Relato: De costa a costa: Chicago





Relato: De costa a costa: Chicago

De costa a costa: Chicago


Mi amigo DesConocido:


El imponente lago Michigan yac�a pr�cticamente bajo mis pies
mientras all� al noroeste densas nubes negras anunciaban una inminente tormenta
veraniega.


Estaba en la terraza de observaci�n de la torre Sears, en
Chicago, el edificio m�s alto de todos los Estados Unidos. Reci�n hab�an
anunciado por los altoparlantes que todos los turistas deb�an bajar
inmediatamente por la tormenta que se acercaba r�pidamente, con rayos y
rel�mpagos. Decid� quedarme hasta el final, pues no sab�a si alguna vez volver�a
estar en aquella estructructura, maravilla de la ingenier�a moderna. En menos de
5 minutos los pocos turistas que est�bamos a esa hora (las 8 p.m.) all�, se
perdieron de mi vista en los elevadores. Me qued� solo por unos instantes, antes
de tomar la mochila que llevaba conmigo y encaminarme al elevador. Los rayos se
escuchaban cada vez m�s cercanos y un fuerte viento hab�a comenzado. D� un par
de pasos y fue entonces cuando la puerta del elevador se abri�.


"Es mejor que baje de inmediato"- me dijo un guardia de
seguridad que sali�. Era un hombre un poco mayor que yo, quiz� 40 a�os.


"Si, precisamente eso estoy haciendo"- le dije un poco
apenado por haberme quedado de �ltimo.


"Creo que ya no queda nadie m�s, �verdad?"- me dijo �l
mientras volv�a a ver hacia ambos lados.


"Nadie"- le dije a�n m�s apenado.


"Entonces..."- un rayo reson� en el aire cortando su frase
-"...es mejor que bajemos".


Apret� el bot�n del ascensor d�ndome la espalda. Y vaya
espalda. Era ancha, y se notaba fuerte. Fue entonces que not� que el uniforme
gris le asentaba muy bien y le dibuja un par de piernas fuertes que terminaban
en unas nalgas paradas y a la vista, duras.


"�Primera vez que vienes?"- me pregunt� denotando un acento
caribe�o.


"Si"- le contest� mientras observaba que ten�a un par de
orejas chicas, como las m�as.


"�De d�nde vienes?"- me pregunt� sin volver a verme.


"De New York"- le contest� poniendo ahora mi vista en la
pistola que llevaba a la cintura, una cintura estrecha.


La puerta del elevador se abri� en el mismo instante que otro
rayo ca�a mucho m�s cerca que el anterior.


"Pasa"- me dijo sosteniendo la puerta. Pas� junto a �l aunque
ten�a mucho m�s espacio quer�a rozarme con �l. Lo logr�, levemente mi brazo se
top� al suyo. Era un brazo velludo y fuerte. Pronto averig�ar�a si ese toque
hab�a conseguido su objetivo. Por mi parte, s� lo hab�a logrado: me calent�.


"�Arioste?"- pregunt�. El se desconcert� por un momento
mientras apretaba el bot�n del elevador que nos llevar�a ciento y pico de pisos
m�s abajo.


"�Perd�n?"- me pregunt� mientras sus ojos caf� me volv�an a
ver.


"Tu apellido"- le dije se�alando la plaquita que llevaba
sobre el pecho -"no es com�n"- agregu� a manera de explicaci�n. Las puertas se
cerraron y comenc� a sentir aquel t�pico cosquilleo en la barriga cuando inici�
la marcha para llegar a su destino unos 4 minutos m�s tarde.


"�Ah, s�!"- me contest� mientras se tocaba levemente con la
yema de sus dedos la placa. "Es muy com�n en mi pa�s, Venezuela".


"�Eres venezolano?"- le pregunt� mientras baj�bamos.


"Si, �y t�? D�jame adivinar..."- sus ojos se agudizaron
mientras yo observaba que sus labios tambi�n se curveaban haci�ndole ver un
rostro juvenil, a pesar de las canas que comenzaban a poblarle la cabellera.


Y en eso, un estruendo como de una bomba detuvo s�bitamente
el elevador, mientras la l�mpara encima de nuestras cabezas se apagaba. Me
agarr� de uno de los pasamanos al mismo tiempo que sent�a que el est�mago me
sal�a por la tr�quea. De inmediato una luz roja se encendi� justo sobre la
puerta del elevador.


"Oh oh..."- la expresi�n en mis monos�labos detonaron
preocupaci�n y temor.


Arioste no pronunci� palabra y simplemente apret� uno que
otro bot�n. Luego sac� su radio y comenz� a llamar a sus compa�eros.


"Falla total de electricidad"- fue la respuesta unos segundos
despu�s. "La tormenta ha hecho que falle el generador de energ�a. Mantengan la
calma, todo volver� a la normalidad de un cuarto de hora".


"�Quince minutos?"- pregunt� Arioste por la radio.


"No menos de quince minutos, confirmado"- le contestaron.


