Resulta que mi mujer, mi hija y yo decidimos pasar aquel mes
de Agosto en Mallorca. Nunca hab�amos estado all� antes. Desde hac�a unos 10
a�os verane�bamos siempre en Fuengirola (M�laga), sin embargo ten�amos ganas de
cambiar y, gracias a un amigo, consegu� alquilar un apartamento a muy buen
precio y que estaba junto a la playa.
Palma de Mallorca es un lugar genial, precioso, sus playas
son magn�ficas y por la noche hay much�simos sitios para ir a cenar o
divertirse. Por cierto mi nombre es Juan Carlos, mi mujer se llama Ana y nuestra
hija Cecilia, tenemos 49, 45 y 19 a�os respectivamente.
Sol�amos levantarnos bastante tarde, casi a la hora del
almuerzo, ya que por las noches nos acost�bamos muy tarde. A los pocos d�as de
estar all� nuestra hija se ech� un novio, bueno, m�s que un novio era un rollete
de estos de verano. Era un chico de raza negra que tambi�n estaba de vacaciones
all�, pero era italiano, se llamaba Marcelo.
Todas las tardes, sobre las 4, �bamos a la playa, aunque
Cecilia no ven�a con nosotros ya que al terminar de comer iba r�pidamente a
buscar a Marcelo y se iba con �l, seguramente a alg�n lugar apartado de la playa
donde pod�an estar m�s tranquilos.
Recuerdo que uno de esos d�as, est�bamos mi mujer y yo en las
toallas tomando el sol y ellos, que ven�an dando un paseo, se acercaron para
saludarnos. La verdad es que el chico ten�a un cuerpo impresionante. Era alto,
con bastantes m�sculos y no pod�a disimular el enorme tama�o de su miembro en su
peque�o ba�ador.
Lo que realmente m�s me impresion� fue el diminuto bikini que
luc�a mi hija, nunca se lo hab�a visto y era min�sculo, la parte de abajo era
como un tanga, o sea los cachetes del culo le quedaban pr�cticamente al
descubierto. La verdad es que me qued� observ�ndola como nunca lo hab�a hecho.
Ten�a la mitad de las tetas al descubierto y si el bikini se le hubiese movido
un cent�metro se le hubiesen visto los pezones.
Estuvimos un buen rato charlando y a m� se me apeteci�
ba�arme. Cuando me dirig�a a la orilla Cecilia pas� corriendo a mi lado y se
tir� de cabeza al agua. Estaba preciosa, comenz� a nadar y yo hice lo mismo
hasta que me situ� a su lado.
All�, en el agua, nos pusimos a conversar. Le pregunt� que
qu� tal le iba con Marcelo, y me dijo que era un chico sensacional y que se lo
estaba pasaba muy bien con �l. Yo disimuladamente le miraba de vez en cuando la
parte superior del bikini que, al ser de color amarillo y al estar mojado, se le
transparentaba bastante y pod�a ver a la perfecci�n sus pezones marcados en �l.
Al poco rato salimos del agua dirigi�ndonos de nuevo a donde
estaban Ana y Marcelo. Me tumb� en mi toalla y me puse a tomar el sol, mi hija
hizo lo mismo y se puso boca abajo. A mi izquierda estaban mi mujer y Marcelo
hablando entre ellos, y a mi derecha ten�a a Cecilia que, por cierto, se hab�a
desabrochado la parte de arriba del bikini para que no se le quedaran en la
espalda las marcas. Hubo un momento en el que ella se levant� levemente para
sacar de su bolso un cigarrillo. No se molest� en taparse los pechos y pude ver
sus tetas colgando y mostrando esos dos magn�ficos pezones.
La situaci�n me hab�a puesto muy caliente y les dije que iba
al apartamento a coger mi walkman para escuchar la radio, aunque realmente iba a
hacerme una buena paja. Jam�s me hab�a pasado esto antes, es decir nunca hab�a
ni siquiera fantaseado con Cecilia, pero el verla en la playa con ese min�sculo
bikini y despu�s verle las tetas me hab�a impactado de tal manera que cuando
llegu� al apartamento ten�a la polla totalmente empalmada.
