Relato: Natalia





Relato: Natalia

NATALIA



Estuve buscando un piso para compartir durante casi una
semana, peor ninguno me pareci� apto para un tipo como yo, y...NO. Seamos
francos. La verdad es que en el fondo iba buscando a una compa�era de piso que,
a ser posible, pusiera el piso. No me gusta vivir con m�s t�os, porque somos
todos una manada de espesos. De guarros, vaya. Y a quien le pique que se
arrasque.


Y cuidado, porque yo me incluyo.



No, lo que yo quer�a era tener una compa�era de piso, no para
que limpiara, que bueno, si se terciaba pues como que yo no iba a ser quien le
pusiera pegas, pero...yo lo que quer�a, lo que yo realmente buscaba era...je,
je, je. Ya os imagin�is, no?



Me sorprendi� la suerte que tuve. Puse un anuncio en el
peri�dico y al cabo de una semana de rechazar propuestas, me llam� la chica con
la voz m�s profunda y sensual que he o�do en mi vida. Quedamos al d�a siguiente
en una elegante cafeter�a del centro de la ciudad. Yo llegu� con unos minutos de
antelaci�n porque quer�a observar a mis anchas a la que ya consideraba mi futura
compa�era de piso.


Una mujer con aquella voz no pod�a decepcionarme.


Y no lo hizo.



Justo cuando mi reloj marcaba las 5:00 de la tarde, hora
taurina, aquella maravillosa becerraza entr� al burladero.



Natalia era una mujer espectacular. Tendr�a entre 25 y 30
a�os, era bastante alta y con un cuerpo que ya quisieran muchas. Estoy seguro de
que Elle McPherson se hubiera muerto de envidia ante Natalia. Luc�a un pelo
largu�simo, como a media espalda y de un negro azabache que contrastaba
sobremanera con unos enormes ojos verde claro, y su piel era tan dorada que
parec�a resplandecer bajo aquella luz de oto�o tard�o.



Y sus tetas. Ten�a unas tetas que eran la excepci�n a la
regla que rige a la fuerza de la gravedad. Y encima parec�an en constante lucha
por salir del escote del ajustado vestido de muselina con el que quiso celebrar
nuestra cita.



Y su culo. Ten�a un culo tan rico. No era uno de esos culos
de chica de pitimin� que igual podr�a ser de un hombre que el de una mujer.
Natalia ten�a un culo de verdad, grande, redondo y prieto, como le gusta de
verdad a todo hombre que se precie de tener dos pares de cojones bien puestos.


Era un culo que podr� servir de apoyo al mundo.


Era un culo orgulloso de s� mismo.


Si en ese momento me hubieran dicho que solo me quedaban 5
minutos de vida, los hubiera dedicado por entero a acariciar el culo de Natalia
y a conocer las dos aperturas m�s secretas de su cuerpo con solo el tacto de mis
dedos, no hubiera osado aspirar a m�s. Y os aseguro que despu�s de eso hubiera
entregado feliz mi mortal cuerpo a la Parca, convencido solo por mis �ltimos 5
minutos de vida, de que hab�a merecido la pena vivir.



Se dirigi� totalmente decidida hacia mi - inexplicablemente
en aquel momento no me extra�� -. Se sent� frente a mi y su deliciosa voz me
dej� o�r por mis paganos o�dos:




"Eres Eduardo, �verdad?...me alegra saber que eres puntual,
creo que si decides quedarte conmigo, vamos a tener una fant�stica convivencia".





Si decides quedarte conmigo...�ngel m�o, ya estaba
decidido en cuanto te vi entrar al Caf�...una fant�stica convivencia...Natalia,
con una palabra tuya bastar� para hacerme tu esclavo. H�gase tu voluntad, mi
diosa.





Nos tomamos sendos capucchinos mientras nos hac�amos
un inventario de nuestras respectivas vidas. Ella era auxiliar de vuelo, pero
hab�a dejado ese trabajo para ver cumplido su sue�o de ser cantante de jazz, o
algo as�. A lo Ella Fiztgerald. Desde luego ten�a una imagen perfecta para
serlo.



Seguidamente salimos del caf� y nos dirigimos al piso. Era un
lujoso �tico en el centro de la ciudad, muy cerca del Caf�. En cuanto lo vi
decid� considerarme un tipo con suerte. Un �tico como aquel y una chica como
Natalia eran demasiado para un pobre desgraciado como yo, para quien aquella
canci�n de Gabinete Caligari, "Querida tristeza" era el himno de mi vida.



Comenc� a cuestionarme la cuant�a del alquiler cuando ella,
adivinando mis pensamientos, me anunci� que mi estancia ser�a gratuita, pues el
�tico era por entero de su propiedad y de lo que ella ten�a necesidad era de "un
compa�ero que suavizara sus largas tardes de soledad
", y no el dinero de un
alquiler.



