Relato: Mi pupilo y yo



Relato: Mi pupilo y yo

Soy Felipe y me gradu� del colegio hace casi ya 7 meses. Para
ser lo m�s independiente posible, trabajo dando clases de �lgebra desde que
entr� al PRE, pues el horario de mi carrera (de 7:00 AM a 3:00 PM) no me permite
tener un trabajo estable. Adem�s, me gusta ense�ar y el �lgebra es mi materia
favorita.


Un d�a, mi madre me dijo que su prima Leticia, a la cual yo
no conoc�a, quer�a que le d� clases a su hijo, as� que fui.



Ola campe�n, �aqu� es la casa de la familia Seminario?


S�, aqu� es, me respondi� un ni�ito muy amablemente. - �A
qui�n busca?, me interrog�.


A la Sra. Leticia, puedes llamarla.


Claro, espera aqu�.



Despu�s de un buen rato me atendi� una mujer, alta, morena,
de bonito cuerpo y muy bien vestida, era la Sra. Leticia.



Buenas tardes Sra. Leticia. Soy Felipe Gangotena, el hijo
de Sara Cordero, mucho gusto, para servirle.


�Ah, el gusto es m�o!, vaya que s� que has crecido, �no me
recuerdas? Supongo que no, eras apenas un beb� cuando te conoc�. Pero pasa,
s�gueme por favor, est�s en tu casa.


Muy amable, con permiso.


Descuida, sigue no m�s.


Gracias.



Pasamos por un peque�o recibidor hasta llegar a un largo
corredor y entramos en la segunda puerta a la izquierda, era el estudio.



Si�ntate por favor, deseas algo de beber.


Si, muchas gracias, agua por favor.


Muy bien la traigo enseguida.



Mientras esperaba el vaso con agua, observ� la habitaci�n
donde estaba. Era un estudio de proporciones no muy grandes, muy acogedor y bien
iluminado. Ten�a un librero empotrado en la pared de madera muy fina, que
llegaba casi hasta el tumbado. El escritorio era bien largo, dando la forma de
un cub�culo de trabajo donde los oficinistas trabajan. Y sobre �l, hab�a un
computador muy bacano, con monitor LCD, fant�stico, justo el modelo que yo
quer�a. Me levante para observarlo m�s de cerca, cuando la Sra. Leticia entr�.



Aqu� est� tu vaso con agua, Felipe.


Muchas gracias, Sra. Su computador es muy bonito, le dije.
Y tiene todos los accesorios necesarios para una oficina.


Si t� lo dices, yo en realidad no lo uso, no me llevo con
las computadoras. Mis hijos y mi esposo son los que lo usan.



En ese instante entr� el ni�ito que me abri�, la puerta.



Mami, L�ster no quiere levantarse.


Hay, este muchacho. Disc�lpame, voy a tener que ir a
despertarlo yo misma. � Oye, ya saludaste a Felipe, le increp� al ni�o.


Ya nos saludamos en la puerta, cierto amiguito.


S� mami, es verdad.


S�. Pero no te has presentado.


Ola, yo soy Ricardo, como estas.


Bien gracias, y yo soy Felipe, mucho gusto.



La Sra. Leticia sali� del estudio y Ricardo y yo nos quedamos
a charlar.


Me cont� que ten�a 6 a�os, y que le gustaba mucho ir a la
escuela, porque ten�a muchos amiguitos y que con su hermano mayor no se llevaba
muy bien, ya que �l le tiene fastidio, pero con el resto de la familia, no ten�a
problemas. Se notaba a leguas, que era el mimado.


Ricardo es un ni�o bien parecido, tiene un hermoso cabello
lacio, color casta�o oscuro, de piel blanca, contraste con el de su mare, pero
supuse que su pap� era blanco tambi�n y ten�a raz�n. Justo en ese instante lleg�
su padre.



Ola, mijito, como est�s, y ambos se besaron en la mejilla,
pero Ricardo se abalanzo sobre el cuello de su padre.



Antes de saludarme, me qued� admirado de la belleza de ese
hombre. Era bien parecido a Ricardo, pero hecho hombre. Bien alto, de piel
blanca, cabello lacio y casta�o abundante, con unas patillas largas. Estaba
vestido de camisa a cuadros, manga larga, algo ajustada que dejaba entrever un
cuerpo fornido, sus jeans azules intensos bien apretaditos, me vislumbraron un
gran paquete entre sus piernas, que me dieron granas de explorarlo. Su
apariencia era muy juvenil, me costaba creer que tenga un hijo como de la edad
de Ricardo, pero a�n uno mayor.



