Relato: Cada uno de nosotros lo mereciamos





Relato: Cada uno de nosotros lo mereciamos

Cada uno de nosotros lo merec�amos



Me llamo Juli�n, vivo en Madrid y tengo ahora 20 a�os. Lo que
me dispongo a contar me ocurri� hace cinco a�os, o sea, cuando ten�a 15. Mi
mejor amigo de entonces (y el de hoy por hoy tambi�n) era Leonardo o Leo para
los amigos. �l era dos a�os mayor, ten�a 17, un chico m�s fuerte y valiente que
yo y al que consideraba mi protector, pues en m�s de una ocasi�n me sac� de
alguno de los l�os en los que tan frecuentemente yo me met�a. La pobre mam�
ten�a que ir cada dos por tres al centro escolar donde estudiaba a hablar con el
psic�logo infantil y este le explicaba cual era mi situaci�n y que lo
problem�tico en m�, el hecho de meterme en peleas y sacar malas notas se deb�a
sobre todo a que mis padres se acababan de divorciar. Mam� y yo lo pasamos muy
mal pues pap� nos hab�a abandonado por irse con otra mujer.


Mi madre pensaba que se deb�a a que ya no era atractiva y
lloraba continuamente por ello. En mis conversaciones con Leo le expliqu� cuales
eran las preocupaciones de mam� y �l me dec�a que no lo entend�a, ya que opinaba
que mi madre era muy guapa y que estaba muy buena. Si eso de que mi madre
"estaba muy buena" lo hubiese dicho otro, quiz� le hubiese dado un pu�etazo,
pero Leo era mi amigo y confiaba siempre en �l. Adem�s a �l se le daban tan bien
las chicas que no entiend�a porqu� iba a fijarse en mam�, que al fin y al cabo
ya ten�a 40 a�os. Leo ten�a tanto �xito con las chicas de su edad que se pod�a
permitir lujos como el que tuvo por ejemplo la noche de un s�bado que a�n
recuerdo. Leo cogi� el coche de su padre y ambos nos fuimos en busca de Fabiola,
la novia que �l ten�a por entonces. Mi amigo me hab�a ense�ado a conducir y me
pidi� que condujese por barrios donde no hubiera mucha vigilancia mientras el se
montaba en la parte trasera con Fabiola a ver si se enrollaba con ella a base de
bien porque la t�a, para s�lo tener diecis�is, estaba de buena para reventar.


Dimos unas vueltas y yo vi por el retrovisor como se daban
besos y se toqueteaban, lo que me excit� bastante; pronto Leo quiso bajarle las
bragas a Fabiola, pero esta se neg� a continuar con aquel juego y mucho menos en
mi presencia, pues yo le parec�a un est�pido y un salido. O�r aquello me
entristeci�, y Leonardo se enfad� con ella dici�ndole casi a gritos que yo era
su amigo y que no merec�a ese trato. Por tanto Leo decidi� que la llev�semos a
su casa. Al detenernos en el portal de la calle donde viv�a Fabiola, vimos que
all� se encontraban Mirian, la hermana mayor de Fabiola, y otra amiga suya, una
tal Estela, adem�s de sus respectivos novios, unos chavales que ni a Leo ni a mi
nos ca�an bien. Cuando Fabiola bajo del coche lo hizo casi entre l�grimas
despu�s de lo sucedido un rato antes entre Leo y ella. Mirian, su hermana, la
vio y se acerc� hasta nosotros para preguntar que le hab�amos hecho a Fabiola.
Leo le dijo que no hab�a pasado nada y Mirian no le crey�.


Despu�s Leo dijo que era algo largo de contar lo que hab�a
pasado y Mirian replic� que ten�a toda la noche para o�rlo, as� que Leo propuso
hablarlo metidos en el coche lejos de all�, pero a la otra no le pareci� buena
idea ir sola, por tanto llam� a su novio, lo que a Leo tampoco le convenci�, y
le dijo que pod�a venir su amiga Estela o si no nadie. Mirian acept� y llam� a
Estela que estuvo de acuerdo; ambas montaron en el coche atr�s con Leo
dici�ndoles a sus novios que volver�an en menos de media hora. Los t�os se
quedaron con cara de cabreo. Nos pusimos en marcha y mi amigo me sugiri�, pues
yo segu�a conduciendo mientras �l iba sentado atr�s entre las dos chicas, que me
dirigiese al "Para�so" (un enorme parque solitario en el que podr�amos estar
tranquilos). Mirian y Estela no supieron donde estaba aquello, por lo que no
pudieron objetar nada. Al decirme Leo que fu�semos a aquel lugar pude imaginar
que intenciones se tra�a, pero me qued� mudo de asombr� cuando comprob� lo que
fue capaz de conseguir.



