Relato: Entre violencia y caballerosidad





Relato: Entre violencia y caballerosidad

Una de mis experiencias m�s bizarras pero tambi�n m�s
excitantes se presento hace aproximadamente un a�o cuando visit� una de las
concurridas oficinas expedidoras de licencias de conducir en la Ciudad de
M�xico... Sal� de mi despacho antes del medio d�a con la intenci�n de renovar mi
licencia pues �sa misma noche emprender�a un viaje a Valle de Bravo por
carretera y no deseaba tener ning�n contratiempo.


Como era de esperarse, hab�a una gran cantidad de gente
dispersa por todo el lugar, no parec�a reinar ning�n tipo de orden a s� que me
acerqu� al mostrador a pedir informaci�n y entregar mi documentaci�n. Una vez
que hice esto, me indicaron que deb�a esperar en un peque�o patio, afuera de la
oficina, a que se me llamara para verificar mis datos y tomarme la fotograf�a.


El tiempo comenz� a pasar irremediablemente, m�s de lo
esperado... Yo, comenzaba a perder la paciencia, por la demora del personal que
ah� labora, cuando algo atrajo poderosamente mi atenci�n. Era un hombre maduro
como de 39 a�os, alto, moreno y corpulento; obscenamente enfundado en un
uniforme de oficial militar, tan ajustado a cada forma de su cuerpo que
resultaba dif�cil apartar la vista de �l... Su rostro, sin ser bello, era
arrolladoramente atractivo, enmarcado por su ment�n cuadrado y enfatizado por
unos labios carnosos que invitaban a ser devorados... Llevaba una camisa color
caqui de mangas cortas, que dejaban ver un par de poderosos brazos lampi�os y
quemados por el sol; con el talle tan ajustado, en contraste con su amplia
espalda, soberbiamente rematada, en la parte baja, por un par de nalgas,
perfecta y generosamente torneadas, que se adivinaban por debajo de la tela
azul, que apenas las conten�a.


El tipo de dirigi� a otra de las ventanillas, a realizar otro
tr�mite vehicular, obviamente, y cuando se hubo separado de la ventanilla, se
dirigi� al patio com�n de las oficinas y se qued� parado, en un mismo sitio, a
esperar a ser voceado.


Mientras tanto, yo, no hab�a perdido ning�n detalle de sus
acciones ni hab�a pasado por alto ning�n detalle de su admirable f�sico. Estaba
tan idiotizado en la contemplaci�n de su cuerpo que no advert� el momento en
que, �l, se dio cuenta que era objeto de mi asedio impertinente... Primero, me
mir� con curiosidad y sostuvo su mirada en mi persona como intentando recordarme
o reconocerme pero, cuando estuvo convencido que no era nadie que hubiera visto
antes, desvi� la mirada y se olvid� moment�neamente de m�... Era un aut�ntico
agasajo mirarlo... Sin importarme la gran cantidad de personas que nos rodeaban,
continu� con la mirada fija en su anatom�a. �l, parec�a no darse cuenta pero, en
m�s de una ocasi�n, desvi�, furtivamente, su mirada para toparse directamente
con la m�a y advertirme que estaba consciente de mi atenci�n. Al principio
parec�a no importarle, sin embargo, despu�s de un rato, gir� la cabeza y me mir�
a los ojos de manera hosca y desafiante. En �se momento decid� no mirarlo m�s
para evitar problemas gratuitos.


Casi de inmediato, escuche mi nombre y me dirig� al interior
de la oficina para continuar y concluir con mi tr�mite. Estuve dentro cerca de
unos 10 minutos, mientras verificaba mi informaci�n y esperaba a que tomaran la
fotograf�a de la licencia. Cuando sal�, el tipo hab�a desaparecido pero yo a�n
deb�a esperar a la impresi�n de mi documento.


