Relato: Castigos





Relato: Castigos

A lo largo de mi relato usar� el nombre de Ana a pesar de no
ser el m�o...


Cuando yo ten�a ocho a�os mi padre abandon� a mi madre
dej�ndola con cuatro hijos; Dos chicos y dos ni�as.


La situaci�n oblig� a mi madre a dividir la familia, y acept�
la oferta de unos parientes que viv�an bastante lejos y ellos tomaron la
responsabilidad de criar a mis dos hermanos varones...



Quedamos pues con mi madre mi hermana mayor y yo...



Maria, mi hermana, a los catorce a�os ya empez� a trabajar en
un taller de costura, yo ten�a entonces nueve. Mas tarde dej� el colegio porque
mi madre enferm� y, a partir de ah�, s�lo durante algunos periodos, goz� de
suficiente salud para trabajar...


Aun con todo, entre ella y Maria, pudieron darme, durante mi
infancia, todo aquello que necesit�, y no recuerdo haber echado de menos a un
padre...



Pero mi madre fue una mujer amargada, alguien sin suerte que
se obsesion�, en todo el sentido que esta palabra tiene, por que sus hijas
fuesen un modelo de perfecci�n, porque, como ella dec�a; con las cartas tan
malas que nos hab�a dado la vida, la �nica posibilidad de salir adelante estaba
en nuestra calidad humana y en nuestra educaci�n...



Tal vez por eso, o tal vez porque ella se ve�a muy sola en la
tarea de educarnos, fue que desde siempre recurri� a los castigos f�sicos...



Nos sol�a colocar sobre sus piernas o arrodilladas sobre una
silla, entonces nos golpeaba las nalgas con la mano o con una zapatilla...


Para ello antes ten�amos que quitarnos la ropa de cintura
para abajo, a veces los zapatos tambi�n.


Despu�s de los azotes, y dependiendo de la gravedad de la
falta, nos obligaba a permanecer as� durante un buen rato, contra la pared...


As�, pasando toda aquella dosis de verg�enza, le promet�amos
a ella y a nosotras mismas, que aquello no volver�a a suceder jam�s.



En realidad, estoy pluralizando...


Por razones de edad, s�lo en dos o tres ocasiones fui testigo
de un castigo de mi hermana...



El hecho de que ella, desde tan pronto aportase la mitad del
dinero de la casa la eximi� de azotes desde muy pronto...


Yo al contrario, los sufr� en muchas ocasiones. No recuerdo
resentimiento por ello, es m�s, me sent�a francamente culpable por defraudar a
quien tanto hac�a por m�...



Un d�a, a mis once a�os, sucedi� algo que cambiar�a con el
tiempo toda mi vida...



No puedo acordarme de qu� cosa mala hab�a hecho... Era un
ni�a bastante responsable aunque, en ocasiones, ten�a aut�nticos descalabros con
los estudios. Tal vez fuese por eso la cosa... No s�...


Pero me recuerdo como si me viera ahora, en el centro de la
cocina, descalza sobre las baldosas irregulares y notando el calor de una estufa
de butano cerca de mi trasero desnudo...


Mi madre estaba ya sentada, en su silla de siempre, ten�a
grandes ojeras, pues su enfermedad durante aquellos d�as se hab�a acentuado...



Entonces llam� a mi hermana...



A m� no me gust� la idea de ser castigada delante de ella,
pero realmente no sab�a para qu� es que nuestra madre la requer�a en la
cocina... Estoy segura que me ruboric� cuando Maria traspas� la puerta.



Sin embargo, lo que las dos �bamos a o�r a continuaci�n,
aunque a cada una en distinta forma, nos alter� por completo...



- Estoy fatal... Cansad�sima... - Dijo- - Y me duele una
barbaridad la espalda, as� que, Mar�a, como a tu hermana peque�a hay que
recordarle ahora mismo cuales son las reglas de esta casa, esas que ella se
salta cuando le da la gana, - Dijo mir�ndome a mi-; Hoy vas a ser tu la
responsable de castigarla...



Hubo un silencio horroroso... Yo no dije absolutamente nada,
pero por dentro estall� en un llanto sin igual...


Mar�a se puso nerviosisima...


Intent� eludir aquello con varias frases, pero mi madre, que
estaba en uno de sus d�as peores, no le sigui� la discusi�n, se�al muy evidente
para nosotras, de que su decisi�n era ya inapelable...