Me sent� en el water y comenc� a casc�rmela. Ten�a en mi
mente la esbelta figura de mi hija con esas tetas y esos pezones marcados en el
bikini. Sin embargo, a los pocos segundos, record� que al entrar hab�a visto en
el sof� un par de conjuntos de ropa de Cecilia. Pens� que quiz�s entre esa ropa
podr�a haber tambi�n alg�n sujetador o tanga de mi hija. Resulta que me da mucho
morbo masturbarme con ropa interior femenina, aunque l�gicamente siempre que lo
hab�a hecho hab�a sido con ropa de Ana, mi esposa. No obstante, y debido a mi
excitaci�n, me dirig� a donde estaba la ropa y, por suerte, encontr� all� un par
de tangas y un sujetador.
Cog� uno de los tangas, de color negro, y fui de nuevo al
servicio y comenc� a pajearme con el tanga en la mano. Como os pod�is imaginar
no tard� mucho en correrme. Me hubiese gustado hacerlo sobre el tanguita pero no
lo hice, no pod�a ser tan descarado. Al acabar lo planch� un poco y lo dej� en
el mismo sitio donde estaba, y me dirig� de nuevo a la playa.
Curiosamente Cecilia estaba dormida y, junto a ella, Marcelo
le extend�a crema bronceadora a Ana por la espalda. Debo deciros que mi esposa
tiene un buen cuerpo, tetas medianas tirando a grandes y un culo muy bien
formado. Me saludaron y Ana me estuvo comentando que Marcelo era estudiante de
medicina y que, para sacarse un dinerillo, se dedicaba a dar masajes a
domicilio. Y por lo visto lo hac�a muy bien. As� que me dijo que despu�s de la
playa hab�an quedado en que le dar�a un masaje en nuestro apartamento. A mi me
pareci� bien. Fui a darme un ba�o y luego me puse a tomar el sol.
Me llam� mucho la atenci�n lo bien que se hab�an ca�do mi
esposa y Marcelo, pues no paraban de hablar y ella no paraba de sonre�r y de
re�rse. Se notaba que el chico sab�a tratar a las mujeres. Incluso la pill�
varias veces mir�ndole a Marcelo el bulto del paquete en el ba�ador. Tambi�n me
d� cuenta de como �l miraba disimuladamente el canalillo de las tetas de mi
esposa cuando hablaban.
Cuando nos fuimos de la playa deb�an ser sobre las 8, y al
llegar al apartamento mi mujer trajo unos refrescos y unos canap�s mientras
Cecilia se duchaba y los dem�s esper�bamos nuestro turno. He de recordaros que
Marcelo estaba con nosotros y que en breves momentos iba a hacerle un masaje a
Ana. Pero primero ten�amos que ducharnos. �l lo hab�a hecho en las duchas de la
playa, l�gicamente le daba apuro hacerlo all� en nuestro apartamento. Cuando
sali� mi hija de la ducha entr� Ana. Mientras tanto, y para dejarles un poco de
intimidad, me fui a nuestra cama y me tumb� un rato a ver la tele, y ellos dos
se quedaron solos en el sal�n mientras mi esposa acababa de ducharse.
Al cabo de unos minutos lleg� Ana a la habitaci�n, llevaba
puesto un albornoz, sin nada debajo. Me dijo que entrara yo a ducharme pero, sin
hacerle caso, le d� una palmada en el culo y de golpe le quit� el albornoz,
qued�ndose totalmente en pelotas. Comenc� a morrearla mientras le sobaba el
co�o, y as�, estando los dos de pi�, le empec� a pajear, meti�ndole primero un
solo dedo y luego dos. Ella estaba bastante cachonda, y se dejaba hacer sin
protestar. Con mi otra mano comenc� a amasarle las tetas, y luego acerqu� mi
lengua a sus pezones a la vez que no paraba de pajearla, cada vez m�s r�pido. Y
lo m�s morboso de todo era que la puerta de la habitaci�n estaba abierta. Ana no
se hab�a dado cuenta porque sino no hubiese permitido eso, tened en cuenta que
si mi hija o Marcelo pasaban por el pasillo nos ver�an perfectamente. Pero Ana
no se percat�, estaba de espaldas a la puerta y yo procuraba que no se girase,
realmente yo deseaba que mi hija o Marcelo nos viesen.
