Relato: El Aditivo





Relato: El Aditivo

El Aditivo


"�No es muy distinto a un camarero que pone extra de sal en
las galletas tostadas con sal para conseguir que bebas m�s, verdad?"


Phyllis quit� su pelo rizado oscuro de su frente y tom� otro
trago de su cerveza. Me encog�; el d�a hab�a sido demasiado largo para entrar en
otro argumento con mi compa�era de laboratorio y colega. Nuestro jefe, Dimry,
estaba sentado en la silla absorto en sus pensamientos. Frunci� el ce�o, y luego
nos miro con su mirada habitual.


"Mira, Phyllis, si no conseguimos mejores resultados, no
habr� ninguna cuesti�n moral para ser debatida de todos modos. Usted conoce a
aquella Sra.Bowder est� a punto de cancelarnos su cuenta si no presentamos algo
�til para su empresa. Mientras este en la conferencia de Aditivos de Alimentos
esta semana quiero que usted y Barry traten de dar con alg�n producto que sea
capaz de desarrollar la necesidad de lo que los consumidores ans�an. "La voz de
Dimry, mon�tona como era, todav�a comunicaba m�s la urgencia de nuestra
situaci�n".


"Lamentablemente, Sr. Dimry, no veo ning�n camino alrededor
de los l�mites del ADN. Podemos crear aditivos que har�n que la gente desarrolle
un ansia por cierto producto, pero no hacia las verduras y absolutamente nunca
hacia sustancias creadas artificialmente. "


"All� se va nuestra cuenta," me raj�. Me espant� del ce�o de
Dimry. �l nunca sinti� cari�o por mi sentido del humor.


"Ciertamente, Phyllis. Esto realmente llega hasta una especie
de memoria gen�tica. Si alguna compa��a de alimentos sirviera algo m�s cerca a
nuestro material gen�tico como la carne de gorila, podr�amos desarrollar un
ansia insaciable por el producto con CRV-55. M�s cerca a nuestro propio ADN, y
la proximidad del producto a nuestro material gen�tico. Si alguien pusiese sudor
humano, con CRV-55, yo podr�a hacer que usted vendiese a su abuela a los Libios
a cambio de una taza de la materia".


�"Alguna posibilidad de conseguir una concesi�n con el
partido Donner? "Esquiv�, esperando que Dimry me tirara una galleta tostada con
sal de la barra. �l solamente suspir� y alcanz� a coger la servilleta que la
camarera hab�a dejado caer sobre la mesa.


"S�, Barry, esto es hasta lo qu� llega. Podr�amos desarrollar
un gusto que ansiar�a cualquier parte de la carne humana o excreci�n, pero esto
depende de su tama�o. "


Terminamos malhumoradamente nuestras cervezas y nos dirigimos
hacia fuera en la noche. Nos dimos cuenta de que si nuestro jefe exaltado, no
pens� que podr�amos desarrollar una sustancia que podr�a inducir una anhelaci�n
hacia el sabor de un producto disponible comercialmente, el equipo del Proyecto
Anhela ser�a disuelto. Por que, hasta el momento que supi�ramos, el sudor humano
no esta todav�a en el mercado


�Creo que fue la cerveza lo que hizo que me despertase en
medio de la noche? �Habr�a puesto mi subconsciente la alarma en mi cabeza de
todos modos? En cualquier caso, el pensamiento salt� en mi cabeza
aproximadamente a las 2:00 de la ma�ana, e inmediatamente me dirig� a mi peque�o
ordenador personal y calcul� la formula necesaria. Recog� una vieja idea de la
revista Playboy, hice lo necesario en un frasco, y me volv� a dormir.


