Relato: Mi puta esclava (1)



Relato: Mi puta esclava (1)


Mi puta esclava (I)




Todo este relato es verdadero. Ocurri� en Buenos Aires,
en 1999.



Mar�a era mi amante desde hac�a un a�o y medio. Nunca
supe nada de su vida normal, apenas las necesarias. Era obvio que su
atracci�n conmigo era por el sexo, algo que a mi me sorprend�a porque nunca
me reconoc� como un gran amante. Es m�s, ahora que lo veo a la distancia
comprendo que era ella la que sacaba de m� todo lo que ella misma quer�a.


En nuestra primera encamada en un telo, cuando vio que
iba a acabar se arrodill� en el piso y abri� la boca bien grande para sacar
la lengua en un inequ�voco pedido de que acabara en su boca. Fue su forma de
demostrarme que conmigo iba a ser toda una verdadera puta. Lo que nunca
imagin� es que iba a sacar de m� lo que sac� aquella noche...


Hac�a un tiempo que yo le reclamaba a Mar�a que me d�
algo s�lo a m�, que no le pudiera dar al marido. Tengo que decir que a m�
Mar�a me despertaba mucho morbo, era m�s que calentura. No era una mujer
espectacular ni mucho menos, pero estaba muy buena, doy fe que eran muchos
los que se la quer�an coger. Compa�eros de trabajo, tipos que la conoc�an
moment�neamente... Hab�a algo en ella que provocaba morbo, mucho.


Era muy linda de cara, de ojos y pelo casta�o y un cuerpo
delgado, muy fino y firme. Piernas delgadas y muy bien formadas; sus tetas
eran de tama�o normal pero duras y delicadas. Y su culo era lo mejor. Bien
redondo, firme. Ten�a 24 a�os y vest�a sin llamar la atenci�n, excepto
aquella vez en que por un desaf�o me fue a buscar a mi trabajo con una super
mini y una remerita que le dejaba el ombligo al aire. Pero hab�a algo en
ella que sacaba de m� lo que nunca ninguna otra mujer me pudo sacar.


La cuesti�n es que una noche le volv� a reclamar lo mismo
y ella me dijo que estaba de acuerdo y que estaba dispuesta a hacer algo
s�lo para m�. Me dijo que quer�a ser esclavizada toda una noche, quer�a que
yo hiciese con ella lo que quisiera, absolutamente todo. Que era algo que
nunca hab�a hecho con su pareja porque a pesar de que era su fantas�a la
reservaba para alguien como yo. Al menos eso me dijo. Y quedamos para el
pr�ximo fin de semana, en mi casa.


Le di instrucciones de c�mo ten�a que vestirse para
venir, y nos despedimos. Tuve que masturbarme de la calentura que ten�a,
imaginando todo lo que le iba a hacer. Adem�s, lo pens� durante toda la
semana y ese tiempo me liber� y me llev� a preparar una sorpresa muy
especial. Una sorpresa que les cuento al final, porque gracias a esa
sorpresa esta historia sigui� tres veces m�s, y les voy a contar cada una de
ellas en lo sucesivo.


El s�bado convenido, a la noche, Mar�a lleg� a mi casa
vestida tal c�mo se lo hab�a pedido. Una mini muy corta, negra, con medias
negras hasta el muslo y zapatos negros de taco. Arriba ten�a una blusa
blanca semi transparente con sus tres primeros botones abiertos y sin
corpi�o. Cuando se mov�a un poco de costado se le ve�an todas las tetas.
Decidido a empezar cuanto antes, y motivado por la gran calentura que sent�a
adem�s, le pregunt� otra vez si estaba segura y realmente dispuesta a ser
sometida como una puta a mi gusto, sin poder decir que no a nada.


Primero asinti� t�midamente con la cabeza, entonces le
levant� la cara tom�ndola del ment�n y le volv� a exigir una respuesta, a lo
que Mar�a, decidida, dijo "s�". Me acerqu� un poco para mirarla a los ojos
un rato, para disfrutar el saber todo lo que le har�a, y entonces al ver su
mirada supe que estaba entregada de verdad. La agarr� del pelo con violencia
y le orden� que se arrodille con sus manos detr�s de la espalda, juntas.


