Relato: Lujuria prohibida Los que relataron los hechos que los han
tenido como
protagonistas, aún siendo hombres y yo como mujer hemos tenido
(supongo que lo de ellos es real, de lo contrario me frustraría) la
experiencia sexual más maravillosa que podamos concebir, rectora de nuestra
conducta sexual como homínidos desde los albores del tiempo y alterada
por
razones puramente circunstanciales o económicas que la convirtieron en
un
tabú, por ello mismo más excitante.
Soy médica, tengo 42 años, casada a los 20 y separada años
después, con un
niño y encinta de una niña en ese momento. De manera que mi hijo
tiene ahora 21 años, pero aparenta más, pues es un joven muy musculoso
y
bien dotado físicamente.
El hecho de no haber tenido contacto sexual de ningún tipo en los años
posteriores a mi separación hizo que mi familia, compuesta por los niños
y
yo, fuéramos muy unidos y relativamente liberales. Tal es así
que de
invierno, dormíamos los tres juntos hasta hace pocos años. Fue
notorio en
esos momentos que mi hijo en su despertar sexual manifestara actitudes algo
desenfadadas. Muy prematuramente estimulado eróticamente por videos,
revistas y comentarios de sus compañeros que veían en mi a una
mujer
excitante que torturaba sus deseos, no tenía reparo alguno en mostrarse
ante
mi en slip, con su bulto ya descomunal, sobre todo cuando en verano mis
ropas escasas insinuaban mis encantos, al principio sin pretensión erótica,
y más tarde estimulada mi curiosidad de mujer sensible ante el hombre
que se
iba formando ante mis ojos. El hecho es que a veces, cuando su hermana no
estaba, se acercaba a mi, y trataba de rozar mis senos, diciéndome...."mmmm,
mamita". Al principio lo tomé como una travesura, pero luego me
fue gustando
cada vez más. Su actitud demostraba claramente que lo excitaba verme
como
mujer, olvidando que era su madre, o tal vez eso justamente multiplicaba su
libido. El verano ayudaba a estos juegos, ya que al lado de la piscina, al
pasarme bronceador dejaba mis senos al descubierto, porque no decirlo a
veces adrede cuando sabía que él los estaba mirando. No podía
controlar el
deseo de exhibirme ante él, pues su mirada me llevaba a un mundo especial,
para iniciadas. Una especie de locura se estaba apoderando de mi, y supongo
que de él también. Solícito se acercaba a ayudarme a pasar
bronceador por la
espalda, y como en un descuido dejaba caer los breteles para que su mano
rozara mis pezones.
El ponerse durísimos era todo uno, y su comentario era elocuente:
"mmm.mamita (siempre me decía mamita) me gustan como se ponen.".
"me parece,
le contesté una tarde, que tu te pones peor".Una de esas tardes
en que el
calor agobiaba me decidí a desnudarme y entrar en la piscina, sin darme
cuenta que él estaba allí. Sus manos ávidas acariciaron
mi piel bajo el
agua, y atrevidamente me rozó la vagina.
Así, desnuda como estaba salí de la piscina y él me siguió
al instante. Me
tomó de la mano y me llevó al interior de la casa. Cuando vi que
me llevaba
al dormitorio, le dije: "no, con vos no" y huí alocada. Por
dos días no me
habló hasta que un día me puse detrás de él y le
acaricié el pecho besándole
el cuello. "porque no hablas, hijo?"."No te das cuenta, mami,
que me haces
poner así?", y mirando su entrepierna me hizo notar su bulto."
"Olvídate,
soy tu madre"...
Pero era yo quien no podía olvidarlo. Ya tenía 17 años.
Se masturbaba cuando
yo estaba en el baño. Veía a través de los cristales opacos
el movimiento de
su mano meneándosela y ciertos gemidos que me daban a conocer su placer.
Muchas veces el slip embadurnado de semen lo dejaba a mi vista. Eso me
excitaba y él lo sabía. Un día viendo un video porno (no
ocultaba verlo ni
aún cuando yo estuviera cerca) alabó a una mujer rubia de senos
enormes. Me
dijo: "mami, sois igual, nada más que sois castaña".
Al día siguiente, la locura, fui de mi estilista y volví a casa
hecha una
rubia descocada. Eso impactó en mi hijo, que me dijo: "al fin mami,
como a
mi me gusta". "De veras? le dije, te quise dar el gustó, te
gusta más así?".
"si, sabéis que me gustan las rubias tetonas, así te quiero
ver siempre."."Si,
lo se, veo como miras esos videos", le contesté. Así pasaron
un par de años
durante los cuales conocí a un hombre que no lograba quitar a mi hijo
de mi
mente, por lo cual mis actos sexuales con aquel no pasaban de ser
esporádicos e intrascendentes. Yo no podía dejar de pensar en
mi hijo, y en
su bulto que ansiaba para mi. Vivía para él, me peinaba como a
él le
gustaba, me vestía para él, bien de puta porque eso me pedía.
Tarde o
temprano debía producirse lo inevitable.
Una noche en la cena nos contuvimos porque mi hija estaba con nosotros,
charlando de cosas intrascendentes. En un momento se fue a acostar y
quedamos solos mi hijo y yo. Su mano atrevida acarició mis piernas, que
casi
lo rozaban. Llevaba una blusa semitransparente escotadísima que marcaba
mis
pezones descaradamente y una faldita muy corta y estrecha que marcaba mi
culo de una manera elocuente. Inconscientemente o no lo estaba provocando
pues el levantarme para servir el postre me tomó desde atrás haciéndome
caer
sobre él. Sentí su bulto y una fiebre extraña se apoderó
de mi. Mi boca se
llenó de saliva, pregustando lo que iría a pasar si no nos deteníamos.