Me olvid� de �l por un momento y continu� esperando unos
minutos m�s a que me hicieran entrega de la licencia. Cuando al fin la tuve en
mis manos, sal� a toda prisa porque ten�a que hacer unas compras para el viaje
que har�a por la noche; para entonces, ya me hab�a olvidado del apuesto militar,
caminaba por la acera, distra�do, con los ojos puestos en la licencia reci�n
expedida cuando tope con alguien que me detuvo por el hombro. Levant� el rostro
con sobresalto y, para mi sorpresa, me top� de frente, a escasos cent�metros de
mi, con el rostro del oficial que mirara en la oficina momentos antes. Su gesto
no era amigable, por el contrario, me miraba con desagrado y sarcasmo. Esboc�
media sonrisa y trat� de librarlo, para continuar andando pero, �l, me detuvo
interponiendo su brazo en mi camino. Para entonces, yo, ya ten�a plena
conciencia que el tipo era un pica pleitos, as� que me apart� un poco y lo mir�
directamente.





Qu� me miras �Cu�l es tu problema? � pregunt�-


No lo estaba mirando, s�lo voy pasando � respond�-


No te hagas pendejo � increp�- Hablo de antes;
adentro... En la oficina...


No lo miraba, s�lo me top� con su mirada un par de
veces


�Crees que soy pendejo, pinche maric�n? �Qu� andas
buscando? �Crees que soy puto, o qu�...?


Le ofrezco una disculpa si lo molest� de alguna manera,
no fue mi intenci�n provocar �ste mal entendido � me disculp�-


Aparte de puto, sac�n... � respondi�- �ndale... �No
andabas buscando macho? Pues ya te encontraste con uno de verdad,
cabr�n...





Trat� de ignorarlo y seguir mi camino pero, lo evit�,
interponi�ndose, nuevamente, en mi camino y d�ndome un empuj�n.





�Ad�nde vas, putito? � pregunt� con una sonrisa burlona
en los labios �


No quiero pelear con usted, no es mi estilo pelear en
la calle


�En la calle...? Entonces, qu� �Te llevo a mi casa para
partirte la madre? � respondi� y explot� en carcajadas burlonas �





Soy un hombre ecu�nime, cort�s y educado; nunca doy pie a
confrontaci�n pero tambi�n soy fuerte y valiente; no me acobardo ante nadie, ni
le saco la vuelta a una contienda a golpes. No pretend�a pecar de camorrista
pero tampoco iba a permitir que me insultaran en mi cara. La actitud del tipo
comenzaba a molestarme y su risa me irrit� lo suficiente para responderle con un
pu�etazo en plena cara, tan fuerte y afortunado que el tipo rebot� contra la
cercana pared, a sus espaldas, y cay� de bruces sobre la dura banqueta. Trataba
torpemente de incorporarse pero, al parecer, lo contundente del golpe y el
factor sorpresa fueron tan avasalladores, que, el pobre tipo, estaba
conmocionado en el suelo, empolvado y con la mirada perdida. Afortunadamente,
nadie hab�a presenciado tan penoso enfrentamiento y, por la misma raz�n, no
hab�a nadie para asistir al pobre hombre que, momentos antes hac�a alarde de su
fanfarroner�a y, ahora, estaba en el suelo tan indefenso como un ni�o. Casi
sent� l�stima por �l; as� que me agache y lo ayud� a incorporarse y sentarse en
el suelo, recargado en la pared.


Sangraba por la boca, la nariz y ten�a magulladuras en la
cara, a consecuencia del golpe contra el suelo y su impecable uniforme estaba,
ahora, cubierto de polvo. No atinaba a decir nada, ni siquiera a rechazarme as�
que, olvidando rencores, saqu� mi pa�uelo y se lo acerqu� a la boca para limpiar
su sangre y evitar que escurriera sobre la camisola de su uniforme.


