El verano caliente de los piqueteros.
No parec�a que estuviera pidiendo disculpas. No. M�s bien se
parec�a a un pedido de clemencia. Estaba sentado en una silla y las personas que
me rodeaban y que llenaban la habitaci�n, me miraban atentamente vestidos con
sus ropas rotas, sus gorras y sus barbas crecidas.
-Sinceramente, creo que ninguno de los dos pensamos las
consecuencias de los actos que llevamos a cabo -gir� la cabeza hacia un costado,
como buscando una ayuda que no hab�a, que ya no estaba-. Creo que de haberlo
hecho nos habr�amos arrepentido enseguida y no habr�amos seguido adelante.
Una calurosa tarde de principios de diciembre, �l vino a
buscarme y me ofreci� divertirme, utilizando a personas para ello. En ese
momento no lo pens� dos veces y salimos a la calle...
...caminaron por una larga calle de asfalto, que a esa hora y
con la temperatura que hab�a, estaba tremendamente caliente. Uno de ellos, que
ten�a el pelo recogido en una colita y una barba de varios d�as, se sent� sobre
el pasto del terrapl�n que estaba al costado del puente y mir� al que estaba con
�l. El numeroso trafico que pasaba por la ruta hac�a casi imposible tener una
conversaci�n, pero aun as� se las arreglo para decirle todo lo que ven�a
pensando desde hac�a tiempo. Despu�s de escucharlo, el otro asinti� con un
cabeceo, aceptando la propuesta que le hab�an hecho.
Una hora despu�s se bajaron de un taxi y entraron a una casa.
Recorrieron un largo pasillo y se metieron en una habitaci�n que estaba dividida
en dos por medio de s�banas sostenidas por una cuerda atada a cada extremo de
las paredes de la habitaci�n.
-Tenemos que hacer algo con vos -dijo el del pelo largo.
-�Qu� quer�s hacer conmigo?.
-Tenemos que cambiarte la imagen. Ni loco pod�s aparecer as�
-los dos estaban sentados en el borde de la cama de una plaza, y el chico de
pelo largo segu�a mirando al otro con atenci�n-. Lo que vamos a hacer es lo
siguiente: vamos a aguantar un par de d�as ac� encerrados. Es importante que no
te ba��s, y que teng�s el pelo medio sucio. Despu�s veo que hacemos con tu ropa.
De la precaria heladera sacaron algo para comer y luego el
del pelo largo baj� un colch�n que estaba arriba del ropero y se acost�.
-Tenemos que hacer algo con tu nombre. A m� me dicen "boti".
�Qu� te parece "rolo"?.
-Por m� est� bien.
El desde antes conocido como boti, com�a una porci�n de pizza
apoyado sobre el codo izquierdo. Se hab�a sacado la remera y de vez en cuando
sonre�a.
El ahora llamado rolo hab�a vuelto a sentarse en la cama y
com�a un s�ndwich de milanesa...
"... se preguntar�n c�mo pod�a hacer yo todo eso, c�mo pod�a
pasar varios d�as fuera de mi casa, qu� dec�an mis padres, de qu� viv�amos.
Primero de todo, los dos ten�amos mucha guita. Pero mucha. En
realidad la ten�an nuestros padres, pero eso para nuestros fines daba lo mismo.
La mensualidad que nos daban era bastante generosa.
Como nuestros padres se hab�an ido de vacaciones a Europa,
los dos est�bamos viviendo juntos, as� que las restricciones no contaban ya.
�ramos dos j�venes de clase media alta dispuestos a
divertirnos y ten�amos un plan para hacerlo.
Seg�n me hab�a dicho boti, �l militaba en la corriente
clasista y combativa. Estaba en la facultad y se las daba de comprometido, pero
en realidad era un gran mentiroso. Lo que me propon�a hacer a m�, al parecer ya
lo hab�a hecho antes, y con bastante �xito. Seg�n palabras de �l.
Bueno, despu�s de aguantar un par de d�as en esa pieza que
boti alquilaba, nos mandamos a la primera marcha..."
