Relato: Mis maridos





Relato: Mis maridos

MIS MARIDOS (I)



Rafa consiente que Rosa, su mujer, tenga amigos que la
inviten a cenar y a baliar, y terminar follando en alg�n hotel. En una
vacaciones conocen, a Jes�s, lo que conducir� a una peculiar boda.






Mi marido Rafa y yo hab�amos alquilado una casa en Lanzarote
isla del archipi�lago canario [Espa�a], para pasar nuestras vacaciones, y
aquella noche hab�amos decidido ir a cenar a un restaurante de Puerto del
Carmen. Para la ocasi�n me hab�a puesto una faldita transparente y una blusa
bastante escotada, porque a mi marido le gusta que sea el centro de miradas y
comentarios.



He de decir que somos un matrimonio que considera que la
fidelidad matrimonial no consiste en la exclusividad sexual sino la sinceridad
entre nosotros mismos y no ocultarnos ninguno de nuestros deseos y ninguna de
nuestras aventuras. Y as� Rafa me consiente y le encanta que tenga amigos, y que
alguno me invite a cenar y a baliar en alguna discoteca de moda, y terminar
follando en alg�n hotel, e incluso que pase con �l toda la noche, en vez de
volver a casa para contarle mi velada, y mostrarle mis braguitas con el semen de
mi amante; o me incita a vestirme, como esta noche, y exhibir mis tanguitas,
tanto a trav�s de mi falda, como al sentarme, o a ir sin ropita interior, por lo
que, entonces, puedo exhibir mi pubis desnudo.



El camarero que nos atendi�, result� ser un joven muy
atractivo, que luc�a un pendiente de plata, era delgado, no muy alto y de cara
pecosa y barbilampi�a, de ojos achinados cuando mostraba su sonrisa, un paquete
bien colocado y una nalgas prietas y firmes, que nos sirvi� con una gran
simpat�a, no pas�ndome desapercibida que sus ojos se clavaban en mis piernas y
en mi escote, cada vez que se acercaba a nuestra mesa; tambi�n hab�a advertido
las miraditas c�mplices que mi marido le echaba al joven camarero que nos
atend�a, que iba vestido con un ajustado pantal�n negro que le marcaba
completamente sus nalgas, sin marca de ropa interior. Notamos que cada vez se
acercaba m�s veces a nuestra mesa, para continuar con la conversaci�n que hab�a
suspendido para atender a otros clientes, y as� nos confes� que se llamaba
Jes�s, que viv�a al sur de la isla, en Playa Blanca y que era su �ltima noche de
trabajo, porque tomaba sus vacaciones, que pasar�a en la isla, y como no sab�a
en qu� iba a emplear esos d�as, se ofreci� a ser nuestro gu�a, idea que me
excit� enormemente, y por la cara de mi marido, supe que iba a permitir que mi
admirador, nos acompa�ara.



Al d�a siguiente, Jes�s apareci� en nuestra casa, a la hora
convenida. Vest�a una camiseta de tirantes y un excitante pantaloncito de color
blanco, pegado a su cuerpo, en el que se le transluc�a su tanga; al verle me
qued� maravillada de c�mo le quedaba el atuendo, que era observado por mi
marido, que no tiene pantalones tan procaces, con cierta envidia.



Nuestro gu�a nos llev� a una playa solitaria, fuera de los
circuitos de turistas, e inmediatamente decidimos darnos un ba�o. Mi marido,
cuando vio mi nuevo ba�ador tanga, que s�lo me tapaba el pubis, se qued� de una
pieza y me dijo al o�do "creo que hoy voy a presenciar una de tus fiestas; mira
como has puesto a nuestro amigo". Jes�s ten�a una semierecci�n que trataba de
ocultar con una toalla, y para evitarle el sonrojo, le cog� de la mano y lo
arrastr� al agua, mientras mi marido se quedaba sentado en la playa, observando
c�mo, mientras �bamos al agua, le acariciaba sus nalgas desnudas. Estuvimos
largos minutos saltando las olas y acarici�ndonos y bes�ndonos, muy excitados,
sin la presencia de mi marido, que segu�a observ�ndonos en la distancia,
respetuoso con nuestro primer acercamiento, hasta que, por fin se incorpor� al
ba�o y los tres nos pusimos a nadar, hasta que, exhaustos, salimos a tumbarnos
en las toallas que hab�amos extendido al llegar.