Sin decir nada, le limpi� el rostro con la tela del pa�uelo
y, entonces, me top� nuevamente con su mirada... Ya no era la misma de momentos
antes, hosca e ir�nica... Ahora, entre perdida y atormentada, hab�a
agradecimiento y verg�enza... Yo, s�lo atin� a sonre�r; entonces, �l, llev� su
mano a la m�a para sostener el pa�uelo con el que, a�n, le limpiaba la cara y
dijo:





Gracias... Perd�n... Creo que me equivoqu� con usted...
Es usted un verdadero caballero.



Yo, esboc� una gran sonrisa pues, su actitud, demostraba
que, �l, tambi�n era un




hombre cabal y le respond�:





Ande, no se preocupe, ambos nos equivocamos. Yo, no
deb� mirarlo y, usted, no debi� confrontarme... �Puedo hacer algo m�s por
usted?


Ya hizo demasiado, no cualquiera lo hubiera hecho...
S�lo ay�deme a levantarme.



Cuando se levant�, esboz�, por fin, una bonita sonrisa y
se doli� tom�ndose por la




barbilla:





�Caray! Tiene, usted, buena "derecha"...


Y, usted, una p�sima guardia...





Ambos re�mos y, entonces, ca� en la cuenta que se hab�a roto
el hielo y que exist�a una especie de "empat�a" y complicidad entre nosotros
que, con un poco de suerte, podr�a, todav�a, explotar... Su cuerpo me atra�a con
la misma eficacia que la miel atrae a las moscas as� que decid� continuar con
�ste juego peligroso.


A�n estaba aturdido y tambaleante; as� que me ofrec� a
acompa�arlo hasta su veh�culo pero me respondi� que hab�a llegado en un taxi y
que regresar�a de la misma manera. Pensando con agilidad y astucia, me ofrec� a
llevarlo hasta donde �l quisiera; " despu�s de todo, yo, lo hab�a puesto en
estado tan lamentable". Por un momento pens� que se negar�a, y estaba arm�ndome
de todo mi poder de convencimiento pero, para mi sorpresa, acept� encantado.


Mi veh�culo estaba estacionado a un par de cuadras, en una
calle tranquila de una zona residencial. Lo tom� por la cintura y me ech� su
brazo sobre los hombros, con naturalidad, para ayudarlo a caminar; �l, no
protest� ni por un momento aunque tuve la impresi�n de que pod�a caminar
perfectamente s�lo, sin embargo, la cercan�a de su cuerpo me pon�a tan excitado
que era dif�cil disimular la erecci�n que llevaba bajo los pantalones.


Mientras camin�bamos en direcci�n al autom�vil, charlamos de
trabajo y nos presentamos; decidimos quitar la formalidad y "tutearnos". Roberto
era su nombre... Luego de unos instantes de silencio, t�midamente me dijo:





Bruno, �Puedo hacerte una pregunta?


Claro, lo que gustes � respond� �


Hace un momento, admitiste qu� me mirabas... �Por qu�?


� Por que lo admit�?


No... �Por qu� me mirabas?


Pens� que lo sab�as... Te ha costado averiguarlo...


Entonces, �S� eres...?


� Qu�... Puto... Maric�n... Joto... ? No, cabr�n, soy
homosexual, si quieres llamarlo de alg�n modo, pero soy tan hombre como
cualquiera...





No dijo nada m�s hasta que llegamos al veh�culo. Abr� la
puerta del pasajero y, antes de que subiera, mir� su ropa y le dije:





No puedes presentarte de �se modo... Te meter�s en
problemas, supongo...





Y, sin decir m�s, comenc� a palmotear su cuerpo con mis manos
para sacudir el polvo. Esperaba que me ayudara y continuara, �l mismo,
sacudi�ndose pero, para mi sorpresa, se quedo ah�, parado, esperando que yo
sacudiera sus ropas. La situaci�n no pod�a resultar m�s ideal as� que me
aprovech� de la misma y continu� dando palmadas, bajando desde su pecho, pasando
por su vientre duro y cruzando la l�nea de su cintur�n... Las palmadas en sus
muslos, se convirtieron, a poco, en caricias que ahora ten�an una direcci�n
ascendente, hacia la protuberancia entre sus piernas y que no dejaba dudas de
nuestras intenciones compartidas.


