SU CULO VIRGEN ( o Mi Primer Orgasmo II)
Con Elsa ya nos hab�amos hecho amantes, luego que le ayudara
a descubrirse como multiorg�smica. Eso me puso en una posici�n de privilegio ya
que ahora se abandonaba a todos mis deseos. Yo ejerc�a ese derecho con lenta
calma y paso a paso.
Luego de aquella primera noche (leer Mi Primer Orgasmo) nos
empezamos a ver en su departamento, donde viv�a con sus dos hijos: Marcelo de 18
a�os y Ver�nica de 15. A ambos yo los conoc�a desde muy chicos. Yo ya
frecuentaba peri�dicamente su casa en calidad de amigo desde mucho tiempo antes,
as� es que no era raro que los fuera a visitar, a tomar unos mates o a ver
alguna peli en la TV e incluso a quedarme a dormir ya que viv�a muy alejado de
ese depto.
La cuesti�n ahora era diferente solo para nosotros, ya que el
resto no sabia nada de nuestra aventurilla.
Ella hab�a quedado muy sensible de aquella experiencia en el
hotel, por ello cuando est�bamos en la mesa del comedor tomando mate, yo la
acariciaba con mi pierna por debajo de la mesa y sent�a que ella se tensaba.
Cuando qued�bamos solo me reputeaba por hacerle "eso", que la pon�a muy
nerviosa.
Un Domingo, los hijos se fueron a la casa de los abuelos y
hacia un calor terrible, por lo que ambos est�bamos en traje de ba�o. Reitero
que ella nunca se crey� atractiva a los hombres y tampoco le interesaba que le
presten atenci�n por lo que consideraba todo lo referente al cuidado y
tratamiento de bellezas como algo superfluo solo ejercidos por aquellas que no
ten�an nada que hacer.
Mir�ndole la entrepierna le pregunte si nunca se hab�a
depilado y me dijo que no, que hacia a�os que no frecuentaba ni una playa ni una
pileta como para preocuparle aquel detalle.
"No me dejas que te afeite?" le pregunt�
Le encanto la idea y pusimos manos a la obra preparando la
gran afeitada.
Calent� un poco de agua, taje el jab�n del ba�o y, de una
disparada, fui al almac�n de la esquina a comprar una brocha de afeitar.
Con los elementos listos la hice desnudar y sentar en la mesa
del comedor, con los pies apoyados en la misma y abriendo bien sus piernas.
Comenc� a pasarle la brocha enjabonada por toda su concha y
ella experiment� una mezcla de cosquillas y placer. Luego, muy despacio, comenc�
a afeitarle la concha.
Al terminar le pregunte si tenia alg�n aceite humectador.
Trajo del ba�o un aceite de esos que se usan para las colitas de los BB. La
volv� a hacer subir a la mesa y le derrame un chorro desde su vientre para que,
al correr, llegara hasta su concha. Al llegar all�, comenc� a frot�rsela
lentamente y el masaje se convirti� de humectador y protector en algo sumamente
er�tico en poco tiempo. Se lo acariciaba con la mano abierta y ella hab�a tirado
su cabeza hacia atr�s y hab�a cerrado sus ojos. Gem�a
Con la misma caricia hacia que mis dedos llegaran hasta su
culo y all� ejerc�a un poco de presi�n y sent�a que ella frunc�a el culo. Volv�
a echar un poco de aceite en su concha e hice que mis dedos se mojaran bien.
Cuando llegue a su culo trate de meter mi dedo mayor. Ella no me dejaba.
Le ped� que se relajara y que con sus manos se abriera las
nalgas. Con cierto recelo, lo hizo.
Met� lentamente mi dedo, entre quejidos y convulsiones de
ella. Comenc� a meterlo y sacarlo muy, pero muy despacio, hasta que lleg� a
tener todo el dedo metido. Ah� me demore un rato como para permitirle relajarse
bien y gozarlo.
Cuando sent� que se relajaba bien, retome los movimientos de
ida y vuelta, subiendo poco a poco la velocidad con que lo hacia. Sus
movimientos, retorci�ndose, me hac�an ver que lo estaba gozando mucho.
Con el dedo pulgar de la misma mano, le empec� a acariciar el
cl�toris y a met�rselo a la misma frecuencia que se lo met�a por el culo.
En un momento dado, sent� con much�sima claridad que su culo
ejerc�a una especie de succi�n de mi dedo y un grito ahogado me confirm� que
hab�a llegado a su orgasmo.
Me sorprend� porque esa era la primera vez que sent�a una
reacci�n semejante de un culo: lo hab�a sentido con alguna concha de una mujer
que me cogi� muy bien, pero un culo. Nunca. Y en ese preciso momento me propuse
sentir esa succi�n en mi pija.
Le cont� todo esto a ella. No me quer�a creer lo de la
succi�n. En realidad me importaba poco si cre�a o no: yo la quer�a coger por el
culo.
Hice que se sentara en una silla. Yo saqu� mi pija y se la
puse al alcance de la boca... no hacia falta mas... si hay algo que le hab�a
gustado la primera vez era justamente chap�rmela. As� es que deje que lo hiciera
(lo hacia maravillosamente bien). Cuando la sent� que estaba bien dura, la hice
para nuevamente, que se apoyara con las tetas en la mesa. Eso me dej� expuesto
su hermoso culo. Le volv� a echar aceite y me aceit� bien la pija. Le dije que
la agarrara con la mano y que la llevara hasta la puerta del culo. Cuando la
apoy� all�, le abr� bien las nalgas y comenc� a empujar. Iba y ven�a muy
despacio como para ir dilat�ndola poco a poco. Ella se hab�a agarrado
fuertemente del borde de la mesa y tenia los nudillos blancos de la fuerza que
ejerc�a. Cuando sent� que hab�a entrado la cabeza, me detuve. Est�bamos muy
agitados los dos. Hice que se enderezara un poco para poder acariciarle las
tetas. Al agarr�rselas, se las apret� suavemente pero aumentando la presi�n. Le
pellizque los pezones.
Luego baj� un de mis manos hasta su concha reci�n afeitada y
la empec� a masturbar. Eso hizo que se empezara a mover e hizo que mi pija se
clavara mas profundamente en su culo.
Se hab�a inclinado mas sobre la mesa y me dijo que estaba por
corredse. Entonces aceler� el ritmo en su culo.
Acab�.
Y al acabar con un quejido sent� en mi pija que su culo
comenzaba nuevamente a tener esos espasmos que se asemejan mucho a una succi�n.
El placer que sent� no lo puedo describir. Cre� que las bolas se me quedaban
vac�as de tanta leche que sent�a que le estaba largando.
Me apoy� sobre su espalda. Las piernas me temblaban. La
respiraci�n y los latidos del coraz�n se parec�an a un ataque card�aco.
Quedamos as� un rato largo, hasta que sent� que la pija sal�a
sola al bajar de tama�o.
A partir de aquel d�a, cada vez que cog�amos, si no lo
hac�amos por el culo, aunque sea un dedo le tenia que meter para sentir esa
succi�n fenomenal. Y si yo me olvidaba, ella se encargaba de record�rmelo...