Por todo ello, un par de minutos despu�s estaba yo sobre las
rodillas de mi hermana, y era su mano la que, tan aterrorizada como yo, notaba
caer sobre mi trasero una y otra vez...


Fue, desde luego, un castigo muy leve... ella ten�a miedo, o
no s�... me golpe� con la m�nima fuerza posible y mi madre, aunque se debi� dar
perfecta cuenta, no dijo nada...



Sin embargo y a pesar de qu� el dolor f�sico fue casi
imperceptible, el otro dolor, el moral, me hab�a derrumbado por completo... Yo
jam�s me hab�a sentido humillada mientras recib�a los castigos de mi madre sino
que, como ya he dicho, los ve�a la consecuencia l�gica de mis errores, aunque a
veces fueran involuntarios...


Esta vez hab�a sido muy distinto...


De noche, mientras cenamos, fui incapaz de mirar a la cara de
Mar�a y much�simo menos hablarle...



Fue siempre as� desde aqu�l d�a...



Hasta lleg� un momento, estando muy enferma mi madre, en el
que Mar�a me aplicaba los castigos por su cuenta y s�lo despu�s le comunicaba el
hecho, recibiendo siempre la aprobaci�n con car�cter retroactivo...


La precariedad econ�mica, el cansancio y la propia depresi�n
de ellas, hicieron que la vida se hiciese extraordinariamente r�gida para m� en
el periodo de mi pre-adolescencia...



Entonces, en una de estas ocasiones de castigo, me percat� de
algo...



�A Mar�a, de alguna manera, le agradaba hacerlo?...



Nunca me lo hab�a planteado porque, sinceramente, las quer�a
con locura y no dudo que este amor fuese rec�proco en grado sumo.


Pero la duda me lleg� de golpe...



Y de golpe se me confirm� que, a ella, azotarme le resultaba,
si no placentero, s� al menos eficaz para desahogar sus propios dolores por la
vida...



Me di cuenta una tarde en la que mis mejores amigas me
propusieron saltarnos las clases para ir a disfrutar al parque de la preciosa
ma�ana de Abril... Al mismo tiempo, mi madre ten�a una crisis y Mar�a se ve�a
obligada a mandarme a buscar al colegio para ir a buscar cierto medicamento a la
farmacia...



Como yo no estaba all�, tuvo que recurrir a la amistad de una
de las vecinas...


Lo de mam� fue s�lo un susto, pero cuando llegu� por la tarde
a casa enseguida adivin� la tragedia... Nuestra madre estaba acostada, dormida y
mucho mejor que unas horas atr�s... En el cuarto de estar estaban Mar�a y dos de
sus amigas, una de ellas era la que hab�a ido corriendo a la farmacia...


Me disculp�, pero mi hermana estaba furiosa...



- Me vas a pagar lo nervios que he pasado por tu culpa. -Me
dijo-



Yo ya estaba segura de en lo que aquello se iba a traducir,
pero di por sentado que suceder�a despu�s, m�s tarde.... Pero Maria me orden�...



- Vete a la cocina, que ahora voy yo...



La cocina era la habitaci�n contigua y ni siquiera hab�a una
puerta separ�ndola sino s�lo una cortina de loneta.


Protest�, pero ello la enfureci� m�s todav�a, as� que
consider� lo m�s inteligente pasar a la cocina, aguardarla, e intentar
convencerla alli...



- Me ten�is que disculpar cinco minutos... -Pude o�r que le
dijo a sus amigas-



Y cuando la tuve frente a frente y me vio vestida todav�a me
pregunt�...



- �Qu� esperas?...


- Espera que se marchen... Por favor�� -Le dije-...


- Ni hablar�... -Contest�- ... -Despu�s quiero tomarme un t�
tranquila con ellas, que me lo he ganado... Y cuando acabe contigo te vas a la
cama, y a callar...



Yo ten�a ya casi doce a�os y sent� una verg�enza sin igual
mientras me quitaba los vaqueros y las bragas ante la figura impaciente de mi
hermana, sabiendo adem�s que, ah� mismo, atr�s de la cortina, estaban sus amigas
a quienes el castigo, aunque no lo contemplasen, no les iba a pasar
inadvertido...



Adem�s me peg� con la zapatilla y el sonido inequ�voco de la
suela sobre mi piel inund� la cocina, llegando sin duda hasta el cuarto de
estar...