Ten�a toda mi mano abarcando toda su entrepierna, masajeando
su verga y sus test�culos. �l, ten�a el rostro enrojecido y, en un momento, su
frente estuvo perlada de sudor; casi jadeaba y miraba ansiosamente en torno
nuestro para ver si alguien nos observaba. No hab�a nadie, pero era evidente que
estaba preocupado e inc�modo en medio de la calle.


Mi veh�culo, es un deportivo todo terreno que permite el
acceso a bicicletas u objetos de gran tama�o en el interior del habit�culo, en
la parte posterior, y cristales densamente entintados. Ofrec�a un espacio muy
amplio y confortable; as� que cerr� la puerta delantera y le pregunt�:





�Tienes algo de tiempo? � parec�a asustado e inseguro
de responder, pero su excitaci�n era evidente y su respiraci�n
entrecortada... Trag� saliva y me respondi� nerviosamente �


E-el que sea n-n-necesario...





Su aspecto me divert�a... Parec�a una t�mida virgencita a
punto de ser desflorada pero su f�sico, definitivamente, me impon�a respeto...


Mir� un par de veces en todas direcciones para convencerme
que nadie nos observaba y lo llev� a la parte posterior de la camioneta; subimos
y baj� la puerta detr�s de m�. �l, se sent� en el suelo, en un rinc�n, y me mir�
con expectaci�n... �De verdad parec�a que no sab�a que pod�a pasar! Entonces,
pens� en darle, a aquel atractivo militar, una de las mejores sesiones de sexo
espont�neo de su vida...


Me coloqu� de rodillas, ante �l, entre sus piernas y comenc�
a acariciar sus potentes muslos y pantorrillas... Sonre�a pero se notaba
tenso... Era evidente que no estaba acostumbrado a la compa��a masculina as� que
me centr�, nuevamente, en su entrepierna... Es sorprendente la manera en que
relaja a algunos hombres que les hagas pensar que su verga es lo mejor que
tienen...


Cubr� su bulto con mi palma amplia y lo apret� un poco; �l,
se estremeci�, cerr� los ojos y ech� su cabeza hacia atr�s... Quiz�s para
concentrarse en el disfrute, abandonarse a las sensaciones y olvidar, aunque sea
por un momento, que era otro macho el que le daba �se placer del que ahora
gozaba. Sonre� y decid� aprovecharme de esa situaci�n para, m�s adelante,
traerlo de golpe a la realidad...


Acerqu� mi cara al bulto entre sus piernas y lo acarici� con
mis labios, permiti�ndole sentir la tibieza de mi aliento a trav�s de la tela
que a�n la cubr�a. Solt� el broche de su cintur�n y, con los dientes, baj� la
cremallera para descubrir una truza de impecable y conservador algod�n blanco
cubriendo una estupenda "tranca" que se dibujaba por encima de ella. Nuevamente,
mi boca la cubri� y pude sentir �se extra�o e indescriptible pero exquisito
aroma que s�lo la "virilidad" de hombre tiene... Como drogado por �sa fragancia,
los embates de mi boca aumentaron en intensidad, de la misma manera que
aumentaba nuestra excitaci�n y deseo pues, Roberto, aunque segu�a con los ojos
cerrados, jadeaba y dejaba escapar leves gemidos de placer...


Me incorpor� un poco y, con ambas manos, tir� del el�stico de
la truza y la pretina de sus pantalones para dejarlo desnudo hasta las
rodillas... Una gran mata de vello oscuro, qued� al descubierto, rodeando un
moreno y grueso miembro que se ergu�a orgulloso por encima de sus dos,
inseparables y nada despreciables, "compa�eros"... Su glande viol�ceo brillaba
como si estuviera barnizado; cubierto por su propia secreci�n que escurr�a por
su tronco hasta la base...



