No recuerdo cuando empez� todo pero hace ya mucho tiempo.
S�lo recuerdo que desde que tengo uso de raz�n sexual (apetito) cuando mi
hermana (dos a�os mayor) y yo nos acost�bamos a dormir en la misma cama uno de
los dos comenzaba a rozar con su pie el pie del otro o usaba una mano para
acariciar suavemente la cintura del otro hasta que los dos gir�bamos nuestros
cuerpos para acariciarnos a placer. Eran movimientos estudiados y sincronizados.
Ella permanec�a tumbada boca abajo y yo de lado a su lado deslizando mi mano por
debajo del pijama hasta llegar a acariciar levemente sus pezones, con grandes
aureolas. Sus pechos no eran grandes pero a m� me fascinaban. Yo sol�a juntar
mis labios a los suyos abri�ndolos, apasionado, intentando abrir su boca e
introducir mi lengua como ve�a en algunas pel�culas pero ella no me dejaba.
Entonces, le sub�a la parte superior del pijama y lam�a (con m�s ilusi�n que
traza) y succionaba el objeto de mi deseo.
A continuaci�n iba bajando levemente leng�eteando su est�mago
a la vez que bajaba con mis manos la parte inferior del pijama al mismo tiempo
que ella alzaba levemente la cadera para favorecer mi tarea. Me permit�a
baj�rsela hasta las rodillas. Yo besaba su vello p�bico (del que yo carec�a
todav�a). En ning�n momento abr�a las piernas. No me permit�a ir m�s all�.
Despu�s yo bajaba mis pantalones e intentaba colar entre sus piernas mi peque�o
pene pero mis intentonas siempre resultaban fallidas. Volv�a a besar sus labios,
manoseaba ansioso su culo mientras le solicitaba desesperadamente que lo
hici�semos los dos completamente desnudos. Ella no respond�a, simplemente mov�a
sus caderas de arriba abajo, de arriba abajo. Al cabo de pocos minutos mi estado
llegaba al cl�max, notaba el orgasmo pese a ni siquiera eyacular una gota de
semen. Mi edad no me lo permit�a.
Estos encuentros se repitieron infinidad de veces. Muchas
veces incluso con mi madre en casa. En la sala de estar mientras ve�amos una
pel�cula, otras mientras nos acost�bamos a echar la siesta aprovechando que mis
padres sal�an de casa, etc...
Nunca habl�bamos del tema. Simplemente lo disfrut�bamos.
Dese�bamos (al menos yo) que llegase el s�bado por la tarde, para quedarnos
solos y tumbarnos en el sof� cada uno en una punta. Poco a poco y sin hablar nos
�bamos acercando hasta quedar hombro con hombro, por ejemplo. Esper�bamos as� el
tiempo justo para que alguien deslizase la yema de sus dedos sobre el antebrazo
y poco a poco subiese hacia arriba. Los primeros contactos eran suav�simos, casi
imperceptibles. Instintivamente, quien comenzaba los tocamientos iniciales tem�a
ser rechazado por el otro y por eso d�bamos tiempo al que otro abandonase la
habitaci�n y se acabasen los escarceos sexuales por ese d�a.
Debo reconocer que no recuerdo haberme ido nunca cuando
lleg�bamos a esas situaciones y era mi hermana qui�n tomaba la iniciativa.
Simplemente no ve�a la pel�cula o sal�a a jugar a f�tbol con mis amigos y ya
estaba. Sin embargo ella s� me dej� alguna que otra vez con la miel en los
labios; a veces, yo acariciaba su brazo o su pierna (si ella se hab�a tumbado y
las ten�a apoyadas en mi regazo), y ella simplemente se levantaba y se marchaba
a su habitaci�n o continuaba viendo la pel�cula en la mesa de la sala de estar
haciendo deberes o algo as�. Nunca hubo reproches por ninguna parte. De hecho
tampoco nunca hubo alabanzas. Nunca hablamos del tema.
Pas� el tiempo y ella se ech� novio y se acabaron de golpe
nuestros encuentros. Ella deber�a tener unos diecisiete a�os y yo quince.
Seguramente se satisfac�a con su novio y no necesitaba nada m�s o sent�a que si
hac�a algo conmigo le era infiel y no me dio oportunidades de intentar algo.
Ahora han pasado los a�os. Ella est� casada con su novio de
toda la vida y tiene un hijo. Yo tengo novia, la cual me encanta f�sicamente
pero no he conseguido olvidar todos aquellos tocamientos furtivos y
desesperados.