Ola, muchacho, t� debes ser Felipe, el hijo de Sarita,
cierto.


S� se�or, es un placer conocerlo, Felipe Gangotena, a sus
�rdenes.


Yo soy Iv�n Seminario, el gusto es m�o. Vaya que haz
crecido, no.


S�, su esposa tambi�n me lo dijo.


Claro, nosotros te conocimos en tu bautizo, eras un bebe
todav�a, y ahora ya estas casi un hombre. �Cu�ntos a�os tienes?


16 a�os se�or.


Solo 16, pareces de 18. Y en que curso vas.


Yo ya me gradu�, estoy en primer a�o de universidad.


Vaya, o sea que eres inteligent�simo.


Bueno, yo no creo eso. Mas bien creo que ser perseverante.


Que bien, como quisiera que mi L�ster fuera as� tambi�.




En ese momento lleg� la Sra. Lucrecia y saludo a su marido
con un abraso y un r�pido beso en la boca. Vi�ndolos juntos, �l parece menor que
ella y yo estaba en lo cierto, como lo comprobar�a despu�s. Finalmente apareci�
mi futuro alumno.



Felipe, este es L�ster, su alumno dijo la Sra. Lucrecia.


Saluda a tu nuevo profesor, campe�n, acot� don Iv�n.



Le extend� mi mano para saludarlo y presentarme.



Mucho gusto L�ster, soy Felipe Gangotena, tu nuevo
profesor.


S�, ola soy L�ster.



Su saludo fue muy indiferente y se notaba claramente que la
situaci�n no le agradaba para nada, pero a m� su figura me enganch� de una,
estaba buen�simo.


Los dem�s abandonaron la habitaci�n y nos dejaron a solas,
con la puerta cerrada.


L�ster estaba a�n con cara de sue�o y no quer�a saber nada de
�lgebra. Yo entendiendo eso decid� platicar con �l sobre su vida y no tocar el
tema de la clase.



Y bueno, L�ster, cuantos a�os tienes


13 a�os, dijo secamente.



Yo me qued� perplejo. Ese muchacho con ese cuerpazo tan solo
ten�a 13 a�itos. Si casi parec�amos de la misma edad, a no ser porque mi
rasurada barba me delataba. De ah� �ramos parecidos. Altos, delgados pero bien
marcados. Cabello largo, aunque el suyo es algo rizado pero bien largo, en
cambio yo lo tengo completamente crespo y corto.


Segu� indagando.



Y en que curso ya vas.


En tercero del b�sico.


Que bien, y que piensas escoger de especialidad.


Todav�a no s�, me falta un a�o a�n.


Pero que te gusta hacer, no s�, como llevar las cuentas, o
armar rompecabezas, jugar pelota.


S�, el f�tbol me encanta.


Que ch�vere a m� tambi�n. De que posici�n juegas.


De delantero, pues claro. Su semblante fue mejorando y bajo
notablemente su resistencia hacia m�.


Yo prefiero ser defensa.


Ah, entonces no eres muy bueno, ahora me hablo con
arrogancia.


Y porqu� d�ces eso, si soy bueno en mi �rea.


Bueno, ser defensa es f�cil, no peleas mucho que digamos.,
entiendes.


No lo creo as�, pero digamos que tienes raz�n no me gustan
las discusiones sin sentido.


Porqu� lo dices.


Porque nada sacaremos discutiendo, eso lo ver�s en la
cancha.


Qu� es un reto.


Y t� que crees.



En ese instante L�ster subi� a su cuarto a buscar el bal�n.
Yo busqu� en seguida a su padre y le ped� permiso para salir a jugar pelota en
la cancha. �l acept�.


Reuni� a unos panas del barrio y todos jugamos. �ramos 6 en
cada equipo. Fuimos a bandos contrarios.


Ni bien arrancamos, L�ster domin� el bal�n y comenz� a
avanzar con la finalidad de anotar, acaparando el bal�n. Debo reconocerlo, es
muy bueno. Se desmarcaba f�cilmente de todos y avanzaba r�pidamente por la
derecha. Finalmente lleg� hasta m�, y comenzamos a pelear por el bal�n. La lucha
no dur� mucho. Se lo quit� f�cilmente y se lo centr� a mi hombre de punta, quien
anot� un gol f�cilmente.


L�ster se qued� sorprendido y muy irritado. Cogi� el bal�n y
regres� a su casa.