Hubiera podido masturbarme con la visi�n de aquello... Pero
en vez de ello, lo ten�a a mi merced... Al alcance de la mano... S�lo ten�a que
alargar el brazo para tomar entre mis dedos aquel miembro... Y lo hice... Lo
empu��, masturb�ndolo suave y r�tmicamente al principio y un poco m�s r�pido
despu�s... El militar resoplaba cada vez mas r�pido as� que aminor� el ritmo sin
dejar de empu�arlo.


Segu�a, a�n, enfundado en su ajustada camisola de uniforme,
as� que comenc� a desabotonarla desde abajo y cada porci�n de piel morena que
iba quedando al descubierto, ante mis ojos, era, de inmediato devorada por mi
boca... Su piel ten�a un gusto salado, por el sudor que la cubr�a profusamente y
la hac�a brillar a trav�s de su vello negro y espeso... Cuando hube soltado
todos los botones, descubr� su pecho, amplio y pleno y me abalanc� sobre las
tetillas oscuras que coronaban sus pectorales... Cuando mi lengua toc� �sa zona,
se arque� y dej� escapar un gemido prolongado; abri� los ojos, me mir� con
sorpresa y dibuj� en su boca una amplia y sincera sonrisa... Parec�a que
empezaba a relajarse... Le di gusto por un rato besando, chupando y
mordisqueando sus tetillas hasta que consider� que la urgencia de su miembro
hab�a disminuido; entonces, baj� y, con mi lengua, comenc� a lamer todo el jugo
que escurr�a sobre la cabeza de su verga y entre mis dedos... Nuevamente, se
estremeci� y abri� los ojos para ver lo que le estaba haciendo. No pod�a creer
lo que pasaba y me miraba con fascinaci�n; sin perder ni un detalle... Pas� mi
lengua por todo el cuerpo de aquel "instrumento" y, luego, sin que �l estuviera
preparado, lo engull� hasta la base; hasta que la punta de mi nariz tocaba su
vello p�bico, y de regreso... Trataba de darle todo un espect�culo al tipo; y
vaya que lo estaba disfrutando... Luego de un buen rato de "mete � saca" en mi
garganta; nuevamente, mi apuesto militar estaba a punto de "venirse" as� que lo
empu�� con fuerza y me ocup� de sus "bolas" que colgaban y se retorc�an de
placer tanto como su due�o... Al principio, con mi lengua y luego, de lleno en
mi boca... Roberto, jadeaba sin control y emit�a sonidos agudos como pidiendo
clemencia pero yo estaba muy lejos de d�rsela. Me tomaba por los hombros y
empujaba con fuerza como si quisiera apartarme de s�, sin embargo, mientras m�s
presionaba, con m�s violencia me aferraba, yo, a sus gruesos muslos...


Aferrado como estaba, entre sus piernas, lo atraje, con
fuerza hacia m�, oblig�ndolo a recostarse completamente sobre el piso de la
camioneta y continu� con mi trabajo oral sobre sus huevos y su miembro...
Levant� sus piernas y presion� sobre su pecho para que quedara totalmente
expuesto, a�n su ano... Al principio se mostr� un poco reacio pero como no
abandonaba mi trabajo oral y, yo, continuaba totalmente vestido, se relaj� y
continu� gozando como nunca... Luego de un rato, y con el factor sorpresa a mi
favor, como todo aquella tarde, pas� mi lengua r�pidamente por entre sus piernas
para alcanzar el ojete de su culo y darle algunos lametones que lo hicieron
levantar su cabeza y mirarme, por entre sus piernas, con gran sorpresa y
agradecimiento... Segu� as� hasta que me advirti� que estaba tan caliente que
podr�a "venirse" sin tocarse siquiera... No estaba eso en mis planes... Era un
completo desperdicio...


Le di una tregua para incorporarme y quitarme el saco que a�n
llevaba puesto y bajarme los pantalones hasta las rodillas, no sin antes atisbar
en los alrededores y convencerme que todo segu�a tan tranquilo como momentos
antes...


