Relato: El escondite (4)



Relato: El escondite (4)

EL ESCONDITE IV



Al d�a siguiente de la nota, Alex y yo no nos vimos en la
escuela. Seg�n supe despu�s se sent�a enfermo. Esto me hab�a dejado en un
dilema. Por un lado, no podr�a tocar a mi mejor amigo, y ya el tiempo se me
estaba haciendo dif�cil de tolerar. Pero por otra parte, ten�a tiempo para
reflexionar sobre todo lo que hab�a pasado en menos de 2 semanas, y como podr�a
alterar mi amistad con �l. Ya no estaba confundido por estar cogiendo con Alex,
porque creo que ambos nos quer�amos, pero me mortificaba que Richard pod�a haber
tenido la raz�n despu�s de todo este tiempo. �Acaso s� era maric�n? Me costaba
aceptar algo contra lo que hab�a luchado todo el tiempo que hab�a estudiado con
ese chamo. Pero no sent�a atracci�n por nadie m�s, solo era Alex.



No voy a decir que lo llor�, pero si sent�a que me faltaba
alguien, era como parte de mi familia. Richard aprovech� para hacerme la vida
imposible, pues Alex no estaba para ayudarme. Mi madre dec�a que era envidia
porque gracias a mis excelentes calificaciones me llevaba la atenci�n de todo el
colegio, profesores, compa�eros y otros representantes. Mi padre por otro lado
me dec�a que cuando lo viera le diera un golpe en la boca del est�mago. Pero no
era f�cil tocar a alguien que es como medio metro m�s alto y fuerte que t�, que
es el ni�o problema del sal�n y que para rematar siempre est� acompa�ado con 3
idiotas que tienen menos cerebro que �l. Creo que era viernes, cuando sal�
cansado de la semana, que apur� el paso para evitar conseguirme con Richard,
pero era demasiado tarde, a una cuadra de mi casa �l estaba esper�ndome detr�s
de uno de los �rboles m�s antiguos.


-Hola mariquito, �qu� haces por aqu�?


-Eh, nada, voy para mi casa.


Me agarr� por el cuello de la camisa


-�Vas para donde Alex?, creo que hoy no va a poder cogerte.


-Vamos Richard, estoy cansado, d�jame ir.


-Deber�an tener m�s cuidado con la cortina


-�A que te refieres? Ya me estaba asustando, pues present�a
lo que ven�a.


-Ayer estaba buscando a Alex, la puerta de su casa estaba
cerrada; pens� que sus padres hab�an salido y lo hab�an dejado encerrado como
hac�an siempre. As� que di la vuelta y sub� por la escalera del fondo para
llamarlo por su ventana. �Y a que no sabes lo que vi?


A estas alturas ya me daba por muerto, no respond� nada, solo
mir� al suelo


-Vi como Alex te estaba cogiendo.


Yo estaba prepar�ndome para la golpiza.


-Tengo mucho tiempo sin coger a ninguna chama del colegio.
Pero como en tiempo de guerra cualquier hueco es trinchera, tu me servir�s.


Me solt� del cuello. Pensaba que me hab�a librado de sus
pu�os.


-Ya sabes, nos vemos a las 6 en el escondite, maric�n, y m�s
vale que vayas.


�Oh, por Dios! Ya sab�a quien hab�a dejado la nota, era muy
mala leche que 2 personas distintas nos hubiesen visto, deb�a necesariamente ser
�l.



Al terminar de decir esto, me dio un golpe en el est�mago y
se fue regando en el suelo de la calle todos mis �tiles escolares. Estuve como
cinco minutos arrodillado en la acera con las manos en mi est�mago esperando a
que pasara el dolor y con las l�grimas a punto de brotar. No pod�a ser que me
hubiese pasado eso, y no me refiero al golpe, a eso estaba acostumbrado desde
hace tiempo, sino que hubiese visto lo que hac�a con Alex. Me sent� violado y
avergonzado. Pensaba que era cuesti�n de tiempo para que toda la escuela lo
supiese. Y lo de ir al escondite era lo peor, no quer�a ir pero si no lo hac�a
estar�a una semana en el hospital a causa de la paliza que Richard y sus amigos
iban a darme. Me estaba recuperando, y me recost� del �rbol que ten�a detr�s, no
pude evitar que una l�grima de pura verg�enza corriera por mi mejilla. Estaban
algunos al final de la calle viendo lo que pas� y yo deseando que me tragara la
tierra, pero lamentablemente eso nunca pasa. Cerr� los ojos por un momento, y al
abrirlos estaba otro ni�o, del grupo que estaba al final de la calle, con todas
mis cosas en su mano, y d�ndomelas. Mir� hacia el horizonte y el resto del grupo
se hab�a ido.


