La Caperucita Roja y el Lobo Feroz
Ella se encontraba caminando tranquilamente por el bosque,
como siempre hace a pesar de saber de antemano que es peligroso� Pendex
malcriada y desobediente, la Caperucita Roja cantaba alegremente canciones
infantiles y rondas que jugaba con sus amigas �Chiquitin tim tim tam... Panam��
Llevaba ese trote tonto de ni�as peque�as y adorables, pero tonto al fin y al
cabo: un saltito a cada paso junto a cara de felicidad.
Tom� por la senda, hab�a un sutil viento que acariciaba y
despeinaba su sedoso cabello rojizo que hacia contraste con su blanca piel
salpicada de pecas; sus ojos celestes brillaban m�s que su destellante sonrisa,
adornada por la ortodoncia; su capa roja al cuello con su capucha volando
libremente y la falda de su vestido levantada como una cortina que tiene las
ventanas abiertas. Eso formaba una muy bonita vista, como se podr�n imaginar. Su
lindo calzoncito celeste con florcitas quedaba a la vista de quien interese.
Pues resulta que ese "a quien interese" fue un lindo perrito
apodado el lobo feroz, que no es otro que este, su servidor. Mi andar desgarbado
y mi despeinado pelaje gris me daban una apariencia de vago, no muy favorable a
mi ya mala reputaci�n de cruel y sanguinaria bestia que los cuentos de hadas se
encargan de propagar. Cabe aclarar en ese punto que este no es uno de esos
cuentos tontos de hadas, que pretenden y se llenan la boca diciendo que son para
ni�os. Pulgarcito, hijo de puta hizo que el ogro se comiera a sus hijas; el lobo
feroz se comi� a la Caperucita y a su abuelita, y despu�s el le�ador con el
hacha le abri� la panza y las sac�. Si, ajjj�, esos son cuentos de ni�os. Y
luego se escandalizan por la violencia que hay en la tele. Pero seamos sinceros,
si un ni�o no ve como matan a un hombre en un programa de tv, muy probablemente
lo vea en la calle durante un asalto.
Pues bien, no soy tan feroz como me pintan� en realidad me
considero un intelectual socialista decepcionado de esta sociedad consumista y
superficial que me abruma, leo a Dostoievski, Tolstoi, Kafka, etc., por lo que
busco la tranquilidad y primitivo estado del bosque encantado, justo por donde
la Caperucita estaba pasando en esos momentos.
La vi de lejos y la reconoc�, y como me cae mal trat� de
esconderme detr�s de un �rbol. No sea que me vea y empiece a bardear con� "pero
que ojos tan grandes tienes�" y dem�s pendejadas gastad�simas y sin gracia. A
punto de lograrlo estaba cuando la ni�a me vio.
Se�or looobooo.- me llam� la ni�a.- qu� bueno que lo
encuentro�
-Hola ni�a.- le interrumpo sonriendo, con esa sonrisa que en
el reverso dice "Que mierda quer�s".
- Mir�, te tengo que dejar porque tengo que ir a practicar
una pelea con el pr�ncipe azul del otro lado del bosque y�
-�El Pr�ncipe Azul! �uyuuyuuuyuummmm� papito rico!-me
interrumpi� ella. Me qued� sorprendido, con la ceja levantada y la boca abierta.
Me sorprendi� ese lenguaje soez y el gesto obsceno en una ni�a tan joven, apenas
12 a�os. Pero ya todos sabemos c�mo anda la juventud de hoy en d�a.
-�!� �perd�n?�dije
-�Me lo presentas lobito?, porfi, porfi� y te prometo que te
chupo lo que quieras�- me dijo la ni�a coquetamente, lo que me dej� aun m�s
estupefacto. En mis adentros se dec�a "puta madre".
-�!� �!� ��perd�n?!
-�Solo eso sabes decir lobito? Si, de verdad, te chupo lo que
quieras� hasta eso que llevas entre las piernas con tal de conocer a ese papito
rico� �Ay, c�mo me gustar�a que me desvirgara con todo ese bulto queee� Grrrr!
-�!� �perd�n?� �Mmm? �Ah? Es que� t�� �te das cuenta de lo
que est�s diciendo?
-�?� �ha, perd�n! Eres gay� perdoname, me confund� es que el
Pr�ncipe Azul me pone recaliente!
