Relato: Sumisa por un fin de semana (1)



Relato: Sumisa por un fin de semana (1)

La verdad es que no se por donde empezar, ya que tan solo de
pensar lo que voy a escribir ya se me empieza a humedecer el co�o, as� que no he
tenido m�s remedio que masturbarme antes de empezar a escribir. La verdad es que
hace poco tiempo que descubr� las historias de dominaci�n, pero desde que las
descubr�, cada vez que leo alguna me tiro todo el d�a mojada y toda la noche sin
dormir restreg�ndome contra las s�banas. La historia que a continuaci�n voy a
contar es totalmente ficticia, ideada de los retazos de otras historias que me
han gustado en parte y la otra gran parte de derivaciones de esas historias que
mi mente calenturienta ha creado en los ratos de soledad. He de advertir que
esta es una historia de dominaci�n y no as� de sado.


SUMISA POR UN FIN DE SEMANA (I)



Ya faltaba poco para llegar a la estaci�n. La verdad es que
estaba nerviosa, ya que era la primera vez que hac�a algo de este tipo, pero a
la vez me sent�a muy excitada. Tal y como �l me hab�a indicado, llevaba puesta
una falda vaquera que m�s bien parec�a un cintur�n y una camiseta blanca sin
sujetador que como es de esperar, dejaba translucir perfectamente mis pechos
definiendo mis pezones, cosa que me cost� la mirada indiscreta de m�s de un
pasajero durante todo el trayecto, porque la verdad es que tengo las tetas muy
bien puestas. As� mismo, mi co�o lat�a con fuerza gracias unas bolas chinas que
me hab�a puesto en mi casa antes de salir esa misma ma�ana. La verdad es que
pensaba pon�rmelas estando ya en el tren, pero me levant� tan licuada que me
pareci� una excelente idea hacer todo el viaje con ellas dentro. Y aparte de eso
ahora me dispon�a a cumplir su �ltimo deseo previo a nuestro encuentro. Me met�
por tanto en el servicio y me quit� el tanga blanco que me puse al salir de casa
y que despu�s de dos horas de viaje y segregando flujos por la excitaci�n del
inminente encuentro y el contacto de las bolas chinas estaba empapado y con un
fuerte olor a sexo.


Nos hab�amos conocido en internet, en un foro de sexo en el
que entr� por primera vez con el mero fin de pasar un rato de risas con mi amiga
pero al que me fui poco a poco haciendo asidua. Empec� tener con �l
conversaciones muy calientes y cibersexo como lo llaman (aunque hay que
reconocer que en el fondo es hac�rtelo t� sola) y medio en broma propusimos una
visita en la que �l me invitar�a el fin de semana y yo ir�a en calidad de
esclava. Normalmente no habr�a aceptado algo de este tipo pero la verdad es que
como llevaba tanto tiempo chateando con �l sin tapujos conoc�a a la perfecci�n
sus fantas�as sexuales y se complementaban bastante con las m�as, as� que
acced�.


La primeras instrucciones que me dio, que ya ten�a cumplidas
en su totalidad, fueron las siguientes:




La ropa que llevar�a. Fue especialmente insistente en que
la camiseta deb�a ser blanca y de algod�n y que yo no deb�a llevar
sujetador. Sab�a perfectamente que de ese modo todo el mundo me mirar�a.


Llevar�a un tanga blanco puesto durante todo el trayecto
e intentar�a mantenerlo h�medo (cosa que hab�a cumplido a la perfecci�n) y
antes de llegar a la estaci�n me lo quitar�a y lo llevar�a en la mano para
entreg�rselo como obsequio nada m�s llegar.


Deb�a llevar cuando me bajara de la estaci�n unas bolas
chinas introducidas en mi co�o que estar�a perfectamente depilado.


Mi �nico equipaje ser�a el billete de vuelta para dos
d�as despu�s, lo que significa que me encontraba en Madrid sin dinero, sin
ropa y totalmente a su merced.