-Soy Pedro. Llegu� nuevo a la otra secci�n. No sab�a que a ti
tambi�n te pegaba. Dijo sonriendo.


-Ya somos 2. Gracias por recoger mis cosas. Ahh, perdona, soy
�ngel. Tengo que irme, nos vemos.


-�D�nde vives? Pregunt� mientras yo me pon�a de pie.


-Al final de la calle, y t�.


-En la calle vecina.


-Bueno, gracias amigo, nos vemos el lunes.


-OK.


Iba caminando mientras pensaba en aquel ni�o, que adem�s de
ser muy amable, era tambi�n muy bonito. Era blanco con los ojos grises. Sin
embargo no me atra�a como lo hac�a Alex. Llegu� a casa y me fui a dormir con
mucha dificultad, mi madre me oblig� a comer, pero luego consegu� dormir de
nuevo de un solo tir�n. Ya mis padres estaban pensando llevarme al m�dico, pues
entre los golpes de Richard y la carencia de Alex estaba desgast�ndome.


Al d�a siguiente, s�bado, la luz de un nuevo amanecer entr�
por la ventana e incidi� sobre mis ojos. No quer�a despertar a�n, pero la luz
era tan intensa que me oblig�. No recuerdo que estuve haciendo durante todo el
d�a, excepto que desayun� merengada de cambur y un s�ndwich. Pas� la ma�ana
jugando con mi perro y la tarde con un videojuego nuevo que me hab�a comprado mi
pap�. Como a las cuatro mi madre orden� que me ba�ar�. Estuve jugando en la
ba�era con un tibur�n de pl�stico. Sal� y estuve un ratico viendo televisi�n. En
eso mis amiguitos me vinieron a buscar para ir a jugar football con ellos, pues
como ustedes saben yo ten�a uno de los mejores balones. Mi mam� no me quer�a
dejar ir porque ya me hab�a ba�ado, pero al final dijo que s�. En realidad
decid� ser portero para no tener que hacer mucho. Estaba nervioso porque a las 6
ten�a una cita con Richard. El tiempo fue pasando y los goles tambi�n. Mi grupo
perdi�, por supuesto. Nunca hab�a jugado tan mal, pero estaba tan nervioso que
sent�a mariposas en el est�mago. Algunos de mis amigos se fueron yendo, ya sean
porque estaban molestos por haber perdido o porque sus madres los iban llamando.
Al final qued�bamos 3, yo y 2 hermanos, que fueron a merendar a sus casas. Ya el
tiempo de mi ultim�tum se agotaba, eran las 5 y media. Todav�a me quedaban 30
minutos sometidos a la tortura de la angustia. Pero el tiempo se termino, y
comenc� a dirigirme al interior del bosque h�medo de mi calle, bastante adentro.
Camin� y vi las piedras que permit�an observar al interior del escondite, que
como ya he mencionado ten�a como salas, ambas limitadas por una pared de ramas
longitudinales muy tupidas, pero que pod�an ser separadas. Me trep� en las
grandes rocas grises y mir� al interior, y all�, recostado a un �rbol, estaba
alguien desnudo del pecho para arriba. A su lado estaba una botella de cerveza.
Segu� subiendo y vi el rostro de Richard, algo sofocado por el sol. Ya es mi
hora, pens�. Y dando la vuelta entr� a donde el estaba, no antes de lastimarme
la espalda con las ramas espinosas de un cuj� cercano que se aferraba a mi
camisa, custodiando la entrada al escondite.


