Relato: Una historia zoofy





Relato: Una historia zoofy


"UNA HISTORIA ZOOFY"



Este relato es la mera realidad de lo que me sucedi� con la
mascota de mis padres y que no quiero dar a conocer a mis conocidos, pero al
mismo tiempo necesito despacharme y participarlo a personas an�nimas, para mi
desahogo y por si mi experiencia les es de utilidad. Si alguien quiere conocer
m�s detalles puede dirigirse a mi email.



**********



Mi nombre es Roc�o. Tengo 32 a�os, aunque aparento algunos
menos. Estoy divorciada desde hace tres a�os y por el hecho de mi separaci�n,
empec� a sentir una nueva forma de vitalidad, he recobrado la libertad en el m�s
amplio sentido de la palabra, ya que para mi el matrimonio hab�a sido como un
pesado lastre, casi una c�rcel, mi forma de vestir ha cambiado, ya que voy un
poco m�s atrevida y le saco mejor partido a mi figura. Mi apariencia, al decir
de los dem�s, es muy atractiva, 1,70 altura, rubia, piernas largas y muy bien
torneadas, pechos duros y generosos, medidas 95-60-90, boca grande de labios
carnosos y sensuales, que dan a mi cara un aire voluptuoso. en conjunto un
cuerpo muy bonito y deseable. Con estos argumentos, es normal que siempre haya
sido una fruta muy apetecida por los hombres, incluso cuando estaba casada ten�a
que rechazar muchos envites de alg�n que otro lanzado.



Durante estos �ltimos a�os, libre de las amarras de un marido
celoso y ego�sta, he tratado de desquitarme de las privaciones sexuales que
sufr� desde que le conoc� como mi primer novio, como �nico hombre, a los 17
a�os. Tengo que confesar que en el aspecto sexual soy una mujer hiperactiva, muy
fogosa, casi insaciable, pero al mismo tiempo muy selectiva. Gracias a mi f�sico
y a mi modo de ser dulce y desinhibido he tenido una etapa muy exitosa, tengo
mucho gancho con los hombres y por ello me he permitido siempre seleccionar y
llevar a mi cama a todos los que me han apetecido. Sin embargo, no me considero
una mujer f�cil en absoluto. En esta nueva etapa de mujer liberada, he podido
adquirir una gran experiencia en el terreno sexual y vivir muchas situaciones
que en mi vida de casada eran simples fantas�as. Me encanta el sexo oral y algo
menos el anal. No me gusta el sexo ni a tres ni en grupo, y una relaci�n l�sbica
que prob� aunque me proporcion� otra forma distinta de placer, eso no es lo m�o,
ni me result� demasiado gratificante como para repetir.. Hoy en d�a, creo saber
casi todo sobre el arte de follar, en algunas facetas mis compa�eros de cama me
califican muy alto.



Nunca hab�a ca�do en enamoramientos que hipotecasen mi nueva
vida, pero tantas veces va el c�ntaro a la fuente que llegu� a engancharme a un
hombre que luego me fall� y me dej� bastante colgada; por este contratiempo
sentimental el maravilloso tiempo que estaba viviendo, se vino al traste y qued�
sumida en una triste situaci�n de abatimiento


Desde hace medio a�o, a la salida de la frustrada aventura a
que antes me refer�a, qued� un poco dolida de tantas historias y me propuse
darme una temporada sab�tica, retir�ndome de la circulaci�n. Claro que esto no
significaba que iba a renunciar al disfrute de los placeres del sexo. Soy una
persona de fuertes impulsos carnales, caliente y multiorg�smica, en pocas
palabras, muy hembra, de sexo diario si es posible. Me gusta hacerlo a
conciencia, recrearme y gozarlo sin prisas, en ambiente favorable. Esta afici�n
m�a a follar con refinamiento, de momento, qued� aparcada hasta que recuperara
el �nimo y volviera a la eterna b�squeda del supermacho que me sepa hacer feliz
para siempre.



En este intervalo de tiempo muerto, me dio por alternar poco,
y descartar por sistema las invitaciones para salir, por lo que mis amistades
estaban muy sorprendidas debido mi vida tan apartada socialmente. En algunos
momentos me sent�a sola y vac�a, en contraste con la felicidad de tiempos
recientes. Para aplacar mi temperamento y apagar algo mi fuego interior, como
dec�a antes, he tenido que disponer de alg�n escape en vez de volver a la
promiscuidad inicial. A veces para escenificar mis desahogos, he estado viendo
pelis porno o videos "hard core". De esta forma he conseguido buenos momentos de
excitaci�n que he calmado con las mejores t�cnicas del placer solitario y he
conocido nuevas variantes que me hab�an pasado desapercibidas y que me pareci�
interesante llegar a practicar.



Circunstancias de la vida, mis padres viven en un chaletito
cerca de la ciudad, ocurriendo que por esas fechas mi padre se puso enfermo de
una dolencia cr�nica y tuvo que ser ingresado en el hospital, teniendo que estar
mi madre a su cuidado de forma permanente. Esto ha trastocado la apacible vida
que llevaban en el campo y tambi�n la m�a, pues como yo ten�a alg�n tiempo libre
por las tardes, mi madre me encomend� que fuera al chalet diariamente para
vigilar la casa, dar de comer y pasear a "Yosu" su apreciado perro guardi�n y de
compa��a. Mi madre muy preocupada por el estado de mi padre se olvid� de su
mascota, de manera que los pocos ratos que ten�a libres nunca iba por el chalet,
acud�a a mi casa, para descansar y asearse y luego volv�a al hospital.