Not� en mi mano como mi esposa se corr�a, es una mujer que
suelta bastante flujo y me la dej� empapada. Acto seguido se agach� ante m� y
comenz� a chup�rmela. En esos momentos, me percat� de unas sombras que hab�a a
la entrada de la puerta. No quise dar sospechas de que yo me hab�a dado cuenta y
segu� como si nada, sin embargo a los pocos minutos observ� como mi hija y
Marcelo estaban espi�ndonos a la vez que se met�an mano. No los pod�a ver bien,
pero ellos a nosotros s�, debido al �ngulo en el que estaban situados. Me puse a
mil. El hecho de saber de que mi hija ve�a a su madre chuparme la polla mientras
su novio le met�a mano era algo superior a mis fuerzas. Adem�s mi esposa es una
experta mamadora, y no solo chupaba mi polla sino que tambi�n me com�a los
huevos e incluso a veces con sus leng�etazos me rozaba el agujero del culo.
Marcelo y mi hija estaban a tope, pude ver sin problemas como
la mano de ella comenz� a moverse cada vez m�s r�pido. Le estaba haciendo un
pajote y �l no paraba de sobarle las tetas y morrearla. Yo no pude resistir
mucho m�s y comenc� a correrme sobre la cara de mi esposa. Debido a mi calentura
solt� una cantidad descomunal de esperma, no recuerdo haber echado tanta leche
nunca. Mientras me corr�a me dio tiempo a apuntar a sus tetazas y tambi�n se las
dej� empapadas.
Pasaron unos minutos y salimos de la habitaci�n. Me dirig�
directamente al cuarto de ba�o, pero en vez de darme una ducha r�pida decid�
llenar la ba�era y permanecer all� un rato relajado y fumando un cigarrillo. Me
puse a pensar en lo que hab�a ocurrido y me empalm� de nuevo. Estaba a tope de
saber que mi hija hab�a presenciado la descomunal mamada que su madre me hab�a
hecho. Sinceramente estaba arrepentido de no hab�rmela follado, eso hubiera sido
la guinda del pastel.
Sal� del ba�o y no v� a nadie en el sal�n. Cre�a que Marcelo
le estar�a dando el masaje a Ana. Sin embargo estaban en la habitaci�n de
Cecilia, en su cama. Resulta que en el sal�n no hab�a ning�n sitio apropiado
para que se tumbase mi esposa as� que decidieron hacerlo all�. Mientras �l le
daba el masaje mi hija le�a una revista, y yo les coment� que me quedar�a en el
sal�n, porque la verdad es que no pintaba nada all�.
Pasaron unos quince minutos y la primera en aparecer fue mi
mujer. Sin apenas decirme nada fue directamente a la cocina, y desde all� me
pregunt� si me apetec�a beber algo. Le dije que OK, que una cerveza estar�a
bien. Mientras tanto, ca� en la cuenta de que Marcelo y mi hija estaban a�n en
la habitaci�n. Cuando mi mujer se sent� junto a m� la not� algo acalorada, y m�s
nerviosa de lo habitual.
- "�Te ocurre algo, cari�o?, es que te noto un poco
nerviosa", le dije.
- "No, no me ocurre nada. El masaje me ha sentado fenomenal,
Marcelo es todo un experto. Me encuentro mucho m�s relajada, deber�as probarlo,
amor m�o".
- "Otro d�a quiz�s. Sin embargo Ana, yo en vez de relajada te
noto m�s nerviosa. Te conozco muy bien, y s� que te ocurre algo, y por favor
quiero que me lo digas".
Acto seguido, mi esposa me tom� de una mano y mir�ndome a los
ojos me dijo:
- "Juan Carlos, estoy muy excitada, necesito que me vuelvas a
follar. Aunque me da reparo reconocerlo, me he puesto muy cachonda con el
masaje. Te lo cuento porque s� que puedo confiar en t� y que no te enfadar�s".
