Advertencia: este relato es producto de la fantas�a pero
puede herir la sensibilidad de algunas personas
Cuando mi bisabuela falleci� a la edad de 98 a�os me mud� a
la que hab�a sido su casa hasta entonces. Era un lugar precioso en las afueras
de la capital. La casa, bastante amplia estaba rodeada de un gran parque y
frondosos �rboles y plantas se arremolinaban en la parte trasera. Siempre me
hab�a gustado aquella casa, me tra�a recuerdos de la ni�ez y me emocion� cuando
mi bisabuela decidi� leg�rmela.
Una vez instalada comenc� a revisar sus cosas y recuerdos.
Encontr� cantidad de fotos amarillas pegadas en �lbumes improvisados, cartas,
libros repletos de p�talos de flores que se deshac�an al solo contacto con los
dedos y un cuaderno en el que inmediatamente reconoc� la letra arabesca de mi
bisabuela. Apart� las cartas y el diario y por la noche, cuando volviese de
trabajar, me dispondr�a a leerlos. Me molestaba un poco invadir su intimidad
pero me decid� cuando recorr� el cuaderno pues a modo de t�tulo estaba impreso
el nombre de alguna persona: Giovanni, Ornella, Luiggi, Giancarlo, Bianca y
Franco. Enseguida reconoc� el de mi bisabuela, Bianca, y tambi�n a Luiggi, su
hermano menor, aunque no pude identificar los dem�s nombres.
Camino al trabajo no pod�a dejar de pensar en el contenido de
las cartas y del diario. Mi bisabuela siempre hab�a sido una mujer muy culta e
imagin� un pedazo de historia viva latiendo entre las hojas marchitas que no iba
a dejar agonizar por nada del mundo.
A la hora del almuerzo llam� a mi madre, descendiente de
Bianca.
Hola
Hola, hija, c�mo est�s?
Muy bien, vos?
Bien, gracias.
Pap�?
Podando el �rbol del fondo
Decile que no es Atila el huno
Jjajaja..... ya se lo dije. Qu� tal la nueva casa?
Espectacular. Preciosa..... sab�s que estuve revolviendo
en las cosas de la abuela y encontr� miles de fotos, cartas y diarios
personales. Esta noche me pienso hacer una panzada ley�ndolos.
No leas esos diarios, ni las cartas, hija, no
corresponde.
Si, eso pens� pero debe haber tanta historia encerrada
all�....Me encantar�a ver las costumbres de la �poca, las sensaciones, las
formas de ver la vida.... debe ser tan diferente.... Me llam� mucho la
atenci�n que en el cuaderno est�n escritos algunos nombres como si fueran
t�tulos o cap�tulos. Reconoc� el de la abuela y tambi�n el de Luiggi pero
hab�a otros....
Cu�les?
A ver si me acuerdo.... Giancarlo era uno, creo...
Uno de los hermanos de la abuela.
Tambi�n el de otra mujer....
Ornella tal vez?
Ese mismo
La madre de tu bisabuela
Y los dem�s quienes ser�n?
Tal vez el resto de la familia. Eran seis en total.
Bueno, ma, me voy a almorzar, ma�ana te llamo y te cuento
lo que le�. Y and� a fijarte si tu marido ya asesin� al �rbol o todav�a
podemos esperar que en el verano nos d� sombra.
Jjajaja, si, hija....
Un beso para vos y otro para pap�, hasta ma�ana
Adi�s, hija, adi�s.
Cuando llegu� a casa despu�s de mi jornada laborar piqu�
algo, me puse el pijama y me tir� en la cama dispuesta a leer las cartas o el
diario. Me decid� por el cuaderno y fui a la primera p�gina.
GIANCARLO
1-III-1970
Tratar� de plasmar aqu� toda mi vida o mejor dicho nuestras
vidas. Ya soy una mujer casi anciana, con un cuerpo fr�gil que hace tiempo ha
dejado de acompa�arme. Sin embargo, mi mente sigue muy l�cida y mis recuerdos,
pensamientos y emociones est�n intactos.
En 1910, hace ya mucho tiempo, mis padres y mis 3 hermanos
varones emigramos desde Italia hacia Argentina huyendo de la miseria. Nos hab�an
dicho que ese pa�s lejano, del cual ni siquiera sab�amos donde estaba ubicado,
ten�a las calles asfaltadas en oro y que la abundancia estaba presente en todas
los ranchos. Nada menos cierto, la miseria aqu� era similar a la de Italia, y
para colmo de males est�bamos lejos de casa, en un ambiente que no era el
nuestro e intentando comprender un idioma completamente ajeno. Nos instalamos
cerca del puerto y poco despu�s mi pap� consigui� trabajo de pe�n en un campo de
Buenos Aires. Nuestros compadres nos ayudaron a armar el rancho: una pieza
amplia de paja y adobe, con piso de tierra apisonada, donde dorm�amos todos
juntos.