Cuando estuvo as� liber� mi pija, que ya estaba que
explotaba, del pantal�n, le agarr� la cabeza con las dos manos y le orden�
que abriera la boca bien grande. Empec� meti�ndole la pija en su boca
despacio, como siempre lo hac�amos. Hasta que empec� a empujarle la cabeza
con fuerza mientras yo embest�a contra su cara. Cuando me quise dar cuenta
le estaba cogiendo la cara de manera brutal, agarr�ndola de los pelos con
las dos manos le empujaba la pija hasta la garganta mientras ella estaba
arrodillada con la mayor parte de las tetas al aire por los movimientos de
la camisa, la pollera levantada y haciendo equilibrio porque no le dejaba
sacar las manos de atr�s de su espalda, juntas. Entonces ah� me di cuenta de
algo que result� fundamental para todo lo que pas� despu�s: estaba dispuesto
a tratarla verdaderamente como a una puta y a una esclava. Esto es lo que
dec�a antes, que ella sacaba todo de m�. Ten�a una actitud de puta sumisa a
la hora de coger que a m� me sacaba.


Segu� un rato meti�ndole pija en la boca en la misma
posici�n; cada tanto se alejaba un poco porque se le llenaba la boca de
saliva, pero enseguida le agarraba el pelo con m�s fuerza y la empujaba para
enterr�rsela hasta la garganta. Sus arcadas me calentaban cada vez m�s,
porque adem�s la muy puta no se sacaba la pija de la boca cuando se
atragantaba, sino que apenas se iba despacio para atr�s para tomar un poco
de aire y enseguida segu�a chupando como una desesperada, motivada tambi�n
por la violencia con que la agarraba del pelo y le empujaba la cara hacia mi
pija. Yo estaba sacado. No hac�a m�s de cinco minutos que Mar�a hab�a
llegado y ya la estaba tratando como a una esclava, como a mi juguete
sexual. Estaba tan sacado que todo el tiempo le ordenaba que me la chupara
m�s r�pido, hasta que pas� lo que me hizo entender que esa noche estaba
dispuesto a todo (y ella tambi�n).


No s� por qu� lo hice, pero en un momento la vi tan
entregada, as� vestida, o a medio vestir, arrodillada con las manos atr�s y
la boca llena de saliva y con mi pija cogi�ndole la cara, que la agarr� del
pelo con fuerza, le tir� la cabeza para atr�s y le pegu� un cachetazo
bastante fuerte. Mar�a me mir� desconcertada pero muy lujuriosa. Le estaba
gustando el juego, y mucho. Sin soltarle el pelo le empuj� la cabeza para
que me la siguiera chupando. Le pon�a la mano en la nuca y la empujaba hacia
mi pija con un ritmo tan r�pido que por momentos me asombraba que pudiera
resistirlo. Ella chupaba y chupaba, parec�a no tener suficiente nunca.
Entonces otra vez la agarr� del pelo, la tir� para atr�s y le di un
cachetazo. Ella dijo "no", pero fue un no que era s�.


El juego le gustaba cada vez m�s, la notaba muy caliente
y muy jugada, le gustaba que la trate as�. La cosa era chupa/cachetada, le
cog�a la boca y cada tanto le daba con la palma de la mano en la cara.
Cuando sent� que estaba a punto de acabar la empuj� para atr�s y le saqu� la
pija de la boca. Me miraba con una mirada de sacada, muy puta, muy
entregada. La hice parar agarr�ndola del pelo y le termin� de sacar la
camisa de manera violenta, casi se la arranqu�. Le orden� que se diera
vuelta y apoyara las manos contra la pared. Ella hac�a todo lo que le
ordenaba.


Me termin� de sacar el pantal�n y vi que ten�a un
cintur�n de cuero ideal para la ocasi�n: liviano y finito. Me lo enrosqu� en
la mano desde la hebilla para dejar la lonja de cuero libre y maniobrable.
Sin pensarlo (juro que esa noche no pod�a pensar en nada; otras veces s�,
pero es otra historia), y sin decirle nada previo, le levant� la pollera, le
arranqu� la diminuta tanga negra que se hab�a puesto la muy puta, le puse la
bombacha rota, hecha un bollo h�medo, en la boca, y midiendo bien la
distancia y la intensidad le di un cinturonazo fuerte en el culo. Mar�a no
pudo evitar el grito y su cuerpo se fue hacia delante. Como se qued� as�,
pegada contra la pared, la agarr� del pelo y la obligu� a volver a la misma
posici�n. Sentir que pod�a hacer con esa mujer realmente lo que quer�a me
calentaba de manera inimaginable. Cuando estuvo otra vez con el culo hacia
fuera, le volv� a dar con el cintur�n. Volvi� a gritar, pero se qued�
quieta.