No me dio tiempo a decir nada, ya que mi esposa me sac� de
repente la polla del pantal�n y comenz� a pajearme. Claramente ese chico la
hab�a puesto a cien, y a m� no solo no me molestaba sino que lo comprend�a, y
adem�s de verla tan cachonda me excit� yo tambi�n. Ella me masturbaba lentamente
a la vez que mir�ndome a los ojos me dec�a:
- "S� mi amor, me he puesto a tope sintiendo las manos de
Marcelo recorrer mi cuerpo. Est� buen�simo el cabr�n, vaya suerte tiene nuestra
hija, vaya pedazo de polla negra se mete entre las piernas".
Mientras hablaba iba acelerando poco a poco el movimiento de
su mano. Menuda paja me estaba haciendo la muy calentona. Yo aprovech� estos
momentos de excitaci�n y le cont� lo de antes, o sea que tanto Marcelo como
Cecilia hab�an visto como ella me la chupaba en nuestra habitaci�n. Esto a mi
esposa la calent� a�n m�s y con la otra mano comenz� a acariciarse el chocho sin
dejar de pajearme a m�. Yo no pude resistir mucho m�s y me corr� llen�ndole de
abundante esperma toda la mano.
No nos pillaron Marcelo y Cecilia de milagro, ya que a los
pocos segundos aparecieron en el sal�n diciendo que iban a comprar unos helados
y a dar un paseo por la playa. Se marcharon y nosotros nos quedamos tumbados en
el sof� viendo la tele hasta la hora de la cena.
Cuando acabamos de cenar le suger� a mi esposa de ir a tomar
unas copas, as� que nos arreglamos un poco y nos dirigimos a un pub cercano. A
la media hora m�s o menos dio la casualidad de que aparecieron por all� nuestra
hija y Marcelo. Se sentaron con nosotros, al parecer ya ven�an bastante alegres
y no ten�an reparo en darse largos morreos delante de nosotros e incluso se
met�an mano con descaro. A m� la verdad no me importaba, es m�s, me excitaba ver
a Cecilia tan desinhibida.
Sin embargo, la noche deparaba una sorpresa que realmente no
hubiese esperado: Resulta que Marcelo se quedaba en nuestro apartamento a
dormir. �Fant�stico! (pens�), con la marcha que llevan encima estos dos seguro
que a los pocos minutos de llegar se ponen a follar como condenados... y yo
procurar� escucharlo todo y, por qu� no, verlo si me es posible.
Eran casi las dos de la madrugada y llegamos al apartamento.
Lo primero que hice fue ponerme c�modo y tomarme la �ltima copa antes de
acostarme. Cecilia y Marcelo entraron directamente en la habitaci�n, o sea la
habitaci�n de Cecilia que solo ten�a una cama. Me qued� un rato en el sal�n y mi
mujer me coment� que se iba a la cama, y que por favor no tardase mucho yo en
llegar. Le dije que OK, sin embargo mis intenciones eran otras. Deseaba
realmente escuchar los gemidos de mi hija siendo penetrada por Marcelo, as� que
apur� la copa y me dirig� a la puerta de la habitaci�n y puse la oreja a ver si
pod�a captar algo.
S�, ya s� que no era muy normal la situaci�n, un padre
intentando escuchar tras la puerta los actos sexuales de su hija. Pero tampoco
creo que hubiese nada malo en aquello. Bueno, la cuesti�n es que al cabo de unos
minutos comenc� a o�r como una especie de... gemidos. En mi mente ten�a la
imagen de mi Cecilia, con sus pechos al aire, me la imaginaba chupando el
miembro de Marcelo y botando encima de �l.
No pude resistir la tentaci�n de abrir un poco la puerta (no
estaba cerrada totalmente, as� que solo tuve que empujarla un poco). Me qued�
estupefacto, realmente impresionado... y muy excitado con lo que v�:
Estaban tumbados en la cama, bes�ndose en la boca, y mi hija
con su mano izquierda le sacaba la polla y comenzaba a acarici�rsela lentamente.
