Que la acompa�aba, que le
ayudaba, que era buen mozo, que la hac�a feliz, que lo amaba, que
lo deseaba. Y que ten�a una hermosa pija, que ella "adoraba
" hasta 2 o 3 veces por d�a. Encima se sentaba en un escritorio
vecino, pegado al m�o, apenas 70 cm me separaban de sus conversaciones.
Buenos Aires en el 83 no era una
ciudad especialmente liberal, sexualmente hablando, apenas ve�amos
en el horizonte una democracia venidera y una dictadura cayendo a pedazos,
despu�s del "Experimento Malvinas". Igual no aguantaba
m�s, la recuerdo hablando a boca llena y parec�a demasiado
ideal, m�s cerca de la "novela rosa", que del "hard
core" real.
Sobre la Avenida Corrientes, de
cara al R�o de la Plata, much�sima gente cuida su trabajo
haciendo horas extras no pagadas, y en una de esas horas la "apur�".
En�sima conversaci�n telef�nica con una amiga, en�sima
alabanza al marido. Cuando cort� de hablar, sin decir otra cosa
se lo largu�:
Yo tengo una pija de 21 cm.
No me contest�, pero mir�.
Sobre su mirada la jugu�.
Por un agujero del bolsillo izquierdo
saque el m�stil ya erguido, (de algo serv�a vivir solo y
no remendar ropa), sorprendida pero no asustada, sigui� mirando
con curiosidad morbosa. Ahora estaba donde yo quer�a.
Conoc�a el poder " hipn�tico
" de mi pija, hab�a visto esa mirada en otras mujeres antes,
as� que segu� avanzando. Baj� lentamente el cierre
y, como pude, consegu� sacarlo entero, esto les permiti�
a ambos conocerse. Puedo jurar que ella se babe�. La ve�a
intentando desviar su atenci�n hacia otra cosa pero no pudo, respiraba
con dificultad y sus mejillas revelaban una temperatura distinta a la habitual.
Decid� guardarlo y trabajosamente
lo acomod� dentro del pantal�n. Movida justa, el instinto
de supervivencia o la casualidad evitaron nuestro despido.
En direcci�n a mi escritorio
el amargo del Gerente, se acercaba a solicitar la �ltima versi�n
disponible del balance. Respir� y sentado, (mi erecci�n hubiera
sido imposible de disimular), le pas� los papeles y el detalle que
ped�a.
Miraba de reojo a mi sorprendida
compa�era, no pod�a disimular su estado anormal, lo que provoc�
la pregunta del Gerente.
�Te sent�s bien, Ariana?
Bien. Si se�or, realmente
estoy bien. El aire acondicionado a veces calienta demasiado.
1� round adentro. A esa altura
ya me sent�a " La Pistola Vengadora ".
Era incre�ble, Ariana hab�a
pasado de ser totalmente inmune al sexo opuesto estar indefensa y deseando
el " contagio ". Terminamos el cierre sin una palabra de m�s.
Juntos dejamos atr�s las oficinas y cruzamos la recepci�n
hasta el ascensor. Est�bamos parados en el palier, esper�ndolo.
�Quer�s tocarlo?,
pregunt�. Otra vez sin anestesia.
Entramos en el ascensor y su mano
palp� h�bilmente el soberano bulto que se escond�a
bajo el saco, no quit� su mano hasta que alguien en otro piso subi�
al habit�culo. Nos despedimos como siempre, y salimos cada uno por
su lado. Evidentemente las cosas hab�an cambiado definitivamente.
A la ma�ana siguiente estaba
espectacular. Nunca la hab�a visto con esa ropa. Vestida as�
no hubiera durado un d�a sin alg�n acoso laboral. Salud�
como siempre. Se excus� por la vestimenta en un tr�mite personal
de urgencia y me mir�. Era para m�.
Al mediod�a coincidimos esperando
el ascensor. Tardaba �Vamos por la escalera?, pregunt�. Asinti�
y caminamos juntos hacia la salida.
Me deb�s algo, ayer vos tocaste
y a m� me quedaron las ganas.
Sonre�a, as� que met�
la mano por su escote, esquiv� el corpi�o y me apoder�
directamente de un pez�n, mientras empez�bamos a bajar las
escaleras. Acapar� su teta con la mano y comprob� su volumen.
Parece que ten�s con qu�
competir.
Paramos en el descanso entre el
4 � y el 3� piso, decididos a tocarnos sin m�s rodeos. Hice
saltar sus tetas fuera del sost�n y me dediqu� a chuparlas
alternativamente, mientras ella pasaba su mano por mi erecci�n constante
y explosiva.
No acab�, ella no paraba
de jadear y gemir. Ajust� mi pierna entre las suyas presionando
su concha, apretando fuerte para sentir el calor. Comenc� a admirar
su entrega, estaba ida, como sin voluntad propia, solamente respond�a
a impulsos extremos que le llegaban desde sus tetas como electricidad pura.
Unos pasos en la escalera nos impidieron seguir. Ella parec�a brillar
y ahora ten�a una mirada entre p�cara y lasciva que no pude
descifrar.
Pas� toda la tarde "al
palo". Est�bamos, como tantas otras veces, a menos de 70 cm
pero el aire se cortaba con un cuchillo. Mi pija segu�a obstin�ndose
en salir por el agujero de mi bolsillo y ella no miraba para ning�n
otro sitio m�s que ah�, fueron 4 horas de calentura quieta,
s�rdida, imposible de explicar. Graciosamente terminamos la tarea
del d�a a tiempo, pero demoramos la salida deliberadamente. Cuando
todos se fueron quedamos, solos, otra vez esperando el ascensor.
�Escalera?, me dijo, y la
segu�
Me deb�s algo, agreg�,
hoy vos tocaste y a mi me quedaron las ganas.
Sonre�, su mano baj�
el cierre r�pidamente y se llev� los 21 cm a su boca y apenas
hab�amos llegado a la mitad de la escalera. Parada 3 escalones debajo,
pod�a jugar descaradamente con mi pija apenas inclin�ndose.
Daba grandes chupadas acompasadas r�tmicamente y se la restregaba
contra su cara como pose�da por un instinto animal antes controlado.
No lo pod�a creer. Hasta el control de las luces colaboraba en el
cuadro alternando sombras y reflejos.
La levant� para llevarla
a mi altura, la gir� y le arranqu� la tanga, alc�
"el mantel", (su vestido), y de un solo golpe certero la clav�.
Me mir� por arriba de su hombro, con esa mirada indescifrable y
pidi� m�s. Aumentado por la calentura, la situaci�n
y la espera, nuestro ritmo era impresionante, fren�tico y desesperado.
Jadeaba y acababa sin ning�n control, ahogaba sus gritos con la
mano en su boca. Empuj� en el envi�n final y ella lo not�
.
No me acab�s adentro, y se
afloj�
Sal�. Ella baj� 3
escalones y se la meti� en la boca. Le tom� la cabeza con
las dos manos como oblig�ndola a tragarla. No iba a ser necesario,
chup� cada vez con m�s �mpetu, reforzando el comp�s,
incorporando la garganta a la fiesta y ya no aguant� m�s.
Me corr� salvajemente pero ni una gota cay� de su boca. Termin�
de limpi�rmela con su lengua, me mir� y dijo:
Ma�ana voy a querer este
desayuno a las 8.30 h.
Guard� la tanga rota en mi
bolsillo. Finalmente hab�a encontrado un motivo para no seguir llegando
tarde al trabajo.
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