-Vaya vaya, sab�a que vendr�as. Mira lo que te tengo aqu�. Y
bajando su short dej� al descubierto una de los guevos m�s impresionantes que
hab�a visto hasta el momento. A los once a�os no hab�a visto la verga de un
muchacho mayor, excepto la de Daniel, pero la v� por un segundo. Richard tendr�a
unos 15 a�os, pues como ya mencion� hab�a repetido varias veces el sexto grado
por ser un chico problema. Estaba all� para tratar de salvar mi reputaci�n,
extorsionado, pero no era ciego. Richard ten�a un cuerpo impresionante, a
diferencia del m�o en extremo delgado e infantil. Su cabello oscuro, semi-rizado
ca�a sobre una frente que ten�a algunas gotas de sudor al estar sometida a los
rayos del sol vespertino. Cejas pobladas pero delineadas, ojos grandes,
expresivos, oscuros. Nariz recta, estilizada, europea. Labios delgados, con el
inferior m�s grueso que le daba un aire muy sexy. Una barba incipiente, escasa,
de adolescente. Segu� bajando, unas tetillas oscuras descansaban sobre blancos
pectorales, delgados pero marcados. Totalmente lampi�o. Sus abdominales no eran
cuadritos pero se ve�an firmes. Y al seguir bajando me encontr� con lo que m�s
me asombraba. Ten�a el guevo m�s hermoso que hab�a visto. Una peque�a cantidad
de vello rizado cubr�a su pubis, pero a m� me excit� a m�s no poder, como
ustedes ya saben la cantidad correcta de vello p�bico es un portaaviones para mi
libido. No s� si era largo, pues a los 11 a�os las cosas que te impresionan las
ves inmensas, pero a m� me pareci� largu�simo. Y debajo de �l estaban sus 2
hermosos test�culos, totalmente proporcionales al tama�o de su verga. En la
posici�n en la que estaba, pod�a ver la depresi�n entre sus nalgas que se�alaban
la entrada a su culo, que se ve�a libre de vello. La cabeza de su verga era
puntiaguda y roja, se parec�a a una fresa vista al rev�s. M�s abajo estaban sus
muslos, que se ve�an cubiertos por su slip y su short.


-Mamamela marico- fue lo �nico que dijo en ese momento


-Vamos chamo, dejemos las cosas as�-


-Ap�rate o ya ver�s- Yo comenc� a besar la punta de su guevo,
trataba de evitar el asco que me provocaba hacerlo en contra de mi voluntad,
pero no sab�a mal en absoluto. De hecho la piel era muy suave. Estuve
succionando un rato la cabeza de su verga mientras �l ten�a la cabeza hacia
atr�s y se sosten�a con ambas manos en el suelo.


-No solo la cabeza, mamaguevo, todo lo dem�s tambi�n- comenc�
a meterme lo m�s que pod�a, la sensaci�n era arrech�sima, sobre todo por la
cercan�a de su er�tico pubis a mi rostro. Pero no pod�a meterme m�s all� de la
mitad. Sent�a que materialmente no pod�a. �l empujaba y yo trataba de resistir.
Se acerc� un poco m�s al tronco del �rbol y descans� su espalda en el mismo;
quedando libres sus manos que inmediatamente coloc� sobre mi cabeza para dirigir
la chupada. Estuve un rato tratando de meterme lo m�s que pod�a, mientras �l no
hac�a m�s que gemir, pero al ver que era imposible desisti� de su intent� y
dijo:


-p�sale la lengua-


baj� con mi lengua hasta la uni�n de su pene con su escroto y
sub� hasta la punta de glande, saboreando cada cent�metro de su guevo, tom�ndome
el abundante sudor que emanaba y embriag�ndome con su aroma, degustando la
suavidad de la piel del desgraciado. A�n as� no quer�a estar all�. Me atrev� a
agarrar el guevo de Richard con la mano y a pajearlo mientras le chupaba la
cabeza. Ya me hab�a tomado el semen de Alex, y aunque me gusto sent�a que era la
mayor forma de sumisi�n ante otro hombre, y mi masculinidad me incitaba a
defender mi dignidad de var�n. Eso solo se lo permit� a Alex, porque lo amaba,
pero estaba aterrado con la posibilidad de que Richard que obligara a tomarme su
"leche de guevo", como mi mejor amigo y amante sabiamente me hab�a ense�ado a
llamarla. Richard comenz� a acercarme m�s hacia �l agarr�ndome por el culo, era
excitante sentir su mano y sus dedos presionando mi ano, aunque fuera por encima
de short.



