Est�bamos aqu�l d�a, en un restaurante, cenando mi marido y
yo con dos parejas de amigos, todos con edades entre 25 y 30 a�os. En esa cena
uno de los matrimonios (H�ctor y Teresa ser�n sus nombres ficticios) nos cuent�
que, en dos meses, Teresa deber�a viajar y estar�a fuera del pa�s por espacio de
un mes. Nosotros lo empezamos a cargar a H�ctor dici�ndole que no podr�a
soportar un mes de absitinencia y mi marido y el otro amigo (Gervasio) le
empezaron decir que se ir�an de putas dici�ndole a Teresa que no se preocupara
que en los burdeles no hay amor sino s�lo sexo y que tan s�lo ir�an para saciar
una necesidad fisiol�gica.
Debo contarles que H�ctor es un muchacho normal, bastante
macanudo. En cambio Teresa es fea y mandona; est� bastante excedida de peso y no
hace ejercicio. A veces parece que, a prp�sito, le hace la vida imposible a su
marido. Nosotros, con Gervasio y su mujer, siempre nos preguntamos: �Qu� le ve
H�ctor a Teresa? Es m�s, medio en broma y medio en serio, hasta pensamos que su
vida sexual debe ser bastante aburrida.
El tiempo fue pasando, hasta que lleg� la hora de que Teresa
se marche, no sin antes haber prevenido a H�ctor para que "ni se le ocurra ir a
un prot�bulo". Yo, como buena amiga que soy, le dije:
- Tere, qued�te tranquila, nosotros vamos a cuidar a H�ctor.
Despu�s de besos y abrazos nos despedimos. Cuando ya hab�amos
llegado a casa con mi marido comenzamos a conversar:
- �Qu� le ve H�ctor a esa mina? - me pregunt� mi marido
- La verdad que no s�.
- Si por lo menos fuera hermosa, yo podr�a entender que se
deje dominar tanto, pero por ese adefesio - me dijo �l, ya con voz de
indignaci�n
- Es cierto, Tere lo vive rebajando al pobre
- Sab�s lo que vendr�a bien a H�ctor? Qu� lo agarre una buena
trola y le haga ver las estrellas, sab�s como se le curan todos los problemas?
- Si, le vendr�a bien - le respond� - pero ya sab�s, lo que
le dice Tere es ley y �l no va a ir al cabaret con vos y con Gervasio.
- Es cierto, pobre pibe...
Ese fue el fin de esa conversaci�n. Ah� me qued� pensando y
record� que, una vez en medio de una charla er�tica con mi esposo y haciendo
alusi�n a que el �nico hombre en mi vida hab�a sido �l, me hab�a dicho "si alg�n
dia quer�s probar otro hombre a ver que se siente, s�lo me ten�s que avisar. Yo
tuve otras mujeres y me parece injusto que vos no". As� que se me ocurri� que
tal vez no hiciera falta que H�ctor vaya al cabaret y que yo podr�a ofrecerle
ese momento que tanto se merec�a, cre�a que lo pod�a hacer sentir un HOMBRE.
Ten�a que pensar ahora dos estrategias: una era como le dir�a
a mi marido que quer�a satisfacer a H�ctor; y la otra, mucho m�s f�cil por mi
condici�n de mujer, era como hacer para que H�ctor se me entregue.
Esa noche, al llegar mi marido del trabajo, le ped� que se
ba�e y cambie que ir�amos a cenar a un lugar nuevo. Fuimos y la cena result�
encantadora. Comimos b�rbaro y tomamos un poco champagne. Al finalizar la cena
le suger� que fueramos a un hotel alojamiento y �l, por supuesto, acept� muy
gustoso.
Una vez en el hotel, me fui desvitiendo de apoquito. Me quit�
la pollera y mi blusa y me qued� con un corset negro de encaje que ajustaba muy
bien mis grandes pechos, una tanga cola less bastante peque�a y las medias con
liguero haciendo juego: una aut�ntica gatita en celo.
- Amor - le dije - cu�l es tu fantas�a sexual ?
- Y, hay varias: un tr�o con otra chica por ejemplo.