Nunca lloraba, pero esta vez, ignoro si por el dolor tremendo
o si por la humillaci�n, s� lo hice, por lo que mi llanto entrecortado se sum�
al ruido de los azotes...



Despu�s me mand� a mi cuarto...



Ten�a de atravesar la sala y, sin que yo entendiese porqu�,
me prohibi� volverme a poner los pantalones.


Me sent�a acobardada y culpable en grado m�ximo, por eso, sin
protestar m�s, le hice caso, as� que, sin los zapatos y apenas cubierta con la
blusa, me vi obligada a pasar por delante del sof� donde estaban sentadas sus
amigas.



Recuerdo muy bien que pas� casi rozando las puntas de sus
zapatos, estaban de moda con mucho tac�n, eran adem�s chicas muy guapas, de
estas que siempre se arreglan much�simo hasta para salir a la tienda de la
esquina, por lo que yo, que quer�a ser como ellas, me sent� todav�a m�s
humillada vi�ndome as�...



No las mir�, esos apenas cinco metros me parecieron cien...
Camin� deprisa, descalza sobre el suelo fr�o, estirando por atr�s la blusa para
que no dejase asomar por abajo mi culo reci�n zurrado.



Y esa noche, al meterme en la cama, agobiada por la verg�enza
vivida, recapacit� y deduje que era evidente mi hermana hab�a experimentado
alg�n tipo perverso de placer al someterme de aquella manera.




Maria se cas� con apenas 19 a�os...


A decir verdad, todos los esfuerzos de mam� por educarnos
para que evit�semos cometer los errores que quiz� ella misma hab�a cometido, no
tuvieron ning�n fruto...



Mi hermana se tuvo que casar embarazada, de un chico al que
apenas conoc�a, un novio con el que apenas llevaba saliendo un a�o y al que
pr�cticamente hab�a dejado de querer para entonces.


Pero las condiciones sociales de la �poca convirtieron aqu�l
matrimonio, hecho de prisa y corriendo, en un mal necesario...



Me qued� viviendo sola con mi madre, la cual se hab�a
restablecido bastante y pod�a trabajar y llevar una peque�a parte de la casa
porque, por entonces, yo era ya una mujer pr�cticamente hecha y me hab�a
responsabilizado de la compra, la comida, etc...



Todo esto hizo que mam� jam�s volviese a castigarme como lo
hac�a...



Pero al tiempo volvi� a recaer y esta fue la vez
definitiva...


Cuando muri� yo ten�a 16 a�os...



Mi hermana, que ya llevaba tres a�os casada y estaba
embarazada por segunda vez, no dud� en llevarme a su casa, a pesar de que ya con
su marido las cosas estaban bastante mal...



Adem�s, como vendimos el piso de mi madre, y mi cu�ado, en el
fondo, ten�a un buen trabajo, durante un tiempo dispusimos de bastante dinero,
por lo cual, Maria ya no trabajaba y yo s�lo me dedicaba a estudiar ya que las
tareas de la casa s�lo las llevaba ella...



Esta comodidad, nueva para m�, tuvo su otra cara de la
moneda...



De golpe, volv� a ser una ni�a.



Volv� a tener rigidez de horarios y de nuevo alguien sobre m�
que me vigilaba y exig�a aplicaci�n en los estudios. Hab�a empezado a estudiar
administrativo y no siempre me sal�an bien las cosas al respecto.



Me sent� bastante atada y algo as� como muy vendida puesto
que, en m�s de una ocasi�n, mi cu�ado me ech� en cara todo lo que por entonces
estaba recibiendo.



Mi hermana ten�a p�nico a quedarse sola con su hijo, a que su
marido la abandonase, entonces con un hijo en camino...


Ten�a miedo de acabar como mam�.



Por eso mimaba tanto a su esposo, un hombre que distaba mucho
de merecerse cualquier atenci�n.



Apenas recuerdo qu� fue lo que dispar� mi tragedia, levemente
creo recordar una noche en la que llegu� muy tarde de una fiesta por las
afueras...



Mar�a viv�a agobiada por la presi�n que ten�a de continuo con
su esposo, tal vez fue eso.



Yo sab�a que llegaba tarde, as� que cuando entr� le ped�
disculpas sin m�s y me dirig� hacia mi cuarto...