El tren empez� entonces a aminorar la marcha hasta que par�
totalmente. Yo sent�a mi coraz�n palpitar as� como mi co�o, que al estar ahora
liberado del tanga, dejaba resbalar una gran cantidad de flujo por mis muslos
que sent�a pegajosos. Baj� del vag�n con sumo cuidado de que la min�scula falda
no dejara ver que no llevaba ropa interior y le busqu� con la vista (conoc�a su
aspecto f�sico tanto como �l el m�o gracias a que los dos ten�amos webcam). Le
reconoc� ah� de pi� antes de que �l me reconociera a m� y me dirig� con paso
firme hac�a donde estaba. Cuando llegu� junto a �l me acerqu� hasta que mis
senos rozaron su pecho (poni�ndose as� mis pezones duros), deposit� mi tanga
h�medo en su mano cerr�ndosela despu�s y le dije al o�do:






- Esto es para ti, "AMO".






Inmediatamente pude observar gracias a lo cerca de �l que me
encontraba que respond�a a sus expectativas, ya que not� como su miembro se
endurec�a a la vez que me dec�a.






- Eres una buena perrita, espero que no te hayas
olvidado de lo dem�s que te encargu�.






Y diciendo esto meti� la mano bajo mi falda para comprobar
que no llevaba ropa interior, ya que era bastante evidente que sujetador no
llevaba.






- No me puedo creer que seas tan puta como para estar
tan mojada. Ahora chupa lo que me has manchado.






Dicho esto me puso los dedos mojados por mis flujos frente a
mi boca, por lo que entend� que ten�a que dejarlos bien limpios y empec� a
lamer. Nunca antes hab�a probado mis propios flujos y la verdad que el olor no
me los hac�a apetecibles, pero el hecho de que me los hiciera probar en mitad de
la estaci�n con tanta gente alrededor me hizo estremecerme de placer.


Una vez le hube dejado la mano limpia me pas� un brazo por el
hombro y meti�ndome la mano por dentro de la camiseta empezamos a andar a la vez
que �l me ten�a cogida una teta y me pellizcaba el pez�n, lo cual hac�a a muchas
personas mirar, o bien con desprecio o bien con deseo.


Bajamos en la primera boca de metro que se encontraba junto a
la estaci�n y nos montamos en �ste que, al ser hora punta estaba atestado de
gente. Con dificultad a causa de la multitud, me cogi� de la cintura y me gui�
hacia una barra de sujeci�n que hab�a en la mitad del vag�n, me coloc� de frente
a la barra a la que me agarr� para no caer y �l se coloc� detr�s m�a con las
manos en mis caderas. Yo sent�a su polla dura restreg�ndose contra mi culo. Me
dijo entonces:






- Ag�rrate a la barra con las dos manos y separa las
piernas. Voy a comprobar que has cumplido mi tercer deseo.






Acto seguido sent� como desde atr�s me met�a la mano por
debajo de la falda y abri�ndose paso entre mis piernas que yo manten�a separadas
sin oponer ninguna resistencia, encontraba el cord�n de las bolas chinas y
tiraba de �l. � No me pod�a creer que me estuviese sacando las bolas all� mismo,
entre tanta gente que nos rodeaba y se apretujaba contra m�!. Cuando me hubo
extra�do las bolas, apret� su polla contra m� y me dijo:






- Veo que te est�s portando como una zorra muy buena.
Adem�s, veo que esto te pone cachonda. Como sigas segregando flujo te
vas a resbalar en tu propio charco. Dime que es lo que te pone tan
cachonda.


- Ser tuya AMO.






La frase me sali� con un hilillo de voz porque estaba a punto
de correrme ya que, aunque ya me hab�a sacado las bolas chinas, su mano no hab�a
dejado de restregarse en mi co�o.






- �Ser�s puta!. Una chica decente no se comporta de
esta manera. �no te da verg�enza con tanta gente alrededor?


- S� me da. Pero no puedo evitar ser tu perra. Soy
una puta y me averg�enzo.






La verdad es que s� que me sent�a tremendamente avergonzada
pero a la vez tremendamente excitada, y mi amo deb�a estarlo tambi�n porque
cuando le dije eso al o�do, �l empez� a restregarme el co�o con m�s fuerza y no
pude evitar correrme ah� mismo ante tanta gente que ajena a lo que pasaba se
apretujaba intentando tener su sitio en el metro.


Cuando nos bajamos del metro y ante mi tremenda sorpresa me
llev� a una cafeter�a. Yo estaba bastante turbada ya que cre� que a continuaci�n
ir�amos a su casa. Nos entramos en una mesa que se encontraba en un lateral
bastante apartada y pidi� un caf� para cada uno. All� me inspeccion� el bolso
para comprobar que en �l tan solo se encontraba el billete de vuelta. Entonces
me dijo:







- Bueno, veo que has cumplido a la perfecci�n las
instrucciones que te di. Ahora tengo una nueva orden para ti. Quiero que
mantengas tus rodillas con una separaci�n m�nima de un palmo todo el
tiempo que permanezcamos aqu�.