Yo fui tras �l. Ese d�a me retir� y no cobr� mis honorarios,
pues no hice nada.


Al d�a siguiente fue todo m�s f�cil. Ahora, L�ster apareci�
de buen semblante, bien arregladito y estaba guap�simo. Vestido con una camiseta
pegadita a su cuerpo, pod�a ver claramente su marcado cuerpo, unas bermudas
largas y anchas imped�an que adivinara sus formas inferiores, pero las
pantorrillas estaban visibles y eran muy tucas.


Pero lo que m�s me gustaba de �l eran sus enormes ojos plomos
coronados exquisitamente por esas espesas cejas negras y su cabello que le ca�a
sobre las orejas, remataba esa carita preciosa, llena de virilidad. El resto de
su ser me lo imagin� y me cost� trabajo concentrarme en lo que estaba haciendo.


Empec� a explicarle la lecci�n, y me asombr� la rapidez con
que entend�a y cuando resolv�a los ejercicios los hac�a sin mayores
dificultades.


Despu�s de una semana de clases llegu� a la conclusi�n que el
�nico problema de L�ster era que le hac�a falta atenci�n, estimulaci�n.


Terminada la clase, les hice conocer de mi parecer a los
padres de L�ster.


Don Iv�n pens� que ten�a raz�n as� que me contrataron como su
tutor, para que lo guiara en sus tareas acad�micas.


De ah� en adelante, nuestra reilaci�n se hizo m�s fuerte, ya
�ramos amigos, buenos amigos. Jug�bamos pelota juntos, �bamos al gimnasio juntos
y de paso controlaba sus tareas. Muy pronto ya no necesitaba de m� para
resolverlas, pues es muy inteligente. Le ense�� que deb�a ser responsable, que
aprendiera a conquistar metas, no solo en el f�tbol, si no en todas los aspectos
de la vida, sino ser�a un fracasado y me escuch�.


La primera vez que fuimos a mi casa, un departamento, donde
vivo solo con mi madre, nuestra relaci�n subi� un gran escal�n.


El departamento es grande y espacioso. Fuimos a mi cuarto que
tambi�n es amplio. L�ster enseguida cogi� las mancuernas que hab�an ah� y
comenz� a hacer ejercicios. Vi�ndolo en mi cuarto, ah� sudorosito haciendo
ejercicios, viendo como sus m�sculos se hinchaban y su respiraci�n se agitaba,
me puse duro de inmediato. Decid� acompa�arlo y me cambie de ropa en frente de
�l. Cuando me qued� en calzoncillos, L�ster no pudo evitar repara en mi gran
bulto y me pregunt�.



Vaya, Pipe, la tienes dura, por qu�.



Dud� en responder.



Bueno, se me para a menudo, de la nada se me para. Creo que
soy muy caliente.


Oye, yo tambi�n soy as�. Te puedo hacer una pregunta de
hombre a hombre.


Claro, h�zmela.



Me sent� en la cama, a�n estaba en calzoncillos. L�ster dej�
las mancuernas y me mir� fijo a los ojos.



Tu, tu..., ya sabes, tu picha, �tiene forro o es pelada?
Como es que es que le dicen, circuncitado, no se c�mo es que es.


Ah, circuncidado. No soy circuncidado, s� tengo forro.


Y eso no te duele, porque a mi s�, un poco. Por eso no me
haga la paja muy seguido.


No, no me duele, nunca me ha dolido. A lo mejor entonces
necesitas que te hagas la circuncisi�n.



Yo estuve tratando de controlarme como si nada pasara, no
quer�a estropear la confianza que ten�a en m�.


Entonces L�ster se baj� los pantaloncillos y sac� su pene.
Estaba fl�cido, pero tiernito, regordito y totalmente cubierto, apenas se ve�a
la puntita de su glande.



Que crees L�ster, t� que sabes m�s, que debes tener m�s
experiencia en esto.


Bueno, no parece tan grave. Tal vez si te la corrieras m�s
seguido, suavemente, talvez el pellejo ceda con el tiempo. Yo recuerdo que mi
mam� me jalaba el forrito de peque�o precisamente para que vaya cediendo, pues
me dec�a que cuando tuviera sexo me doler�a si no lo estiro y eso me ayud�
,creo.


�AH!, si mi madre hubiera hecho lo mismo, suspir�.



Y se sent� triste, agobiado por el vac�o que sent�a dentro de
�l.


Al verlo as�, no pude contenerme y lo abrac� para hacerlo
sentir amado. L�ster reaccion� favorablemente y me abraz� tambi�n.