En principio, no me pareci� mal esta nueva tarea ya que
despu�s de salir del trabajo me resultaba relajante y de gran distracci�n, cosa
que en esos momentos me ven�a muy bien.



"Yosu", el perro mascota de la casa, que apenas me recordaba
de mis escasas visitas a los viejos, no tard� nada en hacerse amigo m�o, para
eso era su nueva cuidadora. Era un perro pastor alem�n de unos dos a�os,
encantador, cari�oso y muy inteligente. Como dice el refr�n el roce hace el
cari�o y a los pocos d�as ten�amos una sorprendente familiaridad. El trato
cotidiano con �l fue despertando en mi un inusitado inter�s hacia el mundo
animal. Sin saber como, empec� a sentir mi vena libidinosa a flor de piel y mi
cabeza se llen� de un sue�o, que de momento me sonaba descabellado, pero la idea
me persegu�a y no hab�a forma de sacarla de mi mente. Lo que me estaba pasando
era que, llevada por mi estado de frustraci�n emocional y de aislamiento, empec�
a pensar en las posibilidades de un experimento de sexo con el mejor amigo del
hombre,-y porqu� no de la mujer-, ya que sin buscarlo ten�a una oportunidad de
oro para una aventura canina a mi medida y en solitario. Ten�a el sentimiento de
fantas�a, la ocasi�n, el macho compa�ero, mi experiencia sexual y mi ansiedad
gen�sica. Estaba fascinada por la zoofilia. Amor y sexo con animales? El germen
de mi desviaci�n proced�a de unas cintas de v�deo que me hab�a regalado un
amigo, su visi�n me dej� impresionada y cuando ya lo ten�a casi olvidado,
renac�a con fuerza casi obsesiva esta extra�a posibilidad de disfrute. As� naci�
mi antojo personal de ser pose�da por un animal macho fuerte, inanimado, que
extrajera de mi lo m�s brutal de mi sexualidad de manera ilimitada y sin
condicionantes sociales ni personales con nadie.



En primer lugar, he de confesar que la �nica noci�n viva y
real que ten�a de este tipo de sexo eran las uniones con fines procreadores
entre parejas de animales que hab�a visto en la vida diaria, en la calle, en
algunas pel�culas, en historias y narraciones de las que hay abundante oferta.
De este �ltimo tipo de informaci�n recib� una impresi�n m�s bien negativa a
trav�s de relatos exagerados y filmaciones que me resultaban muy poco cre�bles.
Parec�a todo muy del ramo porno comercial, casi siempre de baja calidad. Por
parte de la mujer faltaba entrega y ganas de gozar este tipo de sexualidad, eran
chicas que ten�an que ganar un dinero por posar junto a un perro indolente,
aburrido y algo torpe y desganado. Me pareci� ver poca determinaci�n por parte
del animal, como que actuaba muy inducido. A pesar de ello, algo me dec�a que
esta forma de actividad sexual entre humanos y animales ten�a sus visos de
realidad y que un can adiestrado podr�a llegar a ser buen fornicador de mujeres.
Por ello, en contra de la consideraci�n que tiene la gente de estas parafilias,
como algo sucio, inaceptable y depravado, me propuse llegar al fondo de la
cuesti�n. Por supuesto, hab�a gran diferencia entre ser espectador de estos
actos o ser protagonista directo.



La modalidad que consider� siempre como m�s factibles era
entre mujer y perro de tama�o medio o grande. Otras variantes, utilizando
animales grandes o peque�itos y desproporcionados al tama�o humano, me parec�an
meros actos masturbatorios sin inter�s alguno. La verdad es que era algo
esc�ptica de que estos intercambios con el mejor amigo del hombre pudieran
llevarse a cabo satisfactoriamente de manera espont�nea. A pesar de ello, hab�a
visto copulaciones muy logradas que me hac�an pensar que este tipo de sexo ten�a
posibilidades reales de dar muy buen juego, si se llevaba a la pr�ctica con un
poco de oficio y con un animal inteligente.



Aunque mi decisi�n de abordar el sexo animal era ya
irreversible, todav�a me invad�an una serie de dudas y aprehensiones que tendr�a
que aclarar y resolver antes que nada. Los obst�culos �ticos, religiosos y
legales que me presentaba la sociedad eran firmes pero cuestionables; la
pr�ctica del bestialismo era tan antigua como el hombre, obedec�a a una reacci�n
de pansexualismo, cong�nita del ser humano. Luego me preguntaba qu� hab�a con la
hipocres�a de la gente de buena moral que hace la vista gorda a muchas formas de
crueldad y de depravaci�n y se muestra implacable con otras como en el caso de
la zoofilia. Poco a poco fui venciendo todas las trabas mentales que me
frenaban, hasta que llegue a considerar que cualquiera que fuera el alcance de
mi relaci�n con "Yosu", siempre ser�a algo inconfesable, solo para mi
satisfacci�n �ntima.