Pero ella me sigui�...



Me dijo que hab�an discutido por mi culpa, que la hab�a
preocupado mucho y que a pesar de estar muy cansada me hab�a estado esperando
despierta hasta aquellas horas...


Me ech� en cara los resultados de los �ltimos ex�menes y me
habl� algo de lo descuidada que estaba mi habitaci�n...



- Creo que va a ser bueno para las dos que te castigue como
antes... -Termin� diciendo-



Yo le dije que estaba loca...


Que hab�a pasado mucho tiempo y que ahora ya las dos �ramos
mujeres, que no esperase ni en broma que me dejase pegar...



Y que ( Dios mio�, porqu� lo dije� ) lo que le pasaba en
realidad es que estaba amargada por la marcha de su matrimonio...



Hoy me doy cuenta de mi inmadurez y de mi poco tacto.


Lo �ltimo que ella deseaba o�r...



Dio dos pasos hacia m� y me peg� una fuerte bofetada...



Me qued� con mi mano acariciando la mejilla dolorida y los
ojos llenos de l�grimas...



Mar�a sali� del cuarto y al minuto volvi� con una zapatilla
de su marido en la mano...



Volv� a insistir en que no, pero no se porqu�, mi postura
perd�a fuerza por momentos...



- No quiero recordarte - Dijo - que est�s en mi casa...


- Pero tengo 16 a�os��... - Grit�- ...


- Pues me da igual... Te has comportado como si no los
tuvieras...



Pasamos casi un minuto mir�ndonos a los ojos... los m�os
segu�an lloriqueando, los de ella estaban fr�os... Convencidos...


- Si no te convence la casa, sabes qu� es lo que puedes
hacer... � A�adi�, aunque ahora ya sin mirarme a la cara - ... �Y a�adi�- - En
casa de los jefes de Blas, ( Su marido ) necesitan una chica que les haga las
faenas y que se quede a dormir all�...



Ten�a en las manos la zapatilla y la doblaba todo lo que daba
de s� la goma, y hab�a vuelto a mirarme con aquellos ojos que me acobardaban...


Por todo ello, me sent� en la cama y me puse a desatarme los
cordones de los zapatos...



Pero me detuve, dudaba mucho... �Deb�a permitir aquello ahora
que era ya una mujer?...


- Venga�... �Maria corto mis pensamientos- ... Te quitas los
zapatos, las medias, los pantalones y las bragas...


- Maria por Dios��...


- Ya me has o�do...



Volv� a sentarme en la orilla de la cama, esta vez de golpe,
desesperada... Me estaban regresando mil y pico fantasmas que ya cre�a que se
hab�an marchado para siempre...


Cuando estuve lista, ella se sent� en una banqueta y me hizo
un gesto para que me echase sobre sus rodillas...



Me azot� as�, no grit�, pero llor� mucho... much�simo...



Cuando sali� de la habitaci�n ca� de rodillas al suelo
derrumbada...



- Deduzco que esta vez si ser� la ultima vez y que esto te
habr� servido para aprender. - Fue lo �ltimo que me dijo -.



Me acost� tal y como estaba. No sal� del cuarto ni para
lavarme los dientes... Sent�a una verg�enza espantosa si me paraba a pensar que
quiz�, mi cu�ado, hab�a o�do de alguna manera los azotes... Tambi�n era posible
que mi propia hermana le contase lo sucedido... Y pod�a cruzarme con �l por el
pasillo...


Pero jam�s hubo comentarios por su parte...



Maria se equivoco y aquel no fue el �nico castigo...



Durante los tres a�os que viv� all�, mi hermana me castig�
unas cuantas veces...



Estaba en la edad de salir mucho, de desear estar siempre en
la calle, de gastar mucho tel�fono, de contestar y protestar por todo...


Y cada una de estas conductas m�as siempre acababan conmigo
arrodillada y medio desnuda...



En una ocasi�n, accidentalmente, entr� en la habitaci�n mi
sobrinito. Ten�a cinco a�os y recuerdo la mirada de asombro del ni�o al ver a su
t�a berreando mientras su madre la azotaba. Ahora que es mayor, jam�s ha
mencionado ese recuerdo que estoy segura que no se le borr�...



En otra ocasi�n fue peor...



Bien porque, al verme ya una mujer, mi humillaci�n se
multiplicaba, o porque Maria ahora me golpeaba con m�s fuerza, cada vez me
resultaba m�s dif�cil evitar los gritos...



