do duro, pero nada, comparado con lo que
se por ah� se dec�a que resultar�a el resto. Adem�s, mis ganas de independizarme
y la sensaci�n de dureza del curso, me sujetaban bien a los estudios. Ese curso
no hab�a sido para nada parecido a los anteriores. Las fiestas de otros a�os,
las salidas con amigos y amigas se tornaron en asistencia a clase, residencia,
horas de estudio, sue�o, y nada m�s. Incluso, alguna de mis amistades las ten�a
completamente olvidadas y todo se quedaba en los buenos deseos de llamarlas por
tel�fono alg�n d�a. En esta tesitura, decid� que mi descanso lo har�a en casa,
buscando la tranquilidad de mi pueblo, con mis padres, y por qu� no decirlo,
cubriendo el expediente obligatorio de las fechas en las que estabamos,
haciendoles una visita que ya necesitaba emocionalmente.


El taxi se par� delante de la verja de entrada de la casa.
Amablemente el taxista me dej� las maletas en el porche y mientras se desped�a
amistosamente (era el �nico existente en los cinco pueblos de los alrededores y
le conoc�amos todos) me hizo un gui�o cari�oso. Recuerdo que me qued� un
instante delante de la puerta, parada mirando hacia la casa. Mi cabeza intentaba
ver el interior a trav�s de las paredes: mis padres, el interior. Gir� la cabeza
y observ� a lo lejos la plaza del pueblo donde de ni�os jug�bamos hasta bien
echada la tarde y muchas veces llegada la noche en el tiempo de verano. Parec�an
haber pasado a�os y a�os.


Mis padres no eran mayores, 54 y 48 a�os, y realmente se
conservaban muy bien. Hab�an tenido cierto �xito en la vida y el trabajo de mi
padre, regentando una tienda en el pueblo le hab�a dado un cierto acomodo. Mi
madre ayudaba en el negocio. Adem�s, mi padre, muy aficionado a la lectura, le
considero una persona culta. Nunca se me olvidan los ratos tras el televisor
siguiendo alg�n concurso y ver de qu� manera mi padre respond�a a cuestiones
imposibles. En alg�n momento, mi madre y yo le animamos a intentarlo, pero �l
nunca quis� sacar su sabidur�a a dar un paseo televisivo (m�s bien unas fuertes
dosis de verg�enza).


Volv� en mi. Avanc� tal y como si estuviera caminando por una
nube. Llam� al timbre, sinti�ndome extra�a. Unos pasos se acercaron. Los
reconoc�: era mi madre.


El gran espect�culo maternal comenz�. La algarab�a y
estruendo por los gritos de alegr�a de mi madre me asustaron y m�s cuando, como
fiero oso, ella se avalanz� sobre m� cual cazador quiere a su presa y me apres�.
Me dol�a el cuello del apret�n. Me dol�a el carillo de la fuerza de los besos.
De vez en cuando separaba su cara de la m�a y me miraba como si hubiera visto un
fantasma, y tras un segundo, nuevamente besos, apretones. Yo empezaba a mirar al
resto del mundo buscando alg�n espectador y testigo de tal "agresi�n", pero
nadie hab�a. El reactor emicional fue consumi�ndose y en un momento, me tom� del
brazo y me introdujo en la casa siguiendo con su rosario de "buenas impresiones"
y piropos maternales. Me impidi� coger las maletas y fue ella quien las dej� en
el recibidor mientras me empujaba hacia la cocina donde trajinaba preparando
alguna cosa para los banquetes venideros.


Me sent�a muy a gusto. Estaba feliz, me encontraba bien.
Sentada en la cocina mientras mi madre me informaba por menorizadamente de todo
lo que hab�a acontecido. Aquel olor, nada hab�a cambiado. Reencontrarme con
aquellas sensaciones me sentaba bien.


Tras la marabunda de pensamientos y frases que solt� mi madre
debido a la impresi�n de mi llegada, m�s sorpresiva que esperada, me preocupe
por pap�. Seg�n parece, estaba echado un poco, puesto que en esos d�as se
levantaba temprano para atender la tienda.


Sin m�s, sigui� a lo suyo, despach�ndose a gusto, como si no
hubiera hablado los �ltimos a�os. De vez en cuando, se acercaba y me pellizcaba
el carillo, o me daba un beso y lanzaba un improperio maternal de esos que en
p�blico te colorean la pupila pero que te da gustirrinin cuando los oyes.


Al mon�logo sigui� un conjunto de preguntas de m�, del curso,
de Madrid, de la residencia, de todo aquello por lo que una madre se preocupa
por sus hijos cuando est�n ausentes. Tambi�n me lanz� alg�n golpecito bajo como
un "tienes que llamar m�s", o un " a ver si vienes m�s a menudo". Esas cosas de
madre infundidas generalmente por los comentarios de los padres.