Y all� estaba yo; mamando el pene de este desgraciado, con mi
cabeza descansando sobre su pubis y su muslo derecho, con su almizclado vello
p�bico de suave almohada, mientras �l me atra�a fuertemente hacia s� utilizando
las mano que ten�a colocada entre mis nalgas, presionando ligeramente la entrada
de mi culo. Al cerrar mis labios pod�a sentir con mi boca la forma dura, s�lida
del erecto pene que estaba saboreando, sent�a el calor que emanaba, y la humedad
que liberaba para lubricar mi boca. Concientizar mi posici�n dentro de este
juego sexual, de seducci�n y odio entremezclados, me hizo percatarme de que lo
m�s grave de todo no era el acto de sumisi�n del que era v�ctima, sino la
profanaci�n. Cubr�a todo mi cuerpo el calor del ambiente, a pesar de estar ya
oscureciendo, y tal parec�a que terminar�a fundi�ndome con el guevo de Richard,
tal cual como 2 metales se al�an para formar algo m�s �nico, pero a la vez la
breve brisa que discurr�a entre las ramas como la serpiente en el Ed�n bajaban
mi temperatura y me tranquilizaba. En ese momento no pude evitar pensar en Alex.
Fue en ese mismo lugar donde por primera vez hab�amos compartido el sexo, donde
nos hab�amos entregado al altar del placer. Ahora, mis recuerdos el escondite
estaban manchados por la interferencia de Richard. Y sin embargo ah� continuaba
chupando asiduamente el guevo de �l, tal cual como un becerro mama de las ubres
de su madre, con la misma pasi�n libidinosa. Solo que en vez de nutritiva leche
vacuna lo que estaba degustando era los delgados hilillos de lubricaci�n que,
como signo de placer, sal�an continuamente del palo de Richard. Cerr� los ojos y
todo all� me recordaba a Alex, la hierba rozando mi cuello, el calor del
ambiente, la piel sobre la cual reposaba mi cabeza, fue tanto que comenc� a
imaginar que el guevo que se alojaba entres mis labios no era de quien era, sino
de mi extra�ado Alex, y gracias a este comenc� a excitarme. Sent�a que mi verga
iba a romper mi short, que r�pidamente observ� para encontrarlo como una carpa
de circo llev�ndome a ponerme boca abajo totalmente para evitar que �l lo
notara. Sexualmente era posible disfrutarlo, y lo hac�a, pero sentimentalmente
no. Esa pasi�n, puramente sexual, salvaje y masoquista, me llev� a necesitar el
sabor del l�quido que t�midamente destilaba la verga que estaba chupando, el
cual trat� de obtener metiendo mi lengua en el orificio de la punta de su pene,
y a masajearlo con ella. Fue tal mi avidez, que luego de un sonoro gemido
Richard exclam�:


-verga maric�n, que rico-. Cuando dijo esto, estaba seguro de
que iba a eyacular dentro de mi boca, pero para mi tranquilidad no fue as�. Ya
no sent�a mis mand�bulas, era la misma sensaci�n que te queda luego de masticar
un chicle bomba por 4 horas. Mi boca estaba extremadamente h�meda por la
lubricaci�n que trasudaba su pene y de las peque�as gotas de l�quido preseminal
que aparec�an regularmente en la punta de su erect�sima verga. La excitaci�n de
mi "amigo" al parecer iba en aumento, pues semi-sentado como estaba comenz� a
subir con su cadera, y por ende a tratar de enterrarse lo m�s profundo que pod�a
en mi garganta, pero que como no soy Linda Lovelace en "Garganta Profunda", me
molestaba que jode. A estas alturas, el cansancio y la falta de motivaci�n me
ten�an vuelto una piltrafa humana, y el hecho de que Richard literalmente me
estaba cogiendo por la boca me agotaba a�n m�s. Estuve alg�n rato m�s chupando
suavemente la cabeza de la verga de mi torturador, tratando de disfrutar su
olor, su sabor, su calor, y su masculino y er�tico vello p�bico frente a mi
rostro, de transformar en placer sus gemidos, sus suaves manos en mi nuca,
revolviendo mi cabello, forzando mis labios a abrirse al m�ximo, llenando mis
mejillas del arom�tico sudor de su pubis. Masculinidad ruda, indomable. Comenc�
a acariciarle las nalgas, involuntariamente, suavemente y por afuera, y luego
m�s fuertemente y hacia dentro, hasta que mi excitaci�n me hizo masajearle el
ano con mis dedos. Pagu� caro mi osad�a, pues al hacerlo sent� una fuerte
cachetada en mi mejilla acompa�ada de un tir�n de pelo. Gem� de dolor, adem�s de
que ya me dol�a el cuello por estar como 30 hora chupando guevo en la misma
posici�n.


