Esa noche no consegu�a conciliar el sue�o. Por una parte
sent�a el cuerpo satisfecho y saciado. Echado en la cama, desnudo, me acariciaba
los pechos, las nalgas, los muslos, el vientre que Alberto y todos esos machos
hab�an disfrutado todo lo que quisieron en el edificio en construcci�n.
Recordaba las duras, grandes y vigorosas pollas entrando y saliendo en mi boca,
y la sensaci�n fabulosa de c�mo penetraban con violencia, una tras otra, mi
dolorido culo, y el excitante dolor de los correazos en mis nalgas.
Pero estaba lo otro, la amenaza de Alberto, ese chico que
parec�a tan majo y sonriente, y que de pronto se hab�a convertido en un peligro
desconocido. �Qu� dec�a hacer yo? �Someterme y acudir a la cita? �Ignorar la
amenaza y esperar que se desvaneciera sin m�s? Agitado, inquieto, acab� por
dormirme ya de madrugada. Estaba en el sue�o m�s profundo cuando me despert�
sobresaltado por el tel�fono. Eran las ocho de la ma�ana en el reloj de la
mesilla. Cog� el auricular. La voz risue�a era inconfundible.
- Hola Dani, putita, cielo �has dormido bien as� bien
folladita, bien llenita de semen de machos?
- Hola, Alberto.
- Te oigo poco animada putita. Ya sabes que tenemos una cita.
- Oye, Alberto, lo pas� muy bien ayer, pero hoy estoy muy
liado...
- Para, para, para... tu no tienes nada m�s importante que
hacer que obedecerme putita, y preparar bien tu cuerpo para que lo disfruten
todos los que yo quiera.
La voz era cari�osa y suave, pero yo sent�a vibrar la
amenaza. Me despert� por completo y decid� colgar el tel�fono. Me sent� en la
cama, a pensar. �Habr�a colgado de verdad mis fotos en Internet? Desnudo como
estaba fui a la mesa de trabajo y encend� mi ordenador. Tecle� la direcci�n web
que me hab�a dicho. All� estaba el dichoso clic para cambiar de mi conexi�n a la
906, un gasto serio. Tras vacilar unos segundo, puls� y la pantalla parpade� en
el cambio de conexi�n telef�nica. Era una web de fotos y v�deos de sexo y hab�a
tantas opciones que me qued� pensando por d�nde empezar.
De pronto, el puntero del rat�n empez� a moverse con vida
propia en la pantalla, puls� un bot�n, se abri� una pantalla, volvi� a moverse,
puls� de nuevo y ante mi at�nita mirada se abri� una foto bien expresiva de la
org�a de ayer. All� estaba yo, echado boca arriba en el suelo de azulejos, con
las piernas levantadas muy abiertas, mientras la polla de Alberto penetraba
obscenamente mi culo y rodeado de t�os con grandes pollas enhiestas. De repente
se abri� una pantalla lateral �y all� estaba el rostro sonriente de Alberto! Su
voz divertida me lleg� por los altavoces del ordenador.
- Guau, Dani, putita preciosa, luces bien en las fotos, se ve
que disfrutas. Ahora mira.
Empezaron a cerrarse y abrirse fotos, una tras otra, en la
pantalla de mi ordenador. Era toda una galer�a de escenas de la org�a de ayer en
el edificio en construcci�n. Yo cre�a que s�lo hab�an tomado fotos cuando
Alberto me me� en la boca y me foll� en el suelo como a una mujer, pero no era
as�, estaba todo, desde la follada junto al coche y todas las penetraciones del
grupo de obreros. Me hab�an estado fotografiando todo el tiempo. Y lo peor era
mi expresi�n, se notaban mis gestos de dolor por las pollas demasiado grandes,
pero tambi�n mi cara de placer, de ansiedad, de que disfrutaba follado por todos
esos machos. Y debajo de cada foto el mismo r�tulo: "Soy Daniel �Quieres
disfrutar mi cuerpo? Estoy en alquiler."
De nuevo se abri� la pantalla lateral y reapareci� el rostro
sonriente de Alberto.
- �Te has puesto cachonda vi�ndote Dani? Yo tengo la polla
tiesa como un palo, mira que est�s buena, zorra. �Qu� te parece? �Paso tus fotos
a la parte gratis de la web?
- �C�mo has entrado en mi ordenador?
