Desde la llegada a Jap�n no hab�a tenido la oportunidad de estar con ninguna mujer, hab�a cruzado miradas con algunas, hab�a mirado de forma descarada a otras y con otras hab�a imaginado que las piernas largas cubiertas por una peque�a minifalda terminar�a donde cualquier hombre desataba su m�s profunda lujuria. Esos d�as me hab�a limitado a tocarme sin conseguir realmente excitarme, pero una de las ultimas noches que fuimos a cenar a un lugar especializado en tofu, tom� la decisi�n de ir algo m�s all� de las simples miradas o gestos.
Con aquella camarera de cara sonrosada y juvenil tendr�a la oportunidad de poner en juego un intento de saber lo que era realmente echar un polvo con una japonesita. A trav�s de su ropa tradicional no se observaba que tuviera unos buenos pechos, pero s� se pod�a adivinar una buena cintura con una buenas nalgas donde una lengua h�bil y una mano diestra har�an las delicias de una mujer.
La noche iba avanzando y las risas y bromas entre nosotros se hab�an combinado con las miradas con ella. Adem�s, el estar sentado en un tatami me hab�a dado la oportunidad de intentar de forma arriesgada algo m�s que una mirada. Una de las veces que se agach� a recoger unos platos vac�os y estaba cerca de m�, me envalenton� y puse mi mano en su muslo. Sus ropas y la posici�n de la mesa imped�an que el resto de los comensales pudiera ver lo que yo hac�a. Estuvo un rato a mi lado recogiendo los cuencos vac�os de la frugal cena que hab�amos tenido. Todos hablaban y re�an mientras yo me concentraba en c�mo seguir con la mano en esa posici�n y poder aventurarme en algo mas arriesgado. Lleg� el momento y pude en un descuido del resto que estaba mirando hacia una pagoda que se ve�a desde el gran ventanal y ella se hab�a inclinado sobre la mesa, para poder desplazar mi mano desde el muslo a sus nalgas. Dio un respingo, pero no hizo ning�n intento por quit�rmela y durante diez o quince largos segundos pude deleitarme tocando con placer aquellas nalgas y comenzar un breve y corto masaje en su vagina, lanzando ella un breve suspiro solamente perceptible por m�. Se mordi� ligeramente su labio inferior y con un leve gesto de sus ojos me permiti� seguir, hasta que definitivamente se levant� con las cosas recogidas en la bandeja y abandon� la mesa. La cena iba llegando a su fin y no deseaba perder aquella oportunidad que se me hab�a presentado. Decid� entonces que al finalizar la cena y justo antes de irnos, me har�a un poco el remol�n y me quedar�a rezagado para intentar quedar con ella. Todos fueron saliendo y yo me qued� atr�s con la excusa de ver unos grabados japoneses. Ella lo comprendi� al momento y se acerc� para decirme ligeramente al o�do en un perfecto ingl�s que sal�a a las once de trabajar que la esperara en frente junto a unos arces de intensas hojas rojas. Despu�s de aquello, sal� del restaurante y me un� al resto del grupo. Decidimos irnos a dar un paseo por la zona y callejear un poco. Despu�s de m�s de una hora de caminata, decidieron, por fin, que hab�a llegado el momento de volver al hotel. Llegu� tranquilamente a mi habitaci�n, me duche, me puse mi mejor colonia, descargu� con ganas pensando en el morbo de la cena y me vest� para ir al encuentro. Estuve esperando unos veinte minutos tras los �rboles hasta que apareci�, se despidi� de sus compa�eras y se dirigi� hasta mi, sin yo esperarlo me acerc� sus labios y me bes�. Un tierno, dulce y h�medo beso. Me cogi� de la mano y me llev� junto a una peque�a arboleda que se apartaba de la zona de paso. All� me dijo al o�do que me dejara llevar y sin pens�rmelo dos veces lo hice. Entonces empez� un juego de besos, lenguas, caricias y metidas de mano por parte de los dos. Ella claramente llevaba la iniciativa y yo muy gustoso me dejaba hacer. Me besaba con pasi�n al mismo tiempo que iba desabrochando mis botones del pantal�n e iba buscando un paquete que estaba a punto de estallar. La ten�a a reventar y deseaba que me tocara y, entendiendo mis pensamientos, la cogi� con fuerza y empez� un ligero movimiento con sus c�lidas manos. Mis manos tambi�n empezaron a jugar y fueron descubriendo sus tersos pechos, peque�os y sonrosados que no pude reprimir chupar con unas tremendas ganas. Sus movimientos me hab�an puesto a cien. Adem�s de los movimientos de sus manos fue a�adiendo unos peque�os besos que fueron bajando desde el cuello, por el pecho y el estomago hasta llegar a la zona p�bica. En ese preciso momento abri� su h�meda boca y pude sentir c�mo su peque�a boca se iba tragando mi miembro y empezaba un peque�o juego de meter y sacar al tiempo que iba masajeando mis huevos. La tuve que parar si no la corrida en su boca hubiera sido tremenda y no era en la boca donde yo deseaba correrme. La hice levantar y ponerse apoyada a un tronco, le puse su culo en pompa y fui pasando mi miembro por sus nalgas y su h�medo sexo. Al mismo tiempo le tocaba su cl�toris con mis dedos �ndice y anular. Comenz� a dar peque�os gemidos que me dieron pie a ir introduciendo lentamente mi polla y pude comprobar que todo su sexo era flujo vaginal que permit�an unas entradas y salidas apote�sicas. Los dos comenzamos un movimiento constante al tiempo que segu�a masajeando sus cl�toris y pellizcaba ligeramente sus pezones. Sus gemidos fueron en aumento y vi que mi momento hab�a llegado. Empec� a penetrarla sin piedad y nuestros cuerpos chocaban sin parar. Ella de espaldas y yo con mi polla por bandera penetr�ndola una y otra vez hasta quedar casi sin fuerzas. Not� c�mo se corr�a y aprovech� la ocasi�n para hacer lo mismo. La corrida de ambos fue tremenda. Sus piernas estaban llenas de semen que escurr�an desde su vagina. El final hab�a sido apote�sico y los dos extasiados nos d�bamos un �ltimo beso pasional, como si fuera el principio del polvo.
Para ser la primera follada oriental, no pod�a quejarme y deseaba que no fuera la �ltima viendo la fogosidad que hab�a demostrado esta joven japonesa. Estaba claro que por mi parte no iba a ser la �ltima vez e iba a aprovechar cualquier oportunidad para follarme a todas las que tuviera oportunidad de hacerlo.
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Relato: VIAJE A JAPON
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