Bienvenida, Zanahoria
Jorge Garcia
Abandonamos el hotel temprano en la ma�ana.
Zanahoria flotaba como si estuviese en un sue�o.
Entramos en mi coche y se sent� a mi lado.
-Qu�tate la minifalda, mi esclava-le orden�.
Ella obedeci� sin rechistar y me dio su minifalda; yo la
lanc� al asiento trasero. Ella no llevaba bragas o medias con lo que estaba
completamente desnuda de cintura para abajo, con su entrepierna rasurada, su
tobillo tatuado y sus largas piernas.
Arranqu� el coche y cuando el motor empez� a zumbar mir� a
Zanahoria a los ojos.
-Esclava, masturbate. Quiero oir tus gemidos y jadeos as� que
no seas t�mida. Quiero correrme con tu concierto. No pares hasta que te lo
ordene.
Ella estaba anonadada y empez� a jugar consigo misma. Se
acariciaba los labios de su conejito y gem�a artificialmente.
En unos pocos segundos sus caricias se aceleraron y los jugos
de su chochito empezaron a fluir.
Yo conduc�a realmente despacio, prestando mucha atenci�n a su
masturbaci�n, jadeos y gemidos.
Hab�a pasado un cuarto de hora y todav�a no se hab�a metido
ni un dedo en su co�o mojado, ella no sab�a como autoexcitarse
satisfactoriamente.
Cuando un semaforo se puso rojo le cog� la mano y se la puse
en la mano.
-�Ch�pate el dedo, yo te ense�ar� como masturbarte!
Le met� un par de dedos en su muy mojado co�o (el asiento
tambi�n estaba muy mojado, tendremos que limpiarlo m�s tarde).
-No intentes fingir, esclava. Quiero que tus gemidos de
placer sean genuinos, quiero que te corras y seguro que no te correr�s tocandote
de esa manera.
El semaforo se puso en verde, arranqu� el coche y lam� mis
propios dedos empapados en sus jugos.
Ella par� de acariciarse los labios vaginales y se meti� un
dedo en el co�o mientras que con la otra mano se separaba los labios.
Nunca en mi vida hab�a escuchado gemidos y jadeos tan fuertes
y mi polla revivi�. Se corri� en pocos segundos y volvi� a correrse otra vez un
par de minutos m�s tarde.
Se convirti� en una serie de orgasmos tan ruidosos que hasta
los otros conductores miraban su cara extasiada. Casi causamos un accidente
m�ltiple con su excitaci�n.
El trayecto fue mucho m�s largo que nunca antes. Perd� la
cuenta de cuantos orgasmos ella hab�a alcanzado cuando entramos en mis
posesiones.
Todav�a quedaba m�s de un cuarto de hora (mis posesiones son
inmensas, gracias papa) para llegar a la mansi�n.
Para delante de la casa del granjero (hay un granjero
viviendo y trabajando en mis tierras desde los tiempos de mi padre). Toqu� el
clax�n y una sombra apareci� de inmediato.
Era Venus, la hija del granjero (23 a�os). Ten�a el pelo
te�ido de amarillo, verde y azul.
Papa la introdujo a ella en s&m y hab�a participado como
sumisa un mont�n de veces y tambi�n como ama. Ella es una de las mayores
expertas en bondage que yo conozco (mi padre le ense�� todo lo que sab�a cuando
me fui a la universidad;
las malas lenguas, y yo tambi�n lo creo, dicen que Venus es
hija natural de mi padre, es muy posible puesto que su madre tambi�n ha tomado
parte como esclava en innumerables sesiones) y me ayuda con mucha frecuencia en
mis sesiones.
Zanahoria no se dio cuenta de la presencia de Venus y
continuo meti�ndose cada vez m�s dedos, alcanzando orgasmo tras orgasmo; su co�o
goteando como una fuente.
-�Qu� te parece mi nueva esclava? -Es maravillosa. �Tiene
alguna experiencia? -Ninguna. La ense�ar�. Espero que me ayudes. -Lo har� con
mucho placer.
Cog� la mano masturbadora de Zanahoria, roja del roce y
absolutamente empapada y la conduje a la boca de Venus, quien lami� impaciente.
-�Qui�n te ha dicho que pares, jodida esclava? Tienes dos
manos.