Naturalmente, por las mejores condiciones de acoplamiento, la
privacidad, el tama�o del posible compa�ero y la convivencia cerrada de que
dispon�a actualmente, mis intenciones se enfocaron desde el primer momento hacia
"Yosu". En mis ratos de enso�aciones sensuales se me representaban ciertas
vivencias de fantas�a, siempre teniendo a "Yosu" como compa�ero de juegos, pero
tampoco ten�a muy claro cosas como cual pod�a ser la reacci�n del animal,
arisca, agresiva, amistosa y colaboradora?



Tambi�n me preocupaba la falta de libertad del animal para
decidir cu�ndo y con quien tener sexo, sin ser sometido o manipulado por alguien
considerado superior, como el caso de un humano. Y no digamos de las condiciones
higi�nicas de los animales a utilizar�! Yo cre�a tener un sentimiento muy
protector hac�a la naturaleza y los animales y no estaba segura de si tener sexo
con ellos fuera una forma de maltrato, en fin, sent�a una noble empat�a con �l,
adem�s de muchas dudas y reservas tambi�n sobre su sensibilidad, que no deja de
tener todo animal por elemental que sea. Todo ser�a iniciar mis planes y la
reacci�n del can ya me demostrar�a si el deseo y la necesidad de satisfacerlo
era algo mutuo, cosa de dos.



As� que "Yosu" iba a ser mi macho, mi amante secreto. Era un
bonito ejemplar de su raza, estaba en el esplendor de su vida, arrogante y
fuerte, con un pelaje negro y fuego, cabeza grande, patas anchas y poderosas. Yo
empec� a estudiar m�s decididamente las caracter�sticas del macho, por el
rabillo del ojo procuraba mirarle la zona genital, pero por ser de largo y
abundante pelo, apenas se distingu�a el abultamiento peludo que cubr�a su pene y
desde atr�s dos test�culos grandes, de color oscuro y muy bien perfilados dentro
de su bolsa. En el aspecto sexual, al animal se le ve�a en una actitud muy
tranquila, inactivo, sin la pulsi�n que tenemos los humanos.



Era el inicio de la primavera (ya la sangre empezaba a
hervir) y todas las tardes, con la ilusi�n de un prop�sito nuevo, me desplazaba
con mi coche hasta el chalet, para atender a "Yosu". A los pocos d�as de
visitarle, puse en marcha un plan de comportamiento m�s o menos abierto, puesto
que ya nos hab�amos hecho muy amigos; percib�a muy buena qu�mica entre nosotros
y pronto empec� a pensar en llegar lo m�s lejos posible con mi experiencia
pr�xima. Ten�a el sitio, y al partner adecuado, adem�s de muchas horas para
trabajar el asunto a conciencia, como a mi me gusta. Pero un posible himeneo con
el can requer�a una preparaci�n.



Dispuesta a iniciar la primera etapa en solitario y sin
colaboraci�n de nadie, antes proced� a investigar y despu�s de arduas pesquisas
encontr� una organizaci�n seria de adeptos al sexo con mascotas que daba
informaci�n sobre pr�ctica zoof�lica y apoyo psicol�gico para principiantes.
Aquello fue un buen hallazgo para m�, una mina de oro por la cantidad y
detallado nivel de la informaci�n disponible. As� me puse en condiciones de
hacer realidad mi dif�cil sue�o. Yo soy una persona bastante formada,
equilibrada, abierta de mente, nada prejuiciosa, y compulsiva sexualmente. Estos
rasgos de mi personalidad han sido de gran ayuda para superar mis reparos
morales.



Despu�s de una semana inicial de tanteo, fui mimando a "Yosu"
m�s y m�s para ganarme su confianza y algo m�s, evitaba cualquier gesto de
jerarqu�a entre persona y perro con momentos de mucho cari�o hacia el animal. Le
hablaba constantemente para acompa�ar mis juegos y arrumacos, pero no de la
forma tonta e infantil con que la gente habla a sus mascotas. Antes que nada,
todos los d�as d�bamos un largo paseo, "Yosu" saltaba, corr�a y me embest�a
juguet�n. Yo pasaba muchas horas con mi perro amigo, evitaba los perfumes, para
que se acostumbrar a mi esencia natural; al principio jugaba y retozaba con �l,
solo vestida con una ligera bata, adoptada posiciones bajas, de rodillas o
sentada en el suelo, tumbada en un sof�, todo ello para que se sintiera a mi
altura; luego, opt� por estar mucho tiempo desnuda, para hacerle sentir el
contacto de mi carne, como un ser igual y pr�ximo que fuera objeto v�lido para
desarrollar el juego sexual. Dispuse una manta en el suelo del sal�n, junto a un
sof� donde me tumbaba muy a menudo acompa�ada de mi nuevo amigo "Yosu". Cre� que
esta actitud podr�a favorecer nuestro futuro entendimiento. En nuestro contacto
diario, puse en juego todos los trucos y consejos que sab�a para conseguir un
aprendizaje que facilitara la deseada relaci�n, tanto a "Yosu" como a m�. Ya
desde los primeros d�as mi dedicaci�n y mis atenciones empezaron a dar fruto, a
juzgar por el alborozo y la alegr�a con que me recib�a todas las tardes y luego
los tristes y apagados aullidos que me dedicaba como despedida. Con paciencia le
ense�� a identificarnos. Me se�alaba a mi misma y le dec�a:



-Yo Rocio, Rociio..! Muaaa!- le besaba.