- S�, pero una que podamos cumplir ahora...
- Entonces, me gustar�a me la chupes hasta acabar sobre t�. O
que me entregues la colita sin sacarte la ropa interior que llev�s puesta.
- Bueno, concedido - le dije y comenc� a desplegar todo mi
repertorio.
Estaba decidida a dar lo mejor de m� esa noche, ten�a que
hacer sentir a mi marido como si fuera un rey. As� que sin pensarlo dos veces,
sub� el vol�men de la m�sica funcional y empec� a bailar como si fuera una
stripper, me mov�a cada vez m�s, me agachaba y levantaba dej�ndolo ver un
espect�culo �nico. Estaba completamente mimetizada con la situaci�n y en un
rapto de inspiraci�n hice poner de pie a mi marido, lo desvest� y me puse de
rodillas a lamer su polla. Es es la posici�n que m�s le gusta: �l parado y yo en
el piso usando mis dos manos para darle placer mientras �l manejaba el ritmo con
su manos alrededor de mi cabeza. Despu�s de todo el baile y el champagne, no
tard� mucho en correrse, pero tuvo la delicadeza de echar mi cara para atr�s
para no acabar directamente en mi boca y hacerlo sobre mi lengua, aunque los
primeros chorros de su semen salieron en forma desenfranada e impactaron contra
mi rostro. Quer�a limpiarme ya que esa viscosa sustancia no es precisamente de
mi agrado, pero ten�a que esmerarme mucho para dejarlo s�per contento as� que lo
mir� fijo y tragu� la leche que ten�a en mi boca. Luego le segu� chupando la
pija hasta dej�rsela limpia para terminar empujando con mis dedos y en direcci�n
a mi boca el semen desparramado sobre mi cara para trag�rmelo como si fuera el
jugo m�s rico del mundo.
Despu�s de descansar un ratito prend� el canal porno en la
televisi�n del hotel y esper� pacientemente hasta que a alguno de los
superdotados actores se le diera por sodomizar a una chica. Y cuando lleg� el
momento:
- Vos tambi�n quer�s romperle el culo a alguien? - le
pregunt� sabiendo que le gusta eso del "dirty talking"
- Claro que s�
- Dale - le dije mientras ve�a como se le empezaba a parar de
nuevo - o acaso necesit�s un poco m�s de exhibicionismo? - pregunt� mientras
comenzaba a masturbarme frente a sus ojos con dos de mis dedos por el costado de
mi tanga.
Su respuesta no tard� en llegar, pero no en forma de palabras
sino f�licamente. Me di� vuelta, corri� mi tanga, escupi� en mi agujerito y
�Zas! me enfund� su tremenda verga hasta el fondo de todo. Sent� esa extra�a
mexcla de dolor y placer, pero esta vez se le sumaba algo m�s: que lo hac�a todo
por conseguir otra cosa...
Para no hacer esta parte muy larga, les dir� que mi marido me
estuvo follando por espacio de casi 20 minutos, as� que imag�nense como me qued�
la colita despu�s de eso.
Volviendo a la hostoria principal, y tal como lo sospechaba,
despu�s de esa caliente noche de lujuria, �l me pregunt� que cu�l era mi
fantas�a...
- Y, sentir otro hombre dentro de m�.
- Aj�! me dijo, qu� p�cara! Y c�mo ser�a?
- Mucho no lo he pensado...
- Bueno, cont�me lo poco que pensaste.
Mi voz tembl�, pero pude decirle
- Tal vez podr�a demostrarle a H�ctor que es coger con una
buena mina.
El se qued� sin hablar durante unos segundos (que me
parecieron una eternidad) y me dijo:
- Est� bien, me parece justo y as� matamos dos p�jaros de un
tiro. Vos te das el gusto y �l por fin va a saber lo que es un buen polvo, pero
con una condici�n.
- Decime.
- Tiene que ser en casa y yo tengo que estar ah�.
- Bueno - le dije pensando que mi marido es un perverso, pero
como le estaba pidiendo que me entregue y encima a un amigo nuestro de muchos
a�os, me pareci� que era correcto que pusiera al menos alguna condici�n.