Su
mano temblorosa quiso desprender la liga de mis medias y yo subí la falda
como ayudándole. "mami, no puedo más, me susurró".
"Hijo, debes ir a
ducharte"." Si. mami, me traer la ropa para cambiarme?". "si,
tesoro, te la
llevo enseguida".
Como una zombi, en sostén y tanga entré al baño con su
ropa. El estaba bajo
la ducha, su verga erecta casi vertical, tremendamente larga y gruesa, y
cuando me vio en la plenitud de mi belleza, semidesnuda, con mis tetas bien
al frente, tembló: "Ven, mami, ayudame a jabonarme". Sin decir
palabra me
acerqué y el agua me mojó todo el cuerpo, pero no me importaba,
comencé a
jabonar sus partes mientras él acariciaba mis senos por sobre el
sostén, hasta que en un momento sacó un pezón y comenzó
a chuparlo con
desesperación. Ahí no pude más, me entregué a mi
hijo. El cerró la ducha y
comenzamos a secarnos. Su bulto pugnaba por perforarme. En medio de un
suspiro, le alcancé a decir casi desmayada: "llévame a la
cama"...
Envueltos en el toallón caminamos como pudimos hasta la cama y me recosté
en
ella. Me quité el sostén en un segundo, y entonces vio los senos
de su
madre, no ya en la piscina, sino sobre una cama, nido de amor, que lo
esperaban. El con modales desesperados me quitó la tanga. Sentada en
el
borde de la cama, con las piernas tocando el suelo, sumergió su cabeza
entre
ellas y con su lengua llegó rápidamente a mi clítoris erecto
y tras pocas
lamidas, tuve un orgasmo interminable, tal era el deseo que me
dominaba. Acomodó mis piernas sobre la cama y yo las entreabrí
entre lánguida
y ansiosa.
Se colocó sobre mi, tomó mis senos entre sus manos y con sus labios
en mis
pezones, me penetró sin tomar para nada el pene con la mano, pues su
erección era tremenda. Ah, que fantástico era sentir esa verga
descomunal
toda dentro mío. La metió hasta el fondo sin mayores problemas,
pues estaba
mi concha tan lubricada y dilatada que parecía acomodada a su tamaño.
Quedamos así casi inmóviles, mientras yo con el esfínter
le apretaba y
aflojaba suavemente. A ambos nos encantaba esa sensación y notamos que
la
excitación estaba in crescendo. En el instante que le grité:
ACABOOOOOOOOOOO! él me gritó: MAMA, MAMITA, TOMA, TOMAAAAAAAAAAAAA.
Alcancé
a retirarme con un movimiento de mi vientre. Entonces él eyaculó
con varios
chorros, el primero de los cuales pasó sobre mi cuerpo y mojó
el respaldar,
y el segundo toda mi cara, los otros se derramaron en mis senos que con mis
manos uní para formar una pequeña lagunita. Era tal la cantidad
de esperma
que comenzó a chorrear por el costado de mis pechos mojando las sábanas.
Fue
un momento de lucidez que tuve por haber acabado hacía un instante. El
me
dijo: "mami, porque no me dejaste acabar adentro?". "Espera,
no me embaraces
todavía"... Ese todavía nos excitó a ambos pues pensamos
que no siempre
podríamos contenernos. No uso DIU ni nos gustan los preservativos, de
manera
que sabíamos que a la larga sucedería lo que sucedió.
Tras media hora de descanso, comencé a acariciar su pene que al instante
volvió a crecer desmesuradamente. Mis senos fascinaban a mi hijo y no
cesaba de besarlos, lamerlos, produciéndome un placer que en pocos minutos
más me provocó otro orgasmo.
Luego distendida, le dije: "ahora te toca a ti, amor, que quieres que te
haga? quieres que te ayude a masturbarte?. Te veía cuando lo hacías
frente al
baño. "no, mami, ahora te quiero coger, bien cogida". "Cogeme,
hijito, soy
tu hembra".... Me puso boca abajo con el culo bien proyectado hacia él
y
nuevamente sin siquiera tocar su verga me penetró, aunque no tan fácilmente
como por delante. Al principio me dolió mi ano violado por mi propio
hijo.
Comenzó un bombeo delicioso y a los diez minutos gritando: "ME VOOOOOOOOY,
MAMI, TOMAAAAAAAAAAAAAAAAA"
descargó una buena cantidad de semen dentro del mismo al mismo tiempo
que
estallaba yo en otro orgasmo, el cuarto, el quinto, que se yo?.
En estos momentos mi hijo está leyendo lo que escribo , me ha tomado
de la
mano y pretende llevarme nuevamente al dormitorio, pues parece que mi
embarazo lo excita cada vez más.
Luego seguiré con el relato, pleno de momentos lujuriosos, prohibidos
por lo
deliciosos, sobre todo las circunstancias de mi embarazo buscado y
consciente, y más adelante nos sacaremos fotos para vuestro solaz.
Escríbanme las impresiones que les cause mi relato.
Un beso
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Relato: Lujuria prohibida
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