De repente, comenz� a besarme el pecho, estaba lamiendo mis
tetillas y me sent�a tan bien.



Est�s seguro de lo que haces, L�ster, le pregunt�.


S�, Pipe, tu eres el �nico que me quiere en este mundo, que
me quiere de verdad, que me comprende, que se interesa por m�, as� que quiero
entregarme a ti.


Oh mi amor, te quiero, en verdad te quiero.



Eso fue maravilloso para m�, no solo me alegraba
infinitamente sino que me quitaba un gran peso de encima.


Le quite su camiseta sudada, y sus pantaloncillos y lo deje
solo con sus b�xeres.


Nos acarici�bamos fuertemente las espaldas sin ninguna
inhibici�n. Mi pene se puso duro. Le agarr� las nalgas, tersas y h�medas, por
los ejercicios. En seguida se le par�.


Busqu� sus labios con mi boca, �vida de sus besos y nos
lamimos fuertemente. Lo agarr� fuertemente hacia m�, y nuestros cuerpos se
juntaron, chocando nuestros penes, y nos frotamos intensamente.


Lo detuve, y lo conduje a mi cuarto. Nos acostamos sobre la
cama.



Cari�o, quiero chap�rtela y t� har�s lo mismo, OK.


Claro, lo que tu digas, soy tuyo.



Esas palabras llegaron al fondo de mi ser. Su pene estaba tan
duro, dulcemente, le baje el forrito y enseguida percib� su olor a hombre, pero
este era especial, a�ejado m�s intenso, era grandioso. L�ster ya ten�a mi verga
en su boca y yo trataba de concentrarme en su pene, gimiendo poco. Le baje todo
el forro y se los estiraba m�s y regresaba. Su pene estaba dur�simo y era muy
venosito, derechito, sus bolas enormes me sorprendieron con muy poco bello, lo
que me encant�.


Comenc� a chupar sus bolas, y acariciaba suavemente su
glande, completamente descubierto. El forro finalmente cedi�. De ah�, me tragu�
su glande y escuch� como L�ster se jadeaba de placer. La mamada que me peg� fue
estupenda, �l tan ansioso, met�a sacaba mi pene de su boca muy r�pidamente que
al instante empec� a empujar para ayudarlo.


Sus casi 17 cm de verga me los tragu� hasta que llego a mi
garganta y aceler� mis tragadas, hasta que se vino y sent� su n�ctar caliente en
mi garganta, aunque no fue muy abundante.


Segu� lami�ndole las bolas tan ricas que tiene. Luego de un
rato.



L�ster, ya me vengo, quieres recibir mi lechecita.


Claro, claro, balbuceo.



Me vine en su boca, y en seguida L�ster afloj� mi pene y como
que se ahogaba, tosi� un par de veces y reg� mi semen en la cama.


Yo viendo que no pas� nada malo, cog� de mi semen y se lo
unt� en su bello rostro. L�ster me sonri� y sus ojos ten�an un brillo especial.



L�ster, ahora quiero cogerte por el culo para darte todo mi
amor.



El asinti� con la cabeza. Fui en busca de vaselina para
ayudar a lubricar. Yo ten�a una mala experiencia con el sexo anal. Cuando estaba
en el colegio, el entrenador de nataci�n me desvirg� salvajemente, sin usar
lubricaci�n y me doli� much�simo, pues su verga era realmente gruesa. Yo no lo
disfrut� para nada, as� que no quer�a que le suceda lo mismo a L�ster.


Le unte en el culo vaselina y en mi verga tambi�n.



L�ster, incl�nate hacia delante y apoya tus brazos en la
c�moda. Abre las piernas y s� fuerte.



Pero �l se neg�.



Pero que pasa L�ster, no quieres hacerlo.


No, papi, si quiero. Pero yo quiero verte a los ojos.



Eso me derriti�, su cari�o, su entrega. Era tan t�pico de �l,
siempre �vido de atenci�n. Acept� encantado.



Bueno mi amor es mejor as�. Si�ntate sobre la cama. Levanta
tus piernas y las vas a mantener elevadas. Si te cansas, coloca tus talones
sobre mis hombros, entiendes.


S� mi amor, te entiendo y volvi� a sonre�r.



Cog� mi pene y se lo comenc� a restregar en su culito
virginal, antes de penetrarlo.



L�ster, s� fuerte porque esto puede doler un poco, pero
pasar� y comenzar� el placer.