-Eso, precisamente� y no soy gay, soy un lobo muy macho� lo
que pasa es� pues� me parece que una ni�a como tu de� �11 o 12 a�os tal vez?� no
deber�as estar hablando as� de los hombres, eso�
-�Ay no me jod�s lobito!
-�Qu� dir�a tu madre si te oyera? Caperucita�
-No se, si quieres la voy y le pregunt� a ella. Nom�s espero
que no le est� chupando la verga al le�ador porque no me responde. �Sab�s? Ella
a de estar cogiendo con el a cambio de le�a gratis para el fuego.
-�!!�- Me qued� duro.
-Mir�, �quer�s que te chupe algo si o no, o prefer�s que
busque a ver si puedo conseguir alguna loba que te haga caso?
A veces peco de lentitud, pero definitivamente no soy un
idiota. Obviamente acept� la propuesta de la Caperucita. Solo le dije que si
empezaba con sus pendejadas de "Pero qu� ojos tan grandes tienes�" si la mandaba
a la mierda y no le presentaba a nadie.
Caminamos hasta un lugar del bosque apartado. All�, la ni�a
puso manos a la obra. Comenz� a realizarme un coqueto strip tease, contone�ndose
como una serpiente, avanzando lentamente hacia mi, mir�ndome fijamente con sus
ojos celestes, haci�ndose desear.
Yo estaba que no cre�a nada. Sentado frente a ella, no mov�a
la cola, me temblaba. Mi pene se me estaba hinchado, palpitante de la
excitaci�n. Hac�a bastante que no lo usaba, y hoy la ocasi�n era incre�ble, pues
por muy odiosa y tonta que me resultara la ni�a, la peque�a Caperucita estaba
bien buena a pesar de sus 12 a�itos.
Me bail� muy sensualmente. Poco a poco se quit� la capa, la
dej� en el suelo. Luego, bot�n a bot�n, uno a uno, se abri� su vestidito verde
pastel, con florecitas de los mismos tonos. Lo dej� cae lentamente, dej�ndome
ver como se deslizaba suavemente sobre su piel desnuda y blanca, sonrojada y
rebosante de juventud y hormonas desosegadas. Sus pechos, todav�a casi plano,
pero con dos amenazantes peque�os mont�culos, solo con sus 2 rosados pezones
erectos y puntiagudos como frutillitas, apunt�ndome a los ojos, como dici�ndome
"ven�, chupame lobo". Luego su vientre plano y su ombligo perfecto, redondito,
sin prostituir y peque�o.
Dej� un ratito su vestido sobre sus caderas, contorne�ndolas
en c�rculos amplios. Mir�ndome p�cara, segura, juguetona. Yo estaba con la boca
abierta y babeando mares, me mor�a del calor. Por fin dej� caer su prenda el
resto del trayecto, hasta dar con el suelo. Sus piernas torneadas y lizas,
parec�an como hechas de terciopelo, de seda blanca como la nieve. Y luego
bailando como una cobra al ritmo de la flauta baj� su calzoncito blanco de
algod�n y me pareci� m�s bello que anteriormente, tan tierno, tan femenino.
Se puso en 4 y gate� hacia m�. "Soy una perrita french poodle
y me voy a comer mi comidita" me dec�a mientras avanzaba hacia mi. Lleg� hasta
mi vientre, estir� una mano, sac� mi pene de su forro, abri� la boca� y la
gloria.
Es incre�ble lo bien que lo hac�a a sus 12 escasos a�os. Mi
pene, modestia aparte, es� dig�mosle especial entre los lobos. Generalmente no
lo tenemos mayores a los 13 o 14 cm. Pero el m�o es de 20, un tambi�n m�s grueso
de lo normal, sin nombrar su imponente bulbo en la base. De hecho tengo muy
buena reputaci�n entre las lobas como amante. Tal vez exageren, pero ciertamente
jam�s he dejado a medias a ninguna� �ejem..!
Pues bien, la Caperucita me la chup� muy, pero muy bien. Se
la met�a entera en la boca, y luego la sacaba, jalando su cabeza hac�a atr�s
succion�ndola en el proceso, para luego met�rsela hasta el fondo otra vez y
volverlo ha hacer de nuevo. Me pareci� que ella deb�a tener mucha experiencia, y
as� era� no exactamente con penes de enserio, pero eso se los cuento otro d�a.