Tras una media hora de charla ininterrumpida, me levant� y me
propuse ordenar mis cosas en la habitaci�n. Pas� por la puerta de la habitaci�n
de mis padres y, posiblemente, acostumbrados a estar solos, esta estaba
entreabierta, dejando ver la figura de mi padre tumbado en la cama en ropa
interior (cosa que en mi familia era bastante delicado y se ten�a mucho
cuidado). Mi madre, como si un perro cazador lo oliera, ven�a de tras de m�, y
tras una miradita de estudio a mi sonrojada cara por la escena, cerr� la puerta
mientras retomaba en una voz susurrante el conjunto de piropos que ya empezaban
a agobiarme.


Me ayud� a colocar mi ropa. En algunas prendas se detuvo, las
estudiaba y me miraba sin atreverse a decir nada, aunque su expresi�n lo dec�a
todo. Poco a poco su voz se fue apagando y m�s cuando lleg� a la ropa interior,
y en concreto a un conjunto rojo de tanga y sujetador muy provocativos ellos.
Intu�a que algo pasaba en su cabeza, y en efecto, finalmente, incit� el tema.
Las relaciones con el sexo opuesto y sus posibles consecuencias. Comenz� a
buscar amigos, roces, cualquier cosa. La verdad es que era comprensible tras ver
mi precioso conjunto interior. Inicialmente, me defend� con indiferencia, pero
viendo que los acontecimientos pod�an tomar un peligroso cariz, la tranquilic�
cont�ndola la verdad: soledad, soledad, soledad y estudios. Aquello no pareci�
encajarla en el perfil e indag� mucho m�s. Tanto que, al ver fracasada la
relaci�n estable, busc� relaciones espor�dicas, dejando por supuesto, el tipico
consejito maternal sobre el cuidado que hay que tener si se comente el
grand�simo error de caer en la pecaminosa tentaci�n de hacer alg�n acto
calificado de impuro. Esos eran los momentos que me amargaban realmente y m�s,
cuando, encima, por mi condici�n de "buena" estudiante, me estaba perdiendo el
goce de los placeres tanto del alma como, por supuesto del cuerpo, imbuida en mi
obligaci�n de estudios. La puse al corriente del uso de anticonceptivos adem�s
de usar medios de prevenci�n. Tuve la sensaci�n de que en cierta medida se
tranquilizaba, sin embargo, se tir� sobre mi cuello en el tema de las
relaciones, suponiendo mi promiscuidad gratuita. El acaloramiento de la
conversaci�n sub�a, y rememoraba las viejas diferencias que ten�a con ella, m�s
activas antes de irme a estudiar fuera. Entonces era cuando mi padre pon�a algo
de cordura y tranquilizaba las emociones viscerales entre ambas. Mi padre ten�a
una mano especial para ello. Mi sensaci�n, ante su intervenci�n, era no verme ni
triunfadora ni vencida y parecido a mi madre. Mi padre tiene la cualidad de ante
nuestras disputas, poner orden sin quitar ni dar razones, y adem�s dejarnos a
gusto.


En esta ocasi�n, en el momento de comenzar la discusi�n de
una manera m�s agria, mi madre tom� aire, y para mi sorpresa cambio radicalmente
de postura. Se olvid� de echarme en cara las cosas, y mostrarse m�s comprensiva.
Nunca sospech� que aquello podr�a dar un cambio tan radical. Mi madre que apenas
estaba en un duro interrogatorio policial se torno en una madre comprensiva y
tierna. Me motivava a mantener relaciones e incluso lleg� a maldecir que ella no
hubiera tenido las mismas posibilidades. Aquello me noque� y a la vez de
contemplar la escena, viendo a una mujer irreconocible, reconozco que me
produc�a cierta gracia. Seguramente, en otras condiciones, hubiera sido
suficiente como para terminar de enfadarme fuertemente, pero, la situaci�n, su
reconocimiento, y que aquella conversaci�n no era frecuente en esos terminos,
termin� por hacerme apaciguar y seguir el curso de los acontecimientos.


La dej� muy claro que mis relaciones eran espor�dicas y
siempre con sumo cuidado, amigos conocidos y amigos de "buena familia", �vamos!
Una perfecta relaci�n controlada.


Mi madre, no cambi� de tema, pero fue intern�ndose en el tema
de una manera m�s directa. Entr� en los detalles, no solo de los chicos con los
que hab�a estado, sino tambi�n, en detalles de la relaci�n. En un principio me
costaba mostrarme en la realidad de mis relaciones, pero finalmente me solt� de
manera que llegu� a describirla alguna de una manera muy gr�fica, tanto que
llegu� a excitarme de cierta manera, y, medit�ndolo ahora, creo que a mi madre
tambi�n la excit� de la misma manera.


La tarde continuaba su curso. Mi padre segu�a descansando en
la siesta, aunque normalmente no se levantar�a hasta las siete y a�n eran las
cinco y media. Nosotras manten�amos aquella provocadora conversaci�n, ya en la
salita de la televisi�n, despu�s de que mi madre termin� el trabajo en la
cocina.


Las dos estabamos en el tresillo, sentadas juntas, yo, como
siempre con una mala postura de esas que generan gasto a la seguridad social,
mientras que ella, sentada ergida, ligeramente vuelta hacia mi y a mano de darme
palmaditas en mi muslo.