Marcelo le manoseaba con dulzura los pechos, y a los pocos segundos ten�a los
pezones en la boca, chup�ndolos con ansia por lo que ella se puso m�s cachonda y
aceler� el ritmo de su mano y comenz� a pajearlo a mayor velocidad. Umm, ver
all� a mi hija con esa enorme polla negra en la mano y aquel chico chup�ndole
las tetas era la escena m�s excitante que jam�s hubiera imaginado.
L�gicamente yo ya ten�a mi polla en la mano, estaba
totalmente empalmado, aquello era muy fuerte. Acto seguido se pusieron en la
posici�n del 69, y no apart� la vista de la boca de mi hija trag�ndose aquella
enorme verga.
No daba cr�dito a lo que ve�an mis ojos, Cecilia parec�a una
actriz porno, devoraba la polla como una aut�ntica profesional. Adem�s, el tipo
ten�a un cipote enorme, y ella se la tragaba toda, mientras con la otra mano le
acariciaba los huevos. Pero no quedaba ah� la cosa, ya que la muy guarra se la
sac� de la boca y le meti� la lengua en el culo a la vez que con la mano le
pajeaba la polla. No s� como Marcelo pod�a aguantar tanto sin correrse, de hecho
yo estaba casi a punto. Pero lo mejor vino a continuaci�n: �l sac� del bolso de
mi hija una especie de venda y le tap� los ojos. Mi hija se puso a cuatro patas,
como una perrita, y Marcelo empez� a foll�rsela. He de decir que yo estaba
arriesg�ndome bastante ya que se encontraban mirando hacia donde yo estaba,
aunque por ella no hab�a problema ya que ten�a los ojos tapados.
Yo estaba tan centrado en la imagen de mi hija que no me
percat� de que Marcelo estaba mir�ndome. Cuando me d� cuenta me retir� un
poco... sin embargo, y sorprendentemente para m�, v� como �l me hacia una
especie de gesto para que me quedara, como d�ndome a entender de que pod�a
seguir observ�ndolos. Supongo que esto era en agradecimiento de cuando yo los
dej� observar a ellos. Umm, era fabuloso ver como botaban las tetazas de mi hija
en cada embiste que le daba el negro...
Lo curioso y lo mejor de todo fue que Marcelo y yo
descargamos nuestra leche a la vez, claro que con la diferencia de que �l lo
hac�a sobre las tetas de mi hija y yo sobre una servilleta de papel. Luego, le
esparci� la leche por el cuerpo y mientras lo hac�a me miraba a m�, y me
sonre�a... el muy cabronazo. Sin embargo, �l, mediante gestos, me invit� a
entrar en la habitaci�n. Aunque mi hija ten�a los ojos tapados deb�a hacerlo con
extremo cuidado, ya que me pod�a o�r. Marcelo tuvo la gran idea de poner un poco
de m�sica, y luego at� a Cecilia de manos y piernas a la cama.
Cuando ya me encontraba dentro de la habitaci�n, Marcelo se
acerc� y me dijo al o�do:
- "S� que est�s deseando foll�rtela, y lo veo normal, porque
Cecilia est� buen�sima. Si yo fuera su padre tambi�n lo har�a, as� que aprovecha
la oportunidad que te brindo y m�tesela en la boca y en el co�o".
No me lo pens� dos veces y acerqu� mi rabo al cuerpo de mi
hija, y empec� a frotarlo por sus tetas. Marcelo, mientras tanto, le dec�a a
ella en el o�do:
- "Cari�o, es una sorpresa que te ten�a reservada, he
invitado a un amigo y vamos a follarte entre los dos, me acuerdo que el otro d�a
cuando te pregunt� sobre tus fantas�as er�ticas me dijiste que te encantar�a
hacerlo con dos chicos, y esta noche esa fantas�a se har� realidad".
Mi hija, entre que estaba un poco bebida y la calentura, no
puso traba alguna. Me puse encima de ella, y suavemente le pas� la polla por los
labios. Ella sac� su lengua y comenz� a lamer mi capullo lentamente. Acerqu� un
poco m�s el rabo a su boca, d�ndole a entender que la abriese y empezara a
chuparla. �Y qu� enorme placer contemplar mi nabo entrando en la boca de mi
propia hija!..