- Cielo... no seas tonto. Yo entro en cualquier ordenador que
me de la gana. Tengo tu direcci�n, ayer mir� tus documentos en tu cartera... y
eres tan tontito con las claves... De hecho, ahora tu ordenador lo manejo yo y
he copiado todos tus archivos... por ejemplo, la libreta de direcciones de tu
correo electr�nico... m�rala...
Efectivamente, como si fuera una pesadilla, mi libreta de
direcciones se despleg� un momento en pantalla, se cerr� y reapareci� el
sonriente Alberto.
- Divertido �verdad? Oye, estoy pensando �y qu� tal si
enviamos esta bonita colecci�n de fotos a todo el listado de tu libreta de
direcciones?
Sent� que se me encog�a el est�mago. All� estaban mis jefes,
mis compa�eros de trabajo... Comprend� que Alberto me ten�a bien cogido y jugaba
conmigo a su antojo. Decid� que no ten�a otra salida que rendirme a sus
caprichos.
- Por favor, no me hagas eso. Har� todo lo que tu quieras.
- Vaya, eso me ha gustado, a lo mejor eres menos tontita de
lo que pensaba. A ver, quiero oirte decir clarito que eres una hembra putita y
cachonda, que quieres ser mi esclava sexual y que yo soy el due�o de tu boca, tu
culito y todo tu cuerpo. Venga, venga, quiero oirte bien, ac�rcate al micro...
Ya o empiezo a jugar con tu correo electr�nico.
- Vale, vale, soy tu hembra putita y cachonda, todo mi cuerpo
es tuyo y de todos los que tu quieras, para que me disfruten y me follen la boca
y el culo... �est�s contento?
- �Qu� m�s esclavita m�a?
- Quiero ser tu esclava sexual, me someter� a todos tus
caprichos...
- Bueno, veo que ya has entendido las cosas cielito. Ya sabes
lo que eres, as� me gusta putita. Ahora tengo que dejarte para ocuparme de otras
putitas como tu, pero no te olvides, a la una en punto quiero verte donde ayer y
vestida de forma que se me ponga tiesa s�lo de verte, zorra... �ah! Quiero que
te pongas pendientes.
- Hoy no puedo llevar el coche, me lo hab�an dejado y tengo
que devolverlo ahora.
- Ay, nena, pues vienes en metro y as� que te soben un poco
para tenerte cachonda, anda. Bueno, hasta luego y no lo olvides: quiero ponerme
a cien con s�lo verte. Prepara bien el culito, que va a hacer horas
extraordinarias, putita. Chao.
Tras un parpadeo, la pantalla de mi ordenador volvi� a la
p�gina que hab�a abierto antes de la fantasmag�rica aparici�n de Alberto. Me di
cuenta que hab�a ca�do en las manos de un list�simo "hacker" que utilizaba sus
habilidades inform�ticas para dar rienda suelta a sus perversiones sexuales. Un
estremecimiento me recorri� la espalda. �Hasta d�nde ser�a capaz de llegar
Alberto con el poder absoluto que le daba su capacidad de chantaje? Hasta mi
trabajo estaba en el aire. No quer�a ni pensar la llegada de esas fotos a
cualquiera de mis compa�eros o de mis jefes, todos muy conservadores, muy
r�gidos. Alberto ten�a todos mis datos. Bueno, por lo menos, dinero no ten�a
mucho en mis cuentas, ya quisiera yo. Pero estaba claro que lo suyo no era el
dinero, le gustaba ser el due�o, el amo, esclavizar personas y divertirse con
ellas. Y yo me hab�a convertido desde ahora en una de sus esclavas sexuales.
Como no ten�a que ir al trabajo, s�lo ten�a que dejar el
coche en el garaje del amigo que me lo hab�a prestado, me duch� y arregl�
despacio, pensando. Luego record� que no pod�a provocar a Alberto, ten�a que
vestirme para que le excitara y estuviera contento. Me maquill� un poco los
labios y los ojos, acentu� con espuma los rizos del pelo y contempl� mi cuerpo
totalmente depilado en el espejo. Me acarici� suavemente. Me gustaba verme as�,
atractiva, mujercita, suave... incluso not� que mi polla, casi siempre floja,
empezaba a ponerse tiesa. Mir� en el espejo mis nalgas todav�a doloridas de los
golpes y correazos de ayer. Realmente estoy buena, para echarme buenos polvos.