Nuestro amigo sac� de su bolsa un protector solar, y me pidi�
que me tumbara para darme en la espalda �seg�n dijo- lo que prolong�, despu�s a
mis nalgas y piernas y, d�ndome la vuelta, a mi vientre y a mis pechos, para
finalmente introducir sus dedos en mi co�o, que en ese momento estaba totalmente
lubricado por las caricias. Mi marido que vest�a un mini slip de ba�o, ten�a su
polla totalmente empalmada por el espect�culo, del que no se perd�a ning�n
detalle: yo, tumbada de espaldas y con un furioso orgasmo y mi amigo, de
rodillas, d�ndole la espalda y exhibiendo sus nalgas desnudas y sus huevos
cubiertos por su tanga, transparente por el agua, y moviendo sus dedos dentro de
mi co�o. Cuando explot�, mi marido se tumb� a mi lado, mordi�ndome los pezones,
lo que fue aprovechado por Jes�s para acariciar mi vientre y lamer los labios de
mi co�o.



Y all� estaba: en una playa solitaria, con dos hombres
forcejeando por darme placer, con sus cabezas juntas, mordi�ndome mis pezones, y
compartiendo conmigo un nuevo orgasmo, mientras que liberados de sus ba�adores,
yo pod�a estrujar sus pollas, y prepararles para que pudieran follarme bien. La
permisividad de Rafa, me hizo disfrutar primero de mi nuevo amigo, que me
introdujo su polla f�cilmente, mientras mi marido segu�a tumbado a mi lado,
bes�ndome en la boca y mordiendo mis labios, muy cerca de los labios de mi
amante que se mov�a en mi interior sin ninguna protecci�n y que sacaba y met�a
su polla, excitando mi cl�toris con sus embestidas, provoc�ndome mi tercer
orgasmo, pr�ximo al orgasmo de mi amigo, dispuesto a dejarme toda su leche en mi
interior, como hizo, minutos despu�s, corri�ndose, en medio de un sonoro
orgasmo.



Rafa, mi maridito, segu�a pegado a m� y no se hab�a perdido
ning�n detalle de la follada, y cuando me hube recuperado, meti� sus dedos en mi
co�o, empapado de leche, llev�ndoselos a los labios, y relami�ndolos hasta que
quedaron limpios de semen, para luego meter su polla en mi co�o, completamente
dilatado y encharcado, y tras furiosos movimientos, se corri� dentro de m�,
juntando su leche con la de Jes�s, que permanec�a en un segundo plano,
observando lujurioso nuestro polvo.



Cuando terminamos, nos quedamos adormilados tomando el sol,
ellos con sus pollas fl�cidas y yo con mi co�o lleno de leche que se vert�a por
mis piernas. Cercana ya la hora de comer, fui otra vez a ba�arme, para quitarme
la leche que me hab�an metido, dejando a mis hombres, desnudos sobre sus
toallas. Cuando hube terminado, les despert� y, desnudos fueron a ba�arse
juntos, mientras se iban diciendo lo excitante que les hab�a resultado
compartirme.



Despu�s del ba�o, secaron sus cuerpos, nos vestimos y
marchamos a comer a casa, donde preparar�a, despu�s de una buena ducha, unas
ensaladas para compartir. Y as�, despu�s de la ducha me coloqu� un corto vestido
blanco y transparente, sin ropa interior, mientras mi marido llevaba su mini
slip de ba�o, que le dejaba sus nalgas parcialmente desnudas y Jes�s, su tanga
blanco. Con estas vestimentas comimos al lado de la piscina, sin mencionar
durante la sobremesa la experiencia com�n que hab�amos tenido. Mientras yo me
fui a nuestro dormitorio a descansar, los chicos, recogieron la mesa y limpiaron
la vajilla y la cocina, para tumbarse despu�s al sol, sobre una de las hamacas
dobles que hab�a en el jard�n.