La conversaci�n hab�a abarcado ya muchos temas de mis
relaciones. Yo hab�a asumido perfectamente mi papel y, sinceramente, no
reconoc�a a mi madre y la trataba m�s como una amiga. Relaciones con novios,
amigos, amigos �con derecho a roce!, increible, ..., y m�s cuando, en un momento
de par�n que me intrig�, como si dudara de hacer la pregunta, me custion� sobre
mis relaciones con mujeres. Recuerdo que la mir�, y ella con los ojos
brillantes, gesto con cierto matiz vergonzoso y ruborizada, esperaba mi
contestaci�n. Me sali� del alma... �Mamaaaaa!. En un momento, volv� al mundo
real. Ella, con naturalidad artificial, me exclam� eso de que en estos tiempos,
y �por qu� no?. "Dicen que hay que probar de todo...".


No sab�a como reaccionar. Estaba en mi casa, pero al otro
lado del espejo. Casi de forma irracional y por tratar de dar una normalidad que
desde luego no exist�a al menos para m�, lo �nico que se me ocurri� para salir
del paso fue preguntarla si ella ten�a experiencias en relaciones con mujeres.
Ella me mir� con una cara dulce, brillante y gesto en la boca de sonrisa amable.
Puso su mano en mi muslo cubierto por el vaquero. Suavemente lo acarici�
mientras mis ojos se clavaban en aquella mano que iba y ven�a desde la rodilla
hasta la frontera de mis deseos. Tras perseguir la mano en el ir y venir por mi
muslo, volv� la mirada a sus ojos. All� estaban. Me miraban y me confund�an. Tal
era la tensi�n del momento que empec� a prepararme para recibir una respuesta
sorprendente. Me esperaba un si o incluso un soy lesbiana desde hace muchos a�os
pero he tenido que callarlo... Ella manten�a su cara amable. La mano dej� mi
muslo y la apoy� en el respaldo de tresillo, detr�s de mi cabeza o mejor dicho
encima de ella. A la vez de este gesto, su cuerpo se acerc�, y su cara se
aproxim� a la m�a, despacio, muy despacio, como si no fuera a llegar nunca. Sus
labios se posaron en mi cara tan suavemente que sent� cosquillitas. Hab�a
perdido sus ojos, y los m�os se fijaron en el techo, esperando que mi madre
terminara con su beso tierno. Pero no acab�. Repiti� el roce de los labios y
termin� por posarlos definitivamente en mi moflete. Me dej� inmovilizada. Estaba
r�gida sin poder realizar un solo movimiento. Mi madre acariciaba con sus labios
mi cara y poco a poco se acerc� a mis labios. Aquello me comenz� a convulsionar
de alguna manera y mi respiraci�n se detuvo. Estaba confundida y al situaci�n
comenzaba a sobrepasarme. Mi madr� �me estaba seduciendo?, o aquello era el
resultado de una situaci�n equivocada de la que yo sacaba conclusiones muy
alejadas de la realidad. Finalmente sus labios cayeron en los mios de forma tan
suave como deliciosa y con el gesto de un silencioso beso, retir� su cara hasta
que sus ojos se encontraron con los mios. Su semblante era sereno y su cara
dibujaba un contorno de felicidad y alegr�a. Supe que relamente, estaba pidiendo
el permiso para continuar o dejarlo tal y como estaba, y adem�s supe que deseaba
hacer lo que estaba haciendo.


Tan dificil era la situaci�n que no era capaz de nada. Que
pasaba si me negaba. C�mo podr�a actuar despu�s con mi madre. Aquello marcar�a
para siempre la relaci�n. Mi madre pidi�ndome relaciones a mi, a su hija. Si
aceptaba, relamente, �era lo que quer�a?, no estaba segura. Quiz� estaba
demasiado fr�a para aquello. La conversaci�n no hab�a generado el suficiente
deseo carnal y, sobre todo, si estabamos hablando de hacermelo con mi madre... Y
luego, la relaci�n, �con una mujer!. Alguna vez hab�a tonteado, cuando era ni�a
con alguna de las amigas, siempre con juegos, pero nunca como una relaci�n
seria. Definitivamente me sobrepasaba. El tiempo parec�a muerto, no avanzaba.
Ella all�, delante m�a, esperando que la puerta se abriera o cerrara. Y yo,
bueno, yo ya no era yo.


Ahora, cuando recuerdo aquel momento, estoy m�s convencida de
que no acept� el reto por deseo. Estaba aturdida y no era capaz de negarme,
quiz� por que era mi madre o, sinceramente, ..., me da igual.