Uno d�as en el que mi hermana estaba m�s furiosa que nunca y
mi llanto era realmente desesperado, de pronto se abri� la puerta y, ante mi
terror, apareci� la figura de mi cu�ado...



Ella me ten�a como siempre, con el trasero desnudo y boca
abajo. Entr� muy molesto y se dirigi� a su mujer...



- Se est�n enterando los vecinos, se la oye gritar desde la
escalera.. -S�lo dijo eso-...



Ella no le contest� y no hizo nada en absoluto por
cubrirme...



Esa noche, sinti�ndome vejada y humillada al m�ximo, tom� la
decisi�n de irme de all� a�n a costa de trabajar en lo m�s bajo. Lo que fuese...


Pero no lo hice...



El matrimonio no tard� mucho m�s en venirse abajo.



Mar�a se qued� sola y su situaci�n econ�mica era
desesperante...



Volvi� a trabajar... A m� s�lo me quedaba un a�o de
administrativo y confi�bamos que despu�s encontrar�a trabajo as� que alquil� un
piso para nosotros cuatro, muy peque�o.



As� que, por descontado, el tema de los castigos qued�
olvidado por completo... Ahora �ramos dos mujeres que viv�an solas y que se
necesitaban...



Maria encontr� un trabajo bastante bueno, el inconveniente es
que le ocupaba pr�cticamente todo el d�a y, como tener al los ni�os ma�ana y
tarde en la guarder�a, a las dos nos parec�a excesivo, optamos porque yo mejor
me buscase un trabajo a media jornada y me ocupase de mis sobrinos el resto del
tiempo.


Mi hermana, por su parte, llegaba a casa bastante tarde y
agotada...



As� pasaron casi dos a�os, muy duros para ella.


Para m�, sin embargo, fueron relativamente c�modos ya que, mi
trabajo, consist�a en ocuparme de una tienda en la que s�lo muy de vez en cuando
entraba un cliente, dej�ndome as� mucho tiempo para leer, estudiar y
aburrirme...



Ya ten�a casi 22 a�os y ning�n novio a la vista...



Creo que soy bastante atractiva al igual que Maria lo es, a�n
as� no ten�a demasiado inter�s por el sexo...


Me gustaban los hombres, deseaba estar con ellos y su
compa��a, sus atenciones, sus palabras... Pero tan apenas pensaba en algo
f�sico...



Lo extra�o es que, contradictoriamente, sol�a masturbarme, y
las fantas�as con las que llegaba a excitarme no me siento capaz todav�a de
descubrirlas... Hab�a un much�simo de verg�enza en ellas y por descontado, un
sentimiento horroroso de culpabilidad...



Maria tampoco sal�a con hombres, en un lenguaje vulgar,
dir�amos que estaba muy quemada.



Un mal d�a la despidieron de su trabajo...



Desesperada, acept� cuidar una anciana, bastante enferma, a
cambio de muy poco dinero...



M�s o menos por esas fechas fue cuando yo me enamor�...



Fue una historia brev�sima en la que un chico que tra�a
mercanc�a a la tienda acab� por seducirme... He de decir que era un ser
maravillosos y que durante unas semanas me hizo la mujer m�s feliz del mundo a
pesar que en ese mismo periodo yo dist� mucho de hacerlo igual de dichoso a
�l...


Me gustaban sus besos y algunas de sus caricias, pero no
pod�a pasar de all�... Me bloqueaba algo aunque no sab�a decir qu� era, �l me
dese� much�simo y me dijo que present�a el enorme bien que me har�a a m�
consumar una relaci�n ya que todav�a era virgen...



En el fondo a m�, este detalle, me importaba poqu�simo...
Pero, claro, me sent�a muy sola...



Mi romance con Jaime (Se llamaba as�) no s�lo me rompi� el
coraz�n sino que me cost� el empleo...


Y sucedi� en el peor momento...



Maria ya me hab�a avisado de que, si la due�a de la tienda se
enteraba de que yo la pasaba con Jaime en mis horas de trabajo, no le har�a
ninguna gracia...



Siempre ingenua o siempre irresponsable, la cre� exagerada,
pero me equivoqu�.



El d�a en que entr� a la cocina y le cont� a mi hermana que
hab�a perdido mi empleo la vi enfurecerse en segundos... despu�s me abofete� dos
veces...