-T� Yosu, t� Yosu!!- le dec�a apunt�ndole con el dedo y le
atra�a la cabeza hacia m�.



Por aquellos d�as una vecina de la urbanizaci�n me pidi� la
participaci�n de "Yosu" para fecundar a una perra muy bonita de la misma raza.
No me gust� nada la idea de que mi pareja fuera estrenado y perturbado por otra
hembra y le dije que consultar�a con mis padres, ya que "Yosu" no ten�a
experiencia como semental y decididamente, por lo que pudiera pasar de momento,
no estaba dispuesta a compartirlo. Por esta raz�n, le contest� a esta persona
que no ten�a la conformidad de mis padres y me quit� el problema.



"Yosu" en esos d�as hab�a tenido una completa revisi�n
veterinaria y estaba completamente sano y juguet�n como un muchacho de 20 a�os,
ya preparado y maduro para conocer hembra. Yo ser�a la primera en medir sus
capacidades amatorias, ya que la providencia me lo hab�a puesto f�cil.



Con el fin de darle la m�xima vitalidad mejor� su
alimentaci�n con productos compuestos m�s nutritivos y cada tres o cuatro d�as
le preparaba un confortable ba�o; o sea que trataba a mi chico como a un rey. �l
al principio era algo remiso a tanto lavatorio, pero pronto se habitu� y lo
recib�a con gusto, porque yo le ofrec�a el refuerzo de masajearlo de arriba
abajo y hacerle toda clase de caranto�as. Me miraba fijamente con sus ojos
negros, como si estuviera entendiendo mis intenciones. De esta forma, �bamos
compenetr�ndonos y adquiriendo cierta complicidad, en tanto yo iba llev�ndolo a
mi terreno que no era otro que el despertar en �l sensaciones sexuales y sacarle
los impulsos de macho que sin duda ten�a adormecidos. Mi prop�sito iba m�s all�
de lo que se dec�a en los c�rculos de entendidos, aspiraba a provocar en �l
alguna iniciativa sin proceder a incitarle por la v�a r�pida con masturbaci�n o
sexo oral, deseaba convertirlo en un perro gran amante con alguna de las
cualidades del macho humano. Despu�s de cada sesi�n de ba�o, lo secaba
meticulosamente, recre�ndome, como de pasada, en las partes que cre�a m�s
er�genas y vulnerables, para alimentar mi curiosidad; as� cierto d�a llegu� a
explorar por primera vez su entrepierna con mi mano, y al acariciar suavemente
sus test�culos di� un gru�ido y salt� hac�a adelante como huyendo. Primera se�al
de alarma! Me hab�a equivocado en el sitio o en el momento del tocamiento?.
Luego record� que a los perros les desagrada que les toquen la bolsa escroto,
ello les hace sentirse inseguros. Trat� de tranquilizarle.



-Grrrrrr!, Grrrrr!-


-Venga "Yosu" no te asustes, que tu amiga Roc�o s�lo quiere
hacerte cositas buenas, que te dar�n mucho gustito!- le dije amorosa para
disipar su nerviosismo.



En esta ocasi�n, mientras le hablaba le acarici� la cabeza y
la parte delantera desde el cuello a las piernas, cubriendo su cara de largos
besos. Me tranquilic� al ver que aceptaba mis caricias de contenido no sexual.



A ra�z de este episodio decid� empezar entr�ndole por otro
camino m�s primario y seguro. Pero el buen "Yosu" era m�s listo de lo yo que
pensaba. Jugaba con mi cuerpo con admirable delicadeza, tan pronto me empujaba
con su hocico contra mis piernas, husmeaba en mi trasero, morreaba sobre mis
pechos, como me regalaba deliciosos leng�etazos en el cuello y en la cara. Con
el ans�a de disfrutar de su capacidad libatoria, una tarde pas� a ense�arle que
ciertas partes de mi cuerpo reaccionaban placenteramente a sus lamidas; pens�
que siempre ser�a bueno hacerle saber que las maniobras con su lengua me
produc�an gusto y excitaci�n. Yo me masturbaba en su presencia y untando mis
dedos con mi l�quido vaginal se lo daba a oler para acostumbrarle a mi
fragancia, quer�a hacerle sensible a mis feromonas femeninas. �l saboreaba con
fruici�n mi sustancia.



. Una tarde, presa de ardor, no pude resistir la tentaci�n de
mostrarle otras �reas de trabajo. De repente, me sent� efervescente, puse mis
pechos tensos, tr�mulos, con los pezones turgentes y rosados a pocos cent�metros
de la cara de "Yosu". �l se qued� mirando con sorpresa, fijamente y con las
pupilas dilatadas, mientras yo agarrando una teta con cada mano por la parte de
abajo, se las ofrec� dici�ndole que eran para �l, y sacando mi lengua con adem�n
de chuparlas, las acerqu� hasta tocar su cara para que se animara a complacerme.



-Toma "Yosu" mi amor son para ti, para que los saborees con
tu lengua!!- le dec�a incitante atrayendo su cabeza hac�a mi.