El oficial, segu�a recostado de espaldas, relajado del todo,
y en espera de qu� nueva sorpresa le deparaba el destino para �se d�a...





�Quieres probar? � le dije �


�Qu�? � me respondi�, un poco sobresaltado �


� Que si quieres met�rmela?





Lo pens� por un momento, pero asinti� con un movimiento de
cabeza e, inmediatamente, se sent� para esperar por instrucciones.


Alcanc� una caja de condones y un tubo de lubricante que
siempre traigo conmigo en un compartimiento bajo el asiento delantero; saqu�
uno, se lo coloqu� y lo ba�� de lubricante; me apliqu� un poco yo mismo y me
puse en cuatro patas para permitirle que me atacara por detr�s. Ni tardo ni
perezoso, se puso de rodillas y, como perro en brama, se subi� sobre mi espalda
y comenz� a buscar la abertura entre mis nalgas con la punta fr�a de su glande
ancho y resbaladizo... Me rode� con sus brazos por el torso y pod�a sentir su
respiraci�n agitada en mi nuca... De pronto, la punta de su pene encontr� mi
culo y, sin piedad empujo toda la cabeza dentro de m�... Contuve la respiraci�n
y apret� los dientes para aguantar el dolor del primer embate pero un segundo
empuj�n, que lo puso por completo dentro de mi, dej� escapar todo el aire de mis
pulmones en un gemido ahogado que combinaba dolor y placer masoquista... Le ped�
que se detuviera unos momentos para acostumbrarme a la envergadura de su
herramienta y as� lo hizo; mientras tanto, y sin que yo lo esperara, con sus
enormes manos, comenz� a acariciar mi pecho, con suavidad, con destreza... Como
recre�ndose con la forma de cada m�sculo... Se inclin� a�n m�s para poder besar
mi cuello y mis hombros y, finalmente, introducir su lengua en mi oreja al mismo
tiempo que comenzaba a machacar con su verga en mi trasero... Ambas sensaciones
me estremec�an...


Se levant� y apoy� sus manos sobre mis caderas, atray�ndome,
con fuerza, hacia s� en cada uno de los embates de su pene, que fueron
volvi�ndose m�s amplios... Cada vez sacaba un poco m�s su miembro para dejarlo
ir de nuevo con violencia dentro de m�... El roce en mi interior y el ritmo
deliciosamente intenso me provocaban sensaciones tan intensas que por primera y
�nica vez en mi vida, provocaron un orgasmo avasallador sin siquiera haberme
tocado... Las salpicaduras de mi eyaculaci�n me ba�aban el vientre y el pecho...


Las contracciones de mi cuerpo como consecuencia de la
fenomenal venida, le proporcionaban, al macho que me follaba, una presi�n
adicional que lo hicieron llegar al cl�max de una manera muy... Digamos
ruidosa... Resoplaba, sudaba y finalmente grito:


- �Me veengooooooo... Caraaaaaaaaaaaajoooooo!


El veh�culo donde nos encontr�bamos se mec�a violentamente y
estaba seguro que los gritos del militar se hab�an escuchado a un kil�metro a la
redonda as� que, r�pidamente, nos subimos los pantalones y salimos de ah�...


Los primeros minutos no dijimos nada, luego, simult�neamente,
nos miramos y una carcajada de complicidad y diversi�n nos invadi�...





Vaya experiencia la de hoy... � dijo �


S�... Extra�a... � respond� �


Agradable � agreg� �


�Agradable...? �Hab�as hecho esto antes...?


No... La verdad que no... En la milicia se "cuecen
muchas habas" pero nunca hab�a tomado parte en ello...


�Y, ahora, lo har�as?


Si entras al Colegio Militar... Podr�a considerarlo...
jejejejeje...







Estimados amigos:


Espero que les guste este nuevo relato... Sus comentarios
y valoraciones me ayudan y motivan much�simo. Los espero.


Bruno De Orgaz C.




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Relato: Entre violencia y caballerosidad
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