Me dolieron much�simo, sin embargo no pude evitar mirarla
despu�s con cari�o...



Estaba desesperada, con los ojos arrasados -ten�a unos
preciosos ojos negros- Las mejillas encarnadas de su propia ira... el pelo negro
alborotado... Me sorprend� a m� misma admirando la belleza de aquella mujer que
un momento antes me hab�a causado dolor f�sico...



Me dijo que ahora tendr�a que ayudarla en su trabajo cuidando
a la anciana...


Fue horrible...


Casi puedo notar todav�a en mi piel el olor espantoso de
aquella casa descuidada, de aquella pobre mujer enferma y de aspecto
deplorable... A pesar de la aprensi�n consegu� poner mi grano de arena en
aquella etapa tan dura de las dos.



Ahora bien; yo misma reconozco que soy variable...


Y lo soy mucho...



No s� porqu� entr� en una etapa de descuido. Hac�a poco en
nuestra casa... la comida dejaba que fuese Maria quien tomase la iniciativa de
prepararla. Lo mismo pasaba con la limpieza.


Ella no me dec�a nada a pesar de que todo esto la molestaba.


Yo sent�a que ya hac�a mucho supli�ndola en sus labores con
la vieja y me justificaba con eso.



Una ma�ana en que me tocaba a m� ir a cuidarla me qued�
dormida.


La hija de la anciana llam� a Maria, exageradamente furiosa,
estuvo a punto de costarnos tambi�n aqu�l trabajo...



Ese d�a, a mis 22 a�os, mi hermana volvi� a castigarme...



Yo no opuse resistencia porque, con toda la sinceridad del
mundo, me sent�a terriblemente irresponsable y ego�sta...



Ella llor� tanto, se desesper� tanto que, cuando me volv� a
ver, despu�s de tanto tiempo, desnuda de medio cuerpo y a su merced, lo
consider� justo.



Por eso, una vez que dio por terminado el castigo, en lugar
de levantarme corriendo y encerrarme en el ba�o a llora, como antes hac�a, me
qued� arrodillada frente a ella y le ped� perd�n...



Llor� arrepentid�sima sobre las mismas rodillas en las que
hace un momento era golpeada.


Maria se sinti� abrumada, supongo, por lo que se levant�
r�pidamente y sali� de la habitaci�n.



Pero ya he hablado de mi variabilidad.


El disgusto me dur� poco...



Una ma�ana sali� por una entrevista de trabajo. Se arregl�
much�simo, se puso un traje de chaqueta que fue de mam� y que con mucho esfuerzo
se rehizo para ella... Medias y zapatos de tac�n ( Que casi nunca llevaba )...
Se riz� la melena...


Estaba encantadora... Le dese� suerte...



Me qued� a cargo de la casa y de los ni�os, de hacer la
comida y de ir a buscarlos al colegio...


A media ma�ana empez� un programa en TV que me interes�; me
distraje...



Se me vino encima la hora de ir a la escuela, me fi� de los
autobuses y apur� el programa hasta el �ltimo minuto.


Cuando llegu� a la puerta del colegio era tard�simo y no
estaban ninguno de mis dos sobrinos.


Volv� asustada a casa, supuse que estar�an en casa de alg�n
compa�ero cuya madre los hubiese hallado solos en la puerta.


Desde casa �pens�- llamar�a a las m�s probables.



Pero cuando met� la llave en la puerta me percat� de que
Mar�a ya hab�a regresado y estaba hablando por tel�fono...



Los ni�os estaban en un sitio de mucha confianza... acababan
de llamar.



Mi hermana me mir� de arriba abajo con una mezcla de odio y
de desprecio.



Tambi�n de dolor, ya que la hab�an rechazado en la primera
selecci�n.



Adem�s la casa y la cocina estaban hechas un asco, la comida,
por supuesto, sin hacer...



- �C�mo puedes ser tan est�pida?... � Me dijo grit�ndome- ...
-De esta te vas a acordar, ego�sta de mierda... - A�adi� sin mirarme -


- Maria; Ya s� que no tengo excusa... - Empec� a decir -



No me dej� seguir con una sonora bofetada...


- Qu�tate la ropa, vamos...


- Lo siento Mary... Ahora mismo hago la comida...