"Bueno"- dije yo suspirando -"por lo menos no es una avi�n
que se ha estrellado contra el edificio" (vaya mala broma).


"No puedo esperar quince minutos"- dijo Arioste visible y
s�bitamente agitado. Para m� no era la gran cosa esperar 15 minutos.


"�Tienes claustrofobia?"- intent� adivinar una raz�n
cient�fica.


"No, me estoy orinando"- me dijo �l mientras se mov�a de un
lado a otro mientras yo sonre�a. Esa s� era una raz�n cient�fica.


"Bueno, creo que no tienes otra opci�n"- le dije mientras
miraba hacia una esquina del elevador.


"Creo que no"- dijo el guardia abri�ndose la bragueta. Se
alej� un poco de m� y sac� una verga obscura que comenz� a sacar orines.


"�Ese olor me excita!"- dije sin meditarlo mucho. Arioste se
di� media vuelta con su verga fl�cida en la mano.


"�Te gustar�a ayudarme?"- me pregunt� mientras se quitaba su
cintur�n que cay� pesadamente (llevaba una pistola sujetada a �l) al piso. Luego
se baj� el pantal�n dejando verme una tanga blanca que tapaba muy ligeramente
una mara�a de pelos negros que cubr�an toda su ingle. "Al fin y al cabo tenemos
15 minutos"- agreg�.


Me acerqu� r�pidamente a aquella verga caliente. La toqu� con
mi mano limpi�ndole las gotas de orina que le quedaba en su incercuncidado
prepucio.


"Espero que no utilices este truco a menudo..."- le dije
mientras �l pon�a su mano sobre mi pecho.


"No, la electricidad nunca falla...pero cuando
falla...pues...hay que aprovechar el encierro..."- me dijo con una sonrisa
maliciosa antes de quitarme mi playera blanca. "Uy, que lindas tetas"- me dijo
agach�ndose levemente para mamarlas. Sent� sus labios sobre mis pezones y c�mo
esto hac�a que mi verga comenzase a pararse. Luego su lengua se explay� en
recorrer mis tetas y mi pecho, para regresar luego a mi cuello donde me di� una
lamida de pel�cula.


"D�jame tragarme esa salchicha"- le dije al o�do, como si
alguien estuviera oy�ndonos en aquel encierro. Me puse en cuclillas delante de
aquel m�stil moreno, que se ve�a aun m�s obscuro en aquella penumbra parcial en
la que nos encontr�bamos. Me tragu� el glande que se expandi� velozmente dentro
de mi boca, para luego bajar por todo el contorno de aquellos 15 � 16
cent�metros de carne.


"�Oh...ahh...qu� delicioso...!"


Arioste se top� contra la pared del detenido elevador
mientras yo hac�a a un lado su tanga para poder tambi�n tocar sus huevos
peludos, grandes, viriles.


Puse mi lengua en uno de los test�culos mientras el otro se
contra�a de forma espont�nea. Al ver esto, puse mis labios all� y me lo tragu�
por completo. Sent� como los vellos que le cubr�an se llenaban de mi saliva
mientras Arioste se revolv�a de placer. Mis labios ten�an encerrado aquella
bolita llena de semen mientras mi lengua iba y ven�a por su superficie
espongosa.


"Me vas a hacer venir..."- me dijo enmedio de sus constantes
jadeos.


"Ah no... aun no..."- le dije levant�ndome. El se apodero de
mi pantal�n, desaboton�ndomelo y abri�ndolo fren�ticamente.


"Quiero mamarte"- me dijo mientras mi verga baboseante sal�a
de su encierro. Se agach� y comenz� a darme una mamada que simplemente me puso a
mil. Sus labios abiertos eran como la concha de una virgen a la que me estaba
cogiendo. Puso sus manos velludas en mis nalgas apret�ndolas de vez en cuando
mientras mi verga entraba y sal�a de su boca. Me puse de puntillas de vez en
cuando para realizar mejor la faena hasta que �l se detuvo y vi�ndome a los ojos
me dijo:


"D�jame comerme tu culito"


Me d� media vuelta mientras �l me tomaba con sus manos
pesadas y me abr�a las nalgas.


"Qu� ricas se ven"- me dijo. Tom� su pistola y le abri� el
barril dejando caer las balas sobre la palma de su mano. Las puso en el bolsilo
de su camisa que permanec�a cerrada y luego tom� la 38 mil�metros.


"�Qu� vas a hacer?"- le pregunt� sin darme vuelta.


"Te voy a coger"- me dijo mientras yo sent�a el ca��n de la
pistola que se paseaba por mis dos nalgas. Estaba fr�a, pero era extremadamente
excitante. Se la puso en la boca, como si fuera a suicidarse, y la lami�
dej�ndola llena de saliva, luego r�pidamente la puso en mi ojete. La sent� en mi
esf�nter y me estremec� con la sensaci�n. Poco a poco aquel pedazo de metal
comenz� a entrar en mi culo hasta que el barril se lo impidi�.