Tras ese infinito instante, tom� la iniciativa nuevamente.
Era l�gico. Ten�a suficiente experiencia para saber que en esas situaciones o
dices no o es un s�. Sus labios buscaron los mios. Mis ojos los miraban y me di
cuenta que aquello iba a ser m�s que un beso. Sus ojos se cerraron y despu�s
rozaron mis labios. Los not� m�s carnosos que antes, incluso m�s h�medos. Yo me
manten�a inm�vil. Recuerdo mi postura: mis manos muertas encima del tresillo, al
lado de mis piernas sin cruzar, y mi cuerpo echado en el tresillo m�s que
sentado recostado. No ten�a movimiento en mis manos. Mis labios se sintieron
aprisionados por los de ella. Comenc� a sentir leves presiones y finalmente, la
humedad aument� cuando su lengua llam� a mi puerta. No pude reacionar y mantuve
la rigidez de mis labios por lo que desisti� en el intento. Aquello me supo mal,
y pens� que la pod�a hacer sentir mal. Ten�a que decidirme y aceptar o negar.
Sab�a que era el momento l�mite, era o no era. No cab�an dudas.



El ensimismamiento de la escritura mereci� un descanso. La
j�ven levant� la cabeza de su libreta y se asom� al mundo por un momento. El
tren segu�a su marcha como si nada hubiera ocurrido. Las im�genes puras de campo
se presentaban como naturales y puras, alejadas del sentir de aquella que por
alguna raz�n hab�a sentido la necesidad de plasmar su experiencia en aquella
libreta. Mir� a su alrededor desconfiada, buscando el intruso que desease
conocer el secreto que estaba compartiendo exclusivamente con su libreta. Aquel
intruso no exist�a. Solo gente que por azar compart�a unos segundos de mirada y
que, muchos, romp�an sin tan siquiera caer en la cuenta de haber compartido sus
miradas. Otros esperaban. Simplemente esperaban y lo que miraban ni lo ve�an o
ve�an sus propios secretos que no compart�an con nadie. Su mirada se volvi� a
perder en el escrito. Reley� por encima su escrito y acto seguido volvi� a ser
engullida por las p�ginas de la libreta.



Creo que en ese momento no fui capaz de meditar la situaci�n.
La reacci�n que tuve fue m�s inconsciente que deseada. Lo cierto es que fijando
mi vista en los ojos de mi madre, con mano temblorosa, desabroch� los dos
primeros botones de mi blusa. Al llegar al tercero, en mi estado de excitaci�n y
nervios, no fui capaz y aquel bot�n se resisti� a ser desabrochado. Ella
contemplaba la escena, y cuando comprendi� que la situaci�n se me resist�a,
recogi� mi mano y con inusitada ternura la dirigi� hacia lugar reposado. Tras
dejarla, su templada palmo se pos� en mi cara y con gesto agradecido la recorri�
suave, marcando mis pronunciaciones, tal aventurero recorre los recodos de la
monta�a buscando lo inesperado. Tras aquello, mis ojos se cerraron intentando
concentrarse completamente en la situaci�n y perdiendo la noci�n del tiempo.
Not� su mano recorrer mi cara y luego perder el contacto de la palma para quedar
solo el roce de los dedos. Primero mis cejas, mis labios, mi nariz, mi barbilla.
Indecisos, aquellos dedos juguetones, decidieron abarcar m�s campo y cruzaron mi
cuello hasta llegar al lugar donde se encontraba el bot�n desleal. Su mano, se
apunto al ritual y con su palma froto suavemente mi cuello y la parte visible
del pecho. Recuerdo que intentaba controlar la situaci�n, pero me resultaba
dificil. Mi respiraci�n crec�a y en ocasiones notaba como si me faltara el aire.
Mi respiraci�n me deletaba y yo, buscaba con ahinco el comportarme como si
aquello fuera una situaci�n normal, pero no pod�a. Abr� los ojos y ella se fij�
en mis ojos. Creo que sonri� por un momento, y acti seguido se ocup� de mi
camisa. Sus labios rozaron mi escote, me recorri� por completo llegando hasta el
cuello y en el momento de sentir su lengua c�lida y suave, sent� un escalorfr�o
que me electrocut� todo mi ser. Mi braz� descans� en la espalda de ella, sin
querer molestarla, pero necesitaba un poco m�s de contacto. Estaba olvid�ndome
de mis contrariedades. Ya no me importaba tanto la situaci�n, y en ese momento,
todo estaba muy claro. Sexo y consentido.