Zanahoria uso su mano libre para continuar masturb�ndose.
Venus empez� a sopesar los pechos de Zanahoria a traves de su
blusa, pellizcando sus pezones. Venus acarici� el pelo de Zanahoria, sus
labios...
-Maestro, es una joya.�Qu� quieres hacer con ella? -Todav�a
no lo s�. M�s tarde lo discutiremos. Ciao, Venus.
Cuando al final divisamos mi mansi�n victoriana par� el
coche.
-Para de masturbarte, esclava-orden�-Estoy contento con tu
actuaci�n.
Ella no me hab�a hecho correrme pero yo sab�a que no iba a
correrme a no ser que yo quisiera.
Mis cuatro esclavos estaban en la puerta principal,
preparados para una inspecci�n.
El descomunal pene negro de Alf estaba completamente erecto,
sus manos en la espalda y sus ojos fijos en el suelo.
Sheena (asi�tica), Marfil (rusa rubia) y Yegua (negra) luc�an
sus dos piezas especiales (pechos y entrepiernas al aire) de varios colores; con
sus co�os afeitados y sus seductores pechos al descubierto.
Zanahoria no pod�a apartar su mirada del pene de Alf; soy
consciente de que la primera impresi�n es realmente abrumadora.
-�De rodillas, Zanahoria!
Ella obedeci� sin perder de vista el pedazo de carne negra.
Le desabroch� su blusa blanca (no llevaba sujetador) y la
arroj� al suelo.
-Esclava, quiero que beses la polla y los conejos de mis
esclavos; un beso suave con las manos en la espalda.
Ella a duras penas pod�a moverse con las rodillas en el suelo
cuando sus labios tocaron la rosada punta de la verga de Alf. En sus ojos se
reflejaba el deseo de abrir la boca y chupar aquella polla descomunal. No se lo
permit�.
Ten�a la certeza de que los labios vaginales de mis esclavas
iban a ser su primer contacto con los genitales femeninos y ella no parec�a
disfrutar demasiado.
Le dije que se incorporara y orden� a mis esclavos que le
devolvieran los besos.
Ellos eran conscientes de que bajo ning�n concepto pod�an
excitarla con sus besos pero los labios vaginales de Zanahoria estaban tan
hinchados tras su interminable masturbaci�n que pr�cticamente se corri�.
-Zanahoria, quiero que tomes un ba�o, quiero que purifiques
tu cuerpo. Sheena, Yegua acompa�ad a Zanahoria y ayudadla en todo lo que
necesite.
Subieron por las escaleras y Zanahoria casi no pod�a
mantenerse en pie.
-Alf, llama al ginec�logo. Marfil, ven conmigo.
Entramos descalzos en la "habitaci�n de los juegos", una mesa
en el centro, una rueda de polea en el techo y un mont�n de estanterias llenas
de artilugios sexuales.
Marfil era la m�s joven de mis esclavas con sus veinticinco
a�os. Cuando era m�s joven fue gimnasta sometida a un entrenamiento realmente
severo, con lo que papa tuvo un trabajo f�cil entren�ndola.
Cog� un consolador incre�blemente largo y lo deje erecto
sobre el suelo. Con esparadrapo asegur� la base al suelo para que no se moviera
y entonces le dije a Marfil.
-Ya sabes que tienes que hacer con esto. Quince flexiones,
cuentalas en voz alta; despues de cada una de ellas quiero que me ruegues que de
folle el culo.
No s� como los gimnastas pueden hacer lo que hacen.
Ella ten�a que elevar todo su peso sobre sus brazos
(flexiones de brazos) mientras cent�metro a cent�metro, flexi�n a flexi�n, el
consolador se le met�a en el co�o.
Sus gemidos mientras contaba y me ped�a que le diera por culo
realmente me excitaban.
A partir de la d�cima flexi�n ella muy a duras penas
consegu�a mantener el cuerpo elevado con sus brazos y el consolador enterito se
le met�a en la vagina.
-Catorce. Oh, ah... Por favor, maestro, folla el culo de esta
puta rusa, tu aut�ntica esclava.
Supongo que eso fue lo que dijo porque su acento ruso y sus
gemidos no me permitieron entenderlo del todo.
Con sus �ltimas energ�as consigui� elevar el cuerpo un par de
cent�metros pero cuando se relaj� sus gluteos besaron el suelo mientras su co�o
hospedaba todo el consolador.