Hace tres semanas, fui a casa de mi hermana para ver a mi
sobrino. Result� que mi cu�ado y mi sobrino estaban en el f�tbol y mi hermana
estaba sola viendo la tele, una serie bastante lamentable. Record� fugazmente
nuestros encuentros clandestinos y le dije que ver�a con ella la tele. Ella
estaba sentada en un lado del sof� (sin llegar a ser ni el centro ni el extremo)
y yo me sent� en la otra. Me recost� ligeramente hacia donde estaba ella
colocando mis pies en una silla. Est�bamos a unos cuarenta o cincuenta
cent�metros el uno del otro. Sent�a mi coraz�n latir con fuerza. Tambi�n o�a su
respiraci�n. No s� qu� deb�a estar pensando. Pasamos unos diez minutos as�. Yo
intentaba llamar su atenci�n: comentaba cosas de la pel�cula, me tocaba la
pierna, me rascaba la cabeza. Ella no se inmutaba. Segu�a fija en la tele y sin
atisbo de dar ning�n paso. Yo me debat�a entre atacar o no pero me parec�a
excesivamente fuerte hacerlo. En un intermedio, me levant� y me fui a la cocina
a beber agua. Al volver me qued� alucinado. Ella hab�a centrado su cuerpo
colocando sus piernas sobre una silla que hab�a en el extremo contrario donde se
encontraba la que sujetaba mis extremidades inferiores. "�sta es la m� pens�".
Volv� a ocupar mi lugar tal y como lo hab�a dejado, de hecho
era ella la que hab�a acercado su posici�n a la m�a aprovechando mi ausencia.
Estaba muerto de miedo pero no estaba dispuesto a dejar escapar una oportunidad
as� m�s de diez a�os despu�s. Al colocarme como estaba antes nuestros brazos (mi
brazo izquierdo y su derecho) quedaron ligeramente pegados entre el hombro y el
codo. El primer paso estaba hecho. Al cabo de otros diez minutos yo ten�a una
erecci�n enorme, no pod�a aguantar m�s: ahora o nunca. Deslic� mi mano derecha y
la pos� sobre su antebrazo. No mov�o ni una pesta�a. Empec� a mover los dedos
sobre su antebrazo describiendo peque�os c�rculos con mis yemas. Aquello iba
viento en popa. Sub� los dedos poco a poco sin dejar de hacer c�rculos sobre su
brazo. En las ocasiones anteriores que hab�amos hecho algo, lo que yo hab�a
hecho hubiese sido m�s que suficiente para estar ya magre�ndonos, pero las cosas
hab�an cambiado. Ella permanec�a quieta.
Continu� masajeando su hombro y fui avanzando por su
clav�cula derecha, la parte inferior del cuello y atraves� su clav�cula
izquierda hasta llegar al hombro opuesto. Estaba encendid�simo pero sab�a que un
movimiento en falso acabar�a mis posibilidades. As� que sub� muy despacio mis
dedos por la parte izquierda de su cuello hasta rozar el l�bulo de su oreja.
Ella no se mov�a, ni para bien ni para mal. Estuve algo m�s
de un minuto recorriendo su cuello con mis yemas, de la oreja izquierda a la
derecha, otra vez a la izquierda muy despacio, pero ella parec�a ausente. En ese
momento decid� atacar. Ya no me importaba ser rechazado, s�lo quer�a poseerla.
Acarici� su mejilla con mis dedos e hice girar su cabeza muy despacio hacia
donde estaba la m�a. No dec�a nada. No le d� tiempo a mirarme, me hubiese muerto
de verg�enza, as� que pos� mis labios sobre los suyos y fui depositando en ellos
una infinidad de cortos besos que ella no devolv�a. Poco a poco iba abriendo mis
labios, los suyos permanec�an entreabiertos.
Saqu� la punta de mi lengua para tantear la situaci�n y ella
sac� la suya. Comenzamos a entrelazar nuestras lenguas con mucha suavidad. Eran
besos de amor m�s que deseo. Ya no hab�a marcha atr�s. Yo acariciaba con mi mano
su cintura y ella subi� su brazo hasta mi nuca y empez� a acariciarla. Los besos
eran cada vez m�s apasionados. Baj� su mano por mi cuello desde atr�s hasta
acariciar mi pecho. Ahora era ella quien tomaba la iniciativa. Apart� mi espalda
del respaldo del sill�n y empuj� suavemente a mi hermana hasta tumbarla sobre
�l. Baj� mi mano por sus caderas hasta llegar a su rodilla y volv� a subir la
mano ahora por el interior de sus muslos sin llegar a tocarle en la zona p�bica.
