Relato: El Despertar de Rosita





Relato: El Despertar de Rosita


"El Despertar de Rosita"




Rosita lleg� de casa de su amiga Luisa con sus pantaletitas
totalmente mojadas despu�s de haber visto con ella la pel�cula porno, a sus 18
a�itos nunca hab�a visto algo parecido por lo que sus j�venes hormonas estaban a
mil!



Meses atr�s hab�a sentido por primera vez la necesidad de
tocarse su "cosita" lo que la llev� a introducirse una vela de las muchas que su
abuela sol�a tener para sus santos. De aquella manera fue que rompi� su himen y
tal susto la apart� de todo pensamiento cachondo hasta ese d�a en que su amiga
la invitara a disfrutar el video XXX.



Eran las 4 de la tarde, su pap� estaba en el trabajo y su
mam� y abuela iban de compras como todos los viernes para acudir despu�s a la
iglesia para la misa de 6, por lo que no estar�a sola en casa por lo menos hasta
las 7 p.m. Consiente de esto entr� a su cuarto y se despoj� apresuradamente del
uniforme de secundaria, dejando s�lo su corpi�o, las blancas calcetas y el
bikini de algod�n color rosa a�n h�medo a fuerza de repetir una y otra vez las
im�genes del video que se negaban a abandonar su peque�a mente.



Sent�a morderle el calor de su cuerpo, por lo que abri� en
par la ventana dejando entrar la brisa de la tarde misma que mec�a suavemente
las colitas que colgaban a ambos lados de su cabeza, as� como los delgados
listones con las que estaban peinados. A unos metros se encontraba el taller
mec�nico vecino, pero la barda que los divid�a era lo suficientemente alta como
para impedir la vista de su habitaci�n a miradas indiscretas, por lo que se
sent�a confiada.



Sin esperar m�s se tumb� en la cama entre sus m�ltiples
mu�ecos de peluche con las piernitas abiertas y de inmediato comenz� a
satisfacerse a si misma con su manita derecha. Con su dedo dibujaba la l�nea
juvenil pero hambrienta de su puchita la cual parec�a querer devorar la tela
para alcanzar el placer directo de su dedo complaciente.



La nenita entre cerr� sus negros ojos gozando de la caricia
auto propiciada, levantando su corpi�o para dejar libres sus peque�as tetitas ya
nacientes, como dos peque�os conos firmes y desafiantes, con sus pezones
erguidos e inchados por el placer por tantos meses reprimido ofreci�ndoles un
ansioso masaje con su mano libre. Despu�s de algunos instantes aquello ya no era
suficiente, por lo que la ni�a se despoj� de su bikini arroj�ndolo a un lado
sobre la cama, continuando el proceso de auto satisfacci�n directamente sobre su
ansiosa cuevita. Su mano recorr�a dulcemente el contorno de su monte de venus,
cubierto recientemente por una oscura y delicada pelusilla, sus n�biles labios
vaginales no dejaban de secretar el precioso tesoro de sus jugos vaginales,
nuevo y abundante. Los ligeros gemidos no tardaron en abandonar sus suaves
labios cuyos ecos se escond�an en la privacidad de su habitaci�n.



Los instantes transcurr�an mientras su delgado cuerpecito se
estremec�a ante la intensidad de las sensaciones que recib�a, las que se aunaban
a la deliciosa frescura del viento que, entrando por la ventana, se impactaban
directamente en su abierta intimidad. Sin dejar de gozar su puchita, con la otra
mano busc� aun lado de la cama sin saber bien qu�, y como si los demonios de la
lujuria estuvieran de su lado sobre el bur� sus dedos toparon con uno de esos
marcadores que utilizaba para sus labores escolares. Su infantil mente ya no
razonaba y como pose�da se llev� el marcador a su boca para besarlo, lamerlo y
succionarlo ansiosamente como si fuera el �ltimo de los caramelos.



El instrumento escolar entraba y sal�a de su peque�a boquita
una y otra vez con la misma velocidad y ritmo con la que masajeaba su rosada
intimidad p�bica. Ya perfectamente lubricado con su salivita, la ni�a procedi� a
colocar el marcador entre sus labios vaginales sob�ndolo suavemente desde su
sensible cl�toris hasta el extremo inferior de los mismos. La puchita
pre-adolescente agradeci� de inmediato el regalo, abriendo y cerrando los labios
alrededor del cil�ndrico objeto engull�ndolo como si se tratara de una peque�a
planta carn�vora!



Lo que Rosita no sab�a era que unos ojos pervertidos invad�an
su intimidad�!



�


CONTINUARA. ;-)


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