La muy guarrilla me hizo una mamada de competici�n, como la
que antes le hab�a hecho a Marcelo. Yo, loco de excitaci�n, comenc� a magrearle
las tetas y me puse a com�rselas. Ella cada vez chupaba con m�s ansia debido al
placer que el negro le proporcionaba en el co�o con la lengua. Pasados unos
minutos, Marcelo me cedi� su lugar y me puse a comerle el chocho, a la vez que
ella se met�a en la boca el enorme vergajo del negro.
Menuda preciosidad de co�ito ten�a, totalmente depilado y
bastante cerradito, parec�a incre�ble que por all� pudiera entrar el pene de
Marcelo. Sus jugos me sab�an a gloria, y mi excitaci�n hab�a llegado a su punto
m�s alto as� que opt� por clav�rsela sin demora. Sin embargo, v� algo que me
dej� totalmente bloqueado: En la puerta de la habitaci�n se encontraba Ana, mi
esposa, con los pechos al aire y acarici�ndose el co�o por encima de las bragas.
Durante unos minutos no supe que hacer ni decir, y cuando me estaba incorporando
para ir junto a ella y darle alguna explicaci�n, ella desde lejos me indic� que
no me preocupara y que me follara a nuestra hija.
Esto si que era el colmo, mi propia esposa d�ndome permiso
para follarme a mi hija mientras se masturba vi�ndolo. La verdad es que en esos
momentos yo dudaba de si se tratar�a de un sue�o o no. Era una situaci�n s�per
morbosa, y todo gracias a la complicidad de nuestro yerno, o sea Marcelo. Total,
que le desat� a Cecilia las piernas, se las separ� un poco, acerqu� la punta de
mi pene a su dulce chocho y comenc� a penetrarla.
Menuda sensaci�n sentir mi polla dentro de ese co�ito joven y
caliente, y adem�s verla a ella con la polla del negro en la boca y las tetas
botando. Aceler� el ritmo de mis embestidas y eso a Cecilia debi� gustarle ya
que se sac� el pene de Marcelo de la boca para decir que quer�a "m�s fuerte y
r�pido", y yo por supuesto puse todo de mi parte para complacerla. Estuvimos un
rato en esa postura y cuando not� que me faltaba poco para correrme le suger� a
Marcelo de cambiar de posici�n.
Tumb� a mi hija en el suelo, de espaldas hacia nosotros. Ella
levant� las piernas hasta que sus rodillas tocaros sus pechos y se abri� el
chocho con las manos. Marcelo se agach� y le meti� la lengua, mientras tanto
Cecilia meneaba el culo y nos ped�a que por favor la foll�ramos. Marcelo, que
estaba tambi�n s�per excitado, le hundi� el nabo de golpe ech�ndose sobre sus
piernas y levant�ndola el culo con su peso, pod�a ver como sus test�culos le
golpeaban la raja a cada embestida. El t�o le hund�a la polla de una forma
salvaje haciendo fuerza, pero aun as� Cecilia ped�a m�s ca�a. En esos instantes
yo estaba que no pod�a m�s, estaba a punto de correrme. Por cierto, mir� a mi
esposa y estaba casi como yo, o sea muerta de gusto, con ojos de vicio y
meti�ndose dos o tres dedos en el co�o.
Al cabo de unos minutos, Marcelo se la sac� del chocho y
comenz� a pajearse en la cara de Cecilia. Yo me acerqu� a sus pechos y comenc� a
chup�rselos, a la vez que le agarr� la mano y la puse en mi polla para que me
masturbara. Marcelo le introdujo la polla en la boca y empez� un mete-saca que
acab� cuando chorreones de leche empezaron a salir por la comisura de sus
labios. Al ver esto no pude resistirlo, puse mi polla sobre los pechos de mi
hija y me corr� sobre ellos.
Cecilia y Marcelo comenzaron a besarse como enamorados,
mientras �ste le esparc�a nuestra leche por el cuerpo. Sal� de la habitaci�n y
me encontr� con mi esposa en el pasillo. Ella tambi�n hab�a disfrutado con lo
acontecido y me pidi� que por favor le echara un polvo, cosa a la que por
supuesto no me negu�.