Le di cuatro o cinco cinturonazos m�s en el culo, el
chasquido me enloquec�a y sus gemidos y sus grititos de "nooooo" me pon�an
todav�a m�s caliente. La di vuelta y la puse contra la pared de frente a m�.
Le met� dos dedos en la concha y le empec� a hacer una paja bien violenta, a
la vez que le dec�a "esto quer�as, pendeja puta, sos una reverenda puta y te
voy a hacer mierda". Mar�a no pod�a hablar, gem�a todo el tiempo y apenas
dec�a que s�. Hasta que ella sola empez� a decirme que s�, que era una puta,
que quer�a pijas por todos lados. Estaba muy pero muy caliente, muy sacada.


Y eso fue clave, porque lo que ella no sab�a es que yo
hab�a citado a un amigo, que estaba por llegar, y por eso mismo yo demoraba
un poco la cosa, para asegurarme de que cuando llegara �l Mar�a ya est�
totalmente entregada. La di vuelta otra vez y con unos pa�uelos que ten�a a
mano a prop�sito le at� las manos a la espalda y le vend� los ojos. Para
hacerla completa le puse la correa de mi perro en el cuello. No pod�a creer
tenerla as�, tan puta y tan entregada. Se dejaba hacer cualquier cosa. As�
atada como estaba la obligu� a ponerse de rodillas nuevamente, me di vuelta,
me agach� y le orden� que me lamiera el culo. Nunca me lo hab�a hecho, as�
que no sab�a c�mo pod�a reaccionar, pero no hizo falta m�s que dec�rselo
para que enseguida sacara su lengua y me empezara a lamer con fuerza el
agujero del culo. Yo miraba la escena por un espejo que ten�a en el comedor
y explotaba de la calentura. La agarraba del pelo y la empujaba para que
hunda su boca en mi culo y la segu�a tratando de puta. Y en lo mejor, son�
el timbre de calle.


Mar�a se qued� quieta e intuy� que algo pasaba. Me
acerqu� al o�do y le dije que le conven�a quedarse quieta y no resistirse
porque ya estaba a mi merced y no pod�a hacer nada. Intent� protestar
dici�ndome que eso no lo hab�amos hablado, entonces le contest� que el juego
era que ser�a m�a a mi manera y se ten�a que callar la boca.


Cuando mi amigo (al que llamar� Pedro) entr�, se encontr�
con una imagen so�ada. Mar�a estaba de rodillas en el suelo, s�lo con la
pollera negra y las medias, atada, con los ojos vendados y la correa en el
cuello. Y la cara llena de saliva y transpiraci�n de tantas cosas que le
hab�a hecho chupar. Le dije "es toda tuya" y Pedro no esper� un segundo
(adem�s porque yo le hab�a dicho que a Mar�a no hab�a que darle tiempo para
que pudisese pensar, hab�a que atacarla as�). Se sac� la pija del pantal�n,
m�s corta pero m�s gruesa que la m�a, se acerc� a Mar�a y se la meti� en la
boca. Y as�, enseguida, le empez� a coger la cara con violencia, motivado
tambi�n por mis �rdenes de que la hiciera mierda, que la puta hac�a un rato
me hab�a dicho que quer�a pijas por todos lados. Yo mismo la agarr� del pelo
para empujarle la cara hacia la pija de Pedro mientras le ordenaba que
chupara