...No se ubicaron al frente. Ah� iban los que llevaban los
palos y se la aguantaban. En un principio Rolo hab�a sentido miedo, pero se
hab�a tranquilizado enseguida, al notar que todos conoc�an a Boti.
La marcha comenz� a la ma�ana, y cerca del mediod�a ya hab�an
cortado el puente. Unos chicos repartieron unos bols cuadrados de pl�stico, que
luego usaron para poder comer el guiso que hab�an preparado en la olla popular.
Boti apareci� con dos mujeres, las cuales le present� y que
se quedaron a comer con ellos.
Las dos andaban entre los treinta y los cuarenta a�os.
Morochas, de piel morena y cuerpos generosos enfundados en calzas y pantal�n de
jean. Una de ellas ten�a un chaleco de pl�stico con el logo de su organizaci�n.
La otra una remera en la cual pod�an verse grandes manchas de transpiraci�n que
se extend�an a lo largo de sus axilas.
Las dos usaban gorras.
Hacia calor, y sobre el puente estaban al rayo del sol.
Durante horas se cantaron consignas en contra del gobierno y se agitaron las
banderas en las cuales primaba la cara del che Guevara.
Cerca del atardecer, y mientras tomaban mate, boti se arrim�
a la piquetera que ten�a el chaleco de pl�stico, estableciendo arbitrariamente
cual de las dos mujeres era la que le gustaba. Hecho este gesto, Rolo se tuvo
que conformar con la que quedaba.
Por la noche se hab�an formado peque�os campamentos, y varios
chicos se arrimaron al que hab�an creado boti, Rolo y las dos piqueteras. Los
chicos en cuesti�n resultaron ser hijos de ambas, y eran los que cargaban todo
lo que sus madres no pod�an o no quer�an llevar.
Despu�s de la cena, (el mismo guiso recalentado del mediod�a)
los chicos se fueron a recorrer los fogones que se hab�an formado y Boti y Rolo
tambi�n fueron a dar una vuelta.
-No me afloj�s ahora -dijo Boti-. Lo que viene ahora es lo
mejor.
-�Y si no puedo?.
-�C�mo no vas a poder?. Vos cerr� los ojos y dale para
adelante. No me fall�s loco, porque te juro que te cago a trompadas.
Cuando regresaron, Rolo pudo ver que a una distancia de diez
metros las mujeres hab�an improvisado unas primarias carpas hechas con frazadas
y atadas a los costados del puente. Otros se las hab�an arreglado para armar
peque�as carpas. Pero eran los menos. La mayor�a de los piqueteros dorm�an en el
suelo.
La mujer lo esperaba en la entrada de la improvisada carpa
con una linterna en la mano. A la luz de la luna, Rolo la vio hermosa.
Sin decir nada, los dos entraron en la carpa y con la escasa
luz de la linterna, que la mujer hab�a dejado en un costado, se desnudaron.
El asfalto del puente estaba cubierto por una frazada, pero
aun as� el calor sub�a. Usaron parte de la ropa como una improvisada almohada y
la mujer apoy� ah� la nuca y trat� de acomodarse lo mejor posible. Lentamente
Rolo se fue dejando caer sobre el cuerpo generoso de la mujer, y cuando estuvo
sobre ella en un impulso que naci� de su terrible excitaci�n y tambi�n de su
propia inexperiencia, le pas� la lengua por una de las axilas.
Cerr� los ojos en la casi total oscuridad y sinti� en su
lengua el sabor salado de la transpiraci�n de la mujer, acumulada a lo largo del
d�a.
Sus tetas tambi�n ten�an ese sabor, aunque no tan intenso.
Ella buscaba la forma de masturbarlo, y cuando comenz� a hacerlo, �l clav� su
lengua en la boca de la mujer y se llen� los pulmones de un aroma que era mezcla
de guiso, mate y cigarrillos.
En la oscuridad, tom� su pija con la mano y busc� la concha
de la mujer. Tard� un par de minutos en encontrar el agujero, pero cuando lo
hizo, no fall� en la penetraci�n.
Aplast� su pecho contra las tetas de la mujer y sinti� el
calor y el olor que emanaban de ella. Era un olor �spero, parecido a un
sahumerio. Pero enseguida se olvid� del olor y comenz� a disfrutar de la
penetraci�n que le estaba haciendo a la mujer.