-No te gustan mis tetas? Pru�balas o me buscar� otro novio
que lo haga, sabes?!!- insist�a yo.


- "Yosuuuuu"!!Esto me gusta, me gusta mucho, te quieroooo,
quiero tu lengua!-



En unos segundos "Yosu" recibi� la onda y blandiendo su
maravillosa lengua empez� a lamerme los pezones con una pericia digna del mejor
amante, llev�ndome cerca del paroxismo; mis pechos se agitaban violentamente
bajo un tremendo calent�n, mientras pensaba que ser�a de mi cuando este
instrumento chupara mi intimidad con esa maestr�a. Sus lametones eran amplios y
muy r�pidos, era una aut�ntica m�quina que me hizo sentir un nuevo mundo de
sensaciones muy distinto a lo conocido hasta ahora. Qu� intercambio iba a tener
con "Yosu" ? Sentir�a algo m�s que sexo puro en caso de entregarme a �l? Pod�a
originarse una corriente entre nosotros, m�s all� de la sexualidad entre macho y
hembra?. Era correcto extender mi torrente amatorio hac�a mi amigo animal, que
solo pod�a darme sexo y un poco de afecto bestial?



Con ocasi�n de estar yo con la regla, en una sola tarde
"Yosu" super� un breve y aprovechado curso de sexo oral. Yo estaba sentada en el
sof� cubierta con la bata y "Yosu" nada m�s percibir el olor de mis secreciones
femeninas, se puso a olisquear entre mis piernas con insistencia y especial
inter�s, lo cual pens� que era buena se�al, hab�a percibido el olor de hembra
que desped�a mi sexo, me miraba con ojos de s�plica como invit�ndome a iniciar
su juego de lamidas, d�ndome a entender que era un animal bastante inteligente y
con una considerable capacidad de aprendizaje. Yo segu�a sentada en el sof�
resistiendo sus apretones, hasta que empez� a hurgar con el hocico la abertura
del escote; viendo que no consegu�a su prop�sito intentaba con las patas
apartarme la bata y termin� desatando con sus dientes el nudo del cintur�n para
dejarme parcialmente desnuda. Al encontrarse que mi hendidura estaba tapada con
una tanguita, se le not� un aire de frustraci�n, tratando tambi�n de apartarla
con su lengua. Yo vi�ndolo tan desesperado le ayud� quit�ndomela y dej�ndole
libre el camino, separando a tope los labios de mi vulva con mi propia mano,
para que su prodigiosa lengua se introdujera profundamente y recibir una
deleitosa sesi�n de cunnilingus que me transport� a la gloria, pues "Yosu,
incansable, estuvo mucho rato chupeteando entres mis piernas, profundizando cada
vez m�s en busca de la fuente de mi humedad.



-Hummmmm, ahhhhhhh, Yosu mi vidaaaa, quiero maaas..! Dame tu
lengua!!- Gem�a suplicante.


-Ayyyy! C�meme macho mio!!- Segu�a suplic�ndole.



El animal, parec�a entender el significado de mis suspiros,
pues se dedicaba diligente y certero a sondar mi golosina con movimientos
r�pidos y penetrantes de su lengua que al alcanzar el interior de mi vagina a la
vez con sus amplios movimientos rozaba mi cl�toris erecto y palpitante. Mis
jugos deb�an resultarle sabrosos a juzgar por el empe�o que pon�a chupando mi
almeja. Retorci�ndome de gusto, sosten�a su cabeza apretada contra mi sexo hasta
que tuve un orgasmo descomunal. Raro era el d�a que no me provocaba dos o tres
corridas de campeonato y �l seguro que le hab�a tomado gusto a sus ejercicios,
por el af�n con que me trabajaba. Probablemente, le encantaba la suavidad y el
sabor de mi sexo y la forma at�pica para el de mis pechos, sobre todo cuando
ve�a asombrado como me retorc�a y gem�a de placer. Estaba segura de que
ofreci�ndole los est�mulos adecuados "Yosu" podr�a aplicarse a muchas cosas, con
la ventaja de que en ese tiempo solo se relacionaba conmigo y esto jugaba a mi
favor para conseguir la mayor concentraci�n y marcarle m�s los h�bitos.
Simplemente pretend�a que mi compa�ero actuase con motivaci�n lasciva a trav�s
de un aprendizaje concienzudo. Psicolog�a canina, dir�amos.



Fueron unos d�as memorables, yo acababa siempre complacida de
gusto, aunque muy alterada, supercachonda, a punto de lanzarme a lo bestia a
disfrutar de algo m�s fuerte, sin m�s pre�mbulos. Me sent� entregada y
totalmente indefensa, ya convencida de que se hab�an roto las hostilidades, sin
forma de parar aquello. Abierta de piernas y echada hac�a atr�s le ofrec� mi
fruta. Con qu� ansiedad y deleite chupaba los labios primero y luego la entrada
de mi vagina! Me hizo vivir muchos momentos de placer indescriptible.