Mar�a empez� poniendo cara de asco y hasta intent�
rechazar la verga de mi amigo, pero cuando se dio cuenta de que la cosa iba
en serio (yo le empujaba la cabeza agarr�ndola del pelo y orden�ndole a los
gritos que chupara, que era una puta de verdad y que le gustaba todo eso),
medio que se entreg�. Nunca supe si su cara de enojo y humillaci�n era de
verdad o ser parte del juego de ella, porque a pesar de esas caritas en
ning�n momento opuso resistencia, de ning�n tipo. Apenas dijo "nooooo"
suavemente cuando Pedro le apoy� el torso en una silla, la levant� de atr�s
y se la meti� en la concha de un tir�n. Mar�a s�lo gem�a con la boca
abierta, cada vez m�s fuerte, situaci�n que aprovech� para ponerme del otro
lado de la silla y meterle la pija en la boca. Eso la sobresalt�, era la
primera vez que ten�a dos pijas a la vez. Pero yo no la dej� reaccionar de
su sobresalto, la agarr� del pelo y le empec� a coger la boca con fuerza. Ya
no sab�a si los gemidos de Mar�a eran por la pija en la concha o en la boca,
de tan duro que le estaba dando.


Pedro se calent� mucho al verme y la empez� a coger
tambi�n con fuerza. Verla as�, atada y con dos tipos cogi�ndola era un
sue�o, era mi sue�o. "Pegale en el culo que le gusta", le dije a Pedro y mi
amigo respondi� con una sucesi�n de cinco nalgadas fuertes en el culo de
Mar�a, que dijo "aaaaaaaay" en los cuatro primeros y en el quinto no pudo
reprimir el "s�iiiiiiii". Y yo no pude reprimir el lechazo y le inund� la
boca y la cara de una manera incre�ble. Le ca�a leche por toda la cara y en
la boca le hab�a quedado mucha tambi�n. Pedro sinti� que iba a acabar,
entonces la agarr� del pelo, la dio vuelta y le acab� �l tambi�n en la boca
y en la cara. Pedro le ordenaba que abriera la boca, porque al principio la
hab�a mantenido cerrada.


Nos repusimos apenas unos minutos. Mar�a quer�a ir al
ba�o y fue gracioso llevarla as� atada y sentarla en el inodoro. La at� las
manos juntas a una columna que tengo en el medio del respaldo de la cama y
la puse en cuatro. Despu�s de manosearla por un buen rato empec� a meterle
suavemente la pija en el culo. Mar�a por lo general no necesitaba
lubricaci�n previa, porque se calentaba tanto que siempre lo ten�a
dispuesto. Pero ese d�a entraba de verdad como por un tubo.


Enseguida la estaba bombeando mientras la agarraba del
pelo. Pedro se ubic� debajo y le meti� la pija por la concha. Mar�a estaba
siendo cogida por dos tipos a la vez y no parec�a disgustarle, a pesar de
que cada tanto segu�a diciendo que no, que no era una puta para que la
trataran as�... A veces hasta parec�a que en sus gemidos se escapaba un
llantito, pero no hac�a nada y gozaba, se notaba que gozaba. Despu�s
cambiamos posiciones y Mar�a se neg� por un rato, no quer�a que Pedro le
haga el culo, pero finalmente se lo hizo igual ante sus protestas d�biles.
La cogimos entre los dos un rato hasta que otra vez le acabamos los dos en
la boca, esta vez al mismo tiempo. Yo la agarraba del pelo y le ordenaba
tragar mientras le lache le ca�a encima de la cara y en la boca.


Cuando nos repusimos, Pedro se visti� y se fue, no sin
antes agradecerme por el regalo y decirme que contara con �l cuando lo
quisiera, aunque yo sab�a que era la �nica vez con dos tipos. De todos
modos, faltaba la sorpresa final. Cuando la desat� a Mar�a y le saqu� la
venda de los ojos, pudo ver la c�mara que estaba en la habitaci�n y que
hab�a filmado toda la noche. Me mir� desconcertada pero a la vez resignada.
Entonces le expliqu�: "el juego sigue, si no quer�s que este video le llegue
a gente que no le gustar�a verlo, me ten�s que complacer en lo que te pida y
cuando te lo pida". Mar�a puso cara como para empezar a protestar, pero de
repente me mir� con ese brillo de puta en los ojos y me pregunt� "�cu�nto
tiempo?". "Tres meses", le contest�, sabiendo que era un juego, s�, pero lo
est�bamos llevando cada vez m�s lejos. Y m�s peligroso.



(Continuar�)




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Relato: Mi puta esclava (1)
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