-No mamaguevo, el marico aqu� eres t�. Yo soy un hombre, no
vuelvas a hacer eso-


La culpa hab�a sido m�a por olvidar qui�n ten�a m�s fuerza
f�sica, y al parecer de voluntad tambi�n.



Richard se puso de pie, y la erecci�n que ten�a se ve�a m�s
poderosa que durante mis caricias orales. Me puse m�s nervioso pues tem�a que
quisiera seguir "profundizando" el negocio. Era muy sencillo, sexo a cambio de
silencio, bastante com�n desde el principio de los tiempos. Se aproxim� a m�,
chocando sus c�lidas manos en mis caderas, tomando de una la vez el borde de mis
shorts e interiores, ambos bastante cl�sicos, por supuesto. Tir� de ellos hacia
abajo hasta dejarlos en mis talones, rozando en el trayecto mi pelvis y piernas.
Yo �nico que pude hacer fue cubrir mis genitales con ambas manos. Imagino que
para �l este contacto no significaba nada, pero para m� s�. Puso sus manos en
mis hombros y me indic� que se sentara. Lo hice y sent� la aspereza de la hierba
seca del suelo boscoso rozando la piel de mi culo, de verdad era bastante
molesto. Me sac� definitivamente todo lo que cubr�a mis partes �ntimas, y no
pude evitar mantenerme cubierto con las manos.


-Arrod�llate- Lo hice con lentitud. En esa posici�n solo
sent�a la brisa en mi culo, era casi la intemperie. Se coloc� detr�s de m�,
poni�ndome m�s nervioso


-Por favor, Richard, ya se est� haciendo de noche, mejor deja
que me vaya-


-Menos ahora-dijo con voz ronca. Un escalofr�o recorri� mi
espalda cuando me empuj� hacia delante, dej�ndome en cuatro sobre la hierba. Ya
estaba casi oscuro el cielo, y record� que si pasaba de las siete en la calle,
tendr�a problemas en casa, en especial porque era experto en romper esa regla
familiar. En eso pensaba cuando su mano subi� hasta mi nuca empuj�ndome hasta
que yo cediera y descansara mi cabeza en la hierba quebradiza del piso. Record�
que en esa misma posici�n me hab�a penetrado Alex, y eso me destrozaba, era como
una traici�n, una pu�alada en la espalda, en especial ahora que estaba enfermo.
Pero mientras m�s r�pido me dejara coger m�s r�pido me ir�a a casa.


-Lindo culito, calientito y suavecito- dijo mientras pasaba
su mano. Me agarr� por las piernas y me hizo levantar m�s el culo, para que
fuera m�s accesible. Totalmente abierto.


-Tienes el huequito rosadito- Sent� algo tibio en la entrada
de mi culo, y lo comenz� a meter, no fue tan dif�cil pues ya Alex me hab�a
cogido ayer, y estaba un poco dilatado. Era f�cil percibir como mi ano se
desplegaba permitiendo la entrada del intruso. Sin dolor, por ahora.


