Relato: Amigos con derecho (II y final) En la mañana salimos a las
4 am de Caracas y no comentamos nada por un buen rato. Pero, de repente
me dijo que esa era quizás la mejor tirada de su vida y que nunca
lo había hecho con un hombre, yo le confesé que era gay y
que tenía una relación muy estable la cual no estaba dispuesto
a sacrificar por nada ni por nadie. Por su parte, él estaba en la
misma situación con su familia. Aunque para mi sorpresa me dijo
que él y su esposa sabían que esto iba a pasar y que habían
discutido varias veces el tema, es más, ella lo había alentado
ya que no podía satisfacerlo todo el tiempo debido al tamaño
de su miembro. Y aunque siempre sospecharon de mí, también
pensaron que era la única persona de la cual ella no sentiría
celos por la amistad que nos unía. Fue agradable poner las cartas
sobre la mesa y a medida que salieran las oportunidades de estar juntos,
iríamos viendo.
La oportunidad se dio más
rápido de lo esperado. En la hacienda quesera nos alojaron en la
misma habitación que era del primo de Mario, el cual estaba en Valencia.
Nos vimos por unos segundos pensando que estaríamos solos otra vez
y que continuaríamos lo que ya habíamos comenzado. Durante
el día, esperando por los quesos, recorrimos la propiedad, nos bañamos
en el río viendo las iguanas y siempre con ganas de abalanzarnos
el uno sobre el otro, lo que añadía fuego a lo que vendría.
En la noche después de unas
cervezas, nos fuimos a "dormir ya que teníamos que regresar
a Caracas". Apenas entramos al cuarto nos entrelazamos en un largo
beso y empezamos a desnudarnos desesperadamente. Enseguida me llevó
la boca a su guevo, el cual hoy parecía más grande. Comencé
a mamarlo y tragármelo hasta lo máximo que pude, mientras
él acariciaba mi culo. De repente la puerta del cuarto se abrió
y encendieron la luz, era Simón, el primo, que adelantó su
viaje y que realmente nos agarró con las manos en la masa. Su primera
reacción fue de sorpresa, pero de repente cerró la puerta
y se acercó y le dijo a su primo en un tono agresivo si yo podía
mamárselo también. Mario me miró y con cara resignada
le dijo que sí. De repente, me vi mamando 2 guevos a la vez, mientras
ambos me acariciaban y jugaban con mi culo.
Mario me susurró en el oído
que me iba a penetrar. Yo asentí, se puso el condón y comenzó
a cojerme suave al comienzo, pero como un toro después. Parecía
que el hecho de que yo mamara a su primo y él me cogiera, los tenía
a ambos fuera de sí. Gritaban y se movían con agresividad
y frenesí. Yo estaba completamente entregado a este par de sementales.
No tardaron en acabar uno en mi boca y el otro en mi culo. Nos relajamos
y nos acostamos a descansar, aunque las cuatro veces más que tiramos
no nos dejaron dormir mucho. A pesar que su primo siempre me trató
como el hueco que estaba usando para desahogarse, para Mario yo era el
amigo con quien hacia el amor.
De regreso a Caracas lo comprobé,
me pidió hacerlo él y yo solos, paró la camioneta
a un lado de la autopista, me desnudé y me senté sobre su
guevo y aunque me dolía como nunca debido al uso y abuso de la noche
anterior. Sentí que Mario tenia derecho a disfrutar de mí
como él quisiera. No me importaba el dolor, solo quería su
placer así que me moví sobre él como si estuviera
en un potro salvaje hasta que explotó dentro de mí. Verlo
convulsionar en la acabada como lo hizo, fue el mejor regalo que mi amigo
pudo hacerme. Ya en la autopista de nuevo sentamos las bases de nuestra
relación especial de amistad, es decir, Amigos con Derecho.
FIN
Por Towers
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Relato: Amigos con derecho (II y final)
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