- Pero AMO, aqu� hay mucha gente y ...


- No te atrevas a desobedecer una orden directa de tu
AMO. Adem�s, en el metro hab�a m�s gente y no has dudado en correrte
all� como una puta. Necesitar�s un escarmiento por cuestionar mi orden.
Y ahora quiero ver esas piernas separadas.






Con la cara roja como un tomate y con mucha lentitud separ�
mis rodillas dejando mi co�o expuesto al resto de la clientela de la cafeter�a.
A pesar de estar en una esquina del bar, mi amo se las hab�a arreglado para que
yo me sentara de frente al bar, ya que fue �l el que eligi� sentarse dando la
espalda al resto del local. Por tanto mi co�o quedaba literalmente expuesto. M�s
a�n cuando se levant� a la barra a coger los caf�s en vez de esperar a que el
camarero los trajese. Se levant� sin quitarme la vista de encima para comprobar
que yo no desobedec�a su orden. Pude comprobar entonces que al menos dos t�os
m�s se fijaron en mi embarazosa situaci�n y no me quitaron el ojo mi sexo hasta
que mi amo se volvi� a sentar delante m�a con los dos caf�s.


Mientras nos tom�bamos el caf�, mi AMO me fue dando precisas
instrucciones de lo que quer�a de m� mientras yo intentaba controlar mi flujo
que resbalaba hacia mi ano y la falda al tener la orden expresa de no cerrar las
piernas. Las normas b�sicas de comportamiento que me dio eran las siguientes:




En lo que durara su dominio sobre m� no quer�a que yo
tomase ning�n tipo de iniciativa. Tanto sexual como de otro tipo.


Corresponder�a a cada una de sus necesidades en cualquier
momento y en cualquier lugar.


Tan solo le obedecer�a a �l a menos que diera una orden
expresa de obediencia hacia otra persona.


Cuando �l estuviera ausente, yo permanecer�a exactamente
como �l me hubiera dejado, a menos que �l autorizara otra cosa.


No hablar�a a menos que me fuese solicitado y siempre
dirigi�ndome a �l como a mi amo con el respeto que ello conlleva.


Me estaba totalmente prohibido tanto masturbarme como
cualquier necesidad biol�gica a menos que fuese autorizada.


Mis manos permanecer�an inm�viles siempre que �l lo
indicara y en el sitio que �l lo indicara.


No aceptar�a dinero de nadie a menos que me fuese
permitido.




La verdad es que ese �ltimo punto no lo entend� muy bien pero
acept� todas sus condiciones sin rechistar. Me dijo entonces que si no cumpl�a
sus condiciones ser�a castigada, pero que no era partidario del castigo f�sico,
aunque ten�a otros medios de castigo que daban los mismos resultados.


Cuando nos hubimos tomado el caf� �l se volvi� a levantar a
la barra a pagar dej�ndome de nuevo expuesta y cuando hubo pagado se sent� otra
vez y me dijo:






- Bueno, como te he dicho antes, te voy a dar un
escarmiento por haber cuestionado antes una orden m�a. Por tanto, he
decidido pagar tan solo mi caf�, lo que significa que t� tendr�s que
pagar el tuyo.


- Pero AMO, recuerde que me orden� venir sin
dinero...


- Tranquila, con lo zorra que eres seguro que
encontrar�s un m�todo de que alguien te lo pague. Te espero en la puerta
y quiero poder verte desde all�.






Y diciendo esto, dej� las bolas chinas que me hab�a extra�do
en el metro encima de la mesa y se fue dej�ndome all� con el co�o al aire, con
el caf� sin pagar y con la cara roja como un tomate.