Al despertar de la siesta les vi, desde mi ventana, a uno
junto a otro: Jes�s, recostado de lado, con su mano sobre el vientre de mi
marido, y habl�ndole al o�do, y �ste con los manos en la nuca y con una amplia
sonrisa. Mi curiosidad me hizo seguir observ�ndoles, hasta que nuestro amigo
baj� su mano y la puso sobre el paquete de mi marido y con movimientos
circulares de la palma de su mano, acarici� su polla; Rafa, lejos de
sorprenderse, le bes� los labios, introduciendo la lengua en su boca, mientras
Jes�s le bajaba su ba�ador, para dejarle desnudo y acariciar mejor su tiesa
polla, que se llev�, poco despu�s a su boca, para mam�rsela y lam�rsela largos
minutos, mientras Rafa le acariciaba sus cabeza y su espalda, hasta que Jes�s le
arranc� un sonoro orgasmo y una prolongada y ruidosa corrida en la boca de
nuestro amigo, que retuvo, para pas�rsela a mi marido en un beso que dur� el
tiempo de desaparecer el semen de sus bocas.



Cuando se hubo repuesto, Jes�s le abri� las piernas y pos�
sus dedos en su ano, para introducirle primero su dedo �ndice, haciendo
movimientos circulares para dilatar su agujerito, mientras mi maridito se mord�a
los labios y cerraba los ojos, dando peque�os quejidos, que auguraban el nuevo
placer que le iba a proporcionar mi amante, que ahora era su amante, que para
facilitar su labor, moj� su dedo en aceite solar, para introduc�rselo
nuevamente. Cuando consider� que estaba suficientemente lubricado, se quit� su
tanga, dejando libre su polla y le hizo darse la vuelta para foll�rselo. Mi
marido resoplaba, con la enculada de nuestro chaval, y cuando la tuvo toda
metida le gritaba "f�llame, f�llame m�s fuerte, c�rrete dentro de mi culo", sin
importarle que nuestros vecinos pudieran o�rle. Cuando baj� al jard�n, nuestro
joven Jes�s ya le hab�a llenado con su leche y Rafa lam�a, como una buena
hembrita, la polla que le hab�a follado, hasta que se trag� los restos de semen.



La visi�n lujuriosa de mis dos hombres, hizo que mis manos
buscaran mi cl�toris para aligerar la excitaci�n que me estaban produciendo,
porque, os dir�, que siempre me ha excitado el sexo entre hombres, que
introduc�amos en nuestras relaciones como fantas�a er�tica; hab�a follado a mi
marido muchas veces, con una polla de pl�stico, relat�ndole que era pose�do por
un bello muchacho, fantas�a que ahora realizaba. Despu�s de su primera relaci�n
homosexual, mis dos hombres limpiaron los restos de su amor y quedaron tendidos
en la hamaca, abrazados y desnudos, bes�ndose tiernamente, como si fueran dos
noviecitos en su primera noche de amor; Hasta ahora, mi marido me hab�a
compartido con mis amigos, a partir de ahora, le compartir�a yo con su
noviecito, situaci�n que hab�a provocado yo con mis fantas�as homosexuales, que
le indujeron a que le atrajeran, tambi�n, los hombres guapos y a perder la
verg�enza y el pudor de fijarse en ellos.



La tarde iba declinando, y propuse a mis dos amantes salir a
pasear, lo que aceptaron ambos de inmediato, y cogidos los tres de la mano,
salimos de compras, porque Rafa dec�a que necesitaban nuevas ropas para pasar
las vacaciones y para afrontar la nueva relaci�n. Estuvimos cerca de dos horas
de tienda en tienda y volvimos a casa cargados de paquetes, con minifaldas de
infarto y vestidos que dudaba si ser�a capaz de pon�rmelos fuera de casa y
camisetas, escandalosos pantaloncitos y tangas para ellos.