Desabroch� su bata y le ayud� a quit�rsela. Continu�bamos
bes�ndonos. De vez en cuando yo besaba su cuello y ella echaba la cabeza hac�a
atr�s, cerraba los ojos y respiraba profundamente. Ella hab�a metido su mano por
dentro de mi jersey y me acariciaba la espalda de arriba abajo y de abajo a
arriba. Le ayud� a quitarse la camiseta. No llevaba sost�n. Entonces acarici�
los bordes de sus pechos mientras mi lengua lam�a sus pezones. Mis manos
volvieron a sus caderas y empezaron a bajarle el pantal�n. Ella revolv�a mi
cabello mientras mi lengua recorr�a a su antojo su cuello, sus pechos y su
vientre. Cuando sali� el pantal�n baj� mi boca por su cuerpo besando sus ingles
por encima de las bragas, bes� tambi�n su monte de Venus y solt� alg�n
leng�etazo malintencionado a sus labios vaginales, pero todo ello con las bragas
puestas. Bes� el interior de sus muslos, muy cerca del el�stico. Pude percibir
el olor intenso que emanaba su vagina.
Qu� ganas ten�a de poseerla. Ella me agarr� de la cabeza y me
puso a la altura de la suya, me bes� y mientras continuaba haci�ndolo me despoj�
del jersey. Me bes� el cuello, el pecho, el vientre. Estaba haciendo lo que yo
le hab�a hecho. Me desabroch� el pantal�n, me lo quit� y bes� mi pene,
excitad�simo, sobre el boxer. Me baj� el boxer y alternaba besos y lametazos en
mi pene, de la cabeza a la base. Me estaba volviendo loco. Entonces fui yo quien
la levant� por la cabeza, la morre� fuertemente y le baj� las bragas. Comenc� a
lamer sus labios mayores, estaban muy h�medos. Con la lengua los abr� y recorr�
sus labios menores de arriba abajo. Volv� a los labios mayores, roc�
malintencionada pero muy suavemente (no quer�a hacerle da�o) el cl�toris y volv�
a recorrer su cuerpo en sentido ascendente con mi boca, lengua y manos. Coloqu�
el glande en la entrada de su vagina, lo frot� una par de veces y empuj�
suavemente hacia dentro. Ella gimi� despacio y dijo entre dientes: "�Qu�
haces?". No son� a pregunta pese a serlo; son� a afirmaci�n, a deseo, a
prohibido pero a placentero. No contest�. Mi pene estaba totalmente dentro de su
cuerpo y ella no pod�a rechazarlo.
Lo sacaba r�pidamente y lo volv�a a meter con extrema
suavidad. Coloc� sus manos en mi culo y acompa�aba mis movimientos. Estuvimos
as� un par de minutos. Entonces decid� que ya estaba suficientemente excitada:
presion� mi cuerpo hacia arriba dentro del suyo para conseguir que mi pene
frotase el cl�toris mientras entraba y sal�. Lo consegu� f�cilmente,. Ella
empez� a respirar entrecortadamente. Estaba sumida en el deseo irrefrenable.
Acariciaba mi culo, mi espalda, mis brazos. Yo continuaba bombeando cada vez m�s
r�pido. Nuestros movimientos eran acompasados. Est�bamos disfrutando. Al cabo de
unos quince minutos desde que inici� la penetraci�n, ella empez� a gemir y a
sollozar. Estaba a punto de llegar al orgasmo. Cinco o seis empujones r�pidos
m�s y de golpe saqu� mi pene de su vagina.
Ella buscaba con sus caderas de nuevo mi pene, creyendo que
se hab�a salido involuntariamente, pero no la encontr�. Le mir� a los ojos y con
el culo intencionadamente echado hacia atr�s volv�a a besarla en los labios y en
los pechos como al inicio. Se dio cuenta de que quer�a hacerla sufrir y mientras
yo lam�a sus aureolas (menos rosadas de lo que yo recordaba) me susurr�: "Por
favor, por favor.". Me estaba poco menos que implorando compasi�n. Volv� a
buscar la entrada de su vagina y comenc� el mete y saca, ahora, r�pido
directamente, y ella empez� a correrse y dej� de mover sus caderas. Se qued� con
los ojos cerrados, recuperando el aliente. Yo continuaba a lo m�o. Volv� a bajar
el ritmo: entrada lenta y salida r�pida. Separ� la cabeza de su cuerpo para
observarla mientras la penetraba.
Me encantaban sus curvas, me encantaban sus pechos. Le mir� a
los ojos y encontr� los suyos mirando los m�os. No pod�a imaginar qu� estaba
pensando. Hab�a un agradecimiento y un reproche simult�neo en la forma de
mirarme. Apart� la mirada y me concentr� en la penetraci�n; estaba a punto de
tener mi orgasmo. Aceler�, apret� sus pechos entre mis manos, met� mi lengua en
su boca y eyacul� en su interior en un intens�simo orgasmo. Ca� encima de su
cuerpo. Nos levantamos sin hablarnos y nos vestimos. Le dije que me iba, que
hab�a quedado. Me acompa�� a la puerta y mientras yo caminaba hacia el ascensor
ella cerr� la puerta a la vez que dijo: "No volver� a pasar."
admirador
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