No pas� mucho tiempo hasta que decidimos invitar a H�ctor a
cenar a casa. Sin dec�rselo a �l, nuestras intenciones eran claras: hacerlo
sentir un HOMBRE de verdad. "Le prometimos a Tere que te �bamos a cuidar" le
dije por tel�fono para que no rechace la invitaci�n. La noche transcurr�a de
acuerdo a lo planeado y lentamente llev�bamos el tema de conversaci�n para el
lado de la abstinencia y de lo dif�cil que ser�a para �l estar lejos de su mujer
durante todo este tiempo (ya hab�an pasado m�s de 10 d�as). Debo reconocer que
estaba un poco nerviosa...
Cuando ya ibamos por el postre, y todo acorde a mis macabros
planes, "accidentalmente" derram� un poco de helado sobre mi blusa blanca (una
que me queda hermosa ya que realza m�s todav�a mi busto y deja traslucir un poco
mi brasier) a la altura de mis pechos. As� que moj� un poco un trapo y le ped� a
H�ctor que intente quitar la mancha (para que no sospeche, mi marido se hab�a
ido al balc�n a "ver algo"). Esta maniobra era tan s�lo para evaluar su
comportamiento y ver su expresi�n. Como no pod�a ser de otra manera, �l tom� el
trapito e intent� quitar la mancha y pude ver que su brazo temblaba un poco,
como si estuviera algo tenso o nervioso. Intent� quitar la mancha durante casi
dos minutos. "Es mucho tiempo", pens� y descubr� que H�ctor seguramente hab�a
aprovechado para sentir la firmeza de mis tetas. C�mo la mancha no se iba
(obvio, el helado no sale as� como as�) mi blusa qued� con una aureola bastante
importante, as� que haci�ndome la ofuscada dije:
- Que mala pata ! Justo ahora me vengo a manchar...
- No es nada - dice H�ctor - estamos en tu casa, pod�s
ponerte otra.
- Bueno, dame un segundo que me cambio y vuelvo.
Ya no hab�a marcha atr�s. En ese momento deb�a yo vestirme
para matar. Ten�a que volver a la sala y dejarlo a H�ctor con la boca abierta.
As� que tom� la ropa que ten�a preparada para dejarlo sin aliento: mi traje de
mucamita. Es un baby doll cola less negro con la pechera de encaje blanco, los
guantes blancos, el collar y la vincha. Me vi al espejo y me dije "estoy
fatal!".
Sin dudarlo ni un instante, irrump� en la sala en donde
H�ctor y mi marido estaban conversando de f�tbol y dije algo as� como
- Ya que estoy, voy a limpiar un poco - y empec� a quitar las
cosas de la mesa.
Mi marido se qued� sin palabras, pero la cara de H�ctor fue
monumental. Me miraba, inc�modo, pero sin poder quitar los ojos de encima de m�.
El no pod�a siquira hablar. Segu� con mi repertorio, ag�chandome a levantar
cosas del piso apunt�ndole con la cola, inclin�ndome de frente a levantar cosas
para que viera por mi escote del baby doll y a provocarlo con mis movimientos,
pero el muy maric�n no me dec�a ni m�. As� que decidir dar un paso m�s:
- Ya que estoy encargandome de la limpieza, no quer�s que le
saque el polvo despu�s de tantos d�as sin usarlo? - le pregunt� a H�ctor,
poniendo mi cara m�s inocente y acarici�ndole, por fuera del pantal�n, su pene
que ya estaba bien grande...
- Eeeeeeeehhhhhhh.... - dij� H�ctor y lo mir� a la cara a mi
marido
- Yo no tengo nada que ver en esto, arr�glense entre ustedes
- dijo mi esposo
Y ah� mismo, apelando al viejo "el que calla otorga", le abr�
el pantal�n a H�ctor y por encima de su calzoncillo saqu� su miembro para
comenzar a acariciarlo. Lentamente fui mojando mis labios y as�, como
casualemte, empec� a darle besitos en la punta de su pene. No besos comunes sino
con mucha saliva, como s� que le gusta a mi marido. Fui, progresivamente,
d�ndole besos m�s largos hasta que finalmente y mir�ndolo a los ojos, engull�
toda su verga en mi boca. Y comenc� el cl�sico mete-saca. Cuando v� que estaba
por explotar, afloj� un poco ya que mi intenci�n no era tan s�lo acostarme con
�l sino tambi�n enloquecerlo, hacerlo sentir un super macho.