Como hab�a llegado la hora de cenar, decidimos quedarnos en
casa y preparar unos filetes a la plancha y cenar en el jard�n. Despu�s de
ducharnos, nos vestimos para cenar, o mejor dicho nos pusimos la ropa que
hab�amos adquirido, que era como ir medio desnudos, porque yo me puse una
minifalda, que llegaba s�lo hasta el borde de mi trasero y que me permitir�a, al
sentarme, lucir mi pubis y mis labios, con el contento de mis dos hombres, que
se pusieron unos pantalones rojos supercortos, y con aberturas laterales, que
les dejaba descubiertas parcialmente sus nalgas.



Despu�s de la cena, hablamos ampliamente de lo que nos hab�a
pasado durante el d�a: del descubrimiento que para la sexualidad de mi marido,
hab�a sido encontrar un joven como Jes�s; de mis pr�cticas sexuales con mis
amigos, con el conocimiento y consentimiento de Rafa; de mi atracci�n por la
homosexualidad y de lo que hab�a disfrutado en la playa y con la visi�n de la
follada de mis hombres; Jes�s nos cont� que yo le hab�a gustado desde que
entramos en el restaurante, que me hab�a clavado sus ojos en mis piernas hasta
lograr ver el color de mi tanga, que le hab�a encantado mi silueta, que ve�a a
trav�s de mi faldita, y que hab�a decidido ligarse a Rafa, cuando le vio en la
playa empalmado, lamiendo el semen que me hab�a derramado en mi co�o. Despu�s de
tales confesiones, me abrac� a Jes�s y nos besamos tiernamente, y le propusimos
que se quedara con nosotros a pasar la noche.



Le ense�amos la casa, empezando por nuestro dormitorio y
Jes�s, al ver la inmensa cama, dijo que no era de matrimonio, sino de
matrimonios, y de ah� a empezar a decir, de si pod�amos llegar a ser un "tr�o" o
una "trireja", tambi�n podr�amos llegar a ser un "matrimonios", no hubo m�s que
un paso; y entre risas y besos, les dije que si se permitieran este tipo de
bodas ser�amos un "matrimonios"en el que ellos ser�an "sus maridos", y yo su
mujer. Rafa, al escucharme se le ocurri� que pod�amos hacer una boda "privada" y
"matrimoniarnos" en ese momento y cogi�ndonos de las manos dijo:




Jes�s: �quieres tomarme a mi, Rafa, como tu marido y a
Rosa, mi mujer, como tu esposa?


Rosa: �quieres tomar a Jes�s, mi amante, como tu marido?,




Yo, por mi parte, cogiendo las manos de ambos dije:




Rafa �quieres tomar a Jes�s mi amante, como tu marido?




Los tres respondimos que s�, entre risas, bes�ndonos y
abraz�ndonos. A partir de ahora, Rafa ser�a el marido de Rosa y de Jes�s, Jes�s,
el marido de Rosa y Rafa, y yo, la esposa de Rafa y de Jes�s.



Para celebrarlo, sacamos una botella de co�ac y desnudos
tomamos nuestras copas en la cama, acost�ndome entre mis dos maridos, que dec�an
que para que el "matrimonios" fuera v�lido deb�an ser consumado en ese momento,
Y esta vez, Jes�s le cedi� el sitio a su marido para que fuera el primero en
follarme, mientras �l se dedicaba a comerme los pezones y acelerar mi primer
orgasmo y el de nuestro marido que dejar�a su leche en mi interior, para
juntarse despu�s con la leche de nuestro nuevo marido, que mientras me follaba
recibir�a, en su ano, la lengua y los besos de Rafa, que tambi�n vi� comumado su
matrimonio con Jes�s, cuando le recibi� nuevamente en su interior, y nuevamente
degust� el dolor de la penetraci�n y el �xtasis de sus embistes, hasta que fue
llenado con la leche de su nuevo marido, en medio del orgasmo de ambos.



Jes�s qued� en medio de nosotros y, abrazados, dormimos toda
la noche.



Durante tres d�as no salimos de casa, y permanec�amos
permanentemente desnudos y foll�ndonos en tr�os o en parejas.