Mi madre termin� de quitarme todos los botones de la blusa y
dejo a la luz mi sujetador cubriendo mis senos endurecidos ya por la situaci�n.
Mi vientre me oprim�a y con gesto consolador cruc� las piernas con una fuerte
presi�n intentandome acariciar mi deseoso sexo. Los labios siguieron su trabajo
y caminaron por mi ombligo, abandonando mis senos. Al recibir aquel cosquilleo
mi cuerpo se arqueo y senti un peque�o espasmo de placer. Busqu� relajarme, pero
era dificil. Como acto reflejo, levant� mis piernas cruzadas atrapando la cabeza
de mi madre que segu�a dibujando los placeres del cuerpo con los labios y
lengua. Sus manos actuaron y contribuyeron a aumentar el grado placentero de la
situaci�n. Aprovechando un poco el arqueo de mi espalda, sus dedos llegaron al
broche del sujetador y con habilidad femenina lo solt� liberando de la presi�n
mis senos. Con experiencia eficaz, me despoj� de la camisa y con suavidad
perversa, me retir� el sujetador dejando mis senos encumbrados por los pezones
completamente erguidos. Mi madre no se hizo esperar y con la punta de la lengua
recorr�o el di�metro de mi pez�n. Aquello fue una descarga que termin� por
complacerme a la situaci�n, olvidando todo y qued�ndome solo con el placer que
viv�a y pod�a vivir. Mis pezones fueron chupados, mordisqueados, pellizcados y
lo cierto que cada acci�n mi cuerpo se excitaba m�s, mi boca se entreabr�a y
deseaba m�s expresarme y expresar todas las sensaciones que estaba viviendo. Sin
querer se me escap� el primer gimoteo y luego el segundo, acompasando mis
sensaciones cada vez m�s placenteras. Mis piernas presionaban m�s mi sexo e
incluso provocaban un baile que permit�an un cierto placer en el roce interno de
mis labios.


Tras aquellas sensaciones, lleg� la calma. Parec�a haber
terminado el primer acto, pero estaba claro que aquello era el inicio. Mi madre
separ� mis piernas y ella, colocando un coj�n en frente, se arrodill�. Elimin�
todas las barreras de mis pantalones y con mi ayuda, me los quit�. Me dej� con
braguitas y aquellos calcetines deportivos blancos que sol�a llevar con
vaqueros. Hab�a una pura complicidad. Me bes� en interior de mis muslos ayudado
con roces de sus manos. Con mucha suavidad me bes� mi sexo y me dispar�. No
esper� a quitarme las bragas y dejar al descubierto mi fruto maduro. Lo mir� con
verdadero deseo y tras un instante, con su lengua comenz� el rito. Sent� su
lengua en los alredores, recorriendo de arriba abajo sin entrar en el deseo. Yo
empezaba a retorceme y deseaba ardientemente que metiera su lengua en mi
cl�toris. Ella se resit�a y recorr�a mis labios mayores. Notaba c�mo su saliva
me empapaba. Mi excitaci�n era m�xima. Necesitaba que llegara al punto, e
intentaba con movimientos de cadera que mi clitoris encontrara su lengua. Sin
embargo, esta con maestr�a imposible se escapaba una y otra vez, hasta que
mojado todo, y tras encontrarme totalmente fuera de mi, su lengua roz� mis
labios menores y finalmenteo encontraron el cl�toris. Me estremec�, me estir�,
enloquec�, agarr� su cabeza y la presion� contra mi, la sensaci�n era fenomenal
y realmente, desde la relajaci�n de estas l�neas, fue de las mejoras sino la
mejor que he tenido hasta hoy.


El ceremonial sexual continu�. Mi madre me penetr� con sus
dedos mientras me estimulaba el clitoris ahora con la boca, ahora con la lengua,
ahora con el pulgar. El placer rebosaba por mi cuerpo y mi madre parec�a
disfrutar al contemplarme en la escena que estaba ocurriendo. Mi estado se
super� y lleg� el orgasmo. La sensibilidad de mi sexo aument� a tal extremo que
de la manera m�s templada, la hice comprender que se detuviera, al menos por un
rato. Mi madre as� lo comprendi� y se sent� a mi lado con su brazo en mi hombre
y d�ndome algun que otro beso y alguna que otra caricia.


Mi cuerpo se fue normalizando, mi madre segu�a mimandome y
cuando entendi� que me encontraba bien, me pregunt� si estaba a gusto. Afirm�.
Mi madre entonces quiso interesarse por mi estado de �nimo, dirigiendo su
preocupaci�n a c�mo me hab�a tomado aquella situaci�n, y la verdad es que no
pude responder con solidez. No lo sab�a. Sab�a que me encontraba bien, a
gusto,que hab�a pasado un buen momento, que hab�a gozado y que hab�a descubierto
con sorpresa nuevas sensaciones que antes las alejaba, pero de mi �nimo, no
habia tenido tiempo de concretar. Al no saber qu� responder, me acerqu� y la d�
un beso en la mejilla. Un beso que no significaba nada, pero fue un acto que
pretend�a salir del enredo. Mi madre, al recibir el beso lo debi� interpretar
como que la situaci�n estaba superada y cambi� de tema. Yo, desnuda, en la
salita y mi madre, hablandome de mi padre. Realmente no estaba atenta a lo que
me dec�a. De repente, como si de un timbre se tratase, di un brinco e hice
adem�n de vestirme. Fue cuando m�s preocupaci�n me entr�. Mi padre estaba arriba
y podr�a bajar en cualquier momento. Me puse las bragas mirando hacia la puerta
de la salita esperando a que entrara alguien. Mi madre, al comprender la
situaci�n me intent� tranquilizar. Me puse el sujetador y la blusa. Y cuando
estaba dispuesta a ponerme los vaqueros me qued� mirando a mi madre sorprendida.
Ella hab�a seguido hablando y realmente no hab�a caido en nada de lo que me
estaba diciendo hasta que la cre� entender que mi padre ten�a la fantas�a de
hacerselo conmigo. Puse todos los sentidos en lo que dec�a mi madre, quien
segu�a con esa cara de ternura con la que me hab�a seducido antes. Aquello me
parec�a un sue�o. Antes mi madre me seduce. Yo acepto sin estar segura de si
quiero o no, hago el amor con mi madre (si se puede llamar a s�), mi madre se
porta como una lesbiana conmigo, su hija, y tras todo eso, me dice que la
fantas�a de mi padre es hac�rselo conmigo. Me quede mirandola sin decir palabra.
Tras un momento, ella comprendi� que me encontraba fuera de lugar. Me comenz� a
explicar la historia. Mi padre y mi madre hab�an tenido siempre gran confianza.
En esta, hablaban de todo y uno de los temas era mi desarrollo como mujer y c�mo
mi padre fue creciendo en sus deseos por mi cuerpo. Mi madre me cont� que en
alguna ocasi�n se hab�a vestido como colegiala, intentando simular la situaci�n
como una chica j�ven y que esos juegos er�ticos les hab�an servido y les
serv�an, pero que sab�a que su mayor fantas�a era yo. Yo permanec�a callada,
escuchando a mi madre como si me estuviera contando la historia m�s fantastica
jam�s contada. Mi madre disculpaba a mi padre, intentaba normalizar la situaci�n
y, sobre todo, me quer�a hacer ver que su relaci�n con �l era buena en todos los
sentidos.