Ella, la boca casi pegada al o�do de �l, lo alentaba para que
la siguiera cogiendo, le apoyaba las palmas de las manos sobre su espalda y
empujaba, como queri�ndolo introducir aun m�s adentro de ella.
Por varios minutos se quedaron fundidos uno sobre el otro,
despu�s de alcanzar el orgasmo. Hab�a sentido como ella se sacud�a y gritaba
mientras las manos en su espalda aumentaban la presi�n.
La presi�n hab�a aumentado, y luego el hab�a acabado con
grandes chorros, dentro de ella.
Retomaron las caricias ri�ndose. Ella le acariciaba las
nalgas y le dec�a lo mucho que le gustaban. Le agradaba el tama�o que ten�an.
-Son tan chiquitas -dec�a ella en la oscuridad.
M�s seguro ahora, Rolo la penetr� a fondo, sac�ndole un
suspiro de placer a la mujer. Las tetas de ella bailaban, las sent�a golpear
contra �l, y sent�a que el orgasmo se acercaba. La mujer lo calentaba. Lo
calentaba terriblemente.
M�s tarde, y luego de un par de palabras cruzadas en el o�do
y un par de risas, la mujer accedi� al pedido de Rolo y entreg� su cuerpo al
tacto de �ste.
Busc� en lo oscuro y sinti� las nalgas de la mujer, que
esperaban pacientes sus acometidas.
Arrim� su cara a la profunda grieta que las separaba, que las
divid�a, y aspir� la fragancia que se desprend�a de ese pozo m�gico. Recorri�
las nalgas de la mujer con la lengua sintiendo como su pija se endurec�a. Un
congreso de mariposas se agitaba en su est�mago cuando hundi� su lengua en el
ano de la mujer.
Sabore� el gusto de su ano, sintiendo como ese sabor lo
excitaba. Eran dos cuerpos desnudos en lo oscuro. Aqu� no hab�a tiempo para
formalidades y la pasi�n que ambos emanaban lo demostraba.
Era la hora de la ofrenda a los dioses. El momento del
sacrificio final. Y �l lo llev� a cabo hundiendo su pija en el ano, lubricado
con saliva, de la mujer.
Se movi� dentro de ella con un instinto primario. Como si
fueran dos animales y ella fuera la hembra de la especie.
Fue brutal y por momentos casi despiadado.
Pero ella lo acept� todo, yendo con sus nalgas al encuentro
de sus acometidas salvajes.
No era un territorio inexplorado. Pero si era un remanso. Un
peque�o oasis. Una gruta echa para el placer casi exclusivo de los hombres.
Despu�s de sacudirse espasm�dicamente sobre la espalda de la
mujer y regar sus entra�as con su semen, sali� de adentro de ella y se tumb� a
su lado.
Hubiera querido poder ver las estrellas en el cielo...
"...en fin, se preguntar�n c�mo el Boti hab�a conseguido tan
f�cil a las mujeres. Tengo que decirles que siempre ha sido as�. Desde que
�ramos chicos siempre tuvo suerte con las mujeres, incluso con las mujeres
grandes.
Esa combinaci�n de aventurero de clase alta, rubio de ojos
verdes y de buen cuerpo, fue una mezcla mortal para las mujeres. Literalmente
ca�an rendidas a sus pies..."
...la chica que estaba a su lado, que ten�a diecinueve a�os,
y que le hab�a presentado Boti, se hab�a vuelto distante otra vez. Por momentos
se volv�a locuaz y un rato despu�s se colgaba. La que estaba con �l ten�a veinte
y beb�a champ�n de la copa que boti le llenaba constantemente.
Cuando pudieron zafar brevemente de ellas Rolo le reproch�
agriamente la elecci�n de las mujeres.
-�Por qu� me trajiste una tan grande?. Hubiera preferido una
pendeja.
-�Para qu�?. �Y si despu�s no te la pod�as coger?.
-No me gusta.
-Para m� que la m�a tiene el culo roto. Seguro que la tuya
tambi�n -lentamente comenzaron a acercarse a las mujeres-. Mir�, yo les voy a
dar coca�na para que se den en el ba�o. Cuando salgan te la llev�s a alg�n lado
y le das.