Convencida de mi belleza f�sica, baj� mi baby doll hasta
media cintura dejando salir a mis enormes y hermosos pechos. Me qued� de
rodillas, lo mir� y dij�
- H�ctor, yo te voy a dar todo lo que Tere nunca te dio.
- En serio? - pregunt� el muy incr�dulo
- S�, en serios. Alguna vez viste tetas m�s lindas que estas?
- Y, la verdad que no...
- Las quer�s tocar?
- Eeeeeeehhhhhh.....
- Dale, anim�te - le dije mientras tomaba su mano y la
llevaba hacia mis pechos.
A medida que pasaba el tiempo, H�ctor iba entendiendo como
ven�a la mano. Su �nica funci�n esa noche era la de pasarla bien y coger conmigo
como si esa fuera la �ltima vez que coger�a en su vida. As� que lentamente fue
solt�ndose y empez� a participar m�s activamente. Comenz� a tocarme por todos
lados. Parec�a un pulpo. Me manoseaba las nalgas y, t�midamente, se acercaba con
sus dedos a mi agujerito. Sobaba mis pechos, uno a uno, para dejar siempre
erectos mis pezones. Se acercaba a mi conchita, para tratar de masturbarme. Y,
cuando pod�a, me acercaba su ya inmensa pija a la cara, para ver si yo se la
volv�a a chupar.
Me levant� del piso y de espaladas a H�ctor (y a mi marido
que estaba sentado al lado con la mano en su pene) me saqu� por completo el baby
doll de mucamita y qued� como dios me trajo al mundo. Me hinqu� un poquito,
sacando la cola para afuera y para que ellos vean parcialmente mi cosita y dije:
- H�ctor, estoy un poco caliente, me das un beso negro?
- Qu�? - me pregunt�
- S�! chup�me la colita.
Se agach�, apoy� las rodillas contra el piso y empez� a pasar
su lengua por mi orificio, yo me mor�a de placer. Es una de las cosas que m�s me
relajan. El se di� cuenta y ya completamente entregado al juego tambi�n
aprovechaba para besarme la vagina y para tomarse mis fluidos y masturbarme con
una de sus manos ya que la otra la usaba para separarme las nalgas y poder
acceder a mi ano. Yo masajeaba mis propias tetas y me sent�a en la gloria. S�lo
me faltaba que me pentren de una buena vez. Y as� se lo hice saber a H�ctor:
- Cojamos de una vez, estoy muy caliente - le dije como
jadeando. Lo sent� en el sill�n, apuntando con su m�stil hacia el cielo y me
sent� encima suyo. Mi cosita estaba tan lubricada que en seguida ten�a todo el
sexo de mi amigo dentro m�o. Aprovech� esa posici�n para que �l quedara de
frente a mis pechos que con el frenes� se bamboleaban sin parar. Lo tome por
detr�s de la cabeza y lo apret� contra mis tetas hasta casi dejarlo sin aire,
s�lo quer�a que me chupe los pezones. Y �l lo entendi� muy bien. Mientras yo me
mov�a el chupaba y apenas mordisqueaba mis ya m�s que excitados pechos.
No pas� mucho tiempo hasta que, al un�sono, estallamos. No
los dos, sino los tres. Mi marido se hab�a hecho una buena pu�eta con el
espect�culo. Yo no pude contenerme y grit� como una loca. Hab�a sido uno de los
mejores polvos de mi vida.
Pero la cosa no termin� ah�, ya que mi marido tambi�n ten�a
preparada una sorpresa para m�. Nos llev� a los dos a la cama. Me puso en
cuatro, se me acerc� y me dijo:
- Chupamel� !