Escog� una braguita tanga muy peque�ita, de lam� dorado. Me
la puse delicadamente, hasta sentir la deliciosa sensaci�n de la fina cinta
entre las nalgas, penetrando mi rajita. Me puse luego un top el�stico de lycra
color fucsia, muy escotado, sin mangas, los hombros al aire, y muy cortito, s�lo
tres o cuatro dedos por debajo de los pechos. Me encanta ver c�mo la lycra marca
los pezones. De mi colecci�n de shorts opt� por uno muy ajustado de tela blanca
fina, muy de verano, que dejaba traslucir la braguita dorada. Tiene la cintura a
media cadera, como cuatro dedos por debajo del ombligo y llega justo a las
ingles, as� que al inclinarte o sentarte o subir unas escalera se te ven buena
parte de las nalgas.
Recordando las �rdenes de Alberto me puse un cintur�n dorado
de cord�n, un brazalete muy vistoso en el brazo izquierdo, unas pulseras en la
mu�eca derecha, una esclava dorada y con perlitas de n�car en el tobillo
derecho, una gargantilla de cord�n dorado y el toque excitante de unos
pendientes de racimo de perlitas. Ya lanzado decid� ponerme unas sandalias
doradas de tac�n. Me mir� en el espejo y pens� que los amigos que me follan y
dicen siempre que soy toda una mujercita tienen raz�n. S�lo me faltan las tetas,
por mi miedo insuperable a los efectos de las hormonas. Con unas tetas postizas
debajo del top pasar�a completamente por mujer. A esas horas ya me sent�a
excitado a tope. El p�nico al chantaje de Alberto era superado por mi ansia de
sentirme mirada y pose�da.
Esta vez decid� no llevar documentos, tarjetas ni nada que le
sirviera a Alberto para su chantaje, aunque a buenas horas, porque ya deb�a
tenerlo todo. Met� la llave del piso y unos pocos billetes en el bolsillo del
top y cog� la llave del coche. Eran ya casi las doce y a esa hora no hay muchos
vecinos en la casa. No me encontr� a nadie, lo que me alegr� porque, aunque ya
est�n acostumbrados a verme con pinta afeminada, esta vez realmente era un cante
excesivo. Lo primero que hice fue llevar el coche al garaje de mi amigo, y me
fui a tomar el metro en la plaza de Callao, disfrutando miradas cachondas,
gestos descarados y alguna que otra frase soez que me dirig�an.
Sinti�ndome bajo el dominio de Alberto me parec�a que deb�a
adaptarme otra vez al papel que m�s me gusta, el de prostituta callejera. Ya lo
hab�a sido a�os atr�s. Camino de Callao pas� por la elegante puerta de un hotel
en cuya piscina, situada en la terraza del alto edificio, yo hab�a ejercido de
prostituta, controlado por el conserje de la piscina, que me ordenaba bajar a
tal o cual habitaci�n y lo que ten�a que cobrar al tipo o tipos que me hab�an
visto en la piscina y me esperaban para follarme. Luego el conserje se quedaba
dos terceras partes del dinero, pero era el que me proporcionaba los clientes, y
adem�s yo no lo hac�a por necesidad del dinero, sino para la excitaci�n que
siempre me ha producido venderme como una puta. El tipo que te ha pagado es m�s
duro y exigente para ordenarte que hagas todo lo que le apetece, follarte e
incluso pegarte sin contemplaciones.
Sal� del metro en Vallecas y camin� por Albufera. All� las
obscenidades e insultos morbosos subieron de tono, pero enseguida me desvi� por
una bocacalle hasta llegar a la esquina de Pe�a Prieta donde ayer ligu� con
Alberto. O me lig�, que ya no lo se. Una mano me cogi� el trasero, hurgando los
dedos �speramente entre mis nalgas. Era Alberto, sonriente como siempre, como su
cara alegre de chico bueno que no ha roto un plato. Nadie creer�a que estaba
ante un audaz "hacker", un c�ctel explosivo de cerebro inform�tico, perverso
sexual y consumado chantajista.
- Hola putita, te has pasado. No se c�mo no te violan en
plena calle. Claro que es lo que te gustar�a, zorra.
Empezaba mi primer d�a como esclava sexual de Alberto, pero a
esa hora no pod�a imaginar siquiera las cosas a las que habr�a sido sometido
antes de que llegara la ma�ana del d�a siguiente.
(seguir�)