-�Pero ad�nde, Boti?.
-En cualquier lado. De parado, contra una planta en el patio,
no s�, en donde puedas.
Llegaron junto a las mujeres y Boti dijo algo en el o�do de
su chica. Disimuladamente le pas� algo que puso en su cartera y luego ellas se
alejaron hacia el ba�o.
El Boti se ubico a la salida.
Cuando las mujeres salieron, Boti tom� a la suya de un brazo
y caminaron hacia el vip.
La otra se acerc� con desgano hacia Rolo. Cuando iban por la
mitad de la escalera, Boti le hizo un gesto con la mano uniendo el pulgar y el
�ndice en un perfecto c�rculo.
-�Qu� quer�a? -pregunt� ella. Hab�a comprado un whisky para
ella y un vodka para �l. Hab�a tenido que darle la plata, pues ella no ten�a.
-Me hizo un gestito de idea.
-�C�mo Bal�?.
-Si. Como Bal� -dijo �l. En realidad, Boti le hab�a dado a
entender con ese gesto que iba a tener sexo anal con la mujer en el vip. El
gesto significaba que le iba a hacer el redondo.
Rolo apur� el vodka. Ella lo miraba mal. Con odio.
-Hija de puta. Te aguanto por el Boti, sino te mandaba a la
mierda.
-Sos un pendejo.
-And� a la puta que te pari�. Puta de mierda.
-No serv�s ni para comprar un vodka, pendejo puto.
Los dos bebieron en silencio. Al rato se calmaron. Trataban
de no mirarse a los ojos. Ninguno de los dos se animaba a romper el silencio.
-Todo bien -dijo ella-, �pero vamos a coger o no?.
-�D�nde vamos?.
-Al patio.
Se pusieron de pie y de la mano caminaron hacia la puerta que
conduc�a al patio. Cuando estuvieron ah�, junto a una planta, ella se subi� la
minifalda y dej� que la luna iluminara sus nalgas...
"...debido a que comenzamos a ir con frecuencia a las marchas
y a los cortes de ruta, supimos que algo grande iba a pasar. Hab�a rumores, y
tambi�n algo se notaba en el aire. Pero nunca pensamos en las consecuencias de
lo que se anunciaba, ni tampoco en los muertos.
Despu�s de la primera vez, hab�amos repetido con dos o tres
mujeres piqueteras m�s y est�bamos cada vez m�s entusiasmados.
Creo que todo podr�a haber seguido as� indefinidamente, salvo
por dos motivos, los hechos que ya todos sabemos y la repentina irrupci�n de
Sandra en m� vida..."
...no era un corte de ruta m�s. Ahora iban por m�s. Quer�an
la restituci�n de los planes trabajar que hab�an sido dados de baja. Esa era la
consigna por la cual peleaban.
En la tarde del segundo d�a Sandra se le hab�a acercado. En
ese momento �l no sab�a como se llamaba, pero le hab�a gustado. Le hab�a gustado
mucho.
Adem�s, con ella no hab�a necesitado la ayuda de Boti
(ocupado en tareas organizativas) para conocerla.
Prototipo de la negrita villera, Sandra no llegaba a los
treinta. Era morocha y su largo y espeso pelo negro se mov�a constantemente con
el viento, y cuando hac�a calor se le pegaba en las sienes.
De cuerpo generoso, sus poderosos pechos tensaban la remera,
y su culo ancho y enorme, apenas era contenido por un pantal�n de gimnasia de
marca ADIDAS trucho.
Se hab�a acercado con la excusa de pedirle un poco de az�car
para el mate y hab�an terminado hablando y tomando mate juntos.
Ten�a un car�cter m�s jovial que las dem�s mujeres con las
que hab�a salido en las marchas y en los piquetes, y notaba en ella una
particular determinaci�n por la lucha.
Cerca de las siete de la tarde, ambos vieron como Boti pasaba
de largo con dos mujeres junto a �l y se hac�a el que no lo ve�a. Lo vieron
sentarse en el suelo como a los cien metros y prepararse para acampar.