Yo estaba m�s caliente que una braza, y ella estaba igual.
Dej� mi pene soltando ya el presemen, deseoso de m�s, y gateando se alej� un
poco de m�. Me dio las nalgas, dos hermosos pedazos de la carne m�s blanca y
tierna, apenas dando signos de estar abult�ndose a su edad. Su culito bien
paradito me dejaba ver un delicioso ano, redondito y rozado oscuro, cerrado y
apretado� �Huuu! que lujo ser�a penetrarla por all�. Pero lo que me estaba
ofreciendo para eso tampoco era inferior en lo m�s m�nimo. Era una rayita
rosadita y cerradita, bien apretada y de trazos finos y delicados, brillantes
por el reflejo de sus jugos que se sal�an a raudales. La ni�a mov�a su trasero
en c�rculos, mir�ndome con deseo y una sonrisita p�cara en los labios. �Mir�
lobito esto est� sin usar por lo tanto ten mucho cuidado al... Miento al decir
que la quise hacer esperar.
Llegu� por detr�s y la mont�, la mont� con tanta velocidad,
como un lobo desesperado siempre lo hace. Tan solo apunt� mi instrumento a su
entrada, y este se desliz� all� dentro como un afilado cuchillo entre la carne.
Un agudo suspiro sali� de mi pecho y un lamentoso AAAAGGGHHH�. De su boca. Yo no
le di tiempo a lamentos y la comenc� a cabalgar a mi gusto.
�Guau, guau, guau�nooooooooo... �Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh�
sos un� sos una lobito maloooooooooo...
Ahhhhhhhhhhhh... nooo... lobito� meeee� dueleeeeeee...me
est�n montaaa� montando�muy bruscamente- gritaba, ladraba, loca del placer y el
calor.
�Ah! �Ah! �Ah! �Ah! �Ah!
�Guau, guau, guau� soy lobita� soy lobita�
Lo� lo� �lobita?� �Sos.. una gran perra sos�!
La mont� como un loco, por un buen rato que se me hizo corto.
Abraz�ndola del pecho con mis peludas patas, le perforaba furiosamente su
delicada rajita rosada, de aspecto virginal, la que se ajustaba furiosamente a
mi falo. Sus ojitos estaba entrecerrados, el ce�o fruncido y la expresi�n
contra�da y tensa, pero con una gran sonrisa pues estaba disfrutando mucho la
cabalgata. Su cabello rojo volaba libremente al comp�s del viento, que jugaba
con el y la acariciaba como no queriendo quedarse afuera de la fiesta. Yo me
volv� loquito y como siempre lo hacemos los lobitos me aferr� con fuerza y mis
embestidas las hacia con toda mi fuerza para que por fin entrara mi bulbo. En mi
total excitaci�n y estremecimiento me apenaba los gritos de dolor y el
llorisqueo que le provocaba a caperucita.
Como les dije, el lance no fue corto, le di duro y tupido.
Cuando acab�, las patas traseras me temblaban y las sent�a un poco entumecidas.
Pero vali� la pena, pues cuando acab�, fue maravilloso. Ella debi� darse cuenta
pues la comenc� a apretar m�s fuerte, y las arremetidas contra su sexo fueron
m�s profundas, fuertes y lentas. Y cuando llegu� a la cima, le enterr� mi
miembro lo m�s profundo que pude, apret�ndola contra mi vientre, mi bulbo lat�a
dentro de su vulva y aull� como nunca lo hab�a hecho.
�AOOUUUUUUUUUU�
pero ella gritaba tambi�n Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh...
�Auuuuu!, �auuuuu!- repet� muy juguet�n, olvidando que a
veces provoca dolor el ingreso de mi bulbo.