A las 6:30, yo estaba abajo en el laboratorio, mezclando el
contenido de mi frasco y nuestro brebaje m�s prometedor en la centrifugadora, y
el elixir fue creado. Llam� a mi ayudante, Cheryl, y le pregunt� si estaba libre
esa tarde. �Ella espero un poco, "Bien, Barry, en que estas pensando? " Sacud�
mi cabeza. Cheryl por lo general estaba libre si yo tenia entradas para un gran
concierto o una reserva en un nuevo restaurante moderno donde ella podr�a ser
vista por la gente de dinero. De no ser as�, ella estaba por lo general ocupada.
Cheryl me hab�a dejado dormir con ella dos veces - aparentemente una reuni�n de
negocios - pero b�sicamente me hacia saber que mis deberes consist�an en unos
cuarenta y cinco minutos de servicio cunilingus, atenci�n a sus necesidades, y
luego ella podr�a dignarse a dejarme penetrarla y atender a mis necesidades,
mientras que yo manipul� su cl�toris para que obtenga otro orgasmo. Usted puede
preguntarse por qu� segu� vi�ndola. Una buena pregunta a decir verdad. Ella era
elegante, viste elegantemente y tiene un gran cuerpo. Con su ingenio hilarante,
ella es hasta una compa��a bastante buena.


De este modo, s�lo prometi�ndole una comida en Yves, el
restaurante m�s caro de la ciudad, seria capaz de persuadirla para que saliese
conmigo a la tarde. Abandon� la oficina temprano y lleve conmigo el tesoro
reci�n creado, dejando a Phyllis perplejo por mi comportamiento alegre. Me vest�
con mi traje m�s elegante y la recog� puntualmente a las 21:00; Cheryl me hizo
esperar sentado en el coche hasta las 21:20, entonces tuve que hablar el Ma�tre
de Yves para conseguir conservar nuestra reserva. De todos modos, su pelo
elegantemente corto rubio y sus labios asombrosamente llenos y suaves me
encantaron. Como siempre, ella hizo pr�cticamente toda la conversaci�n, lo que
me ayud� a esconder mi propio nerviosismo.


Cuando el camarero se acerco para preguntarnos si quer�amos
el postre, Cheryl hizo una pausa, como si calculara las calor�as ingeridas
mentalmente, y mi garganta se seco durante un momento. Finalmente, ella acept�
la recomendaci�n del camarero de un creme brulee, y me relaj�.


Cuando el postre lleg�, no necesite nada m�s que una opini�n
mia sobre que un hombre dos mesas mas lejos la miraba como a una estrella de
Rock local para inducirla a girar su cabeza, y la dosis precisa del elixir claro
esta lo hizo en su brulee mucho antes de que ella volviera. Ella se tomo el
postre y comenz� a hacer los sonidos obligatorios sobre la planificaci�n de una
ma�ana ocupada, y yo sab�a que ella no ten�a ninguna intenci�n de invitarme a
pasar la tarde con ella. Salud� con la cabeza comprensivamente, y dejamos el
restaurante.


Por el camino hacia su casa, ella pareci� estar de una manera
extra�a tranquila. Mir�ndola, pod�a ver como su lengua se mov�a dentro de su
boca, como si buscase un trozo de alimento agarrado en sus dientes. Cuando
llegamos a su domicilio, pase por delante de ella y tomando sus llaves abr� la
cerradura y tras esto abr� la puerta d�ndole un peque�o empuj�n. Bueno, Cheryl,
imagino que deber�as entrar, con este d�a tan agitado tienes que estar cansada".


Sus ojos azules destellaron con sorpresa. "Ehh B-b-bueno....,
tartamude� ella, puedes entrar para tomar una taza de caf� si quieres". Me miro
de modo suplicante. Fing� desgana, y asent� con la cabeza.


Entramos en su sala de estar, y ella dej� caer su monedero en
una esquina. Ella todav�a parec�a nerviosa. "Puedo empezar algo de caf�"... Su
lengua humedeci� sus deliciosos labios. Me apoy� contra la pared,
silenciosamente. Ella vino. Todav�a, no hice nada.


Mir� hacia abajo, y yo pod�a ver su mente trabajar. Ella alz�
la vista, y otra vez me sumerg� en los agujeros azules que se arremolinan que
era aquellos ojos suyos. �"Barry"? Me quede de piedra. "Adivino que a veces que
soy un poco �spera contigo". "Y ... tal vez"... Ella hizo una pausa, su lengua
todav�a trabajaba sobre sus labios. "Pueda hacer algo por ti".