"Uy...qu� ricura..."- exclam� mientras levantaba mis piernas
peludas. Arioste me besaba mis nalgas, mis muslos lami�ndoles de arriba hacia
abajo. Me sent� venir, y �l lo intuy� por lo que se detuvo sacando su pistola.


"�Crees que me puedes coger?"- me pregunt� mientras yo me
daba la vuelta y me pon�a frente a �l. Arioste era un hombre guapo, de facciones
recias, pero guapo.


"Hasta la pregunta es necia"- le contest� mientras se pon�a
delante de m�. Se levant� la camisa sobre su espalda y no pude dejar de darle
una rica lamida a aquellos om�platos que aparecieron delante de m�. "�Cu�ntos
a�os tienes?"


"42"- me contest�.


"Muy bien cuidados"- le dije mientras pon�a saliva en mi mano
y luego se la untaba en el trasero. Sin piedad, al fin no hab�a mucho tiempo, yo
calculaba que me quedaban menos de 5 minutos, le hund� mi dedo en el orto.
Arioste reaccion� inclin�ndose hacia adelante.


"�Cogeme...dame tu verga...!"


"Aqu� voy"- le puse en sobreaviso al tomar mi verga con la
mano y colocarla frente al orificio anal que se abr�a como invit�ndome a
cog�rmelo. Mi glande tuvo un poco dificultad, y en dos ocasiones se desliz�
hacia una de las nalgas velludas del guardia de seguridad. Finalmente �l me
ayud� agarrando mi verga y coloc�ndole en el lugar justo. Entr� con furor
mientras mi amante daba un grito de dolor.


"�Gua�....me partiste hijo de putaaaaa!"- me dijo m�s que
como un reclamo como un agradecimiento.


"�Qu� culito m�s rico...me encantan los peludos..."- le dije
mientras le bombeaba su trasero. Pod�a sentir como mi verga entraba y sal�a de
su orto mientras mis huevos pegaban contra sus nalgas. Mi lengua mientras tanto
se movilizaba de un lado a otro de la espalda y una de mis manos jugaba con los
huevos peludos de aquel desconocido con el que estaba cogiendo dentro del
elevador varado del edificio m�s alto de Estados Unidos.


"Ohh...ohh..."- dec�a Arioste mientras se mord�a los labios
-"Dale...oh...daleeee..."- sent� como chorros de esperma ca�an sobre la pared y
el piso mientras se contorsionaba al terminar.


"Ay..."- ahora era yo el que me convulsionaba. Cada
cent�metro de mi verga estaba adentro del culo de Arioste y fue all� donde
deposit� toda mi hombr�a. Mi semen sali� en dos o tres chorros mientras
levantaba levemente a aquel hombre y le tocaba su pecho velludo.


"Ohh...uyy....ahhh"- dec�a �l al sentirse inundado en sus
entra�as.


Permanecimos unidos, pegados por unos instantes hasta que la
luz regres� y el movimiento del ascensor se reanud�.


Saqu� toallas Kleenex de mi mochila, tom� una y le pas� unas
cuantas a Arioste. Nos limpiamos y limpiamos el piso y la pared mientras �l me
tomaba por la cintura.


"�Tienes d�nde quedarte esta noche?"- me pregunt� mientras
con suma velocidad pon�a las balas de regreso en su pistola y la colocaba en el
cintur�n.


"Realmente no pensaba quedarme... voy hacia el sur"- le
contest� sintiendo su respiraci�n cerca de mi hombro.


"No, no..."- su voz era como la de un ni�o que sabe que est�n
a punto de quitarle su caramelo. "Qu�date conmigo s�lo esta noche..."


"De verdad, no puedo"- le dije tratando de quedar pulcro
antes que las puertas se abrieran.


"Por favor...no quiero que esto sea s�lo un encuentro
casual...quiero disfrutarte...quiero que me disfrutes..."- su voz detonaba
necesidad, urgencia.


Las puertas se abrieron y una pareja de seguridad nos
recibi�.


"�Est� bien se�or?"- me pregunt� uno de ellos mientras el
otro se dirig�a a Arioste.


"Si, no hay problema..."


"Bueno, de todas maneras la gerencia me ha indicado que le
pida disculpas"- la voz ronca del guardia era un buen complemento de su estatura
-"y que le ofrezca el fin de semana gratis en un hotel como se�al de nuestras
disculpas".


"�Con todo pagado?"- pregunt� mientras observaba que Arioste
ten�a su camisa muy mal puesta dentro de su pantal�n.


"Si, todo pagado"- me contestaron.


"Entonces, supongo que no puedo decir que no"- volv� a ver a
Arioste.


"Por favor, se�or... yo mismo lo llevar� al hotel para que se
instale..."- me dijo el de seguridad.


"�Ser� posible que el se�or Arioste me lleve?"


La sonrisa en el rostro de Arioste fue inmediata.


"El ha sido muy amable conmigo"- expliqu� -"Y me interesa
saber un poco m�s sobre la pistola que lleva..."



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