Mi padre, Giovanni, era un hombre ignorante, muy r�gido y
severo, pero a pesar de ello justo. Nunca nos levant� la mano sin alguna raz�n
v�lida y siempre supo arregl�rselas para darnos el pan todos los d�as. Mi madre,
Ornella, tan ignorante como su marido, era sumisa y muy alegre. Mas cari�osa que
pap� daba todo lo que ten�a por sus hijos.
Luego estaban mis hermanos: Giancarlo, Franco y Luiggi.
Luiggi era el menor y en la escalera de edad yo ven�a justo despu�s del mayor.
Ni pensar en ir a la escuela pues los varones sal�an al campo
para ayudar a pap� a cambio de unas monedas que el patr�n les daba y yo quedaba
en casa junto a mam�. Aprendimos a leer, escribir y contar muy
rudimentariamente, aunque siempre he tenido la ambici�n, y creo que lo he
logrado, de desarrollarme culturalmente para borrar todo vestigio de ignorancia
de mi pasado.
El tiempo fue pasando y casi no ten�amos contacto con el
mundo exterior. Varias veces hab�a ido junto a mis hermanos al campo a trabajar
la tierra y tanto ellos como mi padre laboraban denodadamente y en silencio. "De
casa al trabajo y del trabajo a casa" como dijo un se�or a la vez amado y odiado
en este bendito pa�s. Asimismo, nuestras visitas al pueblo eran muy espor�dicas
pues ten�amos lo suficiente para abastecernos a nosotros mismos con la
peque��sima granja y huerta que mis padres hab�an armado.
Cuando mi hermano mayor Giancarlo, cumpli� los 18 a�os pap�
nos reuni� a todos en la mesa debajo del omb� y nos dijo que por la noche habr�a
amor. No entend� que hab�a querido decir con eso de "amor" pero nos dej� en
claro que deb�amos ba�arnos y vestirnos con nuestras mejores ropas.
Por la noche los cuatro hermanos y mi mam�, limpitos y
vestidos con lo mejor que ten�amos dentro de nuestra pobreza nos presentamos
frente a pap�. Se pase� delante de cada uno de nosotros, oli�ndonos y mirando
detr�s de nuestras orejas para comprobar que efectivamente estuvi�semos
limpitos. Lo mismo hizo con mam�. Nos dio el visto bueno y empez� a hablar
dici�ndonos que esa noche Giancarlo se har�a hombre. Que? Dije para mis
adentros. Por supuesto, en las familias de anta�o uno no pod�a dirigirse a su
padre o madre si estos no le daban permiso para hablar. Es mas, tanto a mam�
como a pap� los trataba de Ud. y ellos hac�an lo mismo conmigo y con todos mis
hermanos.
Enseguida y delante nuestro, atrajo a mi mam� hacia s� y le
dio un beso apretadito en la boca. Nos mir� y nos dijo en su italiano natal:
Esto es amor. Quiero que Giancarlo de un beso a su madre
como yo lo he dado.
Mi hermano, inocentemente, se acerc� a mam� y bes� su boca
lentamente, tal cual lo hab�a hecho pap�. Qued� complacido y nuevamente se
aproxim� a mam�. Esta vez la bes� con la boca abierta, pod�a ver como sus labios
hac�an desaparecer los de ella mientras la abrazaba, con las palmas de las manos
abiertas en su espalda subiendo y bajando despacio. El beso fue bastante largo y
mi mam� manten�a los ojos cerrados. La falda sub�a y bajaba mientras mi padre la
acariciaba y ella, fr�gil como era, cerraba los ojos y se dejaba hacer.
Se separ� de ella y orden� a mi hermano que lo imitara.
Giancarlo, t�mido e inocente, tanto como todos nosotros, se acerc� a mi madre,
abri� la boca y le comi� los labios, con las manos subiendo y bajando lentamente
una y otra vez.
Que ignorantes �ramos todos en aquella �poca. Giancarlo no
sab�a lo que hac�a y supongo que mis padres tampoco; todo nuestro mundo era
definido completamente por ellos. Nunca hab�amos tenido mayor contacto con las
dem�s personas, pr�cticamente ni siquiera sab�amos lo que era vivir en comunidad
y mucho menos comprend�amos el significado de la palabra incesto. No sab�amos
que la prohibici�n del incesto era LA regla suprema en toda sociedad.
