Relato: Deseosa de sexo ardiente Me acuerdo de aquella vez que llegu� a la casa de mis t�os a
pasar una temporada de verano. Todo estaba de maravilla. Me recibieron bien y me
acogieron como de costumbre, con amabilidad y contento. En uno de esos d�as,
lleg� una vecina que era muy amiga de mis primos y t�os. Se llamaba Elena,
simp�tica, no muy bonita de cara, pero tenia un cuerpo maravilloso.
Hace poco
hab�a sido madre de un ni�o, el cual llevaba a todos lados. Con el tiempo de
visitarnos, nos fuimos haciendo bastante amigos, e incluso nos qued�bamos solos
en el porche de la casa conversando hasta altas horas de la noche. En ese tiempo
yo tenia 19 a�os y ella 35. me hablaba de su esposo, de que ya no lo soportaba y
que las horas se hac�an interminables con �l. Era celoso, mal marido (seg�n
ella) pero muy trabajador.
Hablamos de sexo, de lo insatisfecha que se
encontraba. Conversamos sobre los orgasmos y me dijo que jam�s hab�a tenido uno,
cosa que me extra�� mucho, puesto que por lo menos en una relaci�n de vez en
cuanto uno tiene un orgasmo. Le expliqu�, a mi corta edad, pero con bastante
recorrido en camas, que era muy f�cil tener orgasmos. Comenzamos a coquetear, y
me invit� a su casa. Planeamos juntarnos all�. Me dio la direcci�n y con
bastante tiempo me arregl� y a eso de las 9 de la noche me acerqu� a su hogar.
Me invit� a pasar. El ni�o dorm�a en la cama matrimonial, ella se acerc� y me
beso en la boca, yo le respond� y al abrazarla le toqu� el trasero, le sub� la
falda y le toqu� el poto por sobre los calzones. La cosa se puso bastante
r�pida, le saqu� el vestido y le comenc� a chupar las tetas, tratando de no
succionar tanto para que no me saliera leche, las toqu� despacio pero con
bastante desenfreno, de repente pon�a mi mano en su vagina y la notaba caliente,
como que si tuviera fuego ah� abajo y cada vez que lo hacia soltaba alg�n
quejido de placer. El ni�o de repente soltaba uno que otro quejido al estar un
poco incomodo, ambos lo mir�bamos de reojo, y prosegu�amos. Le baj� los calzones
y toque esa vulva hirsuta, h�meda, caliente y resbaladiza. Era un ir y venir de
mi mano. Ambos parados, ella de espalda a la pared y yo casi con mi mano entera
en su choro hirviente. Le met�a los dedos, y los sacaba llenos de ese l�quido
resbaladizo. Le toque el cl�toris, baj� hasta �l, lo chup� y se sinti� un poco
incomoda.
Nos tiramos en la cama y lentamente comenc� a meter mi pico grande,
mojado y a punto de explotar en su vagina caliente. Se juntaron nuestros vellos,
nuestros olores a pubis, nuestros l�quidos se juntaron. Se lo met� varias veces,
en distintas posiciones y le gustaba. Luego de un rato, le dije que se subiera.
Le ense�ar�a a tener un orgasmo a su manera, que ella lo manejar�a. Abri� su
piernas y se sent� sobre mi pene erecto. Estaba montando un caballo deseoso de
sexo, comenz� a moverse mientras yo le tocaba el poto con ambas manos, hasta que
de un momento a otro lanz� un quejido desde dentro de su coraz�n, le comenzaron
a temblar las piernas y sinti� un fr�o que le recorri� toda la espalda. Se
abalanz� sobre mi y quiso quedarse dormida. Luego de un rato me vest�, ella se
quedo en la cama junto al ni�o que hab�a comenzado a llorar, cerr� la puerta y
me fui.
Al d�a siguiente, le cont� lo acontecido a mi primo que era
menor que yo, �l no lo pod�a creer. A �l tambi�n le gustaba, pero �l pensaba que
ella no se fijar�a en �l por ser mas chico y sin experiencia. Le dije que Elena
vendr�a a visitarme por la noche y que all� la podr�a ver.
Elena lleg� como a
las 10 de la noche, hab�a dejado el ni�o con su padre el cual hab�a tenido la
noche libre y ella hab�a salido con la excusa de ir a buscar unas cosas donde la
vecina. Nos fuimos a conversar al patio de atr�s. Yo y mi primo nos hab�amos
quedado solos en la casa, todos hab�an salido a un bautizo y no llegar�an sino
hasta el otro d�a. Le dije que nos sent�ramos en un sill�n viejo que estaba en
el patio. Yo, previamente, le hab�a dicho a mi primo que observara por la
ventana todo lo que �bamos a hacer.
Ella me pregunt� si yo estaba solo y le
respond� que s�. Nos besamos, de un momento a otro le dije que abriera las
piernas y le saqu� el calz�n, pero lo saqu� de tal forma que mi primo viera todo
a la perfecci�n. Le abr� las piernas y comenc� a chuparle el choro, me imagino
que en ese momento mi primo habr� comenzado a correrse una paja, pues era
bastante obvio. Le toqu� las tetas un buen rato, me baj� el pantal�n y
comenzamos a culiar en forma desenfrenada. Yo me olvid� de mi primo, me olvid�
del mundo y s�lo me dediqu� a hacerla feliz. Me dijo que nuevamente quer�a
arriba, lo cual acept�. Se puso a mover como una diosa, se sentaba sobre mi pico
con toda la experiencia del mundo y yo le hac�a cari�os en su ano y le met�a el
dedo de vez en cuando.
De repente escuchamos una puerta que se abri� detr�s,
mir� hacia la ventana y me di cuenta que mi primo ya no nos observaba, ella se
asust� pero le dije que se quedara quieta, vi una silueta acercarse y pude ver
que era mi primo. Le dije a Elena que siguiera, que no hab�a gente, sigui�
meci�ndose. Vi a mi primo detr�s de ella, nervioso, yo me moje la palma de mi
mano derecha, la embetune con salida, abr� los gl�teos de Elena y pos� la saliva
sobre el ano de ella al mismo tiempo que le abr�a ese hoyo mojado. Mientras se
mov�a le abr�a con fuerza el hoyo, luego mi primo se acerc�, tom� su pico que lo
tra�a todo parado y lo met� en el hoyo de Elena. Ella dio un salto de miedo, de
confusi�n y como perdida. No te preocupes, le dije, es Andr�s, que solo quiere
culiar junto a nosotros y aprender. Ella acept� y Andr�s nervioso comenz� a
meterle el pico por el poto, los tres nos juntamos, ella gem�a, Andr�s tambi�n
gem�a de placer y de dolor. Era su primera vez, y por el ano.
Mi primo acab� en seguida, luego lo hice yo y luego Elena. Le
dol�a el ano, las rodillas. Jam�s hab�a culiado as�, dec�a, jam�s por dos
hombres al mismo tiempo y jam�s hab�a sentido tanto placer. Lo seguimos haciendo
un par de veces mas, con el tiempo, Andr�s fue su amante, y eso me gustaba, pues
hab�a sido el que hab�a ideado todo aquello.
Autor: Carlos
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Relato: Deseosa de sexo ardiente
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