Pero me cogi� por un brazo y me llev� violentamente hacia el
dormitorio, me empuj� sobre la cama y forceje� conmigo para desabrocharme los
pantalones...


Yo lloraba espantada y le suplicaba que me perdonase.



- Desn�date de una puta vez o te dar� con una correa... - Me
amenaz� -



Termin� por obedecerle; Es m�s, me qued� desnuda por completo
ya que llevaba puesta un blusa enormemente amplia y me mand� tambi�n
quit�rmela...



Me azot� m�s que nunca, est�bamos las dos de pie y ella
continuaba sujet�ndome por el brazo...



Paraba a ratos y tiraba de mi hacia arriba porque yo
intentaba tirarme en el suelo, despu�s volv�a a empezar...



Le rogu� mucho... horrores...


A gritos me insulte a mi misma, me llame imbecil e
inmadura... Pero los zapatillazos sobre mis caderas y mis nalgas no cesaban.
Tanto llor� y vocifer� que al final ya no me sal�a ning�n sonido de la garganta.



Y sin saber c�mo, en determinado momento, sent� claro por
primera vez algo que jam�s me hab�a pasado por la mente por el mero hecho de que
me hubiese parecido absurdo...



Pero absurdo a no, all� estaba;



Y es que, verme as� me estaba empezando a resultar
agradable... Hasta el extremo de que casi estaba excitada...


Estas eran las fantas�as que antes no quise revelar al
lector.


Mi hermana Maria; Humill�ndome.



Dej� de pegarme por fin, y ca� a sus pies... No se hab�a
quitado la ropa con la que hab�a ido a la entrevista y segu�a estando
incre�blemente guapa...


Yo estaba sudando... Desmadejada... vencida...


Estaba desnuda junto a sus zapatos, sus altos tacones negros
que tan bien sab�a llevar...


Sin darme bien cuenta de lo que estaba haciendo, me arrodill�
frente a ellos y pose mis labios sobre el empeine...



Ella tard� unos segundos, pero se apart� de golpe.



- �Estas loca?... - Me dijo con ojos de espanto - ...



Yo hab�a dado un paso sin retorno, as� que sin levantarme del
suelo me abrac� a sus piernas cubiertas por las medias negras y ahora lo bese
fue el nylon tenso bajo el cual palp� la dureza de sus piernas bien formadas...



- �� Ademas eres una pervertida ��... - Me grit� - ...


- �No te gusta?... � Dije con descaro -



No me contest�, pero tampoco se apart�...


Segu� lamiendo sus piernas, despu�s pase a sus manos, ahora
s� que estaba segura de que me excitaba cada vez m�s.



Y Maria suspir�...



Muy profundamente y no fue un suspiro de tristeza ni dolor,
sino todo lo contrario...



De repente se levant�... Con mucha brusquedad me cogi� por un
brazo... Ella era m�s alta y mas fuerte que yo, as� que fui por el pasillo casi
que en volandas...


Entramos a la cocina y me empuj� contra el fregadero lleno de
cacharros sin fregar.



- Empieza... - Fue su �nica palabra -



Y se qued� all�, apoyada en la puerta de la cocina, vi�ndome
como fregaba desnuda los platos...


Despu�s de esto barr�, limpi� los ba�os... hasta hice la
comida.



Y disfrut� con todo.



Me sent� viva, muy mujer, excitada al m�ximo.


Mas tarde me dejo vestirme, ya que los ni�os estaban a punto
de llegar, pero s�lo con una bata, muy fea, por cierto, sin nada por debajo.
Ella sigui� todo el d�a con el impecable traje de chaqueta.



Desde entonces, cuando mis sobrinos no est�n en casa, hacemos
lo mismo o cosas parecidas...



Y realmente la adoro...



Me encanta estar desnuda a sus pies, que me d� �rdenes...



Es desesperadamente excitante estar las dos junto con amigas,
con vecinos, con los ni�os incluso, y saber que una hora antes o una despu�s
volver� a ser su esclava m�s sumisa...



Yo jam�s me he vuelto a poner medias, ni falda ni tacones...



S�lo ella los lleva, porque merece llevarlos, mi �nico
derecho es despu�s, cuando Maria me lo permite, a solas en mi cuarto,
masturbarme recordando c�mo sus femeninas y dulces manos me sujetan contra sus
rodillas mientras mi trasero recibe los siempre merecidos azotes...


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Relato: Castigos
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