"Claro, Cheryl. Lo que quieras"


Agradecida y aliviada, ella puso su mano sobre mi pecho y la
bajo a la hebilla de mi cintur�n. Con sorprendente velocidad, desenganch� el
cintur�n y el broche de mis pantalones. Sus manos temblaban visiblemente, bajo
mis pantalones y mi slip a mis tobillos en un tir�n r�pido. Mi pene ech� una
ojeada hacia fuera.


Mudamente, se puso de rodillas sobre la gruesa alfombra. Puso
su mano y sus impecables u�as de manicura alrededor de mi ahora creciente pene.
Su cara se puso a unos pocos cent�metros de la punta de mi pene. Despu�s de tres
o cuatro golpecitos de su mano, mi pene estaba ya como una roca, con unas gotas
de semen cubriendo la raja final de mi pene...


Con un grito de placer, ella avanzo con sus labios fruncidos
y chup� el semen. Apenas me opuse al impulso de re�rme en voz alta de mi
triunfo. �S�! �Esto funciona!


Con el hambre mal disimulada, la diosa de oro empuj�
avanzado. Sus labios se adhirieron fuertemente a mi vara engordada. Su lengua se
lanz� alrededor de la punta.


Los p�mulos perfectos, altos de Cheryl ahuecaban y llevaban a
cabo el trabajo sobre mi miembro. "L�meme bien. Lame el pene y mis pelotas
calientes", grit�.


"Uh-uh", protest� ella. "Quiero probarlo. Le quiero a..
Quiero tu materia en mi boca".


Ella sacudi� su cabeza sin mi asimiento y se lo trag� todo.
Su mano derecha fue a presionar contra mi ingle cuando su garganta trabaj� en la
punta de mi pene. Tuvo n�useas brevemente y sac� mi espada de su garganta por
ahogamiento. Pero r�pidamente, ella se lanz� otra vez, capturando la mitad de m�
en su est�mago hambriento. Su mano se desliz� por mi pelo pubiano y alrededor de
la base del eje. Con su pulgar e �ndice, ella rode� la base del tallo, y comenz�
a acariciar vigorosamente de arriba abajo.


La lengua de Cheryl y los labios perfectos comenzaron a lamer
con pasi�n mi pene. Pronto, ellos desarrollaron un ritmo al tiempo de las
caricias que ejerc�a su mano, su cara sacud�a y avanzaba como si de un metr�nomo
se tratase.


Ella de mala gana apart� de su boca mi miembro y alz� la
vista hacia m�. Jade� sin aliento, "�Qu� debo hacer, Barry?" " �Qu� te da
placer?" Prosigui� con sus caricias, y ahora su mano izquierda se elev� para
amasar ligeramente mis pelotas.


"Bien, nena. T�mame profundamente, tan profundamente como
puedas".


Sin cuestionarlo, Cheryl contesto, "Claro coraz�n, pero me
tienes que avisar cuando est�s a punto de disparar".


Ella reanud� la mamada, tom�ndome totalmente en su boca y en
la entrada de su garganta, gimiendo lujuriosamente todo el rato. Cuatro, m�s,
cinco golpes y yo grite, "S�, Cheryl, me tienes aqu�"


Ella sigui� las caricias, pero coloco sus labios de modo que
solamente capturaran el final de mi lujuriosa enrojecida vara. Mis caderas se
sacudieron avanzado, pero ella retir� su cabeza entonces mi poste no penetr�..
Con un sibilante, "Siiii" explot�, y mir� hacia abajo para mirar la culminaci�n
de mis fantas�as cuando vi las mejillas de Cheryl ampliarse cuando mi fluido
llen� su boca.