Me extra�� much�simo que una mujer como Natalia se aquejara
de soledad, pues yo me hab�a imaginado que tendr�a una vida muy agitada. No
obstante me alegr� �ntimamente, ya que sus "largas tardes de soledad",
compartidas conmigo, me aportar�an deliciosas e innumerables satisfacciones.



Feliz y contento le comuniqu� que me instalar�a al d�a
siguiente por la tarde, ya que ella debido a su trabajo nocturno, sol�a dormir
durante toda la ma�ana. Para m� fueron las casi 24 horas m�s largas de mi vida.
La espera me corro�a.



Por fin al d�a siguiente llegu� al �tico de Natalia y me
instal�. Me hab�a preparado un ligero �gape, del que disfrutamos los dos y
hablamos bastante. Ya inici� mi t�ctica y estrategia de conquista y me satisfizo
ver que mi compa�era me correspondi� de acuerdo a mis espectativas.



Sobre las 11:00 de la noche se march� a trabajar y yo me
qued� solo en aquel enorme piso. Supongo que lo que hice fue bastante
censurable, pero qui�n se hubiera podido resistir a la imperiosa curiosidad de
registrar la casa. Me serv� pues un vodka con lim�n y me dispuse para el
recorrido. Lo hice someramente. Dej� lo mejor para el final, como un ni�o que se
come r�pidamente la comida para llegar al dulce y ansiado postre. Y la meta de
mi periplo era su habitaci�n, el templo de la diosa Natalia, en cuyo altar - una
gigantesca cama redonda -, me llegu� a imaginar a m� mismo, ador�ndola y
rindi�ndomele mis m�s profundos honores.



Todo lo que vi me dej� muy satisfecho. Incluso, he de
admitirlo, me sent� muy complacido al descubr� en uno de los cajones de su
c�moda una gran variedad de artilugios de sex-shop.


"�Esta mujer tiene que ser una fiera, tiene de todo!"
pens� orgulloso de mi reciente hallazgo.





Fue entonces cuando decid� servirme mi quinto o sexto vodka
con lim�n y conocer los dominios exteriores de mi castillo.


Sal� a la terraza.


No era tan grande como me esperaba pero para el caso tampoco
importaba mucho. Me entregu� a maravillosas fantas�as sexuales donde una
semidesnuda Natalia era la protagonista absoluta, en un escenario de alg�n
pub
nocturno, cantando y mastub�ndose al mismo tiempo.



Sobrio de alcohol y sexo imaginario, alc� la vista y me qued�
paralizado.



Sobre m� se extend�a una cuerda de tender la ropa, que
atravesaba la terraza de un extremo a otro. Una cuerda plagada de ropa interior.
TODA la cuerda. Una extensa hilera de ropa interior colgada sobre mi.


Pero no era ropa interior de mujer. No, Se�or. Era una
extensa hilera de ropa interior de hombre. All� habr�a unos 30
gallumbos
bien alineados, uno al lado el otro, hasta llegar a la friolera de
30. Seguro, los cont�.



Sal� corriendo hacia la habitaci�n de Natalia, presa de
p�nico, y me afan� en buscar, caj�n por caj�n, hasta que encontr� lo que
temiblemente esperaba encontrar.



Natalia NO TEN�A ropa interior femenina. Nada.


Ni siquiera un m�sero tanga.



Sud� la gota fr�a pensando en lo peor.



Formando c�balas en mi cabeza, me fu a mi cuarto y me
introduje en la cama. Pero no me dorm�, sino que esper� pacientemente hasta que,
alrededor de las 5:00 de la ma�ana, lleg� mi anfitriona.


Con los ojos entornados, haci�ndome el dormido, not� c�mo
abr�a la puerta de mi habitaci�n y suspiraba maternalmente al creerme en el
s�ptimo cielo aristot�lico y en brazos de Morfeo. Seguidamente se meti� en el
cuarto de ba�o y al poco rato pude oir el agua de la ducha cayendo.



Me deslic� fuera de la cama y abr� intempestivamente la
puerta del ba�o. Y efectivamente, all� estaba Natalia, mi �ngel, mi diosa...con
aquellos refulgentes y exuberantes pechos y su magn�fico culo...y con un pene
m�s grande que el mio.



Cerr� la puerta r�pidamente, pidi�ndole disculpas � y no sin
antes vislumbrar una maliciosa sonrisa en su angelical rostro -, pero yo ya
hab�a visto todo lo que quer�a ver.



Sal� de aquel �tico de mis sue�o como alma que lleva el
diablo. Me dej� todo all�.



El caso es que hoy por hoy me reconcome la curiosidad: �Qu�
hubiera pasado si me hubiera quedado all� a vivir?



Estoy convencido de que podr�a haberme adaptado a la verga de
Natalia, la divina, mi �ngel, mi demonio...ella. Y �l. O todo. Natalia...




ALIENA DEL VALLE.



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