CONFESIONES DE UN CHICO DE LA CALLE
Les voy a contar de que forma el pasado verano, sin pensarlo
me cog� a una mujer entrada en a�os siendo yo un adolescente de 16. Y por un par
de meses, aun lo soy�
Yo soy un chico de la calle. Vivo en una villa de emergencia
que est� cerca de la Estaci�n Retiro en Buenos Aires. Durante el d�a, por la
ma�ana vendo periodicos, a la tarde revistas y algunos otros diarios. Me la
rebusco como puedo para no caer en las drogas y en la tentaci�n del raterismo.
En este ambiente hay un grupito de chicos que nos hicimos muy compinches y
tenemos nuestros c�digos. Somos todos de entre 15 y 18 a�os. Y a los 13, de
repente me lleg� la hora de debutar, Lo decidimos una vez que nos juntamos a ver
unas revistas porno de las que yo ten�a que vender y que por supuesto ten�a
prohibido desenfundar para mirar. Hicimos una banquita entre todos y nos fuimos
a una casa de putas de los bajofondos de Buenos Aires. Recuerdo que hab�a uno o
dos que eran a�n mas chicos que yo.
Somos muy amigos y actuamos como tal. Un d�a, luego de
terminar de trabajar fuimos a sentarnos para comer unos panchos en un l�gubre
rinc�n de la Estaci�n Constituci�n, y para determinar quien era el que ten�a que
ir a comprarlos nos desafiamos a una muestra, en la que quien ten�a la pija mas
grande tendr�a que ir a buscarlos y el que la ten�a mas chica pagar�a la cerveza
para los ocho.
Para sorpresa de muchos, yo por buena diferencia fui el
elegido para ir a comprar los panchos, a pesar de haber en el grupo dos
muchachos que ten�an dos a�os mas que yo.
Yo soy un muchacho normal. Como de 1,70 de alto, morocho, de
pelo lacio largo atado con colita. No soy ni musculoso ni tilingo. No tengo
barba ni pelos en el pecho, aunque me aparece como una sombra de bigote. Soy mas
vale delgado y de cintura peque�a y normalmente me visto con pantal�n buzo tipo
yoggin y una remera. Desde aquel d�a descubr� que soy mejor dotado que varios.
Mi pija comienza muy delgada en la base del tronco y se va engrosando. Termina
en una cabeza prominente que siempre est� cubierta por un prepucio grueso y
abundante que sobresale en la punta. Comienza curva arriba y luego se endereza
apuntando hacia abajo y se apoya entre los huevos. Cuando se me para, a penas se
endereza en forma horizontal quedando en suspensi�n y no crece mucho mas. El
peso de la cabeza y la delgadez del tronco hace que al usar buzo flojo sin
calzoncillo haga un efecto de p�ndulo de unos 15 centimetros. Esto nunca lo use
como arma de seducci�n. Es totalmente involuntario de mi parte, ya que yo as� me
siento mas c�modo.
Desde ah�, empezaron a cargarme y a hacerme chascarrillos al
respecto. Me dec�an: "�yo con una poronga como la tuya me voy a levantar putos
ac� a los ba�os de Constituci�n o a Retiro�" y cosas por el estilo.
Tiempo despu�s, mientras hac�a un recreo en el trabajo, me
fui a echar un meo a los ba�os del subsuelo. Y para mi sorpresa observ� como un
tipo se me puso a la par y me la empez� a mirar con cari�o. No me sacaba la
mirada de encima.
Yo empec� a mear con las manos en la cintura y me hice el que
no se dio cuenta. Inmediatamente se empez� a pajear con una mano y con la otra
me la manoteo y me empez� a franelear. Yo no entend�a nada. Se me cort� la meada
y se me empezo a parar de una forma que no hubiera imaginado. Diez segundos
despu�s acab� abundantemente. Se limpi�, me acarici� tiernamente el cabello como
a un hijo, me dio un billete gordo y se fue.
Desde esa vez, cuando reci�n hab�a cumplido los 16, hago
algunos trabajos extras fuera de horario, jejej... Muy pocos me pidieron que se
la ponga por el culo. Casi todos quieren franeleos, petes, o pajas. O
simplemente que escuches sus problemas y poder sentir sin pudor ni prejuicios el
olor a macho. Su aliento o acariciar el pelo de un pendejo adolescente. Su
dinero lo acepto porque me sirve para mis cosas, pero mi mayor recompensa es
sentir sus pulsaciones, observar sus caras y su complacencia. Hay mucha gente
que tiene esa �nica forma de desahogarse. Ya sea por su condici�n social, su
trabajo o su familia.
Eso me permiti� cursar en la nocturna, y tambien comprar ropa
y comida. Y porque no para pagarme las putas que a m� me gusten.
Los viernes a la tarde, nos juntamos la barra para jugar un
picado en un campito que queda bastante lejos, como a una hora de retiro, en el
patio de la casa de uno de los pibes, luego tomar unas cervezas y despu�s volver
al barrio.
La otra tarde me paso un caso que jam�s olvidar� y que he
decidido contarles ya que me resulta excitante.