Durante el trayecto en coche Leo no le dijo a Mirian nada m�s
y nada menos que la verdad de lo que hab�a sucedido con Fabiola. Que si quiso
enrollarse con ella y la chica se neg� ante mi presencia, etc, etc. Adem�s Leo
le dijo que si Fabiola segu�a en ese plan de nunca querer enrollarse no tendr�a
m�s remedio que abandonarla, a lo que Mirian contest� que no le hiciera eso pues
su hermana se deprimir�a mucho. Mi amigo se quej� de que aquella noche �l ten�a
muchas ganas de sexo y Fabiola se neg� solo porque estaba yo. En esto que
llegamos a aquel parque solitario y oscuro. Mirian comprendi� la situaci�n y le
propuso el siguiente trato a Leo: ella le dar�a satisfacci�n a cambio de que no
dejase a su hermana. Leo acept� pero poniendo otra condici�n; Mirian le mir� con
gesto interrogante y Leo se�al� con la vista hacia Estela.


Tu amiga �dijo Leo- se tiene que enrollar con mi amigo. A mi
me entusiasmo la idea, pero Estela, que era una rubia de ojos azules y que
estaba divina, se neg� diciendo que yo s�lo era un cr�o. Yo me entristec�,
porque nadie all� ten�a m�s de tres a�os que yo. Leo le dijo entonces que si el
problema era ese, la soluci�n ser�a que tambi�n Estela se enrollase con �l; o
sea, que las dos con Leo y adem�s en mi presencia. Ambas chicas acabaron
convencidas.



As� era Leo. All� estaba en el asiento trasero del coche con
una chica a cada lado, cada cual m�s sexy; Estela, la formidable rubia esbelta
de tetas puntiagudas y cuerpo de diosa y Mirian, morena ex�tica de enormes tetas
y mejor culo. Las dos dispuestas a cumplir su parte del trato, cosa que con Leo
como amante no les supondr�a el m�s m�nimo sacrificio. Pronto apareci� la
empinada polla de mi amigo entre las delicadas manos de Estela, que se mor�a de
ansias por acariciar aquel enorme aparato, mientras Mirian lo besaba en la boca
y pon�a las tetas a disposici�n del chico. En pocos segundos las chicas se
bajaron las bragas y ense�aros sus rajitas de escaso vello p�bico, todo para el
deleite de mis vista y el deleite pleno de Leo que las acarici� y lami� todo
cuanto quiso.


La misma Mirian me sugiri� que me hiciese si quer�a una paja
e igualmente me animaron Estela y Leo, el cual cogi� a las chicas de la cabeza y
las llev� a ambas a que le mamaran la polla, y muy bien lo tendr�an que hacer,
pues �l se retorc�a de gusto en el asiento trasero del coche. No tard� en
correrse. No hab�a duda de que las chicas eran enormes expertas, pues lo
exprimieron al m�ximo. Poco despu�s yo mismo eyaculaba. Leo les pidi� que
esperasen pues quer�a met�rsela por el co�o al menos a una de ellas. Mirian y
Estela rieron diciendo que eso era cosa s�lo para sus novios. �Qu� putas sois!
�les dijo Leo-. Y en eso qued� la cosa, ambas besaron a mi amigo en la boca
record�ndole cual era el trato y recomend�ndole que no se quejara, pues otros,
como por ejemplo yo, se ten�an que conformar con menos.



Leo y yo tuvimos una charla despu�s. �l se quejaba
amargamente de que no pod�a conseguir follar con ninguna, que s�lo eran
caricias, pajas y nada m�s. Yo le dije que se fijase en m�, que a�n pillaba
menos. Los dos nos re�mos de buena gana con aquello. Luego, entre risas me dijo
que ya que nos hab�amos visto la polla el uno al otro en aquella situaci�n,
pod�amos ver alg�n d�a en casa una buena peli porno y hacernos una paja cada
uno. Me pareci� una excelente idea y propuse que fu�semos al d�a siguiente a mi
casa, ya que por la tarde mi madre saldr�a.