Me apresur� en coger las bolas de encima de la mesa (no
quer�a dar el cante m�s de lo que lo estaba dando) y me puse a pensar qu� pod�a
hacer para que alguien me pagara el caf�. No pod�a ser tan dif�cil, no era una
gran deuda. Mir� a mi alrededor con el fin de elegir a la persona que podr�a
invitarme al caf�. La verdad es que la soluci�n m�s f�cil ser�a un tipo
apoltronado en la barra que no hab�a dejado de mirar mi co�o y de tocarse el
paquete desde que mi amo me orden� separar las piernas pero desech�
inmediatamente la idea, ya que el t�o daba un poco de asco y seguramente no
acceder�a a pagarme el caf� sin m�s. Decid� entonces elegir a un hombre que por
lo menos me gustara f�sicamente. Eleg� a un t�o como de unos 25 a�os que se
encontraba leyendo unos apuntes en otra esquina del bar, por lo cual supuse que
no se hab�a percatado de mi exhibici�n impuesta por mi amo. Pens� que as� ser�a
m�s f�cil. Simplemente le dir�a que me hab�a dejado el monedero en mi casa y que
si me hac�a el favor de invitarme al caf�. As� que me levant� y me aproxim�
hacia su mesa sintiendo sobre m� la mirada indiscreta de mi amo desde la puerta
y del tipo de la barra. Cuando llegu� a su mesa me sent� enfrente y me dirig� a
�l:






- Perdona, es que tengo un problema. Me he dejado el
monedero en casa y no me puedo pagar el caf�.


- Y a m� qu�.






Ni siquiera hab�a levantado la vista de sus apuntes. No iba a
ser tan f�cil. Tendr�a que darle algo a cambio si quer�a que me pagara el caf�.
Pens� en mam�rsela en el cuarto de ba�o pero eso iba en contra de la �ltima
orden de mi amo que no quer�a perderme de vista, adem�s, me parec�a excesivo
mam�rsela por un caf�. En ese momento me acord� de las bolas chinas que hab�a
introducido en mi bolso y con mi sonrisa m�s ingenua le dije:






- La verdad es que te quer�a pedir dos favores. Le
quiero dar una sorpresa a mi marido y me he comprado esto.






Se lo dije depositando las bolas chinas encima de sus apuntes
para por fin poder captar su atenci�n y que retirara la vista de ellos. La
maniobra dio resultado ya que al instante lo ten�a mir�ndome con cara de
incr�dulo. Segu� habl�ndole:






- Hab�a pensado en llegar a casa con eso puesto y
sorprenderle pero la verdad es que he estado en el servicio intentando
pon�rmelo y no se como hacerlo.






Su mirada de incredulidad hab�a pasado a ser una mirada
lujuriosa y ya no solo me miraba a los ojos sino tambi�n a las tetas
percat�ndose de que mi camiseta era demasiado blanca como para no llevar
sujetador.






- Necesito entonces que alguien me ayude a pon�rmelo.
�te gustar�a ayudarme?






Estaba claro que s� quer�a ayudarme, ya que mientras dur� mi
discurso se hab�a echado mano tres veces al paquete que deber�a de estar
revent�ndole dentro de su pantal�n.






- Y cuanto quieres a cambio?






La verdad es que su pregunta me sorprendi�, aunque en esa
situaci�n era muy l�gica hacerla. Fue en ese momento cuando entend� la
prohibici�n de mi amo de aceptar dinero.






- no, no quiero dinero, tan solo que me invites al
caf�.


- No me puedo creer que seas tan zorra como para
dejarte meter mano por un m�sero euro. Tu maridito deber�a tener cuidado
contigo...�Camarero, c�breme el caf� de la se�ora!.... y ahora si
quieres vamos al servicio y te meto esas bolas por el co�o.


- Preferir�a hacerlo aqu� mismo.


- ��Aqu�...???. Tu eres bien puta.






A pesar de sorprenderle, el hecho de que yo quisiera que me
introdujera las bolas ah� mismo le excit� a�n m�s, ya que empez� a palparme los
muslos con las manos buscando mi sexo por debajo de la mesa. Gracias a que esta
vez si me encontraba de espaldas al resto del bar, intuyo que tan solo el tipo
de la barra que no me quitaba ojo se percat� de lo que all� se tramaba. Su mano
lleg� por fin a mi sexo que se encontraba en el mismo estado que hab�a estado
todo el d�a: chorreando.






- �le gusta a tu marido que vayas por ah� sin bragas,
sent�ndote con las rodillas separadas y con el co�o empapado?, porque
eso es de ser bastante puta. Abre m�s las piernas.






Las abr� hasta que cada rodilla dio con cada pata de la mesa
y �l cogi� las bolas y se dispuso a llevarlas a mi co�o. No dejaba de apretarse
en la entrepierna mientras me acariciaba el cl�toris y empezaba a introducir una
de las bolas.