Cuando asimil� todo aquello que me contaba mi madre, yo
empec� a meditar sobre ello, mientras que mi madre hablaba y hablaba, aunque
para mi estaba a muchos kil�metros. Pens� en lo que hab�a pasado, en la relacion
con mi madre, en que hab�a estado mal moralmente, en que no sab�a si lo hab�a
hecho por que realmente quer�a hacerlo o por mi madre, demasiadas preguntas para
llamar a mi puerta con otro problema. Pens� e imagin� la relaci�n. Me vi con mi
padre y lo cierto es que llegado aquel punto no pod�a pensar. Volv� al reino de
los mortales y cort� a mi madre con una pregunta. Exactamente la pregunt� qu�
pensaba de lo que hab�a pasado y que pensaba si aceptaba hacerlo con mi padre.
Mi madre comprendi� entonces que yo no ten�a las cosas tan claras y seguro que
pens� que quiz� debiera haber ido un poco m�s despacio, no lo s�. Pero lo cierto
es que me habl� de la relaci�n, me pregunt� si me hab�a gustado, me pregunt� si
hab�a sentido alguna sensaci�n de rechazo en la relaci�n. Realmente me hab�a
gustado por que sent� gran placer y en ning�n momento, durante el rato que hab�a
estado con ella sent� rechazo ni tampoco inmediatamente despu�s. Quiz� ahora era
cuando me asaltaban las dudas. Reconozco que la conversaci�n con ella me
tranquiliz� y aunque no lo ten�a claro, me encontraba mejor. Mi madre pronunci�
una frase que me llam� la atenci�n y que no se me ha olvidado: La familia est�
para lo peor y para lo mejor, y el sexo est� dentro de esto como el cari�o, el
amor y otros sentimientos y acciones.


El reseco lo salv� con un fr�o refresco que me supo a gloria.
Mi madre tom� otro. El tiempo pasaba. El reloj se acercaba a las siete, hora en
que mi padre se levantaba de la siesta. La conversaci�n ya no se centraba en lo
ocurrido ni en la proposicion de mi madre, iba y ven�a por asuntos diversos,
aunque todos guardaban una cierta relaci�n con ello. Creo que mi madre, para su
propia tranquilidad no quer�a olvidarse completamente del tema. Observ� el
reloj, la manecilla estaba a punto de marcar menos cinco. Mir� a mi madre. Con
rotundidad la dije: quiero hacerlo. Fue tan fuera de lugar y tan rotundo que mi
madre no lo cogi� a la primera y me hizo ver que no hab�a entendido lo que le
hab�a dicho. Se lo repet�. Ella me mir� y quiso asegurarse. Actu� de abogado del
diablo, seguramente por el resultado de su relaci�n conmigo hacia un rato. Yo la
respond� afirmativamente una y otra vez a todas sus dudas.


No me preguntes por que dije que s�, y menos por qu� en ese
momento. No lo s�. Lo he repasado una y mil veces y aun no pude determinar la
razon. Para entenderlo tendr� que pasar m�s tiempo.