Claro mi amor, tu mandas.



Mi pene estaba m�s duro que nunca, la cabecita estaba
colorad�sima y mis venas estallaban. Comenc� a penetrar la punta de mi pene no
m�s para ver su reacci�n. Despu�s, de un empujoncito, met� todo mi glande y �l
se estremeci� un poco. Segu�a sonri�ndome, aunque hab�a un ligero gesto de
dolor.


Le saque el glande un poco y ahora s� de un solo golpe se la
met� toda mi verga, hasta la base del tronco, cosa que mi pubis choc� con sus
nalgas.


Lucas se estremeci� fuertemente y grit� de dolor.



Tranquilo mi ni�o, ya est� adentro. Lo dejar� ah� para que
tu culito se acostumbre.



Volvi� a sonre�rme. Pude ver como su pene se endureci� frente
a m�, que me provocaba chap�rselo. En eso L�ster, apret� mi tronco con su culo y
se sinti� tan rico.




Sigue mi amor, vuelve a hacerlo, le dije. Bueno, ahora voy
a empezar a follarte.



Lentamente saqu� mi pene unos cent�metros y volv� a
met�rselo. As�, carencialmente el divino vaiv�n hizo que mi L�ster empezara a
gemir, pero ahora de placer. Siempre lo miraba a los ojos, pues as� manten�a esa
conexi�n que �l tanto anhelaba.



Vamos mi ni�o, aguanta. �T� puedes campe�n!


Ah, aaah� Ho, ooh!..


Tu macho est� aqu� para darte la verga que te gusta.


Ah.. . aaah, aah� que rico, sigue��



Aceler� el vaiv�n.



Uhmm� sigue as� mi macho dijo �l.


Ahh�.. ohhhh�.., tranquilo cachorrito que te est�s haciendo
hombre, mi hombre.


Dale papi, eso es lo que quiero, aahh� ac�bame.



L�ster apoyo sus talones sobre mis hombros, como se lo hab�a
recomendado y me abraz� fuertemente. Nuestros labios se acercaron y nos besamos
apasionadamente mientras el vaiv�n se aceleraba cada vez m�s.



Ya campe�n, resiste no m�s, que estoy dentro tuyo.


S�, siiii.. lo s�ee� ac�bame mi rey, ac�bame�


Ahhh� ahhh�.. ohhhh �.si si siii..


Uhmm� uhmmm�. As�, as�, m�s fuerte�.



La cama estaba estaba que se desbarataba. Ya se acercaba la
hora de terminar.



Prep�rate, cari�o, ahh� que te voy a bautizar�


S�, sii�. Sigue no m�s�


Ahh, ahhh,�. Ahhh�



Las �ltima envestidas s� que fueron fort�simas, estaba
completamente extasiado y me viene.



Uhmmm, papi, que rico est� calientito�. Dijo L�ster.



Yo segu� empuj�ndola, sacaba lentamente y volv�a a meter
profundo y violento hasta que terminara de expulsar todo mi semen y se me bajara
un poco. Otras vez nos besamos y nos quedamos abrazados, gimiendo de placer y
cansancio.



Ahh. Ahh� ahh..


Uhhmmm�. Uhmmmm�


Te amo Felipe te amo mucho



Yo quise despegarme, pero L�ster no me dej�. Mi pene se baj�
y se sali� de su culito que estaba rojito y mojadito, ol�a tan bien. Me sent�a
fenomenal, como nunca antes, era la primera vez que romp�a un culito, el culito
de mi macho, de mi L�ster.



Decid� dejarlo as� y vi que �l estaba medio ca��n . As� que
le corr� la paja, baj�ndole y subi�ndole el forrito para que cediera, se lo
estiraba para bajo. L�ster comenz� a gemir de nuevo y se le puso dur�simo.
Aceler� la cadencia de las jaladas y �l gritaba de placer, hasta que eyaculo su
deliciosa lechecita caliente. Yo me la chupe toda, estaba riqu�sima. Despu�s nos
quedamos dormidos desnudos hasta el anochecer.


Cuando nos levantamos, L�ster me confes� que le ard�a el
culo, as� que prefer�a quedarse en mi casa esa noche, pues no cre�a resistir el
trayecto hasta su casa en bici.


Llamamos a sus padres para pedirles permiso y aceptaron,
L�ster pasar�a la noche conmigo� lo que pas� despu�s se los contar� en mi
pr�xima historia�


Gracias por su atenci�n, Felipe.


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Relato: Mi pupilo y yo
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