-esta conejita esta hirviendo por dentro- Entraba y sal�a. Se
sent�a caliente y muy duro, violando un espacio donde solo Alex ten�a todos los
derechos. Sus comentarios me excitaban y me humillaban a la vez, es dif�cil de
explicar. Mientras tanto segu�a el caliente mete y saca, casi sent�a como si ya
hubiese terminado de cogerme. Luego algo fr�o escurri� a lo largo de la raja de
mi culo, para terminar en mi ano, mientras la perforaci�n en �l continuaba, pero
ahora con ese l�quido, que supuse era saliva, se mov�a dentro de m� m�s
f�cilmente. Todo expuesto, con el culo levantado y abierto a m�s no poder,
mojado de su saliva y penetrado por su dedo, entre los arbustos del escondite,
cuando las estrellas aparec�an. Por lo menos tuvo la delicadeza de hacerlo,
antes de meterme su guevo como un salvaje. Lo sac� y me sent� bien, relajado. No
hab�an pasado 5 segundos cuando siento que algo tibio, pero mucho m�s grande se
apoya en mi culo, supe al momento que se trataba de la cabeza de su verga, no se
necesita mucha imaginaci�n para suponerlo. Me agarr� por la cadera con ambas
manos, mientras yo respiraba profundo, lo necesitar�a. Comenz� a presionar,
sent� dolor, hasta que se resbal� y recorri� toda la piel de mi raja hasta
arriba, sintiendo su vello p�bico rozando mis zonas m�s �ntimas. Trat� varias
veces


-Co�o, se resbala, voy a agarrarlo con la mano para ver si
as� te lo puedo meter- dijo con molestia.


Ahora una sola mano en mi cadera, y los dedos de la otra
tocando los alrededores de mi ano, haci�ndome percibir como si fuera un pu�o. De
nuevo presion� hasta que entr� la cabeza de su guevo. Wow, que dolor, era
bastante fuerte, pero no intolerable, de hecho lo soportaba en silencio, con los
ojos entrecerrados, descansando mi mejilla sobre la hierba. Era una penetraci�n
natural, piel de pene contra piel de culo, lubricaci�n natural de verga y saliva
era lo que contaba. No usamos cond�n. �ramos j�venes, apenas si sab�a algo del
S.I.D.A. pero no nos atemorizaba, �ramos ni�os a�n.


Solo gemidos de placer sal�an de Richard.


-Ohh, que apretado tienes el culo maric�n, est�s bien
caliente, ya s� por qu� a Alex le gusta cojerte - A los minutos, el dolor
comenz� a ceder y sent�a como Richard pod�a su antebrazo debajo de mi est�mago,
y me apretaba hacia �l, metiendo lentamente parte de si palo en mi culo. De
forma lente fue meti�ndome su guevo hasta la mitad. Estaba tomando aire hasta
que me sacudi� de golpe contra �l, enterr�ndomelo con fuerza hasta la base.
Estaba tan profundo que algo por dentro me molestaba, me incomodaba. Era mucho
m�s largo y grueso que el de Alex, eran 15 a�os en vez de los 12 de mi mejor
amigo. El dolor era como de est�mago, pero nac�a en mi culo. Solo me agarr� el
est�mago para soportar el dolor y cerr� los ojos. A tal profundidad me dol�a m�s
que cuando me lo comenz� a clavar. Comenz� a sacarlo y el dolor menguaba, pero
cuando lo met�a hasta el fondo que comenzaba a doler de nuevo, era un dolor de
profundidad exagerada, no de grosor. Lo comenz� a meter y sacar suavemente, su
guevo resbalaba por mi ano, roz�ndolo. Se bamboleaba lentamente sobre m�. As�
fue por varios segundos. Ahora aceleraba sus movimientos, ya el dolor hab�a
desaparecido, y solo me quedaba esa sensaci�n de ser totalmente pose�do por
Richard, de sentir como se desplazaba libremente su miembro dentro de mi culo
gracias a la abundante lubricaci�n que su guevo comenz� a destilar y que hac�a
que percibiera mi trasero totalmente mojado. �l arrodillando detr�s de m�
sudando como en un triatl�n. Ya no quedaba casi luz en el cielo, y su calor en
mi culo y espalda contrarrestaba el creciente fr�o nocturno. Ya las hojas
estaban cambiando de formas en la oscuridad, transform�ndome en mis terrores
nocturnos infantiles, actores de mis pesadillas diarias, mientras continuaba con
aquel palo dentro de mi culo, que para m� en aquella edad era inmenso. Yo segu�a
con la cara en el suelo, y su cogida cada vez era m�s r�pida y salvaje, mientras
las fr�as gotas de su sudor ca�an sobre mi p�lida espalda, para terminar
uni�ndose con el m�o y escurrir hasta los verdes organismos del suelo boscoso
del escondite. Ten�a ya la camisa arrugada en el cuello, y cuando vi que los
palitos del suelo estaban lastim�ndome la cara por la violencia de las
penetraciones de Richard, me la saqu� para descansar mi mejilla all� y evitar
que Alex o mis padres se dieran cuenta de c�mo su querido hijo jugaba
obscenidades en la calle. Ahora si estaba totalmente desnudo, con mi blanco y
delgado cuerpo expuesto a la serenidad del escondite y, detr�s, a las clavadas
que Richard que daba con su gran guevo. Sus manos tomaron mis hombros y me
apretaron profundamente hacia �l, de forma que no quedara m�s verga que
enterrarme en el culo. Lo hizo varias veces. Ya hab�a pasado como 20 minutos
cogi�ndome de lo lindo, y yo lo �nico que quer�a era que terminara con mi culo e
irme para mi casa, estaba jodido y cansado. En una de esas metidas profundas,
comienza a sacar su guevo y siento como algo muy caliente me esta llenando por
dentro, se queda un segundo con la cabeza adentro y luego me lo saca con fuerza,
provoc�ndome un ligero dolor.