-�Te cagu� la noche? -pregunt� Sandra.
-No -dijo �l-. Est� bien.
-No te hag�s problemas -dijo ella mir�ndolo intensamente a
los ojos-. No te voy a dejar en banda...
...y entonces pas� la mejor noche de mi vida...
...hab�an comido el horrible guiso con una sonrisa, mientras
conversaban sobre lo que iban a hacer esa noche.
Armaron la improvisada carpa juntos. Lo hicieron uniendo las
frazadas con las que contaban cada uno, juntando sus escasas pertenencias, como
si se tratara de un simb�lico cimiento de la casa.
Una vez dentro, la alumbr� con una linterna mientras ella se
desnudaba, sintiendo que la excitaci�n lo dominaba por completo. Mir� con
verdadero deleite su cuerpo generoso y moreno que ella estaba descubriendo para
entreg�rselo.
Cuando ella termin�, �l le pas� la linterna e invirtieron el
juego.
Entrechocaron sus cuerpos dispuestos a iniciar la guerra del
amor, en la que ambos resultar�an victoriosos. Se recorrieron profundamente con
las lenguas y descubrieron sus geograf�as, acarici�ndose con las manos.
Los dos ya de costado, ella aprovech� para masturbarlo,
mientras el le chupaba las tetas.
Recorri� un momento su ombligo con la lengua, y luego sigui�
hacia la pr�xima parada.
Chup� su concha con avidez, casi con verdadera desesperaci�n,
escuchando como ella gritaba de placer. Estimul� su cl�toris con la lengua y los
dedos. Finalmente la hizo acabar estimul�ndola con la lengua y meti�ndole tres
dedos en la concha al mismo tiempo.
Los dos estaban muy calientes cuando la penetr�. Ella lo
aprision�, envolvi�ndolo con sus piernas, mientras le acariciaba el pelo. �l
suspir� cuando estuvo adentro de ella. Sent�a que hab�a encontrado algo que
hac�a mucho tiempo estaba buscando y se estremeci� notando el calor con el que
el sexo de ella agasajaba a su miembro.
Ya relajados, se dijeron palabras intensas en la oscuridad, y
se miraron sin poder verse. Lo sucedido era solamente una batalla m�s, aun
quedaban otras para terminar la guerra.
Por lo que recomenzaron.
En la total oscuridad de la improvisada carpa, recorri� sus
nalgas con verdadera codicia. Por esa noche eran suyas, pens� y sinti� que su
erecci�n llegaba a su punto m�ximo.
Se arroj� sobre su culo como un despose�do que de pronto
ten�a suerte. Era la loter�a del amor, y el ten�a el n�mero que correspond�a al
premio mayor: el ano.
Abri� las nalgas de la mujer con impaciencia, y sin perdida
de tiempo, enterr� la lengua en su ano. Recorri� el ansiado agujero inund�ndolo
de saliva mientras met�a su dedo �ndice en el oasis que comenzaba a dilatarse y
que ella contra�a a voluntad para exclusiva locura de Rolo.
Cuando retir� el dedo del ano de la mujer, se lo introdujo en
la boca y luego de saborearlo y chuparlo se lo pas� reiteradamente por las
enc�as, como si estuviera completando la operaci�n final del proceso de
drogarse.
�sta era su droga. Era adicto al ano de las mujeres. Adicto a
tener sexo anal con mujeres, y por ese motivo se prepar� para recibir su dosis
final.
Se ubic� sobre la mujer y la penetr� guiando su pija con la
mano. Ella se removi� incomoda al recibir la penetraci�n, pero lentamente pudo
acostumbrarse a la situaci�n y grit� cuando �l la penetr� a fondo.
Se movi� dentro de ella con la total y absoluta desesperaci�n
que s�lo puede hacerlo un chico de quince a�os que est� teniendo sexo anal con
una mujer que es mayor que �l y cuyo culo es enorme.
Era la locura. El mayor de los manicomios. La permanente
felicidad del que est� loco y se regocija con ello.
La mayor de las fantas�as ...cumplida.