Solo se que, me levante del sill�n donde hab�amos tenido la
escena de amor, donde hab�amos conversado los �ltimos minutos, me arregl� el
pelo, me coloqu� la blusa de manera que se viera lo menos posible mis braguitas
(al final no me puse los vaqueros), me coloqu� bien los calcetines y me dirig�
hacia el primer piso de la casa. Subiendo las escaleras sent�a un cierto
nerviosismo. Recuerdo mirar hacia abajo, seg�n sub�a y vi a mi madre como en
gesto de despedida. Llegu� a la puerta de la habitaci�n de mis padres. La abr�
despacio, igual que si no quisiera que se despertara nadie. Ese es posiblemente
el momento que m�s tem�a. C�mo me iba a presentar a mi padre y le iba a seducir.
Sab�a lo hablado con mi madre, pero c�mo se lo tomar�a �l. Me acerqu� a su cama.
El estaba tumbado boca arriba, y al parecer se hab�a arropado. Aun dorm�a o por
lo menos eso parec�a. Se sent� en la cama y me acerqu� a darle un beso en el
carrillo. Eso provoc� que abriera los ojos y me mirara. Tras un peque�o arrebato
de sorpresa me sonri�, se sent� en la cama con cuidado de no desarroparse (m�s
por no ense�ar nada considerado �ntimo en mi familia) y me pregunt� qu� tal
estaba, haciendome ver la sorpresa, no se si de mi llegada o de mi entrada en la
habitaci�n. Respond� de forma cortante puesto que no ten�a serenidad para llevar
una conversi�n con mi padre. S�lo le coment� que llevaba un tiempo en casa y que
hab�a estado hablando con mam�. Eso me dio pie a entrar en materia. Le coment�
la conversaci�n con mi madre, sin entrar en detalles y para calmar su posible
ruborizaci�n, comenc� a acariciar su brazo. Cuando iba llegar al momento de
decirle que sab�a que me deseaba, me tumb� con la cabeza sobre su pecho y empec�
a acariciarle cerca de su pez�n. Se que le incomod� tal situaci�n y adem�s no
pude verle la cara cuando le dije directamente que sab�a que me deseaba. El
refunfu�� y tartamude�, pero yo tom� la iniciativa, le tap� la boca con mi
indice, me levant� y con aspecto infantil y de forma lo m�s natural posible
comenc� a desabrocharme la blusa. El alternaba su mirada con mis ojos y la
botonera que poco a poco iba descubriendo mi cuerpo. Llegu� al �ltimo bot�n y
fij� su vista en mi cuerpo, esperando que me descubriera. El no denotaba
excitaci�n, sino m�s bien sorpresa. Me retir� la blusa y dej� mis tetas al aire.
Me acerqu� y le retir� la ropa de la cama, quedando al descubierto su cuerpo con
el calzoncillo puesto. La impresi�n no fue del todo buena. Reconozco que no
estaba para tirarselo por que s�, pero estaba dispuesta a hacerlo y eso era lo
que menos me importaba. Me sub� a la cama y acarici� su pene directamente por
encima del calz�n. Aun no estaba erecto, pero no tardo en alcanzar un buen
tama�o. Tras las primeras caricias su cuerpo se tens�, dej� su pene al
descubierto, se lo agarr� y sent� su calor con mis manos. No dud� en meterme su
pene en mi boca y chuparla, lamerla y pajearla con mis manos. El estaba ya no
s�lo tenso sino tambi�n excitado. Su cara lo dec�a todo. Los ojos se cerraban y
se abr�an fij�ndose en la escena como si aquello fuera una pelicula porno. En
ese instante mi madre entr� en la habitaci�n. La segu� mientras segu�a buscando
los jugos del placer. Se acerc� a su marido quien la recibi� con un abrazo. Su
cara se estruj� contra el cuerpo de mi madre. Despu�s se quit� la bata y la ropa
interior y desnuda se subi� a la cama empezando un juego de besos y lenguetazos
en el pecho de mi padre. Este comenz� a sentir los primeros espasmos de placer,
dejo escapar los primeros gemidos y finalmente comenzo a repetir un ya,ya,ya a
lo que sigui� un chorro de semen que inund� mi cara y parte de mi boca. Mi padre
fue testigo de la escena. Yo, con mi dedo, llev� el semen de la cara hacia la
boca y fui comi�ndomelo todo. Despu�s vi como la erecci�n hab�a retrocedido un
poco por lo que le agarr� de nuevo el pene y volvi a pajear y a chupar y lamer.
No tardo mucho en volver a tomar forma y m�s cuando mi madre me echo un cable en
esta labor.