- �no querr�as ir conmigo al ba�o y chup�rmela un
poquito? Podr�a pagarte. O invitarte a otro caf�.


- Lo siento pero no se la chupo a desconocidos. A
dem�s, a mi marido no le gustar�a.






Cuando hubo terminado de meterme las bolas, cosa que hizo muy
despacio, recre�ndose en mi sexo y provoc�ndome as� un orgasmo, retir� un poco
mi silla dejando mi co�o fuera de su alcance y le dije:






- muchas gracias por los dos favores. Me tengo que ir
que mi marido me est� esperando.


- Cualquier otro favor que necesites me llamas.






Y me levant� cogiendo el n�mero de tel�fono que me hab�a
tendido mientras �l se dirigi� al servicio, supongo que a aliviar su tensi�n.
Puede que alg�n d�a lo llame. Se ve�a un chico majo.


Sal� inmediatamente del bar donde me esperaba mi amo en la
puerta que me recibi� con cara de satisfacci�n, me dio una palmada en el culo y
me dijo:






- Veo que eres una perrita que se sabe defender
bastante bien. Sospecho que voy a disfrutar este fin de semana m�s de lo
que yo cre�a. Ahora s�gueme que vamos a mi casa, que todav�a no te he
presentado a mi polla.






Le segu� hasta el final de la calle donde no metimos en un
portal bastante amplio y cogimos el ascensor. Cuando est�bamos entre el primer y
el segundo piso le dio al bot�n de parada del ascensor y se volvi� hacia m�.






- Pon las manos en la nuca. Voy a examinar mi
mercanc�a.






Le obedec� y acto seguido me desabroch� la falda y la dejo
resbalar por mis muslos hasta que cay� al suelo. Mi co�o depilado apareci� por
primera vez totalmente descubierto y �l, para apreciarlo desde todos los
�ngulos, me hizo ponerme de frente, luego de espaldas y luego doblar mi cintura
de forma que mi culo quedara en pompa y la totalidad de mi sexo a su vista. Todo
esto lo apreci� sin tocarme, a pesar de que yo, me mor�a por que lo hiciera.
Nuevamente aparec�a colgando de mi co�o el cord�n de las bolas chinas que me
hab�a dejado introducir por tan solo un euro (una forma muy barata de venderme).
A continuaci�n me quit� la camiseta dej�ndome totalmente desnuda. Observ� mis
pechos y mis pezones que se encontraban totalmente endurecidos por la
excitaci�n. Me hizo saltar para ver como botaban, me los palp� con suavidad y
retorci� mis pezones. A continuaci�n se puso a doblar mi ropa con una
tranquilidad casi pasmosa y me dijo:






- Veo que f�sicamente satisfaces mis deseos. Tienes
unas buenas tetas y adem�s por lo que he podido comprobar parece que
est�s siempre lubricada. Eso te facilitar� las cosas. Yo te guardar� la
ropa que por ahora no la necesitar�s. Si te portas como una buena
perrita ma�ana te la dejar� y de llevar� a dar un paseo. Ahora vamos a
mi casa.






Dicho esto accion� otra vez el ascensor que se puso en
movimiento. No me pod�a creer que fuera a sacarme al pasillo desnuda. Pod�a
verme alg�n vecino. A�n as� no se me ocurri� protestar. Tampoco quit� mis manos
de la nuca recordando su orden de permanecer como me hab�a dejado. Eso hac�a a
su vez imposible que me pudiera tapar con las manos en caso de ser descubierta.
Cuando el ascensor par� en la planta cuarta, abri� la puerta con mi ropa y mi
bolso en la mano y me indic� que le siguiera. Salimos del ascensor y al final
del pasillo a la derecha se encontraba su puerta. Para llegar hasta ella tuvimos
que pasar por las puertas de 3 viviendas pero afortunadamente no sali� ning�n
vecino. Sac� la llave del bolsillo y abri� la puerta con una tranquilidad
pasmosa. Creo que se estaba demorando a caso hecho al percatarse de mi
nerviosismo por ser descubierta. Cuando entramos en la casa me mir� fijamente y
me dijo con una sonrisa un tanto perversa:






- Espero que mi perrita est� preparada porque ahora
es cuando empieza lo bueno...







(...CONTINUAR�)




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Relato: Sumisa por un fin de semana (1)
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