Me qued� sobre ella inm�vil por un rato, esperando a que mi
miembro se me relajara para poder sacarlo. Cruc� la pata por encima quedando
abotonado a Caperucita, los dos est�bamos culo con culo. Ella solo gem�a y
respiraba agitada. Aun en 4, ten�a sus ojitos celestes hermosos clavados en el
suelo, el cabello desgobernado por todas partes, los hombros ca�dos y apenas
sosteni�ndola� pero sonriendo la muy caliente. Yo entre tanto jalaba hacia
delante para ver si me sal�a, pero a ella respond�a con un gritito de placer y
dolor. No despacito lobito, me haces doler� Luego de varios minutos con el
jueguito, ella comenz� a gemir como si estuviera anidando un orgasmo; termin�
por darme vuelta y cogerla de nuevo hasta llegar a largar otro cargamento de
semen...y por fin luego de unos 35 minutos agotadores me quit� de encima y sal�
de su interior. Camin� unos metros y me derrumb�, de nalgas sentado sobre la
hojarasca. La volte� a ver, ella segu�a en la misma posici�n. Entonces le vi su
rajita. Intensamente rosada pero en un tono mucho mas oscuro que antes, no
enrojecida, irritada. Los labios mayores ligeramente abierto y emanando aun
fluidos, de ella mezclado con m�os. Me inspir� una ternura tan grande� es que
esa rajita de ni�a, fina, delicada, suave, estrecha, lampi�a de Caperucita que
es una ni�a todav�a. A pesar de lo bien que coge.
Estaba tan enternecido que casi no me di cuenta de lo que
hice despu�s.
Mhj� mhj (respiraci�n)� �Uy!� �Uy!� �Lobito! �Qu� est�s
lamiendo�?-Me enternec�, me acerqu� y comenc� a lamerle suavemente su entrada a
la cuevita del placer, que yo tanto disfrut�- Ay lobitooo, sos un animalito muy
p�caro� p�caro, p�caro, p�caro, p�caroooohhh...
La verdad es que ella se merec�a esto. Despu�s de haberme
recibido como una valiente, y haberme aguantado como toda una hero�na, se le
merec�a. Me esmer� en lamerle bien todo, lo hice suavemente, pero con firmeza, y
por un buen rato. Creo que le saqu� 2 o 3 orgasmos por la cantidad de l�quido
que sal�a de su interior. Ella lo disfrutaba tanto, que momentos despu�s de
iniciar mis lamidas, ella se puso acostada boca arriba, con las piernas
levantadas y abiertas, ofreci�ndome su entrada del amor para mi solito.
Como dije antes, me esmer� en hacerle ese cuning�elismo
(hacerle sexo oral a las mujeres- chupar su vagina- por si no sab�an su nombre
t�cnico). Introduc�a mi larga lengua dentro de su vagina, sorbiendo cada uno de
los l�quidos que encontraba en ella. Encontr� su cl�toris, un inmaduro pedacito
duro de carne que sobresal�a de en medio de sus labios. Lo apres� con mi lengua,
y lo llev� entre mis fauces. Le comenc� a dar peque�os mordiscos, muy suaves, y
le pasaba la pinta de la lengua. La Caperucita se volvi� loca. Gimi� y grit�,
dio gracias al cielo y a la tierra, y dijo cosas soeces. Yo tem�a que llegara el
maldito infeliz del le�ador, oy�ndola gritar as�. Ustedes saben, a los lobos
siempre nos echan la culpa de todas las pavadas e idioteces que hacen los mimos
habitantes del bosque encantado. Pero otro d�a les cuento con m�s detalle.
Pues bien, hasta aqu� llega mi relato. Espero que les haya
gustado. Y para los que digan que "c�mo va a ser que un lobo hable y nos cuente
esto", o que "c�mo van a creer que se logr� coger a la Caperucita", yo les digo
que bien pudieron dejar de leer esto antes de llegar al final, calenturientos.
La Caperucita qued� exhausta, tal como yo. Y al igual que yo,
feliz. -"Nunca me hab�an chupado tan bien como tu lobito" me dijo. Y aqu� entre
nos, el cuning�elismo lo hag� re bien, gracias a lo largo de mi lengua y su gran
velocidad obvio. Unos momentos despu�s ella se levant� y se puso su ropita. Me
dio un beso en la cabeza y me acarici� el cuello (eso me gusta mucho) y,
quedamente, me dijo a la oreja: "Olv�date del Pr�ncipe Azul por el momento y
prom�teme que ma�ana vendr�s a jugar conmigo al bosque encantado, quiero ese
palito que te cuelga entre las piernas mi peque�a cosita de nuevo". Obviamente
al d�a siguiente cumpl�, soy un lobo de palabra.
Al d�a siguiente ella estaba debajo de los pinos en un
colch�n de hojas cuando la vi que�
FIN
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