Era una tarde de domingo y all� est�bamos Leo y yo en mi
casa, cada uno sentado en un extremo del sill�n, pues �ramos tan j�venes que
pens�bamos que los hombres si se rozaban entre s� se contaminaban, pero
haci�ndonos cada uno por nuestro lado una suave paja. La verdad es que la polla
de Leo era enorme y �l presum�a de ello.


El argumento de la pel�cula consist�a en que un hombre
sorprend�a a su mujer follando con su mejor amigo y tras algunas dudas, tensi�n
y excitaci�n, finalmente se animaba a formar un tr�o con ellos, cosa que el
amigo y la mujer recib�an con mucho entusiasmo. Leo y yo habl�bamos si ser�amos
capaces alg�n d�a de compartir a nuestras mujeres; �l dec�a que si y yo, que en
todo lo admiraba dije que tambi�n. Nos re�mos, hablamos de todo aquello y nos
distrajimos tanto que no advertimos que mi madre se hab�a plantado justo detr�s
de nosotros. Probablemente observ� y escuch� cuanto rato le dio la gana. Y
viendo la peli porno y a nosotros con la polla en la mano, no s� que cosas pudo
imaginar y pensar. No advertimos su presencia hasta que no carraspe�. Yo d� un
respingo y me sub� inmediatamente los pantalones, Leo no hizo lo mismo, el se
qued� inm�vil como una piedra y con la polla... pues eso, como una piedra. Me
quise disculpar ante mam�, pero ella silenciosa me hizo un gesto como diciendo
que no pasaba nada. Entre tanto las im�genes de la peli porno segu�a mostrando a
una mujer que disfrutaba como una posesa con las pollas de dos hombres. Mi madre
se sent� entre nosotros mir�ndonos con cara entre comprensi�n y l�stima; nos
dijo que entend�a las frustraciones sexuales de los adolescentes y que aquello
que hac�amos era normal.


De vez en cuando miraba la pantalla, hasta que se le ocurri�
decir entre bromas y veras que algunas ten�an tanta suerte que dispon�an de dos
hombres y otras de ninguno, refiri�ndose a ella. Pens� en que mam� se sent�a
mal, poco atractiva y poco deseada s�lo por el hecho de que mi padre la hab�a
abandonado por otra. Luego pens� en la frustraci�n de Leo, cuyo anhelo era meter
su polla en un co�o y experimentar un coito, y finalmente me compadec� de mi
mismo pues �nicamente me conformar�a con poder acariciar el cuerpo entero de una
mujer y que ella me acariciase a mi. O sea, tres seres de carne y hueso tristes
por no consumar sus deseos.



Mam� se descalz� y se qued� sentada entre nosotros. Yo sent�a
algo de corte, pero al igual que Leo permanec� inm�vil. Aquellas tres personas
de la tele follaban como locos y mam� nos sugiri� que continu�semos disfrutando
tal y como lo est�bamos haciendo antes de que apareciese o si no se tendr�a que
volver a marchar, cosa que no le apetec�a pues admiti� que ella tambi�n quer�a
disfrutar con aquellas im�genes. Aquello me pareci� incre�ble en mam�, pero en
cierto modo la comprend�. Leo no se cort� un pelo a la hora de reiniciar su
masturbaci�n, a mi me cost� m�s hacerlo pero finalmente tambi�n me mene� mi
verga. No me explico a�n c�mo mi amigo se decidi� a preguntar a mi madre si las
mujeres no recurr�an a menudo a la autosatisfacci�n, pues si nosotros lo
disfrut�bamos de aquel modo, porqu� ella no.


Mi madre dijo a Leo que llevaba toda la raz�n y ni corta ni
perezosa se arremang� la falda e introdujo sus dedos bajo las braguitas para as�
darse gusto en su cl�toris y en su raja. Un poco cortados al principio, pero
all� est�bamos los tres masturb�ndonos sin ning�n tipo de complejos, felices a
nuestro modo, mirando hacia la tele y mir�ndonos entre nosotros mismos. Leo dijo
a mi madre que si nuestras pollas estaban a la vista, por qu� no ense�aba ella
algo de lo suyo.