Obviamente, abr� mi boca y me la met�. Ten�a mis manos
ocupadas, pues las estaba usando para sostenerme en esa posici�n, pero igual no
me hac�an falta: mi marido me ten�a agarrada de los pelos y �l manejaba el
mete-saca a su antojo.
- H�ctor, no te qued�s ah�, dale, ensart�tela... - escuch�
que mi marido le recriminaba a H�ctor que, ni lerdo ni peresozo, se me acerc�
por atr�s.
- Tere nunca me deja que le haga el orto, vos si? - y
aprovenchando que yo no pod�a hablar al tener llena la boca con la verga de mi
esposo continu� - no escucho un no, as� que te debe gustar...
Y ah� mismo me dio otro beso negro, apoll� la punta de su
miembro y empez� a hacer fuerza para adentro.
Yo no estaba sufientemente dilatada y �l no ten�a experiencia
en la materia, as� que me doli� bastante pero aguant� lo m�s que pude. Ya hab�a
casi dejado de mamar a mi esposo por lo incomoda y not� como �l, con firmeza, me
tom� del cabello y me oblig� a que continuara. No s� que fue, pero dej� de
sentir dolor y empec� a sentir mucho placer. S�lo me faltaba que algo entrase en
mi vagina para tener una satisfacci�n total. Y, como si H�ctor pudiera leerme la
mente, sac� una de sus manos de mi espalda y empez� a masajearme el cl�toris. Yo
ya estaba a mil cuando escuch� que mi marido me dec�a:
- No es es esto lo que siempre quisiste? Darle placer a dos
tipos a la vez?
La respuesta era s�, pero por evidentes razones relacionadas
al sexo oral, yo no pod�a responder.
As� seguimos toda la noche, ellos se turnaban para darme sus
pollas. O, mejor dicho, yo turnaba mis agujeros para darles placer a los dos.
Hicimos todo tipo de cosas: nos masturbamos mutuamente, nos duchamos juntos
(solos H�ctor y yo) y le dej� que me lave toda, hicimos el trencito del amor (mi
marido me daba un beso negro mientras yo se lo daba a H�ctor), me hicieron m�s
de una doble penetraci�n y hasta tuvimos un rato de sexo en el balc�n al aire
libre, con ellos parados como mirando para afuera y yo mamandoles
alternativamente. Hasta que se hicieron como las 6 de la madrugada y H�ctor, ya
m�s avivado que nunca me dijo:
- Che, Tere nunca se quiso depilar para m�, vos no me har�as
ese favor...
A m� no me gust� nada la idea, pero mi marido aprovech� la
voletada y dijo:
- Vos quer�as cuidarlo y darle lo que Teresa no, ahora
banc�tela...
Me tiraron en la cama, y mientras H�ctor me sosten�a las
piernas abiertas, mi marido fue por los instrumentos de higiene, me llen� la
cueva de espuma y me rasur� prolijamente. Luego me lavaron mis partes y como no
pod�a ser de otra manera, estrenaron mi "nuevo look" bes�ndomela y penetr�ndome.
Ese fue el �ltimo de la noche, ya no quedaban m�s energ�as y H�ctor comenz� a
vestirse para irse a casa.
- Y, H�ctor, la pasaste bien? - le pregunt�
- Genial ! Me dijo, le voy a recomendar este restaurante a
mis amigos - me respondi� y ri�
- Bueno, hablamos... - dijo mi marido
Y nos despedimos. Esa noche me sent� �nica. Como nunca. Pens�
que finalmente hab�a hecho lo que siempre quise: sentirme bien mujer haciendo
caso a mis m�s bajos instintos. Al d�a siguiente, no me pod�a levantar. Estaba a
la vez exhausta y feliz por lo de la noche anterior. Mi marido me trajo el
desayuno a la cama, lo sirvi� y me dijo
- Ya te cumpl� tus dos mayores fantas�as. Ahora me toca a m�,
no cierto?
Y ten�a raz�n, se hab�a portado como un �ngel y yo deb�a
recompensarlo. Ya les contar� sobre eso...
Si quieren escribirme, pueden hacerlo a
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