Por otro lado, las �rdenes de mi padre eran cumplidas a
rajatabla y guay que alguno hiciera el intento de retobarse: el cintur�n del
lado de la hebilla ca�a con furia sobre alg�n trasero desnudo en diez azotes mas
humillantes que dolorosos. No suced�a muy a menudo pero al menos, todos
nosotros, recibimos alguna de esas tundas dos o tres veces en nuestra vida.
Una vez que mi padre qued� satisfecho con lo realizado por
Giancarlo lo sent� en la cama. Una expresi�n rara enmarcaba el rostro de mi
hermano. Respiraba agitado, como si estuviera enfermo. En ese momento record�
que muchas veces mis padres respiraban de la misma forma y siempre me asustaba
bastante pensando que se estaban ahogando o algo as�. Trataba de no escuchar la
cadencia de una respiraci�n que aumentaba sin pausa hasta que por alg�n motivo
cesaba. Y aunque quer�a evitarlo, lo o�a todo, siempre de noche y siempre cuando
estaban juntos en la cama. Muchas veces me hab�a volteado a mirar sus
movimientos entre las sombras y no pod�a comprender lo que suced�a. Todo me
confund�a terriblemente y la angustia de creerlos enfermos me aguijoneaba el
coraz�n.
Sin decir nada, mi madre se par� delante de Giancarlo y
comenz� a bajarse el vestido largo. Sus ojos empezaron a abrirse mientras
respiraba con la boca abierta. Su pecho sub�a y bajaba mientras segu�a con la
mirada todos los movimientos de mam� que apartaba a un lado el vestido. Mi pap�
empez� a hablar mientras Gian no pod�a despegar los ojos de aquel cuerpo de
mujer, esbelto y redondeado. Aquello impresion� mis ojos tanto como al resto.
Nunca en mi vida hab�a visto cuerpo alguno de mujer a excepci�n del m�o. Pero el
que me cobijaba no se comparaba en nada con aquel. Dos masas abultadas se
sosten�an sobre su pecho, una cintura fina y unas caderas anch�simas daban lugar
a un culo generoso. Se mostr� ante nosotros, caminando y deteni�ndose delante de
cada uno. Cuando toc� mi turno pude ver con detalles unos pezones enormes,
rosad�simos, terminados en puntas grandes como el bol�n de las bolitas. Estir�
la mano para tocarlos pero enseguida mi madre movi� su cabeza en forma negativa
y volv� mi brazo al lado del cuerpo. La ronda gir� y nuevamente se plant� frente
a Gian. En ese instante, mi padre se sent� a su lado, mi mam� se acuclillo y
sac� de adentro de los pantalones de mi padre su pene. Y eso me impresion� mas
que la desnudez de mam�. Alguna vez hab�a visto de casualidad los de mis
hermanos menores cuando se ba�aban pero apenas eran deditos que colgaban entre
las piernas. En nada se comparaba a lo que llevaba mi padre.
Y �l habl�.
Ahora quiero que miren bien lo que va a hacer su madre,
para que aprendan. Algunos son peque�os todav�a y cuando tengan edad
suficiente les tocar� a ustedes. Y usted, Bianca, es la que mas atenci�n
debe prestar a todo lo que hace su madre. Est� claro?
Si padre, dije.
Venga, si�ntese entre su hermano y yo. Venga.
Fui y mis otros hermanos nos rodearon. Ve�a el pene de pap�
bien de cerquita yaciendo entre sus piernas. De a poco mi mam� fue baj�ndole los
pantalones, el calz�n y luego le sac� la camiseta. Su torso era muy velludo y en
derredor de su pene se concentraba una masa compacta de pelos negros.
Mi mam� empez� a acariciar el pene de mi pap� y su
respiraci�n comenz� a agitarse. De a poco se le fue poniendo cada vez mas gorda
y se le empez� a parar. Mir� exactamente los movimientos que mi mam� hab�a
realizado sobre �l, estaba ansiosa por aprender y una duda me asalt� al
instante. Empec� a mover los labios como tratando de decir algo que no pod�a
decir sin su permiso hasta que mi padre dijo:
Pasa algo Bianca?
Se siente bien usted?
Por supuesto, de maravillas, porque que cree que me
siento mal?
Es que respira as�..... est� usted enfermo?
No, mi hija, no, ya lo comprender�, pero no se preocupe
que me siento muy bien. No es cierto Ornella?
As� es.
Me qued� mas tranquila cuando mi padre volvi� a hablar.
Bianca, ha visto usted lo que ha hecho su madre conmigo?