Mi madre me mir� y yo dije que era lo justo. Mam� no s�lo se
bajo las bragas y nos mostr� su h�medo co�o cubierto de una espesa mata de
pelos, sino que tambi�n desabroch� su camisa y su sujetador dejando al
descubierto sus impresionantes senos, que al instante captaron nuestra atenci�n.
�Joder, qu� buena est� tu madre!- exclam� Leo-. Mam� se puso como loca al o�r
aquel piropo enorme. �De verdad? � pregunt� ella misma-. De verdad dijo �l. De
repente yo pregunt�: �te la follar�as Leo?. Mam� se estremeci� al escuchar como
le propon�a aquello a un amigo.


Leo dijo, que si ella y yo est�bamos de acuerdo, que lo
har�a. Mi madre estaba ya tan excitada y caliente que no necesit� dar ning�n
tipo de aprobaci�n. Leo se abalanz� a chuparle las tetas. Mi madre dijo que en
mi presencia le daba verg�enza, pero Leo replic� que ya no hab�a vuelta atr�s y
que todos �bamos en el mismo vag�n. Agradec� aquel gesto de lealtad hacia m� de
mi amigo. �F�llate a mi madre amigo m�o! �Sois lo �nico que tengo en la vida!
�Porqu� no veros disfrutar juntos?. En tanto dec�a esto ya hab�an montado un
sesenta y nueve en a lo largo del sill�n; ambos disfrutaban y gem�an mientras yo
me machacaba mi pija. Mam� no dejaba de alabar el gran tama�o del pene de Leo
�Quiero follar! �dec�a �l. Lo vas a hacer conmigo -exclamaba mi madre entre
convulsiones de gozo-. Tir� a mi madre al suelo y la puso a cuatro patas. Le iba
a dar desde atr�s, pero a�n me ten�a reservada una sorpresa mi amigo Leo. �Te
apetece una mamada?- me pregunt� �l-.


Si, -dije yo-. Pues tu madre te la va a hacer �me anunci�
Leo-. �Quieres decir que se la tengo que chupar a mi hijo? �pregunt� mam�. Eso
es �le dijo Leo- �l merece esto tanto como nosotros. As� que todos �bamos a
experimentar algo nuevo. Mi madre se sit�o a cuatro patas sobre el suelo apoyada
sobre mis piernas abiertas, pues yo estaba sentado en el sill�n. Detr�s de ella
se sit�o Leo, que de una sola embestida y como si lo hubiera estado haciendo
toda la vida, se la clav� a mi madre desde atr�s. Un poco m�s le cost� decidirse
a ella a chup�rmela a mi, pero finalmente lo hizo. Ni que decir tiene que, dado
a que mi madre me lo hizo de maravilla y que yo era un inexperto, no tard� en
correrme en su boca. Tampoco tard� en eyacular Leo en la vagina de aquella
maravillosa amante que nos surgi� aquella tarde.


O mejor dicho, aquella noche, pues repuestos de nuestros
orgasmos no quisimos que aquello parase en una simple an�cdota y continuamos
nuestros juegos, ya sin ning�n l�mite. Y digo sin ning�n l�mite porque al final
convencimos a mam� de que yo tambi�n hab�a de penetrarla, como hice para gloria
y placer de nuestro tr�o. Viendo la peli porno, observamos como aquellos hombres
hac�an un emparedado con la mujer y nos propusimos hacerlo tambi�n nosotros. Leo
tuvo el privilegio, y en algo hab�a de notarse su jerarqu�a, de ser el que
penetr� a mam� por el ano, el cual casi destroza, pero bajo el consentimiento y
placer de ella. Yo se la introduje en el co�o, y los tres nos corrimos al
un�sono.


Follamos todo cuanto nos apeteci�, hasta hartarnos, y
planeando otra juerga para otra noche. Algo que ya contar� dentro de poco. Pero
quiero dar las gracias sobre todo a mi amigo Leo, pues a �l le debemos mi madre
y yo el haber podido superar nuestros traumas gracias al sexo que �l nos
propuso.


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