Para visitar la isla, el coche que hab�a alquilamos lo
conduc�amos cada vez uno. Los dos restantes se sentaban en el asiento de atr�s,
para dar rienda suelta a sus deseos. Cuando yo conduc�a mis maridos se sobaban
sus pollas mutuamente y se besaban con el mayor descaro, mientras yo les
jaleaba; Cuando conduc�an mis maridos, mi marido libre, me pod�a satisfacer,
meti�ndome sus dedos en mi co�o o ense��ndoselo yo, recostada en la puerta del
coche, mientras mi otro marido miraba por el espejo retrovisor y nos jaleaba con
expresiones muy obscenas.



Nos recorrimos la isla varias veces, y visitamos algunas
playas que conoc�a Jes�s. Mis maridos vest�an unos tangas blancos muy peque�os,
que pr�cticamente, s�lo les tapaba el paquete, con lo que llamaron la atenci�n
de las pocas personas que no encontramos, m�s que si estuvieran desnudos, porque
al contacto con el agua, se volv�an transparentes y exhib�an, tras la escueta
prenda, sus pollas parcialmente tiesas; y ver a mis maridos vestidos con prendas
tan procaces, tanto exhibiendo su masculinidad, como poniendo de manifiesto su
ambig�edad, me pon�a realmente cachonda y deseaba recluirnos en nuestro jard�n
para dar rienda suelta a nuestros deseos m�s desenfrenados; y el m�o era verles
besarse en la boca y escucharles decirse cu�nto se deseaban, excit�ndome con sus
invitaciones a acompa�arles o con sus peticiones de que me meta los dedos en el
co�o, mientras ellos se com�an sus pollas y se las introduc�an en la boca, y yo
invitaba a nuestro joven marido a que follase a mi marido para yo lamerle los
huevos e introducirle mi lengua por su culo.



En suma, me encantaba descubrir a mis maridos, abrazados,
bes�ndose con ternura y disfrutaba ver c�mo mi marido hac�a el amor
desenfrenadamente con su joven marido y como se buscaban sus pollas y sus culos
para mord�rselos y sacar hasta la �ltima gota de leche. Me encantaba ver c�mo la
polla de mi joven marido se introduc�a en el culo de mi marido, convertido en la
hembra de su macho y c�mo �ste se encog�a de gozo y lanzaba sonoros sollozos,
que exig�an m�s placer de su joven amante, mientras yo me masturbaba, extasiada
por aquella visi�n lujuriosa, que por s� sola provocaba el orgasmo, que yo
incrementaba con las embestidas que le daba a mi co�o empapado, mientras
provocaba a mis hombres llam�ndoles "mis maridos maricas" lo que aumentaba el
furor de ambos, mientras se cog�an sus pollas y se las introduc�an en sus bocas
para mamarlas y degustar su semen, mientras yo esperaba participar en aquellas
org�a homosexual, en la que mis maridos me lamer�an el co�o y me introducir�an
sus lenguas mientras se besaban y disputaban luego por mi co�o, para ver cual de
los dos iba a follarme primero y cual de los dos iba a lamer el culo del otro.



Por muy procaz que sea una isla de vacaciones, nuestra
presencia no pas� inadvertida. Vernos pasear los tres abrazados, dos t�os
vestidos con tan min�sculos pantalones, ense�ando parcialmente sus nalgas y una
mujer con una minifalda que apenas le tapaba, se detecta por cualquiera. D�bamos
la sensaci�n de estar enamorados y esta situaci�n inusual, despertaba en
nosotros un morbo muy especial. Mis maridos no se zafaban de besarse e ir
abrazados o cogidos de la mano, como dos enamorados, sin prestar atenci�n ni a
miradas ni a comentarios (o precisamente excitados por unas y otros). S�lo
viv�amos para nosotros y para nuestro goce y sensualidad, que iba aumentando
cada hora que pas�bamos juntos y cada mirada y comentario que provoc�bamos. Mi
atracci�n hac�a la homosexualidad masculina se iba incrementando y el amor de mi
marido por su marido, mi nuevo marido, se iba haciendo m�s patente.



Continuar�




Rosa


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Relato: Mis maridos
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