-Ven aqu�, esclava.
Acarici� su mojado conejito.
-Bajate las medias. Mueve tu culo de puta rusa, esclava. Qu�
precioso ano. �Quieres que te de por culo? -Por favor, maestro, da por culo a
esta puta rusa.
Separ� sus gluteos, cog� un "tap�n anal" y se lo met� de un
golpe en su ano.
-Vistete otra vez.
Con el tap�n en el culo se puso otra vez sus pantalones.
-Sientate en el suelo. Quiero que el tap�n se te meta m�s y
m�s en el esf�nter.
Tambi�n alcance un juego de bolas chinas que introduje, sin
demasiado cuidado, en su vagina.
El timbre son� y Alf (m�s mayordomo que esclavo, tampoco me
hacen ninguna gracia los hombres, aunque para alguna visita, para jugar con mis
esclavas o como esclavo de Venus cumple con su papel) abri� la puerta. Era Jeff,
un viejo amigo de papa y nuestro ginec�logo. Como amigo nuestro disfrutaba, en
sus palabras, nuestro haren.
-Hola Francis, �qu� pasa? -Tengo una nueva esclava. Quiero
que la explores. -�Profesionalmente? -Por supuesto. -Ella es tu primera propia
esclava, �no? -Si, y va a dejarte de piedra cuando la veas.
Entramos en la habitaci�n donde Marfil continuaba sentada en
el suelo con el tap�n en el culo.
-�Qu� hace? -Tiene un tap�n anal bastante grande en el culo y
bolas chinas en el co�o. -Qu� vista tan maravillosa.
Su cara reflejaba una mezcla entre placer y dolor.
Entonces aparecieron en la habitaci�n Sheena, Mare y
Zanahoria, esta �ltima desnuda y con un albornoz rosado.
-Zanahoria, este es Jeff, nuestro ginec�logo. Va a
explorarte. Tendremos mucho cuidado con tu salud, as� que echate sobre la mesa.
Obedeci� sin rechistar.
Jeff se ajust� sus guantes de latex y empez� con la
exploraci�n.
No me gustan ese tipo de exploraciones.
Despu�s de unos minutos pregunt�:
-�Va todo bien? -Si, Francis. Parece que ha disfrutado de una
fiesta impresionante a juzgar por sus labios vaginales. -Ha estado masturbandose
durante m�s de dos horas. -Te aconsejar�a que no utilizases su co�o durante un
rato. -Sabes perfectamente que no lo har�. -Olvidaba los metodos del viejo
cirujano.
Mientras se quitaba los guantes continuaba mirando a Marfil.
-Es toda tuya, doc. Vamonos, Sheena, Alf, Yegua y Zanahoria.
Dejamos a Jeff con Marfil en la habitaci�n, era el pago por
su trabajo.
No s� qu� hizo con ella pero cuando termin� se le ve�a que
hab�a disfrutado realmente a la esclava rusa.
Cuando ellos abandonaron la habitaci�n (permit� que Marfil
tomara un ba�o) orden� a Zanahoria que volviese a entrar y Alf trajo un dos
piezas en cuero, un collar igualmente de cuero, zapatos de tacones altos,
pa�ales y polvos de talco.
Zanahoria se acost� en la mesa y empec� a echarle polvos de
talco en la vagina afeitada y en el pompis.
M�s tarde le puse un pa�al, ella no pod�a creer qu� estaba
ocurriendo.
-Puedes levantarte, Zanahoria. No puedes hablar delante de tu
maestro a no ser que especificamente te lo ordene. Ponte este traje.
Empez� a vestirse, que bien le quedaban esas ropas a su
cuerpo de diosa. Abandonamos la habitaci�n y una vez fuera le di los zapatos con
tacones altos.
Se los puso y la forma en que caminaba era tan extra�a (entre
el pa�al y los tacones) que casi cay� al suelo.
Tambi�n le di un chupete empapado en un liquido especial
(mezcla de laxante, diur�tico, afrodis�aco y glucosa, receta de papa); tan
pronto como se le secara deb�a volver a mojarlo. Quer�a que ella no pudiera
mantener el control sobre su cuerpo. Quer�a que su cuerpo la avergonzase. Como
hac�a papa.