Su cara se torci� en un rictus de �xtasis, y yo pod�a sentir
que su lengua con j�bilo barr�a sobre mi pene. Sus dedos suaves chuparon cada
gota hacia fuera de m�. Solamente estuve de pie contra la pared, tratando de
impedir a mis piernas ceder el paso, mi mirada fija todav�a se fijaba en sus
rasgos perfectos. Ella finalmente dej� mi miembro, ahora limpiando su lengua que
babeaba.


Mir� transfigurado, cuando ella se movi� hacia atr�s sobre la
alfombra, visiblemente saboreando el gusto de mi residuo en su boca. En un
momento, ella con aire de culpabilidad alz� la vista hacia m�. Ella abri� su
boca para hablar, y yo pod�a ver mi semen todav�a en su boca. "Eh, Barry, esto
ha estado bien, pero tal vez ... bien, creo que deber�as irte".


Cuando hice un gesto de conformidad con mi cabeza, vi un
hilillo delgado de mi chorro de semen caer por su boca y su mejilla. R�pidamente
pas� un dedo lo recogi� y se lo trago.


Sub� mis pantalones y me dirig� hacia la puerta. Cuando me
dirig�a hacia fuera mir� hacia atr�s. Ella estaba todav�a sobre el suelo,
totalmente vestida, con su cabeza inclinada hacia atr�s. Sus mejillas estaban
ahuecadas como saboreando mi semen. Ella parec�a feliz.


Cuando llegue a la entrada del edificio, golpee mis pu�os en
el aire. �La poci�n funciono! Una mujer que apenas se dignaba a estar en mi
compa��a hab�a tomado un sorbo de mi nueva formulaci�n y desarroll� un ansia por
el semen del hombre y, de buena gana se sorbi� todo mi semen como loca. Si este
no hacia de la empresa TEI el nombre m�s grande en productos de consumo, nada lo
har�a. Yo ser�a un h�roe a los ojos de Dimry y de Phyllis, y hasta la reina de
hielo ella misma, Paula Whitney Bowder, extraordinaria ejecutivo, har�a un hueco
en su apretada agenda para sentarse y hacerme caso.


De este modo, esto era una maravilla. Anduve en la oficina a
la ma�ana siguiente temprano, con una ligereza considerable en mi paso y una
sonrisa de oreja a oreja en mi cara. Visit� la oficina de Phyllis para darle
algo de pena con el "tengo y tu no sabes no sabes nada sobre" la variedad.
Cuando estaba a punto de abrir la puerta cerrada de su despacho, o� un gemido de
placer. Suave pero audible, la voz de Phyllis vino del otro lado.


"S�, cari�o, directo aqu�. S�, lame mi cl�toris ahora
tambi�n"... "Venga alrededor de �l, no solamente dentro". "Por favor los ...
lame mi peque�o bot�n... Oh sii".


Silenciosamente abr� un poco la puerta y ech� una ojeada
dentro. Phyllis se sentaba en su silla, y tenia sus piernas abiertas y su mano
frotaba su raja. Bueno, me pareci� que frotaba su cl�toris, pero yo no pod�a ver
su co�ito porque un hombre de cabellos morenos, grande, arrodillado tenia sus
hombros entre sus muslos. Su boca en�rgicamente atacaba, explorando sus labios
vaginales.


Disfrut� de la vista durante un momento, y luego retire mi
cabeza y silenciosamente cerr� la puerta. Tal como la cerr�, pod�a oir la subida
de tono y volumen de sus gemidos, se�alando su orgasmo en la boca del hombre que
estaba entre sus piernas. Yo no estaba seguro de que hubiese sido de otros
tipos, pero ella seguro hab�a sido de este de un gran modo.


Perd� el tiempo en el laboratorio fuera de su puerta, seguro
de que su criado oral saldr�a en varios minutos. �Maldito, era Big Norm el
dependiente superior de la compa��a! Norm era un antiguo modelo de Calvin Klein
y tan guapos como ellos vienen. �l se hab�a acostado seg�n se dice con la mitad
de las mujeres hermosas de la ciudad, incluso con la esposa del alcalde y las
dos presentadoras femeninas de los programas de noticias de las cadenas de
televisi�n locales. �l podr�a tener a cualquier mujer que quisiera; lo que �l
estaba haciendo era atender a las necesidades de nuestra propia Phyllis. Ella es
bastante atractiva y todo, pero no es de la clase de mujeres, soberbias, y por
lo general ricas que �l normalmente habituaba a tener. �Qu� estaba pasando aqu�?