-Ahh, que divino culo tienes- dijo pasando su mano totalmente
llena de semen por mi cabello y revolvi�ndolo y con la otra mano tom� una hoja
grande de una planta para limpiarse el pene, que estaba todo lleno de leche. Yo
descans� un minuto en la misma posici�n en que me hab�a dejado, pues tem�a al
dolor de moverme de repente, y mientras lo hac�a sent�a como escurr�a por mi
muslo derecho un r�o de la famosa "leche de guevo" que gracias a Dios no tuve
que tragar, pues no era de Alex. Progresivamente baj� mis piernas hasta quedar
boca abajo, luego me gir�, para observar entre las ramas de las copas de los
�rboles un bonito cielo estrellado. Baj� la mirada y all� estaba �l, desnudo,
limpi�ndose la verga que a�n las ve�a grand�sima. Me sent� a duras penas, sacud�
la hierba de mi camisa y me la puse. Tom� otra hoja y me limpi� el caudal de
semen que discurr�a a trav�s de la piel de mi muslo, para ponerme el interior y
el short, todav�a acostado boca arriba. Me puse en pie lentamente, ya vestido.
Richard se levant� desnudo y se me qued� viendo.


-Me gust� tu culo, mariquito- Volte� la mirada hacia la
salida del escondite


-Espero que por esto mantengas la boca cerrada-fue lo �nico
que pude decir y comenc� a inclinarme para salir por debajo de las ramas que
formaban la "puerta", no sin antes sentir como me apretaba una nalga.


Fui lo m�s r�pido que pude a mi casa, y en la puerta del
porche estaban mis padres, esper�ndome con cara de pocos amigos


-Son las 7 y 45, donde hab�as estado- dijo seriamente uno de
ellos


-Por all�, jugando en el monte-


-Entra y ve a ba�arte, dijo mi madre mientras sacud�a las
hierbas de mi ropa, y l�vate el pelo-


En el gran espejo del ba�o vi mi aspecto. Luego de salir como
un ni�o bonito y limpio, bien acomodado de clase media, llegu� como un ni�o de
la calle, con el cabello enredado de tanto manoseo y leche que Richard dej� caer
en el, la mejilla derecha enrojecida, deshidratado. Cansado, sediento,
hambriento y lastimado. Sent�a el culo como mojado, sensaci�n que dur� hasta el
d�a siguiente. Recuerdo que luego del ba�o, sal� mas reconfortado y cen� muy
bien. Me fui a dormir, extenuado, y tuve que hacerlo de lado porque todav�a
ten�a algo de dolor detr�s. No pude evitar pensar en Alex, que estaba enfermo y
no fui a visitarlo luego de la escuela, deseaba que no estuviese molesto
conmigo.



Bueno mis panas, gracias por todos los que me han enviado
e-mails a POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO,
con sugerencias, preguntas etc, a todos les contesto. Recalco que esta historia
es totalmente real, y trata de mi vida sexual desde los 11 a�os, y trato de
escribirla lo m�s apegada a mis recuerdos. Cu�dense.




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Relato: El escondite (4)
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