En este tipo de ejercicios estuvimos ocupados casi un mes. Yo
gozando mucho, satisfaciendo mi sed de placer, pero pronto empec� a pensar que
hab�a un beneficio muy desigual con desventaja para "Yosu". Ya que para �l no
estaba segura de que su juego pudiera considerarse una actividad propiamente
sexual. C�mo lo sent�a? Como un juego para agradar a su ama? Ciertamente, aparte
de su extraordinaria lengua no se daba una participaci�n genital, su �rgano no
hab�a actuado para nada. �nicamente hab�a podido observar que a veces asomaba la
punta rosada de su pene y luego desaparec�a.



De esta manera, una tarde despu�s de recibir de "Yosu" el
tratamiento habitual, en pleno calent�n, inici� una fase m�s avanzada de t�midos
tocamientos que inopinadamente iban ganando en audacia. Le acariciaba todo el
vientre con un suave masaje, sin detenerme en la funda del pene, me abrazaba a
�l mientras rod�bamos por el suelo y otros gestos cari�osos que "Yosu" recib�a
con gusto, siguiendo la fiesta sin alterarse demasiado, . Por mi parte, la
velocidad era distinta, a mi el cuerpo a cuerpo me provocaba un cosquilleo en mi
vagina que iba subiendo de tono hasta llegar a producirme cierto ardor y deseos
de contemplar su miembro oculto. Present�a que estaba a punto para algo m�s y
que no podr�a resistir muchos d�as sin dar un paso adelante. Por d�as, mi
acaloramiento y el atrevimiento de mis manoseos iban en aumento. A estas alturas
yo ya era consciente de que estaba tan deseosa que pod�a perder el control antes
que mi aprendiz de macho. Y esto no era lo que yo hab�a previsto!.



De pronto, llegu� a comprobar que a "Yosu" mis jugueteos le
provocaban placenteras sensaciones a las que siempre se prestaba de buen grado,
quedando en un estado de sedaci�n, como si estuviera conmocionado. Su actitud,
con la boca abierta y la lengua colgante era de excitaci�n controlada, sin
ninguna reacci�n agresiva.



Mi plan consist�a en que "Yosu" desenvainara su pija por su
propia excitaci�n, sin necesidad de inducirle ni pajearle, en se�al de que su
deseo proyectado sobre m�, como compa�era de sexo, hab�a alcanzado la intensidad
suficiente. Era evidente, que al no tener la capacidad imaginativa del macho
humano, el animal se comportaba de manera ambigua por el momento. Lo curioso es
que no se mostraba indiferente y ello me daba muchos �nimos. Tan pronto como
sacara su arma en condiciones esa ser�a la se�al para el acoplamiento.


Al paso de los d�as, viendo que mi macho no se atrev�a a
hincar su miembro en mi agujero, mi mano impaciente ya se dedicaba a sobarle el
embolsamiento donde guardaba su aparato genital, y por el tacto deduje que
"Yosu" estaba muy bien dotado, se adivinaba una verga portentosa. Pens� que el
animal era muy joven, no ten�a experiencia con hembra de su especie y menos con
mujer, le faltaba rodaje o lo que se dice romper el cristal y a�n ten�a que
madurar en su conducta sexual. Una vez realizara el primer acto, se dar�a cuenta
de lo bueno que era y de que me ten�a sexualmente accesible sin problema. Para
arrancarle a mi amante lo que esperaba de �l estaba claro que necesitaba nuevos
est�mulos.



Para reforzar el adiestramiento de mi compa�ero, me hab�a
procurado una cinta de v�deo con escenas de sexo entre un perro pastor alem�n y
una mujer. Me sentaba en el sof�, le hac�a una se�a y de un salto se colocaba
sentado junto a mi. Quer�a que su cerebro registrara estas vivencias, para
sentir la necesidad de realizarlas tambi�n conmigo. Ya que era virgen ten�a que
mostrarle que aquello era posible y naturalizar actos de sexo con hembra humana.
Puse ante sus ojos, como la mujer de la pel�cula pajeaba el pene erecto del
perro y se lo introduc�a en la boca, haci�ndole unas mamadas m�s o menos
figuradas, llegando hasta el final feliz de introducir el pene del perro en la
vagina de su mujer hembra y acabando con una buena follada. Estas escenas a mi
me pon�an a cien y una y otra vez seleccionaba las secuencias m�s impactantes y
se las pasaba a "Yosu" repetidamente. El me mirada con los ojos brillantes y
emit�a tenues aullidos.



Las im�genes que aparec�an en la pantalla de la TV, le
infund�an cierta impaciencia y desasosiego.



-Grrrrrr, grrrrrr�- exclamaba "Yosu" mientras se revolv�a
inquieto en el sof�.



-Tranquilo "Yosu" que nosotros tambi�n vamos a hacerlo!- le
calmaba mientras se�alando la pantalla le dec�a:



-Si, si, Yosu y Rocio son pareja!! Vas a ser mi macho!- Le
dec�a yo juntando las dos manos.



-No tienes ganas de follarme?- Le preguntaba mimosa.