Sinti� que el cuerpo que estaba debajo suyo temblaba, se
sacud�a, y �l se movi� m�s r�pido, sabiendo que el �xtasis final se acercaba.
No hay que llegar, la meta es el camino, hab�a pensado
siempre.
Modificando por esta vez su pensamiento, lleg�. La meta era
acabar en el ano de Sandra, y como lo hizo.
Se vaci� completamente dentro de ella, sintiendo como el
particular dique explotaba por completo y lo hac�a estremecer de placer.
Por esa noche ese particular agujero que las mujeres ten�an
entre las nalgas y que tanto lo atra�an, era suyo. Estaba seguro que volver�a a
disfrutar de esa amada gruta otra vez.
A la ma�ana siguiente y durante los d�as que dur� el corte de
ruta, anduvieron de la mano, como si quisieran mostrar a todos su compromiso. A
partir de ahora eran compa�eros, y nada ni nadie pod�a cambiar eso.
En las noches que siguieron a la primera, y despu�s de hacer
el amor, ambos se tiraban en el asfalto de la ruta a ver las estrellas...
"...todo pas� r�pido. Durante las revueltas del diecinueve y
el veinte, estuvimos bastante activos marchando con los compa�eros, pero
desgraciadamente ca�mos al final de la segunda jornada.
Yo result� herido en una pierna, y luego de permanecer unos
d�as en un hospital, mis padres decidieron sacarme del pa�s.
De lo que me enter� estando ya en Uruguay me caus� mucha
tristeza, pero comprend� que nosotros, me refiero a el Boti y a m�, �ramos los
responsables de que las cosas hubieran llegado a ese extremo.
Primero me contaron que Boti hab�a muerto en la emboscada.
Despu�s mis padres me contaron que los que nos hab�an disparado eran nuestros
propios compa�eros, en venganza por como hab�amos procedido con las compa�eras
piqueteras.
Seg�n pude saber, un compa�ero que juntaba botellas en la
disco nos hab�a visto cuando est�bamos con las pendejas y hab�a contado todo.
Los muchachos se hab�an tomado su tiempo para actuar.
A los dos meses de estar en Uruguay, mis padres trajeron a
Sandra con ellos y ella me dijo que estaba embarazada. Desde ese momento no
hemos vuelto a separarnos.
Lo que en verdad vine...o mejor vinimos a pedirles es un
perd�n. Una tregua. Se que estuvimos mal y lo asumo y tambi�n les pido perd�n
por eso. Quiero que liberen a Sandra del compromiso de la militancia y la dejen,
al menos por un tiempo, probar, no una vida mejor, sino una vida distinta.
Me par� y luego de caminar unos pasos, tom� a Sandra de la
mano y aguardamos. El delegado de las tres agrupaciones que estaban ah� nos mir�
por un momento y sin hablar nos hizo un gesto con la cabeza para que nos
fu�ramos..."
...eran cerca de las tres de la tarde. Rolo miraba a su
madre, que en ese momento le hab�a levantado la remera a Sandra y le miraba la
panza.
-Quiero nietos -dijo la madre de Rolo-, muchos nietos. Pero
primero lo primero. �Hasta d�nde estudiaste?... �La primaria nada m�s?. Bueno
primero vas a terminar la secundaria a la noche y despu�s vamos a buscarte una
carrera terciaria que puedas hacer. Adem�s tenemos que cambiarte ese color de
pelo, y tambi�n cambiarte el vestuario.
La madre de Rolo dej� que Sandra se adelantara hacia la
salida, y cuando estuvieron solos, habl� r�pidamente con Rolo.
-No te preocupes. Vamos a hacer de esta negrita toda una
persona.
Dicho esto parti� al encuentro de Sandra. Rolo la mir� por la
ventana, y observ� como la abrazaba y le abr�a la puerta de la 4x4.
Falsa de mierda, pens�.
Las vio alejarse en la 4x4 y sinti� cierta nostalgia del
pasado inmediato. Hab�a introducido a Sandra en un mundo capitalista, y no sab�a
que podr�a resultar de ello.
Sali� al patio y se tendi� sobre el c�sped. El sol le daba de
lleno sobre los ojos, y dese� con toda su alma que fuera de noche.
Dieche.
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