Mi suegra es un ca��n de mujer: sexy, atractiva, provocadora;
48 a�os, unas curvas peligrosas (gasta una talla 105 de pecho), rubia de labios
carnosos y unas piernas de adolescente.
Vamos que es una mujer de esas de las que te das la vuelta
cuando se cruza contigo por la calle. Siempre la he visto as�, como mujer
bell�sima, jam�s he podido verla como mi suegra o como la madre de mi mujer. Si
alguna vez hab�is tenido este sentimiento sabr�is de lo que hablo: es la
contradicci�n entre el deber ser y la pasi�n, entre los convencionalismos y el
amor verdadero. Pues bien, Yo siempre he estado enamorado de mi suegra, desde
que la conoc�, sabiendo que era la mujer de mi vida.
Cuando empec� a salir con su hija descubr� ese ca��n de
mujer: Yo ten�a 23 a�os y le sacaba 5 a su hija y ella acababa de cumplir unos
esplendorosos 40 a�os (si ahora es un ca��n ni te cuento cuando ten�a 40). Yo
soy un hombre muy atractivo: morenazo, alto, fuerte, de facciones muy sugerentes
y, sobre todo, me encantan las mujeres y l juego de la seducci�n. Desde el
primer momento miraba a Laura, que as� se llama mi suegra, profundamente,
directamente a los ojos y luego de arriba abajo, como se mira a alguien cuando
quieres significarle que te atrae. Ella, supongo que ya se daba cuenta, permit�a
ese cruce de miradas y, adem�s, en su casa se paseaba con peque�as camisolas que
dejaban al descubierto un gran pecho erguido y un culito de "golfa".
Poco a poco fui gan�ndome la confianza de toda la familia y
con ella, sin que nadie, ni mi mujer vieran nada extra�o en mi buena relaci�n
con mi suegra. Laura ten�a una tienda cerca de mi oficina, as� que muchos d�a
acud�a a verla para charlar y tomar caf�, con lo que nuestra relaci�n y
confianza se fue estrechando. Mi acercamiento era incosciente, de la confianza
pas� a la galanter�a: "qu� guapa est�s...", "qu� bien te sienta esta falda...,
etc; despu�s a la seducci�n: miradas cada vez m�s penetrantes y peque�os roces
al saludarnos y al despedirnos.
Todo ello me llev� a una gran confusi�n y frustraci�n: estaba
enamorado de una mujer a la cual no deb�a acercarme. Pas� muchos malos momentos,
hasta que un d�a despu�s de re�r y charlas durante dos horas en la tienda, cerr�
al mediod�a y la acompa�� al garaje a recoger su coche. Volvimos a re�rnos y nos
dimos dos besos de despedida, sin embargo una terrible atracci�n nos mantuvo
nuevamente hablando de cosas intrascendente y riendo hasta que nos volvimos a
depedir esta vez con un peque�o "pico" en la comisura de los labios. Nos
quedamos paralizados, extasiados, muertos de miedo por sui alguien nos hab�a
observado. Nadie hab�a, as� que la agarr� fuertemente de la cintura y la aprt�
contra mi d�ndola el beso m�s apasionado de mi vida.
Nuestros cuerpos se aceleraron, el m�o con una descomunal
erecci�n se pegaba al suyo, y sus pezones se ergu�an sobre el vaporoso vestido.
Nos mov�amos y roz�bamos calentando nuestro contacto. La agarr� de la mano y la
met�a en su coche donde ella comenz� a desabrocharme el pantal�n y sac� mi
caliente polla, observ�ndola con admiraci�n y posteriormente bes�ndola y
chup�ndola como nunca antes me lo hab�an hecho. Descubr� sus piernas y tras una
peque�a tanguita aparec�a un bello rubio que guardaba unos labios vaginales
h�medos y abiertos que comenc� a estimular con mis dedos. Tanto era el deseo
queme corr� a borbotones dentro de su boca y ella se trag� mi caliente leche.
Despu�s de un peque�o silencio se mont� encima de m�, retir�
su braguita y comenz� a menearse con mi polla dentro de su cuerpo. No pod�a
dejar de so�ar que era el momento m�s feliz de mi vida: "por f�n la ten�a, era
mi mujer..." En esta ocasi�n mi cuerpo aguantaba ya todo as� que ella tuvo
varios orgasmos descomunales, ya que Yo le mordisqueaba los pezones y le segu�a
estimulando el cl�toris.
Nos arreglamos, respiramos unos minutos y nos volvimos a
besar, d�ndonos cuenta que all� hab�a comenzado una gran historia de pasi�n.
CONTINUAR