Relato: El estreno

Esta historia es ficticia, basada en hechos reales



El Estreno



Mi primera experiencia con una mujer, fue una experiencia dolorosa que me
convirtio en un masoquista.



Vengo de una familia conservadora, fui educado a vestirme con ropa decente es
decir pantalon y camisa de manga larga, zapatos siempre boleados. Mi caracter
era reservado y t�mido. A�n as� mis hormonas empezaron su trabajo reclamando el
gusto por las mujeres.





Yo tenia bajas calificaciones por lo que mis padres me apuntaron a un curso de
regularizacion de materias. Ahi conoci a la mujer que me "estreno". Era la
se�ora Ruiz, una mujer madura cuarentona, me impresiono desde el primer momento
que la vi, no era la jovencita de rostro bonito o la machorra de espalda de
cargador, ella era simplemente una mujer, con cuerpo de mujer, con voz de mujer,
ella era alta y de cuerpo frondoso, todas las veces que la vi siempre llevaba
vestido o falda ajustado a su cuerpo resaltando las anchas caderas que poseia,
no utilizaba medias por lo que me percate que poseia un par de piernotas
macizas. Al ver esta mujer inmediatamente me entro el gusto por las mujeres
maduras. Yo me recre�ba en el movimiento de sus caderas, el fino taconeo de sus
piernotas, ella ya sab�a el deseo que despert� en m�.



Los sabados eran el dia fijado para que todos aquellos que ibamos mal en la
escuela nos pusieramos a nivel adecuado. Fue exactamente el 30 de junio,
faltaban dos meses exactos para cumplir mis 16 a�os cuando tuve mi estreno, ese
d�a la se�ora dejo ir a todos menos a mi.



Al quedar solo con esta mujer senti escalofr�os, ella se dio cuenta de mi
timidez, se levanto de su escritorio y avanzo hacia mi. Ella empezo a quitarme
mi corbata y desabrochar los primeros tres botones de mi camisa dejando mi
cuello desnudo. Despues volvio a sentarse en su escritorio para ordenarme que
estuviera frente a ella, con sus ojos negros y un semblante muy autoritario me
dio otra orden mientras tiraba un lapiz bajo el escritorio.



-�recoje el lapiz!-, yo me agache bajo el escritorio para cumplir la orden pero
quede impresionado ante el panorama que veia por primera vez, ella estaba con el
vestido alzado y con sus piernotas semiabiertas dejandome ver hacia fondo un
triangulito que era su calz�n blanco.



Para continuar con mi sorpresa en un r�pido movimiento, ella aprisiono mi cabeza
con sus gruesos muslos y antes de que pudiera hacer algo la se�ora apreto mi
rostro con sus muslotes lastimandome, no se cuanto tiempo estuve atrapado, ella
no me dejaba sacar la cabeza, me senti su presa porque la se�ora seguia
apretando mi cara fuertemente con sus gruesos muslos, era tanta la presi�n que
ya casi no podia respirar, yo hac�a sonidos raros y manoteaba desesperado hasta
que ella aflojo la presi�n de sus muslos sobre mi rostro pero no me solto.
Despues de un rato ella me dejo salir con mi cabeza estropeada por sus muslotes.




-�No pude evitarlo, me gusta hacerlo, sobre todo con los jovencitos como tu,
tienes suerte pies a tu edad nadie a tenido a una mujer como yo, �verdad que no
cari�o?



- No, nunca.



-�sabr�as como complacerlas?-



- no



-�Pues ahora tu vas a aprender a complacer a una mujer, yo te voy a ense�ar, tu
no debes pensar en ti sino en como complacer a la dama que este contigo, debes
de ser sumiso y obediente con ellas, ahora tu eres mi esclavo y yo tu
dominadora. Puedo causarte mucho dolor si me desobedeces. Solo vas a darme
placer, no me importa si tu no lo tienes, yo estoy harta de los machos que solo
piensan en complacerse ellos olvidando a sus mujeres!- ella con rostro de
enojada empez� a decirme todo esto como si yo tuviera la culpa de lo que hacen
los demas hombres con ellas. La se�ora se levanto de su escritorio y se dirigio
hacia mi mientras una de sus manos estaba bajo su falda



-�Ven aqui, anda!- yo me limite a hacerme hacia atras mientras ella avanzaba
hacia mi, en la deseperaci�n tropece con una silla y cai al suelo, a�n asi segui
arrastrandome hacia atras hasta que mi espalda choco con la pared. Ella
conciente de su superioridad sobre mi avanzaba mientras se iba alzando el
vestido.