Si, padre.
Bueno, haga lo mismo con su hermano Gian
Gian, apurad�simo, sac� su pene fuera del pantal�n. Lo
desnud� despacio como hab�a hecho mi madre y mir� su miembro. Para mi impresi�n
la ten�a completamente parada y era enorme. Me desconcert� un poco pues no hac�a
falta que hiciera nada ya que estaba en la misma posici�n que la de mi padre. No
sab�a si acariciar o no aquel miembro y mi padre me inst� enseguida a cumplir
con su orden.
Hija, haga lo que su madre hizo conmigo.
Acerqu� muy lentamente mi mano, hasta comprobar que la piel
era muy suave y tersa. Apenas mis dedos lo acariciaron dio un respinguito y mi
hermano comenz� a agitarse, tal cual lo hab�a hecho pap�. Me dije que no deb�a
preocuparme por ello mientras trataba de imitar a mam� en todos sus movimientos.
Parece que estaba resultando un poco torpe porque enseguida mi madre me apart�
la mano y fue ella quien puso la suya sobre el pene de Gian. Me indic� como
hacerlo.
Usted pasa su mano por aqu� estirando la piel... as�
Giani respiraba cada vez mas fuerte y mis hermanos estaban
inm�viles; con lo concentrada que estaba casi ni recordaba su presencia.
Si madre.
Luego pasa la mano por aqu� abajo, donde hay dos bolas,
las ve? Toque ah�.
Toqu� junto a ella y un nuevo descubrimiento se plantaba
antes mis ojos. Giani ahora respiraba tan r�pido que necesit� abrir la boca para
que el aire llegara a sus pulmones. No pod�a comprender el significado de toda
la situaci�n. La pregunta que ahora me surg�a era que se hac�a con todo eso,
pero como estaba tan compenetrada en la labor me olvid� r�pido del asunto. Mi
madre dej� que yo me encargara por completo de Giani y empec� a bajar y subir su
piel mientras le tocaba las bolas. Mi hermano empez� a moverse y mi padre volvi�
a hablar.
Dele mas r�pido
Aceler� el ritmo y Gianni ya no respiraba fuerte, ahora
emit�a sonidos extra�os y guturales, cada vez mas seguidos y mas r�pidos. As�
estuve un ratito con mi hermano completamente desencajado, gimiendo como poseso
mientras mi mano alcanzaba la velocidad del rayo.
Bueno, ya est� bien, hija, pare, pare, ya est� bien, o no
va a quedar nada para despu�s.
Me detuve y la respiraci�n de mi hermano continu� agitada
pero ya no gem�a. De a poco fue calm�ndose aunque su pene sigui� parado y
gigantesco.
Hija, mire con atenci�n e imite a su madre.
Enseguida ella empez� a chupar la punta del pene de mi padre
por medio de su lengua. Un gesto de la cabeza de mi padre hizo que me dirigiera
yo al pene de Giani mientras miraba a mi madre en todas sus acciones. Pas� la
lengua por la punta, tal cual hab�a hecho ella y luego la pas� por todo el
tronco, la tom� con la mano subiendo y bajando su piel mientras chupaba sus
bolas, imitando completamente a mi madre y luego trat� de que me entrara toda en
la boca. La llev� hasta el fondo y sent� arcadas cuando mi hermano Giani se
movi� para met�rmelo mas adentro. Casi no la pod�a abarcar de lo grande que era
pero vi a mam� que se le met�a y sacaba de la boca, roz�ndola con los labios,
mientras mi padre ahora ya gem�a tanto como Giani.
Mi padre habl�, casi sin voz y dijo:
Dentro de un ratito va a salir un l�quido, cuando eso
pase, no chupe mas, pero deje el pene dentro que quiero verla tragar lo mas
que pueda.
Ni pude contestarle pues segu�a compenetrada en mi hermano.
Me gustaba eso de chupar y tambi�n me gustaba como gem�a, tanto que sent� una
humedad entre las piernas. Esa fue la primera vez que mi bombacha se moj� y con
mas ganas chup� el pene de mi hermano. Dentro de mi boca sent� el pene dando
como una patadita y enseguida un liquido salado y viscoso me llen�. Como mi
padre hab�a dicho dej� de chupar, tragu� lo que pude cuando otro chorro me
llego, y otro y luego otro. Hice esfuerzos para que nada saliera de mi boca pero
no pude. Aun tragando el semen de mi hermano mi padre me atrajo hacia si y
descarg� su contenido en mi boca. Ya casi estaba ahog�dome de tanto tragar
cuando un ultimo chorro fue a dar a la boca de mi madre.