La puerta de Phyllis se abri� y ella surgi� con una sonrisa
de superioridad que super� hasta su propio est�ndar mundial de registro de la
arrogancia. Solamente la contempl�. Ella mir� fijamente, arrogantemente,
coronada con un suspiro de alegr�a. Sus ojos se ensancharon cuando ella
presinti� que yo hab�a o�do su cita secreta con Norm.


�Maldici�n! Conoc�a mi aditivo, y ella inmediatamente me
espeto. Usted no trabaja como un esclavo en un banco de laboratorio con alguien
durante dieciocho meses sin adquirir un sexto sentido sobre sus descubrimientos
cient�ficos. Con un gesto de su cabeza y un gi�o de complicidad - pero todav�a
superior - ella se giro y volvi� a su oficina.


A la ma�ana siguiente, persuad� a Ronelle, la joven becaria,
pechugona del departamento legal a venir a mi oficina a tomar unas rosquillas
con el pretexto de asuntos importantes de los que hablar. Con su pelo largo,
oscuro y mirada de animadora de colegio, ella hab�a sido el foco de numerosas
fantas�as alrededor del frigor�fico del agua. De una conversaci�n ocasional que
se sentaba al lado de mi en un sill�n de oficina, ella paso � en el plazo de de
diez minutos � a estar arrodillada delante de mi con su cara sepultada en mi
regazo. Como con Cheryl, ella estuvo poco interesada en proleg�menos, pues m�s
bien centro su atenci�n en mover sus labios sobre mi capullo de arriba abajo,
provoc�ndome una erecci�n que me hacia temblar, pasando repetidamente con
energ�a su mano. Ella no protest� cuando tom� su cabeza en mis manos y dirig� su
boca de arriba abajo sobre mi falo, aun cuando ejerc� extra de presi�n y forc�
mi miembro casi en su garganta.


Al cabo de unos minutos, Phyllis hab�a llegado a mi puerta -
que yo intencionadamente hab�a dejado unos cent�metros abierta. Mir�ndola de
reojo yo pod�a ver su grito ahogado en la sorpresa, luego frunci� el ce�o cuando
comprob� que ella no hab�a mantenido ning�n monopolio sobre su descubrimiento.
Incluso fue tal su curiosidad, que espero pegada a la puerta hasta ver como mis
pelotas se sacud�an y entregaban toda su carga de mi semen pegajoso en la boca
hambrienta de Ronelle. Me giro y disfruto la sensaci�n de sus mejillas que
aprietan sobre los lados de mi �rgano sensible mientras ella relame cada gota
que me queda.


R�pidamente mire hacia la puerta y la vi, devolvi�ndole el
gui�o que ella me hab�a entregado la ma�ana anterior. Phyllis enrojeci�, de
rabia o de c�lera, y se fue de la puerta.


A media ma�ana del d�a siguiente, Phyllis ten�a a una
reportera de pelo corto, rojo y su fot�grafo barbudo de un diario de ciencia
agachados sobre sus rodillas delante de su silla, ambos enfrent�ndose por el
honor de la bebida del co�o de mi colega. Phyllis. Desde luego hab�a dejado
tambi�n su puerta medio abierta y era particularmente estridente sobre el placer
que sent�a, sabiendo que yo me sentir�a invitado a echar una ojeada dentro.


El concurso entre nosotros se iba intensificando. Yo ten�a a
dos de nuestras representantes de ventas y la chica encargada de las fotocopias
con sus bocas hambrientas esmer�ndose en sacarme mi semen. Phyllis disfrut� del
trabajo de dos de nuestros ejecutivos y un investigador del FDA que cuidaba de
su pecho, los �ltimos se lo estaban chupando mientras ella se sent� colocada
sobre otro que la penetraba sin compasi�n. Como Dimry estaba todav�a en la
conferencia de Aditivos, no hab�a ning�n riesgo de que nos pillase.