Me quedo asombrado al contemplar sus portentosos muslos que avanzaban hacia mi.
Yo parecia un cordero indefenso ante la loba que era ella. Cuando esos muslos se
paran delante de mi rostro yo no sabia que hacer, empece a temblar de miedo pues
aun me dolia mi cabeza por los tremendos apretones que me dio, asi que me
arrodille ante ella y abrazandome a sus muslotes comence a suplicarle:



-�No por favor, no me haga da�o, por favor, se lo suplico!- con mi cara de temor
suplique a la se�ora, ella con sus manos en las caderas solo me miraba con su
sonrisa arrogante sabiendo que era completamente superior a mi.



-�quiero que beses mis muslos!- con esas palabras ella agarro mi cabeza pegando
mi rostro en sus muslos. Yo empece a cumplir la orden, mis labios tocaron por
primera vez los muslos de una mujer, sentia la dureza y el grosor de esas
columnas firmes. Ella solo guiaba mi cabeza para que mis labios besaran sus
muslos y su ancha cadera. Despues la se�ora casi se monto sobre mi aprisionando
mi cuello con sus desnudos y gruesos muslos.



- �Ves?, es aqu� en donde las mujeres sentimos m�s placer. Lo primero que hay
que hacer es saber utilizar la lengua en el sexo de una mujer!- al decir esto
ella pego su sexo sobre mi boca. Observe la delgada tela blanca adherida a la
�ntima ranura, que intentaba cubrir la abundancia de sus vellos �ntimos.



La se�ora procuraba cubrir con su sexo mi nariz y mi boca para sentir su humedad
y percibir su �ntimo aroma.



Estaba desesperado por la situaci�n en que me encontraba.



- Lo primero que vas a aprender es c�mo hay que besarlo, ahora saca la lengua y
l�melo- ella me dijo, yo deseaba gritar, pero no pude. Mi boca estaba bloqueada
con el sexo de la se�ora, asi que resignado empece a hacer lo que ella me decia,
por primera vez en mi corta vida comenc� a besar el bulto que sobresal�a en
medio de su tanguita, despues con mi lengua lam� como su fuera una paleta.



Sent� un escalofrio porque ella me hacia sentir su poder de mujer pues sus
gruesos muslos empezaron a apretar mi rostro. Empece una lucha entre el deseo y
el miedo. Despues una sensaci�n de angustia me invadio pues la se�ora utilizaba
sus portentosos muslos para oprimir mi cara como una tenaza de carne
asfixiandome. Cuando crei que iba a morir ella afloj� la presi�n de sus piernas
soltandome.



Yo trate de recuperar el aire perdido mientras ella se limitaba a reir a
carcacajas viendo mi rostro de temor.



La se�ora volvio a agarrarme de los cabellos y casi arrastrandome me llevo hacia
una peque�a mesa donde ella se acosto de espaldas, abrio completamente sus
piernas y tom�ndome por el pelo me clav� la cara en su sexo.



-�Ahora saca la lengua y m�mame la raja o te ahorco- empece a pasar la lengua
sobre su tanguita, tratandola de introdurla en el interior, segui besando el
sexo de la se�ora sintiendo y percibiendo en mi boca y nariz el aroma �ntimo de
una mujer, no se si lo estaba haciendo bien, solo o�a unos gemidos que ella
producia.



-�As�, mmm, muy bien ni�ito, sigue as�, mueve la lengua m�s r�pido, �chupala
rico!.- yo no dejaba de lamer su sexo, de chuparlo, de mordisquearlo, por una
vez mas ella rodeo mi cabeza fuertemente con sus piernotas y comenzo a incrustar
su sexo en mi boca.