Me notaba mojada y preparada. Mi madre y yo nos besamos. Ella
tomo el pene y lo paje� mientras que con la mano libre me acariciaba el culo y
mi sexo. Cog� la postura para que me penetrara. Mi madre prepar� la verga y mi
padre estaba espectante. Descend� mis caderas y mi madre hizo el resto. La verga
entr� con cierta facilidad aunque se atasc� pronto. Sub� y volv� a bajar
penetr�ndome un poco m�s y as� sucesivamente hasta que inger� en mi vagina todo
el pene. Tras un respiro comenc� a cabalgarme a mi padre. El me agarr� las
caderas aydandome en el sube y baja y mi madre me apretaba las tetas sintiendo
una fuerte sensaci�n de sexo. Al rato, comenc� a sentir m�s y m�s, y eso provoc�
que me contorsionara hacia atr�s, hecho que aprovech� mi madre para lanzarse a
chupar mis tetas. Mi mano fue hacia ella y primero busco y encontro sus pezones
y luego encontr� su vulva mojada y lujuriosa. Comenc� a masturbarla y ella, con
la llegada del placer, comenz� a moder cada vez m�s mis pezones hasta llegar al
dolor en alguno de los pellizcos. Mi padre comenz� a empujar como si queriese
meterse �l mismo en mi vagina. El placer sub�a, y comenc� a gritar placer en
cada empuj�n de mi padre y cada chupada y mordisco de mi madre. Me olvid� de la
masturbaci�n de mi madre. Solo quer�a llegar al orgasmo. Sub�a y bajaba a cada
envite de mi padre. Estaba a punto. Me tense. Ya estaba. De pronto mi padre par�
en seco. Me desincho aquello. Sali� de mi. Con un gesto facilitado por su fuerza
me cambi� de postura poni�ndome a cuatro patas. Coloqu� mi cabeza en la cama
para facilitar la entrada. Esta no se hizo esperar. La not� toda dentro. Comenz�
el vaiv�n y con ello las sensaciones perdidas. Mi padre empujaba y empujaba. Mi
madre se coloc� delante mia y me entreg� su sexo para mi boca. Intent� chuparlo
pero era exclava de mi padre. Me ten�a atrapada con sus abatidas. Met� la cabeza
entre los brazos y me perd�. La sensaci�n de gusto me vino hasta la boca.
Segregu� jugos vaginales, salivares ... Fue un orgasmo maravilloso. Mi padre
saco su polla. En un momento di un salto al sentir unas cosquillas fuertes en mi
sexo. Mi padre me hab�a tomado para su boca. Su lengua comenz� a lamer mis
labios, a chupar mi cl�toris. Yo intentaba levantar el culo para facilitar la
labor y que volviera el placer. As� era. Mis sensaciones me acercaba a un nuevo
orgasmo. En esto, algo senti en mi esfinter. Era uno de los dedos de mi padre
que me lo acariciaba haciendo c�rculos sobre el. Se chupo el dedo y continu� con
el juego. De vez en cuando apretaba un poco como queriendo penetrar pero cesaba.
Finalmente apret� y su dedo se introdujo de un fuerte golpe. Yo levante la
cabeza dejando escapar un gemido de dolor. El dedo se retiro un poco y despacio
volvi� a apretar. Comenz� el ritmo acompasado y empec� a sentir gusto. El
movimiento fue aceler�ndose y segregu� mis jugos. Esto facilit� la entrada de un
segundo dedo y sin pudor los separaba y juntaba abriendo mi culo a otras
posibilidades que no tardaron en llegar. Poco despu�s, mi padre introducia la
polla por mi culo y me follaba en una penetraci�n dur�sima. Mi padre empez� con
los jadeos y poco despu�s not� su corrida en mi ano. La polla sali� de mi cueva
y me tumb� de lado con el fin de tomar aliento. Mi madre tom� la iniciativa con
mi padre y consigui� otra penetraci�n vaginal que termin� en un orgasmo de mi
madre. Mi padre, tras su ultimo esfuerzo se sinti� cansado y se tumb� en la
cama. Y me tumb� junto a �l, y a su otro lado qued� mi madre.


Abr� los ojos y recuerdo ver en el reloj de la habitaci�n de
mis padres las 3:25 de la madrugada. Estaba oscuro y solo entraba un peque�o
rasgo de luz por la ventana. Suficiente para recoger la ropa y abandonar la
habitaci�n de mis padres donde segu�an durmiendo. Me fui a mi cama, me tumbe, y
qued� boca arriba revisando todo lo que hab�a pasado.


Lo m�s duro fue la ma�ana cuando entr� en la cocina donde se
encontraba mi madre. Al entrar estaba extra�a y no sab�a bien como ten�a que
actuar. Ella facilit� el camino, lleg� donde m� y me bes� en la mejilla de forma
muy similar a otras ocasiones. Me inform� que mi padre estaba en la tienda. Me
prepar� el desayuno y estuve dando una vuelta por el pueblo y los alrededores.


Al mediodia, est�bamos esperando a mi padre para comer. La
puerta se abri� y entr�. Su primera mirada fue para m�. Me sonri� y creo que
nunca lo hab�a hecho antes de aquella manera. Dio un beso a mi madre, un beso de
verdad, de marido enamorado y agradecido. Luego se acerc� a mi, y cogi�ndome la
barbilla con much�sima ternura, me dio un beso en la mejilla. Comimos.


Los d�as pasaron sin m�s. Con normalidad hasta el d�a de hoy
que cog� el tren para volver a los estudios.



Un pitido levant� la vista de la libreta. Mirando por la
ventanilla se dio cuenta que hab�a llegado a la ciudad. Los edificios le eran
familiares y como por arte de magia empez� a mostrar el edificio de la estaci�n
y los andenes. El tren se detuvo. La joven cogi� su libreta, la cerr� y la
guardo en su bolso.


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Relato: Diario
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