Descubr� realmente una singularidad cuando invit� a la alta,
esbelta, joven y rubia secretaria del departamento de personal. Mientras
esperaba que su "rosquilla" surtiera efecto, ella me cont� como Jes�s era un
factor muy importante en su vida y dirig�a sus pensamientos y actos. Despu�s de
unos minutos, ella se marcho para la cafeter�a, insistiendo que ella tenia
hambre esa ma�ana, pero no estaba segura por qu�. Despu�s de que se acabase toda
la caja de rosquillas, se me ocurri� - ella era una virgen que no hab�a probado
nunca semen de un hombre y por lo tanto no ten�a ninguna referencia hacia la que
apuntar sus ansias.


Nuestro peque�o juego fue interrumpido por una llamada
inesperada de Jerry Basehart, el jefe de Dimry, que anunci� que Paula Bowder,
ella misma, la presidente y hembra completa , acababa de pasar para una de sus
famosas visitas sorpresa y quer�a ver nuestro laboratorio para un informe sobre
la marcha. Maldici�n otra vez, no tenia ni idea de si ella sabia de la
existencia de nuestro proyecto.


Bowder era conocida como una mujer de fuerza intelectual y
presencia m�s all� de toda imaginaci�n. Se especulaba que ella ten�a cada
art�culo del presupuesto de la compa��a memorizado. Hab�a terminado la carrera
en lo alto de su clase en la escuela de empresariales de Stanford y, a la edad
de 32 a�os, era la cabeza de nuestra compa��a ya que con su reputaci�n convenci�
al Presidente del consejo de administraci�n del conglomerado.


Phyllis y yo est�bamos ordenando cosas, fregando bien las
manchas incriminatorias de nuestros "experimentos", e imprimiendo resultados de
pruebas. Aparte mi caja de rosquillas a una esquina, enderece mi corbata, y
trate de establecer mi mesa de laboratorio de modo que pareciera tener un
proyecto caliente en investigaci�n.


Con precisi�n a las 11:00 de la ma�ana, la mujer, ella misma,
llego. Paula Bowder tenia un magnetismo sobre ella imposible de describir. Su
pelo de rubio color miel estaba recogido fuertemente hacia atr�s, y sus ojos
penetrantes azules captaron todo lo que ella explor�, hasta - estoy seguro - la
mancha de semen que no hab�a sido capaz de quitar de mi corbata.


Sin perder tiempo, Bowder observo cada uno de nuestros
proyectos, pidiendo resultados logrados y probables perspectivas futuras."De
modo, que usted me dice que todo lo que ha sido capaz de hacer es este CRV-55,
una sustancia que, en algunas personas realzar� su ansia por un buen filete,
pero no para la mayor parte del resto de productos. "Su en�rgica voz genero un
temblor en mi espalda, consiguiendo que se aloj� directamente entre mis pelotas.
Phyllis y yo asentimos con la cabeza con des�nimo.


Bowder suspir�. "Bien, cons�game su informe de gastos
actuales y d�me un paseo r�pido por sus instalaciones, y me ire. " Phyllis la
llevo a la centrifugadora en la esquina mientras fui a mi oficina a por los
informes. Cuando volv�, Bowder mascaba felizmente un croissant y charlaba con
Phyllis.


La sangre dreno hacia mi cara. �Los croissant! Guarde un par
en previsi�n de una visita de la atractiva gerente de contabilidad. �Ten�a
Bowder uno de ellos? No parec�a afectada, y en un movimiento serio de su brazo
tom� los informes de m� mano y se dirigi� hacia la puerta. Cuando su mano se
apoyo en la manilla, suspir� con alivio. Los ojos negros de Phyllis miraron
hacia los m�os.