Seguidamente, le besaba la cara y lo abrazaba y luego
unt�ndome el cuello y los pechos con mi l�quido vaginal hac�a que me lamiera
anhelante. A estas estimulaciones, su respuesta no se hizo esperar, a los pocos
d�as de repasarle estas sesiones de amor mujer-perro, not� que su emoci�n crec�a
ostensiblemente. Se pon�a de pie a dos patas delante de mi y se me echaba encima
achuch�ndome desorientado, rudamente pero sin violencia, babeando mi cuello o
bien forcejeando con su hocico entre mis pechos, como queriendo imitar al can de
la pel�cula. Estaba cambiando, parec�a que su trato era m�s confianzudo, se
tomaba nuevas libertades con mi cuerpo. De momento, le ofrec� falsa resistencia,
pensando que como ocurr�a a los humanos esto le estimular�a m�s.



Durante estos ya frecuentes forcejeos le dej� hacer para
comprobar su nivel de habilidad y con gran alegr�a observ� que mi macho se hab�a
aprendido el camino y con sus patas delanteras intentaba voltearme. Ya conoc�a
el punto que tanto placer proporcionaba a sus hermanos de raza y a sus
compa�eras sexuales, y tal vez persegu�a acceder a mi entrepierna y no sab�a
c�mo.



�


Por las noches me costaba conciliar el sue�o, pensando planes
para el d�a siguiente, mi cabeza pudo reconstruir las ideas y pens� que ya
estaba sumergida, sin retorno posible, en este fascinante universo y
entusiasmada determin� seguir adelante en busca de un final tan prometedor.
Ma�ana no pasa sin hacer la gran prueba!.



Y se cumpli�. Abierta de piernas y tumbada en el sofa "Yosu"
me estaba llevando al �xtasis con unas habil�simas chupadas, mientras yo le
sujetaba la cabeza apretada contra mi sexo.



-Aaaaaah! Aaaahs! Qu� grande eres "Yosu", mi amor�!!


-Eres mi macho!! Me vas a follar�ya?- Le dec�a entre grititos
de placer.



Afloj� la cabeza de mi amigo, me incorpor�, y pude comprobar
la estampa de "Yosu", respirando profundo, con ojos vidriosos y ausentes,
parec�a otro ser distinto. Empez� a emitir unos sonidos muy especiales, ni
gru�idos ni ladridos, y se alz� a dos patas para apoyar las dos delanteras sobre
mis hombros, mientras lameteaba mi barbilla y labios como si deseara introducir
su lengua en mi boca. El pobre animal estaba ansioso, era obvio que necesitaba
su desahogo y ya lo necesitaba, pero no acertaba como iniciarse. Acababa de
verme gozar de su h�bil mamada, como si fuera su pareja y mostraba cierta
alteraci�n y delirio. Yo, decidida a darle el merecido premio baj� la vista
hac�a su zona genital, comprobando con regocijo que asomaban un par de
cent�metros de su pene fuera de la funda. Baj� la mano y acarici� suavemente su
trozo de carne emergente, caliente, dura y a la vez muy suave . El contacto con
su incipiente verga me puso a cien, cuando not� que aquello crec�a m�s y m�s;
apart� la mano para contemplar por primera vez el pene de mi amante,
espectacular, en forma de cilindro puntiagudo por el extremo, de color rosado
intenso, un m�stil candente que trazaba c�rculos en el aire, buscando un
alojamiento a la desesperada. "Yosu" estaba moviendo sus caderas
convulsivamente, enculando al aire con su enorme tranca, chorreando el l�quido
lubricador. De nuevo tom� la verga de "Yosu" en la mano, sopes�ndola y
estruj�ndola con los dedos para seguir su crecimiento a ver a donde llegaba. Su
miembro rojo y caliente asomaba en casi toda su longitud y se volv�a a ocultar
un trozo, para volver a salir con m�s fuerza. Ten�a el mismo tama�o que el de un
macho humano bien dotado, el aparato que sosten�a con mi mano era de unos 15 a
20 cms. contando con el bulbo (la bola carnosa llena de capilares sangu�neos a
dos o tres cent�metros antes de la base). Yo sab�a que con el bulbo fuera ya
estaba m�s que a punto para copular. Entonces "Yosu" empez� a mostrarse muy
revuelto, mov�a su cuerpo y sus patas fren�ticamente y sus piernas traseras
empezaron a temblarle.



Mi mente a duras penas pod�a gobernar mis actos debido a la
calentura que me invad�a, por dentro estaba otra vez muy mojada, pero all� y
entonces era yo la que deb�a guiar la iniciativa de mi inexperto macho y
facilitarle el acoplamiento. En la posici�n que est�bamos en el sof� me pareci�
imposible que "Yosu" me pudiera introducir en el co�o aquel su cacharro y era
muy importante que al intentar montarme se sintiera c�modo y encontrara bien el
acceso en demostraci�n de que yo estaba preparada y deseaba la copulaci�n.
Casualmente, en la cercana habitaci�n de invitados, junto al sal�n, estaba la
camita que ten�a para mi uso personal, que al no ser demasiado alta se ajustaba
perfectamente para acoger a "Yosu" en una posici�n ideal para el acto. Abandon�
el sof�, seguida de "Yosu" y una vez sobre la cama, me tumb� cruzada, boca
arriba, coloqu� la almohada doblada debajo de mi espalda, dejando mis nalgas
apoyadas casi fuera del borde de la cama, con las piernas separadas y levantadas
para abrazar con ellas a mi amante y presentando todo mi sexo abierto cerca de
su cara. �l, de un salto se hab�a plantado junto a mi. Ten�a ya decidida la
postura del misionero para la primera vez, con el fin de impedir que me
introdujera el bulbo. All� estaba mi macho, mir�ndome ansioso, con la boca
abierta, respirando agitado, moviendo la cabeza y la cola de un lado a otro, con
la verga toda dispuesta, de la que segu�a fluyendo el goteo preseminal en cada
uno de los movimientos pendulares que la agitaban.