�Mama cabron, muerdeme, mete la lengua, vamos, que esperas!... Aaaahhhh- y
despues ya no pude oir m�s pues sus gruesos muslos taparon mis o�dos, solo ve�a
como la se�ora hacia gestos y muecas, creo que estaba excitadisima, mi cara
estaba aprisionada por los poderosos muslos de la se�ora madura, que aplastaban
mis mejillas en su abrazo voraz, no oia nada solo sentia en mi boca la humedad
de su sexo, no se si por mi saliva o por los jugos de ella, sentia en mis
mejillas, en mis oidos la fuerza de sus muslos que aplastaban mi cara
asfixiandome de nuevo. Despues ella aflojo la presion de sus muslos pero no me
solto, yo aproveche para recuperar el aire perdido. Estaba cas� noqueado por
tantos apretones de piernas.



-�asi mi rey, me gustan dominar a los muchachos t�midos como tu, pero ha llegado
tu hora�- yo no sabia a que se referia, ella tomo mi cabeza y la giro de tal
manera que mi oreja izquierda rozara su sexo.



-�Te voy a estrangular con mis muslos!-



-�No, se lo suplico se�ora, por favor no me mate!- con mis ojos lagrimosos le
rogue a ella, no pod�a verle el rostro, con mis manos agarre el muslo de ella
que estaba bajo mi menton para separarlo de mi cuello pero era imposible
moverlo, solo sentia su dureza y grosor. La se�ora empez� a apretar mi garganta
con sus gruesos muslos.



-�Se�ora, se lo suplico, no me estrangule con sus muslos, por favor, dejeme ir,
ya no aarrggh!- la se�ora con su sonrisa s�dica estaba apretando mi garganta con
sus gruesos muslos, ya casi no podia respirar, pense que iba a morir
estrangulado por los muslos de la se�ora, pero al final aflojo la presi�n y de
una patada en mi cabeza me tiro al suelo.



Me dijo que le gusto mi obediencia y mi boca, que le gustaba someter a hombres
jovenes para que no fueran arrogantes ni machos cuando entraran en la etapa
madura.



Ella hablo con mis padres diciendole que me llevaran a su casa para continuar
con las clases, cuando mis padres me preguntaron por extra�o que parezca yo
acepte la idea. Las veces que fu� a su casa, ella segu�a tortur�ndome, la
primera vez me causo temor pero a partir de la segunda vez era placer masoquista
y temor mezclados entre si. Ella aprovechaba cada momento que me encontraba
sentado en el suelo para tomar mi cabeza y meterla bajo su falda para casi
aplastar mi rostro con sus gruesos muslos ahogandome. Por otras cinco veces tuve
que complacerla oralmente llevando la peor parte porque mi cabeza, mi cara, mi
cuello eran aplastados por sus muslotes sofocandome, lastimandome, lo raro de
esto es que cuando era sometido por esta mujer mi piel se estiraba y asi
quedaba, tenia que descargar mi pasi�n manualmente recordando la visi�n de
aquellos muslotes cerrandose sobre mi cuello o rostro aprisionandome
brutalmente. Pero tanto castigo hab�an dejado mi cuello adolorido con terribles
marcas rojas y mi cabeza rezumbaba por dentro as� que por m�s que me empezara a
gustarme el trato brutal tuve que dejar de ir a su casa porque esta se�ora en
verdad me iba a matar con tantos apretones de piernas en mi cabeza.



Mi experiencia no se comparaba en nada a lo que me habian contado o lo que fui
viendo antes y despues de este suceso pues generalmente el hombre domina a la
mujer, muchas veces el la obliga a que le haga el sexo oral. Han pasado muchos
a�os y todav�a recuerdo a esa mujer y la seguir� recordando, ella fue y es mi
diosa y seguira siendolo, la mujer que me ense�o a arrodillarme ante el altar
femenino, a darle culto, a darle lengua, a ser sumiso, a saber lo que es una
autentica mujer



Por la NO violencia contra las mujeres, aquellas damas que quieran comentarme
sus deseos de dominar hombres, obviamente en forma an�nima m�s opiniones y
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