Como a las 9 de la tarde del viernes, luego del partido y las
cervezas, me tom� uno de los colectivos que me lleva al barrio. Son l�neas que
en ese horario van siempre repletos de gente que sale de trabajar en las
f�bricas, y se dirigen a sus casas en distintos puntos del gran Bs. As. Y
Capital
Mi viaje dura unos cuarenta minutos y tuve la suerte de
conseguir un asiento en el �ltimo sector. Hac�a mucho calor y estaba todo
transpirado. Solo me hab�a vestido con mi pantal�n yoggin y una remera. Sin
slip. El pasillo del micro se hab�a puesto repleto de gente api�ada agarr�ndose
de los pasamanos y de donde pod�an.
Parada como a dos metros de mi hacia delante hab�a una mujer
rubia mas vale gorda que no paraba de mirarme. Cuando yo la miraba, ella
desviaba la mirada. Luego volv�a a mirarme y as� varias veces. Luego de unas
cuadras segu�a repitiendose la misma historia. Parec�a completamente embobada
conmigo. Por mas que disimulaba, no hac�a otra cosa que mirarme a los ojos y la
boca.
Decid� iniciar un juego divertido y sensual. En realidad,
solo quer�a calmar sus expectativas, aunque no sab�a bien que quer�a de mi. Me
levante de mi asiento y lo ced� a un anciano que estaba alli. Me saqu� la remera
toda transpirada y me fui acercando lentamente entre la gente hasta ubicarme
justo detr�s de la ella.
Ella enseguida lo advirti�, ya que me trat� de ubicar en mi
asiento y no me encontro. Al girar su cabeza su boca se encontr� con la m�a, ya
que hab�a pasado mi mand�bula sobre su hombro. Tuvo una expresi�n de asombro y
verg�enza. Se sonroj� y volvi� a mirar en su direcci�n hacia la ventanilla.
Desde esa posici�n debo haberla impregnado de olores a chivo de mis axilas y a
todos los olores que un chango cansado puede tener. A trav�s del brillo de la
ventana, pod�amos ver el reflejo de nuestras caras. Acerqu� mi pelvis contra su
culo prominente cubierto por un vestido un poco por encima de las rodillas. Pas�
mis brazos a la altura de su cintura y me agarr� por la agarradera de una de las
butacas donde ella estaba afirmada y empec� a presionar y a frotar mi bulto
suelto dentro del pantal�n de gimnasia hasta ubicarlo en la profunda zanja
caliente. Yo no sacaba la vista de su cara reflejada en el vidrio. Su expresi�n
estaba repleta de asombro y complacencia. Cada vez que me miraba, luego desviaba
r�pidamente su mirada. En cada barquinazo del colectivo mi poronga se le iba
acomodando mas y mas. El roce ya nos estaba poniendo locos a los dos. Creo que
todas las minas de mas de treinta alguna vez han so�ado con cogerse a un pendejo
de 15 o 16. Y si fuera virgo mucho mejor, para ense�arles todo.
Ante la falta de rechazo, decid� no quedarme en los laureles
y arremeter en todo lo que pueda. Hoy era el d�a en que iba a hacer una gran
obra de bien. Eso para mi era mucho m�s que cobrar por un polvo. Le iba a dar
letra por mucho tiempo a alguien para que se haga las mejores pajas de su vida.
Estaba bastante oscuro y lleno el colectivo como para que
alguien advirtiera algo. Me baje el el�stico del joggin, levant� el vestido y
hubo contacto directo de piel a piel. Ella ten�a todo mojado de transpiraci�n. Y
yo tambien. Cuando tire el prepucio hacia atr�s, un fuerte olor a genitales
masculinos se elev�. Mi pija pugnaba por ir hacia delante mientras que la corona
del glande, ya inflamado por los roces, percib�a la zanja que dejaban entre s�
los labios h�medos de una vagina, que a�n estaba cubierta por una floja
bombacha. Aprovechando los movimientos bruscos del colectivo, met� mi mano para
desplazar a un lado la molesta prenda. Y ya no tuve que hacer mas nada. La sola
presi�n de la cabezota entre los labios hizo que se produjeran contracciones que
pronto envolvieron y succionaron como una planta carn�vora vor�z a mi poronga,
que cent�metro a cent�metro se fue hundiendo suavemente hasta hacer tope en los
huevos hinchados de calentura.
No hab�a mas nada que hacer. Las irregularidades del asfalto
lo hac�a todo y los movimientos y contracciones internas de su vagina.
Todo se transform� en una perfecta maquinaria aceitada. En un
par de cuadra, le llen� la concha de abundante leche adolescente. Inmediatamente
se me afloj� la verga y sola cay� dando un chasquido sobre los huevos mojados y
fl�ccidos. De la misma forma que se desacoplan los padrillos de las yeguas
cuando acaban. Ellos no se tocan con las manos. Levant� mi el�stico, hice hacia
atr�s y el vestido volvi� a su lugar.
Toqu� timbre para bajar en la proxima parada. Baj�, y
mientras trataba de ponerme la remera pude ver por ultima vez la cara de quien
ten�a dentro suyo algo de m�. Ten�a una sonrisa complaciente y sus labios
estaban entreabiertos. Sus ojos ya no miraban los m�os, ahora se fijaban en
aquel bulto que hiciera sus delicias por algunos minutos y que a�n se mostraba
medio brioso. Le gui�e un ojo y con ambas manos abarque todo mi paquete en un
gesto de ofrenda. Fue un gesto obsceno, pero lleno de ternura.