"Yosu" se puso frente a mi y a la vez que apuntaba a mi co�o
con su enorme barra de carne, desenvain� su sabia lengua y estuvo libando mi
sexo, cumpliendo su misi�n de lubricar mi co�o y preparar la introducci�n de su
falo en las mejores condiciones. Qu� sabidur�a la de este animal!! � pens�
agradecida. A los pocos segundos de darme deliciosos lametones tuve otro orgasmo
de locura. El not� mi desenfreno y levantando la cabeza, se abalanz� contra mi
en posici�n vertical, volcando su pecho sobre el mio, apretando con su pija
contra mi muslo, intentando conectarla en la abertura de mi raja sin
conseguirlo, golpeaba con su verg�n contra mis nalgas, se ladeaba y perd�a
orientaci�n, tal era su ansia por acoplar su sexo al m�o que no encontraba
camino. Fue brutal, un abordaje bestial como era propio. Encrespado en montarme
sin darme m�s tregua ni respiro, agit� sus patas delanteras con tantos
aspavientos que me ara�� los brazos y los hombros. Su trato tierno y leal
conmigo hab�a desaparecido, era una fiera desesperada por el deseo. Yo no quer�a
ayudarle y le dej� hacer para que tomara experiencia. Despu�s de muchos intentos
en una de las embestidas sent� que la punta de su pijorra hab�a entrado en mi
co�o, pero torpemente se le sali� y despu�s de golpearme unas cuantas veces m�s,
estuvo restregando su miembro en la zona adecuada, sin atinar a introducirlo. Yo
incapaz de aguantar m�s mi deseo, tome su pene con mi mano y le situ� la punta
entre los labios de mi vulva; el macho al notar mi hendidura abierta, caliente y
suave empuj� con furia todo su miembro para ocupar su deseada vaina,
consiguiendo una penetraci�n incre�ble, lo sent� en el fondo del �tero. "Yosu"
se encorv� un poco para no perder el ajuste perfecto que hab�a conseguido, puso
su cabeza junto a la m�a, babeante, con la lengua suspendida y comenz� un
movimiento de bombeo trepidante, su eje vertebral flexible y �gil era como una
m�quina, su movimiento de vaiv�n era prodigioso, golpeaba mis entra�as con unos
movimientos muy r�pidos y furiosos. As� estuvo durante m�s de un minuto. Goc� de
algo distinto, que nunca hab�a experimentado con ning�n otro macho, su bulbo
golpeaba contra los labios de mi vulva intentando forzar la entrada. Lo agarr�
con la mano para evitar que me lo metiera dentro y quedarme abotonada, notando
que al contacto y presi�n de mis dedos se estaba hinchando hasta alcanzar el
doble de su tama�o normal. S�bitamente, sent� que mi co�o se estaba llenando de
carne caliente al haber alcanzado su pene el tama�o m�ximo dentro de mi, al
tiempo que note en "Yosu" una brusca convulsi�n mientras recib�a una fuerte
descarga de semen caliente y muy abundante inundando mi vagina; estaba
eyaculando por primera vez! .Un escalofr�o me recorri� desde el co�o hasta la
nuca y tuve un orgasmo indescriptible.



Yo me hab�a quedado exhausta, con una sensaci�n de plenitud
jam�s experimentada. Hab�a valido la pena!! Y eso la primera vez. Era el polvo
m�s salvaje de mi vida, la brutalidad hab�a compensado la falta de habilidad,
algo verdaderamente diferente, fuera de lo com�n.



Por suerte, no me hab�a penetrado en toda la longitud de su
pene, que estuvo a punto de conseguirlo mi macho. Despu�s de eyacular, "Yosu"
con un r�pido tir�n extrajo de su nueva funda el miembro empapado de semen,
regal�ndome un �ltimo suspiro de placer al rozar la entrada de mi vagina. Ya
fuera de mi sexo contempl� con asombro y orgullo su colosal pija, coloreada como
una berenjena, con un hilillo de semen en la punta. No me explicaba como hab�a
podido tener todo aquel trasto dentro de mi, creo que ser�a debido a la fuerte
excitaci�n que dilat� mi cavidad de forma extraordinaria. La excitaci�n de
tenerla dentro de mi vagina y el contacto con las paredes calientes y delicadas
hab�a hecho crecer todav�a m�s su instrumento!. Mi buen amante volvi� la cabeza,
y con su propia lengua limpi� su pene del esperma que a�n lo impregnaba, luego
se qued� como pensativo, me dirigi� una mirada agradecida, apagada y se qued�
parado, muy relajado y algo mohino, como todo macho despu�s de la c�pula.



Despu�s de esta primera experiencia tan maravillosa,
siguieron otras m�s avanzadas pero para no alargar tanto esta historia las
contar� en una segunda parte.


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Relato: Una historia zoofy
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