Bowder se dio la vuelta. Yo pod�a ver su mano, todav�a
agarrando nuestros informes de gastos, sacudi� ligeramente su cabeza.
�"Perd�neme," mascull� ella, "podr�a indicarme donde esta el servicio de
se�oras? "


Phyllis avanzo y le se�al� la puerta a trav�s del pasillo.
Phyllis volvi� y me fulmin� con la mirada de un modo acusador. "�Bien, qu�
supones que le ha ocurrido, Barry?"


No pod�a encontrar los enormes ojos negros de Phyllis. "No me
importa," refunfu��, luego puse un aire gracioso, "pero me suena como que la
mujer ten�a la vejiga llena. �Quieres que alerte al New York Times?" Phyllis no
dijo nada, solamente regreso a una mesa del laboratorio. Yo me sent� en el lado
opuesto del laboratorio.


Quince minutos m�s tarde, la puerta de nuestra oficina se
abri� de golpe. Bowder anduvo a zancadas por el laboratorio, con una mirada
amenazante en su cara. Su maquillaje parec�a un poco corrido y su falda de lino
estaba visiblemente arrugada. Ella se sent� junto a Phyllis, que se quedo
petrificada, y me hizo se�as con un movimiento de su cabeza. Me mov� a un
asiento al lado de Phyllis.


"Bien usted dos anos, vamos a ver si yo entiendo esto". "La
elegancia se fue de su voz. Esta mujer era una luchadora de la calle si yo
alguna vez oyera". �"Usted ha desarrollado un aditivo que causar� a quienquiera
lo ingiera desarrollar un ansia hacia ciertas ... diremos secreciones sexuales,
�Cierto?" "Me congel�, Phyllis mudamente asinti� con la cabeza." "Vamos a ver;
�usted pone un poco sobre el croissant para ver si la vieja se�ora le sirve de
v�ctima y le viene babeando, para que despu�s, se baje de su roca y le de un
enorme sobresueldo?" Phyllis y yo comenzamos a esgrimir nuestras protestas.
Bowder levanto una mano para hacernos callar.


"�Basta! Phyllis, su disimulado lesbianismo se acabo. He
gastado los �ltimos diez minutos en John que me manosea y sorbiendo mi dedo para
satisfacer el ansia creada por su est�pida f�rmula. No s�lo su truco es mediocre
y peligroso, es in�til. �Qu� mujer va a bajar a la tienda ha comparar un
producto para hacer que su hombre le chupe el co�o? Esto no va a pasar. Coja su
monedero, y el agente de seguridad de la puerta le escoltar� a personal para
recoger su paga. �Usted no cojera ninguna nota o frasco de su oficina, esta
claro?" "Phyllis mord�a su labio, y asinti� con la cabeza. Agarr� su monedero y
se marcho del laboratorio.


Bowder se volvi� hacia mi. Su voz tom� un timbre inferior,
como de conspiraci�n. "�Bien, Barry, supongo que usted ser� capaz de encontrar
alg�n frasco sobrante de aquella sustancia, y tal vez hasta de reproducir su
f�rmula? �Despu�s de todo, aunque no podamos poner el producto en el mercado,
seria una lastima dejarlo perder cuando hay una mujer atractiva pero ocupada que
podr�a usarlo, �verdad?"


Asent� con la cabeza otra vez. Bowder se inclin� hacia atr�s
y se ri� entre dientes. "Esto es una compasi�n, sin embargo. Mientras que usted
no podr�a vender este producto a mujeres, ser�a bastante f�cil desarrollar un
lucrativo mercado negro para el equivalente masculino. Muchos ejecutivos que
conozco pagar�an grandes cantidades por una sustancia que har�a a las mujeres
ansiar el gusto del semen."


Ella me miro firmemente, escudri�ando mi cara.


"Sra. Bowder - o quiz� podr�a llamarle Paula. �Yo no se sobre
el final comercial de todo esto, pero ... bueno ... le interesa otro croissant?
"



Traducci�n libre, del relato original "The Additive" de la Web


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Relato: El Aditivo
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